10 razones por las que un niño debería tener un teléfono móvil

Razones por las que los niños deberían tener móvil.

Caso todos los niños, desde el final del colegio hasta adolescentes, quieren tener su propio móvil. Esto es un dilema para los padres debido a los muchos problemas que causa el hecho de que un niño tenga si propio móvil, como elevadas facturas telefónicas y perder demasiado tiempo con el nuevo aparato. Pero hay muchas ventajas en el hecho de dejar que tus hijos tengan su propio teléfono móvil, que los padres deberían considerar antes de tomar una decisión.

Seguridad

Puedes mandar un mensaje o llamar a tus hijos siempre que quieras, de manera que sepas qué hacen o dónde están.

Alivio

También estarás aliviada después de esperar a tu hijo de noche cuando a salido con amigos. Si tu hijo llega tarde, solo tiene que llamarte y avisarte de a qué hora llegará.

Emergencias

Si algo le ocurriera, como que tu hijo se ve involucrado en un accidente de coche o atrapado en una fiesta, será capaz de contactar contigo y contarte qué ocurre.

Algo le pasa a tu hijo

También, si algo le ocurre a tu hijo que lo hace incapaz de llamar por sí mismo, alguien podría usar su teléfono para contactarte.

Muestra de confianza

Darle a tu hijo un teléfono móvil les hace saber que confías en ellos y que pueden hablar con sus amigos.

Otorgar responsabilidad

También es un método para enseñarle a tus hijos a ser responsables para aprender a controlar los minutos y los mensajes de texto que manda.

Premio

Un teléfono móvil también puede ser usado como premio, demostrándole a tus hijos que estás orgulloso de ellos. Por otra parte, puede ser usado como forma de disciplina quitándoles el móvil cuando se portan mal.

Localizador GPS

Algunos teléfonos móviles tienen un localizador GPS dentro del dispositivo. Esto permite a los padres saber dçonde se encuentran sus hijos. Un niño más mayor podría sentirse ofendido por la invasión de privacidad, pero es perfecto para un niño joven.

Coste

Muchos padres no les quieren dar un teléfono móvil a sus hijos porque temen que la factura sea muy alta cada mes. Sin embargo, si no le permites a tu hijo tener Internet en el dispositivo, evitas que puedan descargar tonos y limitas sus minutos, no será demasiado caro añadir a tu hijo a un plan existente.

Control

Muchos teléfonos de niños ofrecen a los padres un gran control, con unos pocos botones para «Mamá,» «Papá» u otros contactos de emergencia.
Sigue leyendo ->

10 razones por las que un niño debería tener un teléfono móvil

Razones por las que los niños deberían tener móvil.

Caso todos los niños, desde el final del colegio hasta adolescentes, quieren tener su propio móvil. Esto es un dilema para los padres debido a los muchos problemas que causa el hecho de que un niño tenga si propio móvil, como elevadas facturas telefónicas y perder demasiado tiempo con el nuevo aparato. Pero hay muchas ventajas en el hecho de dejar que tus hijos tengan su propio teléfono móvil, que los padres deberían considerar antes de tomar una decisión.

Seguridad

Puedes mandar un mensaje o llamar a tus hijos siempre que quieras, de manera que sepas qué hacen o dónde están.

Alivio

También estarás aliviada después de esperar a tu hijo de noche cuando a salido con amigos. Si tu hijo llega tarde, solo tiene que llamarte y avisarte de a qué hora llegará.

Emergencias

Si algo le ocurriera, como que tu hijo se ve involucrado en un accidente de coche o atrapado en una fiesta, será capaz de contactar contigo y contarte qué ocurre.

Algo le pasa a tu hijo

También, si algo le ocurre a tu hijo que lo hace incapaz de llamar por sí mismo, alguien podría usar su teléfono para contactarte.

Muestra de confianza

Darle a tu hijo un teléfono móvil les hace saber que confías en ellos y que pueden hablar con sus amigos.

Otorgar responsabilidad

También es un método para enseñarle a tus hijos a ser responsables para aprender a controlar los minutos y los mensajes de texto que manda.

Premio

Un teléfono móvil también puede ser usado como premio, demostrándole a tus hijos que estás orgulloso de ellos. Por otra parte, puede ser usado como forma de disciplina quitándoles el móvil cuando se portan mal.

Localizador GPS

Algunos teléfonos móviles tienen un localizador GPS dentro del dispositivo. Esto permite a los padres saber dçonde se encuentran sus hijos. Un niño más mayor podría sentirse ofendido por la invasión de privacidad, pero es perfecto para un niño joven.

Coste

Muchos padres no les quieren dar un teléfono móvil a sus hijos porque temen que la factura sea muy alta cada mes. Sin embargo, si no le permites a tu hijo tener Internet en el dispositivo, evitas que puedan descargar tonos y limitas sus minutos, no será demasiado caro añadir a tu hijo a un plan existente.

Control

Muchos teléfonos de niños ofrecen a los padres un gran control, con unos pocos botones para «Mamá,» «Papá» u otros contactos de emergencia.
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Permiso por paternidad, la primer oportunidad

Imagínense la siguiente situación: Son las 4 de la madrugada y el bebé comienza a llorar. Veo que mi mujer ni se mueve. Intento despertarla y al hacerlo, recibo un escueto pero directo comentario “ahora te toca a ti”. No entiendo. Me levanto a ver al niño y siento que algo me rodea. Esta claro que debo cambiarle el pañal. Cuando me dirijo al cambiador intentando no hacer más ruido que el llanto de él, me enfrento sin querer al calendario que cuelga de la pared y ahí estaba, indicado con rojo, un gran círculo alrededor del día de hoy. He comenzado mi licencia por paternidad.
Es algo que en mayor o menor medida los padres nos enfrentamos. Lamentablemente muchos no tienen prácticamente la oportunidad de hacerlo. 4, 7,14 días son algunas de las opciones que ciertos países pueden ofrecer. Es que el precio de papa en el trabajo es incalculable pensarán algunos. Sin embargo, hay otros que no piensan así y permiten al padre asumir su rol durante periodos que pueden alcanzar hasta los 3 meses. Existen diversas modalidades que en definitiva sólo expresan la importancia del derecho del niño a que también lo cuide su papá.
Afortunadamente con el nacimiento de mi hija tuve la oportunidad de gozar de esos períodos extraordinarios donde mi rol de papá tomó completa dimensión. Lamentablemente no tuve la misma chance con mi primer hijo.
Es impresionante lograr que el abrazo de papá calme un llanto. Que la confianza que se genera cree complicidad. Recuerdo esos largos paseos empujando el carrito por el parque. Ese movimiento mágico que los hace dormir en los brazos. No puedo olvidarme de los turnos de comida, y su curiosidad por conocer la textura de todos y absolutamente todos los purés y compotas y el consiguiente reguero sobre la mesa y el piso.
Es genial encontrarse en el parque con otros padres donde las conversaciones nos transportan desde el último partido del Barcelona, a la diferencia de manejo de un carrito de tres ruedas con el de 4. No sin antes tocar en profundidad el tema de las vacunas y esgrimir nuestro orgullo al contar que nuestro niño prácticamente no lloró al recibirlas. Es estupendo, no lo duden.
Recordar esos momentos es uno de los mejores ejercicios para recobrar el ánimo que he encontrado.
Esta claro que el tiempo libre de fin de jornada o los fines de semana no permiten dar continuidad y equipararse con la licencia por paternidad para crear un vínculo estrecho con nuestros bebés.
La licencia por paternidad es la primera oportunidad de establecer una relación profunda, extensa y vital con tu hijo. Significa dejar de lado ese rol que dice que cuando el bebé llora, hay que salir a buscar a la madre.

Significa que además de proveer, también sabemos amar y cuidar.
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Permiso por paternidad, la primer oportunidad

Imagínense la siguiente situación: Son las 4 de la madrugada y el bebé comienza a llorar. Veo que mi mujer ni se mueve. Intento despertarla y al hacerlo, recibo un escueto pero directo comentario “ahora te toca a ti”. No entiendo. Me levanto a ver al niño y siento que algo me rodea. Esta claro que debo cambiarle el pañal. Cuando me dirijo al cambiador intentando no hacer más ruido que el llanto de él, me enfrento sin querer al calendario que cuelga de la pared y ahí estaba, indicado con rojo, un gran círculo alrededor del día de hoy. He comenzado mi licencia por paternidad.
Es algo que en mayor o menor medida los padres nos enfrentamos. Lamentablemente muchos no tienen prácticamente la oportunidad de hacerlo. 4, 7,14 días son algunas de las opciones que ciertos países pueden ofrecer. Es que el precio de papa en el trabajo es incalculable pensarán algunos. Sin embargo, hay otros que no piensan así y permiten al padre asumir su rol durante periodos que pueden alcanzar hasta los 3 meses. Existen diversas modalidades que en definitiva sólo expresan la importancia del derecho del niño a que también lo cuide su papá.
Afortunadamente con el nacimiento de mi hija tuve la oportunidad de gozar de esos períodos extraordinarios donde mi rol de papá tomó completa dimensión. Lamentablemente no tuve la misma chance con mi primer hijo.
Es impresionante lograr que el abrazo de papá calme un llanto. Que la confianza que se genera cree complicidad. Recuerdo esos largos paseos empujando el carrito por el parque. Ese movimiento mágico que los hace dormir en los brazos. No puedo olvidarme de los turnos de comida, y su curiosidad por conocer la textura de todos y absolutamente todos los purés y compotas y el consiguiente reguero sobre la mesa y el piso.
Es genial encontrarse en el parque con otros padres donde las conversaciones nos transportan desde el último partido del Barcelona, a la diferencia de manejo de un carrito de tres ruedas con el de 4. No sin antes tocar en profundidad el tema de las vacunas y esgrimir nuestro orgullo al contar que nuestro niño prácticamente no lloró al recibirlas. Es estupendo, no lo duden.
Recordar esos momentos es uno de los mejores ejercicios para recobrar el ánimo que he encontrado.
Esta claro que el tiempo libre de fin de jornada o los fines de semana no permiten dar continuidad y equipararse con la licencia por paternidad para crear un vínculo estrecho con nuestros bebés.
La licencia por paternidad es la primera oportunidad de establecer una relación profunda, extensa y vital con tu hijo. Significa dejar de lado ese rol que dice que cuando el bebé llora, hay que salir a buscar a la madre.

