¿Qué nos compensa de ser papás?

Noches sin dormir, cambio de pestosos pañales, carreras a urgencias, esterilizar biberones a las 3 de la mañana, llantinas en la oreja… Ser padre es difícil y tiene bastantes inconvenientes. Si no lo has vivido por ti mismo, olvídate de la bucólica imagen de los telefilmes siesteros de los domingos. Pero entonces… ¿Por qué nos empeñamos en ser padres? ¿En que nos condensa?

Es cierto que cuando un bebé te sonríe, por triste o decaído que estés, tú también sonríes por dentro. Estamos programados genéticamente para ello. Ya sabes, eso de perpetuar la especie, protegiendo a nuestros ADNherederos. Eso compensa, cierto, pero no tanto.

También es verdad que cuando tu monstruito pide perdón por haber pisoteado casi sin intención a alguien en el bus o el Metro, te sientes orgulloso de lo bien que lo estas educando. Si compensa, pero no tanto.

Nunca nadie, o casi nadie, dice a los padres de un niño que es feo. Siempre se le dice que es guapo, mono o al menos “simpático”. Y como eso suele venir en la misma típica conversación  en la que te dicen que se parece mucho a ti, inconscientemente te aplicas a ti mismo el halago que le hacían a tu nena. Otra compensación, pero también insuficiente.

Un buen día, sin aviso previo, llega tu nena y te recita las vocales de corrido, sin venir a cuento, solo llega, te las suelta y se larga a la carrera mientras piensas: “Dios, que buen maestro soy”. Y eso compensa… pero poco.

¿Y entonces qué demonios es lo que nos compensa para ser padres? Pues la respuesta me vino sola a la cabeza la otra noche, mientras trataba de dormir a mi enanita.

Tranquilos, que ya os cuento.

Era la tercera o la cuarta vez que abandonaba la cena y la tele para acudir a la mini-cuna a volver a dormir a mi enanita insomne. Ya estaba un poco quemadillo, así que iba tratando de rebajar el enfado racionalizando, vamos, que iba gruñendo por lo bajinis algo parecido a “pero ¿que cojXXXs le pasa ahora?” y me estaba respondiendo a mí mismo con algo que había leído por la mañana y que venía a decir que aunque nosotros sepamos que en la cuna están seguros y a salvo, ellos solo saben que están solos.

El caso es que la cogí, y ella apoyo la cabeza en el interior de mi codo, me cogió un dedo con la mano y se durmió plácidamente. Y entonces me di cuenta de que no había llegado papá, si no Superman, Spiderman, Batman, Yo

Si, lo que nos compensa, es que todos hemos querido de niños ser algún superhéroe. De hecho sigo queriendo ser un superhéroe (Tio Gilito, para ser exactos) y durante un tiempo, eso es lo que somos para ellos. Su protector, su fuente de sabiduría, el que lo arregla todo, el que lo puede todo.

Eso y no otra cosa es lo que nos compensa, que para ellos no somos gorditos con entradas si no Star Swirl El Barbudo.

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¿Qué nos compensa de ser papás?

Noches sin dormir, cambio de pestosos pañales, carreras a urgencias, esterilizar biberones a las 3 de la mañana, llantinas en la oreja… Ser padre es difícil y tiene bastantes inconvenientes. Si no lo has vivido por ti mismo, olvídate de la bucólica imagen de los telefilmes siesteros de los domingos. Pero entonces… ¿Por qué nos empeñamos en ser padres? ¿En que nos condensa?

Es cierto que cuando un bebé te sonríe, por triste o decaído que estés, tú también sonríes por dentro. Estamos programados genéticamente para ello. Ya sabes, eso de perpetuar la especie, protegiendo a nuestros ADNherederos. Eso compensa, cierto, pero no tanto.

También es verdad que cuando tu monstruito pide perdón por haber pisoteado casi sin intención a alguien en el bus o el Metro, te sientes orgulloso de lo bien que lo estas educando. Si compensa, pero no tanto.

Nunca nadie, o casi nadie, dice a los padres de un niño que es feo. Siempre se le dice que es guapo, mono o al menos “simpático”. Y como eso suele venir en la misma típica conversación  en la que te dicen que se parece mucho a ti, inconscientemente te aplicas a ti mismo el halago que le hacían a tu nena. Otra compensación, pero también insuficiente.

Un buen día, sin aviso previo, llega tu nena y te recita las vocales de corrido, sin venir a cuento, solo llega, te las suelta y se larga a la carrera mientras piensas: “Dios, que buen maestro soy”. Y eso compensa… pero poco.

¿Y entonces qué demonios es lo que nos compensa para ser padres? Pues la respuesta me vino sola a la cabeza la otra noche, mientras trataba de dormir a mi enanita.

Tranquilos, que ya os cuento.

Era la tercera o la cuarta vez que abandonaba la cena y la tele para acudir a la mini-cuna a volver a dormir a mi enanita insomne. Ya estaba un poco quemadillo, así que iba tratando de rebajar el enfado racionalizando, vamos, que iba gruñendo por lo bajinis algo parecido a “pero ¿que cojXXXs le pasa ahora?” y me estaba respondiendo a mí mismo con algo que había leído por la mañana y que venía a decir que aunque nosotros sepamos que en la cuna están seguros y a salvo, ellos solo saben que están solos.

El caso es que la cogí, y ella apoyo la cabeza en el interior de mi codo, me cogió un dedo con la mano y se durmió plácidamente. Y entonces me di cuenta de que no había llegado papá, si no Superman, Spiderman, Batman, Yo

Si, lo que nos compensa, es que todos hemos querido de niños ser algún superhéroe. De hecho sigo queriendo ser un superhéroe (Tio Gilito, para ser exactos) y durante un tiempo, eso es lo que somos para ellos. Su protector, su fuente de sabiduría, el que lo arregla todo, el que lo puede todo.

Eso y no otra cosa es lo que nos compensa, que para ellos no somos gorditos con entradas si no Star Swirl El Barbudo.

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Ya lo sabemos

Al final se adelantó la ecografía programada y hemos podido averiguar el sexo de nuestro próximo retoño. Aunque no es necesario escribirlo, preferimos que todo vaya bien y tengamos una criatura sana, pero -semoh asín- teníamos también una preferencia y ambos deseábamos que fuera una niña.

Llegamos a la hora señalada y el ginecólogo intentaba desesperadamente averiguar el sexo. Venga a deslizar el aparatito por la barriga de A. intentando que el feto cambiara de posición y nos dejara ver esa entrepierna. Pero no había manera. Yo, por muy atento que estuviera, solo era capaz de distinguir la cabeza, la columna vertebral y las extremidades.

De repente, el ginecólogo exclamó: «Creo que ya lo sé, pero no estoy del todo seguro»

Intenté varias veces que se mojara, pero nada, no soltaba prenda.

Finalmente, se fue a buscar a una compañera para que confirmara sus sospechas. Llegó, miró el monitor y enseguida dijo «Está clarísimo … (1 segundo de pausa que se me hizo una eternidad) ¡es una niña!»

Pues eso, que parece que es una niña y estamos todos encantados con la noticia. Ahora ya solo falta decidirnos por el nombre (se agradecen las propuestas recibidas en los comentarios a la anterior entrada), donde va ganando enteros la posibilidad de que se llame como su madre. Así que ya sabéis, probablemente se llame A. Bonito nombre.

