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Chile crece contigo
INFORME DEL GRUPO DE TRABAJO DE INVESTIGACIÓN SOBRE EL LLAMADO SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL
texto de referencia:
©Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad (España)
INFORME DEL GRUPO DE TRABAJO DE INVESTIGACIÓN SOBRE EL LLAMADO SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL
INFORME DEL GRUPO DE TRABAJO DE INVESTIGACIÓN SOBRE EL LLAMADO SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL
texto de referencia:
©Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad (España)
INFORME DEL GRUPO DE TRABAJO DE INVESTIGACIÓN SOBRE EL LLAMADO SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL
¿Cómo criar a un hijo feminista?
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¿Cómo criar a un hijo feminista?
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Efectos de la custodia compartida en los niños y adolescentes, experiencia extrajera
Efectos de la custodia compartida en los niños y adolescentes, experiencia extrajera
Consideraciones de hecho y de derecho a la custodia compartida impuesta
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El problema no es si ella trabaja, sino si tú eres capaz de quedarte en casa.
-
· El estrés del trabajo no tiene por qué sumarse al de la crianza, y viceversa.· No tener tiempo para abarcar todo lo que queremos, problema que se multiplica cuando intentamos meter una familia en nuestro día a día.· Expertos y expertas en la materia nos explican algunos consejos para conciliar mejor nuestras diferentes facetas.Yo, padre (entre otras muchas cosas).© D.R.Levántate a las siete de la mañana, a tiempo de ducharte y desayunar antes de que se despierte el niño. A las ocho, ayúdale a vestirse mientras preparas tus cosas para el trabajo, preparas las suyas para la escuela infantil, jugad un rato con una sonrisa algo forzada (para que él no se entere de que en realidad estás al límite) y meteos en el coche, camino de un atasco que se repetirá a la vuelta de la escuela, justo a tiempo para tomar un último café en algún bar y comenzar tu magnífica jornada de ocho horas que a veces se prolonga hasta diez o doce.Cuando vuelves a ver a tu hijo, son las nueve y media de la noche. Él está medio dormido viendo ‘Ladybug’ en la tele y tú vuelves a esbozar tu media sonrisa para que él no se dé cuenta de que sigues al límite y le acuestas pensando en que la rueda no va a parar al día siguiente y que, bueno, al menos tiene a sus abuelos para que le cuiden y jueguen con él y le lleven al parque y se encarguen de toda la crianza que tú no puedes llevar a cabo como te gustaría.Que no puedes, no que no quieras. Y, por mucho que digan en ‘El Secreto’, querer y poder no siempre es lo mismo. Si la historia te suena, Begoña Ceballos, trabajadora social y psicóloga que trabaja en la actualidad en la Asociación Española Contra el Cáncer tiene una buena noticia para ti y para tu estrés:“Hay que cambiar de perspectiva. Es verdad que nadie nos enseña a ser padres pero no olvidemos que tenemos ‘ayudantes’. Nuestros propios hijos nos enseñan no sólo a ser padres sino a disfrutar más de la vida. Son una fuente inagotable de inspiración. Nos pueden ayudar de muchas maneras: a relajarnos a través de su terapia del juego, ablandar nuestras tensiones con su ternura, recordar nuestras ilusiones contagiándonos de las suyas…”.En pocas palabras, que el estrés del trabajo no tiene por qué sumarse al de la crianza y el de la crianza no tiene por qué sumarse al del trabajo. Que puedes disfrutar de tu hijo cuando tu jefe se ha pasado el día gritándote y puedes desconectar en la oficina cuando el niño se ha pasado la noche tosiendo y sin dejarte pegar ojo. Otro dato esperanzador:“Las nuevas generaciones están valorando más en los trabajos otro tipo de ventajas como horarios más flexibles, más tiempo de vacaciones… Pero sobre todo no compiten por ver quién sale más tarde del trabajo sino quién sale antes. Si cambiara esta creencia de que uno es más productivo por pasar más horas en el trabajo, nos beneficiaríamos todos. También es importante seguir incentivando el teletrabajo para ambos”.Es decir, después de todo, quizá el problema no es que “los dos padres trabajen” como se repite en ocasiones, con un regusto machista que viene a implicar en demasiadas ocasiones que lo ideal sería que la madre se quedara en casa… sino que trabajen de una manera más racional. “No tenemos tiempo para nada y eso genera frustraciones: no disfrutamos de la crianza, no disfrutamos de nuestro tiempo libre y no disfrutamos de nuestro trabajo”, insiste Óscar Bendicho, psicólogo terapeuta en el Instituto de Psicoterapia Gestalt. “Una de las soluciones sería seguir trabajando, pero reducirse la jornada”.¿Cuántos hombres se acogen a la reducción de la jornada?Aquí tenemos un problema serio: según datos de 2011, la reducción de jornada –que es un derecho del trabajador con hijos menores de ocho años a su cargo según el artículo 37.5 del Estatuto de los Trabajadores y cuyo horario no es necesario consensuar con la empresa según desarrolla el artículo 37.6 de dicho Estatuto- el 31% de las mujeres se acogen a la reducción frente a solo el 6% de los hombres. Esto las deja en una situación muy delicada ante el mercado laboral: no solo se enfrentan al prejuicio de “cuidado no se vaya a quedar embarazada y tengamos que darle una baja por maternidad” sino al de “¿y si una vez nacido el niño nos pide una reducción de jornada?”.Algunas empresas como Google, afortunadamente, no comparten este punto de vista. “Para Google es fundamental que trabajar y tener hijos no sea una doble carga”, afirma Anaís Figueras, responsable de comunicación. En consecuencia, la compañía ha decidido, a nivel mundial, ampliar el permiso de paternidad a doce semanas, con el fin de que “pueda haber un mejor y mayor reparto del tiempo con el bebé” dentro de las parejas. “De hecho, además de la extensión del permiso de paternidad a doce semanas, el regreso al trabajo (tanto seas madre como padre), puede ser durante dos semanas al 50% de la jornada, cobrando el salario íntegro”, añade Figueras.Debería estar claro a estas alturas que el estrés de la crianza no es resultado de la incorporación de la mujer al mercado de trabajo, aunque primero habría que definir qué es “trabajo”. Según Sara Jiménez, fundadora del proyecto Nace Una Familia y que ha trabajado como “doula” ayudando psicológicamente a muchos padres y madres perdidos en los primeros días de la crianza de su bebé. “El verdadero trabajo está en casa”, afirma. “Es el trabajo de la alimentación, la higiene, el estado emocional, los deberes del niño…”.No queda la cosa ahí. Esta incapacidad para conciliar ambos trabajos nos lleva directamente a la culpa: tanto Óscar Bendicho como Begoña Ceballos como Sara Jiménez coinciden en este punto: “Las mujeres tienen un mayor sentimiento de culpa, siempre”, y Sara lo ejemplifica a la perfección: “Si un niño se cae en el parque, lo normal es que la madre diga ‘se me ha caído el niño’ o, si pilla un catarro, ‘se me ha puesto malo el niño’. El padre lo vive desde otra distancia. “Se podría decir que, igual que la mujer ha conquistado el mercado laboral, el hombre aún no ha conquistado el hogar”.Las causas son culturales, sociales… Begoña coincide en este aspecto: “La sociedad en general valora más los éxitos laborales que la paternidad o la maternidad”, aunque por su experiencia en la AECC, advierte de que “cuando llegan los problemas de verdad, lo que más echan de menos los pacientes es no haber pasado suficiente tiempo con sus seres queridos”. Muy bien, pero, ¿cómo se hace eso? ¿Qué facilidades hay para poder pasar tiempo con los seres queridos, sentirse realizado en tu carrera profesional, disfrutar de tu ocio y no morir en el intento? Aparte de la reducción de jornada, que implica reducción de sueldo y un más que previsible enfrentamiento con tus superiores, muy pocas. Y, eso nos lleva a lo peor, a la culpa.