Ojos azules

Leo en los periódicos que “los europeos de hace 7.000 años tenían la piel oscura y los ojos azules y, curiosamente, no poseían la capacidad de digerir la lactosa”. El estudio del genoma de los restos de un hombre del mesolítico hallado en unas excavaciones en León así lo indica. Bueno… ¿están seguros? ¿Y quienes están seguros? ¿Los científicos? ¿O los periódicos?
Me acuerdo ahora aquel chiste del viajero que, al acercarse su barco a las costas británicas por primera vez, divisó a lo lejos por fin a un hombre, que caminaba ayudado de sus muletas. “Los ingleses son cojos”, exclamó el viajero. Si en el futuro –unos 7.000 años, por ejemplo- mis restos son conservados magníficamente –y los vuestros no- y alguien pierde el tiempo en estudiar mi genoma, es posible que acaben deduciendo que los europeos de nuestra época tenían los ojos marrones. Llevaban gafas. Y digerían estupendamente la lactosa.
Leo también, y nada tiene que ver con lo anterior, que el científico Stephen Hawking ha asegurado que los agujeros negros no existen. ¡Bueno! ¡Por supuesto! No sé vosotros, pero yo siempre estuve seguro.

Sigue leyendo ->

Ojos azules

Leo en los periódicos que “los europeos de hace 7.000 años tenían la piel oscura y los ojos azules y, curiosamente, no poseían la capacidad de digerir la lactosa”. El estudio del genoma de los restos de un hombre del mesolítico hallado en unas excavaciones en León así lo indica. Bueno… ¿están seguros? ¿Y quienes están seguros? ¿Los científicos? ¿O los periódicos?
Me acuerdo ahora aquel chiste del viajero que, al acercarse su barco a las costas británicas por primera vez, divisó a lo lejos por fin a un hombre, que caminaba ayudado de sus muletas. “Los ingleses son cojos”, exclamó el viajero. Si en el futuro –unos 7.000 años, por ejemplo- mis restos son conservados magníficamente –y los vuestros no- y alguien pierde el tiempo en estudiar mi genoma, es posible que acaben deduciendo que los europeos de nuestra época tenían los ojos marrones. Llevaban gafas. Y digerían estupendamente la lactosa.
Leo también, y nada tiene que ver con lo anterior, que el científico Stephen Hawking ha asegurado que los agujeros negros no existen. ¡Bueno! ¡Por supuesto! No sé vosotros, pero yo siempre estuve seguro.

Sigue leyendo ->

Recesión emocional

Anteayer, mientras el comisario europeo Lazslo Andor exponía en rueda de prensa el último informe sobre el empleo y la situación social de la UE, corroboré, muy a mi pesar, que estamos viviendo en una época de involución moral y de deshumanización alarmante. Haciendo un uso escrupuloso y aséptico de una objetividad impropia de alguien cuyo trabajo debería centrarse en establecer mecanismos y estrategias para asegurar el bienestar y la prosperidad de las personas, Andor negó la responsabilidad de la troika (CE, FMI y BCE) en el aumento del desempleo y de la pobreza en los países rescatados del sur de Europa como consecuencia de los brutales ajustes económicos a los que éstos llevan años sometidos. De su discurso sólo alcancé a extraer datos y cifras macroeconómicas, que combinados con el decorado que tenía de fondo un adusto gráfico estadístico y el rictus frío y calculador de Andor, configuraban una estampa espeluznante. Ni una sóla palabra de las millones de personas que han quedado, y siguen quedando, en la cuneta, desamparados, sin ilusiones y con un futuro más que desalentador pues no tienen solución de continuidad. La montaña de datos y la palabrería eran suficientes para dejar bien sepultadas a todas esas personas, muchas de las cuales comen a diario gracias a la beneficiencia o escudriñando en los bidones de basura, y que a buen seguro «estropean» la estadística a todo color del flamante informe de Andor.
Como si de un flash se tratase, todo ello me hizo pensar en los trabajos de un neurocientífico olvidado e incluso denostado, el médico norteamericano Paul MacLean, quien hace más de 40 años definió la teoría evolutiva del cerebro, conocida como teoría del cerebro triuno, con la que venía a decir que el cerebro de los mamíferos superiores (entre ellos el de los humanos), había experimentado tres grandes etapas en su evolución que daba como resultado una jerarquía de tres cerebros en uno: (i) el cerebro reptiliano, llamado así porque lo compartimos con los reptiles, que se encarga de regular los sentidos (la percepción) y los elementos básicos de supervivencia, (ii) el sistema límbico o cerebro emocional, que añade la experiencia actual y reciente a los instintos básicos, permitiendo que los procesos de supervivencia interactúen con elementos del mundo externo, lo que resulta en la expresión de las emociones; y finalmente (iii)  la neocorteza, que regula y controla las emociones  basadas en las percepciones e interpretaciones del mundo inmediato, componiendo así el cerebro racional. Según MacLean, como estos cerebros se han ido «superponiendo» evolutivamente unos sobre otros, el más moderno sobre el más antiguo, la secuencia con la que el cerebro triuno funciona respeta esa jerarquía de tiempos. Así, los mamíferos superiores primero percibimos la realidad a través de los sentidos (reptílico), a esta información externa le asociamos unos sentimientos y emociones vinculados a experiencias vividas (límbico) y finalmente pensamos y actuamos en consecuencia (neocorteza). Por lo tanto, primero percibimos, luego sentimos y finalmente pensamos y actuamos, y lo hacemos así tanto si estamos en la ducha, en el trabajo, dando un paseo o haciendo la compra. Precisamente, eso lo saben muy bien los especialistas en neuromarketing, que dedican sus esfuerzos a diseñar productos y servicios que despierten emociones positivas en nuestros cerebros y que éstas condicionen las decisiones del cerebro racional y compremos incluso compulsivamente, sin pensarlo ni meditarlo demasiado.  
Relacionada con esta teoría está, por ejemplo, la conocida frase «es mejor no actuar en caliente», que lleva implícita la necesidad que tenemos de esperar a que se «enfríen» nuestras emociones para que éstas no condicionen nuestros pensamientos y nuestras actuaciones, y nos jueguen supuestas malas pasadas. Así, si queremos ser objetivos precisamos hacer una especie de «bypass emocional», saltarnos o atenuar nuestras emociones y sentimientos, para evitar que éstas nos hagan ser subjetivos en la valoración de la información que nos llega del exterior.
Si nos paramos a pensar, este control e incluso la supresión de las emociones lleva impregnando los cimientos de nuestra realidad social desde tiempos pretéritos. Desde pequeños nos enseñan a esconder nuestras emociones en público, a tratar de pensar con la cabeza lo más fría posible evitando así ser impulsivos y expresar aquello que sentimos (que comunmente se traduce en «actuar sin pensarlo dos veces»). Una cruzada permanente de la objetividad contra la subjetividad. El sistema educativo desde hace algunos lustros promueve el desarrollo de competencias básicas, ninguna de ellas competencias emocionales que se han demostrado esenciales para el éxito profesional, incluso prevaleciendo sobre los conocimientos y las aptitudes intelectuales. Y con todos estos antecedentes, yo me pregunto qué parte de responsabilidad tiene la educación que hemos recibido (dentro del trinomio sociedad, familia y escuela) en la construcción de una sociedad como la actual, indulgente, insolidaria, que es capaz de permanecer impasiva ante tanta injusticia y tanto dolor ajeno. ¿Acaso la supremacía de lo objetivo sobre lo subjetivo nos ha transformado de seres emocionales a seres meramente racionales?, ¿es posible que nos encontremos con una recesión emocional en la que la economía se ha centrado en índices bursátiles y beneficios empresariales y ha despreciado el bien común?, ¿ha olvidado el Sr. Andor que el llamado estado del bienestar fue una estrategia político-social que se puso en marcha después de la Segunda Guerra Mundial para evitar que se volvieran a producir en Europa las grandes desigualdades sociales que desencadenaron el desastre?.¿Acaso es preciso ser tan objetivo para suprimir los sentimientos y las emociones de tantas personas que están pasando un verdadero drama como consecuencia de la crisis económica?.
Considero preciso atajar lo antes posible esta recesión emocional, porque puede que, aunque no lo parezca, sea la causa principal de tanto dolor y deshumanización, y para ello propongo hacerlo desde la base constructiva de nuestra sociedad, la educación.



Sigue leyendo ->

Recesión emocional

Anteayer, mientras el comisario europeo Lazslo Andor exponía en rueda de prensa el último informe sobre el empleo y la situación social de la UE, corroboré, muy a mi pesar, que estamos viviendo en una época de involución moral y de deshumanización alarmante. Haciendo un uso escrupuloso y aséptico de una objetividad impropia de alguien cuyo trabajo debería centrarse en establecer mecanismos y estrategias para asegurar el bienestar y la prosperidad de las personas, Andor negó la responsabilidad de la troika (CE, FMI y BCE) en el aumento del desempleo y de la pobreza en los países rescatados del sur de Europa como consecuencia de los brutales ajustes económicos a los que éstos llevan años sometidos. De su discurso sólo alcancé a extraer datos y cifras macroeconómicas, que combinados con el decorado que tenía de fondo un adusto gráfico estadístico y el rictus frío y calculador de Andor, configuraban una estampa espeluznante. Ni una sóla palabra de las millones de personas que han quedado, y siguen quedando, en la cuneta, desamparados, sin ilusiones y con un futuro más que desalentador pues no tienen solución de continuidad. La montaña de datos y la palabrería eran suficientes para dejar bien sepultadas a todas esas personas, muchas de las cuales comen a diario gracias a la beneficiencia o escudriñando en los bidones de basura, y que a buen seguro «estropean» la estadística a todo color del flamante informe de Andor.
Como si de un flash se tratase, todo ello me hizo pensar en los trabajos de un neurocientífico olvidado e incluso denostado, el médico norteamericano Paul MacLean, quien hace más de 40 años definió la teoría evolutiva del cerebro, conocida como teoría del cerebro triuno, con la que venía a decir que el cerebro de los mamíferos superiores (entre ellos el de los humanos), había experimentado tres grandes etapas en su evolución que daba como resultado una jerarquía de tres cerebros en uno: (i) el cerebro reptiliano, llamado así porque lo compartimos con los reptiles, que se encarga de regular los sentidos (la percepción) y los elementos básicos de supervivencia, (ii) el sistema límbico o cerebro emocional, que añade la experiencia actual y reciente a los instintos básicos, permitiendo que los procesos de supervivencia interactúen con elementos del mundo externo, lo que resulta en la expresión de las emociones; y finalmente (iii)  la neocorteza, que regula y controla las emociones  basadas en las percepciones e interpretaciones del mundo inmediato, componiendo así el cerebro racional. Según MacLean, como estos cerebros se han ido «superponiendo» evolutivamente unos sobre otros, el más moderno sobre el más antiguo, la secuencia con la que el cerebro triuno funciona respeta esa jerarquía de tiempos. Así, los mamíferos superiores primero percibimos la realidad a través de los sentidos (reptílico), a esta información externa le asociamos unos sentimientos y emociones vinculados a experiencias vividas (límbico) y finalmente pensamos y actuamos en consecuencia (neocorteza). Por lo tanto, primero percibimos, luego sentimos y finalmente pensamos y actuamos, y lo hacemos así tanto si estamos en la ducha, en el trabajo, dando un paseo o haciendo la compra. Precisamente, eso lo saben muy bien los especialistas en neuromarketing, que dedican sus esfuerzos a diseñar productos y servicios que despierten emociones positivas en nuestros cerebros y que éstas condicionen las decisiones del cerebro racional y compremos incluso compulsivamente, sin pensarlo ni meditarlo demasiado.  
Relacionada con esta teoría está, por ejemplo, la conocida frase «es mejor no actuar en caliente», que lleva implícita la necesidad que tenemos de esperar a que se «enfríen» nuestras emociones para que éstas no condicionen nuestros pensamientos y nuestras actuaciones, y nos jueguen supuestas malas pasadas. Así, si queremos ser objetivos precisamos hacer una especie de «bypass emocional», saltarnos o atenuar nuestras emociones y sentimientos, para evitar que éstas nos hagan ser subjetivos en la valoración de la información que nos llega del exterior.
Si nos paramos a pensar, este control e incluso la supresión de las emociones lleva impregnando los cimientos de nuestra realidad social desde tiempos pretéritos. Desde pequeños nos enseñan a esconder nuestras emociones en público, a tratar de pensar con la cabeza lo más fría posible evitando así ser impulsivos y expresar aquello que sentimos (que comunmente se traduce en «actuar sin pensarlo dos veces»). Una cruzada permanente de la objetividad contra la subjetividad. El sistema educativo desde hace algunos lustros promueve el desarrollo de competencias básicas, ninguna de ellas competencias emocionales que se han demostrado esenciales para el éxito profesional, incluso prevaleciendo sobre los conocimientos y las aptitudes intelectuales. Y con todos estos antecedentes, yo me pregunto qué parte de responsabilidad tiene la educación que hemos recibido (dentro del trinomio sociedad, familia y escuela) en la construcción de una sociedad como la actual, indulgente, insolidaria, que es capaz de permanecer impasiva ante tanta injusticia y tanto dolor ajeno. ¿Acaso la supremacía de lo objetivo sobre lo subjetivo nos ha transformado de seres emocionales a seres meramente racionales?, ¿es posible que nos encontremos con una recesión emocional en la que la economía se ha centrado en índices bursátiles y beneficios empresariales y ha despreciado el bien común?, ¿ha olvidado el Sr. Andor que el llamado estado del bienestar fue una estrategia político-social que se puso en marcha después de la Segunda Guerra Mundial para evitar que se volvieran a producir en Europa las grandes desigualdades sociales que desencadenaron el desastre?.¿Acaso es preciso ser tan objetivo para suprimir los sentimientos y las emociones de tantas personas que están pasando un verdadero drama como consecuencia de la crisis económica?.
Considero preciso atajar lo antes posible esta recesión emocional, porque puede que, aunque no lo parezca, sea la causa principal de tanto dolor y deshumanización, y para ello propongo hacerlo desde la base constructiva de nuestra sociedad, la educación.