Los/as más avezados/as ya conocías el resultado antes de leer la entrada. Bastaba con haberse fijado un poco en el margen superior izquierdo de la página, donde ya aparece. 😉
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Ya lo sabemos

Al final se adelantó la ecografía programada y hemos podido averiguar el sexo de nuestro próximo retoño. Aunque no es necesario escribirlo, preferimos que todo vaya bien y tengamos una criatura sana, pero -semoh asín- teníamos también una preferencia y ambos deseábamos que fuera una niña.

Llegamos a la hora señalada y el ginecólogo intentaba desesperadamente averiguar el sexo. Venga a deslizar el aparatito por la barriga de A. intentando que el feto cambiara de posición y nos dejara ver esa entrepierna. Pero no había manera. Yo, por muy atento que estuviera, solo era capaz de distinguir la cabeza, la columna vertebral y las extremidades.

De repente, el ginecólogo exclamó: «Creo que ya lo sé, pero no estoy del todo seguro»

Intenté varias veces que se mojara, pero nada, no soltaba prenda.

Finalmente, se fue a buscar a una compañera para que confirmara sus sospechas. Llegó, miró el monitor y enseguida dijo «Está clarísimo … (1 segundo de pausa que se me hizo una eternidad) ¡es una niña!»

Pues eso, que parece que es una niña y estamos todos encantados con la noticia. Ahora ya solo falta decidirnos por el nombre (se agradecen las propuestas recibidas en los comentarios a la anterior entrada), donde va ganando enteros la posibilidad de que se llame como su madre. Así que ya sabéis, probablemente se llame A. Bonito nombre.

Los/as más avezados/as ya conocías el resultado antes de leer la entrada. Bastaba con haberse fijado un poco en el margen superior izquierdo de la página, donde ya aparece. 😉
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Padres valiente!… Al supermercado.

Fabián ya tiene la edad de 2 años y, ya me permiten llevarlo al supermercado. Como sabrán su madre es muy protectora y debí pasar 48 meses de entrenamiento de cómo ser un Padre para mi hijo. No me…

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Padres valiente!… Al supermercado.

Fabián ya tiene la edad de 2 años y, ya me permiten llevarlo al supermercado. Como sabrán su madre es muy protectora y debí pasar 48 meses de entrenamiento de cómo ser un Padre para mi hijo. No me…

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Método Jedi: de la paternidad al control de la Fuerza.

Hola, soy el Señor Lobo. Soluciono problemas.
¿Tu problema es que vas eres padre y UNA vez al año que sales tus amigos dicen que no aguantas nada?. No te preocupes, el Método Jedi ha estado desarrollando tu control sobre la Fuerza para tumbar a cualquier fiestero.


Cuando eres padre dejas atrás tus noches de vicios y perversiones en lúgubres tugurios y antros de mala muerte en los que si permanecías de pie más de 5 segundos en el mismo sitio te quedabas pegado en el suelo de la roña que había. No, ahora no. Ahora ya no frecuentas ese tipo de bares oscuros donde ponían cerveza (“To’ buena”) aunque sigues habitando en lugares en los que si te quedas más de 5 segundos en el mismo sitio te puedes quedar pegado al suelo y también hay gente vomitando.

Eso lo puedes sobrellevar más o menos bien. Tú vida ha cambiado, acéptalo. Pero llegará un día en el que quedas a tomar una cerveza con algunos amigos de la Galaxia Solteaurus, y cuando se te escapa un bostezo, te dirán: “Tío, no aguantas nada…”.

Vamos a ver: Pa-pa-na-tas. ¿¿¿Qué no aguanto qué??? A ver, como os lo explico para que me entendáis. 
¿Habéis visto Star Wars? 
Si… La Triología original. 
Si, la buena. 
Si… A ver que hace JJ Abra… ¡Que me liáis! 
A lo que iba: Los que vivimos en la Galaxia Padremeda hemos sentido la llamada de la Fuerza, tenemos control sobre los Midiclorianos del universo y hemos sido duramente entrenados para iniciarnos como Padres Maestros Jedi.

«Entrenar para convertirse en Jedi no es sencillo, aún si lo logras es una dura vida«.

Por lo que siento deciros, habitantes de la Galaxia Solteaurus, que no sois rivales para nosotros, los Maestros Jedi. Os voy a listar tan sólo 5 de los muchos poderes que nos ha concedido el control de la Fuerza:

1- Sanar.

Tenemos una gran capacidad auto curativa. Nuestros cuerpos están expuestos a condiciones límite, y seguimos vivos (de momento). Por ejemplo: Podemos estar largos periodos de tiempo sin dormir. Lo único que pasadas las primeras 144 horas seguidas sin dormir, todo empieza a ponerse un poco borroso («Tus ojos pueden engañarte, no confíes en ellos»).  Cuando la cafetera del trabajo empieza a decirte cosas, sospechas que tu raciocinio está ligeramente alterado. En este instante usas tus habilidades Jedi: «Concéntrate en el momento. Siente, no pienses, usa tu instinto». Porque si en una reunión intentas pensar, puedes poner en riesgo tu trabajo. Limítate a seguir tu instinto: Si éste te dice que tirarte un pedo en medio de la reunión no es buena idea, QUIZÁ y sólo QUIZÁ, tu instinto este en lo cierto.

Amigos Soltearus: Que nos hayáis visto bostezar una sola vez, no quiere decir que estemos cansados. Si esa noche hemos dormido 3 horas, tenemos energía suficiente para aguantar jueves universitario, viernes de cervezas, sábado de juerga y domingo de matineé sin un solo café.

2- Telequinesis.

Los Maestros Jedis hemos desarrollado la capacidad de mover objetos con la mente. Esta habilidad tiene una evolución hasta que dominas la técnica completamente.

De los 0 a los 6 meses de entrenamiento, “tu capacidad de abstracción de la realidad” logra que las Biberhinas se preparen “solas”, vayan con tu Lö-Båby y que este se la tome. En la siguiente fase, de los 6 a los 18 meses, “tu mente” mueve más objetos pero de una manera inconsciente, por lo que no te extrañe que aparezcan mandos a distancia en la lavadora o iphones en la basura. Finalmente, cuando logras ejercer un control mental sobre tus poderes, puedes pedir a tus “Midiclorianos” que te pasen unas zapatillas o te traigan una cervecita fresquita de la nevera (es la técnica Yoda conocida como Lö-Båby-Oompa Loompa).

Amigos Soltearus: Si estando en bar retáis a un Maestro Jedia mover algún objeto con la mente, por ejemplo la mesa donde estemos sentados, sed conscientes que podemos levantarla sin las manos. Llevamos mucho, mucho, mucho tiempo de “Ley Seca” (y no de cerveza precisamente).

3-  Control mental.

Nuestro nuevo estado paternal Jedi ha puesto a prueba los límites de la paciencia. «El miedo es el camino hacia el Lado Oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento» Así que si no queremos acabar como Darth Vader, dando a nuestros Lö-Båby en adopción o lanzándolos a un pozo a las 3:47 de la madrugada tras decirles “Yo soy tu padre (¡¡¡Cállate coño!!!)”. Hemos desarrollado una capacidad para aguantar gilipolleces tonterías  pataletas “Hasta el infinito y más allá”.

Amigos Solteaurus: No intentéis convencernos que vosotros sois muy Zen gracias a entrenamientos, coachings y Mens sana in corpore sano cuando no soportáis que os pongan los gintonics en vaso de tubo. Vosotros no sabéis lo que es el autocontrol. Autocontrol es cuando te encuentras a tu Lö-Båby limpiando el chocolate que se le ha caído en la alfombra con la escobilla del WC, y no solo no puedes chillar de espanto, si no que le tienes que felicitar PERO explicándole que la asociación de ideas está bien, pero no sería la mejor del mundo. Todo con un tono jovial y cariñoso, porque el pobre ha intentado recogerlo y sólo faltaría que lo frustres de por vida, consiguiendo que se declare oficialmente inútil y no recoja nunca más. Eso es Control Mental.