Significa que además de proveer, también sabemos amar y cuidar.
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No me obedezcas

por Olga Carmona

“La libertad es la obediencia a la ley que uno mismo se ha trazado”. Jean Jacques Rousseau


El otro día recibí una amable invitación para asistir a una charla para padres con el pretendidamente simpático nombre: “La obediencia: esa gran desconocida”.


Seguramente la mente “preclara” de quien le puso ese título pensó que a los padres nos iba a hacer una gracia enorme porque nos sentiríamos rápidamente identificados con la falta de obediencia de nuestros hijos, porque a fin de cuentas, partimos de una premisa incuestionable: los hijos deben obedecer a sus padres.


¿Porqué? Porque son sus padres; tautología absurda que nuestra cultura ha heredado básicamente de la religión cristiana y que tiene como fundamento el agradecimiento a quien nos dio la vida. El resto de la creencia se sostiene en la otra premisa incuestionable: por tu propio bien.


Sin embargo, yo  afirmo lo contrario: los hijos no deben obedecer, ni a sus padres ni a nadie.

Las personas no deben obedecer. Y por tanto no deben ser entrenadas para hacerlo, ni educadas en la obediencia.


El Diccionario de la Real Academia Española, define obedecer de la siguiente manera: “Cumplir la voluntad de quien manda”.

Y buceando en el significado etimológico del término encuentro sin sorpresa que  “obedecer” viene del latín “oboedescere der. De oboedire: cumplir la voluntad de quien manda.


Ambos significados implican hacer lo que el otro (padre, madres, jefes, profesores, etc.) te digan, ser lo que otros pretendan que seas.


Obedecer significa no cuestionar, implica la  forma de ceguera más peligrosa y humillante: tu no existes, tu criterio no importa, tu sentir no importa,  sólo ejecuta lo que yo digo y así obtendrás mi permiso para existir.


Si yo quiero educar a mis hijos para que sean seres humanos con criterio propio, sólida autoestima, capacidad de elección y decisión, en definitiva LIBRES, no puedo educar en la obediencia, es una contradicción pura. Y no puedo tampoco enviar el mensaje de “obedece a tus padres, pero no a los demás”: es esquizofrénico.


Y no digo que sea fácil educar en la no obediencia, digo que es imprescindible.

Digo que es su derecho, digo que los otros caminos son atajos que nos llevan al cortoplacismo que nos facilita la vida, pero no les favorece.


Digo que cuando queremos que nuestros hijos hagan algo que es necesario que hagan, el camino corto es el la obediencia, porque arroja resultados inmediatos, pero en cada acto de obediencia, cortamos unos milímetros su sí mismo. Su capacidad para ser.


Inmersos en la una cultura bulímica y cortoplacista, donde nos damos atracones de estímulos que no podemos procesar y donde sólo perseguimos aquello que da resultados inmediatos, la forma en que educamos a nuestros hijos también queda impregnada de ella.


Propongo elegir rutas que favorezcan su capacidad para elegir y para decidir. La alternativa que construye nos habla de usar el  diálogo,  la negociación, la explicación razonada, la motivación, la educación. 

Hagámonos la pregunta de cómo pediríamos algo a otro adulto y seguro que aparecen rápidamente las razones por las que lo pido y una forma educada de hacerlo. Cuando yo dialogo, cuando yo explico, cuando yo negocio, cuando yo  escucho, cuando pido las cosas de forma amable,  estoy entregando todas esas herramientas de comunicación y de crecimiento a mi hijo. Sólo se puede educar a través del ejemplo y desde el respeto al otro. Sino, el mensaje no llega, no permanece y no sirve.


¿Y si, a pesar de hacerlo de todas esas maneras, sigue sin hacer lo que es necesario hacer?  Entonces, adulto civilizado, tendrás que aprender a respetarlo. Cambiar un paradigma que tenemos interiorizado, implica un ejercicio de aprendizaje por nuestra parte también. No vale sólo con predicar, hay que dar trigo.


Sin embargo, si ofrecemos a nuestros hijos un modelo de coherencia (donde cumplo lo que digo), de confianza (nunca miento), de honestidad (conmigo mismo, con él y con los demás) y de integridad (lo que hago, digo y siento están alineados), entonces  la autoridad llega sola. No la autoridad impuesta, sino la percibida: creerán en nosotros, nuestra opinión será tenida en cuenta, podremos influir y convencer. Sin imponer.


Habrá quien quiera hacer una lectura plana de este planteamiento y aduzca que no se puede convivir sin normas y todos esos argumentos tan simplotes y cansinos. Esa no es la idea: en un sistema familiar donde se van a sentar las bases de los primeros y más determinantes aprendizajes, hay normas. Pero son para todos, todos deberán respetarlas de igual manera. Si necesitamos crear nuevas formulas para el manejo de los conflictos, lo haremos de forma consensuada, buscando aquella con la que todos se sientan cómodos y partícipes. Los hijos no son los subalternos que vienen a un sistema ya estructurado y deben amoldarse a él. 

Son parte en igualdad de derechos y de obligaciones de un sistema que se construye día a día en función de las necesidades que el propio desarrollo va generando.


Esta forma de vivir, de educar, de amar, va modelando herramientas tan imprescindibles como el sentido de la autocompetencia, la creatividad, la responsabilidad, la empatía, el compromiso, la resolución de problemas, la pertenencia a un grupo, la comunicación:  son raíces y a la vez son alas.

Foto: By hinnamsaisuy, published on 15 December 2010 
Stock Photo – image ID: 10024428
http://www.freedigitalphotos.net/images/Human_body_g281-Hand_Sign_p24428.html

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No me obedezcas

por Olga Carmona

“La libertad es la obediencia a la ley que uno mismo se ha trazado”. Jean Jacques Rousseau


El otro día recibí una amable invitación para asistir a una charla para padres con el pretendidamente simpático nombre: “La obediencia: esa gran desconocida”.


Seguramente la mente “preclara” de quien le puso ese título pensó que a los padres nos iba a hacer una gracia enorme porque nos sentiríamos rápidamente identificados con la falta de obediencia de nuestros hijos, porque a fin de cuentas, partimos de una premisa incuestionable: los hijos deben obedecer a sus padres.


¿Porqué? Porque son sus padres; tautología absurda que nuestra cultura ha heredado básicamente de la religión cristiana y que tiene como fundamento el agradecimiento a quien nos dio la vida. El resto de la creencia se sostiene en la otra premisa incuestionable: por tu propio bien.


Sin embargo, yo  afirmo lo contrario: los hijos no deben obedecer, ni a sus padres ni a nadie.

Las personas no deben obedecer. Y por tanto no deben ser entrenadas para hacerlo, ni educadas en la obediencia.


El Diccionario de la Real Academia Española, define obedecer de la siguiente manera: “Cumplir la voluntad de quien manda”.

Y buceando en el significado etimológico del término encuentro sin sorpresa que  “obedecer” viene del latín “oboedescere der. De oboedire: cumplir la voluntad de quien manda.


Ambos significados implican hacer lo que el otro (padre, madres, jefes, profesores, etc.) te digan, ser lo que otros pretendan que seas.


Obedecer significa no cuestionar, implica la  forma de ceguera más peligrosa y humillante: tu no existes, tu criterio no importa, tu sentir no importa,  sólo ejecuta lo que yo digo y así obtendrás mi permiso para existir.


Si yo quiero educar a mis hijos para que sean seres humanos con criterio propio, sólida autoestima, capacidad de elección y decisión, en definitiva LIBRES, no puedo educar en la obediencia, es una contradicción pura. Y no puedo tampoco enviar el mensaje de “obedece a tus padres, pero no a los demás”: es esquizofrénico.


Y no digo que sea fácil educar en la no obediencia, digo que es imprescindible.

Digo que es su derecho, digo que los otros caminos son atajos que nos llevan al cortoplacismo que nos facilita la vida, pero no les favorece.


Digo que cuando queremos que nuestros hijos hagan algo que es necesario que hagan, el camino corto es el la obediencia, porque arroja resultados inmediatos, pero en cada acto de obediencia, cortamos unos milímetros su sí mismo. Su capacidad para ser.