Sigue leyendo ->

PADRES INVOLUCRADOS

  Chile

Si las formas tradicionales de masculinidad se definen en oposición a lo femenino y a los roles de cuidado, ¿qué sucede cuando los hombres se involucran más activamente en el cuidado de las personas y la crianza de los niños? Algo de esos cambios es visible hoy en las sociedades latinoamericanas, donde ciertas ‘masculinidades emergentes’ parecen apostar a la equidad de género. Sin embargo, en esas mismas prácticas se filtran valores tradicionales acerca del rol del varón en la familia. La idea de cuidado paterno sigue siendo concebida por los hombres a la luz de nociones de masculinidad relacionadas con las labores de provisión y protección.
La participación de los padres en el cuidado de los hijos es un fenómeno relativamente nuevo en América Latina. La encuesta internacional IMAGES, sobre varones e igualdad de género, confirmó los hombres continúan valorando el rol proveedor económico como una de sus principales funciones. En el caso de Chile, un 87,5% declaró que “en general, tengo la mayor responsabilidad de proveer para mi familia”,en contrapartida con un 61,9% que sostuvo que su “rol en el cuidado de los hijos es principalmente como ayudante”. En el país fueron entrevistados1.192 y 426 mujeres de entre 18 y 59 años.
La investigación Ser padre en Santiago de Chile, dirigida por el sociólogo José Olavarría, constató la coexistencia entre los discursos equitativos con otros tradicionales sobre el rol de los hombres, evidente en aparentes inconsistencias o contradicciones en los relatos de los entrevistados. Pese a que los participantes de la investigación afirmaron con frecuencia el deseo de involucrarse más en la vida de sus hijos, ellos siguen siendo renuentes a realizar tareas domésticas, entre ellas las labores de cuidado. Los varones cesanteados de sus trabajos que habían asumido “labores del hogar” experimentaron malestar ante esa perspectiva, señala Olavarría. “El varón, especialmente al inicio, se siente indigno, no tiene dinero para sus gastos; la mujer le tiene que pasar dinero; siente que no se lo puede comentar a nadie, porque sería visto como un «zángano»”, relata el sociólogo. Pero con el tiempo los mismos varones asumen su nueva situación y logran adaptarse hasta encontrar un nuevo trabajo. “La cesantía es, para algunos, una oportunidad de sentir el amor, cariño y solidaridad de la mujer hacia él, o por el contrario, el menosprecio y rechazo”, reconoce.
Olavarría señala que el modelo hegemónico de masculinidad plantea a la condición adulta la exigencia de la paternidad. Al ser constitutiva de la masculinidad y uno de sus principales ejes, la paternidad reafirma mandatos y les da sentido en la vida cotidiana, entrecruzando dimensiones fundamentales de la identidad masculina con el hecho de ser padre. En palabras del sociólogo: “el padre es una persona importante, es el jefe de familia, la autoridad del hogar; su trabajo permite proveer a la familia y a los hijos; prueba y ejerce su heterosexualidad a través de los hijos que procrea, y demuestra su poder siendo fecundo”. El padre así, tiene un destino señalado: constituir una familia, estructurar relaciones claras de afecto y autoridad con la mujer y los hijos, que le permitan proteger, formar y proveerla en un espacio definido, el hogar.
El estudio IMAGES corrobora que todavía se está muy lejos de alcanzar la equidad de género y aun más lejos de poder afirmar que el machismo ha muerto. Las madres siguen asumiendo una parte desproporcionada de la atención del niño y las tareas del hogar en comparación con los padres. En el caso de Chile los resultados de la encuesta son elocuentes: la actividad donde el padre (u otro hombre en el hogar) tuvo una mayor participación fue preparar comidas: 23,6% señaló que lo hacía de manera frecuente y 32,6%, a veces. Sin embargo en el aseo, lavado y limpieza, un 52,6% señaló que su padre (u otra figura masculina) nunca hacía aseo, un 64,2% nunca lavaba ropa y un 69,5% nunca limpiaba el baño.
Existen a la vez cifras reveladoras de hombres más cómplices con la equidad de género y dispuestos a involucrarse en la crianza y el cuidado de sus hijos. Según los sondeos del Instituto Pew, a partir de 2011 los varones dedicaron siete horas a la semana al cuidado de niños y 10 horas a la semana a tareas domésticas. Eso es aproximadamente la mitad de lo que hacen las madres, pero es un gran salto desde 1965, cuando los padres dedicaban apenas dos horas y media a la semana a la atención infantil y cuatro horas a tareas domésticas, según afirma Gary Barker, director internacional de la ONG Promundo, coordinador de la campaña global de Paternidad MenCare y participante invitado en el seminario Paternidad Activa, Cuidado y Corresponsabilidad celebrado el año pasado en Chile.
En sentido dado a esas actividades se combinan diferentes valores. Según constata la encuesta IMAGES Chile, 97,8% de los encuestados considera importante que el padre esté presente en la vida de sus hijos, incluso si está separado de la madre y ocho de cada diez hombres (75,9%) que viven con sus hijos y trabajan indicaron que les “gustaría trabajar menos si eso significara pasar más tiempo con mis hijos”; mientras que un 61,7% señaló que “dedican muy poco tiempo a sus hijos por motivos de trabajo”. Sin embargo, el 46% afirmó que cambiar pañales, bañar y alimentar a los niños es responsabilidad de la madre. A esto se suma que, según resultados de la investigación, la madre fue por lejos el familiar que cuidó más a los hombres durante su infancia con un 94,4%. Mientras 69,8% también señalaron haber sido cuidados por su padre. Un porcentaje menor señaló a otros parientes como la abuela, con un 10,8%, y el abuelo, alcanzando un 7%.
Coexisten entonces, confirma Olavarría, dos modelos de paternidad, una patriarcal, donde el hombre es proveedor, figura de autoridad y protector, y otra más democrática, íntima, afectiva y cercana, que acarrea complejas demandas para los varones como padres. “Ser un buen padre capaz de satisfacer este rango de demandas o mandatos es imposible. Hay demasiadas demandas contradictorias para un simple mortal que, después de todo, es lo que son los hombres”, afirma el experto.
Francisco Aguayo, psicólogo e investigador en paternidades y masculinidades, y coordinador de la Campaña de Paternidad: amor, presencia y compromiso de padre, reconoce que si bien se habla mucho de la paternidad 2.0, esto es, de la emergencia de un nuevo padre, esta aseveración es bastante discutible. “En el panorama global, mirando 8 países y más de 15 mil hombres, se observa que todavía tenemos un orden de género muy tradicional –en familias de pareja heterosexuales– donde gran parte de las tareas de cuidado la tienen las mujeres. También hay hombres que ayudan y existe un segmento que lo hacen sólo ellos, pero es menor”, afirmó recientemente en una entrevista. Sostuvo que en este nuevo escenario aparece el neomachismo”, donde muchos hombres dicen que comparten las tareas domésticas, que no son machistas y creen que la carga de cuidado es compartida, mientras que las encuestas revelan lo contrario.
Sin embargo, un espacio donde los varones sí han entrado con fuerza, dice el psicólogo, es la comunicación. “Hablan más con sus hijos, están más en contacto y buscan conocerlos. A diferencia de la generación anterior, que no se preocupaba mucho por los hijos, ahora ellos quieren ser más cercanos. Pero de ahí a compartir tareas de cuidado hay un salto”, explica. Relata que lo que los hombres más hacen es jugar con los hijos y sienten que cumplieron con su cuota. Pero falta mucho camino por recorrer cuando se observa todo el repertorio de acciones de cuidado que hay que resolver en un hogar.
Varones y cuidado
Cuando se habla de paternidad, en la actualidad resulta difícil ignorar los derechos y necesidades de las mujeres, así como desconocer la perspectiva de los derechos del niño. El artículo 18 de la Convención Internacional de los Derechos del Niño señala que “los Estados miembros deben velar porque ambos padres sean igualmente responsables del cuidado del niño/a”. De esa manera la corresponsabilidad del padre en la crianza ha empezado a concebirse no sólo como una obligación de los varones sino también como un derecho que cada niño y niña tiene al nacer.
Diversos estudios dan cuenta de los beneficios para madres e hijos de la participación de los padres en las tareas de cuidado. Cuando los últimos tienen una presencia de calidad en la vida de sus hijas e hijos, éstos muestran mayores índices de salud física y mental, desarrollo cognitivo, motivación para el estudio y rendimiento académico. También mejoran las habilidades sociales, aumenta la autoestima, disminuyen los problemas de conducta y se observa mayor tolerancia al estrés (Allen y Daly, 2007; Barker, 2003; Nock y Einolf, 2008). El ingreso familiar también aumenta cuando los hombres llevan a cabo más tareas de cuidado. Cuando los hombres están involucrados en el trabajo doméstico, los niños muestran actitudes más equitativas de género.
La participación de los hombres en la paternidad y el cuidado de los otros puede ser una motivación poderosa –aunque a menudo desdeñada– para que se involucren de manera positiva en la vida familiar. Quienes promueven esos cambios en la sociedad han pasado a prestar más atención, en sus investigaciones e intervenciones, al desarrollo y las necesidades personales del padre, así como a las perspectivas de los propios hombres acerca de su rol en la familia. Cada vez es más común que en las investigaciones sean escuchadas las voces de los hombres respecto a sus creencias, percepciones y emociones, así como sus propios balances en materia de paternidad.
En cinco países del llamado Sur Global, México, Chile, Brasil, Sudáfrica e India, Barker y colegas registraron 83 historias de vida de varones que asumieron tareas del cuidado en un contexto de desempleo. Los entrevistados habían salido del mercado laboral. Para Gary Barker, “son hombres que se veían a sí mismos como perdedores en el mercado capitalista”, explica el experto. En él, si “no reciben un ingreso mensual, no existen”.
El estudio mostró que la mayoría no sabía cómo desarrollar el trabajo de cuidado. Carecían de referencias y se sentían confundidos en sus nuevos roles: “¿mis hijos me verán como hombre?” fue una de las preguntas más recurrentes, relata el director de Promundo. Escuchar las voces masculinas en la investigación permitió confirmar la hipótesis sobre la confusión que experimentan algunos hombres de cara a la transformación de las normas y roles de género, así como a las nuevas expectativas que esto ha implicado para los hombres en el hogar.
Muchos hombres reconocieron sentir que “el mundo no valorizaba su trabajo”. Se sentían “solitarios y deprimidos”. En resumen, constataron los investigadores, su discurso era muy parecido al de algunas mujeres que trabajan en el ámbito doméstico. Pero fue a través de esa experiencia que los hombres desarrollaron comportamientos más equitativos, afirma el experto. El cuidado los transformó en nuevos hombres y no al revés: “las actitudes equitativas de género no eran una vía para el cuidado; el cuidado fue un camino hacia las actitudes de igualdad de género”, afirma el profesional.
Una lenta transformación
En la búsqueda de caminos o procesos de cambio entre los hombres no se deben esperar cambios drásticos o revolucionarios. Las transformaciones en las normas de género y actitudes individuales a menudo son graduales, con paradigmas viejos y nuevos que existen simultáneamente. El llamado a los hombres a involucrarse en la promoción de la equidad de género se hizo más patente durante la década de los noventa, a partir de las conferencias de El Cairo (1994) y Beijing (1995). A su vez, cambios demográficos, migraciones y las propias dinámicas del mercado laboral impactaban profundamente los papeles del hombre y la mujer en las familias. Numerosas investigaciones y análisis apuntan a una creciente “incorporación de las mujeres en la modernidad” y su reconocimiento como sujetas de derechos. Según datos del Banco Mundial, ellas constituyen el 40% de la población económicamente activa a nivel global y aunque a los hombres aún se les pagan salarios más altos –se estima que a nivel global las mujeres ganan 22% menos que los hombres por el mismo trabajo– esas brechas tienden a reducirse. En educación también ha habido avances significativos. A nivel regional, las mujeres latinoamericanas lideran su participación en estudios universitarios.
En materia de conyugalidad, se registra que en América Latina más matrimonios terminan en divorcio o separación, que la edad de casamiento ha aumentado y que más niños nacen fuera de uniones formales. También se observa una creciente subcontratación para el cuidado de niños y niñas, aun en países con ventajosas licencias postnatales para hombres y mujeres.
Otro aspecto que ha nutrido el debate sobre el tema en los últimos años es el reconocimiento legal de las uniones del mismo sexo en varios países. Con relación a las mismas se ha indagado el papel que gays, lesbianas, bisexuales, y personas transgénero desempeñan como padres y madres. Para Barker, la cuestión pasa por tener dos o más cuidadores, sin importar el sexo de los mismos. “Dos es generalmente mejor que uno”, afirma. De hecho, indica el experto, algunos programas en Norteamérica y Europa Occidental han empezado a usar términos como “paternidad cooperativa”, “alianza paternal” o “paternidad en equipo”, para enfatizar la cooperación en pareja.
Estos cambios, así como la mayor atención a la participación de los hombres en la toma de decisiones en materia de salud sexual y reproductiva, parecen haber contribuido a la transformación de las relaciones de género en el seno de la familia, pero no lo suficiente como para promover una participación más activa en su rol de padres, pese al aumento del interés por parte de varones.
Sin embargo, a juicio de Olavarría, algunos hombres vislumbran o tienen conciencia de que la paternidad tal como la vieron en el propio padre y que aprendieron hoy ya no es posible, se ha comenzado a desmoronar. Los jóvenes de sectores medios y altos especialmente comienzan a plantearse nuevas formas de paternidad. Gary Barker reconoce que muchos hombres son conscientes de y responden a normas sociales cambiantes sobre la paternidad; sin embargo aclara que la internacionalización de estas nuevas normas –que muchos hombres se sienten obligados a cumplir– no es un proceso sencillo.
Equidad de género: el difícil camino de su promoción
Promover la equidad de género es un proceso complejo que implica ser sensible a cómo la clase social, el acceso al trabajo y a la educación formal, la edad y generación inciden en la búsqueda de justicia social. No se trata de un proceso lineal ni homogéneo. Los investigadores señalan que los cambios sucederían con mayor intensidad ahí donde los influjos culturales de la modernidad calan más hondo: en los sectores sociales ligados a la globalización, a la universalización de ciertos valores, a la convivencia con distintas visiones de mundo y estilos de vida. Otros sectores, en cambio, se opondrán a estos cambios, guiados por una visión de mundo que encuentra refugio en la tradición, o signados por un acceso diferenciado a los beneficios concretos de la modernidad, sea por su realidad socioeconómica o la disponibilidad de recursos simbólicos.
Olavarría confirma que en los sectores más populares, ser jefe de hogar y proveedores es uno de los mandatos de la masculinidad hegemónica que tiene más arraigo. La inestabilidad laboral, la inclusión de las mujeres al trabajo y transiciones en el rol de género, entre los cambios socioculturales más relevantes del último tiempo, han transformado “el hogar en el espacio más importante en el que el hombre puede ejercer dominio”.
En cambio, continúa el investigador, esto no sucede así con los varones de clase media alta, a quienes estos cambios no les han afectado en su calidad de proveedores principales, y su mundo social y las redes de la que forman parte les permiten convivir en distintos espacios además de su hogar y ejercer normalmente dominio en otros, por ejemplo en su trabajo. Asimismo las mujeres de este sector son las que en mayor número han ingresado al mercado de trabajo, con altos niveles de escolaridad, y hacer aportes económicos al hogar.
La investigación Ser padre en Santiago de Chileconstató que la división sexual del trabajo se ve cuestionada por una proporción creciente de varones, especialmente los más jóvenes y de sectores medios alto, que estiman que las mujeres tienen los mismos derechos y deberes que ellos, “considerando que ellas pueden decidir libremente lo que desea hacer, dentro de un clima de respeto y comprensión mutua”. Para estos varones, tanto las mujeres como los hombres deben ocuparse de la crianza y sustento del hogar. Muchos participan ya en las actividades del hogar, cuando ellas hacen trabajo remunerado y aportan al hogar, detalla la publicación.
Los varones desean cada vez más que las mujeres participen como proveedoras o ellas así se lo están planteando. Las mujeres más jóvenes comienzan a ponerlo como condición para establecer una relación de pareja, especialmente en los sectores medios altos. “Es así que el mandato de que el varón sea el proveedor de la familia comienza a perder fuerza y se comienza a esperar que ese rol sea compartido”,observa Olavarría.
En Chile, al igual que en otros países latinoamericanos, los hombres más jóvenes están aceptando más la equidad de género que los mayores. Participan más en las tareas domésticas, en los controles prenatales, en el parto, y en el cuidado de los hijos. Sus actitudes de género también son más equitativas según el estudio de IMAGES. En este ítem los hombres chilenos son los campeones entre los países encuestados en términos de participación en el parto. La encuesta revela que cerca de la mitad de los hombres, un 49,8%, señalaron haber estado en la sala de partos al momento del nacimiento de su último hijo, un 22% declaró haber estado en la sala de espera o en otro lugar del hospital y un 28,2% de los hombres indicó no haber estado en el hospital al momento del nacimiento. Estos datos varían según el nivel educacional y la edad, donde los hombres con más escolaridad y más jóvenes aparecen con más frecuencia.
Olavarría corrobora que los padres, especialmente los mayores, se mantuvieron en los primeros meses más bien distantes del niño, hasta que éstos comenzaron a hacer manifestaciones de mayor sociabilidad. Se sentían torpes y en un espacio, en gran medida, privativo de la madre. Ellos eran más bien observadores. Los padres jóvenes, confirma el investigador, en cambio, consideran que les corresponde involucrarse activamente en la crianza de los primeros meses y así lo hacen. “Yo hacía de todo. Desde ponerle la cremita, que había que desinfectarle el ombligo, las leches, todo, absolutamente todo. Jamás pensé que esa fuera una labor que a mí no me correspondiera”, reconoce Patricio, de 32 años y estrato socio-económico medio alto.
Licencias parentales
Las instituciones juegan un papel activo en la promoción o exclusión de los varones del ejercicio de la paternidad activa y democrática. Cuestionarse y reflexionar sobre la exclusión de la perspectiva de género y la inclusión efectiva de los varones en los discursos de instituciones y profesionales es crucial para hacer efectiva esta transformación.
Aguayo corrobora que “la política de que los varones entren al parto ha sido modelo a nivel latinoamericano y los hombres han confirmado la importancia de esa experiencia en el vínculo con su hijo. Ahora se necesitan otras políticas, porque sí participan en el parto y en la ecografía, pero necesitamos que lo hagan en los controles de salud, porque ahí van poco, sólo alrededor de un 15%. ¿Por qué? Porque hay más mujeres en la casa, las barreras del trabajo de los hombres que no los dejan salir y los horarios son difíciles”.
A juicio de Olavarría, una de las grandes dificultades para que los varones asuman de un modo diferente su rol como padres se encuentra en la organización del trabajo. Por ello, es necesario revisar las agendas políticas, las negociaciones colectivas, fortalecer los sindicatos y redefinir las reglas del juego de la producción, con el fin de propiciar otras relaciones entre los varones y la familia. Parte de su problema es asumir las condiciones laborales y “dejar tiempo para el núcleo familiar”. Para Olavarría el neocapitalismo es una “máquina de moler carne” que tiene “presas” a las personas.
Es obvio que las políticas y legislaciones que excluyen a los trabajadores varones de los derechos de la crianza hacen que ésta siga siendo una responsabilidad femenina, donde los derechos relacionados al cuidado siguen ligados exclusivamente a las mujeres. En ese orden, el rol de los varones sería a lo sumo subsidiario de las mujeres en esas tareas. Según algunos estudios, la licencia postnatal para hombres sería una de las principales herramientas en la promoción de este cambio. En efecto, pocos hombres cambian espontáneamente, o solos; los cambios en actitudes y conductas generalmente requieren también cambios en el significado social que se da a sus acciones.
En Europa Occidental, Australia y América del Norte hace más de 20 años que se impulsan políticas para propiciar la participación masculina en la crianza y cuidado de los hijos. Destaca Noruega con uno de los permisos postnatales más avanzados del mundo. Desde 1977, el país escandinavo otorga participación activa a ambos progenitores con el objetivo de incentivar la participación del padre en el primer año de vida de sus hijos, además de estimular la fuerza laboral femenina en la actividad económica. Cuando las mujeres vuelven al trabajo luego de nueve meses, los hombres toman su posnatal, que tiene una duración de dos meses y medio.
De acuerdo con la experiencia de algunos países europeos, que los hombres se involucren más como padres es considerado positivamente por amplios sectores de la sociedad. Les da a los padres involucrados un estatus social especial. Los noruegos asumen el cuidado con orgullo. “Con otros amigos que también estaban en su posnatal hacíamos ‘grupos de papás’ y nos juntábamos a cocinar o a hacer actividades con los niños, lo que nos ayudó a compartir experiencias y a resolver dificultades. Lo único que no podemos hacer es alimentar a nuestros hijos con leche materna, pero incluso en eso podemos ayudar llevándolos al trabajo de nuestras esposas para que los puedan amamantar a tiempo”, comentó un empresario de 31 años en reportaje del diario La Tercera de Chile.
Según el estudio El cuidado compartido: hacia una propuesta de parentalidad, del PNUD/OIT (2013), todos los países en la región ofrecen actualmente algún tipo de licencia por maternidad y, recientemente, 16 países han aumentado esta licencia dando cumplimiento a convenciones apoyadas por la Organización Internacional del Trabajo. Sin embargo en 2003 sólo ocho países (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Guatemala, Paraguay y Uruguay) ofrecían licencias remuneradas por paternidad. Aún en esos casos el período de la misma era bastante reducido: entre dos y ocho días de duración según constata la base de datos de condiciones de trabajo y empleo de la OIT.
En Brasil y Chile, este permiso es de 5 días, Argentina y Paraguay cuentan con 2 días. En Uruguay la normativa solo alcanza a los funcionarios públicos y es de 3 días, pero es una práctica extendida en los convenios colectivos. En Colombia, se contempla la facultad de la madre de ceder al padre una de las 12 semanas de su descanso por maternidad. Chile también le otorga a la madre la facultad de poder traspasar al padre del niño una o más semanas de dicho permiso. En el caso de Brasil, cursa un proyecto legislativo de un miembro del Partido de los Trabajadores para ampliar a 15 días la licencia de paternidad para empleados públicos, que actualmente sigue la regla de los 5 días como cualquier otra empresa. Pero nadie asegura que este eventual cambio modifique sustancialmente esta realidad.
De hecho, en Chile destaca la alta proporción de hombres que no se tomaron un período postnatal –remunerado o no: tres de cada cuatro hombres, un 76,6%, no la tomó. Un 20,6% señaló tomar una licencia pagada –que en Chile es de 5 días para los padres trabajadores con contrato de trabajo– y un 2,6% indicó haber tomado una licencia no pagada, según la encuesta IMAGES. Este indicador también revela una relación estrecha entre los permisos postnatales, la edad y el nivel educacional: las personas con menor edad y mayor nivel educacional se tomaron más permisos postnatales. Cerca de la mitad, un 51,9%, señaló que el trabajo no se lo permitió, mientras que un 13,9% manifestó que no tenía condiciones económicas para hacerlo y un 10,2% señaló que simplemente no quiso tomarse el permiso.
Aguayo recomienda como pieza clave de la política pública que exista una licencia postnatal para los padres exclusiva y remunerada de al menos 4 semanas de duración, siguiendo modelos como el Noruego, Sueco o Alemán. Adicionalmente sugiere incorporar incentivos para que los padres usen la licencia de modo compartido con la madre.
Si bien estos cambios pueden contribuir en cierta medida a un mejor reparto de las labores de cuidado y crianza, feministas han llamado la atención respecto de la efectividad de las licencias y si son los pasos más adecuados para garantizar el cuidado compartido. Tanto en Brasil como en Chile, se aprobó la extensión de la licencia por maternidad a 6 meses hace pocos años.
En Brasil, los hombres y las mujeres deben compartir dicha licencia remunerada, que es obligatoria, como en el caso de Dinamarca. Sin embargo, los resultados de la medida no han sido los esperados.“En Dinamarca y Suecia, cuando una mujer tiene un hijo, la madre puede permanecer hasta seis meses en su casa, y su padre también. Él tiene derecho a un permiso de paternidad obligatorio de igual duración. Aquí [en Brasil] se ha aumentado la responsabilidad de las madres sin extender el período para los padres para que puedan compartir esta responsabilidad con ellas, es decir, para que la carga se puede dividir entre hombres y mujeres”, comenta la investigadora Lena Lavinas, profesora asociada del Instituto de Economía, Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ ).
La legislación laboral sobre maternidad en Chile es considerada una de las más protectoras de la región. El país cuenta además con una red de salas-cuna que el gobierno, a través de la Junji (Junta Nacional de Jardines Infantiles), implementó en todo el país durante el gobierno de la presidenta Bachelet (2006-2010). Sin embargo, frente a la extensión del postnatal de 6 meses, organizaciones feministas chilenas se preguntan cómo aumentar la corresponsabilidad de los padres y facilitar una mayor conciliación en el seno de la familia, para que la medida no produzca un efecto negativo en el ámbito laboral de las mujeres. Actualmente, existe una suerte de «castigo remuneracional» o de competencias para las mujeres profesionales al tener que alejarse por tanto tiempo de su trabajo para atender la maternidad. Esto las hace menos atractivas que los hombres para el mercado laboral, porque con la extensión del postnatal su ausencia alcanzará los 7 meses y medio.
Al igual que feministas chilenas, Lena considera que una licencia de maternidad prolongada pero restringida a algunos segmentos ocupados puede aumentar las diferencias en el mercado laboral. A esto se suma que el beneficio de la licencia de maternidad deja fuera a un importante porcentaje de mujeres que no cuenta con contrato de trabajo y se desempeña en el sector informal. El desarrollo de una infraestructura adecuada –jardines infantiles y guarderías seguras– que permita aliviar la doble carga que pesa sobre las mujeres también ha sido una demanda de organizaciones feministas y de mujeres en Brasil.