“Nuestra generación tiene mucha presión porque desde pequeños nos han criado en una buena formación, en estudiar, tener una buena carrera. Relacionar el éxito con la carrera profesional, con escalar… Sobre todo en gente con estudios superiores”, se queja Sara. “Nuestros padres han puesto muchas esperanzas en nosotros, tanto en los hombres como en las mujeres. Ahora, queremos trasladar esa perfección a la vida personal, como padres. Algunos blogs de crianza nos meten aún más presión porque parece que a esas madres les da tiempo a todo, incluso a hacer actividades Montessori en su casa… Puede crear mucha frustración si no asumimos que no podemos abarcar con todo”.Lo importante es que el hombre trabaje en casaY no, no podemos. “La crianza a veces saca lo peor de nosotros mismos”, admite la propia Sara. «Tendríamos que relajarnos. Al fin y al cabo, el hombre es un animal social. Durante años hemos estado acostumbrados a vivir en familias donde en la misma casa estaban los primos, los tíos… y todo el mundo cuidaba de los demás sin que hubiera problema ninguno”. Ahora, si no cuidas al cien por cien de tu hijo siempre vas a tener la duda de si eres una “mala madre” o un “mal padre”, aunque Sara insiste en que la vara de medir en ambos casos no es la misma:“Si el niño va mal vestido al colegio, ya eres una mala madre. Pero el padre, a poco que haga, ‘es un padrazo’. Así está constituida la sociedad, incluso en la disparidad de las bajas por maternidad y paternidad que da el estado: la idea es que la madre es la que se encarga del niño y el padre es ‘una ayuda’”.Efectivamente, Google aparte, y aunque se ha ido progresando en los últimos años, las bajas por maternidad y por paternidad difieren muchísimo, lo que por un lado perjudica al padre que quiere pasar más tiempo con su hijo y por otro perjudica a la mujer, como decíamos antes, porque genera una cierta suspicacia entre sus posibles jefes. En concreto, ahora mismo, la situación está en dieciséis semanas para las madres y cuatro para los padres.Puesto que la situación es la que es, ¿qué podemos hacer para conciliar mejor y, sobre todo, para que las responsabilidades y culpas no sigan recayendo mayoritariamente en las mujeres y la crianza sea algo agradable y feliz para todos? No es fácil encontrar soluciones: apoyarse en la familia sin culpabilidades, como dice Sara Jiménez; reducir jornada, como apunta Óscar Bendicho; o ajustar prioridades, como sugiere Begoña Ceballos para que no haya arrepentimientos posteriores.¿Se puede hacer todo esto sin tiempo? Parece complicado. “Lo fundamental es el tiempo. Hay que tener tiempo para llevar una crianza tranquila. No disfrutas del ‘estar con la familia’: si el tiempo del baño es ‘a ver si se baña rápido y se duerme’ entonces no hay disfrute. Influye la capacidad. Pasa con los abuelos, que quieren disfrutar de sus nietos porque no han podido disfrutar de los hijos”, insiste Óscar. Y el tiempo cuesta dinero, por supuesto, y supone renunciar a tu vida privada, los objetivos de éxito que te han inculcado desde la infancia… No es fácil. “Lo importante no es que la mujer no trabaje fuera, sino que el hombre lo haga en casa. Si estamos maduros para asumir que vamos a hacer una familia, pues tenemos que asumir las responsabilidades que conlleva”, concluye Sara.¿Estamos dispuestos los padres a hacerlo? En muchos casos, sí. En otros, seamos sinceros, no. Nuestro sentimiento de culpa es menor, nuestras ambiciones personales están determinadas por la sociedad hacia otros ámbitos. No es poco habitual el caso del hombre que quiere tener varios hijos… a los que luego apenas ve. A corto plazo, parece que la cosa está bastante complicada y dar un solo paso atrás en la lucha de la mujer por conquistar terrenos de igualdad sería una injusticia más. Queda, por tanto, esperar que lo que decía Begoña al principio del artículo sea verdad: que las nuevas generaciones lo cambien todo. Y confiar en que les dejen, claro.
- Fuente: http://www.revistagq.com/noticias/articulos/problemas-conciliacion-familiar/26113
El problema no es si ella trabaja, sino si tú eres capaz de quedarte en casa.
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· El estrés del trabajo no tiene por qué sumarse al de la crianza, y viceversa.· No tener tiempo para abarcar todo lo que queremos, problema que se multiplica cuando intentamos meter una familia en nuestro día a día.· Expertos y expertas en la materia nos explican algunos consejos para conciliar mejor nuestras diferentes facetas.Yo, padre (entre otras muchas cosas).© D.R.Levántate a las siete de la mañana, a tiempo de ducharte y desayunar antes de que se despierte el niño. A las ocho, ayúdale a vestirse mientras preparas tus cosas para el trabajo, preparas las suyas para la escuela infantil, jugad un rato con una sonrisa algo forzada (para que él no se entere de que en realidad estás al límite) y meteos en el coche, camino de un atasco que se repetirá a la vuelta de la escuela, justo a tiempo para tomar un último café en algún bar y comenzar tu magnífica jornada de ocho horas que a veces se prolonga hasta diez o doce.Cuando vuelves a ver a tu hijo, son las nueve y media de la noche. Él está medio dormido viendo ‘Ladybug’ en la tele y tú vuelves a esbozar tu media sonrisa para que él no se dé cuenta de que sigues al límite y le acuestas pensando en que la rueda no va a parar al día siguiente y que, bueno, al menos tiene a sus abuelos para que le cuiden y jueguen con él y le lleven al parque y se encarguen de toda la crianza que tú no puedes llevar a cabo como te gustaría.Que no puedes, no que no quieras. Y, por mucho que digan en ‘El Secreto’, querer y poder no siempre es lo mismo. Si la historia te suena, Begoña Ceballos, trabajadora social y psicóloga que trabaja en la actualidad en la Asociación Española Contra el Cáncer tiene una buena noticia para ti y para tu estrés:“Hay que cambiar de perspectiva. Es verdad que nadie nos enseña a ser padres pero no olvidemos que tenemos ‘ayudantes’. Nuestros propios hijos nos enseñan no sólo a ser padres sino a disfrutar más de la vida. Son una fuente inagotable de inspiración. Nos pueden ayudar de muchas maneras: a relajarnos a través de su terapia del juego, ablandar nuestras tensiones con su ternura, recordar nuestras ilusiones contagiándonos de las suyas…”.En pocas palabras, que el estrés del trabajo no tiene por qué sumarse al de la crianza y el de la crianza no tiene por qué sumarse al del trabajo. Que puedes disfrutar de tu hijo cuando tu jefe se ha pasado el día gritándote y puedes desconectar en la oficina cuando el niño se ha pasado la noche tosiendo y sin dejarte pegar ojo. Otro dato esperanzador:“Las nuevas generaciones están valorando más en los trabajos otro tipo de ventajas como horarios más flexibles, más tiempo de vacaciones… Pero sobre todo no compiten por ver quién sale más tarde del trabajo sino quién sale antes. Si cambiara esta creencia de que uno es más productivo por pasar más horas en el trabajo, nos beneficiaríamos todos. También es importante seguir incentivando el teletrabajo para ambos”.Es decir, después de todo, quizá el problema no es que “los dos padres trabajen” como se repite en ocasiones, con un regusto machista que viene a implicar en demasiadas ocasiones que lo ideal sería que la madre se quedara en casa… sino que trabajen de una manera más racional. “No tenemos tiempo para nada y eso genera frustraciones: no disfrutamos de la crianza, no disfrutamos de nuestro tiempo libre y no disfrutamos de nuestro trabajo”, insiste Óscar Bendicho, psicólogo terapeuta en el Instituto de Psicoterapia Gestalt. “Una de las soluciones sería seguir trabajando, pero reducirse la jornada”.¿Cuántos hombres se acogen a la reducción de la jornada?Aquí tenemos un problema serio: según datos de 2011, la reducción de jornada –que es un derecho del trabajador con hijos menores de ocho años a su cargo según el artículo 37.5 del Estatuto de los Trabajadores y cuyo horario no es necesario consensuar con la empresa según desarrolla el artículo 37.6 de dicho Estatuto- el 31% de las mujeres se acogen a la reducción frente a solo el 6% de los hombres. Esto las deja en una situación muy delicada ante el mercado laboral: no solo se enfrentan al prejuicio de “cuidado no se vaya a quedar embarazada y tengamos que darle una baja por maternidad” sino al de “¿y si una vez nacido el niño nos pide una reducción de jornada?”.Algunas empresas como Google, afortunadamente, no comparten este punto de vista. “Para Google es fundamental que trabajar y tener hijos no sea una doble carga”, afirma Anaís Figueras, responsable de comunicación. En consecuencia, la compañía ha decidido, a nivel mundial, ampliar el permiso de paternidad a doce semanas, con el fin de que “pueda haber un mejor y mayor reparto del tiempo con el bebé” dentro de las parejas. “De hecho, además de la extensión del permiso de paternidad a doce semanas, el regreso al trabajo (tanto seas madre como padre), puede ser durante dos semanas al 50% de la jornada, cobrando el salario íntegro”, añade Figueras.Debería estar claro a estas alturas que el estrés de la crianza no es resultado de la incorporación de la mujer al mercado de trabajo, aunque primero habría que definir qué es “trabajo”. Según Sara Jiménez, fundadora del proyecto Nace Una Familia y que ha trabajado como “doula” ayudando psicológicamente a muchos padres y madres perdidos en los primeros días de la crianza de su bebé. “El verdadero trabajo está en casa”, afirma. “Es el trabajo de la alimentación, la higiene, el estado emocional, los deberes del niño…”.No queda la cosa ahí. Esta incapacidad para conciliar ambos trabajos nos lleva directamente a la culpa: tanto Óscar Bendicho como Begoña Ceballos como Sara Jiménez coinciden en este punto: “Las mujeres tienen un mayor sentimiento de culpa, siempre”, y Sara lo ejemplifica a la perfección: “Si un niño se cae en el parque, lo normal es que la madre diga ‘se me ha caído el niño’ o, si pilla un catarro, ‘se me ha puesto malo el niño’. El padre lo vive desde otra distancia. “Se podría decir que, igual que la mujer ha conquistado el mercado laboral, el hombre aún no ha conquistado el hogar”.Las causas son culturales, sociales… Begoña coincide en este aspecto: “La sociedad en general valora más los éxitos laborales que la paternidad o la maternidad”, aunque por su experiencia en la AECC, advierte de que “cuando llegan los problemas de verdad, lo que más echan de menos los pacientes es no haber pasado suficiente tiempo con sus seres queridos”. Muy bien, pero, ¿cómo se hace eso? ¿Qué facilidades hay para poder pasar tiempo con los seres queridos, sentirse realizado en tu carrera profesional, disfrutar de tu ocio y no morir en el intento? Aparte de la reducción de jornada, que implica reducción de sueldo y un más que previsible enfrentamiento con tus superiores, muy pocas. Y, eso nos lleva a lo peor, a la culpa.