4-  Telepatía.

Los Maestros Jedi podemos comunicarnos entre nosotros sin necesidad de hablar. Por ejemplo, están dos Maestros Jedi reunidos con un grupo de habitantes de la Galaxia Solteaurus. Estos como buenos maestros a los que se le han mostrado los secretos del universo (como a qué sabe un provechito de un Lö-Båby alzado por encima de la cabeza o qué huele la avena digerida), pueden estar ilustrando a sus tertulianos hasta altas horas de la madrugada. Excepto si debates con alguien que tenga un perro… Cuando en medio del relato anécdotas relacionadas con Lö-Båbies  (que a los de la Galaxia Saolteaurusos aburren, mientras que para los de Padremeda son droga dura), uno de los habitantes de la Galaxia Solteaurus interviene bajo la premisa de “ Ah! pues mi perro…” los dos Maestros Jedis con sólo cruzar una mirada ya han decidido con que arma van a matarlo, donde enterrarán su cuerpo y la coartada que se darán mutuamente.

Amigos Solteaurus (con perros): No hagáis un Jar Jar Binks por favor. («La capacidad de hablar no os hace inteligentes«).

5-   Clarividencia.

Podemos ver el futuro. Si. Y si decimos que nos tenemos que ir porque hoy nuestro Lö-Båby ha comido 143cc de papilla en lugar de los 147cc de siempre (la última cucharada la huelen), es porque podemos predecir el futuro y decir a ciencia cierta que la falta de esos 4cc harán que a las 19:37 quiere cenar, y que si no le das de comer Ipso Facto tienen más mala leche que Kim Jong Un si le quitan el bocata de la merienda, es verdad.

Amigos Solteaurus: Sí, es así. No, no somos un exagerados. Todo lo que cuento es cierto. Palabra por palabra. Que mi condición de Drama-papa Queen no os enturbie el fondo del contenido «Su carencia de fe resulta molesta«.

Así que amigos Solteaurus, no intentéis nunca rivalizar con un Maestro Jedi. Podemos sanar, ejercer telequinesis, control mental, telepatía y ver el futuro con nuestra clarividencia. No tengáis miedo de cruzar a nuestro lado «Somos un padres jedi, como nuestros padre antes que nosotros«. Ya vemos que empezáis a sentir el poder de nuestro Lado… ¡Somos Maestros Jedis! Supuramos Fuerza por todos los poros. Somos la versión masculina de las MILF: ¡Somos los FILF!. No podéis resistiros… ¡Nos amáis! Y lo sabemos.

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Método Jedi: de la paternidad al control de la Fuerza.

Hola, soy el Señor Lobo. Soluciono problemas.
¿Tu problema es que vas eres padre y UNA vez al año que sales tus amigos dicen que no aguantas nada?. No te preocupes, el Método Jedi ha estado desarrollando tu control sobre la Fuerza para tumbar a cualquier fiestero.


Cuando eres padre dejas atrás tus noches de vicios y perversiones en lúgubres tugurios y antros de mala muerte en los que si permanecías de pie más de 5 segundos en el mismo sitio te quedabas pegado en el suelo de la roña que había. No, ahora no. Ahora ya no frecuentas ese tipo de bares oscuros donde ponían cerveza (“To’ buena”) aunque sigues habitando en lugares en los que si te quedas más de 5 segundos en el mismo sitio te puedes quedar pegado al suelo y también hay gente vomitando.

Eso lo puedes sobrellevar más o menos bien. Tú vida ha cambiado, acéptalo. Pero llegará un día en el que quedas a tomar una cerveza con algunos amigos de la Galaxia Solteaurus, y cuando se te escapa un bostezo, te dirán: “Tío, no aguantas nada…”.

Vamos a ver: Pa-pa-na-tas. ¿¿¿Qué no aguanto qué??? A ver, como os lo explico para que me entendáis. 
¿Habéis visto Star Wars? 
Si… La Triología original. 
Si, la buena. 
Si… A ver que hace JJ Abra… ¡Que me liáis! 
A lo que iba: Los que vivimos en la Galaxia Padremeda hemos sentido la llamada de la Fuerza, tenemos control sobre los Midiclorianos del universo y hemos sido duramente entrenados para iniciarnos como Padres Maestros Jedi.

«Entrenar para convertirse en Jedi no es sencillo, aún si lo logras es una dura vida«.

Por lo que siento deciros, habitantes de la Galaxia Solteaurus, que no sois rivales para nosotros, los Maestros Jedi. Os voy a listar tan sólo 5 de los muchos poderes que nos ha concedido el control de la Fuerza:

1- Sanar.

Tenemos una gran capacidad auto curativa. Nuestros cuerpos están expuestos a condiciones límite, y seguimos vivos (de momento). Por ejemplo: Podemos estar largos periodos de tiempo sin dormir. Lo único que pasadas las primeras 144 horas seguidas sin dormir, todo empieza a ponerse un poco borroso («Tus ojos pueden engañarte, no confíes en ellos»).  Cuando la cafetera del trabajo empieza a decirte cosas, sospechas que tu raciocinio está ligeramente alterado. En este instante usas tus habilidades Jedi: «Concéntrate en el momento. Siente, no pienses, usa tu instinto». Porque si en una reunión intentas pensar, puedes poner en riesgo tu trabajo. Limítate a seguir tu instinto: Si éste te dice que tirarte un pedo en medio de la reunión no es buena idea, QUIZÁ y sólo QUIZÁ, tu instinto este en lo cierto.

Amigos Soltearus: Que nos hayáis visto bostezar una sola vez, no quiere decir que estemos cansados. Si esa noche hemos dormido 3 horas, tenemos energía suficiente para aguantar jueves universitario, viernes de cervezas, sábado de juerga y domingo de matineé sin un solo café.

2- Telequinesis.

Los Maestros Jedis hemos desarrollado la capacidad de mover objetos con la mente. Esta habilidad tiene una evolución hasta que dominas la técnica completamente.

De los 0 a los 6 meses de entrenamiento, “tu capacidad de abstracción de la realidad” logra que las Biberhinas se preparen “solas”, vayan con tu Lö-Båby y que este se la tome. En la siguiente fase, de los 6 a los 18 meses, “tu mente” mueve más objetos pero de una manera inconsciente, por lo que no te extrañe que aparezcan mandos a distancia en la lavadora o iphones en la basura. Finalmente, cuando logras ejercer un control mental sobre tus poderes, puedes pedir a tus “Midiclorianos” que te pasen unas zapatillas o te traigan una cervecita fresquita de la nevera (es la técnica Yoda conocida como Lö-Båby-Oompa Loompa).

Amigos Soltearus: Si estando en bar retáis a un Maestro Jedia mover algún objeto con la mente, por ejemplo la mesa donde estemos sentados, sed conscientes que podemos levantarla sin las manos. Llevamos mucho, mucho, mucho tiempo de “Ley Seca” (y no de cerveza precisamente).

3-  Control mental.

Nuestro nuevo estado paternal Jedi ha puesto a prueba los límites de la paciencia. «El miedo es el camino hacia el Lado Oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento» Así que si no queremos acabar como Darth Vader, dando a nuestros Lö-Båby en adopción o lanzándolos a un pozo a las 3:47 de la madrugada tras decirles “Yo soy tu padre (¡¡¡Cállate coño!!!)”. Hemos desarrollado una capacidad para aguantar gilipolleces tonterías  pataletas “Hasta el infinito y más allá”.