Inmersos en la una cultura bulímica y cortoplacista, donde nos damos atracones de estímulos que no podemos procesar y donde sólo perseguimos aquello que da resultados inmediatos, la forma en que educamos a nuestros hijos también queda impregnada de ella.


Propongo elegir rutas que favorezcan su capacidad para elegir y para decidir. La alternativa que construye nos habla de usar el  diálogo,  la negociación, la explicación razonada, la motivación, la educación. 

Hagámonos la pregunta de cómo pediríamos algo a otro adulto y seguro que aparecen rápidamente las razones por las que lo pido y una forma educada de hacerlo. Cuando yo dialogo, cuando yo explico, cuando yo negocio, cuando yo  escucho, cuando pido las cosas de forma amable,  estoy entregando todas esas herramientas de comunicación y de crecimiento a mi hijo. Sólo se puede educar a través del ejemplo y desde el respeto al otro. Sino, el mensaje no llega, no permanece y no sirve.


¿Y si, a pesar de hacerlo de todas esas maneras, sigue sin hacer lo que es necesario hacer?  Entonces, adulto civilizado, tendrás que aprender a respetarlo. Cambiar un paradigma que tenemos interiorizado, implica un ejercicio de aprendizaje por nuestra parte también. No vale sólo con predicar, hay que dar trigo.


Sin embargo, si ofrecemos a nuestros hijos un modelo de coherencia (donde cumplo lo que digo), de confianza (nunca miento), de honestidad (conmigo mismo, con él y con los demás) y de integridad (lo que hago, digo y siento están alineados), entonces  la autoridad llega sola. No la autoridad impuesta, sino la percibida: creerán en nosotros, nuestra opinión será tenida en cuenta, podremos influir y convencer. Sin imponer.


Habrá quien quiera hacer una lectura plana de este planteamiento y aduzca que no se puede convivir sin normas y todos esos argumentos tan simplotes y cansinos. Esa no es la idea: en un sistema familiar donde se van a sentar las bases de los primeros y más determinantes aprendizajes, hay normas. Pero son para todos, todos deberán respetarlas de igual manera. Si necesitamos crear nuevas formulas para el manejo de los conflictos, lo haremos de forma consensuada, buscando aquella con la que todos se sientan cómodos y partícipes. Los hijos no son los subalternos que vienen a un sistema ya estructurado y deben amoldarse a él. 

Son parte en igualdad de derechos y de obligaciones de un sistema que se construye día a día en función de las necesidades que el propio desarrollo va generando.


Esta forma de vivir, de educar, de amar, va modelando herramientas tan imprescindibles como el sentido de la autocompetencia, la creatividad, la responsabilidad, la empatía, el compromiso, la resolución de problemas, la pertenencia a un grupo, la comunicación:  son raíces y a la vez son alas.

Foto: By hinnamsaisuy, published on 15 December 2010 
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No me obedezcas

por Olga Carmona

“La libertad es la obediencia a la ley que uno mismo se ha trazado”. Jean Jacques Rousseau


El otro día recibí una amable invitación para asistir a una charla para padres con el pretendidamente simpático nombre: “La obediencia: esa gran desconocida”.


Seguramente la mente “preclara” de quien le puso ese título pensó que a los padres nos iba a hacer una gracia enorme porque nos sentiríamos rápidamente identificados con la falta de obediencia de nuestros hijos, porque a fin de cuentas, partimos de una premisa incuestionable: los hijos deben obedecer a sus padres.


¿Porqué? Porque son sus padres; tautología absurda que nuestra cultura ha heredado básicamente de la religión cristiana y que tiene como fundamento el agradecimiento a quien nos dio la vida. El resto de la creencia se sostiene en la otra premisa incuestionable: por tu propio bien.


Sin embargo, yo  afirmo lo contrario: los hijos no deben obedecer, ni a sus padres ni a nadie.

Las personas no deben obedecer. Y por tanto no deben ser entrenadas para hacerlo, ni educadas en la obediencia.


El Diccionario de la Real Academia Española, define obedecer de la siguiente manera: “Cumplir la voluntad de quien manda”.

Y buceando en el significado etimológico del término encuentro sin sorpresa que  “obedecer” viene del latín “oboedescere der. De oboedire: cumplir la voluntad de quien manda.


Ambos significados implican hacer lo que el otro (padre, madres, jefes, profesores, etc.) te digan, ser lo que otros pretendan que seas.


Obedecer significa no cuestionar, implica la  forma de ceguera más peligrosa y humillante: tu no existes, tu criterio no importa, tu sentir no importa,  sólo ejecuta lo que yo digo y así obtendrás mi permiso para existir.


Si yo quiero educar a mis hijos para que sean seres humanos con criterio propio, sólida autoestima, capacidad de elección y decisión, en definitiva LIBRES, no puedo educar en la obediencia, es una contradicción pura. Y no puedo tampoco enviar el mensaje de “obedece a tus padres, pero no a los demás”: es esquizofrénico.


Y no digo que sea fácil educar en la no obediencia, digo que es imprescindible.

Digo que es su derecho, digo que los otros caminos son atajos que nos llevan al cortoplacismo que nos facilita la vida, pero no les favorece.


Digo que cuando queremos que nuestros hijos hagan algo que es necesario que hagan, el camino corto es el la obediencia, porque arroja resultados inmediatos, pero en cada acto de obediencia, cortamos unos milímetros su sí mismo. Su capacidad para ser.


Inmersos en la una cultura bulímica y cortoplacista, donde nos damos atracones de estímulos que no podemos procesar y donde sólo perseguimos aquello que da resultados inmediatos, la forma en que educamos a nuestros hijos también queda impregnada de ella.


Propongo elegir rutas que favorezcan su capacidad para elegir y para decidir. La alternativa que construye nos habla de usar el  diálogo,  la negociación, la explicación razonada, la motivación, la educación. 

Hagámonos la pregunta de cómo pediríamos algo a otro adulto y seguro que aparecen rápidamente las razones por las que lo pido y una forma educada de hacerlo. Cuando yo dialogo, cuando yo explico, cuando yo negocio, cuando yo  escucho, cuando pido las cosas de forma amable,  estoy entregando todas esas herramientas de comunicación y de crecimiento a mi hijo. Sólo se puede educar a través del ejemplo y desde el respeto al otro. Sino, el mensaje no llega, no permanece y no sirve.


¿Y si, a pesar de hacerlo de todas esas maneras, sigue sin hacer lo que es necesario hacer?  Entonces, adulto civilizado, tendrás que aprender a respetarlo. Cambiar un paradigma que tenemos interiorizado, implica un ejercicio de aprendizaje por nuestra parte también. No vale sólo con predicar, hay que dar trigo.


Sin embargo, si ofrecemos a nuestros hijos un modelo de coherencia (donde cumplo lo que digo), de confianza (nunca miento), de honestidad (conmigo mismo, con él y con los demás) y de integridad (lo que hago, digo y siento están alineados), entonces  la autoridad llega sola. No la autoridad impuesta, sino la percibida: creerán en nosotros, nuestra opinión será tenida en cuenta, podremos influir y convencer. Sin imponer.


Habrá quien quiera hacer una lectura plana de este planteamiento y aduzca que no se puede convivir sin normas y todos esos argumentos tan simplotes y cansinos. Esa no es la idea: en un sistema familiar donde se van a sentar las bases de los primeros y más determinantes aprendizajes, hay normas. Pero son para todos, todos deberán respetarlas de igual manera. Si necesitamos crear nuevas formulas para el manejo de los conflictos, lo haremos de forma consensuada, buscando aquella con la que todos se sientan cómodos y partícipes. Los hijos no son los subalternos que vienen a un sistema ya estructurado y deben amoldarse a él. 

Son parte en igualdad de derechos y de obligaciones de un sistema que se construye día a día en función de las necesidades que el propio desarrollo va generando.


Esta forma de vivir, de educar, de amar, va modelando herramientas tan imprescindibles como el sentido de la autocompetencia, la creatividad, la responsabilidad, la empatía, el compromiso, la resolución de problemas, la pertenencia a un grupo, la comunicación:  son raíces y a la vez son alas.

Foto: By hinnamsaisuy, published on 15 December 2010 
Stock Photo – image ID: 10024428
http://www.freedigitalphotos.net/images/Human_body_g281-Hand_Sign_p24428.html

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"Razones para parecerme a mi hijo"

Recuerdo que cuando estábamos “embarazados”  aparte de estar felices, ilusionados, nerviosos, miedosos, dudosos y demás adjetivos, había ciertos días en los que llegaba hasta nuestras melenudas cabezas una interminable mezcla de ideas de cómo podría ser nuestr@ pequeñ@: si sería leoncita o leoncito, si tendría los chinos de Jackie que tanto me encantan, cómo serían sus ojitos, su tono de piel, el color de su cabello, etcétera… y bueno, la vida fue muy generosa con nosotros, pues aparte de desear con todo el corazón que nuestro cachorro llegara sano, ambos deseábamos que de uno u otro modo se pareciera a los dos y nos fue concedido.

Pues bien, ese hermoso día en el que por fin pudimos conocer a nuestro leoncito ya al verlo llegamos a la conclusión (Jackie y yo) de que tenía una melenita casi tan lacia como la mía pero en una abundante cantidad como la de ella, y eso sí, a todas luces una nariz como la de su mami a quien por cierto no le agrada tanto la idea.