“Nuestra generación tiene mucha presión porque desde pequeños nos han criado en una buena formación, en estudiar, tener una buena carrera. Relacionar el éxito con la carrera profesional, con escalar… Sobre todo en gente con estudios superiores”, se queja Sara. “Nuestros padres han puesto muchas esperanzas en nosotros, tanto en los hombres como en las mujeres. Ahora, queremos trasladar esa perfección a la vida personal, como padres. Algunos blogs de crianza nos meten aún más presión porque parece que a esas madres les da tiempo a todo, incluso a hacer actividades Montessori en su casa… Puede crear mucha frustración si no asumimos que no podemos abarcar con todo”.Lo importante es que el hombre trabaje en casaY no, no podemos. “La crianza a veces saca lo peor de nosotros mismos”, admite la propia Sara. «Tendríamos que relajarnos. Al fin y al cabo, el hombre es un animal social. Durante años hemos estado acostumbrados a vivir en familias donde en la misma casa estaban los primos, los tíos… y todo el mundo cuidaba de los demás sin que hubiera problema ninguno”. Ahora, si no cuidas al cien por cien de tu hijo siempre vas a tener la duda de si eres una “mala madre” o un “mal padre”, aunque Sara insiste en que la vara de medir en ambos casos no es la misma:“Si el niño va mal vestido al colegio, ya eres una mala madre. Pero el padre, a poco que haga, ‘es un padrazo’. Así está constituida la sociedad, incluso en la disparidad de las bajas por maternidad y paternidad que da el estado: la idea es que la madre es la que se encarga del niño y el padre es ‘una ayuda’”.Efectivamente, Google aparte, y aunque se ha ido progresando en los últimos años, las bajas por maternidad y por paternidad difieren muchísimo, lo que por un lado perjudica al padre que quiere pasar más tiempo con su hijo y por otro perjudica a la mujer, como decíamos antes, porque genera una cierta suspicacia entre sus posibles jefes. En concreto, ahora mismo, la situación está en dieciséis semanas para las madres y cuatro para los padres.Puesto que la situación es la que es, ¿qué podemos hacer para conciliar mejor y, sobre todo, para que las responsabilidades y culpas no sigan recayendo mayoritariamente en las mujeres y la crianza sea algo agradable y feliz para todos? No es fácil encontrar soluciones: apoyarse en la familia sin culpabilidades, como dice Sara Jiménez; reducir jornada, como apunta Óscar Bendicho; o ajustar prioridades, como sugiere Begoña Ceballos para que no haya arrepentimientos posteriores.¿Se puede hacer todo esto sin tiempo? Parece complicado. “Lo fundamental es el tiempo. Hay que tener tiempo para llevar una crianza tranquila. No disfrutas del ‘estar con la familia’: si el tiempo del baño es ‘a ver si se baña rápido y se duerme’ entonces no hay disfrute. Influye la capacidad. Pasa con los abuelos, que quieren disfrutar de sus nietos porque no han podido disfrutar de los hijos”, insiste Óscar. Y el tiempo cuesta dinero, por supuesto, y supone renunciar a tu vida privada, los objetivos de éxito que te han inculcado desde la infancia… No es fácil. “Lo importante no es que la mujer no trabaje fuera, sino que el hombre lo haga en casa. Si estamos maduros para asumir que vamos a hacer una familia, pues tenemos que asumir las responsabilidades que conlleva”, concluye Sara.¿Estamos dispuestos los padres a hacerlo? En muchos casos, sí. En otros, seamos sinceros, no. Nuestro sentimiento de culpa es menor, nuestras ambiciones personales están determinadas por la sociedad hacia otros ámbitos. No es poco habitual el caso del hombre que quiere tener varios hijos… a los que luego apenas ve. A corto plazo, parece que la cosa está bastante complicada y dar un solo paso atrás en la lucha de la mujer por conquistar terrenos de igualdad sería una injusticia más. Queda, por tanto, esperar que lo que decía Begoña al principio del artículo sea verdad: que las nuevas generaciones lo cambien todo. Y confiar en que les dejen, claro.
- Fuente: http://www.revistagq.com/noticias/articulos/problemas-conciliacion-familiar/26113
¿Qué es la custodia compartida?
¿Qué es la custodia compartida?
Paternidad-es vitales 2017-05-04 19:16:00
LA CONSTITUCIÓN PRIORIZA LOS DERECHOS DE LOS NIÑOS SOBRE LAS DEMÁS PERSONAS
FOTO: Archivo / El Telégrafo |
Los casos de padres que no pagan las pensiones tienen matices
El Código de la Niñez y Adolescencia -según juristas- ya contempla la rebaja de la pensión y los pagos a través de subsidiarios para evitar la prisión por mora.
William dejó por unas horas su trabajo de cuidador de carros, en Guayaquil, para pedir asesoría legal sobre la rebaja de pensión alimenticia para sus hijos.
Ante la falta de recursos económicos, acudió al consultorio jurídico de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES), donde recibió ayuda gratuita.
William, de 40 años de edad, contó que su hija de 13 vive con la madre, pero su hijo mayor, a punto de cumplir 18, hace dos meses reside con él.
Por ello iniciará el proceso para pedir la tenencia del adolescente. “A diario gano entre $ 12 y $ 15. Pago $ 150 por la pensión de los dos. En diciembre, por el decimotercer sueldo, el pago es el doble. No sé de dónde obtener los recursos”.
El padre asegura que ha procurado estar al día con las cuotas. Le preocupa la detención, pues dejaría sin atención a su último hijo de 9, fruto de un nuevo compromiso. “He visto casos como el mío, padres que trabajan en la calle y que van presos injustamente, porque se demoran en cancelar”.
Respecto a los derechos de libertad, el artículo 66 de la Constitución detalla que ninguna persona puede ser privada de su libertad por deudas, excepto en el caso de pensiones alimenticias.
El artículo 137 del Código General de Procesos (Cogep) indica que cuando el padre o la madre incumplan el pago de dos o más pensiones alimenticias, el juez -a petición de parte y previa constatación mediante la certificación de la entidad financiera o del no pago- dispone el apremio (hasta por 30 días) y la prohibición de salida del país. Si es reincidente, la pena se extiende hasta 180 días.
La asambleísta Gina Godoy explicó que en caso de que la Corte Constitucional dé paso a la queja que realizó un padre con cáncer, enviado a prisión por no pagar a tiempo la pensión alimenticia, la Asamblea Nacional será la encargada de modificar el artículo en la Constitución. Godoy sostiene que la aplicación de la norma es de carácter general, no es particular. Agrega que hay herramientas que sirven para que el administrador de justicia verifique ciertas condiciones antes de tener a una persona privada de libertad.
La abogada Maricruz Molineros apunta que el artículo innumerado 5 del Código Orgánico de la Niñez y Adolescencia reza: “En caso de ausencia, impedimento, insuficiencia de recursos o discapacidad de los obligados principales, debidamente comprobado por quien lo alega, la autoridad ordenará que la prestación de alimentos sea pagada o completada por uno o más de los siguientes obligados subsidiarios en atención a su capacidad económica, siempre y cuando no se encuentren discapacitados”. En su orden, corresponden a los abuelos, hermanos y tíos.
Para la especialista, el operador de justicia (juez), en ocasiones, no aplican los principios inquisitorios. “La ley obliga a ver alternativas y a aplicar la medida más beneficiosa para el menor de edad”.
Molineros considera que la ley es clara y que no es necesario eliminar la prisión, porque hay progenitores que tratan de evadir su responsabilidad. “Hay personas que tienen (posibilidades), pero no quieren y existen aquellos que trabajan y obtienen los recursos de otra forma para que no sean rastreados”.
Justamente, Mariela Ch. en esta semana pidió, en el Juzgado de la Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia, una orden de apremio por el incumplimiento del pago de pensiones para su hija. La mujer afirma que el padre de la criatura renuncia constantemente a sus empleos, todo por no realizar las cancelaciones.