Amigos Solteaurus: No intentéis convencernos que vosotros sois muy Zen gracias a entrenamientos, coachings y Mens sana in corpore sano cuando no soportáis que os pongan los gintonics en vaso de tubo. Vosotros no sabéis lo que es el autocontrol. Autocontrol es cuando te encuentras a tu Lö-Båby limpiando el chocolate que se le ha caído en la alfombra con la escobilla del WC, y no solo no puedes chillar de espanto, si no que le tienes que felicitar PERO explicándole que la asociación de ideas está bien, pero no sería la mejor del mundo. Todo con un tono jovial y cariñoso, porque el pobre ha intentado recogerlo y sólo faltaría que lo frustres de por vida, consiguiendo que se declare oficialmente inútil y no recoja nunca más. Eso es Control Mental.

4-  Telepatía.

Los Maestros Jedi podemos comunicarnos entre nosotros sin necesidad de hablar. Por ejemplo, están dos Maestros Jedi reunidos con un grupo de habitantes de la Galaxia Solteaurus. Estos como buenos maestros a los que se le han mostrado los secretos del universo (como a qué sabe un provechito de un Lö-Båby alzado por encima de la cabeza o qué huele la avena digerida), pueden estar ilustrando a sus tertulianos hasta altas horas de la madrugada. Excepto si debates con alguien que tenga un perro… Cuando en medio del relato anécdotas relacionadas con Lö-Båbies  (que a los de la Galaxia Saolteaurusos aburren, mientras que para los de Padremeda son droga dura), uno de los habitantes de la Galaxia Solteaurus interviene bajo la premisa de “ Ah! pues mi perro…” los dos Maestros Jedis con sólo cruzar una mirada ya han decidido con que arma van a matarlo, donde enterrarán su cuerpo y la coartada que se darán mutuamente.

Amigos Solteaurus (con perros): No hagáis un Jar Jar Binks por favor. («La capacidad de hablar no os hace inteligentes«).

5-   Clarividencia.

Podemos ver el futuro. Si. Y si decimos que nos tenemos que ir porque hoy nuestro Lö-Båby ha comido 143cc de papilla en lugar de los 147cc de siempre (la última cucharada la huelen), es porque podemos predecir el futuro y decir a ciencia cierta que la falta de esos 4cc harán que a las 19:37 quiere cenar, y que si no le das de comer Ipso Facto tienen más mala leche que Kim Jong Un si le quitan el bocata de la merienda, es verdad.

Amigos Solteaurus: Sí, es así. No, no somos un exagerados. Todo lo que cuento es cierto. Palabra por palabra. Que mi condición de Drama-papa Queen no os enturbie el fondo del contenido «Su carencia de fe resulta molesta«.

Así que amigos Solteaurus, no intentéis nunca rivalizar con un Maestro Jedi. Podemos sanar, ejercer telequinesis, control mental, telepatía y ver el futuro con nuestra clarividencia. No tengáis miedo de cruzar a nuestro lado «Somos un padres jedi, como nuestros padre antes que nosotros«. Ya vemos que empezáis a sentir el poder de nuestro Lado… ¡Somos Maestros Jedis! Supuramos Fuerza por todos los poros. Somos la versión masculina de las MILF: ¡Somos los FILF!. No podéis resistiros… ¡Nos amáis! Y lo sabemos.

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Método Jedi: de la paternidad al control de la Fuerza.

Hola, soy el Señor Lobo. Soluciono problemas.
¿Tu problema es que vas eres padre y UNA vez al año que sales tus amigos dicen que no aguantas nada?. No te preocupes, el Método Jedi ha estado desarrollando tu control sobre la Fuerza para tumbar a cualquier fiestero.


Cuando eres padre dejas atrás tus noches de vicios y perversiones en lúgubres tugurios y antros de mala muerte en los que si permanecías de pie más de 5 segundos en el mismo sitio te quedabas pegado en el suelo de la roña que había. No, ahora no. Ahora ya no frecuentas ese tipo de bares oscuros donde ponían cerveza (“To’ buena”) aunque sigues habitando en lugares en los que si te quedas más de 5 segundos en el mismo sitio te puedes quedar pegado al suelo y también hay gente vomitando.

Eso lo puedes sobrellevar más o menos bien. Tú vida ha cambiado, acéptalo. Pero llegará un día en el que quedas a tomar una cerveza con algunos amigos de la Galaxia Solteaurus, y cuando se te escapa un bostezo, te dirán: “Tío, no aguantas nada…”.

Vamos a ver: Pa-pa-na-tas. ¿¿¿Qué no aguanto qué??? A ver, como os lo explico para que me entendáis. 
¿Habéis visto Star Wars? 
Si… La Triología original. 
Si, la buena. 
Si… A ver que hace JJ Abra… ¡Que me liáis! 
A lo que iba: Los que vivimos en la Galaxia Padremeda hemos sentido la llamada de la Fuerza, tenemos control sobre los Midiclorianos del universo y hemos sido duramente entrenados para iniciarnos como Padres Maestros Jedi.

«Entrenar para convertirse en Jedi no es sencillo, aún si lo logras es una dura vida«.

Por lo que siento deciros, habitantes de la Galaxia Solteaurus, que no sois rivales para nosotros, los Maestros Jedi. Os voy a listar tan sólo 5 de los muchos poderes que nos ha concedido el control de la Fuerza:

1- Sanar.

Tenemos una gran capacidad auto curativa. Nuestros cuerpos están expuestos a condiciones límite, y seguimos vivos (de momento). Por ejemplo: Podemos estar largos periodos de tiempo sin dormir. Lo único que pasadas las primeras 144 horas seguidas sin dormir, todo empieza a ponerse un poco borroso («Tus ojos pueden engañarte, no confíes en ellos»).  Cuando la cafetera del trabajo empieza a decirte cosas, sospechas que tu raciocinio está ligeramente alterado. En este instante usas tus habilidades Jedi: «Concéntrate en el momento. Siente, no pienses, usa tu instinto». Porque si en una reunión intentas pensar, puedes poner en riesgo tu trabajo. Limítate a seguir tu instinto: Si éste te dice que tirarte un pedo en medio de la reunión no es buena idea, QUIZÁ y sólo QUIZÁ, tu instinto este en lo cierto.

Amigos Soltearus: Que nos hayáis visto bostezar una sola vez, no quiere decir que estemos cansados. Si esa noche hemos dormido 3 horas, tenemos energía suficiente para aguantar jueves universitario, viernes de cervezas, sábado de juerga y domingo de matineé sin un solo café.

2- Telequinesis.

Los Maestros Jedis hemos desarrollado la capacidad de mover objetos con la mente. Esta habilidad tiene una evolución hasta que dominas la técnica completamente.

De los 0 a los 6 meses de entrenamiento, “tu capacidad de abstracción de la realidad” logra que las Biberhinas se preparen “solas”, vayan con tu Lö-Båby y que este se la tome. En la siguiente fase, de los 6 a los 18 meses, “tu mente” mueve más objetos pero de una manera inconsciente, por lo que no te extrañe que aparezcan mandos a distancia en la lavadora o iphones en la basura. Finalmente, cuando logras ejercer un control mental sobre tus poderes, puedes pedir a tus “Midiclorianos” que te pasen unas zapatillas o te traigan una cervecita fresquita de la nevera (es la técnica Yoda conocida como Lö-Båby-Oompa Loompa).

