La vuelta al cole o ‘Herodes qué grande eres’

¿Conocéis esa sensación de culpa que te embarga cuando llega septiembre y llevas a los niños a su primer día de colegio? ¿Ese sentimiento de abandono que te llena de responsabilidad cuando te miran con esa carita como diciendo “por qué me dejas aquí solo” y te hace sentir mal padre/mala madre? Yo tampoco.

Madredelamorhermoso, qué largos son los veranos. Tres meses, tres largos meses con sus interminables días, sus calurosas noches, sus mañanas de piscina, sus tardes de playa, sus fines de semana de parque infantil… Los chinos inventaron torturas menos lentas y agónicas.

No sé si a alguno de vosotros se os habrá presentado la ocasión de “disfrutar” de unas largas vacaciones con dos niños a cuestas. Un día cualquiera en un destino costero cualquiera suele discurrir como sigue: por lo general, los niños se sincronizarán con el sistema solar para despertarse como motos con las primeras luces del alba. A partir de ese momento, todo irá a peor, obviamente. Si el día amanece despejado y Roberto Brasero pronostica no menos de 30 grados, prepárate y átate los machos. Te espera una larga jornada de sol pegándote en el melón, arena metida en orificios otrora impenetrables y riñones al jerez persiguiendo niños por la playa. Si tienes suerte y no te quitas las chanclas igual logras volver a casa sin puntos de sutura por pisadura de conchas. 
Ahora, que si Roberto Brasero pronostica alerta por tormentas localizadas échate a temblar, porque un día de verano metido en casa con dos niños sólo es equiparable al conflicto de la franja de Gaza. Y además, como en Gaza, siempre ganan los mismos.

Por descontado, después de tres horas sacudiéndote el salitre y la mala ostia, olvídate de dormir la siesta, poner los pies en alto o ver a Los Manolos. Si comes en casa, te tocará pelearte con uno de los dos delincuentes, a elegir, para que ingiera la ensalada campera, que “está muy fresquita y es muy saludable, que te pasas el día comiendo chuches y mierdas”.

Después, con suerte quizá consigas que se metan en la habitación a destrozar el mobiliario y los juguetes, a pelearse entre sí y a gritar como fans de Cristiano en la grabación de un anuncio de Abanderado.

Por la tarde, si se mantienen las previsiones climáticas, volverás a la playa con el hombro izquierdo dislocado por el peso de la bolsa-nevera y con el derecho a medio seccionar por ese cordoncito mínimo que algún lumbreras ha patentado como mecanismo infalible para colgarte la sombrilla. Tres horitas más de arena y sal provocándote irritaciones inguinales y erosionando tu pundonor, y estarás a punto de terminar el día. Ya sólo te queda volver a casa con los hombros para choped y bañar a las criaturas, intentado que la mezcla de agua, jabón, barro, arena, pequeños fragmentos de moluscos indeterminados y algún que otro elemento desconocido no termine por colapsar las tuberías. Te resta darle la cena a uno de los dos, a elegir, intentado que se coma la rodaja de salmón “que es de color naranja muy bonito y es muy saludable, que te pasas el día comiendo Aspitos, Kolorikis y mierdas de esas”.

Por fin llega el momento de acostarles, pobres, que están cansados, no sin antes leerles un cuento, si es que el escozor de los ojos te permite centrarte en las apasionantes aventuras de Robotito y Carcoma.

Pues esto, amigos, multiplicado por 90 es lo que viene a suponer unas vacaciones de tres meses con dos niños, sustituyendo en ocasiones la playa por la piscina comunitaria que no está el tema para demasiados dispendios. ¿Culpabilidad por llevarles al colegio/guardería? Hoy por hoy, los centros educativos se han convertido para mí en lugares sagrados de culto donde ir a rezar y agradecer al Santísimo que se hagan cargo de los niños durante unas horas. 
Feliz vuelta al cole, papis, disfrutadla…

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Matteo

Os prometí en mi anterior entrada que os explicaría la historia (hasta donde yo sé) de Matteo y … aquí estoy.

Lo conocí hace un tiempo cuando mi cuñado, sacerdote de la diócesis de Tortosa  y con muchísimas ganas de volver a tierra de misión (ya estuvo en las selvas peruana y hondureña), vino a vernos a casa y nos lo presentó. Nos contó algo de su historia y después volvimos a verlo en Semana Santa. Allí se hizo amigo de nuestros hijos (JP siente una especial devoción por él) y con una paciencia infinita pasaba largos ratos jugando con ellos a fútbol, baloncesto o lo que se terciara. Este verano he podido conocer algo más de su vida durante una sobremesa en la que me contó muchas cosas.

Matteo tiene 36 años y es de Venecia. Su madre, si bien era católica, no destacaba por su práctica religiosa y su padre, comunista convencido y comprometido (participaba en «reuniones» clandestinas), le enseñaba ruso desde pequeño. Las malas compañías hicieron que Matteo se adentrara en el mundo de las drogas, llegando a ser, no solo un gran consumidor, sino un traficante. Con veintipocos años tenía -y movía- mucho dinero y tres casas, una de ellas cerca de la frontera con Francia, lo cual le facilitaba mucho sus continuos viajes propios de la «profesión» o una posible huida. Viajaba también a países exóticos (Pakistán, India …) que, aunque le atraían mucho por su espiritualidad, eran obligados para «abrir mercado» En esa época se preocupaba también por su imagen, llegando a hacerse siete piercings en la cara. No sé si sus padres estaban al corriente de las actividades de su hijo, pero de lo que sí eran conscientes era del rumbo que había tomado su vida.