A nivel regional son escasos los esfuerzos para involucrar a los hombres en sus roles como padres. Algunos entes gubernamentales –ya sea a nivel nacional, regional o municipal– y de la cooperación internacional han apoyado campañas de medios sobre la importancia de la participación de los varones en la paternidad, como la campaña global MenCare. Esta iniciativa conocida en América Latina como Paternidad: amor, presencia y compromiso de padre está presente en 26 países de América Latina, África, Asia y Europa, y busca que los padres se involucren más en el cuidado diario de sus hijos, establezcan un buen trato y compartan equitativamente con la pareja las tareas de cuidado, crianza y labores domésticas.

A partir de estas intervenciones, orientadas a un cambio cultural y en las actitudes, sus promotores buscan activar debate sobre los roles de los hombres y su inclusión en las agendas estatales. Su ideal es un modelo alternativo de maternidad y paternidad que vaya más allá de “resignificar lo que es ser hombre así como reconocer que cuidar no es un atributo masculino o femenino, sino uno humano”, concluye Barker.
Publicada em: 16/01/2014

Fuente: http://www.clam.org.br/ES/destaque/conteudo.asp?cod=11364

Sigue leyendo ->

PADRES INVOLUCRADOS

  Chile

Si las formas tradicionales de masculinidad se definen en oposición a lo femenino y a los roles de cuidado, ¿qué sucede cuando los hombres se involucran más activamente en el cuidado de las personas y la crianza de los niños? Algo de esos cambios es visible hoy en las sociedades latinoamericanas, donde ciertas ‘masculinidades emergentes’ parecen apostar a la equidad de género. Sin embargo, en esas mismas prácticas se filtran valores tradicionales acerca del rol del varón en la familia. La idea de cuidado paterno sigue siendo concebida por los hombres a la luz de nociones de masculinidad relacionadas con las labores de provisión y protección.
La participación de los padres en el cuidado de los hijos es un fenómeno relativamente nuevo en América Latina. La encuesta internacional IMAGES, sobre varones e igualdad de género, confirmó los hombres continúan valorando el rol proveedor económico como una de sus principales funciones. En el caso de Chile, un 87,5% declaró que “en general, tengo la mayor responsabilidad de proveer para mi familia”,en contrapartida con un 61,9% que sostuvo que su “rol en el cuidado de los hijos es principalmente como ayudante”. En el país fueron entrevistados1.192 y 426 mujeres de entre 18 y 59 años.
La investigación Ser padre en Santiago de Chile, dirigida por el sociólogo José Olavarría, constató la coexistencia entre los discursos equitativos con otros tradicionales sobre el rol de los hombres, evidente en aparentes inconsistencias o contradicciones en los relatos de los entrevistados. Pese a que los participantes de la investigación afirmaron con frecuencia el deseo de involucrarse más en la vida de sus hijos, ellos siguen siendo renuentes a realizar tareas domésticas, entre ellas las labores de cuidado. Los varones cesanteados de sus trabajos que habían asumido “labores del hogar” experimentaron malestar ante esa perspectiva, señala Olavarría. “El varón, especialmente al inicio, se siente indigno, no tiene dinero para sus gastos; la mujer le tiene que pasar dinero; siente que no se lo puede comentar a nadie, porque sería visto como un «zángano»”, relata el sociólogo. Pero con el tiempo los mismos varones asumen su nueva situación y logran adaptarse hasta encontrar un nuevo trabajo. “La cesantía es, para algunos, una oportunidad de sentir el amor, cariño y solidaridad de la mujer hacia él, o por el contrario, el menosprecio y rechazo”, reconoce.
Olavarría señala que el modelo hegemónico de masculinidad plantea a la condición adulta la exigencia de la paternidad. Al ser constitutiva de la masculinidad y uno de sus principales ejes, la paternidad reafirma mandatos y les da sentido en la vida cotidiana, entrecruzando dimensiones fundamentales de la identidad masculina con el hecho de ser padre. En palabras del sociólogo: “el padre es una persona importante, es el jefe de familia, la autoridad del hogar; su trabajo permite proveer a la familia y a los hijos; prueba y ejerce su heterosexualidad a través de los hijos que procrea, y demuestra su poder siendo fecundo”. El padre así, tiene un destino señalado: constituir una familia, estructurar relaciones claras de afecto y autoridad con la mujer y los hijos, que le permitan proteger, formar y proveerla en un espacio definido, el hogar.
El estudio IMAGES corrobora que todavía se está muy lejos de alcanzar la equidad de género y aun más lejos de poder afirmar que el machismo ha muerto. Las madres siguen asumiendo una parte desproporcionada de la atención del niño y las tareas del hogar en comparación con los padres. En el caso de Chile los resultados de la encuesta son elocuentes: la actividad donde el padre (u otro hombre en el hogar) tuvo una mayor participación fue preparar comidas: 23,6% señaló que lo hacía de manera frecuente y 32,6%, a veces. Sin embargo en el aseo, lavado y limpieza, un 52,6% señaló que su padre (u otra figura masculina) nunca hacía aseo, un 64,2% nunca lavaba ropa y un 69,5% nunca limpiaba el baño.
Existen a la vez cifras reveladoras de hombres más cómplices con la equidad de género y dispuestos a involucrarse en la crianza y el cuidado de sus hijos. Según los sondeos del Instituto Pew, a partir de 2011 los varones dedicaron siete horas a la semana al cuidado de niños y 10 horas a la semana a tareas domésticas. Eso es aproximadamente la mitad de lo que hacen las madres, pero es un gran salto desde 1965, cuando los padres dedicaban apenas dos horas y media a la semana a la atención infantil y cuatro horas a tareas domésticas, según afirma Gary Barker, director internacional de la ONG Promundo, coordinador de la campaña global de Paternidad MenCare y participante invitado en el seminario Paternidad Activa, Cuidado y Corresponsabilidad celebrado el año pasado en Chile.
En sentido dado a esas actividades se combinan diferentes valores. Según constata la encuesta IMAGES Chile, 97,8% de los encuestados considera importante que el padre esté presente en la vida de sus hijos, incluso si está separado de la madre y ocho de cada diez hombres (75,9%) que viven con sus hijos y trabajan indicaron que les “gustaría trabajar menos si eso significara pasar más tiempo con mis hijos”; mientras que un 61,7% señaló que “dedican muy poco tiempo a sus hijos por motivos de trabajo”. Sin embargo, el 46% afirmó que cambiar pañales, bañar y alimentar a los niños es responsabilidad de la madre. A esto se suma que, según resultados de la investigación, la madre fue por lejos el familiar que cuidó más a los hombres durante su infancia con un 94,4%. Mientras 69,8% también señalaron haber sido cuidados por su padre. Un porcentaje menor señaló a otros parientes como la abuela, con un 10,8%, y el abuelo, alcanzando un 7%.
Coexisten entonces, confirma Olavarría, dos modelos de paternidad, una patriarcal, donde el hombre es proveedor, figura de autoridad y protector, y otra más democrática, íntima, afectiva y cercana, que acarrea complejas demandas para los varones como padres. “Ser un buen padre capaz de satisfacer este rango de demandas o mandatos es imposible. Hay demasiadas demandas contradictorias para un simple mortal que, después de todo, es lo que son los hombres”, afirma el experto.
Francisco Aguayo, psicólogo e investigador en paternidades y masculinidades, y coordinador de la Campaña de Paternidad: amor, presencia y compromiso de padre, reconoce que si bien se habla mucho de la paternidad 2.0, esto es, de la emergencia de un nuevo padre, esta aseveración es bastante discutible. “En el panorama global, mirando 8 países y más de 15 mil hombres, se observa que todavía tenemos un orden de género muy tradicional –en familias de pareja heterosexuales– donde gran parte de las tareas de cuidado la tienen las mujeres. También hay hombres que ayudan y existe un segmento que lo hacen sólo ellos, pero es menor”, afirmó recientemente en una entrevista. Sostuvo que en este nuevo escenario aparece el neomachismo”, donde muchos hombres dicen que comparten las tareas domésticas, que no son machistas y creen que la carga de cuidado es compartida, mientras que las encuestas revelan lo contrario.
Sin embargo, un espacio donde los varones sí han entrado con fuerza, dice el psicólogo, es la comunicación. “Hablan más con sus hijos, están más en contacto y buscan conocerlos. A diferencia de la generación anterior, que no se preocupaba mucho por los hijos, ahora ellos quieren ser más cercanos. Pero de ahí a compartir tareas de cuidado hay un salto”, explica. Relata que lo que los hombres más hacen es jugar con los hijos y sienten que cumplieron con su cuota. Pero falta mucho camino por recorrer cuando se observa todo el repertorio de acciones de cuidado que hay que resolver en un hogar.
Varones y cuidado
Cuando se habla de paternidad, en la actualidad resulta difícil ignorar los derechos y necesidades de las mujeres, así como desconocer la perspectiva de los derechos del niño. El artículo 18 de la Convención Internacional de los Derechos del Niño señala que “los Estados miembros deben velar porque ambos padres sean igualmente responsables del cuidado del niño/a”. De esa manera la corresponsabilidad del padre en la crianza ha empezado a concebirse no sólo como una obligación de los varones sino también como un derecho que cada niño y niña tiene al nacer.
Diversos estudios dan cuenta de los beneficios para madres e hijos de la participación de los padres en las tareas de cuidado. Cuando los últimos tienen una presencia de calidad en la vida de sus hijas e hijos, éstos muestran mayores índices de salud física y mental, desarrollo cognitivo, motivación para el estudio y rendimiento académico. También mejoran las habilidades sociales, aumenta la autoestima, disminuyen los problemas de conducta y se observa mayor tolerancia al estrés (Allen y Daly, 2007; Barker, 2003; Nock y Einolf, 2008). El ingreso familiar también aumenta cuando los hombres llevan a cabo más tareas de cuidado. Cuando los hombres están involucrados en el trabajo doméstico, los niños muestran actitudes más equitativas de género.
La participación de los hombres en la paternidad y el cuidado de los otros puede ser una motivación poderosa –aunque a menudo desdeñada– para que se involucren de manera positiva en la vida familiar. Quienes promueven esos cambios en la sociedad han pasado a prestar más atención, en sus investigaciones e intervenciones, al desarrollo y las necesidades personales del padre, así como a las perspectivas de los propios hombres acerca de su rol en la familia. Cada vez es más común que en las investigaciones sean escuchadas las voces de los hombres respecto a sus creencias, percepciones y emociones, así como sus propios balances en materia de paternidad.
En cinco países del llamado Sur Global, México, Chile, Brasil, Sudáfrica e India, Barker y colegas registraron 83 historias de vida de varones que asumieron tareas del cuidado en un contexto de desempleo. Los entrevistados habían salido del mercado laboral. Para Gary Barker, “son hombres que se veían a sí mismos como perdedores en el mercado capitalista”, explica el experto. En él, si “no reciben un ingreso mensual, no existen”.
El estudio mostró que la mayoría no sabía cómo desarrollar el trabajo de cuidado. Carecían de referencias y se sentían confundidos en sus nuevos roles: “¿mis hijos me verán como hombre?” fue una de las preguntas más recurrentes, relata el director de Promundo. Escuchar las voces masculinas en la investigación permitió confirmar la hipótesis sobre la confusión que experimentan algunos hombres de cara a la transformación de las normas y roles de género, así como a las nuevas expectativas que esto ha implicado para los hombres en el hogar.
Muchos hombres reconocieron sentir que “el mundo no valorizaba su trabajo”. Se sentían “solitarios y deprimidos”. En resumen, constataron los investigadores, su discurso era muy parecido al de algunas mujeres que trabajan en el ámbito doméstico. Pero fue a través de esa experiencia que los hombres desarrollaron comportamientos más equitativos, afirma el experto. El cuidado los transformó en nuevos hombres y no al revés: “las actitudes equitativas de género no eran una vía para el cuidado; el cuidado fue un camino hacia las actitudes de igualdad de género”, afirma el profesional.
Una lenta transformación
En la búsqueda de caminos o procesos de cambio entre los hombres no se deben esperar cambios drásticos o revolucionarios. Las transformaciones en las normas de género y actitudes individuales a menudo son graduales, con paradigmas viejos y nuevos que existen simultáneamente. El llamado a los hombres a involucrarse en la promoción de la equidad de género se hizo más patente durante la década de los noventa, a partir de las conferencias de El Cairo (1994) y Beijing (1995). A su vez, cambios demográficos, migraciones y las propias dinámicas del mercado laboral impactaban profundamente los papeles del hombre y la mujer en las familias. Numerosas investigaciones y análisis apuntan a una creciente “incorporación de las mujeres en la modernidad” y su reconocimiento como sujetas de derechos. Según datos del Banco Mundial, ellas constituyen el 40% de la población económicamente activa a nivel global y aunque a los hombres aún se les pagan salarios más altos –se estima que a nivel global las mujeres ganan 22% menos que los hombres por el mismo trabajo– esas brechas tienden a reducirse. En educación también ha habido avances significativos. A nivel regional, las mujeres latinoamericanas lideran su participación en estudios universitarios.
En materia de conyugalidad, se registra que en América Latina más matrimonios terminan en divorcio o separación, que la edad de casamiento ha aumentado y que más niños nacen fuera de uniones formales. También se observa una creciente subcontratación para el cuidado de niños y niñas, aun en países con ventajosas licencias postnatales para hombres y mujeres.
Otro aspecto que ha nutrido el debate sobre el tema en los últimos años es el reconocimiento legal de las uniones del mismo sexo en varios países. Con relación a las mismas se ha indagado el papel que gays, lesbianas, bisexuales, y personas transgénero desempeñan como padres y madres. Para Barker, la cuestión pasa por tener dos o más cuidadores, sin importar el sexo de los mismos. “Dos es generalmente mejor que uno”, afirma. De hecho, indica el experto, algunos programas en Norteamérica y Europa Occidental han empezado a usar términos como “paternidad cooperativa”, “alianza paternal” o “paternidad en equipo”, para enfatizar la cooperación en pareja.
Estos cambios, así como la mayor atención a la participación de los hombres en la toma de decisiones en materia de salud sexual y reproductiva, parecen haber contribuido a la transformación de las relaciones de género en el seno de la familia, pero no lo suficiente como para promover una participación más activa en su rol de padres, pese al aumento del interés por parte de varones.
Sin embargo, a juicio de Olavarría, algunos hombres vislumbran o tienen conciencia de que la paternidad tal como la vieron en el propio padre y que aprendieron hoy ya no es posible, se ha comenzado a desmoronar. Los jóvenes de sectores medios y altos especialmente comienzan a plantearse nuevas formas de paternidad. Gary Barker reconoce que muchos hombres son conscientes de y responden a normas sociales cambiantes sobre la paternidad; sin embargo aclara que la internacionalización de estas nuevas normas –que muchos hombres se sienten obligados a cumplir– no es un proceso sencillo.
Equidad de género: el difícil camino de su promoción
Promover la equidad de género es un proceso complejo que implica ser sensible a cómo la clase social, el acceso al trabajo y a la educación formal, la edad y generación inciden en la búsqueda de justicia social. No se trata de un proceso lineal ni homogéneo. Los investigadores señalan que los cambios sucederían con mayor intensidad ahí donde los influjos culturales de la modernidad calan más hondo: en los sectores sociales ligados a la globalización, a la universalización de ciertos valores, a la convivencia con distintas visiones de mundo y estilos de vida. Otros sectores, en cambio, se opondrán a estos cambios, guiados por una visión de mundo que encuentra refugio en la tradición, o signados por un acceso diferenciado a los beneficios concretos de la modernidad, sea por su realidad socioeconómica o la disponibilidad de recursos simbólicos.
Olavarría confirma que en los sectores más populares, ser jefe de hogar y proveedores es uno de los mandatos de la masculinidad hegemónica que tiene más arraigo. La inestabilidad laboral, la inclusión de las mujeres al trabajo y transiciones en el rol de género, entre los cambios socioculturales más relevantes del último tiempo, han transformado “el hogar en el espacio más importante en el que el hombre puede ejercer dominio”.
En cambio, continúa el investigador, esto no sucede así con los varones de clase media alta, a quienes estos cambios no les han afectado en su calidad de proveedores principales, y su mundo social y las redes de la que forman parte les permiten convivir en distintos espacios además de su hogar y ejercer normalmente dominio en otros, por ejemplo en su trabajo. Asimismo las mujeres de este sector son las que en mayor número han ingresado al mercado de trabajo, con altos niveles de escolaridad, y hacer aportes económicos al hogar.
La investigación Ser padre en Santiago de Chileconstató que la división sexual del trabajo se ve cuestionada por una proporción creciente de varones, especialmente los más jóvenes y de sectores medios alto, que estiman que las mujeres tienen los mismos derechos y deberes que ellos, “considerando que ellas pueden decidir libremente lo que desea hacer, dentro de un clima de respeto y comprensión mutua”. Para estos varones, tanto las mujeres como los hombres deben ocuparse de la crianza y sustento del hogar. Muchos participan ya en las actividades del hogar, cuando ellas hacen trabajo remunerado y aportan al hogar, detalla la publicación.
Los varones desean cada vez más que las mujeres participen como proveedoras o ellas así se lo están planteando. Las mujeres más jóvenes comienzan a ponerlo como condición para establecer una relación de pareja, especialmente en los sectores medios altos. “Es así que el mandato de que el varón sea el proveedor de la familia comienza a perder fuerza y se comienza a esperar que ese rol sea compartido”,observa Olavarría.
En Chile, al igual que en otros países latinoamericanos, los hombres más jóvenes están aceptando más la equidad de género que los mayores. Participan más en las tareas domésticas, en los controles prenatales, en el parto, y en el cuidado de los hijos. Sus actitudes de género también son más equitativas según el estudio de IMAGES. En este ítem los hombres chilenos son los campeones entre los países encuestados en términos de participación en el parto. La encuesta revela que cerca de la mitad de los hombres, un 49,8%, señalaron haber estado en la sala de partos al momento del nacimiento de su último hijo, un 22% declaró haber estado en la sala de espera o en otro lugar del hospital y un 28,2% de los hombres indicó no haber estado en el hospital al momento del nacimiento. Estos datos varían según el nivel educacional y la edad, donde los hombres con más escolaridad y más jóvenes aparecen con más frecuencia.
Olavarría corrobora que los padres, especialmente los mayores, se mantuvieron en los primeros meses más bien distantes del niño, hasta que éstos comenzaron a hacer manifestaciones de mayor sociabilidad. Se sentían torpes y en un espacio, en gran medida, privativo de la madre. Ellos eran más bien observadores. Los padres jóvenes, confirma el investigador, en cambio, consideran que les corresponde involucrarse activamente en la crianza de los primeros meses y así lo hacen. “Yo hacía de todo. Desde ponerle la cremita, que había que desinfectarle el ombligo, las leches, todo, absolutamente todo. Jamás pensé que esa fuera una labor que a mí no me correspondiera”, reconoce Patricio, de 32 años y estrato socio-económico medio alto.
Licencias parentales
Las instituciones juegan un papel activo en la promoción o exclusión de los varones del ejercicio de la paternidad activa y democrática. Cuestionarse y reflexionar sobre la exclusión de la perspectiva de género y la inclusión efectiva de los varones en los discursos de instituciones y profesionales es crucial para hacer efectiva esta transformación.
Aguayo corrobora que “la política de que los varones entren al parto ha sido modelo a nivel latinoamericano y los hombres han confirmado la importancia de esa experiencia en el vínculo con su hijo. Ahora se necesitan otras políticas, porque sí participan en el parto y en la ecografía, pero necesitamos que lo hagan en los controles de salud, porque ahí van poco, sólo alrededor de un 15%. ¿Por qué? Porque hay más mujeres en la casa, las barreras del trabajo de los hombres que no los dejan salir y los horarios son difíciles”.
A juicio de Olavarría, una de las grandes dificultades para que los varones asuman de un modo diferente su rol como padres se encuentra en la organización del trabajo. Por ello, es necesario revisar las agendas políticas, las negociaciones colectivas, fortalecer los sindicatos y redefinir las reglas del juego de la producción, con el fin de propiciar otras relaciones entre los varones y la familia. Parte de su problema es asumir las condiciones laborales y “dejar tiempo para el núcleo familiar”. Para Olavarría el neocapitalismo es una “máquina de moler carne” que tiene “presas” a las personas.
Es obvio que las políticas y legislaciones que excluyen a los trabajadores varones de los derechos de la crianza hacen que ésta siga siendo una responsabilidad femenina, donde los derechos relacionados al cuidado siguen ligados exclusivamente a las mujeres. En ese orden, el rol de los varones sería a lo sumo subsidiario de las mujeres en esas tareas. Según algunos estudios, la licencia postnatal para hombres sería una de las principales herramientas en la promoción de este cambio. En efecto, pocos hombres cambian espontáneamente, o solos; los cambios en actitudes y conductas generalmente requieren también cambios en el significado social que se da a sus acciones.
En Europa Occidental, Australia y América del Norte hace más de 20 años que se impulsan políticas para propiciar la participación masculina en la crianza y cuidado de los hijos. Destaca Noruega con uno de los permisos postnatales más avanzados del mundo. Desde 1977, el país escandinavo otorga participación activa a ambos progenitores con el objetivo de incentivar la participación del padre en el primer año de vida de sus hijos, además de estimular la fuerza laboral femenina en la actividad económica. Cuando las mujeres vuelven al trabajo luego de nueve meses, los hombres toman su posnatal, que tiene una duración de dos meses y medio.
De acuerdo con la experiencia de algunos países europeos, que los hombres se involucren más como padres es considerado positivamente por amplios sectores de la sociedad. Les da a los padres involucrados un estatus social especial. Los noruegos asumen el cuidado con orgullo. “Con otros amigos que también estaban en su posnatal hacíamos ‘grupos de papás’ y nos juntábamos a cocinar o a hacer actividades con los niños, lo que nos ayudó a compartir experiencias y a resolver dificultades. Lo único que no podemos hacer es alimentar a nuestros hijos con leche materna, pero incluso en eso podemos ayudar llevándolos al trabajo de nuestras esposas para que los puedan amamantar a tiempo”, comentó un empresario de 31 años en reportaje del diario La Tercera de Chile.
Según el estudio El cuidado compartido: hacia una propuesta de parentalidad, del PNUD/OIT (2013), todos los países en la región ofrecen actualmente algún tipo de licencia por maternidad y, recientemente, 16 países han aumentado esta licencia dando cumplimiento a convenciones apoyadas por la Organización Internacional del Trabajo. Sin embargo en 2003 sólo ocho países (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Guatemala, Paraguay y Uruguay) ofrecían licencias remuneradas por paternidad. Aún en esos casos el período de la misma era bastante reducido: entre dos y ocho días de duración según constata la base de datos de condiciones de trabajo y empleo de la OIT.
En Brasil y Chile, este permiso es de 5 días, Argentina y Paraguay cuentan con 2 días. En Uruguay la normativa solo alcanza a los funcionarios públicos y es de 3 días, pero es una práctica extendida en los convenios colectivos. En Colombia, se contempla la facultad de la madre de ceder al padre una de las 12 semanas de su descanso por maternidad. Chile también le otorga a la madre la facultad de poder traspasar al padre del niño una o más semanas de dicho permiso. En el caso de Brasil, cursa un proyecto legislativo de un miembro del Partido de los Trabajadores para ampliar a 15 días la licencia de paternidad para empleados públicos, que actualmente sigue la regla de los 5 días como cualquier otra empresa. Pero nadie asegura que este eventual cambio modifique sustancialmente esta realidad.
De hecho, en Chile destaca la alta proporción de hombres que no se tomaron un período postnatal –remunerado o no: tres de cada cuatro hombres, un 76,6%, no la tomó. Un 20,6% señaló tomar una licencia pagada –que en Chile es de 5 días para los padres trabajadores con contrato de trabajo– y un 2,6% indicó haber tomado una licencia no pagada, según la encuesta IMAGES. Este indicador también revela una relación estrecha entre los permisos postnatales, la edad y el nivel educacional: las personas con menor edad y mayor nivel educacional se tomaron más permisos postnatales. Cerca de la mitad, un 51,9%, señaló que el trabajo no se lo permitió, mientras que un 13,9% manifestó que no tenía condiciones económicas para hacerlo y un 10,2% señaló que simplemente no quiso tomarse el permiso.
Aguayo recomienda como pieza clave de la política pública que exista una licencia postnatal para los padres exclusiva y remunerada de al menos 4 semanas de duración, siguiendo modelos como el Noruego, Sueco o Alemán. Adicionalmente sugiere incorporar incentivos para que los padres usen la licencia de modo compartido con la madre.
Si bien estos cambios pueden contribuir en cierta medida a un mejor reparto de las labores de cuidado y crianza, feministas han llamado la atención respecto de la efectividad de las licencias y si son los pasos más adecuados para garantizar el cuidado compartido. Tanto en Brasil como en Chile, se aprobó la extensión de la licencia por maternidad a 6 meses hace pocos años.
En Brasil, los hombres y las mujeres deben compartir dicha licencia remunerada, que es obligatoria, como en el caso de Dinamarca. Sin embargo, los resultados de la medida no han sido los esperados.“En Dinamarca y Suecia, cuando una mujer tiene un hijo, la madre puede permanecer hasta seis meses en su casa, y su padre también. Él tiene derecho a un permiso de paternidad obligatorio de igual duración. Aquí [en Brasil] se ha aumentado la responsabilidad de las madres sin extender el período para los padres para que puedan compartir esta responsabilidad con ellas, es decir, para que la carga se puede dividir entre hombres y mujeres”, comenta la investigadora Lena Lavinas, profesora asociada del Instituto de Economía, Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ ).
La legislación laboral sobre maternidad en Chile es considerada una de las más protectoras de la región. El país cuenta además con una red de salas-cuna que el gobierno, a través de la Junji (Junta Nacional de Jardines Infantiles), implementó en todo el país durante el gobierno de la presidenta Bachelet (2006-2010). Sin embargo, frente a la extensión del postnatal de 6 meses, organizaciones feministas chilenas se preguntan cómo aumentar la corresponsabilidad de los padres y facilitar una mayor conciliación en el seno de la familia, para que la medida no produzca un efecto negativo en el ámbito laboral de las mujeres. Actualmente, existe una suerte de «castigo remuneracional» o de competencias para las mujeres profesionales al tener que alejarse por tanto tiempo de su trabajo para atender la maternidad. Esto las hace menos atractivas que los hombres para el mercado laboral, porque con la extensión del postnatal su ausencia alcanzará los 7 meses y medio.
Al igual que feministas chilenas, Lena considera que una licencia de maternidad prolongada pero restringida a algunos segmentos ocupados puede aumentar las diferencias en el mercado laboral. A esto se suma que el beneficio de la licencia de maternidad deja fuera a un importante porcentaje de mujeres que no cuenta con contrato de trabajo y se desempeña en el sector informal. El desarrollo de una infraestructura adecuada –jardines infantiles y guarderías seguras– que permita aliviar la doble carga que pesa sobre las mujeres también ha sido una demanda de organizaciones feministas y de mujeres en Brasil.