Amigos Soltearus: Si estando en bar retáis a un Maestro Jedia mover algún objeto con la mente, por ejemplo la mesa donde estemos sentados, sed conscientes que podemos levantarla sin las manos. Llevamos mucho, mucho, mucho tiempo de “Ley Seca” (y no de cerveza precisamente).

3-  Control mental.

Nuestro nuevo estado paternal Jedi ha puesto a prueba los límites de la paciencia. «El miedo es el camino hacia el Lado Oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento» Así que si no queremos acabar como Darth Vader, dando a nuestros Lö-Båby en adopción o lanzándolos a un pozo a las 3:47 de la madrugada tras decirles “Yo soy tu padre (¡¡¡Cállate coño!!!)”. Hemos desarrollado una capacidad para aguantar gilipolleces tonterías  pataletas “Hasta el infinito y más allá”.

Amigos Solteaurus: No intentéis convencernos que vosotros sois muy Zen gracias a entrenamientos, coachings y Mens sana in corpore sano cuando no soportáis que os pongan los gintonics en vaso de tubo. Vosotros no sabéis lo que es el autocontrol. Autocontrol es cuando te encuentras a tu Lö-Båby limpiando el chocolate que se le ha caído en la alfombra con la escobilla del WC, y no solo no puedes chillar de espanto, si no que le tienes que felicitar PERO explicándole que la asociación de ideas está bien, pero no sería la mejor del mundo. Todo con un tono jovial y cariñoso, porque el pobre ha intentado recogerlo y sólo faltaría que lo frustres de por vida, consiguiendo que se declare oficialmente inútil y no recoja nunca más. Eso es Control Mental.

4-  Telepatía.

Los Maestros Jedi podemos comunicarnos entre nosotros sin necesidad de hablar. Por ejemplo, están dos Maestros Jedi reunidos con un grupo de habitantes de la Galaxia Solteaurus. Estos como buenos maestros a los que se le han mostrado los secretos del universo (como a qué sabe un provechito de un Lö-Båby alzado por encima de la cabeza o qué huele la avena digerida), pueden estar ilustrando a sus tertulianos hasta altas horas de la madrugada. Excepto si debates con alguien que tenga un perro… Cuando en medio del relato anécdotas relacionadas con Lö-Båbies  (que a los de la Galaxia Saolteaurusos aburren, mientras que para los de Padremeda son droga dura), uno de los habitantes de la Galaxia Solteaurus interviene bajo la premisa de “ Ah! pues mi perro…” los dos Maestros Jedis con sólo cruzar una mirada ya han decidido con que arma van a matarlo, donde enterrarán su cuerpo y la coartada que se darán mutuamente.

Amigos Solteaurus (con perros): No hagáis un Jar Jar Binks por favor. («La capacidad de hablar no os hace inteligentes«).

5-   Clarividencia.

Podemos ver el futuro. Si. Y si decimos que nos tenemos que ir porque hoy nuestro Lö-Båby ha comido 143cc de papilla en lugar de los 147cc de siempre (la última cucharada la huelen), es porque podemos predecir el futuro y decir a ciencia cierta que la falta de esos 4cc harán que a las 19:37 quiere cenar, y que si no le das de comer Ipso Facto tienen más mala leche que Kim Jong Un si le quitan el bocata de la merienda, es verdad.

Amigos Solteaurus: Sí, es así. No, no somos un exagerados. Todo lo que cuento es cierto. Palabra por palabra. Que mi condición de Drama-papa Queen no os enturbie el fondo del contenido «Su carencia de fe resulta molesta«.

Así que amigos Solteaurus, no intentéis nunca rivalizar con un Maestro Jedi. Podemos sanar, ejercer telequinesis, control mental, telepatía y ver el futuro con nuestra clarividencia. No tengáis miedo de cruzar a nuestro lado «Somos un padres jedi, como nuestros padre antes que nosotros«. Ya vemos que empezáis a sentir el poder de nuestro Lado… ¡Somos Maestros Jedis! Supuramos Fuerza por todos los poros. Somos la versión masculina de las MILF: ¡Somos los FILF!. No podéis resistiros… ¡Nos amáis! Y lo sabemos.

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Beauty of Nature

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Fashion Model Shoot

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Golden Snow Land

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Family Comes First

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Travel the world

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City Center Bridge

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Big City Light

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Huge Waterfall

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Top 10 Ingredients

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Jóvenes deportistas o cómo gestionar el talento

Hace ya algunas semanas que terminé de leer un libro que me ha impactado enormemente. Se trata de la biografía del campeón de tenis estadounidense André Agassi. Escrito en primera persona, el libro  relata de forma cruda la vida de un deportista que desde niño se vio sometido a las presiones y exigencias de su padre con el único objetivo de convertirse en el mejor tenista del mundo. Interminables sesiones de entrenamiento frente a un lanzabolas automático construido por su propio padre, convirtieron a una joven promesa de 7 años en un adolescente rebelde primero y en un joven adulto acomplejado después. La historia de Agassi me hizo reflexionar y recordar a numerosos deportistas prodigio que, o bien acabaron abandonando la competición o bien alcanzaron el éxito rodeados de polémica y comportamientos excéntricos. Pero la cuestión es la siguiente, ¿por qué muchas de estas fuerzas de la naturaleza acaban malogrando sus carreras? ¿Cuáles son las razones que convierten a un potencial deportista de élite en un juguete roto? Las respuestas a estas preguntas no son sencillas si bien apreciamos algunos hechos comunes en la vida de estas frustradas estrellas. 

                              


Muchas de estas jóvenes figuras se ven claramente influenciadas por unos progenitores que intentan proyectar en sus vástagos antiguos deseos y aspiraciones. Estos «personajes» se creen con el pleno derecho de manipular sin límites la voluntad de sus hijos con el claro objetivo de fabricar pequeños campeones sin tener en cuenta las partes esenciales del deporte: la formación,la diversión y el entretenimiento.
Sin embargo, no siempre son los padres los responsables de una mala gestión del talento de sus hijos. Oportunistas  los hay en todas partes y la buena fe de algunas familias sucumbe a los cantos de sirena de cazatalentos que prometen un futuro lleno de éxitos previo pago,claro está, de un peaje económico o de una vida hipotecada.
Otras veces, padres cuerdos y representantes honrados topan con jóvenes talentosos que no están dispuestos a sacrificar un estilo de vida acorde con su edad a cambio de un objetivo todavía lejano y siempre incierto. Horas y horas de entreno que contrastan con los hábitos de otros adolescentes coetáneos acostumbrados a repartir su tiempo entre los estudios y el ocio ,suelen acabar quebrando la voluntad del joven deportista que confía a su singular destreza su cada vez menor interés por el esfuerzo.
Finalmente, el destino o la mala suerte pueden cruzarse en el camino de algunas pequeñas figuras. Progenitores respetuosos, managers sensatos y deportistas esforzados pueden ver truncado un prometedor panorama por culpa de alguna lesión o dolencia graves. La gestión de la frustración que para todo el conjunto supone este varapalo es otro de los aspectos que deben tratarse con máxima dedicación y cuidado. 
A colación de lo expuesto,fijémonos si no en algunos deportistas de éxito, de comportamiento ejemplar y admirados por todos, incluso por sus más acérrimos rivales. Roger Federer o Andrés Iniesta son solo algunos ejemplos de figuras a nivel mundial que destacaron desde niños en su disciplina y que disfrutan todavía de una  longeva y exitosa carrera deportiva. Todos ellos tienen en común aspectos que,como hemos comentado, han fallado en pequeños fenómenos que se quedaron a medio camino de la gloria: familia estable y respetuosa, entrenador o manager de confianza, suerte con las lesiones en sus inicios y ,sin excepción, esfuerzo y tesón aplicados a su descomunal talento natural.
Por tanto, podríamos decir que la gestión del talento cuenta con una gran parte de esfuerzo por parte del interesado, un núcleo familiar sólido y con la cabeza bien amueblada y una pizca de suerte. Si alguno de los pilares falla, difícilmente conseguiremos que nuestro pequeños ases culminen con éxito sus carreras.
En el siguente enlace encontaréis un extenso artículo que hace referencia,entre muchos otros,a los factores esgrimidos en el presente post como causas determinantes del éxito deportivo de jóvenes promesas