Un día, estando en ese inmueble de su propiedad próximo a la frontera francesa, mantuvo una discusión con un amigo de ese mundo. Al parecer, el amigo le «insinuó» que le podía dar esa casa a él y la reacción de Matteo fue de un enfado tal que, mientras gritaba como un energúmeno, empezó a golpear los cristales que encontraba a su paso. El piso estaba en la quinta planta y, tras romper éstos, bajó hasta la calle rompiendo todos los cristales de cada una de las plantas por las que pasaba. Evidentemente acabó hecho un ecce homo y tuvo que ser ingresado en un hospital para curarle sus múltiples heridas. Estando en el hospital -no sabe muy bien por qué-. decidió llamar a su madre y explicarle algo de su vida. Su madre le propuso volver a casa y así lo hizo él. Allí pasó un tiempo intentando dejar atrás lo que había sido su mundo en los últimos años. Un familiar de su madre le habló a ésta de la Comunità Cenacolo, concretamente de Medugorije, en Bosnia-Herzegovina. Y allí se fue Matteo. Estuvo un tiempo hasta que no aguantó más y se fugó, volviendo a recaer en en sus malos hábitos de su vida anterior. Regresó a casa y a la Comunità. La vida en estas casas se basan en el trabajo y en la oración, nada más (y nada menos) y viven de la Providencia. Lo que más me llamó la atención a mí fue la figura del custodio. Es una persona que ha pasado por lo mismo que el que llega por primera vez y que su misión es acompañar a éste a todas partes. Sí, sí, a todas partes. Sí, al baño también. Si lo piensas un poco, debe ser duro … pero también para el custodio. Tras estar cerca de 9 años en diversos centros de la Comunità (en varios ya como responsable), Matteo decide dar un nuevo sentido a su vida y es cuando aparece mi cuñado, a quien le propusieron acogerlo. Mi cuñado encantado y Matteo también. Durante este tiempo ha estado trabajando (los últimos meses en una granja de conejos a la que también dedicaré una entrada porque fuimos a visitarla) y hace unos meses nos anunció (lo hizo público el pasado 15 de agosto) que en septiembre ingresaba en el Seminario. Mientras me contaba su historia en esa sobremesa, le hice varias preguntas. Una de ellas fue que me explicara cómo es posible que un tipo como él, metido en ese mundo, llegue a un centro de la Comunità donde solo se trabaja y se reza (y con una lapa pegada a ti todo el día), deje todo aquello e inicie una nueva vida. Su respuesta fue muy sencilla: es un milagro.

Este verano visitamos el centro que tienen en Tarragona y sales de ahí impresionado. No pudimos asistir a ningún testimonio de alguno de los allí residentes porque era un día en el que había mucho visitante, pero conocimos a varios jóvenes (de todas partes) y como decía, impacta.

Aunque lo he resumido mucho, espero que haya quedado claro que lo que ha pasado con Matteo (y, gracias a Dios, no es el único) es un auténtico milagro. Si tuviera que destacar algún rasgo de Matteo, sin duda sería su espíritu de servicio. Está permanentemente pendiente de los demás. No sé si es por su etapa de custodio, pero lo cierto es que es así.

Bueno, mañana, 11 de septiembre, es el cumpleaños de JP (ya actualizo el esquema) y estoy un poco nervioso con lo que nos tendrá preparado nuestro Molt Honorable Artur Mas. Cada año se supera y después de manifestaciones, vías y demás actos festivos, no tengo ni idea qué le tendrá preparado este año a JP. A saber
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Matteo

Os prometí en mi anterior entrada que os explicaría la historia (hasta donde yo sé) de Matteo y … aquí estoy.

Lo conocí hace un tiempo cuando mi cuñado, sacerdote de la diócesis de Tortosa  y con muchísimas ganas de volver a tierra de misión (ya estuvo en las selvas peruana y hondureña), vino a vernos a casa y nos lo presentó. Nos contó algo de su historia y después volvimos a verlo en Semana Santa. Allí se hizo amigo de nuestros hijos (JP siente una especial devoción por él) y con una paciencia infinita pasaba largos ratos jugando con ellos a fútbol, baloncesto o lo que se terciara. Este verano he podido conocer algo más de su vida durante una sobremesa en la que me contó muchas cosas.

Matteo tiene 36 años y es de Venecia. Su madre, si bien era católica, no destacaba por su práctica religiosa y su padre, comunista convencido y comprometido (participaba en «reuniones» clandestinas), le enseñaba ruso desde pequeño. Las malas compañías hicieron que Matteo se adentrara en el mundo de las drogas, llegando a ser, no solo un gran consumidor, sino un traficante. Con veintipocos años tenía -y movía- mucho dinero y tres casas, una de ellas cerca de la frontera con Francia, lo cual le facilitaba mucho sus continuos viajes propios de la «profesión» o una posible huida. Viajaba también a países exóticos (Pakistán, India …) que, aunque le atraían mucho por su espiritualidad, eran obligados para «abrir mercado» En esa época se preocupaba también por su imagen, llegando a hacerse siete piercings en la cara. No sé si sus padres estaban al corriente de las actividades de su hijo, pero de lo que sí eran conscientes era del rumbo que había tomado su vida.

Un día, estando en ese inmueble de su propiedad próximo a la frontera francesa, mantuvo una discusión con un amigo de ese mundo. Al parecer, el amigo le «insinuó» que le podía dar esa casa a él y la reacción de Matteo fue de un enfado tal que, mientras gritaba como un energúmeno, empezó a golpear los cristales que encontraba a su paso. El piso estaba en la quinta planta y, tras romper éstos, bajó hasta la calle rompiendo todos los cristales de cada una de las plantas por las que pasaba. Evidentemente acabó hecho un ecce homo y tuvo que ser ingresado en un hospital para curarle sus múltiples heridas. Estando en el hospital -no sabe muy bien por qué-. decidió llamar a su madre y explicarle algo de su vida. Su madre le propuso volver a casa y así lo hizo él. Allí pasó un tiempo intentando dejar atrás lo que había sido su mundo en los últimos años. Un familiar de su madre le habló a ésta de la Comunità Cenacolo, concretamente de Medugorije, en Bosnia-Herzegovina. Y allí se fue Matteo. Estuvo un tiempo hasta que no aguantó más y se fugó, volviendo a recaer en en sus malos hábitos de su vida anterior. Regresó a casa y a la Comunità. La vida en estas casas se basan en el trabajo y en la oración, nada más (y nada menos) y viven de la Providencia. Lo que más me llamó la atención a mí fue la figura del custodio. Es una persona que ha pasado por lo mismo que el que llega por primera vez y que su misión es acompañar a éste a todas partes. Sí, sí, a todas partes. Sí, al baño también. Si lo piensas un poco, debe ser duro … pero también para el custodio. Tras estar cerca de 9 años en diversos centros de la Comunità (en varios ya como responsable), Matteo decide dar un nuevo sentido a su vida y es cuando aparece mi cuñado, a quien le propusieron acogerlo. Mi cuñado encantado y Matteo también. Durante este tiempo ha estado trabajando (los últimos meses en una granja de conejos a la que también dedicaré una entrada porque fuimos a visitarla) y hace unos meses nos anunció (lo hizo público el pasado 15 de agosto) que en septiembre ingresaba en el Seminario. Mientras me contaba su historia en esa sobremesa, le hice varias preguntas. Una de ellas fue que me explicara cómo es posible que un tipo como él, metido en ese mundo, llegue a un centro de la Comunità donde solo se trabaja y se reza (y con una lapa pegada a ti todo el día), deje todo aquello e inicie una nueva vida. Su respuesta fue muy sencilla: es un milagro.