Como es de esperarse, siempre que nace un pequeñín se tiene esa inclinación (me incluyo, pues antes lo hacía) a tratar de encontrarle parecido con alguien de la familia, y no basta con que éste sea con mamá y papá, pues se incluyen en las similitudes cualquier tipo rasgo incluso algunos que resultan por demás chistosos… “que si la pestaña de uno o la ceja del otro”.

En nuestro caso, al inicio la balanza estaba muy equilibrada pues se dividían opiniones entre los que aseguraban que se parecía más a ella y viceversa, pero a últimas fechas se ha cargado un poco hacia mi lado, y aunque debo de admitir con toda honestidad que en nada me incomoda y hasta me “esponjo” como pavo real orgulloso cuando alguien dice que nuestro cachorro se parece o que es igualito a mí, también he de confesar que lo tomo con algunas reservas…

Esto último lo comento porque aunque hoy  me siento orgulloso y satisfecho de lo que hasta este momento he evolucionado y/o logrado como papá, también soy consciente de esos pequeños grandes detalles que quiero “pulir”, cambiar, corregir e incluso quitar de mi felina personalidad, (basta preguntarle a Jackie sobre lo desordenado que soy) y por ello me cuesta algo de trabajo asimilar o saber hasta dónde quisiera que mi hijo se parezca  a mí, con esto quiero decir que si bien como hijo y como persona tuve la fortuna de ser criado con mucho amor y de que me fueran inculcados valores, a su vez crecí como toda persona con algunos hábitos, actitudes y una que otra manía que -ya siendo papá- no me gustaría ver reflejadas en mi espejito llamado Emilio.

Como padre hoy quiero aplicar mucho de esa forma en la que fui criado y educado, en la que siempre me fue dada toda libertad de tomar mis propias decisiones y hasta hoy no recuerdo algún tipo de presión o intención de modificar alguno de mis gustos o preferencias.

Abogaré siempre por tratar de que ese pequeño ser que hoy guía nuestras vidas cuente con los elementos que le permitan ir  más allá de esa provisión de genes con la que dotamos a nuestros hijos y la natural influencia que tenemos como padres, que conserve siempre su esencia y sea el responsable y creador de su destino como Ser humano.

Nunca me quejaré de que mi hijo se parezca a mí y siempre estaré contento de que así sea, pero para ser feliz y mejorar como persona, como ser y como papá, hoy lo único que pido es poder parecerme (al menos un poco) a mi leoncito, quien gateando no se detiene ante nada para llegar a donde quiere y se esfuerza por  agarrarse de cualquier cosa para mantenerse en pie, quien no sólo aprende con gran destreza a comer sino nos alimenta cada instante con su alegría, quien sin importar los golpes y caídas vence cada uno de sus miedos y lo intenta cada cosa una y otra vez, quien con cada siesta me enseña a respetar mi cansancio y a perseguir  mis sueños, quien encuentra en el más pequeño objeto la razón para admirar  este mundo y hallar lo simple que es divertirse y ser feliz,   y más aún, quien sin importar lo que acontece a su alrededor siempre tiene una hermosa  sonrisa (¡esa sí que la heredó de mamá!) o una caricia para los que le amamos y con ello mejora  a cada instante nuestra existencia.

Hijo de tigre, pintito; hijo de león…
…que con el tiempo decida él solito.

«V»

Foto: Michael Sharman via photopin cc

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"Razones para parecerme a mi hijo"

Recuerdo que cuando estábamos “embarazados”  aparte de estar felices, ilusionados, nerviosos, miedosos, dudosos y demás adjetivos, había ciertos días en los que llegaba hasta nuestras melenudas cabezas una interminable mezcla de ideas de cómo podría ser nuestr@ pequeñ@: si sería leoncita o leoncito, si tendría los chinos de Jackie que tanto me encantan, cómo serían sus ojitos, su tono de piel, el color de su cabello, etcétera… y bueno, la vida fue muy generosa con nosotros, pues aparte de desear con todo el corazón que nuestro cachorro llegara sano, ambos deseábamos que de uno u otro modo se pareciera a los dos y nos fue concedido.

Pues bien, ese hermoso día en el que por fin pudimos conocer a nuestro leoncito ya al verlo llegamos a la conclusión (Jackie y yo) de que tenía una melenita casi tan lacia como la mía pero en una abundante cantidad como la de ella, y eso sí, a todas luces una nariz como la de su mami a quien por cierto no le agrada tanto la idea.

Como es de esperarse, siempre que nace un pequeñín se tiene esa inclinación (me incluyo, pues antes lo hacía) a tratar de encontrarle parecido con alguien de la familia, y no basta con que éste sea con mamá y papá, pues se incluyen en las similitudes cualquier tipo rasgo incluso algunos que resultan por demás chistosos… “que si la pestaña de uno o la ceja del otro”.

En nuestro caso, al inicio la balanza estaba muy equilibrada pues se dividían opiniones entre los que aseguraban que se parecía más a ella y viceversa, pero a últimas fechas se ha cargado un poco hacia mi lado, y aunque debo de admitir con toda honestidad que en nada me incomoda y hasta me “esponjo” como pavo real orgulloso cuando alguien dice que nuestro cachorro se parece o que es igualito a mí, también he de confesar que lo tomo con algunas reservas…

Esto último lo comento porque aunque hoy  me siento orgulloso y satisfecho de lo que hasta este momento he evolucionado y/o logrado como papá, también soy consciente de esos pequeños grandes detalles que quiero “pulir”, cambiar, corregir e incluso quitar de mi felina personalidad, (basta preguntarle a Jackie sobre lo desordenado que soy) y por ello me cuesta algo de trabajo asimilar o saber hasta dónde quisiera que mi hijo se parezca  a mí, con esto quiero decir que si bien como hijo y como persona tuve la fortuna de ser criado con mucho amor y de que me fueran inculcados valores, a su vez crecí como toda persona con algunos hábitos, actitudes y una que otra manía que -ya siendo papá- no me gustaría ver reflejadas en mi espejito llamado Emilio.

Como padre hoy quiero aplicar mucho de esa forma en la que fui criado y educado, en la que siempre me fue dada toda libertad de tomar mis propias decisiones y hasta hoy no recuerdo algún tipo de presión o intención de modificar alguno de mis gustos o preferencias.

Abogaré siempre por tratar de que ese pequeño ser que hoy guía nuestras vidas cuente con los elementos que le permitan ir  más allá de esa provisión de genes con la que dotamos a nuestros hijos y la natural influencia que tenemos como padres, que conserve siempre su esencia y sea el responsable y creador de su destino como Ser humano.

Nunca me quejaré de que mi hijo se parezca a mí y siempre estaré contento de que así sea, pero para ser feliz y mejorar como persona, como ser y como papá, hoy lo único que pido es poder parecerme (al menos un poco) a mi leoncito, quien gateando no se detiene ante nada para llegar a donde quiere y se esfuerza por  agarrarse de cualquier cosa para mantenerse en pie, quien no sólo aprende con gran destreza a comer sino nos alimenta cada instante con su alegría, quien sin importar los golpes y caídas vence cada uno de sus miedos y lo intenta cada cosa una y otra vez, quien con cada siesta me enseña a respetar mi cansancio y a perseguir  mis sueños, quien encuentra en el más pequeño objeto la razón para admirar  este mundo y hallar lo simple que es divertirse y ser feliz,   y más aún, quien sin importar lo que acontece a su alrededor siempre tiene una hermosa  sonrisa (¡esa sí que la heredó de mamá!) o una caricia para los que le amamos y con ello mejora  a cada instante nuestra existencia.

Hijo de tigre, pintito; hijo de león…
…que con el tiempo decida él solito.

«V»

Foto: Michael Sharman via photopin cc

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YouTube prepara una versión segura para los niños

Fuente de imagen original de Flickr

YouTube es la tercer sitio web más visitado del mundo (después de Google y Facebook) y está cada vez más presente en la vida de todos, y los más peques no son una diferencia. Es más, a ellos el contenido audiovisual es el que más les atrae con diferencia.

Antes bastaba con tener vigilado y/o con contraseña el ordenador. Después empezamos a tener que preocuparnos también por nuestros smartphones. Pero ahora ya tenemos YouTube en la mayoría de las los televisores, BlueRay… y hasta lo he visto en alguna nevera.

Por eso, esta noticia está siendo tan bien recibida por padres y madres de todo el mundo:

YouTube está preparando una versión del portal para menores de 10 años

No se trata de un filtro para los contenidos que se publican en YouTube. La idea de la empresa de Google es realizar un portal enfocado en los más peques donde todo el contenido esté controlado.

Pero no solo eso, también se cuidarán las inserciones publicitarias. A menudo este es un punto débil de los filtros que se han intentado aplicar en versiones actuales de YouTube como YouTube EDU o YouTube for Schools. A pesar de estar pensadas para consumo por parte de menores de edad a veces se ‘cuela’ contenido en los anuncios que no es el más adecuado.

Proyecto en fase inicial

Aunque parece un proyecto bastante firme de YouTube me temo que aún habrá que tener paciencia para que vea la luz, pues está en su primera fase.

De cualquier forma creo que hay que celebrar este tipo de iniciativas y que vayamos aprendiendo a enseñar a nuestros peques a convivir de manera sana con toda esa inmensa cantidad de información a la que nosotros no tuvimos que exponernos de pequeños.