Otros enlaces de interés


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Jóvenes deportistas o cómo gestionar el talento

Hace ya algunas semanas que terminé de leer un libro que me ha impactado enormemente. Se trata de la biografía del campeón de tenis estadounidense André Agassi. Escrito en primera persona, el libro  relata de forma cruda la vida de un deportista que desde niño se vio sometido a las presiones y exigencias de su padre con el único objetivo de convertirse en el mejor tenista del mundo. Interminables sesiones de entrenamiento frente a un lanzabolas automático construido por su propio padre, convirtieron a una joven promesa de 7 años en un adolescente rebelde primero y en un joven adulto acomplejado después. La historia de Agassi me hizo reflexionar y recordar a numerosos deportistas prodigio que, o bien acabaron abandonando la competición o bien alcanzaron el éxito rodeados de polémica y comportamientos excéntricos. Pero la cuestión es la siguiente, ¿por qué muchas de estas fuerzas de la naturaleza acaban malogrando sus carreras? ¿Cuáles son las razones que convierten a un potencial deportista de élite en un juguete roto? Las respuestas a estas preguntas no son sencillas si bien apreciamos algunos hechos comunes en la vida de estas frustradas estrellas. 

                              


Muchas de estas jóvenes figuras se ven claramente influenciadas por unos progenitores que intentan proyectar en sus vástagos antiguos deseos y aspiraciones. Estos «personajes» se creen con el pleno derecho de manipular sin límites la voluntad de sus hijos con el claro objetivo de fabricar pequeños campeones sin tener en cuenta las partes esenciales del deporte: la formación,la diversión y el entretenimiento.
Sin embargo, no siempre son los padres los responsables de una mala gestión del talento de sus hijos. Oportunistas  los hay en todas partes y la buena fe de algunas familias sucumbe a los cantos de sirena de cazatalentos que prometen un futuro lleno de éxitos previo pago,claro está, de un peaje económico o de una vida hipotecada.
Otras veces, padres cuerdos y representantes honrados topan con jóvenes talentosos que no están dispuestos a sacrificar un estilo de vida acorde con su edad a cambio de un objetivo todavía lejano y siempre incierto. Horas y horas de entreno que contrastan con los hábitos de otros adolescentes coetáneos acostumbrados a repartir su tiempo entre los estudios y el ocio ,suelen acabar quebrando la voluntad del joven deportista que confía a su singular destreza su cada vez menor interés por el esfuerzo.
Finalmente, el destino o la mala suerte pueden cruzarse en el camino de algunas pequeñas figuras. Progenitores respetuosos, managers sensatos y deportistas esforzados pueden ver truncado un prometedor panorama por culpa de alguna lesión o dolencia graves. La gestión de la frustración que para todo el conjunto supone este varapalo es otro de los aspectos que deben tratarse con máxima dedicación y cuidado. 
A colación de lo expuesto,fijémonos si no en algunos deportistas de éxito, de comportamiento ejemplar y admirados por todos, incluso por sus más acérrimos rivales. Roger Federer o Andrés Iniesta son solo algunos ejemplos de figuras a nivel mundial que destacaron desde niños en su disciplina y que disfrutan todavía de una  longeva y exitosa carrera deportiva. Todos ellos tienen en común aspectos que,como hemos comentado, han fallado en pequeños fenómenos que se quedaron a medio camino de la gloria: familia estable y respetuosa, entrenador o manager de confianza, suerte con las lesiones en sus inicios y ,sin excepción, esfuerzo y tesón aplicados a su descomunal talento natural.
Por tanto, podríamos decir que la gestión del talento cuenta con una gran parte de esfuerzo por parte del interesado, un núcleo familiar sólido y con la cabeza bien amueblada y una pizca de suerte. Si alguno de los pilares falla, difícilmente conseguiremos que nuestro pequeños ases culminen con éxito sus carreras.
En el siguente enlace encontaréis un extenso artículo que hace referencia,entre muchos otros,a los factores esgrimidos en el presente post como causas determinantes del éxito deportivo de jóvenes promesas

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Playing skateboard

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Peripecias de un papá: Click & Boo

Hay varias cosas que tienen en común los niños pequeños, las mascotas y los coches nuevos: no tienen la capacidad para desetiquetarse en Facebook, nunca protestan cuando se publican sus fotos y sus progenitores los utilizan para abrasar al extramundo. Y no lo hacen por sadismo, ni por afán de protagonismo, simplemente lo hacen porque el amor es ciego y son incapaces de percibir falta de fotogenia en sus objetos de deseo o falta de interés en apreciarlo en las personas de su entorno. Nosotros no nos salimos de la norma en este caso. Existen ya más fotos de Miguel

La entrada Peripecias de un papá: Click & Boo aparece primero en decabo.com.

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VDLN #001 La ley de un chico problema

La música, ese sentimiento humano convertido en sonido, una mezcla de un chingo de placeres sonoros que acompañan nuestra vida.


En el mundo y en la historia existen tantos géneros, tantas canciones y tantas versiones de estas mismas canciones, que es imposible no crear para nuestra vida nuestro propio soundtrack, ya sabes, esa musiquita suave y sensualita para cuando estas solo con la doña, o esa electrónica cuando te propones (casi siempre sin éxito) bajar la panza haciendo ejercicio, creo que me he explicado bien ¿no?


Ese fue el pretexto perfecto para que este blog se integre a este carnaval de “Viernes Dando La Nota”, como un pequeño intento de ponerle un soundtrack nuestra a la paternidad.


Así como el gran físico Isaac Newton tienes sus leyes, nuestros bebés tienen las propias y no me dejarán mentir que tienen una ley suprema, como lo dice AC/DC “what i want i take-what i don’t i break” «lo que quiero lo tomo y lo que no quiero lo rompo», lo boto, lo destruyo, te lo lanzo, o lo peor que haya hecho tu hijo con ese juguete que ha dejado de entretenerlo.


Este es mi post de Viernes Dando La Nota y aquí PROBLEM CHILD DE AC/DC


PapáDe1ra
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VDLN #001 La ley de un chico problema

La música, ese sentimiento humano convertido en sonido, una mezcla de un chingo de placeres sonoros que acompañan nuestra vida.


En el mundo y en la historia existen tantos géneros, tantas canciones y tantas versiones de estas mismas canciones, que es imposible no crear para nuestra vida nuestro propio soundtrack, ya sabes, esa musiquita suave y sensualita para cuando estas solo con la doña, o esa electrónica cuando te propones (casi siempre sin éxito) bajar la panza haciendo ejercicio, creo que me he explicado bien ¿no?


Ese fue el pretexto perfecto para que este blog se integre a este carnaval de “Viernes Dando La Nota”, como un pequeño intento de ponerle un soundtrack nuestra a la paternidad.