Este verano visitamos el centro que tienen en Tarragona y sales de ahí impresionado. No pudimos asistir a ningún testimonio de alguno de los allí residentes porque era un día en el que había mucho visitante, pero conocimos a varios jóvenes (de todas partes) y como decía, impacta.

Aunque lo he resumido mucho, espero que haya quedado claro que lo que ha pasado con Matteo (y, gracias a Dios, no es el único) es un auténtico milagro. Si tuviera que destacar algún rasgo de Matteo, sin duda sería su espíritu de servicio. Está permanentemente pendiente de los demás. No sé si es por su etapa de custodio, pero lo cierto es que es así.

Bueno, mañana, 11 de septiembre, es el cumpleaños de JP (ya actualizo el esquema) y estoy un poco nervioso con lo que nos tendrá preparado nuestro Molt Honorable Artur Mas. Cada año se supera y después de manifestaciones, vías y demás actos festivos, no tengo ni idea qué le tendrá preparado este año a JP. A saber
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Un dibujo en la pizarra

Retomamos la actividad en el blog con este dibujo que descubrimos el otro día en la pizarra.     De vez en cuando se ponen a jugar con las pinturas y compiten por ver quien realiza el mejor dibujo. Este nos gustó especialmente, pues el niño no es muy dado a esta forma de expresión. […]

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Amor por los animales

Hace ya unos meses, a mediados de la primavera, les prometí a los peques que como regalo de fin de curso les cogería un animalito como mascota para que lo cuidáramos. Conforme ellos veían que se acercaba el final de las clases me lo iban recordando, hablábamos de coger unas cobayas, un conejito, algún hámster…
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Qué hacer en caso de Ciberacoso?

Después de pasar un buen rato navegando por la red y buscando información sobre el Ciberacoso, llegas a una conclusión: No entiendo nada. Las  explicaciones sobre este tema son complicadas y parece que están escritas para un público científico especializado. Incluso la terminología relacionada con este tema llega un momento que parece hasta ridícula, Grooming, Sexting; por eso vamos a intentar simplificar las cosas un poco y acercar este tema a los niños que son los que verdaderamente nos preocupan. No podemos crear más brechas, ya tenemos bastante con la existente entre nosotros y los pequeños nativos digitales. A veces para avanzar hay que retroceder. A partir de ahora vamos a intentar dar una explicación sencilla, clara y directa de estos temas para que ni nuestros hijos ni nosotros perdamos la ilusión y la confianza en algo que es tan genial, Internet y las Redes Sociales. Por eso voy a procurar escribir de forma que estos temas puedan ser entendidos por las dos partes interesadas, los padres y los hijos.

Así que vamos a comenzar por el principio de todo, ¿Qué es el Ciberacoso?. Pues el Ciberacoso es el acoso de los matones por Internet y las Redes sociales, principalmente Facebook y Whatssapp. En el cole hay matones que “se meten” con los más débiles de la clase y en Internet también puedes sufrir su acoso si no sigues unas reglas básicas. En el caso de sufrir algún tipo de Ciberacoso hay que seguir de inmediato cuatro pasos básicos:

 Qué hacer en caso de Ciberacoso?
  1.  Preguntar a Mamá, Papá o a algún adulto en el que confíes. El tutor del cole, el profe de Karate o el monitor de natación. Sin tener miedo ni vergüenza tienes que explicarle a alguien lo que te está pasando.
  2. No contestar a las provocaciones, NUNCA. Si contestas a las provocaciones, los matones pensarán que están haciendo bien su “trabajo”.
  3. No jugar al “Quién es quién”. No intentes descubrir quién se esconde detrás del perfil o de los perfiles que te acosen. Eso es trabajo de la policía.
  4. “Cortar por lo sano” los canales por los que te estén acosando. Debes abrirte otro perfil de Facebook y tienes que pedir a Papá o Mamá que te cambien el número de teléfono.
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Qué hacer en caso de Ciberacoso?

Después de pasar un buen rato navegando por la red y buscando información sobre el Ciberacoso, llegas a una conclusión: No entiendo nada. Las  explicaciones sobre este tema son complicadas y parece que están escritas para un público científico especializado. Incluso la terminología relacionada con este tema llega un momento que parece hasta ridícula, Grooming, Sexting; por eso vamos a intentar simplificar las cosas un poco y acercar este tema a los niños que son los que verdaderamente nos preocupan. No podemos crear más brechas, ya tenemos bastante con la existente entre nosotros y los pequeños nativos digitales. A veces para avanzar hay que retroceder. A partir de ahora vamos a intentar dar una explicación sencilla, clara y directa de estos temas para que ni nuestros hijos ni nosotros perdamos la ilusión y la confianza en algo que es tan genial, Internet y las Redes Sociales. Por eso voy a procurar escribir de forma que estos temas puedan ser entendidos por las dos partes interesadas, los padres y los hijos.

Así que vamos a comenzar por el principio de todo, ¿Qué es el Ciberacoso?. Pues el Ciberacoso es el acoso de los matones por Internet y las Redes sociales, principalmente Facebook y Whatssapp. En el cole hay matones que “se meten” con los más débiles de la clase y en Internet también puedes sufrir su acoso si no sigues unas reglas básicas. En el caso de sufrir algún tipo de Ciberacoso hay que seguir de inmediato cuatro pasos básicos:

 Qué hacer en caso de Ciberacoso?
  1.  Preguntar a Mamá, Papá o a algún adulto en el que confíes. El tutor del cole, el profe de Karate o el monitor de natación. Sin tener miedo ni vergüenza tienes que explicarle a alguien lo que te está pasando.
  2. No contestar a las provocaciones, NUNCA. Si contestas a las provocaciones, los matones pensarán que están haciendo bien su “trabajo”.
  3. No jugar al “Quién es quién”. No intentes descubrir quién se esconde detrás del perfil o de los perfiles que te acosen. Eso es trabajo de la policía.
  4. “Cortar por lo sano” los canales por los que te estén acosando. Debes abrirte otro perfil de Facebook y tienes que pedir a Papá o Mamá que te cambien el número de teléfono.
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Sensaciones de Papá

Las sensaciones que nos ha dejado este periodo estival en el que hemos podido disfrutar de hacer vida juntos durante una semana y dos quincenas alternas son fabulosas. El no estar sujetos a horarios de visitas, pudiendo disfrutar de continuo del día a día, nos ha permitido hacer cosas no habituales, como pasar lindas noches…
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De vuelta de las vacaciones

Unos cuantos niños con la barca
 de nuestros amigos
La semana pasada volvimos a casa, tras pasar unos cuantos -¡qué digo «unos cuantos«!-, «muchos» días de vacaciones en la playa.