A nivel regional son escasos los esfuerzos para involucrar a los hombres en sus roles como padres. Algunos entes gubernamentales –ya sea a nivel nacional, regional o municipal– y de la cooperación internacional han apoyado campañas de medios sobre la importancia de la participación de los varones en la paternidad, como la campaña global MenCare. Esta iniciativa conocida en América Latina como Paternidad: amor, presencia y compromiso de padre está presente en 26 países de América Latina, África, Asia y Europa, y busca que los padres se involucren más en el cuidado diario de sus hijos, establezcan un buen trato y compartan equitativamente con la pareja las tareas de cuidado, crianza y labores domésticas.

A partir de estas intervenciones, orientadas a un cambio cultural y en las actitudes, sus promotores buscan activar debate sobre los roles de los hombres y su inclusión en las agendas estatales. Su ideal es un modelo alternativo de maternidad y paternidad que vaya más allá de “resignificar lo que es ser hombre así como reconocer que cuidar no es un atributo masculino o femenino, sino uno humano”, concluye Barker.
Publicada em: 16/01/2014

Fuente: http://www.clam.org.br/ES/destaque/conteudo.asp?cod=11364

Sigue leyendo ->

Comunicado de prensa: Final "SOCORRO, HOMBRE EMBARAZADO"

Al igual que el anterior post, ha sido el más emotivo y bonito de escribir, este es sin duda el más triste y duro de redactar.

El motivo en si no es malo, ya que hacer que este blog deje de actualizarse (no va a desaparecer, ya que un día espero que lo lea mi primogénita), es debido al nacimiento de María.

Pero desde el jueves, María está con nosotros, por lo que ya dejo de ser un hombre embarazado, para ser padre con todo lo que ello acarrea. Mis miedos ahora son otros,  mucho mas superiores a los que tenia en mi etapa anterior.

Por el camino me dejo una cantidad de gente a la que agradecer, que han hecho que estos meses hayan valido la pena.

Por supuesto, la primera persona es mi pareja, que aunque ha censurado algún post o comentario, el hecho de sacarle una sonrisa y de vez en cuando un “oooh, que bonito”, ha sido la mayor de mis fuerzas.

Luego los fieles que han leído cada una de mis entradas, sin vosotros las 8.000 y pico visitas que he recibido en estos pocos meses, lógicamente no hubiesen existido, y por tanto mis ganas de escribir hubiesen sido menores.

Y luego, esa comunidad de padres y madres blogueras,  que merecen también una mención especial. Esta comunidad es muy grande, no solo en cantidad (que también) sino de sentimientos. Han estado ahí, apoyando, resolviendo dudas, descubriendo aficiones que tienen los padres (incluso los frikis ;)), y acordándose hasta el ultimo dia, que estasa punto de dar a luz.

No es un final, sino un punto  y seguido, ya que cierro Socorro, Hombre Embarazado con una lagrima pero abro un nuevo blog, empadrandome.com, en el que a partir de ahora contare mis experiencias como padre, y como siempre lo he hecho, exagerando, intentando que nos riamos a veces, y cuando toque que nos emocionemos un poco todos.

Asi que, espero que todos sigáis siendo igual de fieles y grandes, que lo sois y mucho, y a ti, mi blog, hasta siempre, ha sido un placer hacerte crecer y tienes en tu interior una parte muy importante de nuestras vidas.

Nos vemos en EMPADRANDOME

Abrazos y besos a millares!!!!

Fdo: ex Hombre Embarazado

Sigue leyendo ->

Comunicado de prensa: Final "SOCORRO, HOMBRE EMBARAZADO"

Al igual que el anterior post, ha sido el más emotivo y bonito de escribir, este es sin duda el más triste y duro de redactar.

El motivo en si no es malo, ya que hacer que este blog deje de actualizarse (no va a desaparecer, ya que un día espero que lo lea mi primogénita), es debido al nacimiento de María.

Pero desde el jueves, María está con nosotros, por lo que ya dejo de ser un hombre embarazado, para ser padre con todo lo que ello acarrea. Mis miedos ahora son otros,  mucho mas superiores a los que tenia en mi etapa anterior.

Por el camino me dejo una cantidad de gente a la que agradecer, que han hecho que estos meses hayan valido la pena.

Por supuesto, la primera persona es mi pareja, que aunque ha censurado algún post o comentario, el hecho de sacarle una sonrisa y de vez en cuando un “oooh, que bonito”, ha sido la mayor de mis fuerzas.

Luego los fieles que han leído cada una de mis entradas, sin vosotros las 8.000 y pico visitas que he recibido en estos pocos meses, lógicamente no hubiesen existido, y por tanto mis ganas de escribir hubiesen sido menores.

Y luego, esa comunidad de padres y madres blogueras,  que merecen también una mención especial. Esta comunidad es muy grande, no solo en cantidad (que también) sino de sentimientos. Han estado ahí, apoyando, resolviendo dudas, descubriendo aficiones que tienen los padres (incluso los frikis ;)), y acordándose hasta el ultimo dia, que estasa punto de dar a luz.

No es un final, sino un punto  y seguido, ya que cierro Socorro, Hombre Embarazado con una lagrima pero abro un nuevo blog, empadrandome.com, en el que a partir de ahora contare mis experiencias como padre, y como siempre lo he hecho, exagerando, intentando que nos riamos a veces, y cuando toque que nos emocionemos un poco todos.

Asi que, espero que todos sigáis siendo igual de fieles y grandes, que lo sois y mucho, y a ti, mi blog, hasta siempre, ha sido un placer hacerte crecer y tienes en tu interior una parte muy importante de nuestras vidas.

Nos vemos en EMPADRANDOME

Abrazos y besos a millares!!!!

Fdo: ex Hombre Embarazado

Sigue leyendo ->

El susurro de nuestra historia: reflexión en torno al "cachete a tiempo"

por Alejandro Busto Castelli

«…

Y como el lector puede adivinar, nadie está libre del susurro de su historia, nadie se escapa de ese murmullo sórdido y agotador. Ni un juez de menores más o menos mediático, ni un popular pediatra vendedor de panfletos, ni los psicólogos/as televisivos armados con sus manuales científicos. Ni siquiera un tertuliano convertido en reformista ministro de educación. Ni uno solo se escapa…»

Llevo más de 12 años impartiendo formación en empresas.

Mis alumnos, los participantes de talleres y seminarios, no son niños. Son adultos que algún día fueron niños, que se parece pero no es igual.