Así como el gran físico Isaac Newton tienes sus leyes, nuestros bebés tienen las propias y no me dejarán mentir que tienen una ley suprema, como lo dice AC/DC “what i want i take-what i don’t i break” «lo que quiero lo tomo y lo que no quiero lo rompo», lo boto, lo destruyo, te lo lanzo, o lo peor que haya hecho tu hijo con ese juguete que ha dejado de entretenerlo.


Este es mi post de Viernes Dando La Nota y aquí PROBLEM CHILD DE AC/DC


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¡De excursión! ¡A urgencias!

Ya hacía tiempo que no me ocurría, pero anoche tuve que llevar a mi nena mayor a urgencias, porque llevaba tiempo con fiebre… ¡y al llegar no tenía fiebre!

Empiezo a pensar que mi coche es medicinal como el agua de Carabaña. Pasas toda la tarde pendiente de alguna afección, termómetro en mano. De pronto pasas la línea roja y desde el 061 te recomiendan que te pases por urgencias. Llegas allí y la niña no solo esta normal, sino que además esta súper contenta porque  ha salido a pasear por la noche. Y yo con cara de haba, explicando que lleva toda la tarde alicaída, con fiebre…

Pero contemos la historia completa, porque tú no estás en mi cabeza y seguro que no te estas enterando de nada.

El martes empezamos con la fiebre. Pero no una fiebre constante, si no raruna. A ratos tenía fiebre, otros ratos no. Le dabas el paracetamol y no bajaba la fiebre, luego bajaba sola… La noche fue movida, porque tan pronto media la temperatura y estaba en 37 grados, como la media y estaba en 38’5. Probaba con dos termómetros y la locura era total, porque las medidas unas veces coincidían y otras no.

Pasamos la noche con más pena que gloria, y mi niña hizo una de sus rarezas. Tener más fiebre por la mañana que por la noche. Así que mi mujer se la llevo a la pediatra y nos dijeron que no tenía síntomas de nada, que seguramente estaría incubando algo. Paracetamol y agua.

Por la tarde, mi mujer le tuvo que dar una ducha, porque pasamos de los 39 grados. Al acostarla, 37 clavados. ¡Bien! A la una de la mañana, pasaba un poquito de 37, pero con el calor que hace estos días, y abrazada a su pequeño pony como si le fuera en ello la vida, tampoco le di más importancia. Hasta que media hora después, la desperté para darle el paracetamol y ya pasaba de 38 grados.

La bonita teoría dice que en unos 40 minutos el paracetamol hace bajar la fiebre. Que bonitas teorías. Llamada al 061, me piden datos y más datos y me pasan con un pediatra que me recomienda llevarla a urgencias, porque en mi centro de salud no tienen pediatra de guardia.

Dos y media de la mañana, al coche y paseíto a urgencias. Yo con más sueño que la Bella Durmiente y mi enana atrás en su silla, contándome los dibus que había visto por la tarde, cantando canciones, diciéndome el color de cada semáforo (todos rojos, claro) y preguntando porque  entramos en ese túnel, a donde va ese coche…

Por fin en urgencias, yo contando que lleva dos días con fiebre y la !!@##@¡!  tiene 37 clavados. Le cuento a la pediatra de guardia que lleva dos días con fiebre y a su cara de asesina tengo que aclarar que por la mañana había ido a la pediatra y no le habían visto nada. Me preguntan como 15 veces por las vacunas, y yo jurando y perjurando que las tiene todas puestas y en orden.

Pasamos a la auscultación, y comienza el espectáculo. Mi enana aterrorizada en la camilla, no por la médica, ni el otoscopio ni el fonendo. Rígida como un palo y agarrada a mis manos como una lapa porque decía que se iba a caer de la camilla.

Y por fin tenemos diagnóstico. Placas en la garganta, aun incipientes. Adiós paracetamol adiós. Hola ibuprofeno, hola amoxicilina.

De regreso a casa, parada en una farmacia 24 horas. La peque dibujando y cantando la canción de La Princesa Sofia y yo pensando: “cloroformo, hoy no la duermo ni con cloroformo” Pero bueno, al final ha dormido sin demasiado esfuerzo.

En fin, creo que soy buen padre. Puedo cantar la canción de La Princesa Sofia mientras conduzco a las cuatro de la mañana buscando una farmacia 24h. ¡Qué demonios buen padre!  ¡Soy Superman! …. Bueno, vale, Supersomnoliento. Espero que no lo note mi jefa.

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¡De excursión! ¡A urgencias!

Ya hacía tiempo que no me ocurría, pero anoche tuve que llevar a mi nena mayor a urgencias, porque llevaba tiempo con fiebre… ¡y al llegar no tenía fiebre!

Empiezo a pensar que mi coche es medicinal como el agua de Carabaña. Pasas toda la tarde pendiente de alguna afección, termómetro en mano. De pronto pasas la línea roja y desde el 061 te recomiendan que te pases por urgencias. Llegas allí y la niña no solo esta normal, sino que además esta súper contenta porque  ha salido a pasear por la noche. Y yo con cara de haba, explicando que lleva toda la tarde alicaída, con fiebre…

Pero contemos la historia completa, porque tú no estás en mi cabeza y seguro que no te estas enterando de nada.

El martes empezamos con la fiebre. Pero no una fiebre constante, si no raruna. A ratos tenía fiebre, otros ratos no. Le dabas el paracetamol y no bajaba la fiebre, luego bajaba sola… La noche fue movida, porque tan pronto media la temperatura y estaba en 37 grados, como la media y estaba en 38’5. Probaba con dos termómetros y la locura era total, porque las medidas unas veces coincidían y otras no.

Pasamos la noche con más pena que gloria, y mi niña hizo una de sus rarezas. Tener más fiebre por la mañana que por la noche. Así que mi mujer se la llevo a la pediatra y nos dijeron que no tenía síntomas de nada, que seguramente estaría incubando algo. Paracetamol y agua.

Por la tarde, mi mujer le tuvo que dar una ducha, porque pasamos de los 39 grados. Al acostarla, 37 clavados. ¡Bien! A la una de la mañana, pasaba un poquito de 37, pero con el calor que hace estos días, y abrazada a su pequeño pony como si le fuera en ello la vida, tampoco le di más importancia. Hasta que media hora después, la desperté para darle el paracetamol y ya pasaba de 38 grados.

La bonita teoría dice que en unos 40 minutos el paracetamol hace bajar la fiebre. Que bonitas teorías. Llamada al 061, me piden datos y más datos y me pasan con un pediatra que me recomienda llevarla a urgencias, porque en mi centro de salud no tienen pediatra de guardia.

Dos y media de la mañana, al coche y paseíto a urgencias. Yo con más sueño que la Bella Durmiente y mi enana atrás en su silla, contándome los dibus que había visto por la tarde, cantando canciones, diciéndome el color de cada semáforo (todos rojos, claro) y preguntando porque  entramos en ese túnel, a donde va ese coche…

Por fin en urgencias, yo contando que lleva dos días con fiebre y la !!@##@¡!  tiene 37 clavados. Le cuento a la pediatra de guardia que lleva dos días con fiebre y a su cara de asesina tengo que aclarar que por la mañana había ido a la pediatra y no le habían visto nada. Me preguntan como 15 veces por las vacunas, y yo jurando y perjurando que las tiene todas puestas y en orden.

Pasamos a la auscultación, y comienza el espectáculo. Mi enana aterrorizada en la camilla, no por la médica, ni el otoscopio ni el fonendo. Rígida como un palo y agarrada a mis manos como una lapa porque decía que se iba a caer de la camilla.