Como en años anteriores, nos fuimos al último pueblo costero al sur de Cataluña, a la casa de mi cuñado J. y descansamos mucho. Descansamos menos la semana que duró la Festa Major. ¿Es necesario que dure tanto tiempo? ¿No tenéis suficiente con unos cuantos días? Pues no, venga a soltar vaquillas en el puerto, venga los mozos a hacer el tonto y, sobre todo, venga esas orquestas con música hasta las 6 de la mañana y nosotros, pues eso, ahí, con las ventanas abiertas para no morir asfixiados y escuchando ese «chumba, chumba, chumba …» de fondo y esas conversaciones a gritos a pie de tu ventana que hace que en más de una ocasión abras los ojos para comprobar que esa tertulia no tiene lugar en la mesilla que al lado de la cama.

Este año hemos ido menos a la playa que tenemos a cuatro pasos de casa, aquella que conté que es de piedras. El motivo no han sido las piedras, sino que el agua siempre estaba turbia y a los niños les gustaba más otra de arena. Así que, muy a menudo, cogíamos la furgoneta y nos íbamos a aquella playa en la que hay una industria cementera. La playa está muy bien: agua limpísima, arena, papeleras, campo de fútbol-playa (con porterías como Dios manda), volley-playa y duchas … el único problema son las vistas. Si enfocas bien, las fotos son espectaculares, si te descuidas un poco y aparece esa mole es lo más parecido a Chernobyl (no he estado nunca, pero me lo imagino así). De hecho, mi amigo P., que veranea en un pueblo cercano al que estábamos nosotros, le llama así a esta playa y cada vez que acababa de bucear me tocaba la cara no fuera que tuviera tres ojos.

También hemos hecho excursiones al Delta del Ebro (ya es un clásico) y todo ello con amigos. Allí coincidimos con una familia del colegio que tienen ocho hijos (y varios de ellos de las edades de los nuestros), otra familia, también del colegio, con seis hijos, siendo dos de ellos de la edad (y la clase) de P. y Mi.

Pues eso, playa, excursiones, siestas, comidas ligeras y con abundante bebida, algún gin-tonic nocturno … pero lo realmente importante de este año ha sido conocer a Matteo. Matteo -al que dedicaré la próxima o próximas entradas del blog- es un italiano que conoció mi cuñado y que tiene una historia poco común. Le pedí permiso y me autorizó para explicar (lo que yo sé) su historia que, de verdad, es fascinante

Camino del Delta, se ve así el río Ebro
Seguirá …
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De vuelta de las vacaciones

Unos cuantos niños con la barca
 de nuestros amigos
La semana pasada volvimos a casa, tras pasar unos cuantos -¡qué digo «unos cuantos«!-, «muchos» días de vacaciones en la playa.

Como en años anteriores, nos fuimos al último pueblo costero al sur de Cataluña, a la casa de mi cuñado J. y descansamos mucho. Descansamos menos la semana que duró la Festa Major. ¿Es necesario que dure tanto tiempo? ¿No tenéis suficiente con unos cuantos días? Pues no, venga a soltar vaquillas en el puerto, venga los mozos a hacer el tonto y, sobre todo, venga esas orquestas con música hasta las 6 de la mañana y nosotros, pues eso, ahí, con las ventanas abiertas para no morir asfixiados y escuchando ese «chumba, chumba, chumba …» de fondo y esas conversaciones a gritos a pie de tu ventana que hace que en más de una ocasión abras los ojos para comprobar que esa tertulia no tiene lugar en la mesilla que al lado de la cama.

Este año hemos ido menos a la playa que tenemos a cuatro pasos de casa, aquella que conté que es de piedras. El motivo no han sido las piedras, sino que el agua siempre estaba turbia y a los niños les gustaba más otra de arena. Así que, muy a menudo, cogíamos la furgoneta y nos íbamos a aquella playa en la que hay una industria cementera. La playa está muy bien: agua limpísima, arena, papeleras, campo de fútbol-playa (con porterías como Dios manda), volley-playa y duchas … el único problema son las vistas. Si enfocas bien, las fotos son espectaculares, si te descuidas un poco y aparece esa mole es lo más parecido a Chernobyl (no he estado nunca, pero me lo imagino así). De hecho, mi amigo P., que veranea en un pueblo cercano al que estábamos nosotros, le llama así a esta playa y cada vez que acababa de bucear me tocaba la cara no fuera que tuviera tres ojos.

También hemos hecho excursiones al Delta del Ebro (ya es un clásico) y todo ello con amigos. Allí coincidimos con una familia del colegio que tienen ocho hijos (y varios de ellos de las edades de los nuestros), otra familia, también del colegio, con seis hijos, siendo dos de ellos de la edad (y la clase) de P. y Mi.

Pues eso, playa, excursiones, siestas, comidas ligeras y con abundante bebida, algún gin-tonic nocturno … pero lo realmente importante de este año ha sido conocer a Matteo. Matteo -al que dedicaré la próxima o próximas entradas del blog- es un italiano que conoció mi cuñado y que tiene una historia poco común. Le pedí permiso y me autorizó para explicar (lo que yo sé) su historia que, de verdad, es fascinante

Camino del Delta, se ve así el río Ebro
Seguirá …
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La magia del ultrasonido

Después de haber celebrado el resultado de la prueba de embarazo casera, el siguiente paso lógico era el hacer una cita con la ginecóloga para poder corroborar el resultado y empezar todo esta travesía que es el embarazo. La cita […]

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Ciberacoso, tres partes implicadas.

El Ciberacoso en Internet es constante. Estamos obligados a ir siempre un paso por delante. Hemos visto cómo reconocer las señales de un posible caso de Ciberacoso, ahora vamos a repasar unas recomendaciones para víctimas de este ciberdelito. Indicaciones que como padres hemos de traspasar a nuestros hijos. Es muy importante remarcar a los menores que la persona que denuncia un caso de Ciberacoso no es un chivato, es un buen compañero. Hemos de hacer entender a nuestros hijos que los casos de Ciberacoso pueden llegar a tener consecuencias muy graves en la vida real. A menudo (Por falta de experiencia en el tema) la comunidad educativa acostumbra a dar el mismo tratamiento al Ciberacoso que al acoso escolar tradicional (Bullying) y esto es un error, porque a pesar de asemejarse son muchos los matices y diferencias que los separan. La rapidez de la intervención en un caso de Ciberacoso es fundamental. A menudo es necesaria la iniciativa en la denuncia de la propia víctima y siempre es necesaria su colaboración.