La experta en temas de niñez, Glenda Tutivén, detalla que el desempleo no exime de responsabilidad a la madre o padre demandado. “Se les impone la pensión mínima de acuerdo con la tabla, si se demuestra que no están afiliados al seguro y que no tienen cuentas bancarias”. Tutivén expresa que el responsable del menor tiene el derecho de exigir la pensión alimenticia, sin importar que el demandante tenga más dinero que el demando.
En ese sentido, aclara que los niños siempre tendrán prioridad, como lo establece el artículo 44 de la Constitución. En la Sección quinta de las Niñas, niños y adolescentes reza: “Se atenderá al principio de su interés superior y sus derechos prevalecerán sobre los de las demás personas”.
Los juzgados de menores tienen un equipo técnico, conformado por un médico, psicólogo y trabajadora social, que están encargados de asistir los casos y hacer informes de cada uno. Para Tutivén existen algunas injusticias porque la ley no contempla excepciones. Sin embargo, detalla que el juez que lleve la causa debe aplicar la sana crítica, es decir, la correcta apreciación del resultado de las pruebas judiciales, con sinceridad y buena fe.
La pensión no es menor a $ 153
El 60% de padres demandados en Chile incumplen
Es uno de los problemas recurrentes en las familias chilenas a pesar de que todo está regulado por el Código Civil. En Chile, 1’138.000 personas poseen libretas de ahorro de pensión alimenticia, pero el 60% de los demandados por esta obligación no pagan el rubro a sus hijos. En 2004 se crearon los tribunales de familia. En esta instancia se tramitan las causas sobre abandono del hogar y pago de pensiones. Cada año se registran 100.000 sentencias. Por ley, los padres tienen la obligación de pagar una pensión por alimentos y cubrir la educación. Debe darse hasta que los hijos cumplan 21, pero si después cursan una carrera técnica o universitaria la manutención se extiende hasta los 28. En caso de discapacidad, es de por vida. En Chile ambos padres están obligados a mantener a sus vástagos. En caso de separación, si la madre queda al cuidado de sus hijos, el padre paga, pero puede darse a la inversa. Asimismo se puede llegar a un acuerdo voluntario extrajudicial. Pero si no lo hay se establece una demanda. Un juez determina la cifra. Si hay un hijo, la pensión no puede ser menor a 40% del ingreso mínimo ($ 153). En caso de que sean dos hijos o más, no puede ser menor del 30% por cada uno. El monto no puede superar el 50% de los ingresos de quien paga. El incumplimiento es sancionado con orden de arresto nocturno, orden de arraigo que impida salir del país, retención de la devolución anual de impuestos o suspensión de su licencia de conducir por seis meses.
Los bienes del deudor son vendidos
Reino Unido posee un sistema y penas estrictas
Los padres deudores de pensiones de alimentos de sus hijos y manutención son sancionados duramente en Reino Unido. En la mayoría de los casos se paga hasta que los hijos cumplen 18 años, pero puede extenderse. La pensión es decidida entre las partes. Si el sueldo es mayor a $ 255, debe destinar 15% de sus ingresos al mantenimiento de un hijo, 20% en caso de tener dos, y 25% para tres hijos. Esa cifra varía si los menores viven con la persona que genera los recursos, si el padre o madre paga la hipoteca y la escuela, o si el niño pasa más tiempo con el que provee más. Los padres desempleados o con problemas financieros son ayudados con subsidios públicos y por hijo. En el caso de quienes se niegan a pagar, las autoridades tienen poder para quitarle dinero a través de sus ingresos, o directamente extrayendo ese dinero de su cuenta bancaria o fondo de inversión. Asimismo se puede llevar a la corte al deudor para obtener el dinero, afectando los antecedentes de crédito. La corte puede autorizar luego visitas de alguaciles a la casa del deudor, incautando bienes u obligándolo a ponerlos a la venta para pagar la pensión. Existen multas de hasta $ 1.275 por demorarse. En última instancia y cuando ninguno de esos recursos funciona, el deudor suele enfrentar la prisión. En Escocia, si no se hace efectivo, suele congelar la cuenta o bienes del deudor. En Inglaterra, además de las multas, la corte suspende la licencia de conducir. (I)
Esta noticia ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/sociedad/4/los-casos-de-padres-que-no-pagan-las-pensiones-tienen-matices
Sigue leyendo ->Paternidad-es vitales 2017-05-04 19:16:00
LA CONSTITUCIÓN PRIORIZA LOS DERECHOS DE LOS NIÑOS SOBRE LAS DEMÁS PERSONAS
FOTO: Archivo / El Telégrafo |
Los casos de padres que no pagan las pensiones tienen matices
El Código de la Niñez y Adolescencia -según juristas- ya contempla la rebaja de la pensión y los pagos a través de subsidiarios para evitar la prisión por mora.
William dejó por unas horas su trabajo de cuidador de carros, en Guayaquil, para pedir asesoría legal sobre la rebaja de pensión alimenticia para sus hijos.
Ante la falta de recursos económicos, acudió al consultorio jurídico de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES), donde recibió ayuda gratuita.
William, de 40 años de edad, contó que su hija de 13 vive con la madre, pero su hijo mayor, a punto de cumplir 18, hace dos meses reside con él.
Por ello iniciará el proceso para pedir la tenencia del adolescente. “A diario gano entre $ 12 y $ 15. Pago $ 150 por la pensión de los dos. En diciembre, por el decimotercer sueldo, el pago es el doble. No sé de dónde obtener los recursos”.
El padre asegura que ha procurado estar al día con las cuotas. Le preocupa la detención, pues dejaría sin atención a su último hijo de 9, fruto de un nuevo compromiso. “He visto casos como el mío, padres que trabajan en la calle y que van presos injustamente, porque se demoran en cancelar”.
Respecto a los derechos de libertad, el artículo 66 de la Constitución detalla que ninguna persona puede ser privada de su libertad por deudas, excepto en el caso de pensiones alimenticias.
El artículo 137 del Código General de Procesos (Cogep) indica que cuando el padre o la madre incumplan el pago de dos o más pensiones alimenticias, el juez -a petición de parte y previa constatación mediante la certificación de la entidad financiera o del no pago- dispone el apremio (hasta por 30 días) y la prohibición de salida del país. Si es reincidente, la pena se extiende hasta 180 días.
La asambleísta Gina Godoy explicó que en caso de que la Corte Constitucional dé paso a la queja que realizó un padre con cáncer, enviado a prisión por no pagar a tiempo la pensión alimenticia, la Asamblea Nacional será la encargada de modificar el artículo en la Constitución. Godoy sostiene que la aplicación de la norma es de carácter general, no es particular. Agrega que hay herramientas que sirven para que el administrador de justicia verifique ciertas condiciones antes de tener a una persona privada de libertad.
La abogada Maricruz Molineros apunta que el artículo innumerado 5 del Código Orgánico de la Niñez y Adolescencia reza: “En caso de ausencia, impedimento, insuficiencia de recursos o discapacidad de los obligados principales, debidamente comprobado por quien lo alega, la autoridad ordenará que la prestación de alimentos sea pagada o completada por uno o más de los siguientes obligados subsidiarios en atención a su capacidad económica, siempre y cuando no se encuentren discapacitados”. En su orden, corresponden a los abuelos, hermanos y tíos.
Para la especialista, el operador de justicia (juez), en ocasiones, no aplican los principios inquisitorios. “La ley obliga a ver alternativas y a aplicar la medida más beneficiosa para el menor de edad”.
Molineros considera que la ley es clara y que no es necesario eliminar la prisión, porque hay progenitores que tratan de evadir su responsabilidad. “Hay personas que tienen (posibilidades), pero no quieren y existen aquellos que trabajan y obtienen los recursos de otra forma para que no sean rastreados”.
Justamente, Mariela Ch. en esta semana pidió, en el Juzgado de la Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia, una orden de apremio por el incumplimiento del pago de pensiones para su hija. La mujer afirma que el padre de la criatura renuncia constantemente a sus empleos, todo por no realizar las cancelaciones.
La experta en temas de niñez, Glenda Tutivén, detalla que el desempleo no exime de responsabilidad a la madre o padre demandado. “Se les impone la pensión mínima de acuerdo con la tabla, si se demuestra que no están afiliados al seguro y que no tienen cuentas bancarias”. Tutivén expresa que el responsable del menor tiene el derecho de exigir la pensión alimenticia, sin importar que el demandante tenga más dinero que el demando.
En ese sentido, aclara que los niños siempre tendrán prioridad, como lo establece el artículo 44 de la Constitución. En la Sección quinta de las Niñas, niños y adolescentes reza: “Se atenderá al principio de su interés superior y sus derechos prevalecerán sobre los de las demás personas”.
Los juzgados de menores tienen un equipo técnico, conformado por un médico, psicólogo y trabajadora social, que están encargados de asistir los casos y hacer informes de cada uno. Para Tutivén existen algunas injusticias porque la ley no contempla excepciones. Sin embargo, detalla que el juez que lleve la causa debe aplicar la sana crítica, es decir, la correcta apreciación del resultado de las pruebas judiciales, con sinceridad y buena fe.