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YouTube prepara una versión segura para los niños

Fuente de imagen original de Flickr

YouTube es la tercer sitio web más visitado del mundo (después de Google y Facebook) y está cada vez más presente en la vida de todos, y los más peques no son una diferencia. Es más, a ellos el contenido audiovisual es el que más les atrae con diferencia.

Antes bastaba con tener vigilado y/o con contraseña el ordenador. Después empezamos a tener que preocuparnos también por nuestros smartphones. Pero ahora ya tenemos YouTube en la mayoría de las los televisores, BlueRay… y hasta lo he visto en alguna nevera.

Por eso, esta noticia está siendo tan bien recibida por padres y madres de todo el mundo:

YouTube está preparando una versión del portal para menores de 10 años

No se trata de un filtro para los contenidos que se publican en YouTube. La idea de la empresa de Google es realizar un portal enfocado en los más peques donde todo el contenido esté controlado.

Pero no solo eso, también se cuidarán las inserciones publicitarias. A menudo este es un punto débil de los filtros que se han intentado aplicar en versiones actuales de YouTube como YouTube EDU o YouTube for Schools. A pesar de estar pensadas para consumo por parte de menores de edad a veces se ‘cuela’ contenido en los anuncios que no es el más adecuado.

Proyecto en fase inicial

Aunque parece un proyecto bastante firme de YouTube me temo que aún habrá que tener paciencia para que vea la luz, pues está en su primera fase.

De cualquier forma creo que hay que celebrar este tipo de iniciativas y que vayamos aprendiendo a enseñar a nuestros peques a convivir de manera sana con toda esa inmensa cantidad de información a la que nosotros no tuvimos que exponernos de pequeños.

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¿Quién conduce mejor, los hombre o las mujeres? Participa con Línea Directa y gana 150 euros en combustible.

Aquí estamos de nuevo y esta vez con un sorteo y todo! No me digáis que no regresamos con estilo.
Línea Directa, la compañía de seguros del automóvil quiere saber quién conduce mejor, los hombre o las mujeres.  

¿Influye el cromosoma Y en la afinidad con el volante? ¿De verdad seguimos pensando eso de, ”mujer tenías que ser”?
¿Quiénes respetan más las normas de circulación? Circular por tu derecha, respetar los límites de velocidad (¿a que no sabes qué significaban las señales esas redondas con números dentro?), los pasos de peatones (si, esas zonas de la calle pintadas con gruesas rayas blancas que como se te ocurra frenar encima de ellas con la moto terminas encima de la barra del bar de enfrente).
¿Y la seguridad al volante? Quiénes son los más despistados a la hora de conducir sin el cinturón de seguridad puesto, quienes se distraen más, el móvil, los niños, la radio.
Y la eficiencia en el gasto de combustible, ¿quiénes son los más eficientes? ¿Quiénes  dan menos acelerones, usan la marcha mas adecuada, o viajan a velocidades moderadas?


Para responder a todas esas preguntas y conocer quienes somos los mejores conductores, Línea Directa ha creado un concurso  en su página de Facebook, en el quesortean 10 cheques de combustible por valor de 150 euros cada uno, eso son muchos kilómetros. 

¿Y qué tienes que hacer para poder participar?

Lo primero es hacerte fan de su página en Facebook lo que os va a permitir entrar en la aplicación del concurso. Lo siguiente, es cumplimentar la encuesta que os hará la aplicación, siendo sinceros que os conozco. Una vez que hayáis terminado la encuesta tenéis que compartirla en vuestro muro de Facebook y así también podrán participar vuestros amigos. Ya sabéis, se lo repetís todos los días a vuestros hijos, “hay que compartir”, así que dad ejemplo.

¿Qué pasa si eres uno de los diez agraciados? 

Pues que te llevas 150 euracos en combustible, eso estaba claro, ¿no? Ya sólo tienes que pasarte por una estación de servicio Cepsa para canjearlos por litros y más litros del precioso líquido que tanto le gusta al motor de vuestro coche y tan poco a vuestra cartera. 

Lo siento, pero me dicen por el pinganillo que el cheque sólo será canjeable por combustible, así que nada de gastárselo en whisky y no, dinero tampoco os van a dar.
Tenéis hasta el  6 de Abril para participar y el sorteo se celebrara el 9 de Abril dándose a conocer al ganador en un plazo máximo de 7 días laborables donde, si fueses el agraciado se te comunicaría  vía correo electrónico. Así que atento a tu bandeja de entrada, favoritos, spam y cualquier otra, no vaya a ser que se te pase, lo borres y nos quedemos en la reserva.

¿Cuántas veces puedes participar? 

Pues una sola, si se detecta alguna anomalía serás eliminado. También recuerda que debes ser mayor de 18 años para poder participar.

El sorteo se realizará vía Random de donde saldrán los 10 ganadores.

No se, pero me da en la nariz que terminan ganando ellas, que si algo nos gusta a nosotros es eso de sentir los 122 caballos como tiran del morro de nuestro coche lo que nos va a restar puntos por partida doble, ya que no es legal y el coche pasa a consumir más combustible que un ruso vodka en una boda con barra libre.
Claro que a lo mejor nos salva la manía que tienen muchas de confundir el salpicadero con la mesa de un camerino de pret a porter.

¿Quién conduce mejor, los hombre o las mujeres?


Que tengáis suerte


Foto: bengrey en Flickr

Entrada patrocinada

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¿Quién conduce mejor, los hombre o las mujeres? Participa con Línea Directa y gana 150 euros en combustible.

Aquí estamos de nuevo y esta vez con un sorteo y todo! No me digáis que no regresamos con estilo.
Línea Directa, la compañía de seguros del automóvil quiere saber quién conduce mejor, los hombre o las mujeres.  

¿Influye el cromosoma Y en la afinidad con el volante? ¿De verdad seguimos pensando eso de, ”mujer tenías que ser”?
¿Quiénes respetan más las normas de circulación? Circular por tu derecha, respetar los límites de velocidad (¿a que no sabes qué significaban las señales esas redondas con números dentro?), los pasos de peatones (si, esas zonas de la calle pintadas con gruesas rayas blancas que como se te ocurra frenar encima de ellas con la moto terminas encima de la barra del bar de enfrente).
¿Y la seguridad al volante? Quiénes son los más despistados a la hora de conducir sin el cinturón de seguridad puesto, quienes se distraen más, el móvil, los niños, la radio.
Y la eficiencia en el gasto de combustible, ¿quiénes son los más eficientes? ¿Quiénes  dan menos acelerones, usan la marcha mas adecuada, o viajan a velocidades moderadas?


Para responder a todas esas preguntas y conocer quienes somos los mejores conductores, Línea Directa ha creado un concurso  en su página de Facebook, en el quesortean 10 cheques de combustible por valor de 150 euros cada uno, eso son muchos kilómetros. 

¿Y qué tienes que hacer para poder participar?

Lo primero es hacerte fan de su página en Facebook lo que os va a permitir entrar en la aplicación del concurso. Lo siguiente, es cumplimentar la encuesta que os hará la aplicación, siendo sinceros que os conozco. Una vez que hayáis terminado la encuesta tenéis que compartirla en vuestro muro de Facebook y así también podrán participar vuestros amigos. Ya sabéis, se lo repetís todos los días a vuestros hijos, “hay que compartir”, así que dad ejemplo.

¿Qué pasa si eres uno de los diez agraciados? 

Pues que te llevas 150 euracos en combustible, eso estaba claro, ¿no? Ya sólo tienes que pasarte por una estación de servicio Cepsa para canjearlos por litros y más litros del precioso líquido que tanto le gusta al motor de vuestro coche y tan poco a vuestra cartera. 

Lo siento, pero me dicen por el pinganillo que el cheque sólo será canjeable por combustible, así que nada de gastárselo en whisky y no, dinero tampoco os van a dar.
Tenéis hasta el  6 de Abril para participar y el sorteo se celebrara el 9 de Abril dándose a conocer al ganador en un plazo máximo de 7 días laborables donde, si fueses el agraciado se te comunicaría  vía correo electrónico. Así que atento a tu bandeja de entrada, favoritos, spam y cualquier otra, no vaya a ser que se te pase, lo borres y nos quedemos en la reserva.

¿Cuántas veces puedes participar? 

Pues una sola, si se detecta alguna anomalía serás eliminado. También recuerda que debes ser mayor de 18 años para poder participar.

El sorteo se realizará vía Random de donde saldrán los 10 ganadores.

No se, pero me da en la nariz que terminan ganando ellas, que si algo nos gusta a nosotros es eso de sentir los 122 caballos como tiran del morro de nuestro coche lo que nos va a restar puntos por partida doble, ya que no es legal y el coche pasa a consumir más combustible que un ruso vodka en una boda con barra libre.
Claro que a lo mejor nos salva la manía que tienen muchas de confundir el salpicadero con la mesa de un camerino de pret a porter.

¿Quién conduce mejor, los hombre o las mujeres?


Que tengáis suerte


Foto: bengrey en Flickr

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Mi experiencia con el Yoga y los niños.