A través de los años, resulta curioso ver cómo evolucionan los contenidos a impartir. Es más que interesante ver cómo hemos ido  pasando poco a poco de las recetas “para parecer” a las reflexiones del “como ser”. Cada día más y más adultos, empleados en alguna de las empresas de nuestro país reciben información y formación acerca de cómo gestionar sus emociones, como comunicarse asertivamente, como influir positivamente en los demás, como afrontar la crisis de forma optimista  o como dirigir y crear equipos poderosos en su rendimiento y en su fortaleza emocional.

Y reciben esta formación básicamente por dos razones:

La empresa española despierta del letargo del autoritarismo y el abuso de poder, del ser humano como un expediente más, una nómina a pagar, a una realidad donde la propia rentabilidad empresarial, pasa por el bienestar emocional y físico de las personas que la componen. Donde cualquier tipo de violencia o agresividad, sea esta verbal, psicológica o física “no es rentable” y por lo tanto no vende.  Es un despertar por cierto muy lento, a veces demasiado.

La segunda es más obvia que la anterior. Los adultos hoy devenidos en profesionales no saben, no pueden o no quieren, aproximarse en casi nada a lo que hoy las empresas les demandan de un punto de vista de la construcción de las relaciones internas y externas de sus organizaciones. Básicamente porque son hijos de la pedagogía más negra, del adiestramiento cuasi científico, de la educación delegada o institucionalizada y por supuesto de poderosas afirmaciones como “este niño necesita un cachete a tiempo”, a mayor gloria del castigo y la falta de respeto como escuela de vida.

La paradoja es que a día de hoy mientras esto sucede en una parte de la sociedad, todavía debatimos sobre el supuesto valor pedagógico del “cachete a tiempo”, de la imposición adultocéntrica, de la norma no consensuada, de los negativos o puntos rojos en el cole, de las sillas de pensar como castigo al sentir, de la agresividad como comunicación prioritaria  si uno quiere convertirse en un “hombre o mujer de éxito”.

Sirvan de muestra la entrevista que el diario ABC realiza recientemente a Olga Carmona, mi compañera de viaje en todos los sentidos, con el sugerente título “¿Por qué la bofetada a tiempo no es un método educativo?”  y también los comentarios de algunos de los lectores de la misma.

Y es allí donde curiosamente aunque no tanto, aparecen algunos de los defensores de “a pie” de esta visión. No se me escapa que el fenómeno va más allá de los comentaristas virtuales y  fundamentalmente en el ámbito de lo infantil, todavía “la letra con sangre entra”. Y esto lo vemos bien en el sistema educativo o bien dentro de las familias, porque como he dicho, este discurso ya no se compra hace años en la formación empresarial de adultos donde ya resulta intolerable. Asimismo es perseguido social y penalmente en el mundo de la pareja y sin embargo de forma torticera a mi juicio, el discurso cala si de niños se trata, propiciando absurda pero calculadamente el disparate social en el que nos encontramos.

El siglo XXI es ya el siglo del cuestionamiento de la educación decimonónica, del desenmascaramiento de las escuelas psicopedagógicas que solo pretenden controlar conductas y anular la libertad, del principio del fin de la pedagogía negra y del surgimiento imparable de la psicología positiva y de la eco pedagogía entre otros movimientos.

Recientemente tuve el placer de asistir a una conferencia de D. Federico Mayor Zaragoza, ex Director general de la Unesco y actual presidente de la Fundación Cultura de Paz. En ella dijo sin despeinarse, “no tenemos que continuar siendo obedientes a un sistema responsable del genocidio de más de 60.000 personas diarias entre ellas  miles de niños”.  Y en eso estamos, pues seguimos siendo más que obedientes…

Entrevista a D.Federico Mayor Zaragoza en Canal Sur
Es ya el siglo del cambio social. Los que nos han traído hasta aquí, ya han demostrado de sobras el tipo de sociedad que ofrecen.

Con las cartas boca arriba… ¿Entonces que defienden los que defienden el cachete o bofetada a tiempo? O debo preguntarme mejor ¿a quién o quienes defienden?

Cada ser humano se desarrolla como adulto, se convierte en padre o madre, en profesional o no de la educación, la psicología o las ingenierías, escuchando el eco de su historia. Quiera o no quiera.

Una historia que susurra a veces de forma incómoda como fuimos queridos o no, deseados o no, aceptados o no tanto. Una historia que susurra de forma dolorosa cuantos cachetes, azotes, gritos, ausencias, incomprensiones e injusticias acumulamos de aquellos seres humanos, que en nombre del amor nos educaron.

Tengo clarísimo que detrás de los defensores de estos modelos de educación, está la profunda y cobarde negación del murmullo de sus fantasmas, parafraseando por cierto al gran Boris Cyrulnik en uno de sus más exitosos e imprescindibles libros.

Y digo cobarde porque los niños sobre los que todavía hoy se ejercen estos modelos, son indefensos, frágiles y están abiertos en canal desde el afecto incondicional a percibir como verdad incuestionable y absoluta aquello que reciben de sus padres y madres primero y de cualquier otra figura de autoridad luego.

No es un tema baladí. Es un tema vital que tiene que ver con contribuir o no a perpetuar un modelo social y familiar completamente agotado. Esa cultura de la paz de la que habla Mayor Zaragoza, parece en la España actual una falacia.

Y como el lector puede adivinar, nadie está libre del susurro de su historia, nadie se escapa de ese murmullo sórdido y agotador. Ni un juez de menores más o menos mediático, ni un popular pediatra vendedor de panfletos, ni los psicólogos/as televisivos armados con sus manuales científicos. Ni siquiera un tertuliano convertido en reformista ministro de educación. Ni uno solo se escapa.

Todos ellos, y usted y yo… fuimos niños educados probablemente desde un lugar parecido al tan cacareado panorama educativo actual.

No hay mejor forma de “salvar” a quienes han sido muy importantes en nuestras vidas, que seguir diciendo contra viento y marea, contra todas las evidencias y necesidades sociales, contra la esencia gregaria y emocional del ser humano, que “es bueno y educativo un cachete a tiempo”, amén de otras formas de menoscabo.  Créanme que no la hay.

Honestamente me resulta fácil entender este proceso en un ser humano cotidiano, algo menos desde mi punto de vista, en un profesional que trabaja con niños de una forma u otra. Quizá no sea muy complicado entender que al final defienden a aquellos que les dieron la vida y de forma consciente o inconsciente, confundidos o lúcidos, tal vez en nombre del amor contribuyeron a ser lo que son.

Sin embargo que se pueda entender y explicar no significa que sea en absoluto justificable. El propiciar una cultura que desde la base más tierna, hace de la violencia, el maltrato y la agresividad un valor social y cultural es algo completamente inaceptable.

No quiero y no me da la gana justificarlo.

Y lo digo bien claro y más alto.

Tal vez con el secreto deseo de que ellos, mis propios fantasmas, me escuchen y comiencen a callar para siempre.

Sigue leyendo ->

El susurro de nuestra historia: reflexión en torno al "cachete a tiempo"

por Alejandro Busto Castelli

«…

Y como el lector puede adivinar, nadie está libre del susurro de su historia, nadie se escapa de ese murmullo sórdido y agotador. Ni un juez de menores más o menos mediático, ni un popular pediatra vendedor de panfletos, ni los psicólogos/as televisivos armados con sus manuales científicos. Ni siquiera un tertuliano convertido en reformista ministro de educación. Ni uno solo se escapa…»

Llevo más de 12 años impartiendo formación en empresas.

Mis alumnos, los participantes de talleres y seminarios, no son niños. Son adultos que algún día fueron niños, que se parece pero no es igual.

A través de los años, resulta curioso ver cómo evolucionan los contenidos a impartir. Es más que interesante ver cómo hemos ido  pasando poco a poco de las recetas “para parecer” a las reflexiones del “como ser”. Cada día más y más adultos, empleados en alguna de las empresas de nuestro país reciben información y formación acerca de cómo gestionar sus emociones, como comunicarse asertivamente, como influir positivamente en los demás, como afrontar la crisis de forma optimista  o como dirigir y crear equipos poderosos en su rendimiento y en su fortaleza emocional.

Y reciben esta formación básicamente por dos razones:

La empresa española despierta del letargo del autoritarismo y el abuso de poder, del ser humano como un expediente más, una nómina a pagar, a una realidad donde la propia rentabilidad empresarial, pasa por el bienestar emocional y físico de las personas que la componen. Donde cualquier tipo de violencia o agresividad, sea esta verbal, psicológica o física “no es rentable” y por lo tanto no vende.  Es un despertar por cierto muy lento, a veces demasiado.

La segunda es más obvia que la anterior. Los adultos hoy devenidos en profesionales no saben, no pueden o no quieren, aproximarse en casi nada a lo que hoy las empresas les demandan de un punto de vista de la construcción de las relaciones internas y externas de sus organizaciones. Básicamente porque son hijos de la pedagogía más negra, del adiestramiento cuasi científico, de la educación delegada o institucionalizada y por supuesto de poderosas afirmaciones como “este niño necesita un cachete a tiempo”, a mayor gloria del castigo y la falta de respeto como escuela de vida.

La paradoja es que a día de hoy mientras esto sucede en una parte de la sociedad, todavía debatimos sobre el supuesto valor pedagógico del “cachete a tiempo”, de la imposición adultocéntrica, de la norma no consensuada, de los negativos o puntos rojos en el cole, de las sillas de pensar como castigo al sentir, de la agresividad como comunicación prioritaria  si uno quiere convertirse en un “hombre o mujer de éxito”.

Sirvan de muestra la entrevista que el diario ABC realiza recientemente a Olga Carmona, mi compañera de viaje en todos los sentidos, con el sugerente título “¿Por qué la bofetada a tiempo no es un método educativo?”  y también los comentarios de algunos de los lectores de la misma.

Y es allí donde curiosamente aunque no tanto, aparecen algunos de los defensores de “a pie” de esta visión. No se me escapa que el fenómeno va más allá de los comentaristas virtuales y  fundamentalmente en el ámbito de lo infantil, todavía “la letra con sangre entra”. Y esto lo vemos bien en el sistema educativo o bien dentro de las familias, porque como he dicho, este discurso ya no se compra hace años en la formación empresarial de adultos donde ya resulta intolerable. Asimismo es perseguido social y penalmente en el mundo de la pareja y sin embargo de forma torticera a mi juicio, el discurso cala si de niños se trata, propiciando absurda pero calculadamente el disparate social en el que nos encontramos.

El siglo XXI es ya el siglo del cuestionamiento de la educación decimonónica, del desenmascaramiento de las escuelas psicopedagógicas que solo pretenden controlar conductas y anular la libertad, del principio del fin de la pedagogía negra y del surgimiento imparable de la psicología positiva y de la eco pedagogía entre otros movimientos.

Recientemente tuve el placer de asistir a una conferencia de D. Federico Mayor Zaragoza, ex Director general de la Unesco y actual presidente de la Fundación Cultura de Paz. En ella dijo sin despeinarse, “no tenemos que continuar siendo obedientes a un sistema responsable del genocidio de más de 60.000 personas diarias entre ellas  miles de niños”.  Y en eso estamos, pues seguimos siendo más que obedientes…

Entrevista a D.Federico Mayor Zaragoza en Canal Sur
Es ya el siglo del cambio social. Los que nos han traído hasta aquí, ya han demostrado de sobras el tipo de sociedad que ofrecen.

Con las cartas boca arriba… ¿Entonces que defienden los que defienden el cachete o bofetada a tiempo? O debo preguntarme mejor ¿a quién o quienes defienden?

Cada ser humano se desarrolla como adulto, se convierte en padre o madre, en profesional o no de la educación, la psicología o las ingenierías, escuchando el eco de su historia. Quiera o no quiera.

Una historia que susurra a veces de forma incómoda como fuimos queridos o no, deseados o no, aceptados o no tanto. Una historia que susurra de forma dolorosa cuantos cachetes, azotes, gritos, ausencias, incomprensiones e injusticias acumulamos de aquellos seres humanos, que en nombre del amor nos educaron.

Tengo clarísimo que detrás de los defensores de estos modelos de educación, está la profunda y cobarde negación del murmullo de sus fantasmas, parafraseando por cierto al gran Boris Cyrulnik en uno de sus más exitosos e imprescindibles libros.

Y digo cobarde porque los niños sobre los que todavía hoy se ejercen estos modelos, son indefensos, frágiles y están abiertos en canal desde el afecto incondicional a percibir como verdad incuestionable y absoluta aquello que reciben de sus padres y madres primero y de cualquier otra figura de autoridad luego.

No es un tema baladí. Es un tema vital que tiene que ver con contribuir o no a perpetuar un modelo social y familiar completamente agotado. Esa cultura de la paz de la que habla Mayor Zaragoza, parece en la España actual una falacia.

Y como el lector puede adivinar, nadie está libre del susurro de su historia, nadie se escapa de ese murmullo sórdido y agotador. Ni un juez de menores más o menos mediático, ni un popular pediatra vendedor de panfletos, ni los psicólogos/as televisivos armados con sus manuales científicos. Ni siquiera un tertuliano convertido en reformista ministro de educación. Ni uno solo se escapa.

Todos ellos, y usted y yo… fuimos niños educados probablemente desde un lugar parecido al tan cacareado panorama educativo actual.

No hay mejor forma de “salvar” a quienes han sido muy importantes en nuestras vidas, que seguir diciendo contra viento y marea, contra todas las evidencias y necesidades sociales, contra la esencia gregaria y emocional del ser humano, que “es bueno y educativo un cachete a tiempo”, amén de otras formas de menoscabo.  Créanme que no la hay.

Honestamente me resulta fácil entender este proceso en un ser humano cotidiano, algo menos desde mi punto de vista, en un profesional que trabaja con niños de una forma u otra. Quizá no sea muy complicado entender que al final defienden a aquellos que les dieron la vida y de forma consciente o inconsciente, confundidos o lúcidos, tal vez en nombre del amor contribuyeron a ser lo que son.

Sin embargo que se pueda entender y explicar no significa que sea en absoluto justificable. El propiciar una cultura que desde la base más tierna, hace de la violencia, el maltrato y la agresividad un valor social y cultural es algo completamente inaceptable.

No quiero y no me da la gana justificarlo.

Y lo digo bien claro y más alto.

Tal vez con el secreto deseo de que ellos, mis propios fantasmas, me escuchen y comiencen a callar para siempre.

Sigue leyendo ->

El susurro de nuestra historia: reflexión en torno al "cachete a tiempo"

por Alejandro Busto Castelli

«…

Y como el lector puede adivinar, nadie está libre del susurro de su historia, nadie se escapa de ese murmullo sórdido y agotador. Ni un juez de menores más o menos mediático, ni un popular pediatra vendedor de panfletos, ni los psicólogos/as televisivos armados con sus manuales científicos. Ni siquiera un tertuliano convertido en reformista ministro de educación. Ni uno solo se escapa…»

Llevo más de 12 años impartiendo formación en empresas.

Mis alumnos, los participantes de talleres y seminarios, no son niños. Son adultos que algún día fueron niños, que se parece pero no es igual.

A través de los años, resulta curioso ver cómo evolucionan los contenidos a impartir. Es más que interesante ver cómo hemos ido  pasando poco a poco de las recetas “para parecer” a las reflexiones del “como ser”. Cada día más y más adultos, empleados en alguna de las empresas de nuestro país reciben información y formación acerca de cómo gestionar sus emociones, como comunicarse asertivamente, como influir positivamente en los demás, como afrontar la crisis de forma optimista  o como dirigir y crear equipos poderosos en su rendimiento y en su fortaleza emocional.

Y reciben esta formación básicamente por dos razones:

La empresa española despierta del letargo del autoritarismo y el abuso de poder, del ser humano como un expediente más, una nómina a pagar, a una realidad donde la propia rentabilidad empresarial, pasa por el bienestar emocional y físico de las personas que la componen. Donde cualquier tipo de violencia o agresividad, sea esta verbal, psicológica o física “no es rentable” y por lo tanto no vende.  Es un despertar por cierto muy lento, a veces demasiado.

La segunda es más obvia que la anterior. Los adultos hoy devenidos en profesionales no saben, no pueden o no quieren, aproximarse en casi nada a lo que hoy las empresas les demandan de un punto de vista de la construcción de las relaciones internas y externas de sus organizaciones. Básicamente porque son hijos de la pedagogía más negra, del adiestramiento cuasi científico, de la educación delegada o institucionalizada y por supuesto de poderosas afirmaciones como “este niño necesita un cachete a tiempo”, a mayor gloria del castigo y la falta de respeto como escuela de vida.

La paradoja es que a día de hoy mientras esto sucede en una parte de la sociedad, todavía debatimos sobre el supuesto valor pedagógico del “cachete a tiempo”, de la imposición adultocéntrica, de la norma no consensuada, de los negativos o puntos rojos en el cole, de las sillas de pensar como castigo al sentir, de la agresividad como comunicación prioritaria  si uno quiere convertirse en un “hombre o mujer de éxito”.

Sirvan de muestra la entrevista que el diario ABC realiza recientemente a Olga Carmona, mi compañera de viaje en todos los sentidos, con el sugerente título “¿Por qué la bofetada a tiempo no es un método educativo?”  y también los comentarios de algunos de los lectores de la misma.

Y es allí donde curiosamente aunque no tanto, aparecen algunos de los defensores de “a pie” de esta visión. No se me escapa que el fenómeno va más allá de los comentaristas virtuales y  fundamentalmente en el ámbito de lo infantil, todavía “la letra con sangre entra”. Y esto lo vemos bien en el sistema educativo o bien dentro de las familias, porque como he dicho, este discurso ya no se compra hace años en la formación empresarial de adultos donde ya resulta intolerable. Asimismo es perseguido social y penalmente en el mundo de la pareja y sin embargo de forma torticera a mi juicio, el discurso cala si de niños se trata, propiciando absurda pero calculadamente el disparate social en el que nos encontramos.

El siglo XXI es ya el siglo del cuestionamiento de la educación decimonónica, del desenmascaramiento de las escuelas psicopedagógicas que solo pretenden controlar conductas y anular la libertad, del principio del fin de la pedagogía negra y del surgimiento imparable de la psicología positiva y de la eco pedagogía entre otros movimientos.

Recientemente tuve el placer de asistir a una conferencia de D. Federico Mayor Zaragoza, ex Director general de la Unesco y actual presidente de la Fundación Cultura de Paz. En ella dijo sin despeinarse, “no tenemos que continuar siendo obedientes a un sistema responsable del genocidio de más de 60.000 personas diarias entre ellas  miles de niños”.  Y en eso estamos, pues seguimos siendo más que obedientes…

Entrevista a D.Federico Mayor Zaragoza en Canal Sur
Es ya el siglo del cambio social. Los que nos han traído hasta aquí, ya han demostrado de sobras el tipo de sociedad que ofrecen.