La pensión no es menor a $ 153
El 60% de padres demandados en Chile incumplen
Es uno de los problemas recurrentes en las familias chilenas a pesar de que todo está regulado por el Código Civil. En Chile, 1’138.000 personas poseen libretas de ahorro de pensión alimenticia, pero el 60% de los demandados por esta obligación no pagan el rubro a sus hijos. En 2004 se crearon los tribunales de familia. En esta instancia se tramitan las causas sobre abandono del hogar y pago de pensiones. Cada año se registran 100.000 sentencias. Por ley, los padres tienen la obligación de pagar una pensión por alimentos y cubrir la educación. Debe darse hasta que los hijos cumplan 21, pero si después cursan una carrera técnica o universitaria la manutención se extiende hasta los 28. En caso de discapacidad, es de por vida. En Chile ambos padres están obligados a mantener a sus vástagos. En caso de separación, si la madre queda al cuidado de sus hijos, el padre paga, pero puede darse a la inversa. Asimismo se puede llegar a un acuerdo voluntario extrajudicial. Pero si no lo hay se establece una demanda. Un juez determina la cifra. Si hay un hijo, la pensión no puede ser menor a 40% del ingreso mínimo ($ 153). En caso de que sean dos hijos o más, no puede ser menor del 30% por cada uno. El monto no puede superar el 50% de los ingresos de quien paga. El incumplimiento es sancionado con orden de arresto nocturno, orden de arraigo que impida salir del país, retención de la devolución anual de impuestos o suspensión de su licencia de conducir por seis meses.
Los bienes del deudor son vendidos
Reino Unido posee un sistema y penas estrictas
Los padres deudores de pensiones de alimentos de sus hijos y manutención son sancionados duramente en Reino Unido. En la mayoría de los casos se paga hasta que los hijos cumplen 18 años, pero puede extenderse. La pensión es decidida entre las partes. Si el sueldo es mayor a $ 255, debe destinar 15% de sus ingresos al mantenimiento de un hijo, 20% en caso de tener dos, y 25% para tres hijos. Esa cifra varía si los menores viven con la persona que genera los recursos, si el padre o madre paga la hipoteca y la escuela, o si el niño pasa más tiempo con el que provee más. Los padres desempleados o con problemas financieros son ayudados con subsidios públicos y por hijo. En el caso de quienes se niegan a pagar, las autoridades tienen poder para quitarle dinero a través de sus ingresos, o directamente extrayendo ese dinero de su cuenta bancaria o fondo de inversión. Asimismo se puede llevar a la corte al deudor para obtener el dinero, afectando los antecedentes de crédito. La corte puede autorizar luego visitas de alguaciles a la casa del deudor, incautando bienes u obligándolo a ponerlos a la venta para pagar la pensión. Existen multas de hasta $ 1.275 por demorarse. En última instancia y cuando ninguno de esos recursos funciona, el deudor suele enfrentar la prisión. En Escocia, si no se hace efectivo, suele congelar la cuenta o bienes del deudor. En Inglaterra, además de las multas, la corte suspende la licencia de conducir. (I)
Esta noticia ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/sociedad/4/los-casos-de-padres-que-no-pagan-las-pensiones-tienen-matices
Sigue leyendo ->Paternidad-es vitales 2017-05-04 18:57:00
Chantaje o limosna
Por Farith Simons – 3/12/2012
La sobrevivencia es tan importante para la vida de las familias que, en los últimos años, la regulación y tratamiento judicial a las pensiones alimenticias ha sido un tema excluyente en el derecho de familia.
En el 2009 se aprobó una reforma de gran escala al tema, en el Código de la Niñez: se eliminó, normativamente, la necesidad de abogado para el juicio; se establecieron formularios para las demandas; se simplificó el trámite; y se introdujo –la ya famosa- tabla de pensiones alimenticias, que fija los montos a pagar, de forma referencial, de acuerdo a la edad de las y los beneficiarios y los ingresos del obligado; además se incrementó, de forma significativa, el número de judicaturas especializadas.
La reforma tenía varios objetivos plausibles, dos de ellos: reducir los tiempos procesales y evitar que los jueces fijen pensiones con montos ínfimos, insuficientes para las necesidades de los niños y niñas, e incompatibles con los ingresos de los obligados.
No existen datos estadísticos -confiables- que permitan evaluar el impacto real de estas medidas; pero de manera frecuente se conocen casos de jueces que fijan pensiones escasas o excesivas o de la capacidad de pago de los obligados a cubrirlas.
Las mujeres, las que presentan usualmente las demandas, reciben menos o más de lo que sus hijos realmente necesitan.
Al recibir menos, a pesar de que el obligado tenga mayor capacidad de pago, los niños, niñas y adolescentes deben encarar una vida de privaciones o restricciones; cuando reciben más, sin importar cuánto tenga el obligado, se da un enriquecimiento injusto, que se puede mirar como un defecto admisible porque genera un beneficio, sin embargo esto repugna al sentido de justicia y en muchos casos perjudica a otras familias.
La pensión alimenticia es percibida -en muchos casos- como tabla de salvación económica para miles de mujeres, sin empleo o con ingresos bajos, que tienen pocas alternativas para mejorar sus rentas porque están a cargo de los hijos sin el apoyo del otro progenitor.
Una legislación que reconozca la complejidad de la separación de las familias, por ejemplo, debería regular la concesión de pensiones alimenticias compensatorias para el cónyuge o el concubino que se encuentra en posición de desventaja luego de la separación; asegurar que el progenitor que se quede con los hijos pueda continuar en el uso de la vivienda familiar, o de acuerdo a la Constitución, obligar a los jueces a valorar el costo económico del cuidado de los hijos, lo que se conoce como la economía del cuidado.
El sistema actual no es justo para madres, hijos y padres. En ocasiones parece un chantaje legalizado o una dádiva institucionalizada, pese a ello en la Legislatura no se toman medidas para cambiar la situación, para estos temas no existen compromisos éticos, urgencias económicas o necesidades electorales.
Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección:http://www.elcomercio.com/opinion/chantaje-o-limosna.html. Si está pensando en hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. ElComercio.com
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Chantaje o limosna
Por Farith Simons – 3/12/2012
La sobrevivencia es tan importante para la vida de las familias que, en los últimos años, la regulación y tratamiento judicial a las pensiones alimenticias ha sido un tema excluyente en el derecho de familia.
En el 2009 se aprobó una reforma de gran escala al tema, en el Código de la Niñez: se eliminó, normativamente, la necesidad de abogado para el juicio; se establecieron formularios para las demandas; se simplificó el trámite; y se introdujo –la ya famosa- tabla de pensiones alimenticias, que fija los montos a pagar, de forma referencial, de acuerdo a la edad de las y los beneficiarios y los ingresos del obligado; además se incrementó, de forma significativa, el número de judicaturas especializadas.
La reforma tenía varios objetivos plausibles, dos de ellos: reducir los tiempos procesales y evitar que los jueces fijen pensiones con montos ínfimos, insuficientes para las necesidades de los niños y niñas, e incompatibles con los ingresos de los obligados.
No existen datos estadísticos -confiables- que permitan evaluar el impacto real de estas medidas; pero de manera frecuente se conocen casos de jueces que fijan pensiones escasas o excesivas o de la capacidad de pago de los obligados a cubrirlas.
Las mujeres, las que presentan usualmente las demandas, reciben menos o más de lo que sus hijos realmente necesitan.
Al recibir menos, a pesar de que el obligado tenga mayor capacidad de pago, los niños, niñas y adolescentes deben encarar una vida de privaciones o restricciones; cuando reciben más, sin importar cuánto tenga el obligado, se da un enriquecimiento injusto, que se puede mirar como un defecto admisible porque genera un beneficio, sin embargo esto repugna al sentido de justicia y en muchos casos perjudica a otras familias.
La pensión alimenticia es percibida -en muchos casos- como tabla de salvación económica para miles de mujeres, sin empleo o con ingresos bajos, que tienen pocas alternativas para mejorar sus rentas porque están a cargo de los hijos sin el apoyo del otro progenitor.
Una legislación que reconozca la complejidad de la separación de las familias, por ejemplo, debería regular la concesión de pensiones alimenticias compensatorias para el cónyuge o el concubino que se encuentra en posición de desventaja luego de la separación; asegurar que el progenitor que se quede con los hijos pueda continuar en el uso de la vivienda familiar, o de acuerdo a la Constitución, obligar a los jueces a valorar el costo económico del cuidado de los hijos, lo que se conoce como la economía del cuidado.
El sistema actual no es justo para madres, hijos y padres. En ocasiones parece un chantaje legalizado o una dádiva institucionalizada, pese a ello en la Legislatura no se toman medidas para cambiar la situación, para estos temas no existen compromisos éticos, urgencias económicas o necesidades electorales.
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Abrazar y disfrutar el contacto piel con piel con sus hijas e hijos recién nacidos es una experiencia llena de amor y ternura.