Los niños son inteligencia en estado puro. Son un tesoro escondido que algunos adultos debemos de encontrar. Generalmente en el mundo de los adultos hemos perdido la capacidad de asombro, la espontaneidad, la frescura de cuando éramos niños. El cuerpo se nos va endureciendo, volviéndose más rígido a la vez que lo hace nuestra mente. A partir de los treinta años, algunos antes, se activa en nosotros un interés por lo espiritual, por las preguntas eternas, por asuntos puramente existenciales. A esta edad algunos nos hemos iniciado en el camino del Hata Yoga. En mi opinión el ser humano experimenta otra forma el yoga antes de encontrase con el “Yoga de adultos”. El cuerpo y la mente de los niños sanos es un mundo de experiencias y pensamientos, todo son sensaciones que experimentar, vivir y encontrar, lo mismo que en el yoga. 

Mi primera profesora de Yoga decía algo como que los niños no necesitan el yoga, y si hay algo en el que pudiéramos transmitirles debería ser siempre adaptado a su lenguaje. Yo encontré una respuesta años más tarde. Fueron en los años en los que conocí la paternidad que de nuevo entré en contacto con mi infancia pero desde otro punto de vista. Con el tiempo y algunos resbalones encontré esa vía de conexión con la niñez, y entonces es cuando comencé a aplicar mi trabajo con el yoga con los más pequeños. Me di cuenta que aquí podía vivenciar lo que ellos sienten y conectarme de nuevo con la fuente de agua pura y cristalina que son ellos, los niños, y vivir de nuevo esas experiencias pero de forma más consciente, con otro bagaje y así encontrar ese tesoro oculto que decía. Los niños son unos auténticos yoguis, pero al contrario que el yogui de verdad no es consciente de lo que pasa. Lo mismo que le pasa a un árbol o un animal salvaje, vive plenamente pero no es del todo consciente de lo que le ocurre. El yoga nos invita a los adultos a vivir de nuevo esa conexión mediante el método del Yoga. Pero los asanas (posturas) deben der ser activos, y los mamtrans (sonidos) pura música emitida por ellos, los mudras manos con que jugar y los mandalas el orden del universo dentro de su caos armónico. Los cuentos, los juegos con su cuerpo y las visualizaciones nos invitan a soñar con ellos, y ellos con nosotros. El juego y la relajación son parte del aprendizaje, sobre todo en este mundo de adultos enloquecidos por sus propios miedos y egocentrismos que tanto nos cuesta manejar. Rebeca Wild en el libro “Mit kínder leven lernen” que tradujeron al castellano como “Aprender a vivir con niños. Ser para educar” nos invita a los adultos aprender de los niños, precisamente para manejar nuestro egocentrismo y seguir evolucionando, de ahí lo del tesoro escondido en los niños.

Algunos niños encuentran en el Yoga un camino para experimentar. El profesor disfruta de lo que le aportan y los niños encuentran herramientas para descansar en una playa o en un jardín mágico. De esta manera descansan de la dilatada e intensa vida llena de retos y procesos en continuo cambio, que les generan a menudo desequilibrios. Es un refugio para el encuentro de la paz y el equilibrio interior. Aquellos que lo han perdido puedan permitirse esa quietud tranquila y a los que son más dinámicos y nerviosos lo puedan conocer y decidir si usarla. Creo que en este momento en que vivimos como sociedad crear este tipo de espacios es importante para dar a los niños la oportunidad de sentir y descubrir sus potenciales, y así poder elegir ser lo que realmente quieren ser, y en un futuro puedan encontrar un espacio en esta sociedad además de sentirse útiles y de ser felices. En la escuela se está intentando introducir, pero todavía no se cree bien en sus beneficios. Espero que algún momento se tengan en cuenta estos tipos de enseñanzas y al menos encuentren abrigo en la enseñanza no reglada. Y a lo mejor quien sabe, un día se comience a dar en las escuelas y ocupe un lugar más relevante en la educación. Y todos ya sabemos que la educación es el fruto que recogeremos mañana. 

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Mi experiencia con el Yoga y los niños.

Los niños son inteligencia en estado puro. Son un tesoro escondido que algunos adultos debemos de encontrar. Generalmente en el mundo de los adultos hemos perdido la capacidad de asombro, la espontaneidad, la frescura de cuando éramos niños. El cuerpo se nos va endureciendo, volviéndose más rígido a la vez que lo hace nuestra mente. A partir de los treinta años, algunos antes, se activa en nosotros un interés por lo espiritual, por las preguntas eternas, por asuntos puramente existenciales. A esta edad algunos nos hemos iniciado en el camino del Hata Yoga. En mi opinión el ser humano experimenta otra forma el yoga antes de encontrase con el “Yoga de adultos”. El cuerpo y la mente de los niños sanos es un mundo de experiencias y pensamientos, todo son sensaciones que experimentar, vivir y encontrar, lo mismo que en el yoga. 

Mi primera profesora de Yoga decía algo como que los niños no necesitan el yoga, y si hay algo en el que pudiéramos transmitirles debería ser siempre adaptado a su lenguaje. Yo encontré una respuesta años más tarde. Fueron en los años en los que conocí la paternidad que de nuevo entré en contacto con mi infancia pero desde otro punto de vista. Con el tiempo y algunos resbalones encontré esa vía de conexión con la niñez, y entonces es cuando comencé a aplicar mi trabajo con el yoga con los más pequeños. Me di cuenta que aquí podía vivenciar lo que ellos sienten y conectarme de nuevo con la fuente de agua pura y cristalina que son ellos, los niños, y vivir de nuevo esas experiencias pero de forma más consciente, con otro bagaje y así encontrar ese tesoro oculto que decía. Los niños son unos auténticos yoguis, pero al contrario que el yogui de verdad no es consciente de lo que pasa. Lo mismo que le pasa a un árbol o un animal salvaje, vive plenamente pero no es del todo consciente de lo que le ocurre. El yoga nos invita a los adultos a vivir de nuevo esa conexión mediante el método del Yoga. Pero los asanas (posturas) deben der ser activos, y los mamtrans (sonidos) pura música emitida por ellos, los mudras manos con que jugar y los mandalas el orden del universo dentro de su caos armónico. Los cuentos, los juegos con su cuerpo y las visualizaciones nos invitan a soñar con ellos, y ellos con nosotros. El juego y la relajación son parte del aprendizaje, sobre todo en este mundo de adultos enloquecidos por sus propios miedos y egocentrismos que tanto nos cuesta manejar. Rebeca Wild en el libro “Mit kínder leven lernen” que tradujeron al castellano como “Aprender a vivir con niños. Ser para educar” nos invita a los adultos aprender de los niños, precisamente para manejar nuestro egocentrismo y seguir evolucionando, de ahí lo del tesoro escondido en los niños.

Algunos niños encuentran en el Yoga un camino para experimentar. El profesor disfruta de lo que le aportan y los niños encuentran herramientas para descansar en una playa o en un jardín mágico. De esta manera descansan de la dilatada e intensa vida llena de retos y procesos en continuo cambio, que les generan a menudo desequilibrios. Es un refugio para el encuentro de la paz y el equilibrio interior. Aquellos que lo han perdido puedan permitirse esa quietud tranquila y a los que son más dinámicos y nerviosos lo puedan conocer y decidir si usarla. Creo que en este momento en que vivimos como sociedad crear este tipo de espacios es importante para dar a los niños la oportunidad de sentir y descubrir sus potenciales, y así poder elegir ser lo que realmente quieren ser, y en un futuro puedan encontrar un espacio en esta sociedad además de sentirse útiles y de ser felices. En la escuela se está intentando introducir, pero todavía no se cree bien en sus beneficios. Espero que algún momento se tengan en cuenta estos tipos de enseñanzas y al menos encuentren abrigo en la enseñanza no reglada. Y a lo mejor quien sabe, un día se comience a dar en las escuelas y ocupe un lugar más relevante en la educación. Y todos ya sabemos que la educación es el fruto que recogeremos mañana. 

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10 maneras de anunciar el embarazo

Llega el momento, ha pasado el tiempo prudencial que siempre hay que esperar para asegurarse que todo va bien, que la criatura va viento en popa a toda vela y llega un momento que hasta hace poco no existía.

Hasta hace bien poco, si tu pareja se quedaba embarazada, preparabas el momento para comunicarlo a padres, hermanos y amigos cercanos, el resto ya se enteraría cuando las dimensiones

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10 maneras de anunciar el embarazo

Llega el momento, ha pasado el tiempo prudencial que siempre hay que esperar para asegurarse que todo va bien, que la criatura va viento en popa a toda vela y llega un momento que hasta hace poco no existía.

Hasta hace bien poco, si tu pareja se quedaba embarazada, preparabas el momento para comunicarlo a padres, hermanos y amigos cercanos, el resto ya se enteraría cuando las dimensiones

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Aprendiendo a ser padre, aprendiendo a ser hijo

Llegar por la noche a casa sabiendo que alguien te espera es una suerte, pero saber que tus hijas te reciben con toda su ilusión y su cariño y un dibujo en la puerta de casa, es muy emocionante. Quizás por eso, decido desviarme de vuelta a casa para darle un beso a mi padre y felicitarle el día.

Sara y papá

Hace 5 años ya que soy padre y es la quinta vez que lo celebramos en casa juntos. Muchas veces me he parado a pensar como era mi vida antes de ser padre, y como era yo, y cada vez me cuesta más recordarlo. Así que me siento a hablar con Ana Isabel, comentamos, recordamos, reímos, y coincidimos en lo esencial: ser padres nos exige ser mejores personas.