Con las cartas boca arriba… ¿Entonces que defienden los que defienden el cachete o bofetada a tiempo? O debo preguntarme mejor ¿a quién o quienes defienden?

Cada ser humano se desarrolla como adulto, se convierte en padre o madre, en profesional o no de la educación, la psicología o las ingenierías, escuchando el eco de su historia. Quiera o no quiera.

Una historia que susurra a veces de forma incómoda como fuimos queridos o no, deseados o no, aceptados o no tanto. Una historia que susurra de forma dolorosa cuantos cachetes, azotes, gritos, ausencias, incomprensiones e injusticias acumulamos de aquellos seres humanos, que en nombre del amor nos educaron.

Tengo clarísimo que detrás de los defensores de estos modelos de educación, está la profunda y cobarde negación del murmullo de sus fantasmas, parafraseando por cierto al gran Boris Cyrulnik en uno de sus más exitosos e imprescindibles libros.

Y digo cobarde porque los niños sobre los que todavía hoy se ejercen estos modelos, son indefensos, frágiles y están abiertos en canal desde el afecto incondicional a percibir como verdad incuestionable y absoluta aquello que reciben de sus padres y madres primero y de cualquier otra figura de autoridad luego.

No es un tema baladí. Es un tema vital que tiene que ver con contribuir o no a perpetuar un modelo social y familiar completamente agotado. Esa cultura de la paz de la que habla Mayor Zaragoza, parece en la España actual una falacia.

Y como el lector puede adivinar, nadie está libre del susurro de su historia, nadie se escapa de ese murmullo sórdido y agotador. Ni un juez de menores más o menos mediático, ni un popular pediatra vendedor de panfletos, ni los psicólogos/as televisivos armados con sus manuales científicos. Ni siquiera un tertuliano convertido en reformista ministro de educación. Ni uno solo se escapa.

Todos ellos, y usted y yo… fuimos niños educados probablemente desde un lugar parecido al tan cacareado panorama educativo actual.

No hay mejor forma de “salvar” a quienes han sido muy importantes en nuestras vidas, que seguir diciendo contra viento y marea, contra todas las evidencias y necesidades sociales, contra la esencia gregaria y emocional del ser humano, que “es bueno y educativo un cachete a tiempo”, amén de otras formas de menoscabo.  Créanme que no la hay.

Honestamente me resulta fácil entender este proceso en un ser humano cotidiano, algo menos desde mi punto de vista, en un profesional que trabaja con niños de una forma u otra. Quizá no sea muy complicado entender que al final defienden a aquellos que les dieron la vida y de forma consciente o inconsciente, confundidos o lúcidos, tal vez en nombre del amor contribuyeron a ser lo que son.

Sin embargo que se pueda entender y explicar no significa que sea en absoluto justificable. El propiciar una cultura que desde la base más tierna, hace de la violencia, el maltrato y la agresividad un valor social y cultural es algo completamente inaceptable.

No quiero y no me da la gana justificarlo.

Y lo digo bien claro y más alto.

Tal vez con el secreto deseo de que ellos, mis propios fantasmas, me escuchen y comiencen a callar para siempre.

Sigue leyendo ->

Alea iacta est

Como dice el titulo de la entrada, la suerte esta echada y es que esta va a ser la ultima enntrada de este post, antes de que nazca María.En agosto, fue cuando empece a escribir este blog, viendo aun muy lejano la fecha del nacimiento de María, y como …

Sigue leyendo ->

Consumo, regalos y tiempo en Navidad: Entrevista a Alejandro Busto Castelli:

«…les diría a padres y madres que abolieran el cacareado discurso que no importa tanto la cantidad de horas que pasamos con nuestros hijos como la calidad de las horas que pasamos. Este es uno de los inventos del sistema para ayudarnos a manejar la culpa mientras seguimos siendo rentables y le ayudamos a perpetuarle…»

por Cristina Saraldi

Como primer post de este año, quiero invitaros a reflexionar sobre el significado navideño en las familias gracias a la entrevista que hice a Alejandro Busto, psicólogo y padre comprometido con la infancia.

Alejandro Busto Castelli es cofundador y codirector del proyecto Psicología CEIBE de Madrid (España), un lugar de encuentro en torno a la crianza en positivo y al desarrollo consciente de las personas. CEIBE abarca el asesoramiento y terapia para padres, madres y niños/as, la realización de conferencias, talleres, seminarios y encuentros para hombres y padres, todo ello en torno a la paternidad y al desarrollo de adultos y niños en libertad. Desde hace 12 años es también profesor en empresas y universidad, formando profesionales en el mundo de las habilidades directivas. Bajo un prisma humanista, aborda temas como la comunicación emocional, la gestión de conflictos interpersonales, la creación de equipos de alto rendimiento, la creatividad, la motivación o la dirección de personas.
Es coautor del libro de reciente publicación Una nueva paternidad de la editorial PB.

Espero que la disfrutéis y, ya que los Reyes están a la vuelta de la esquina, tengáis en cuenta alguno de sus consejos.
Gracias Alejandro por tu tiempo.

PREGUNTA: Me gustaría hablar acerca del exceso que supone la Navidad en todos los niveles. Por un lado, la cantidad de reuniones familiares, por otro lado, la comida y por último, y a mí el que más me preocupa, la cantidad desmesurada de regalos que se compran. ¿Cómo puede afectar en las familias tanto consumismo?

RESPUESTA: Con independencia del tema regalos, desde mi punto de vista no es que el consumismo “nos afecte” familiarmente. Es que resulta el corazón del propio sistema, su leiv motiv, su razón de ser. No nos puede afectar más. Somos  cautivos de él.
Los regalos en estas fechas no son otra cosa que un hito más en esta carrera, por cierto programado y agendado como tantos otros momentos del año. Hablamos que algunas empresas de este país facturan el 70 % de toda su facturación anual en estas fechas, fíjate hasta qué punto afecta el consumismo a este juego capitalista y consumista al que por cierto de una forma u otra, con más o menos conciencia, todos jugamos.

Benjamin Lacombe
Déjame hacerte una observación. Regalamos, cenamos, nos queremos y cuidamos según el mercado decide que debemos hacerlo. Es una sutil manipulación calendarizada a lo largo del año, de nuestros afectos, nuestras creencias culturales y religiosas, nuestras emociones y nuestras carencias. Las llamadas “fiestas” son el punto álgido de esta manipulación, como lo demuestran las cifras. Digamos entonces que por ser el número estrella del circo, no deja de ser parte del mismo.

Ahora bien, este circo se puede vivir de diferentes maneras. Podemos ser conscientes de que somos parte de él o puedes creerte que no hay tal circo. Puedes seguir delegando tu vida o puedes intentar vivirla. En los circos hay muchos roles. ¿Tú quién eres cuando entras en una tienda en estas fechas y decides regalar algo?  Quizá no seas el dueño del circo, esto parece claro… pero ¿eres público?, ¿trapecista?, ¿el payaso? ¿el actor principal?, ¿el animal secuestrado y maltratado para que otros rían tus gracias?… Me parece importante primero definir mi rol en este jueguecito y  obviamente el resultado final, una vez definido el rol, no debería ser el mismo.
Cuando hablo de resultado final me refiero a nuestra forma de relacionarnos con cada final o comienzo de año y sus respectivas celebraciones. En resumidas cuentas y desde mi visión o lo vives haciéndote dueño de tus decisiones al respecto, o te conviertes tú en parte de la decisión de otros.


PREGUNTA: Pienso que los niños se llenan de juguetes y objetos muchas veces inservibles y que además en cantidad de ocasiones no les ayudan a desarrollar su creatividad, ¿crees que sería más interesante medir los regalos y repartirlos a lo largo del año?

RESPUESTA: Primero déjame decirte que para un niño el número de juguetes nunca es suficiente. El juego es algo muy serio y no me preocupa nada eso de “tiene muchos juguetes”. Como con los años ha dejado de preocuparme aquel “no cuida sus juguetes, porque tiene muchos y no los valora”… He aprendido que este tipo de afirmación, vivida desde la visión de un niño, tiene que ver más con su necesidad y el uso que él mismo le da al juguete, que con el descuido. Es más un “los cuida y usa de una manera útil para él”, que obviamente no es la mía, ni la que la sociedad impone. Por cierto en terapia tenemos muchísimos juguetes…, y siempre son pocos.
Sí puedo llegar a compartir que muchas veces los juguetes no son los deseables del punto de vista de la creatividad o el desarrollo del niño, pero no es una afirmación que yo haría de forma dogmática.
Un juguete es un estímulo sin más. La creatividad se puede apoyar en ello pero no puede estar determinada por él. Y un niño sin miedo a equivocarse, ni miedo a ser castigado, sin imposiciones ni limites sociales absurdos se encarga de encontrar al juguete que sea una utilidad… aunque mas no sea con la caja donde venía el trasto en cuestión.
Lo que quiero decir es que no depende del juguete, sino del niño/a y su entorno, como decíamos, del uso “permitido” que se le dé y de la rigidez o no con se juegue con él.
Por ejemplo, he disfrutado de juegos a priori competitivos aprovechados de fábula para establecer sinergias de cooperación y juegos diseñados para  la cooperación y la solidaridad que en la práctica estimulan todo lo contrario.
Si algo me preocupa de un punto de vista social y familiar, de este fenómeno  no es tanto que sean muchas las cenas, comidas o regalos. Mucho puede ser simplemente una opinión o un juicio de valor.
Para mí no es tanto la cantidad, si son dos, tres o cuatro, sino porque son dos, tres o cuatro… o ninguno/a. El cómo vivimos, percibimos, cómo nos relacionamos, las razones y el sentido que le damos a cada uno de estos acontecimientos. Esto es lo que es esencial.
En el tema de “regalos de navidad” hay todo tipo de comportamientos. Que según mi forma de verlo no se pueden juzgar por aspectos numéricos o conceptuales como juguete tradicional vs. juguete electrónico o grandes almacenes vs. juguetería didáctica.

¿Qué hay detrás de un padre o madre que decide “jugar” al chantaje con un trozo de carbón de azúcar en lugar de un regalo?
¿Y qué hay detrás del discurso “anti consumo”? que decide que no hay regalos, en una especie de rebeldía de salón contra el sistema.
Porque una familia  decide que serán todos los juguetes que el niño pida, o aquella otra que  decide que los niños no elegirán nada y todo será “sorpresa”… o lo que es lo mismo… “yo elijo por ti”.

Siempre resulta interesante analizar a aquellos seres humanos que encargan a otros lo que regalar porque no tienen tiempo y “descubren” junto a sus hijos lo que ellos han “pagado”, o por contrapartida a los que participan activamente de la compra, de la preparación, del disfrute…  obviamente nada es gratis y todo cuenta.

P: ¿Recomendarías algún regalo para disfrutar la familia al completo?

R: A mí me gustan mucho los juegos de caja cooperativos. Donde los objetivos son comunes y del trabajo de cada uno, depende el resultado global.
No te digo un regalo en particular, sin embargo creo que en estos días hay que visitar tiendas específicas de juguete “cuidado e intencionado” que se aleja de lo establecido.

www.pxleyes.com

No digo que no “escuchemos” peticiones de otro tipo, digamos más comerciales, digo que añadamos quizá otro tipo de juguete que necesita del niño para ser, y no tanto que convierte al niño en un espectador. De hecho para mí ésta es la clave. Juguetes con o sin vida… en función de la participación del niño.  Juguetes que son juguetes por que el niño les da vida o juguetes inertes para siempre en una estantería o un cajón.
Ahora bien, dicho esto… cualquier regalo se puede vivir en familia. Estoy convencido.
 Todo se puede transformar en juego si uno tiene la claridad de en qué dirección hacerlo y la voluntad de hacerlo.

P: ¿Qué trucos o consejos darías a los padres para que inviertan el tiempo en estar con sus hijos en vez de invertir principalmente el dinero en ellos?

R:Yo no creo en los trucos… ni en las recetas. Creo que las ideas iluminan otras ideas. Creo en la influencia positiva de aquello que funciona para crecer.
Quizá entonces deberíamos saber qué significa invertir tiempo en estar con los hijos, como me preguntas… lo cual me lleva a mí a preguntarme qué es “estar” con los hijos.
Desde ese punto de vista, les diría a padres y madres que abolieran el cacareado discurso que no importa tanto la cantidad de horas que pasamos con nuestros hijos como la calidad de las horas que pasamos. Este es uno de los inventos del sistema para ayudarnos a manejar la culpa mientras seguimos siendo rentables y le ayudamos a perpetuarle.
No me creo que se puedan garantizar unas pocas horas de calidad, en cuanto a presencia emocional, en aquellos que emocionalmente viven exiliados de la paternidad o maternidad. Simplemente no me lo creo.
Es de Perogrullo que un montón de horas de presencia física y ausencia emocional no sirven demasiado al vínculo y a la autoestima de nuestros hijos aunque les pongas una juguetería en el salón. Y es más de Perogrullo aún que si tu presencia es escasa a lo largo del día, será porque has estado en otro lado, y de alguna manera se te va a extrañar.
Se trata de atrapar el segundo, de vivir el presente. Es decir que cuando estás en un aquí y ahora, estás física y emocionalmente, viviendo ese instante que es tu vida.
No funciona que esté mi cuerpo físico mientras lo esencial de mí se quedó en la oficina. Simplemente no funciona y por cierto al revés tampoco.
Mientras redactas un informe o tienes una reunión con un cliente… eso también es tu vida, y de poco sirve que solo lo hagas físicamente, si tus emociones se han hecho un viaje astral al universo familiar… Esa trampa de no estar nunca donde quieres estar es demoledora para el ser humano. Luego, vive tu presente… el que sea que has elegido sin culpas y con responsabilidad.
Por cierto a los regalos se les llama “presentes”… ¿te has fijado?
Por algo será… eso me invita a pensar que cualquier día del año es bueno para hacer un regalo si tu cuerpo y corazón te lo piden. Es tu presente. Tu presente emocional ofrecido a otro.
En un adulto se entiende bien, no entiendo por qué no en un niño.

P: Por último me gustaría saber si eres de Papá Noel o de los Reyes Magos. ¿Ya les has escrito? ¿Qué te gustaría que te regalen?

R: Soy claramente de Reyes, solo en lo que a la magia y la ilusión se refiere eh? En otro tipo de reyes dejé de creer en  cuanto estudié un poco de Historia ;)
He sido un niño que ha crecido con esta tradición. En mi país, Uruguay el fenómeno “santa” o papá Noel fue tardío.
No sé cómo está en este momento, donde mi gente allí festeja “Halloween” como aquí y por cierto como “allí en el norte”… pero en los años 70 y 80, papá Noel no era más que un detalle, un juguetito… al volver de la cena de Nochebuena en el árbol. “El regalo, regalo”… eso eran los reyes.
En cuanto a pedir…. Bueno nunca hemos sido de pedir, o por lo menos no lo recuerdo. Si recuerdo con cariño que “mis reyes” nos dejaban algún regalo personal y siempre un juguete compartido para jugar los hermanos juntos. De hecho mantengo ahora esa tradición.
No crecí en una sociedad tan masivamente consumista, con catálogos de juguetes en papel, grandes superficie, campañas tan agresivas en la tele. En aquellos años los “estrenos Disney” eran las pelis de los años 50’.
Tuve la fortuna de tener reyes de juguetería o tienda especializada. Esa época en la que los balones se compraban en las tiendas de deporte y las bicicletas en la bicicletería del barrio. Creo sinceramente que “mis reyes” tuvieron más libertad que los actuales…
¿Qué quiero que me regalen? (risa)… por un momento  me siento como una miss… “la paz en el mundo”, “que se acabe el hambre y la guerra”… pero no, no haré demagogia con esto ;)
No sé si es un regalo, sin embargo sí aspiro a que mi familia y yo sigamos creciendo serenos  y conscientes, sin sobresaltos… con los ojos bien abiertos a lo que sentimos unos por otros, a fin de cuidarlo y alimentarlo día a día, muy a pesar del entorno en el que nos movemos todos.

P: ¿Quieres añadir algo más? 

R: Gracias por contar conmigo y por tu paciencia!
Un placer hacerlo y muchas gracias por tus respuestas! Me ha parecido muy interesante, sobre todo eso de desterrar mitos y ser conscientes del mundo y la época en la que vivimos. Gracias de verdad ;)

Sigue leyendo ->

Consumo, regalos y tiempo en Navidad: Entrevista a Alejandro Busto Castelli:

«…les diría a padres y madres que abolieran el cacareado discurso que no importa tanto la cantidad de horas que pasamos con nuestros hijos como la calidad de las horas que pasamos. Este es uno de los inventos del sistema para ayudarnos a manejar la culpa mientras seguimos siendo rentables y le ayudamos a perpetuarle…»

por Cristina Saraldi

Como primer post de este año, quiero invitaros a reflexionar sobre el significado navideño en las familias gracias a la entrevista que hice a Alejandro Busto, psicólogo y padre comprometido con la infancia.

Alejandro Busto Castelli es cofundador y codirector del proyecto Psicología CEIBE de Madrid (España), un lugar de encuentro en torno a la crianza en positivo y al desarrollo consciente de las personas. CEIBE abarca el asesoramiento y terapia para padres, madres y niños/as, la realización de conferencias, talleres, seminarios y encuentros para hombres y padres, todo ello en torno a la paternidad y al desarrollo de adultos y niños en libertad. Desde hace 12 años es también profesor en empresas y universidad, formando profesionales en el mundo de las habilidades directivas. Bajo un prisma humanista, aborda temas como la comunicación emocional, la gestión de conflictos interpersonales, la creación de equipos de alto rendimiento, la creatividad, la motivación o la dirección de personas.
Es coautor del libro de reciente publicación Una nueva paternidad de la editorial PB.

Espero que la disfrutéis y, ya que los Reyes están a la vuelta de la esquina, tengáis en cuenta alguno de sus consejos.
Gracias Alejandro por tu tiempo.

PREGUNTA: Me gustaría hablar acerca del exceso que supone la Navidad en todos los niveles. Por un lado, la cantidad de reuniones familiares, por otro lado, la comida y por último, y a mí el que más me preocupa, la cantidad desmesurada de regalos que se compran. ¿Cómo puede afectar en las familias tanto consumismo?