Y por fin tenemos diagnóstico. Placas en la garganta, aun incipientes. Adiós paracetamol adiós. Hola ibuprofeno, hola amoxicilina.

De regreso a casa, parada en una farmacia 24 horas. La peque dibujando y cantando la canción de La Princesa Sofia y yo pensando: “cloroformo, hoy no la duermo ni con cloroformo” Pero bueno, al final ha dormido sin demasiado esfuerzo.

En fin, creo que soy buen padre. Puedo cantar la canción de La Princesa Sofia mientras conduzco a las cuatro de la mañana buscando una farmacia 24h. ¡Qué demonios buen padre!  ¡Soy Superman! …. Bueno, vale, Supersomnoliento. Espero que no lo note mi jefa.

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¿Vacaciones en la playa? Beach, please

¿Tu problema es que te vas a la playa con un Lö-Båby y no sabes que tienes qué llevar? Prepárate para una nueva experiencia: Sol, Sudor, Arena y Lö-Båbies.
Ir a la playa con dos Lö-Båbies es toda una experiencia que pone a prueba de nuevo los límites de tu paciencia. Lo primero que sufres es que, como siempre pasa cuando sacas de su zona de confort a los Lö-Båbies, como buenas ratas de laboratorio que son, necesitan adaptarse a los nuevos rituales y rutinas.

Uno de estos rituales consiste en untar en protector solar factor 50 a los Lö-Båbies. El concepto “Factor 50”, como su propio nombre indica viene de “50 sombras” ya que si por un casual no te limpias bien, acabarás a ronchones tipo San Bernat (en inglés Sunburn Art) pero sin dibujos estéticos.

Untar a tu Lö-Båby  con protector solar es el primer reto que debes superar, ya que no se va a dejar. Le Petit Terrorist cuando le empiezas a aplicar la primera capa de crema, empieza a chillar “Noooo, paaaapaaaaa, nooooo”, así que sale corriendo en busca de ayuda maternal. Entonces Dory, ejecuta El Timo de la crema: “Ven. ¿Qué te ha puesto tu padre? Trae, que te lo quito” y haciendo ver que se lo quita, se lo acaba de untar.

Con Penny es otra historia. Intentar poner en posición horizontal a un Lö-Båby de 10 meses para cambiar un pañal o poner crema, es como intentar cambiar un pañal o poner crema a un pulpo vivo. ES IMPOSIBLE QUE SE ESTÉ QUIETA. Así que con mucha paciencia, y videos de llaves de judo de Youtube, untamos a Penny.

Para un correcto untado de protector solar, debe quedar una capa homogénea sobre toda la superficie corporal. Esta debe tener un grosor mínimo de 0,7 mm. ¿Cómo saber que se ha alcanzado este grosor mínimo? Fácil. Se sabe cuando miras a  tu Lö-Båby a los ojos y te entran ganas de decirle: “¿Cómo están Ustedes?”. Es decir que ha alcanzado el tono blanco-Payaso.

Es muy, muy, muy importante el grosor y la correcta distribución. Diréis: “Claro, para que no se queme”. Pues no, no es para eso. Es para obtener un rebozado perfecto del Lö-Båby. Le Petit Terrorist cuando va a la playa, es como un superhéroe y adopta una nueva identidad oculta tras una capa de arena…

«¿Es un Lö-Båby? ¿Es una croqueta? ¡No! ¡Es CroquetteBoy

Pero si CroquetteBoy es de rebozarse en arena por fuera, Pennyes más de rebozarse por dentro. Como si de Tierra de cocina molecular de Ferran Adrià se tratara, Penny se hincha a comer arena. Y aunque tratemos de evitarlo, come a escondidas. ¿Cómo lo sé? Porque todo lo que entra, sale. Y dejémoslo en que la arena es como fibra: no se digiere. Pero aporta “texturas”.  

Volviendo al ritual, una vez tenemos a los Lö-Båbies en modo guerrero africano/cortesanos Rococó/Payaso-Mimo/Michael Jackson o como queráis denominar a esos espectros blancos que corren sueltos (en inglés White Walkers) supurando adrenalina. Saco mi capacidad de Hombre-Perchero que he estado desarrollando tras años y años de rebajas con Dory, y empiezo a cargar:
  • Espalda: Cruzado el parasol
  • Hombro derecho: Bolsa con las palas, moldes, cubos, rastrillos, y demás utensilios para la construcción.
  • Hombro izquierdo: Capazo con las toallas.
  • Mano derecha: bolsa con aguas y tuppers de fruta.
  • Mano izquierda: piscina despleglable del Decathlon (muy recomendable).
  • Dientes: Bolsa de basura (“Aprovechando que pasamos por delante del contenedor”).

Cuando llegamos a la playa delimito nuestra parcela de okupación y empiezo a repartir todo el material. Lo bueno, es que al segundo día mi capacidad de realizar el Desembarque de Normandía va mejorando y en tan sólo 3 minutos ya tengo parapetado parasol, piscina, zona de juegos, zona de toallas y de picnic. Es lo bueno de bajar en la franja solar infantil: Que a las 9 de la mañana estamos nosotros y los jubilados, que nos retiramos antes de las 12 para evitar que nuestros pequeños vampiros se calcinen bajo el sol.

Con la instalación realizada, me dispongo a jugar con CroquetteBoy y Penny. Saco al niño que llevo dentro (y con la excusa de que juego con ellos) y me dispongo a realizar una reconstrucción detallada del castillo de Invernalia. Pero cuando ya lo estoy acabando aparece CroquetteBoy en plan Godzillay se dedica a pisotear mi exquisita recreación del hogar de los Stark, quedando Invernalia reducida a Mojon-alia tras el paso de CroquetteBoy Greyjoy.

Descartadas de nuevo mis aspiraciones como maquetista, nos vamos todos al agua. Junto con Dory, nos repartimos los Lö-Båbies bajo el lema de nuestra família: “Un Lö-Båby, un progenitor” (los que tenéis tres o más ya me diréis vuestros lemas). Al hacer cursillos de natación durante el año, tanto Penny como Le Petit Terrorist (El agua es la kriptonita de CroquetteBoy) tienen excesiva confianza en sus capacidades nadando: El microbio de Penny chapoteando se larga sola en busca de su hermano todo el rato, y Le Petit Terrorist se me sube a la espalda y al grito de “Boooomba” salta desde arriba. Pero a veces lo hace sin avisar, así que cuando le pierdes de vista lo tienes que rescatar del fondo del agua. Que no es que me queje. Que estoy encantado de que no le tengan miedo al agua, pero un puntito de respeto tampoco vendría mal. Que aquí, el enano de Le Petit Terroristse cree Michael Phelps y si te despistas se larga “buceando” solo.

Por último antes de irnos, siempre intento inmortalizar/instragramear el día de playa con alguna fotillo de los cuatro juntos. Lo bueno del rebozado playero es que si pones la foto en blanco y negro no hace falta granularla. Pero si sacar a un Lö-Båby con Dory (o los dos) en una foto bien es altamente complicado, sacar a dos es simplemente imposible. Así que si ya de  per se tengo la memoria del móvil a tope, de vacaciones ya “lo petamos”.

Y como de si Atrapado en el tiempo se tratara, estando de vacaciones en la playa, cada día se repite el mismo ritual. Nietzsche en Así habló Zaratrusta hablaba del eterno retorno, donde los superhombres eran los que vivían sin miedo una vez y otra vez la misma vida porque disfrutaban cada momento que vivían.

Por lo que puedo concluir que soy un superhombre (superfeliz): ¡Bendito eterno retorno, benditas vacaciones!

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