En primer lugar, cuando tomas conciencia de que vas a ser ejemplo a imitar durante unos cuantos años y, en mi caso, de hasta 3 preciosas personitas, haces el esfuerzo por hacer las cosas bien, por cuidar mucho más los detalles: evitar hablar mal, cruzar bien la calle, ponerme el casco para ir en bici…


Luego descubres también que el aguante y la resistencia física se pueden mejorar, y que los primeros años de crianza te exigen ser paciente, constante, servicial, saber darte sin esperar nada a cambio, templar los nervios, desenfadarte rápido, ser cariñoso y saber perdonar; esto como poco.


Pero hay una cualidad que destacaría por encima de las demás y que, personalmente, solo he llegado a entenderlo en toda su dimensión cuando he sido padre, y es la incondicionalidad. Ahora soy consciente de que, pase lo que pase, siempre estaré al lado apoyando y queriendo a mis pequeños.


Sólo ahora, también, entiendo en su plenitud lo que representan mis padres para mi, imaginando lo que represento yo para mis padres.


¡Felicidades a todos los papás!
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Aprendiendo a ser padre, aprendiendo a ser hijo

Llegar por la noche a casa sabiendo que alguien te espera es una suerte, pero saber que tus hijas te reciben con toda su ilusión y su cariño y un dibujo en la puerta de casa, es muy emocionante. Quizás por eso, decido desviarme de vuelta a casa para darle un beso a mi padre y felicitarle el día.

Sara y papá

Hace 5 años ya que soy padre y es la quinta vez que lo celebramos en casa juntos. Muchas veces me he parado a pensar como era mi vida antes de ser padre, y como era yo, y cada vez me cuesta más recordarlo. Así que me siento a hablar con Ana Isabel, comentamos, recordamos, reímos, y coincidimos en lo esencial: ser padres nos exige ser mejores personas.

En primer lugar, cuando tomas conciencia de que vas a ser ejemplo a imitar durante unos cuantos años y, en mi caso, de hasta 3 preciosas personitas, haces el esfuerzo por hacer las cosas bien, por cuidar mucho más los detalles: evitar hablar mal, cruzar bien la calle, ponerme el casco para ir en bici…


Luego descubres también que el aguante y la resistencia física se pueden mejorar, y que los primeros años de crianza te exigen ser paciente, constante, servicial, saber darte sin esperar nada a cambio, templar los nervios, desenfadarte rápido, ser cariñoso y saber perdonar; esto como poco.


Pero hay una cualidad que destacaría por encima de las demás y que, personalmente, solo he llegado a entenderlo en toda su dimensión cuando he sido padre, y es la incondicionalidad. Ahora soy consciente de que, pase lo que pase, siempre estaré al lado apoyando y queriendo a mis pequeños.


Sólo ahora, también, entiendo en su plenitud lo que representan mis padres para mi, imaginando lo que represento yo para mis padres.


¡Felicidades a todos los papás!
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Vaya mierda de cole

Dándole vueltas al tema del colegio, me encuentro con esta entrada en el blog Dando Vueltas sobre Vueltas, que me parece muy interesante

En nuestro caso, se dan las dos situaciones que recoge el artículo: uno de mis hijos, el que tiene dificultades más evidentes, ha tenido la suerte de encontrar buenos profesores (buenas profesoras, de hecho) que han sabido darle el tiempo y el espacio suficientes para que pueda avanzar a su ritmo y según sus posibilidades, sin aislarle de sus compañeros ni dejarle atrás, pero sin exigirle cosas que no es capaz de dar. El otro ha arrancado este curso con una maestra que no parece encontrar la manera de conectar con él, pero que, a diferencia de lo que explica el artículo, no le exige igual que a los demás: no le exige en absoluto. Parece conformarse con que “no moleste” y esto ha hecho que él desconecte… y, paradójicamente, que se agrave el problema que pretendía evitar, porque en su desconexión (y en la consecuente baja autoestima), se dedica a rebentar la clase. Y la bola se va haciendo más grande.

(…)

Profesores que son potenciadores y otros limitadores. La diferencia una vez más está en en cómo se sitúan ante el chaval. Todos tenemos claro que a un alumno con una limitación física por haber pasado la poliomielitis no se le puede pedir que corra los 1500 mts. ¡Vaya la que se montaría! Pero sí podemos exigir a un niño de 10 años con problemas de atención y memoria que haga un examen de 10 divisiones entre dos números de manera autónoma. ¿Le llamaríamos vago al primer caso por no querer correr? Pues yo he escuchado la palabra jeta, no querer y vago en el segundo.

El problema viene dado porque en la escuela pasan mucho tiempo, y cuando son pequeños, las diferencias escolares son pequeñas, pero según pasan los cursos son cada vez mayores y más sangrantes. Es lo que se conoce como déficit cognitivo acumulativo.

Poco a poco se van quedando rezagados, y con el paso de los años los problemas son más serios. Es decir, cuando realmente hay que poner en práctica las funciones ejecutivas superiores como la memoria, planificación, secuenciación, análisis,… muestran realmente el daño que tienen dentro. Muestran las carencias evolutivas del pasado. Aquí es donde juega un papel fundamental el profesor y consultor del colegio. Cuando se posicionan como en el caso de la poliomielitis detectando y teniendo una sensibilidad para ver que algo no funciona, o por contra valorar el rendimiento escolar desde “lo que se ve”. El segundo caso, muy habitual con los niños con los que trabajamos (niños que han sufrido deprivación temprana, malos tratos,…), se intenta corregir con castigos, “apretándoles más”, clases de refuerzo,… pero no dan resultados. Sus funciones cognitivas evolucionan más lentas que sus iguales, lo que unido a una falta de desmotivación progresiva se concreta en un fracaso escolar. Y en este sentido yo me pregunto…¿Cómo va a querer ir alguien a un sitio donde le juzgan todos los días, le corrigen, donde no sabe contestar a las preguntas que le hacen, donde le recuerdan lo mal que hace las cosas, donde no tiene ninguna motivación por estar porque nadie se lo ha puesto en valor, donde por mucho que se esfuerce se le olvidan las cosas,…? Lo que no sé es porque hay todavía chavales que se levantan todos los días para ir al colegio donde se va a sentir avergonzado, donde se va a aburrir,…

(…)

Así pues lo primero que hay que hacer es como en el caso del niño que padeció “la polio”: ver qué particularidades tiene, en qué se diferencia de los demás, qué necesita, cómo le podemos ayudar, y esto pasa por ser conocedores de que un niño puede tener un desarrollo muy diferente de sus compañeros. Por ejemplo Lorenzo es un pre adolescente de 14 años. Físicamente puede parecer un niño de 12, pero emocionalmente uno de 5, sexualmente de 12, mentalmente de 10, y socialmente de 8. Con este análisis vemos que hay una descompensación abismal entre su edad cronológica y su nivel de desarrollo madurativo. Así pues, cuando a comienzos de curso, tras cambiar de centro y de educación primaria a secundaria le mandan hacer un dictado y se bloquea en la tercera palabra, podemos mandárselo a casa para que lo copie 10 veces o buscar una alternativa que esté dentro de sus capacidades. Lorenzo sabía hacer perfectamente el dictado. Lo que no sabía era cómo resolver el problema de que se había retrasado por una palabra, lo que le había bloqueado y ya no tenía herramientas para seguir. Era un problema emocional no académico.

Estas diferencias se constatan en el día a día. Estamos hablando de niños que tienen poco autocontrol, que son disruptivos, que se les olvidan los deberes, las tablas de multiplicar de un día para otro, que son depredadores de atención, pero con unas faltas de atención y concentración muy altas. Pues este mismo diagnóstico nos tiene que valer como cambio de estrategia hacia ellos. No se trata de cambiar de cuchara pequeña a cuchara más grande, sino de medicamento. Así pues ¿qué podemos cambiar? ¿Cómo podemos conseguir que un niño de estas características se vuelva a ilusionar y recuperar la motivación por seguir creciendo en el aula? Haciéndole sentir bien. Os pondré un ejemplo del centro en el que trabajo.

Joseba hace un año fue tutor de Anabel. Desde el comienzo vio a una niña, no a un proyecto de estudiante. Quería que cada día acabase lo que empezaba. Daba igual el qué. Se molestaba para que llevase el material, le evaluaba en torno a sus capacidades y necesidades, le trataba diferente a los demás (lo que nunca fue problema ni para ella ni para los demás),… Se preocupó de aspectos no escolares como la agenda, que tuviese su mesa de trabajo bien ordenada para que pudiera ordenar los contenidos en su cabeza, etc. Hoy martes día 14 de enero ha traído un 9 en matemáticas y un 7 en euskera. Tiene seguridad en lo que hace, es muchísimo más autónoma. Le encanta ir al colegio. Lo que era un claro caso de ACI hace un año, hoy con apoyos sigue para adelante con el curriculum ordinario . Lo único falso de esta historia es el nombre de Anabel y Joseba.

