Que bueno lo que he compartido esta semana santa con mi familia. La vida es maravillosa y aunque a veces tenga momentos malos, existen las recompensas en el camino.
Estos días los he pasado en la sierra de Guadarrama. Un lugar salvaje, donde la naturaleza brota a cada instante. Todos los días, al alba me levantaba y salía a su encuentro. Eran momentos íntimos con la naturaleza. En silencio contemplaba lo que sucedía. A veces las emociones se apresuraban, otras simplemente surgían de la nada. Llegaban de mis sentidos y llenaban de luz el instante.
Yo, que ahora contemplo más, y medito menos (entiéndase la palabra meditar en español) me doy cuenta que cada instante es un cuadro en el que pararse a contemplar. Dos instantes como un botón:
Un pinar con su follaje verde de pinos albares, con sus troncos naranjas, una linde, y en medio de un monte bajo de genistas. Un espino albar, todo ello iluminado de la luz rosada de las primeras luces y derrepente un bando de Rabilargos, que en silencio ondean y se van posando. No gritan como tienen costumbre. En silencio se van contraponiendo. Todo en una armonía que hace que se me queden los pelos espinados como alfileres. Y lo que más me produjo esa reacción cutánea, era el color de sus alas, azules como pintadas por Dios, para mi, para mi deleite, para mi gozo.Y todo en un instante.
Otro momento mágico fue el encuentro con una ave de la que tengo escasos registros en mi larga experiencia con las aves. Es la curruca mirlona. Fué el último día y sabía que tenía que rebañar este momento. Hacía frío, nubes bajas. Acababa de salir el sol. De pronto, escucho el arrullo de lo que parecía un mirlo. Me llama la atención porque les había hecho poco caso, ya que en mi ventana los oigo todos los días. Pero mi sorpresa fue la de un pájaro claro y extraño que empezó a emitir ese sonido. Rápido mi memoria relaciono todo: Capirote negro, babero blanco: macho de mirlona. Y e aquí lo que más me llamó la atención a esas horas, los flancos marcadamente cremas, en contraste con el blanco plumaje de la zona inferior. No sé. Me pareció que brillaba ante el paisaje todavía seminvernal de ocres, de rosales silvestres desnudos, con tan solo matices verdes de los nuevos brotes. El ave sola en contrate con su escenario. Me siguió deleitándome con su presencia que vi a placer. Y saboreé esos momentos como lo saborean los amantes de las aves que han soñado más de una vez con ver así a las aves que desean conocer. Mi gratitud…
http://www.seo.org/ave/curruca-mirlona |
Bueno. Pues ya os he contado una pizca de lo que he vivido estos días. El resto no ha parado de ser una gozada tras otra. Pero eso será para otra entrada.
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