RESPUESTA: Con independencia del tema regalos, desde mi punto de vista no es que el consumismo “nos afecte” familiarmente. Es que resulta el corazón del propio sistema, su leiv motiv, su razón de ser. No nos puede afectar más. Somos  cautivos de él.
Los regalos en estas fechas no son otra cosa que un hito más en esta carrera, por cierto programado y agendado como tantos otros momentos del año. Hablamos que algunas empresas de este país facturan el 70 % de toda su facturación anual en estas fechas, fíjate hasta qué punto afecta el consumismo a este juego capitalista y consumista al que por cierto de una forma u otra, con más o menos conciencia, todos jugamos.

Benjamin Lacombe
Déjame hacerte una observación. Regalamos, cenamos, nos queremos y cuidamos según el mercado decide que debemos hacerlo. Es una sutil manipulación calendarizada a lo largo del año, de nuestros afectos, nuestras creencias culturales y religiosas, nuestras emociones y nuestras carencias. Las llamadas “fiestas” son el punto álgido de esta manipulación, como lo demuestran las cifras. Digamos entonces que por ser el número estrella del circo, no deja de ser parte del mismo.

Ahora bien, este circo se puede vivir de diferentes maneras. Podemos ser conscientes de que somos parte de él o puedes creerte que no hay tal circo. Puedes seguir delegando tu vida o puedes intentar vivirla. En los circos hay muchos roles. ¿Tú quién eres cuando entras en una tienda en estas fechas y decides regalar algo?  Quizá no seas el dueño del circo, esto parece claro… pero ¿eres público?, ¿trapecista?, ¿el payaso? ¿el actor principal?, ¿el animal secuestrado y maltratado para que otros rían tus gracias?… Me parece importante primero definir mi rol en este jueguecito y  obviamente el resultado final, una vez definido el rol, no debería ser el mismo.
Cuando hablo de resultado final me refiero a nuestra forma de relacionarnos con cada final o comienzo de año y sus respectivas celebraciones. En resumidas cuentas y desde mi visión o lo vives haciéndote dueño de tus decisiones al respecto, o te conviertes tú en parte de la decisión de otros.


PREGUNTA: Pienso que los niños se llenan de juguetes y objetos muchas veces inservibles y que además en cantidad de ocasiones no les ayudan a desarrollar su creatividad, ¿crees que sería más interesante medir los regalos y repartirlos a lo largo del año?

RESPUESTA: Primero déjame decirte que para un niño el número de juguetes nunca es suficiente. El juego es algo muy serio y no me preocupa nada eso de “tiene muchos juguetes”. Como con los años ha dejado de preocuparme aquel “no cuida sus juguetes, porque tiene muchos y no los valora”… He aprendido que este tipo de afirmación, vivida desde la visión de un niño, tiene que ver más con su necesidad y el uso que él mismo le da al juguete, que con el descuido. Es más un “los cuida y usa de una manera útil para él”, que obviamente no es la mía, ni la que la sociedad impone. Por cierto en terapia tenemos muchísimos juguetes…, y siempre son pocos.
Sí puedo llegar a compartir que muchas veces los juguetes no son los deseables del punto de vista de la creatividad o el desarrollo del niño, pero no es una afirmación que yo haría de forma dogmática.
Un juguete es un estímulo sin más. La creatividad se puede apoyar en ello pero no puede estar determinada por él. Y un niño sin miedo a equivocarse, ni miedo a ser castigado, sin imposiciones ni limites sociales absurdos se encarga de encontrar al juguete que sea una utilidad… aunque mas no sea con la caja donde venía el trasto en cuestión.
Lo que quiero decir es que no depende del juguete, sino del niño/a y su entorno, como decíamos, del uso “permitido” que se le dé y de la rigidez o no con se juegue con él.
Por ejemplo, he disfrutado de juegos a priori competitivos aprovechados de fábula para establecer sinergias de cooperación y juegos diseñados para  la cooperación y la solidaridad que en la práctica estimulan todo lo contrario.
Si algo me preocupa de un punto de vista social y familiar, de este fenómeno  no es tanto que sean muchas las cenas, comidas o regalos. Mucho puede ser simplemente una opinión o un juicio de valor.
Para mí no es tanto la cantidad, si son dos, tres o cuatro, sino porque son dos, tres o cuatro… o ninguno/a. El cómo vivimos, percibimos, cómo nos relacionamos, las razones y el sentido que le damos a cada uno de estos acontecimientos. Esto es lo que es esencial.
En el tema de “regalos de navidad” hay todo tipo de comportamientos. Que según mi forma de verlo no se pueden juzgar por aspectos numéricos o conceptuales como juguete tradicional vs. juguete electrónico o grandes almacenes vs. juguetería didáctica.

¿Qué hay detrás de un padre o madre que decide “jugar” al chantaje con un trozo de carbón de azúcar en lugar de un regalo?
¿Y qué hay detrás del discurso “anti consumo”? que decide que no hay regalos, en una especie de rebeldía de salón contra el sistema.
Porque una familia  decide que serán todos los juguetes que el niño pida, o aquella otra que  decide que los niños no elegirán nada y todo será “sorpresa”… o lo que es lo mismo… “yo elijo por ti”.

Siempre resulta interesante analizar a aquellos seres humanos que encargan a otros lo que regalar porque no tienen tiempo y “descubren” junto a sus hijos lo que ellos han “pagado”, o por contrapartida a los que participan activamente de la compra, de la preparación, del disfrute…  obviamente nada es gratis y todo cuenta.

P: ¿Recomendarías algún regalo para disfrutar la familia al completo?

R: A mí me gustan mucho los juegos de caja cooperativos. Donde los objetivos son comunes y del trabajo de cada uno, depende el resultado global.
No te digo un regalo en particular, sin embargo creo que en estos días hay que visitar tiendas específicas de juguete “cuidado e intencionado” que se aleja de lo establecido.

www.pxleyes.com

No digo que no “escuchemos” peticiones de otro tipo, digamos más comerciales, digo que añadamos quizá otro tipo de juguete que necesita del niño para ser, y no tanto que convierte al niño en un espectador. De hecho para mí ésta es la clave. Juguetes con o sin vida… en función de la participación del niño.  Juguetes que son juguetes por que el niño les da vida o juguetes inertes para siempre en una estantería o un cajón.
Ahora bien, dicho esto… cualquier regalo se puede vivir en familia. Estoy convencido.
 Todo se puede transformar en juego si uno tiene la claridad de en qué dirección hacerlo y la voluntad de hacerlo.

P: ¿Qué trucos o consejos darías a los padres para que inviertan el tiempo en estar con sus hijos en vez de invertir principalmente el dinero en ellos?

R:Yo no creo en los trucos… ni en las recetas. Creo que las ideas iluminan otras ideas. Creo en la influencia positiva de aquello que funciona para crecer.
Quizá entonces deberíamos saber qué significa invertir tiempo en estar con los hijos, como me preguntas… lo cual me lleva a mí a preguntarme qué es “estar” con los hijos.
Desde ese punto de vista, les diría a padres y madres que abolieran el cacareado discurso que no importa tanto la cantidad de horas que pasamos con nuestros hijos como la calidad de las horas que pasamos. Este es uno de los inventos del sistema para ayudarnos a manejar la culpa mientras seguimos siendo rentables y le ayudamos a perpetuarle.
No me creo que se puedan garantizar unas pocas horas de calidad, en cuanto a presencia emocional, en aquellos que emocionalmente viven exiliados de la paternidad o maternidad. Simplemente no me lo creo.
Es de Perogrullo que un montón de horas de presencia física y ausencia emocional no sirven demasiado al vínculo y a la autoestima de nuestros hijos aunque les pongas una juguetería en el salón. Y es más de Perogrullo aún que si tu presencia es escasa a lo largo del día, será porque has estado en otro lado, y de alguna manera se te va a extrañar.
Se trata de atrapar el segundo, de vivir el presente. Es decir que cuando estás en un aquí y ahora, estás física y emocionalmente, viviendo ese instante que es tu vida.
No funciona que esté mi cuerpo físico mientras lo esencial de mí se quedó en la oficina. Simplemente no funciona y por cierto al revés tampoco.
Mientras redactas un informe o tienes una reunión con un cliente… eso también es tu vida, y de poco sirve que solo lo hagas físicamente, si tus emociones se han hecho un viaje astral al universo familiar… Esa trampa de no estar nunca donde quieres estar es demoledora para el ser humano. Luego, vive tu presente… el que sea que has elegido sin culpas y con responsabilidad.
Por cierto a los regalos se les llama “presentes”… ¿te has fijado?
Por algo será… eso me invita a pensar que cualquier día del año es bueno para hacer un regalo si tu cuerpo y corazón te lo piden. Es tu presente. Tu presente emocional ofrecido a otro.
En un adulto se entiende bien, no entiendo por qué no en un niño.

P: Por último me gustaría saber si eres de Papá Noel o de los Reyes Magos. ¿Ya les has escrito? ¿Qué te gustaría que te regalen?

R: Soy claramente de Reyes, solo en lo que a la magia y la ilusión se refiere eh? En otro tipo de reyes dejé de creer en  cuanto estudié un poco de Historia ;)
He sido un niño que ha crecido con esta tradición. En mi país, Uruguay el fenómeno “santa” o papá Noel fue tardío.
No sé cómo está en este momento, donde mi gente allí festeja “Halloween” como aquí y por cierto como “allí en el norte”… pero en los años 70 y 80, papá Noel no era más que un detalle, un juguetito… al volver de la cena de Nochebuena en el árbol. “El regalo, regalo”… eso eran los reyes.
En cuanto a pedir…. Bueno nunca hemos sido de pedir, o por lo menos no lo recuerdo. Si recuerdo con cariño que “mis reyes” nos dejaban algún regalo personal y siempre un juguete compartido para jugar los hermanos juntos. De hecho mantengo ahora esa tradición.
No crecí en una sociedad tan masivamente consumista, con catálogos de juguetes en papel, grandes superficie, campañas tan agresivas en la tele. En aquellos años los “estrenos Disney” eran las pelis de los años 50’.
Tuve la fortuna de tener reyes de juguetería o tienda especializada. Esa época en la que los balones se compraban en las tiendas de deporte y las bicicletas en la bicicletería del barrio. Creo sinceramente que “mis reyes” tuvieron más libertad que los actuales…
¿Qué quiero que me regalen? (risa)… por un momento  me siento como una miss… “la paz en el mundo”, “que se acabe el hambre y la guerra”… pero no, no haré demagogia con esto ;)
No sé si es un regalo, sin embargo sí aspiro a que mi familia y yo sigamos creciendo serenos  y conscientes, sin sobresaltos… con los ojos bien abiertos a lo que sentimos unos por otros, a fin de cuidarlo y alimentarlo día a día, muy a pesar del entorno en el que nos movemos todos.

P: ¿Quieres añadir algo más? 

R: Gracias por contar conmigo y por tu paciencia!
Un placer hacerlo y muchas gracias por tus respuestas! Me ha parecido muy interesante, sobre todo eso de desterrar mitos y ser conscientes del mundo y la época en la que vivimos. Gracias de verdad ;)

Sigue leyendo ->

Consumo, regalos y tiempo en Navidad: Entrevista a Alejandro Busto Castelli:

«…les diría a padres y madres que abolieran el cacareado discurso que no importa tanto la cantidad de horas que pasamos con nuestros hijos como la calidad de las horas que pasamos. Este es uno de los inventos del sistema para ayudarnos a manejar la culpa mientras seguimos siendo rentables y le ayudamos a perpetuarle…»

por Cristina Saraldi

Como primer post de este año, quiero invitaros a reflexionar sobre el significado navideño en las familias gracias a la entrevista que hice a Alejandro Busto, psicólogo y padre comprometido con la infancia.

Alejandro Busto Castelli es cofundador y codirector del proyecto Psicología CEIBE de Madrid (España), un lugar de encuentro en torno a la crianza en positivo y al desarrollo consciente de las personas. CEIBE abarca el asesoramiento y terapia para padres, madres y niños/as, la realización de conferencias, talleres, seminarios y encuentros para hombres y padres, todo ello en torno a la paternidad y al desarrollo de adultos y niños en libertad. Desde hace 12 años es también profesor en empresas y universidad, formando profesionales en el mundo de las habilidades directivas. Bajo un prisma humanista, aborda temas como la comunicación emocional, la gestión de conflictos interpersonales, la creación de equipos de alto rendimiento, la creatividad, la motivación o la dirección de personas.
Es coautor del libro de reciente publicación Una nueva paternidad de la editorial PB.

Espero que la disfrutéis y, ya que los Reyes están a la vuelta de la esquina, tengáis en cuenta alguno de sus consejos.
Gracias Alejandro por tu tiempo.

PREGUNTA: Me gustaría hablar acerca del exceso que supone la Navidad en todos los niveles. Por un lado, la cantidad de reuniones familiares, por otro lado, la comida y por último, y a mí el que más me preocupa, la cantidad desmesurada de regalos que se compran. ¿Cómo puede afectar en las familias tanto consumismo?

RESPUESTA: Con independencia del tema regalos, desde mi punto de vista no es que el consumismo “nos afecte” familiarmente. Es que resulta el corazón del propio sistema, su leiv motiv, su razón de ser. No nos puede afectar más. Somos  cautivos de él.
Los regalos en estas fechas no son otra cosa que un hito más en esta carrera, por cierto programado y agendado como tantos otros momentos del año. Hablamos que algunas empresas de este país facturan el 70 % de toda su facturación anual en estas fechas, fíjate hasta qué punto afecta el consumismo a este juego capitalista y consumista al que por cierto de una forma u otra, con más o menos conciencia, todos jugamos.

Benjamin Lacombe
Déjame hacerte una observación. Regalamos, cenamos, nos queremos y cuidamos según el mercado decide que debemos hacerlo. Es una sutil manipulación calendarizada a lo largo del año, de nuestros afectos, nuestras creencias culturales y religiosas, nuestras emociones y nuestras carencias. Las llamadas “fiestas” son el punto álgido de esta manipulación, como lo demuestran las cifras. Digamos entonces que por ser el número estrella del circo, no deja de ser parte del mismo.

Ahora bien, este circo se puede vivir de diferentes maneras. Podemos ser conscientes de que somos parte de él o puedes creerte que no hay tal circo. Puedes seguir delegando tu vida o puedes intentar vivirla. En los circos hay muchos roles. ¿Tú quién eres cuando entras en una tienda en estas fechas y decides regalar algo?  Quizá no seas el dueño del circo, esto parece claro… pero ¿eres público?, ¿trapecista?, ¿el payaso? ¿el actor principal?, ¿el animal secuestrado y maltratado para que otros rían tus gracias?… Me parece importante primero definir mi rol en este jueguecito y  obviamente el resultado final, una vez definido el rol, no debería ser el mismo.
Cuando hablo de resultado final me refiero a nuestra forma de relacionarnos con cada final o comienzo de año y sus respectivas celebraciones. En resumidas cuentas y desde mi visión o lo vives haciéndote dueño de tus decisiones al respecto, o te conviertes tú en parte de la decisión de otros.


PREGUNTA: Pienso que los niños se llenan de juguetes y objetos muchas veces inservibles y que además en cantidad de ocasiones no les ayudan a desarrollar su creatividad, ¿crees que sería más interesante medir los regalos y repartirlos a lo largo del año?

RESPUESTA: Primero déjame decirte que para un niño el número de juguetes nunca es suficiente. El juego es algo muy serio y no me preocupa nada eso de “tiene muchos juguetes”. Como con los años ha dejado de preocuparme aquel “no cuida sus juguetes, porque tiene muchos y no los valora”… He aprendido que este tipo de afirmación, vivida desde la visión de un niño, tiene que ver más con su necesidad y el uso que él mismo le da al juguete, que con el descuido. Es más un “los cuida y usa de una manera útil para él”, que obviamente no es la mía, ni la que la sociedad impone. Por cierto en terapia tenemos muchísimos juguetes…, y siempre son pocos.
Sí puedo llegar a compartir que muchas veces los juguetes no son los deseables del punto de vista de la creatividad o el desarrollo del niño, pero no es una afirmación que yo haría de forma dogmática.
Un juguete es un estímulo sin más. La creatividad se puede apoyar en ello pero no puede estar determinada por él. Y un niño sin miedo a equivocarse, ni miedo a ser castigado, sin imposiciones ni limites sociales absurdos se encarga de encontrar al juguete que sea una utilidad… aunque mas no sea con la caja donde venía el trasto en cuestión.
Lo que quiero decir es que no depende del juguete, sino del niño/a y su entorno, como decíamos, del uso “permitido” que se le dé y de la rigidez o no con se juegue con él.
Por ejemplo, he disfrutado de juegos a priori competitivos aprovechados de fábula para establecer sinergias de cooperación y juegos diseñados para  la cooperación y la solidaridad que en la práctica estimulan todo lo contrario.
Si algo me preocupa de un punto de vista social y familiar, de este fenómeno  no es tanto que sean muchas las cenas, comidas o regalos. Mucho puede ser simplemente una opinión o un juicio de valor.
Para mí no es tanto la cantidad, si son dos, tres o cuatro, sino porque son dos, tres o cuatro… o ninguno/a. El cómo vivimos, percibimos, cómo nos relacionamos, las razones y el sentido que le damos a cada uno de estos acontecimientos. Esto es lo que es esencial.
En el tema de “regalos de navidad” hay todo tipo de comportamientos. Que según mi forma de verlo no se pueden juzgar por aspectos numéricos o conceptuales como juguete tradicional vs. juguete electrónico o grandes almacenes vs. juguetería didáctica.

¿Qué hay detrás de un padre o madre que decide “jugar” al chantaje con un trozo de carbón de azúcar en lugar de un regalo?
¿Y qué hay detrás del discurso “anti consumo”? que decide que no hay regalos, en una especie de rebeldía de salón contra el sistema.
Porque una familia  decide que serán todos los juguetes que el niño pida, o aquella otra que  decide que los niños no elegirán nada y todo será “sorpresa”… o lo que es lo mismo… “yo elijo por ti”.

Siempre resulta interesante analizar a aquellos seres humanos que encargan a otros lo que regalar porque no tienen tiempo y “descubren” junto a sus hijos lo que ellos han “pagado”, o por contrapartida a los que participan activamente de la compra, de la preparación, del disfrute…  obviamente nada es gratis y todo cuenta.

P: ¿Recomendarías algún regalo para disfrutar la familia al completo?