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Chile
Si las formas tradicionales de masculinidad se definen en oposición a lo femenino y a los roles de cuidado, ¿qué sucede cuando los hombres se involucran más activamente en el cuidado de las personas y la crianza de los niños? Algo de esos cambios es visible hoy en las sociedades latinoamericanas, donde ciertas ‘masculinidades emergentes’ parecen apostar a la equidad de género. Sin embargo, en esas mismas prácticas se filtran valores tradicionales acerca del rol del varón en la familia. La idea de cuidado paterno sigue siendo concebida por los hombres a la luz de nociones de masculinidad relacionadas con las labores de provisión y protección.
La participación de los padres en el cuidado de los hijos es un fenómeno relativamente nuevo en América Latina. La encuesta internacional IMAGES, sobre varones e igualdad de género, confirmó los hombres continúan valorando el rol proveedor económico como una de sus principales funciones. En el caso de Chile, un 87,5% declaró que “en general, tengo la mayor responsabilidad de proveer para mi familia”,en contrapartida con un 61,9% que sostuvo que su “rol en el cuidado de los hijos es principalmente como ayudante”. En el país fueron entrevistados1.192 y 426 mujeres de entre 18 y 59 años.
La investigación Ser padre en Santiago de Chile, dirigida por el sociólogo José Olavarría, constató la coexistencia entre los discursos equitativos con otros tradicionales sobre el rol de los hombres, evidente en aparentes inconsistencias o contradicciones en los relatos de los entrevistados. Pese a que los participantes de la investigación afirmaron con frecuencia el deseo de involucrarse más en la vida de sus hijos, ellos siguen siendo renuentes a realizar tareas domésticas, entre ellas las labores de cuidado. Los varones cesanteados de sus trabajos que habían asumido “labores del hogar” experimentaron malestar ante esa perspectiva, señala Olavarría. “El varón, especialmente al inicio, se siente indigno, no tiene dinero para sus gastos; la mujer le tiene que pasar dinero; siente que no se lo puede comentar a nadie, porque sería visto como un «zángano»”, relata el sociólogo. Pero con el tiempo los mismos varones asumen su nueva situación y logran adaptarse hasta encontrar un nuevo trabajo. “La cesantía es, para algunos, una oportunidad de sentir el amor, cariño y solidaridad de la mujer hacia él, o por el contrario, el menosprecio y rechazo”, reconoce.
Olavarría señala que el modelo hegemónico de masculinidad plantea a la condición adulta la exigencia de la paternidad. Al ser constitutiva de la masculinidad y uno de sus principales ejes, la paternidad reafirma mandatos y les da sentido en la vida cotidiana, entrecruzando dimensiones fundamentales de la identidad masculina con el hecho de ser padre. En palabras del sociólogo: “el padre es una persona importante, es el jefe de familia, la autoridad del hogar; su trabajo permite proveer a la familia y a los hijos; prueba y ejerce su heterosexualidad a través de los hijos que procrea, y demuestra su poder siendo fecundo”. El padre así, tiene un destino señalado: constituir una familia, estructurar relaciones claras de afecto y autoridad con la mujer y los hijos, que le permitan proteger, formar y proveerla en un espacio definido, el hogar.
El estudio IMAGES corrobora que todavía se está muy lejos de alcanzar la equidad de género y aun más lejos de poder afirmar que el machismo ha muerto. Las madres siguen asumiendo una parte desproporcionada de la atención del niño y las tareas del hogar en comparación con los padres. En el caso de Chile los resultados de la encuesta son elocuentes: la actividad donde el padre (u otro hombre en el hogar) tuvo una mayor participación fue preparar comidas: 23,6% señaló que lo hacía de manera frecuente y 32,6%, a veces. Sin embargo en el aseo, lavado y limpieza, un 52,6% señaló que su padre (u otra figura masculina) nunca hacía aseo, un 64,2% nunca lavaba ropa y un 69,5% nunca limpiaba el baño.
Existen a la vez cifras reveladoras de hombres más cómplices con la equidad de género y dispuestos a involucrarse en la crianza y el cuidado de sus hijos. Según los sondeos del Instituto Pew, a partir de 2011 los varones dedicaron siete horas a la semana al cuidado de niños y 10 horas a la semana a tareas domésticas. Eso es aproximadamente la mitad de lo que hacen las madres, pero es un gran salto desde 1965, cuando los padres dedicaban apenas dos horas y media a la semana a la atención infantil y cuatro horas a tareas domésticas, según afirma Gary Barker, director internacional de la ONG Promundo, coordinador de la campaña global de Paternidad MenCare y participante invitado en el seminario Paternidad Activa, Cuidado y Corresponsabilidad celebrado el año pasado en Chile.
En sentido dado a esas actividades se combinan diferentes valores. Según constata la encuesta IMAGES Chile, 97,8% de los encuestados considera importante que el padre esté presente en la vida de sus hijos, incluso si está separado de la madre y ocho de cada diez hombres (75,9%) que viven con sus hijos y trabajan indicaron que les “gustaría trabajar menos si eso significara pasar más tiempo con mis hijos”; mientras que un 61,7% señaló que “dedican muy poco tiempo a sus hijos por motivos de trabajo”. Sin embargo, el 46% afirmó que cambiar pañales, bañar y alimentar a los niños es responsabilidad de la madre. A esto se suma que, según resultados de la investigación, la madre fue por lejos el familiar que cuidó más a los hombres durante su infancia con un 94,4%. Mientras 69,8% también señalaron haber sido cuidados por su padre. Un porcentaje menor señaló a otros parientes como la abuela, con un 10,8%, y el abuelo, alcanzando un 7%.
Coexisten entonces, confirma Olavarría, dos modelos de paternidad, una patriarcal, donde el hombre es proveedor, figura de autoridad y protector, y otra más democrática, íntima, afectiva y cercana, que acarrea complejas demandas para los varones como padres. “Ser un buen padre capaz de satisfacer este rango de demandas o mandatos es imposible. Hay demasiadas demandas contradictorias para un simple mortal que, después de todo, es lo que son los hombres”, afirma el experto.
Francisco Aguayo, psicólogo e investigador en paternidades y masculinidades, y coordinador de la Campaña de Paternidad: amor, presencia y compromiso de padre, reconoce que si bien se habla mucho de la paternidad 2.0, esto es, de la emergencia de un nuevo padre, esta aseveración es bastante discutible. “En el panorama global, mirando 8 países y más de 15 mil hombres, se observa que todavía tenemos un orden de género muy tradicional –en familias de pareja heterosexuales– donde gran parte de las tareas de cuidado la tienen las mujeres. También hay hombres que ayudan y existe un segmento que lo hacen sólo ellos, pero es menor”, afirmó recientemente en una entrevista. Sostuvo que en este nuevo escenario aparece el “neomachismo”, donde muchos hombres dicen que comparten las tareas domésticas, que no son machistas y creen que la carga de cuidado es compartida, mientras que las encuestas revelan lo contrario.
Sin embargo, un espacio donde los varones sí han entrado con fuerza, dice el psicólogo, es la comunicación. “Hablan más con sus hijos, están más en contacto y buscan conocerlos. A diferencia de la generación anterior, que no se preocupaba mucho por los hijos, ahora ellos quieren ser más cercanos. Pero de ahí a compartir tareas de cuidado hay un salto”, explica. Relata que lo que los hombres más hacen es jugar con los hijos y sienten que cumplieron con su cuota. Pero falta mucho camino por recorrer cuando se observa todo el repertorio de acciones de cuidado que hay que resolver en un hogar.
Varones y cuidado
Cuando se habla de paternidad, en la actualidad resulta difícil ignorar los derechos y necesidades de las mujeres, así como desconocer la perspectiva de los derechos del niño. El artículo 18 de la Convención Internacional de los Derechos del Niño señala que “los Estados miembros deben velar porque ambos padres sean igualmente responsables del cuidado del niño/a”. De esa manera la corresponsabilidad del padre en la crianza ha empezado a concebirse no sólo como una obligación de los varones sino también como un derecho que cada niño y niña tiene al nacer.
Diversos estudios dan cuenta de los beneficios para madres e hijos de la participación de los padres en las tareas de cuidado. Cuando los últimos tienen una presencia de calidad en la vida de sus hijas e hijos, éstos muestran mayores índices de salud física y mental, desarrollo cognitivo, motivación para el estudio y rendimiento académico. También mejoran las habilidades sociales, aumenta la autoestima, disminuyen los problemas de conducta y se observa mayor tolerancia al estrés (Allen y Daly, 2007; Barker, 2003; Nock y Einolf, 2008). El ingreso familiar también aumenta cuando los hombres llevan a cabo más tareas de cuidado. Cuando los hombres están involucrados en el trabajo doméstico, los niños muestran actitudes más equitativas de género.