 Ciberacoso, tres partes implicadas.


Ciberacoso: siempre son tres las partes implicadas, el ciberacosador, la víctima y los testigos. Según la actuación de los testigos, el proceso del Ciberacoso variará de forma considerable y condicionará de forma radical las consecuencias sufridas por la victima. El papel que toca a los testigos en un caso de Ciberacoso no es fácil ni agradable pero en contrapartida va a ser de vital importancia. Los padres debemos concienciar sobre esto a nuestros hijos. Hay que lograr hacerles entender que la persona que denuncia un caso de Ciberacoso no es un chivato, es un buen compañero. Esto aplicado al ámbito escolar, en la vida real; la persona que denuncia un caso de ciberacoso es un buen ciudadano, vecino o amigo.

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Ciberacoso, tres partes implicadas.

El Ciberacoso en Internet es constante. Estamos obligados a ir siempre un paso por delante. Hemos visto cómo reconocer las señales de un posible caso de Ciberacoso, ahora vamos a repasar unas recomendaciones para víctimas de este ciberdelito. Indicaciones que como padres hemos de traspasar a nuestros hijos. Es muy importante remarcar a los menores que la persona que denuncia un caso de Ciberacoso no es un chivato, es un buen compañero. Hemos de hacer entender a nuestros hijos que los casos de Ciberacoso pueden llegar a tener consecuencias muy graves en la vida real. A menudo (Por falta de experiencia en el tema) la comunidad educativa acostumbra a dar el mismo tratamiento al Ciberacoso que al acoso escolar tradicional (Bullying) y esto es un error, porque a pesar de asemejarse son muchos los matices y diferencias que los separan. La rapidez de la intervención en un caso de Ciberacoso es fundamental. A menudo es necesaria la iniciativa en la denuncia de la propia víctima y siempre es necesaria su colaboración.



 Ciberacoso, tres partes implicadas.


Ciberacoso: siempre son tres las partes implicadas, el ciberacosador, la víctima y los testigos. Según la actuación de los testigos, el proceso del Ciberacoso variará de forma considerable y condicionará de forma radical las consecuencias sufridas por la victima. El papel que toca a los testigos en un caso de Ciberacoso no es fácil ni agradable pero en contrapartida va a ser de vital importancia. Los padres debemos concienciar sobre esto a nuestros hijos. Hay que lograr hacerles entender que la persona que denuncia un caso de Ciberacoso no es un chivato, es un buen compañero. Esto aplicado al ámbito escolar, en la vida real; la persona que denuncia un caso de ciberacoso es un buen ciudadano, vecino o amigo.

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¿Mi hijo es el revoltoso de la escuela?

La frase “ese niño es mala influencia para ti” ha existido desde siempre y a partir de los 4 años la empezamos a escuchar muy seguido. El problema es que los padres de los dos niños lo dicen, sin siquiera molestarse en saber qué llevó a los niños a comportarse mal. Seguir leyendo

Nota completa publicada en Babycenter en agosto de 2015: http://espanol.babycenter.com/blog/mamas/companeros-de-travesuras/
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Ansioso, ¿yo?

El bebé está parado. Lo sostiene, atrás, la pared. Me planto a dos o tres pasitos suyos. Le estiro las manos para que se arrime solo. Me mira, sonríe y arranca. Uno, dos, lo atajo. La secuencia se repite por lo menos 10 veces más. En las mejores ocasiones, el pibito superó los dos pasos […]

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Levantarte con la voz de tu hijo es empezar el día bien

Hay días, sobre todo en invierno con tan bajas temperaturas, que uno se resiste a abandonar la cama aunque fuera para trabajar. Siempre tratamos de ganar cinco minutos más entre las cobijas, pero cuando sus vocecitas te llaman para acompañarlos al baño o te gritan buen día, te levantas como un bólido sin siquiera pensarlo. Seguir leyendo

Imagen: Dormir personaje bebé| Vector by Vector Open Stock
Nota completa publicada en el blog de Bebycenter: http://espanol.babycenter.com/thread/1606323/levantarte-con-la-voz-de-tu-hijo-es-empezar-bien-el-d%C3%ADa

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Peripecias de un papá – Miserias

La vida está llena de patrones preconcebidos no se sabe cuando por no se sabe quién. Yo no formé parte de su elaboración y probablemente tú tampoco. Y sin embargo parece que nuestra felicidad o, cuando menos, nuestra virtud depende de ellos. En el mundo de la paternidad existen escuelas a las que hay que adscribirse en su totalidad. Hacerlo a medias te deja en tierra de nadie, el lugar perfecto para los que amparan sus miedos y sus inseguridades al refugio de esos patrones que dictaron sus escuelas te señalen con el dedo. Patrones en cuya elaboración no participaron.

La entrada Peripecias de un papá – Miserias aparece primero en decabo.com.

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Erase una vez un blog

Y heme aquí por fin… después de mucho tiempo tengo tiempo (o me doy tiempo, nunca lo sabré), para dar inicio al blog eternamente pospuesto. Activo en la web desde el 2003 mediante el consultorio pediátrico on-line… no sé si alguien recordará esta imagen: Entre la respuesta a las consultas y escribir artículos para la […]

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VDLN #003 La cuna de nuestro futbolista

Maldito sea Bendito sea el tiempo por que pasa, y pasa volando, cuando menos lo esperamos nuestros hijos crecen, la verdad es que de cerca es poco probable que notes el crecimiento de los niños, por lo general lo notamos cuando al ponerle su pijama o sus jeans para salir a echar rostro, estos ya le queda por los tobillos, o que tal cuando ya no le cierra el botón.

Mi hijo ya creció, empieza a dar sus primeros pasos y desde luego, ya no es el mismo bebé domable que era antes, o debo decir que nunca fue.

Ya lo tomamos de las mano y lo llevamos a dar sus primeros paseos, no voy a mentir, no son paseos largos, ya saben, la espalda, las dolencias y esas cosas; una de las cosas más emocionantes de esta etapa es que ya ha empezado a patear su balón, le compre un balón del numero 5 con un forro de tela suave, ¡es increíble!