R: A mí me gustan mucho los juegos de caja cooperativos. Donde los objetivos son comunes y del trabajo de cada uno, depende el resultado global.
No te digo un regalo en particular, sin embargo creo que en estos días hay que visitar tiendas específicas de juguete “cuidado e intencionado” que se aleja de lo establecido.

www.pxleyes.com

No digo que no “escuchemos” peticiones de otro tipo, digamos más comerciales, digo que añadamos quizá otro tipo de juguete que necesita del niño para ser, y no tanto que convierte al niño en un espectador. De hecho para mí ésta es la clave. Juguetes con o sin vida… en función de la participación del niño.  Juguetes que son juguetes por que el niño les da vida o juguetes inertes para siempre en una estantería o un cajón.
Ahora bien, dicho esto… cualquier regalo se puede vivir en familia. Estoy convencido.
 Todo se puede transformar en juego si uno tiene la claridad de en qué dirección hacerlo y la voluntad de hacerlo.

P: ¿Qué trucos o consejos darías a los padres para que inviertan el tiempo en estar con sus hijos en vez de invertir principalmente el dinero en ellos?

R:Yo no creo en los trucos… ni en las recetas. Creo que las ideas iluminan otras ideas. Creo en la influencia positiva de aquello que funciona para crecer.
Quizá entonces deberíamos saber qué significa invertir tiempo en estar con los hijos, como me preguntas… lo cual me lleva a mí a preguntarme qué es “estar” con los hijos.
Desde ese punto de vista, les diría a padres y madres que abolieran el cacareado discurso que no importa tanto la cantidad de horas que pasamos con nuestros hijos como la calidad de las horas que pasamos. Este es uno de los inventos del sistema para ayudarnos a manejar la culpa mientras seguimos siendo rentables y le ayudamos a perpetuarle.
No me creo que se puedan garantizar unas pocas horas de calidad, en cuanto a presencia emocional, en aquellos que emocionalmente viven exiliados de la paternidad o maternidad. Simplemente no me lo creo.
Es de Perogrullo que un montón de horas de presencia física y ausencia emocional no sirven demasiado al vínculo y a la autoestima de nuestros hijos aunque les pongas una juguetería en el salón. Y es más de Perogrullo aún que si tu presencia es escasa a lo largo del día, será porque has estado en otro lado, y de alguna manera se te va a extrañar.
Se trata de atrapar el segundo, de vivir el presente. Es decir que cuando estás en un aquí y ahora, estás física y emocionalmente, viviendo ese instante que es tu vida.
No funciona que esté mi cuerpo físico mientras lo esencial de mí se quedó en la oficina. Simplemente no funciona y por cierto al revés tampoco.
Mientras redactas un informe o tienes una reunión con un cliente… eso también es tu vida, y de poco sirve que solo lo hagas físicamente, si tus emociones se han hecho un viaje astral al universo familiar… Esa trampa de no estar nunca donde quieres estar es demoledora para el ser humano. Luego, vive tu presente… el que sea que has elegido sin culpas y con responsabilidad.
Por cierto a los regalos se les llama “presentes”… ¿te has fijado?
Por algo será… eso me invita a pensar que cualquier día del año es bueno para hacer un regalo si tu cuerpo y corazón te lo piden. Es tu presente. Tu presente emocional ofrecido a otro.
En un adulto se entiende bien, no entiendo por qué no en un niño.

P: Por último me gustaría saber si eres de Papá Noel o de los Reyes Magos. ¿Ya les has escrito? ¿Qué te gustaría que te regalen?

R: Soy claramente de Reyes, solo en lo que a la magia y la ilusión se refiere eh? En otro tipo de reyes dejé de creer en  cuanto estudié un poco de Historia ;)
He sido un niño que ha crecido con esta tradición. En mi país, Uruguay el fenómeno “santa” o papá Noel fue tardío.
No sé cómo está en este momento, donde mi gente allí festeja “Halloween” como aquí y por cierto como “allí en el norte”… pero en los años 70 y 80, papá Noel no era más que un detalle, un juguetito… al volver de la cena de Nochebuena en el árbol. “El regalo, regalo”… eso eran los reyes.
En cuanto a pedir…. Bueno nunca hemos sido de pedir, o por lo menos no lo recuerdo. Si recuerdo con cariño que “mis reyes” nos dejaban algún regalo personal y siempre un juguete compartido para jugar los hermanos juntos. De hecho mantengo ahora esa tradición.
No crecí en una sociedad tan masivamente consumista, con catálogos de juguetes en papel, grandes superficie, campañas tan agresivas en la tele. En aquellos años los “estrenos Disney” eran las pelis de los años 50’.
Tuve la fortuna de tener reyes de juguetería o tienda especializada. Esa época en la que los balones se compraban en las tiendas de deporte y las bicicletas en la bicicletería del barrio. Creo sinceramente que “mis reyes” tuvieron más libertad que los actuales…
¿Qué quiero que me regalen? (risa)… por un momento  me siento como una miss… “la paz en el mundo”, “que se acabe el hambre y la guerra”… pero no, no haré demagogia con esto ;)
No sé si es un regalo, sin embargo sí aspiro a que mi familia y yo sigamos creciendo serenos  y conscientes, sin sobresaltos… con los ojos bien abiertos a lo que sentimos unos por otros, a fin de cuidarlo y alimentarlo día a día, muy a pesar del entorno en el que nos movemos todos.

P: ¿Quieres añadir algo más? 

R: Gracias por contar conmigo y por tu paciencia!
Un placer hacerlo y muchas gracias por tus respuestas! Me ha parecido muy interesante, sobre todo eso de desterrar mitos y ser conscientes del mundo y la época en la que vivimos. Gracias de verdad ;)

Sigue leyendo ->

ÁLBUM DE FOTOS.

Un día cualquiera te acuerdas de esas fotos. Preguntas por ellas y te mandan su ubicación, no por whatsapp, sino al estilo de las madres, en ese cajón de allí, en el estante de allá.Pasas las fotos. Nostalgia, melancolía y medias sonrisas. Pero por un …

Sigue leyendo ->

4 dias y bajando.

Seguimos la cuenta atrás a la inducción del parto, y por lo tanto al tan esperado de María, y es que estos días son sin duda los mas duros del embarazo.Lejos quedan ya, los cambios de humor, los primeros miedos al saber que vas a ser padre, el tener qu…

Sigue leyendo ->

El ocaso del clan de los rubios

«Se acerca el Invierno» está escrito en el escudo de armas de cierto clan en la serie de moda y de la misma forma, la hegemonía que hasta ahora mantenían los hermanos tiene visos de llegar a su fin…

El primero que llegó fue el rubio de los rizos y mechas californianas, se encontró con un país sin resistencia que le recibió con los brazos abiertos y la baba colgando. 18 meses duró su reinado en solitario, 18 felices meses con un reino entregado a cualquiera que fueran sus deseos, hasta que un buen día llegó el rubio del pelo liso, que rápidamente desplegó sus legiones y caballería, sitiando al hasta ahora único amo y señor del reino; Pero sabe más el diablo por viejo que por diablo, y como buen conocedor de sus tierras,  situó sus tropas en cerros, desfiladeros y pequeñas fortalezas que poco a poco fueron desgastando las fuerzas del joven invasor.

Y así, tras meses de encarnizada lucha al final los cuerpos diplomáticos de ambos bandos llegaron a la conclusión de «para qué pelear si hay pepinillos de sobra para los dos» y así surgió el clan de los rubios y el trono bicéfalo.

Los días pasaron, las estaciones fueron llegando y los años transcurrían con relativa paz y libres de amenazas externas. Cada uno de los hermanos se retiró a su medio reino permitiendo de vez en cuando, por lo de evitar el tedio de las tropas, y la relajación de costumbres, pequeñas escaramuzas para mantener firme la moral del pueblo fiel a su señor, a cual fuere que hubieran elegido claro.

Pero al igual que las guerras, ninguna paz es eterna y las hilanderas del destino nunca dejan de tejer…

Ahora, en los pequeños reinos del sur, aquellos que habían recibido a los rubios con los brazos abiertos y parecía que se habían sometido a sus designios ha comenzado a crecer la semilla de un regidor propio, uno que lleve su misma nariz y color de piel, que les llame mamá y papá y cuyas cacas olerán a rosas y especias orientales, al que poner vestiditos chochones y hacer kikis de tres pelos. 
Y ese clamor ha sido oído, y un nuevo aspirante al trono de los pepinillos de acerca desde el sur, lento (sobre todo para la futura madre) pero seguro.



¿Será este el ansiado Rey de más allá del Muro?

Se acerca el invierno y con él ¿la nueva amenaza para el trono de los rubios o un aliado más? ¿Tendremos una lucha a tres bandas? ¿Qué alianzas se formarán? ¿Se extenderá la guerra hacia los territorios del norte?

Por si alguno de los pocos lectores que aún espero que me queden, anda perdido les diré que en unos pocos días, quizás horas (si $cuñaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa tiene a bien soltarlo de una vez XDDD ) seré tío, oh YES WE ARE! 

Todo está ya preparado para la llegada de May litel sobrinou (léase con acentou de Quembrich) al que de momento llamaremos $pequeñoG al menos hasta que se haya ganado un nick por méritos claroestá. 

No voy a hacer ningún propósito de año nuevo ni nada por el estilo, a estas alturas me conozco de sobra para saber por dónde me tomo yo esos propósitos cuando llega Febrero, así que sin más diré que espero seguir manteniendo esto un poco, pues haber, hay mucho que contar.

Un saludo

Aclaraciones: perdón a todos aquellos que se han liado, culpa mía y de mi falta de tiempo. Hace ya unos cuantos meses que había escrito esta entrada y cuando lo hice aún no sabíamos el sexo del bebé, por eso, y a pesar de haberlo repasado (a mi manera) antes de publicar quedaban alusiones aún a un posible sexo femenino. Pero ha sido niño, tal como se esperaba y moreno tal como se espera de la genética. 

Sígueme
Sigue leyendo ->

El ocaso del clan de los rubios

«Se acerca el Invierno» está escrito en el escudo de armas de cierto clan en la serie de moda y de la misma forma, la hegemonía que hasta ahora mantenían los hermanos tiene visos de llegar a su fin…

El primero que llegó fue el rubio de los rizos y mechas californianas, se encontró con un país sin resistencia que le recibió con los brazos abiertos y la baba colgando. 18 meses duró su reinado en solitario, 18 felices meses con un reino entregado a cualquiera que fueran sus deseos, hasta que un buen día llegó el rubio del pelo liso, que rápidamente desplegó sus legiones y caballería, sitiando al hasta ahora único amo y señor del reino; Pero sabe más el diablo por viejo que por diablo, y como buen conocedor de sus tierras,  situó sus tropas en cerros, desfiladeros y pequeñas fortalezas que poco a poco fueron desgastando las fuerzas del joven invasor.

Y así, tras meses de encarnizada lucha al final los cuerpos diplomáticos de ambos bandos llegaron a la conclusión de «para qué pelear si hay pepinillos de sobra para los dos» y así surgió el clan de los rubios y el trono bicéfalo.

Los días pasaron, las estaciones fueron llegando y los años transcurrían con relativa paz y libres de amenazas externas. Cada uno de los hermanos se retiró a su medio reino permitiendo de vez en cuando, por lo de evitar el tedio de las tropas, y la relajación de costumbres, pequeñas escaramuzas para mantener firme la moral del pueblo fiel a su señor, a cual fuere que hubieran elegido claro.

Pero al igual que las guerras, ninguna paz es eterna y las hilanderas del destino nunca dejan de tejer…

Ahora, en los pequeños reinos del sur, aquellos que habían recibido a los rubios con los brazos abiertos y parecía que se habían sometido a sus designios ha comenzado a crecer la semilla de un regidor propio, uno que lleve su misma nariz y color de piel, que les llame mamá y papá y cuyas cacas olerán a rosas y especias orientales, al que poner vestiditos chochones y hacer kikis de tres pelos. 
Y ese clamor ha sido oído, y un nuevo aspirante al trono de los pepinillos de acerca desde el sur, lento (sobre todo para la futura madre) pero seguro.



¿Será este el ansiado Rey de más allá del Muro?

Se acerca el invierno y con él ¿la nueva amenaza para el trono de los rubios o un aliado más? ¿Tendremos una lucha a tres bandas? ¿Qué alianzas se formarán? ¿Se extenderá la guerra hacia los territorios del norte?

Por si alguno de los pocos lectores que aún espero que me queden, anda perdido les diré que en unos pocos días, quizás horas (si $cuñaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa tiene a bien soltarlo de una vez XDDD ) seré tío, oh YES WE ARE! 

Todo está ya preparado para la llegada de May litel sobrinou (léase con acentou de Quembrich) al que de momento llamaremos $pequeñoG al menos hasta que se haya ganado un nick por méritos claroestá. 

No voy a hacer ningún propósito de año nuevo ni nada por el estilo, a estas alturas me conozco de sobra para saber por dónde me tomo yo esos propósitos cuando llega Febrero, así que sin más diré que espero seguir manteniendo esto un poco, pues haber, hay mucho que contar.

Un saludo

Aclaraciones: perdón a todos aquellos que se han liado, culpa mía y de mi falta de tiempo. Hace ya unos cuantos meses que había escrito esta entrada y cuando lo hice aún no sabíamos el sexo del bebé, por eso, y a pesar de haberlo repasado (a mi manera) antes de publicar quedaban alusiones aún a un posible sexo femenino. Pero ha sido niño, tal como se esperaba y moreno tal como se espera de la genética. 

Sígueme
Sigue leyendo ->

¡Qué jodío el Rey Gaspar!

Como broche final a unas navidades tan felices como pasadas por agua en Gijón (las peores que recuerde en mucho tiempo… ¡11 días de 13 nos llovió!) llegaron SS.MM. los Reyes Magos de Oriente en helicóptero a la playa, donde el guaje pudo verlos bien cerquina e incluso tocarlos para mayor regocijo personal. Era el […]

Sigue leyendo ->

La navidad con niños: posibles problemas y como prevenirlos

Los niños viven estas fechas con una intensidad y una inocencia que se nos contagia y nos hace sentir la necesidad de conseguir que todas expectativas se vean correspondidas por una experiencia inolvidable.

Sin duda, el momento más esperado de los niños en las fiestas navideñas es el de recibir los regalos.
Aquí se plantean dos problemas básicos: ¿Cuándo regalar? y ¿Qué regalar?

¿Cuándo regalar?

¿Viene Papa Noel, vienen los Reyes Magos o viene todo el mundo en Navidad?
Aquí tenemos opiniones y costumbres para todos los gustos. Todas son igual de válidas si se sabe como argumentar con los niños el hecho de que los regalos se reciban en una u otra ocasión.

Los que prefieren Papa Noel

El argumento preferido de los adeptos de ‘Santa’ es el tiempo libre para jugar con los regalos en vacaciones. 
Es cierto que, si los niños reciben los regalos navideños el 25 de diciembre cuentan con casi todas las vacaciones de navidad para disfrutar con los juguetes. Pero también es cierto que los niños tienen recursos más que de sobra para pasárselo de maravilla durante las vacaciones sin necesidad de recibir los últimos juguetes que han pedido.

Los monárquicos

Los hay que no quieren perder la tradición española de regalar el Día de Reyes. «Yo soy más de los Reyes» te dicen.
Yo tengo una amiga que ha llegado ha hacer una página en Facebook para boicotear a Santa Claus… en fin…
Lo cierto es que los Reyes Magos tienen este carisma especial y ciertas tradiciones como la cabalgata que los hacen entrañables.

Los que escogen todo

Por ultimo quedan los que deciden regalar un poquito al principio y un poquito al final.
Seamos sinceros: al final nunca es un poquito… la cosa se desmadra.
Decidirse por esta opción es a veces una decisión meditada, pero lo cierto es que en ocasiones viene forzada por las circunstancias. 
Responder a preguntas como «¿Por qué Papa Noel va a la casa de Julián y no viene a la nuestra?» o «A Marta le han traído un videojuego los Reyes ¿Por qué a mi no me traen nada?» a veces son comprometidas y hay padres que prefieren dividir la ‘entrega de premios’ por este motivo.
Por otra parte, los vínculos familiares también cuentan. Si a las primas las visita Papa Noel y normalmente comemos juntos en Navidad puede que la comida sea un poco más tensa si las primas llegan con sus flamantes juguetes nuevos y yo no he tenido regalos en el árbol.
Yo me confieso que soy de los que regalo en ambas ocasiones. El motivo supongo que es un poco todo lo que acabo de explicar y además, que es lo que me hacían a mi de pequeño (que eso también cuenta)
Ayer, hablando con un amigo me comentaba que el a sus hijos les había explicado que Papa Noel no venia por su casa porque vivía en la nieve y en casa no hace frío. Pero como tienen una prima en Madrid que si que recibe regalos el 24 y viene a casa el 25, les explicó que Papa Noel solo reparte regalos en las zonas de nieve o de interior (que tienen clima más frío) Bueno, pues me parece una explicación estupenda para defender su opción ‘monarquica’ y mantener la ilusión de los niños.
Reconozco que cada vez veo más gente que se decide a regalar solo uno de estos días por cuestiones económicas y es que cada vez a más familias les cuesta muchísimo poder tener regalos una vez, y dos veces sería impensable).

¿Qué regalar?

Una vez que sabemos quién le va a traer los regalos a los niños se plantea otro problema: ¿Qué regalos va a pedir?

Yo aquí doy un consejo claro: Listas cerradas y consensuadas.

Es importante que el niño participe en la elaboración de la lista de regalos que le quiere pedir a los Reyes Magos o a Papa Noel. Si no sabe escribir se puede coger el catálogo de la juguetería y, tijeras en mano, cortar y pegar en la carta a los Reyes (si es el caso)

En este proceso es cuando podremos realmente influir en sus decisiones. Es cuando sacamos a relucir nuestro carisma de padres-vendedores. Pero lo importante es que ellos crean que son los que deciden.

Si no se hace así se corre el riesgo de que, una vez comprados los regalos, el niño cambie de idea y reescriba la carta.

Yo personalmente, una vez cerrada la carta la escaneo y la envío por email a Santa o a Melchor.

No falla, en las siguientes visitas a cualquier centro comercial intentará añadir cosas a la lista. La respuesta: «Noo, eso no lo pusiste en la lista. No te preocupes lo apuntamos y te lo regalamos nosotros en tu cumple».

Sigue leyendo ->