La participación de los hombres en la paternidad y el cuidado de los otros puede ser una motivación poderosa –aunque a menudo desdeñada– para que se involucren de manera positiva en la vida familiar. Quienes promueven esos cambios en la sociedad han pasado a prestar más atención, en sus investigaciones e intervenciones, al desarrollo y las necesidades personales del padre, así como a las perspectivas de los propios hombres acerca de su rol en la familia. Cada vez es más común que en las investigaciones sean escuchadas las voces de los hombres respecto a sus creencias, percepciones y emociones, así como sus propios balances en materia de paternidad.
En cinco países del llamado Sur Global, México, Chile, Brasil, Sudáfrica e India, Barker y colegas registraron 83 historias de vida de varones que asumieron tareas del cuidado en un contexto de desempleo. Los entrevistados habían salido del mercado laboral. Para Gary Barker, “son hombres que se veían a sí mismos como perdedores en el mercado capitalista”, explica el experto. En él, si “no reciben un ingreso mensual, no existen”.
El estudio mostró que la mayoría no sabía cómo desarrollar el trabajo de cuidado. Carecían de referencias y se sentían confundidos en sus nuevos roles: “¿mis hijos me verán como hombre?” fue una de las preguntas más recurrentes, relata el director de Promundo. Escuchar las voces masculinas en la investigación permitió confirmar la hipótesis sobre la confusión que experimentan algunos hombres de cara a la transformación de las normas y roles de género, así como a las nuevas expectativas que esto ha implicado para los hombres en el hogar.
Muchos hombres reconocieron sentir que “el mundo no valorizaba su trabajo”. Se sentían “solitarios y deprimidos”. En resumen, constataron los investigadores, su discurso era muy parecido al de algunas mujeres que trabajan en el ámbito doméstico. Pero fue a través de esa experiencia que los hombres desarrollaron comportamientos más equitativos, afirma el experto. El cuidado los transformó en nuevos hombres y no al revés: “las actitudes equitativas de género no eran una vía para el cuidado; el cuidado fue un camino hacia las actitudes de igualdad de género”, afirma el profesional.
Una lenta transformación
En la búsqueda de caminos o procesos de cambio entre los hombres no se deben esperar cambios drásticos o revolucionarios. Las transformaciones en las normas de género y actitudes individuales a menudo son graduales, con paradigmas viejos y nuevos que existen simultáneamente. El llamado a los hombres a involucrarse en la promoción de la equidad de género se hizo más patente durante la década de los noventa, a partir de las conferencias de El Cairo (1994) y Beijing (1995). A su vez, cambios demográficos, migraciones y las propias dinámicas del mercado laboral impactaban profundamente los papeles del hombre y la mujer en las familias. Numerosas investigaciones y análisis apuntan a una creciente “incorporación de las mujeres en la modernidad” y su reconocimiento como sujetas de derechos. Según datos del Banco Mundial, ellas constituyen el 40% de la población económicamente activa a nivel global y aunque a los hombres aún se les pagan salarios más altos –se estima que a nivel global las mujeres ganan 22% menos que los hombres por el mismo trabajo– esas brechas tienden a reducirse. En educación también ha habido avances significativos. A nivel regional, las mujeres latinoamericanas lideran su participación en estudios universitarios.
En materia de conyugalidad, se registra que en América Latina más matrimonios terminan en divorcio o separación, que la edad de casamiento ha aumentado y que más niños nacen fuera de uniones formales. También se observa una creciente subcontratación para el cuidado de niños y niñas, aun en países con ventajosas licencias postnatales para hombres y mujeres.
Otro aspecto que ha nutrido el debate sobre el tema en los últimos años es el reconocimiento legal de las uniones del mismo sexo en varios países. Con relación a las mismas se ha indagado el papel que gays, lesbianas, bisexuales, y personas transgénero desempeñan como padres y madres. Para Barker, la cuestión pasa por tener dos o más cuidadores, sin importar el sexo de los mismos. “Dos es generalmente mejor que uno”, afirma. De hecho, indica el experto, algunos programas en Norteamérica y Europa Occidental han empezado a usar términos como “paternidad cooperativa”, “alianza paternal” o “paternidad en equipo”, para enfatizar la cooperación en pareja.
Estos cambios, así como la mayor atención a la participación de los hombres en la toma de decisiones en materia de salud sexual y reproductiva, parecen haber contribuido a la transformación de las relaciones de género en el seno de la familia, pero no lo suficiente como para promover una participación más activa en su rol de padres, pese al aumento del interés por parte de varones.
Sin embargo, a juicio de Olavarría, algunos hombres vislumbran o tienen conciencia de que la paternidad tal como la vieron en el propio padre y que aprendieron hoy ya no es posible, se ha comenzado a desmoronar. Los jóvenes de sectores medios y altos especialmente comienzan a plantearse nuevas formas de paternidad. Gary Barker reconoce que muchos hombres son conscientes de y responden a normas sociales cambiantes sobre la paternidad; sin embargo aclara que la internacionalización de estas nuevas normas –que muchos hombres se sienten obligados a cumplir– no es un proceso sencillo.
Equidad de género: el difícil camino de su promoción
Promover la equidad de género es un proceso complejo que implica ser sensible a cómo la clase social, el acceso al trabajo y a la educación formal, la edad y generación inciden en la búsqueda de justicia social. No se trata de un proceso lineal ni homogéneo. Los investigadores señalan que los cambios sucederían con mayor intensidad ahí donde los influjos culturales de la modernidad calan más hondo: en los sectores sociales ligados a la globalización, a la universalización de ciertos valores, a la convivencia con distintas visiones de mundo y estilos de vida. Otros sectores, en cambio, se opondrán a estos cambios, guiados por una visión de mundo que encuentra refugio en la tradición, o signados por un acceso diferenciado a los beneficios concretos de la modernidad, sea por su realidad socioeconómica o la disponibilidad de recursos simbólicos.
Olavarría confirma que en los sectores más populares, ser jefe de hogar y proveedores es uno de los mandatos de la masculinidad hegemónica que tiene más arraigo. La inestabilidad laboral, la inclusión de las mujeres al trabajo y transiciones en el rol de género, entre los cambios socioculturales más relevantes del último tiempo, han transformado “el hogar en el espacio más importante en el que el hombre puede ejercer dominio”.
En cambio, continúa el investigador, esto no sucede así con los varones de clase media alta, a quienes estos cambios no les han afectado en su calidad de proveedores principales, y su mundo social y las redes de la que forman parte les permiten convivir en distintos espacios además de su hogar y ejercer normalmente dominio en otros, por ejemplo en su trabajo. Asimismo las mujeres de este sector son las que en mayor número han ingresado al mercado de trabajo, con altos niveles de escolaridad, y hacer aportes económicos al hogar.
La investigación Ser padre en Santiago de Chileconstató que la división sexual del trabajo se ve cuestionada por una proporción creciente de varones, especialmente los más jóvenes y de sectores medios alto, que estiman que las mujeres tienen los mismos derechos y deberes que ellos, “considerando que ellas pueden decidir libremente lo que desea hacer, dentro de un clima de respeto y comprensión mutua”. Para estos varones, tanto las mujeres como los hombres deben ocuparse de la crianza y sustento del hogar. Muchos participan ya en las actividades del hogar, cuando ellas hacen trabajo remunerado y aportan al hogar, detalla la publicación.
Los varones desean cada vez más que las mujeres participen como proveedoras o ellas así se lo están planteando. Las mujeres más jóvenes comienzan a ponerlo como condición para establecer una relación de pareja, especialmente en los sectores medios altos. “Es así que el mandato de que el varón sea el proveedor de la familia comienza a perder fuerza y se comienza a esperar que ese rol sea compartido”,observa Olavarría.
En Chile, al igual que en otros países latinoamericanos, los hombres más jóvenes están aceptando más la equidad de género que los mayores. Participan más en las tareas domésticas, en los controles prenatales, en el parto, y en el cuidado de los hijos. Sus actitudes de género también son más equitativas según el estudio de IMAGES. En este ítem los hombres chilenos son los campeones entre los países encuestados en términos de participación en el parto. La encuesta revela que cerca de la mitad de los hombres, un 49,8%, señalaron haber estado en la sala de partos al momento del nacimiento de su último hijo, un 22% declaró haber estado en la sala de espera o en otro lugar del hospital y un 28,2% de los hombres indicó no haber estado en el hospital al momento del nacimiento. Estos datos varían según el nivel educacional y la edad, donde los hombres con más escolaridad y más jóvenes aparecen con más frecuencia.
Olavarría corrobora que los padres, especialmente los mayores, se mantuvieron en los primeros meses más bien distantes del niño, hasta que éstos comenzaron a hacer manifestaciones de mayor sociabilidad. Se sentían torpes y en un espacio, en gran medida, privativo de la madre. Ellos eran más bien observadores. Los padres jóvenes, confirma el investigador, en cambio, consideran que les corresponde involucrarse activamente en la crianza de los primeros meses y así lo hacen. “Yo hacía de todo. Desde ponerle la cremita, que había que desinfectarle el ombligo, las leches, todo, absolutamente todo. Jamás pensé que esa fuera una labor que a mí no me correspondiera”, reconoce Patricio, de 32 años y estrato socio-económico medio alto.