El Matt aun no dice más que «Papá» o «Mamá», pero expresa bien las ganas de jugar con su balón, si lo alejo de el, hace esos pujidos que no pueden significar otra cosa que “acércame al balón por que voy a romper la red” este es Matt y esos son sus nuevos pasos, como me recuerda aquel comercial de NIKE, ese de la jaula, ¿alguien lo recuerda?
Cuando por alguna cosa que tenga que hacer lo meto a su cuna y le hecho el balón un rato, en verdad que es un imitación perfeta de Ronaldo (el fenómeno) del vídeo de NIKE. Y hay un parecido más, Matt acaba de aprender a salirse de su cuna, entonces se trepa en una de las paredes y se lanza boca abajo hacia la cama, tuvimos suerte de estar ahí para evitar que cayera pero, ah como me recordó ese escorpión que se lanza Roberto Carlos en el minuto 2:25 de ese comercial, no sé ustedes, pero yo no pude pensar otra cosa “Que bien se habría visto si sonara de fondo A Little Less Conversation de Elvis Presley”

Nike – La jaula

Elvis – A Little Less Conversation

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VDLN #003 La cuna de nuestro futbolista

Maldito sea Bendito sea el tiempo por que pasa, y pasa volando, cuando menos lo esperamos nuestros hijos crecen, la verdad es que de cerca es poco probable que notes el crecimiento de los niños, por lo general lo notamos cuando al ponerle su pijama o sus jeans para salir a echar rostro, estos ya le queda por los tobillos, o que tal cuando ya no le cierra el botón.

Mi hijo ya creció, empieza a dar sus primeros pasos y desde luego, ya no es el mismo bebé domable que era antes, o debo decir que nunca fue.

Ya lo tomamos de las mano y lo llevamos a dar sus primeros paseos, no voy a mentir, no son paseos largos, ya saben, la espalda, las dolencias y esas cosas; una de las cosas más emocionantes de esta etapa es que ya ha empezado a patear su balón, le compre un balón del numero 5 con un forro de tela suave, ¡es increíble!

El Matt aun no dice más que «Papá» o «Mamá», pero expresa bien las ganas de jugar con su balón, si lo alejo de el, hace esos pujidos que no pueden significar otra cosa que “acércame al balón por que voy a romper la red” este es Matt y esos son sus nuevos pasos, como me recuerda aquel comercial de NIKE, ese de la jaula, ¿alguien lo recuerda?
Cuando por alguna cosa que tenga que hacer lo meto a su cuna y le hecho el balón un rato, en verdad que es un imitación perfeta de Ronaldo (el fenómeno) del vídeo de NIKE. Y hay un parecido más, Matt acaba de aprender a salirse de su cuna, entonces se trepa en una de las paredes y se lanza boca abajo hacia la cama, tuvimos suerte de estar ahí para evitar que cayera pero, ah como me recordó ese escorpión que se lanza Roberto Carlos en el minuto 2:25 de ese comercial, no sé ustedes, pero yo no pude pensar otra cosa “Que bien se habría visto si sonara de fondo A Little Less Conversation de Elvis Presley”

Nike – La jaula

Elvis – A Little Less Conversation

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Cuatro verdades esclarecedoras sobre la paternidad

1.- Ser padre supone una intensa frustración: Indudablemente todos llegamos al nacimiento de nuestros hijos con la mochila llena de expectativas, creencias, imágenes, recuerdos, miedos, consejos, teorías, ascos y todo tipo de elementos que distorsionan y nos impiden ver, comprender y gestionar con claridad nuestra nueva vida. Quizá esto sea lo último que un futuro padre quiera escuchar, pero es inevitable que la paternidad, aunque probablemente sea la experiencia más gratificante, hermosa y liberadora que jamás viviremos, nos hará experimentar mucha confusión y frustración. Noches insomnes, la paciencia que se acaba, diferencias insalvables con la pareja, presiones, dudas, deseos de criar lo mejor posible, no ser protagonista ya de nuestro tiempo, espacio y ocio, el consejo de los médicos, madre, suegra, vecina, amigos, libros… Queramos verlo o no, tarde o temprano nos descubrimos chocando molestamente contra el hecho de que nuestra forma habitual de ser y hacer no nos aporta las respuestas que necesitamos.

2.- Este desasosiego ocurre porque nos resistimos al enorme cambio que supone ser hombre de familia: Sin saberlo ni pretenderlo nos aferramos a esa mochila que tanto nos pesa y la defendemos a muerte. Ya sea porque nos aterra deshacernos de su contenido o porque creemos que no hay alternativa, intentamos rabiosamente que la vida se amolde a los conceptos que contiene. Esto nos lleva a lecturas muy poco acertadas acerca de lo que vivimos, de esto siguen decisiones erróneas y estas, junto con el tren de consecuencias que generan, nos hacen creer que solo somos víctimas de las circunstancias. Culpamos al humor de nuestra mujer, a sus hormonas, familia o hábitos, culpamos a nuestra larga jornada de trabajo y lo cansados que nos deja, nos culpamos a nosotros y empezamos a sentir que nos equivocamos con esto de ser padres y que en el fondo no estamos hechos para la familia. Cargamos la escopeta en contra de todo menos de la única causa de este enorme malestar: nuestro testarudo intento de hacer que la vida -hijos, compañera, jefe, amigos, economía, etc.- se comporte como nosotros creemos que debería de hacerlo.

3.- Existe una salida en este laberinto: No te preocupes, es posible terminar con esta confusión. Además de disfrutar enormemente de tu nueva vida, podrás darle a tu familia lo mejor de ti. Para eso tienes que empezar a darte cuenta de las creencias y expectativas con que coloreas la realidad, las proyecciones que impiden ver con claridad lo que SÍ está sucediendo.

4.- La paternidad misma ofrece las pistas para salir del laberinto: La disolución del engaño empieza cuando reconocemos que el origen de nuestro padecimiento reside en la manera que tenemos de ver la vida y no en los acontecimientos externos. Disponte entonces con ánimos de echar mano a tu cableado interno y deja de esperar que las cosas afuera cambien. Dado que cada persona es única e irrepetible, aunque el problema de raíz sea uno solo, el camino para diluir la confusión variará. Existen muchas herramientas y recursos en los que apoyarte, van desde la información veraz y liberadora, la buena compañía y la comunicación honesta con tu pareja hasta la psicoterapia, la meditación y el contacto con otros hombres y padres con los que compartir el camino. Sea lo que sea hay una tarea central que puedes empezar a realizar en este mismo instante y mediante la cual podrás hacerte con el mando de tu vida: ya que los problemas se deben en gran medida a tu disposición interna, cada vez que sientas frustración, enfado, dolor, miedo, impotencia, resentimiento, culpa, indefensión, o cualquier otra emoción dolorosa, presta atención a cómo estás. Mira la actitud y los pensamientos que alimentan dicha emoción y permite que cada problema te indique la expectativa que tienes que soltar, la creencia que debes modificar y, sobre todo, la realidad que no estás aceptando. Algunas pistas que pueden ayudarte y que sin duda alguna te librarán inmediatamente de mucha frustración son las siguientes:

  • Presta especial atención a frases -pensamientos- internos del tipo “estoy enfadado con … porque ha hecho …”. Aunque hablan de una emoción, no reconocen tu implicación en los acontecimientos. Sería más acertado, por ejemplo, constatar que dicho enfado viene de una expectativa tuya que no se ha cumplido y que no habías cotejado con la naturaleza de la situación o las personas implicadas. Un ejemplo de esto sería “el enfado ha surgido a raíz perderme el partido de fútbol que pensé que podría ver si mi hijo se dormía rápidamente como otras veces, pero no ha sido así”. ¿Lo ves? En este caso la frustración ha crecido en el terreno de una creencia errónea -los hijos cumplen impecablemente con sus horas de sueño- y una planificación por lo tanto absurda -que se podría ver el partido. 
  • Deja de responder inmediatamente. Aprende a generar un espacio entre los eventos y tus reacciones. Utiliza este espacio para mirar detenidamente lo que sucede. 
  • Mira lo que está alrededor de las emociones: las actitudes que producen y los pensamientos con que se alimentan. Siguiendo el ejemplo del partido de fútbol, podríamos decir que del enfado se desprende poca paciencia hacia el hijo; una creencia secundaria de que duerme mal y es necesario hacer algo al respecto; culpa por no poder dormir al niño “como lo hace todo el mundo”; una actitud de resentimiento hacia la pareja por no entender lo importante que son los partidos de fútbol para el padre; la sensación de que ya nunca será posible ver fútbol; etc. 
  • No te limites a explorar solo lo evidente. Muchas veces lo visible no es la frustración y conviene recorrer el camino en dirección opuesta. Un ejemplo de esto es cuando culpamos a nuestra pareja por no hacer algo de forma correcta, es muy probable que detrás de esto se esconda un deseo frustrado del que no te habías percatado. 
  • Disponte con ánimo científico para observar sin juicios de valor lo que sucede dentro de ti, lo que haces en relación a esto y la reacción que esto causa en tu entorno y circunstancias. 
  • Deja de esperar que la vida se amolde a tus creencias.
  • Despierta tu creatividad. Cada momento de tu vida es único e irrepetible y necesita de una respuesta igualmente única. Muchas veces, lo que dicta la norma no te servirá de nada.
  • Reconoce la influencia que ejerces en lo que te sucede -interna y externamente.


Ya ves, tanto si eres padre como si vas a serlo, puedes saberte afortunado; la vida te está regalando el camino más hermoso y potente para liberarte del caos interno y la confusión que acontece en toda persona. Es cierto, lo expresado en este texto refleja el dia a dia de todas las personas y no solo de los padres, pero con el nacimiento de nuestros hijos se hace evidente la urgente necesidad de liberarnos de nuestras ataduras interiores. No hay cosa que refleje nuestra turbación mejor que la mirada pura e inocente del hijo recién llegado.

¿Cómo vivirías a partir de ahora si supieses que tienes el poder de calmar el 90% de tu malestar?

Para terminar, te propongo un ejercicio práctico que se desprende directamente de lo anterior. Ajústalo a tus necesidades y gustos.

Visualiza una situación real y que recuerdes con frescura en la que te hayas sentido claramente frustrado. Si no te viene ninguna puedes inventar una en la que sepas que experimentarías gran frustración. Ahora mira, sin adelantarte a responder, qué expectativas y creencias le dan forma. No juzgues ni dialogues con lo que encuentres, solo disponte a mirar y deja que lo que está ahí muestre su cara. Mira detenidamente cuál era el deseo que no se cumplió y contra quien cargaste las tintas de tu frustración. Si el destinatario de tu enfado fue una persona, pregúntate con afán de observar objetivamente si realmente esa persona estaba en disposición de satisfacer tu deseo. ¿Sabía de él? ¿Tenía el conocimiento, el tiempo, los recursos y la disposición para satisfacerlo? ¿Tu deseo frustrado tenía sentido dada las circunstancias o más bien era como pedirle peras a un olmo?. Haz todas las preguntas necesarias hasta encontrar la estructura que soporta tu frustración y simplemente acoge cariñosamente las respuestas que emerjan. No te apresures a darte las respuestas que siempre te has dado pues estas probablemente también sean creencias poco acertadas sobre tu realidad interna. Pregunta y espera, cuanto más desconcertante sea la respuesta, mayores serán las probabilidades de que porte información valiosa sobre ti.
**Basado en las cuatro nobles verdades de Buda**
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Cuatro verdades esclarecedoras sobre la paternidad

1.- Ser padre supone una intensa frustración: Indudablemente todos llegamos al nacimiento de nuestros hijos con la mochila llena de expectativas, creencias, imágenes, recuerdos, miedos, consejos, teorías, ascos y todo tipo de elementos que distorsionan y nos impiden ver, comprender y gestionar con claridad nuestra nueva vida. Quizá esto sea lo último que un futuro padre quiera escuchar, pero es inevitable que la paternidad, aunque probablemente sea la experiencia más gratificante, hermosa y liberadora que jamás viviremos, nos hará experimentar mucha confusión y frustración. Noches insomnes, la paciencia que se acaba, diferencias insalvables con la pareja, presiones, dudas, deseos de criar lo mejor posible, no ser protagonista ya de nuestro tiempo, espacio y ocio, el consejo de los médicos, madre, suegra, vecina, amigos, libros… Queramos verlo o no, tarde o temprano nos descubrimos chocando molestamente contra el hecho de que nuestra forma habitual de ser y hacer no nos aporta las respuestas que necesitamos.

2.- Este desasosiego ocurre porque nos resistimos al enorme cambio que supone ser hombre de familia: Sin saberlo ni pretenderlo nos aferramos a esa mochila que tanto nos pesa y la defendemos a muerte. Ya sea porque nos aterra deshacernos de su contenido o porque creemos que no hay alternativa, intentamos rabiosamente que la vida se amolde a los conceptos que contiene. Esto nos lleva a lecturas muy poco acertadas acerca de lo que vivimos, de esto siguen decisiones erróneas y estas, junto con el tren de consecuencias que generan, nos hacen creer que solo somos víctimas de las circunstancias. Culpamos al humor de nuestra mujer, a sus hormonas, familia o hábitos, culpamos a nuestra larga jornada de trabajo y lo cansados que nos deja, nos culpamos a nosotros y empezamos a sentir que nos equivocamos con esto de ser padres y que en el fondo no estamos hechos para la familia. Cargamos la escopeta en contra de todo menos de la única causa de este enorme malestar: nuestro testarudo intento de hacer que la vida -hijos, compañera, jefe, amigos, economía, etc.- se comporte como nosotros creemos que debería de hacerlo.