Licencias parentales
Las instituciones juegan un papel activo en la promoción o exclusión de los varones del ejercicio de la paternidad activa y democrática. Cuestionarse y reflexionar sobre la exclusión de la perspectiva de género y la inclusión efectiva de los varones en los discursos de instituciones y profesionales es crucial para hacer efectiva esta transformación.
Aguayo corrobora que “la política de que los varones entren al parto ha sido modelo a nivel latinoamericano y los hombres han confirmado la importancia de esa experiencia en el vínculo con su hijo. Ahora se necesitan otras políticas, porque sí participan en el parto y en la ecografía, pero necesitamos que lo hagan en los controles de salud, porque ahí van poco, sólo alrededor de un 15%. ¿Por qué? Porque hay más mujeres en la casa, las barreras del trabajo de los hombres que no los dejan salir y los horarios son difíciles”.
A juicio de Olavarría, una de las grandes dificultades para que los varones asuman de un modo diferente su rol como padres se encuentra en la organización del trabajo. Por ello, es necesario revisar las agendas políticas, las negociaciones colectivas, fortalecer los sindicatos y redefinir las reglas del juego de la producción, con el fin de propiciar otras relaciones entre los varones y la familia. Parte de su problema es asumir las condiciones laborales y “dejar tiempo para el núcleo familiar”. Para Olavarría el neocapitalismo es una “máquina de moler carne” que tiene “presas” a las personas.
Es obvio que las políticas y legislaciones que excluyen a los trabajadores varones de los derechos de la crianza hacen que ésta siga siendo una responsabilidad femenina, donde los derechos relacionados al cuidado siguen ligados exclusivamente a las mujeres. En ese orden, el rol de los varones sería a lo sumo subsidiario de las mujeres en esas tareas. Según algunos estudios, la licencia postnatal para hombres sería una de las principales herramientas en la promoción de este cambio. En efecto, pocos hombres cambian espontáneamente, o solos; los cambios en actitudes y conductas generalmente requieren también cambios en el significado social que se da a sus acciones.
En Europa Occidental, Australia y América del Norte hace más de 20 años que se impulsan políticas para propiciar la participación masculina en la crianza y cuidado de los hijos. Destaca Noruega con uno de los permisos postnatales más avanzados del mundo. Desde 1977, el país escandinavo otorga participación activa a ambos progenitores con el objetivo de incentivar la participación del padre en el primer año de vida de sus hijos, además de estimular la fuerza laboral femenina en la actividad económica. Cuando las mujeres vuelven al trabajo luego de nueve meses, los hombres toman su posnatal, que tiene una duración de dos meses y medio.
De acuerdo con la experiencia de algunos países europeos, que los hombres se involucren más como padres es considerado positivamente por amplios sectores de la sociedad. Les da a los padres involucrados un estatus social especial. Los noruegos asumen el cuidado con orgullo. “Con otros amigos que también estaban en su posnatal hacíamos ‘grupos de papás’ y nos juntábamos a cocinar o a hacer actividades con los niños, lo que nos ayudó a compartir experiencias y a resolver dificultades. Lo único que no podemos hacer es alimentar a nuestros hijos con leche materna, pero incluso en eso podemos ayudar llevándolos al trabajo de nuestras esposas para que los puedan amamantar a tiempo”, comentó un empresario de 31 años en reportaje del diario La Tercera de Chile.
Según el estudio El cuidado compartido: hacia una propuesta de parentalidad, del PNUD/OIT (2013), todos los países en la región ofrecen actualmente algún tipo de licencia por maternidad y, recientemente, 16 países han aumentado esta licencia dando cumplimiento a convenciones apoyadas por la Organización Internacional del Trabajo. Sin embargo en 2003 sólo ocho países (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Guatemala, Paraguay y Uruguay) ofrecían licencias remuneradas por paternidad. Aún en esos casos el período de la misma era bastante reducido: entre dos y ocho días de duración según constata la base de datos de condiciones de trabajo y empleo de la OIT.
En Brasil y Chile, este permiso es de 5 días, Argentina y Paraguay cuentan con 2 días. En Uruguay la normativa solo alcanza a los funcionarios públicos y es de 3 días, pero es una práctica extendida en los convenios colectivos. En Colombia, se contempla la facultad de la madre de ceder al padre una de las 12 semanas de su descanso por maternidad. Chile también le otorga a la madre la facultad de poder traspasar al padre del niño una o más semanas de dicho permiso. En el caso de Brasil, cursa un proyecto legislativo de un miembro del Partido de los Trabajadores para ampliar a 15 días la licencia de paternidad para empleados públicos, que actualmente sigue la regla de los 5 días como cualquier otra empresa. Pero nadie asegura que este eventual cambio modifique sustancialmente esta realidad.
De hecho, en Chile destaca la alta proporción de hombres que no se tomaron un período postnatal –remunerado o no: tres de cada cuatro hombres, un 76,6%, no la tomó. Un 20,6% señaló tomar una licencia pagada –que en Chile es de 5 días para los padres trabajadores con contrato de trabajo– y un 2,6% indicó haber tomado una licencia no pagada, según la encuesta IMAGES. Este indicador también revela una relación estrecha entre los permisos postnatales, la edad y el nivel educacional: las personas con menor edad y mayor nivel educacional se tomaron más permisos postnatales. Cerca de la mitad, un 51,9%, señaló que el trabajo no se lo permitió, mientras que un 13,9% manifestó que no tenía condiciones económicas para hacerlo y un 10,2% señaló que simplemente no quiso tomarse el permiso.
Aguayo recomienda como pieza clave de la política pública que exista una licencia postnatal para los padres exclusiva y remunerada de al menos 4 semanas de duración, siguiendo modelos como el Noruego, Sueco o Alemán. Adicionalmente sugiere incorporar incentivos para que los padres usen la licencia de modo compartido con la madre.
Si bien estos cambios pueden contribuir en cierta medida a un mejor reparto de las labores de cuidado y crianza, feministas han llamado la atención respecto de la efectividad de las licencias y si son los pasos más adecuados para garantizar el cuidado compartido. Tanto en Brasil como en Chile, se aprobó la extensión de la licencia por maternidad a 6 meses hace pocos años.
En Brasil, los hombres y las mujeres deben compartir dicha licencia remunerada, que es obligatoria, como en el caso de Dinamarca. Sin embargo, los resultados de la medida no han sido los esperados.“En Dinamarca y Suecia, cuando una mujer tiene un hijo, la madre puede permanecer hasta seis meses en su casa, y su padre también. Él tiene derecho a un permiso de paternidad obligatorio de igual duración. Aquí [en Brasil] se ha aumentado la responsabilidad de las madres sin extender el período para los padres para que puedan compartir esta responsabilidad con ellas, es decir, para que la carga se puede dividir entre hombres y mujeres”, comenta la investigadora Lena Lavinas, profesora asociada del Instituto de Economía, Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ ).
La legislación laboral sobre maternidad en Chile es considerada una de las más protectoras de la región. El país cuenta además con una red de salas-cuna que el gobierno, a través de la Junji (Junta Nacional de Jardines Infantiles), implementó en todo el país durante el gobierno de la presidenta Bachelet (2006-2010). Sin embargo, frente a la extensión del postnatal de 6 meses, organizaciones feministas chilenas se preguntan cómo aumentar la corresponsabilidad de los padres y facilitar una mayor conciliación en el seno de la familia, para que la medida no produzca un efecto negativo en el ámbito laboral de las mujeres. Actualmente, existe una suerte de «castigo remuneracional» o de competencias para las mujeres profesionales al tener que alejarse por tanto tiempo de su trabajo para atender la maternidad. Esto las hace menos atractivas que los hombres para el mercado laboral, porque con la extensión del postnatal su ausencia alcanzará los 7 meses y medio.
Al igual que feministas chilenas, Lena considera que una licencia de maternidad prolongada pero restringida a algunos segmentos ocupados puede aumentar las diferencias en el mercado laboral. A esto se suma que el beneficio de la licencia de maternidad deja fuera a un importante porcentaje de mujeres que no cuenta con contrato de trabajo y se desempeña en el sector informal. El desarrollo de una infraestructura adecuada –jardines infantiles y guarderías seguras– que permita aliviar la doble carga que pesa sobre las mujeres también ha sido una demanda de organizaciones feministas y de mujeres en Brasil.
A partir de estas intervenciones, orientadas a un cambio cultural y en las actitudes, sus promotores buscan activar debate sobre los roles de los hombres y su inclusión en las agendas estatales. Su ideal es un modelo alternativo de maternidad y paternidad que vaya más allá de “resignificar lo que es ser hombre así como reconocer que cuidar no es un atributo masculino o femenino, sino uno humano”, concluye Barker.
Publicada em: 16/01/2014
Fuente: http://www.clam.org.br/ES/destaque/conteudo.asp?cod=11364
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