3.- Existe una salida en este laberinto: No te preocupes, es posible terminar con esta confusión. Además de disfrutar enormemente de tu nueva vida, podrás darle a tu familia lo mejor de ti. Para eso tienes que empezar a darte cuenta de las creencias y expectativas con que coloreas la realidad, las proyecciones que impiden ver con claridad lo que SÍ está sucediendo.

4.- La paternidad misma ofrece las pistas para salir del laberinto: La disolución del engaño empieza cuando reconocemos que el origen de nuestro padecimiento reside en la manera que tenemos de ver la vida y no en los acontecimientos externos. Disponte entonces con ánimos de echar mano a tu cableado interno y deja de esperar que las cosas afuera cambien. Dado que cada persona es única e irrepetible, aunque el problema de raíz sea uno solo, el camino para diluir la confusión variará. Existen muchas herramientas y recursos en los que apoyarte, van desde la información veraz y liberadora, la buena compañía y la comunicación honesta con tu pareja hasta la psicoterapia, la meditación y el contacto con otros hombres y padres con los que compartir el camino. Sea lo que sea hay una tarea central que puedes empezar a realizar en este mismo instante y mediante la cual podrás hacerte con el mando de tu vida: ya que los problemas se deben en gran medida a tu disposición interna, cada vez que sientas frustración, enfado, dolor, miedo, impotencia, resentimiento, culpa, indefensión, o cualquier otra emoción dolorosa, presta atención a cómo estás. Mira la actitud y los pensamientos que alimentan dicha emoción y permite que cada problema te indique la expectativa que tienes que soltar, la creencia que debes modificar y, sobre todo, la realidad que no estás aceptando. Algunas pistas que pueden ayudarte y que sin duda alguna te librarán inmediatamente de mucha frustración son las siguientes:

  • Presta especial atención a frases -pensamientos- internos del tipo “estoy enfadado con … porque ha hecho …”. Aunque hablan de una emoción, no reconocen tu implicación en los acontecimientos. Sería más acertado, por ejemplo, constatar que dicho enfado viene de una expectativa tuya que no se ha cumplido y que no habías cotejado con la naturaleza de la situación o las personas implicadas. Un ejemplo de esto sería “el enfado ha surgido a raíz perderme el partido de fútbol que pensé que podría ver si mi hijo se dormía rápidamente como otras veces, pero no ha sido así”. ¿Lo ves? En este caso la frustración ha crecido en el terreno de una creencia errónea -los hijos cumplen impecablemente con sus horas de sueño- y una planificación por lo tanto absurda -que se podría ver el partido. 
  • Deja de responder inmediatamente. Aprende a generar un espacio entre los eventos y tus reacciones. Utiliza este espacio para mirar detenidamente lo que sucede. 
  • Mira lo que está alrededor de las emociones: las actitudes que producen y los pensamientos con que se alimentan. Siguiendo el ejemplo del partido de fútbol, podríamos decir que del enfado se desprende poca paciencia hacia el hijo; una creencia secundaria de que duerme mal y es necesario hacer algo al respecto; culpa por no poder dormir al niño “como lo hace todo el mundo”; una actitud de resentimiento hacia la pareja por no entender lo importante que son los partidos de fútbol para el padre; la sensación de que ya nunca será posible ver fútbol; etc. 
  • No te limites a explorar solo lo evidente. Muchas veces lo visible no es la frustración y conviene recorrer el camino en dirección opuesta. Un ejemplo de esto es cuando culpamos a nuestra pareja por no hacer algo de forma correcta, es muy probable que detrás de esto se esconda un deseo frustrado del que no te habías percatado. 
  • Disponte con ánimo científico para observar sin juicios de valor lo que sucede dentro de ti, lo que haces en relación a esto y la reacción que esto causa en tu entorno y circunstancias. 
  • Deja de esperar que la vida se amolde a tus creencias.
  • Despierta tu creatividad. Cada momento de tu vida es único e irrepetible y necesita de una respuesta igualmente única. Muchas veces, lo que dicta la norma no te servirá de nada.
  • Reconoce la influencia que ejerces en lo que te sucede -interna y externamente.


Ya ves, tanto si eres padre como si vas a serlo, puedes saberte afortunado; la vida te está regalando el camino más hermoso y potente para liberarte del caos interno y la confusión que acontece en toda persona. Es cierto, lo expresado en este texto refleja el dia a dia de todas las personas y no solo de los padres, pero con el nacimiento de nuestros hijos se hace evidente la urgente necesidad de liberarnos de nuestras ataduras interiores. No hay cosa que refleje nuestra turbación mejor que la mirada pura e inocente del hijo recién llegado.

¿Cómo vivirías a partir de ahora si supieses que tienes el poder de calmar el 90% de tu malestar?

Para terminar, te propongo un ejercicio práctico que se desprende directamente de lo anterior. Ajústalo a tus necesidades y gustos.

Visualiza una situación real y que recuerdes con frescura en la que te hayas sentido claramente frustrado. Si no te viene ninguna puedes inventar una en la que sepas que experimentarías gran frustración. Ahora mira, sin adelantarte a responder, qué expectativas y creencias le dan forma. No juzgues ni dialogues con lo que encuentres, solo disponte a mirar y deja que lo que está ahí muestre su cara. Mira detenidamente cuál era el deseo que no se cumplió y contra quien cargaste las tintas de tu frustración. Si el destinatario de tu enfado fue una persona, pregúntate con afán de observar objetivamente si realmente esa persona estaba en disposición de satisfacer tu deseo. ¿Sabía de él? ¿Tenía el conocimiento, el tiempo, los recursos y la disposición para satisfacerlo? ¿Tu deseo frustrado tenía sentido dada las circunstancias o más bien era como pedirle peras a un olmo?. Haz todas las preguntas necesarias hasta encontrar la estructura que soporta tu frustración y simplemente acoge cariñosamente las respuestas que emerjan. No te apresures a darte las respuestas que siempre te has dado pues estas probablemente también sean creencias poco acertadas sobre tu realidad interna. Pregunta y espera, cuanto más desconcertante sea la respuesta, mayores serán las probabilidades de que porte información valiosa sobre ti.
**Basado en las cuatro nobles verdades de Buda**
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