Así pues hay que hacer un esfuerzo por convertir las situaciones de desconfianza, rabia, vergüenza, indefensión,… por situaciones en las que experimenten pequeños logros, alegría, confianza en sí mismos, desde el que puedan anclarse a algo porque cuando el barco va a la deriva nos encontramos con chavales con pensamientos del tipo “antes macarra que tonto”. Es decir encuentro mi identidad y mi tabla de salvación en las tonterías, en el enfrentamiento, en las conductas de riesgo, en el miedo antes de que me etiqueten de “margi”, tonto o paleto. Es la manera de verse aceptado.

Está claro que un niño relajado en la escuela, necesita un adulto de referencia que esté tranquilo, seguro de sí mismo, descansado, firme y coherente. Pues un niño dañado necesita lo mismo multiplicado por cuatro. Esas carencias las tiene que cubrir el profesor. (…) “Los niños necesitan más atención, cuando menos lo merecen sus actos”. Es una regla de tres inversa. A mayor descontrol, provocación, agresividad, pasividad,… menos ansiedad, menor vulnerabilidad emocional, menor descontrol tiene que tener el adulto. ¡Ojo! No estamos hablando de paternalismos. Lo cortés no quita lo valiente. Se puede tener una sensibilidad especial y conectar con las necesidades de cada niño y a la vez ser firme, capaz de pautar y establecer límites.

Así pues, estamos ante chavales que son capaces… pero de otra manera. No desde la tabla rasa. Así que cuando escucho a profesores que dicen que ya no saben que hacer con estos chavales, que entorpecen el ritmo de la clase, que por mucho que se invierta en ellos no van a cambiar,… o al mismo ministro Wert la semana pasada en “el objetivo” en televisión hablando de la reforma y sus reválidas, sólo me entran ganas de decir ¡mierda de Colegio!
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Vaya mierda de cole

Dándole vueltas al tema del colegio, me encuentro con esta entrada en el blog Dando Vueltas sobre Vueltas, que me parece muy interesante

En nuestro caso, se dan las dos situaciones que recoge el artículo: uno de mis hijos, el que tiene dificultades más evidentes, ha tenido la suerte de encontrar buenos profesores (buenas profesoras, de hecho) que han sabido darle el tiempo y el espacio suficientes para que pueda avanzar a su ritmo y según sus posibilidades, sin aislarle de sus compañeros ni dejarle atrás, pero sin exigirle cosas que no es capaz de dar. El otro ha arrancado este curso con una maestra que no parece encontrar la manera de conectar con él, pero que, a diferencia de lo que explica el artículo, no le exige igual que a los demás: no le exige en absoluto. Parece conformarse con que “no moleste” y esto ha hecho que él desconecte… y, paradójicamente, que se agrave el problema que pretendía evitar, porque en su desconexión (y en la consecuente baja autoestima), se dedica a rebentar la clase. Y la bola se va haciendo más grande.

(…)

Profesores que son potenciadores y otros limitadores. La diferencia una vez más está en en cómo se sitúan ante el chaval. Todos tenemos claro que a un alumno con una limitación física por haber pasado la poliomielitis no se le puede pedir que corra los 1500 mts. ¡Vaya la que se montaría! Pero sí podemos exigir a un niño de 10 años con problemas de atención y memoria que haga un examen de 10 divisiones entre dos números de manera autónoma. ¿Le llamaríamos vago al primer caso por no querer correr? Pues yo he escuchado la palabra jeta, no querer y vago en el segundo.

El problema viene dado porque en la escuela pasan mucho tiempo, y cuando son pequeños, las diferencias escolares son pequeñas, pero según pasan los cursos son cada vez mayores y más sangrantes. Es lo que se conoce como déficit cognitivo acumulativo.

Poco a poco se van quedando rezagados, y con el paso de los años los problemas son más serios. Es decir, cuando realmente hay que poner en práctica las funciones ejecutivas superiores como la memoria, planificación, secuenciación, análisis,… muestran realmente el daño que tienen dentro. Muestran las carencias evolutivas del pasado. Aquí es donde juega un papel fundamental el profesor y consultor del colegio. Cuando se posicionan como en el caso de la poliomielitis detectando y teniendo una sensibilidad para ver que algo no funciona, o por contra valorar el rendimiento escolar desde “lo que se ve”. El segundo caso, muy habitual con los niños con los que trabajamos (niños que han sufrido deprivación temprana, malos tratos,…), se intenta corregir con castigos, “apretándoles más”, clases de refuerzo,… pero no dan resultados. Sus funciones cognitivas evolucionan más lentas que sus iguales, lo que unido a una falta de desmotivación progresiva se concreta en un fracaso escolar. Y en este sentido yo me pregunto…¿Cómo va a querer ir alguien a un sitio donde le juzgan todos los días, le corrigen, donde no sabe contestar a las preguntas que le hacen, donde le recuerdan lo mal que hace las cosas, donde no tiene ninguna motivación por estar porque nadie se lo ha puesto en valor, donde por mucho que se esfuerce se le olvidan las cosas,…? Lo que no sé es porque hay todavía chavales que se levantan todos los días para ir al colegio donde se va a sentir avergonzado, donde se va a aburrir,…

(…)

Así pues lo primero que hay que hacer es como en el caso del niño que padeció “la polio”: ver qué particularidades tiene, en qué se diferencia de los demás, qué necesita, cómo le podemos ayudar, y esto pasa por ser conocedores de que un niño puede tener un desarrollo muy diferente de sus compañeros. Por ejemplo Lorenzo es un pre adolescente de 14 años. Físicamente puede parecer un niño de 12, pero emocionalmente uno de 5, sexualmente de 12, mentalmente de 10, y socialmente de 8. Con este análisis vemos que hay una descompensación abismal entre su edad cronológica y su nivel de desarrollo madurativo. Así pues, cuando a comienzos de curso, tras cambiar de centro y de educación primaria a secundaria le mandan hacer un dictado y se bloquea en la tercera palabra, podemos mandárselo a casa para que lo copie 10 veces o buscar una alternativa que esté dentro de sus capacidades. Lorenzo sabía hacer perfectamente el dictado. Lo que no sabía era cómo resolver el problema de que se había retrasado por una palabra, lo que le había bloqueado y ya no tenía herramientas para seguir. Era un problema emocional no académico.

Estas diferencias se constatan en el día a día. Estamos hablando de niños que tienen poco autocontrol, que son disruptivos, que se les olvidan los deberes, las tablas de multiplicar de un día para otro, que son depredadores de atención, pero con unas faltas de atención y concentración muy altas. Pues este mismo diagnóstico nos tiene que valer como cambio de estrategia hacia ellos. No se trata de cambiar de cuchara pequeña a cuchara más grande, sino de medicamento. Así pues ¿qué podemos cambiar? ¿Cómo podemos conseguir que un niño de estas características se vuelva a ilusionar y recuperar la motivación por seguir creciendo en el aula? Haciéndole sentir bien. Os pondré un ejemplo del centro en el que trabajo.

Joseba hace un año fue tutor de Anabel. Desde el comienzo vio a una niña, no a un proyecto de estudiante. Quería que cada día acabase lo que empezaba. Daba igual el qué. Se molestaba para que llevase el material, le evaluaba en torno a sus capacidades y necesidades, le trataba diferente a los demás (lo que nunca fue problema ni para ella ni para los demás),… Se preocupó de aspectos no escolares como la agenda, que tuviese su mesa de trabajo bien ordenada para que pudiera ordenar los contenidos en su cabeza, etc. Hoy martes día 14 de enero ha traído un 9 en matemáticas y un 7 en euskera. Tiene seguridad en lo que hace, es muchísimo más autónoma. Le encanta ir al colegio. Lo que era un claro caso de ACI hace un año, hoy con apoyos sigue para adelante con el curriculum ordinario . Lo único falso de esta historia es el nombre de Anabel y Joseba.

Así pues hay que hacer un esfuerzo por convertir las situaciones de desconfianza, rabia, vergüenza, indefensión,… por situaciones en las que experimenten pequeños logros, alegría, confianza en sí mismos, desde el que puedan anclarse a algo porque cuando el barco va a la deriva nos encontramos con chavales con pensamientos del tipo “antes macarra que tonto”. Es decir encuentro mi identidad y mi tabla de salvación en las tonterías, en el enfrentamiento, en las conductas de riesgo, en el miedo antes de que me etiqueten de “margi”, tonto o paleto. Es la manera de verse aceptado.

Está claro que un niño relajado en la escuela, necesita un adulto de referencia que esté tranquilo, seguro de sí mismo, descansado, firme y coherente. Pues un niño dañado necesita lo mismo multiplicado por cuatro. Esas carencias las tiene que cubrir el profesor. (…) “Los niños necesitan más atención, cuando menos lo merecen sus actos”. Es una regla de tres inversa. A mayor descontrol, provocación, agresividad, pasividad,… menos ansiedad, menor vulnerabilidad emocional, menor descontrol tiene que tener el adulto. ¡Ojo! No estamos hablando de paternalismos. Lo cortés no quita lo valiente. Se puede tener una sensibilidad especial y conectar con las necesidades de cada niño y a la vez ser firme, capaz de pautar y establecer límites.

Así pues, estamos ante chavales que son capaces… pero de otra manera. No desde la tabla rasa. Así que cuando escucho a profesores que dicen que ya no saben que hacer con estos chavales, que entorpecen el ritmo de la clase, que por mucho que se invierta en ellos no van a cambiar,… o al mismo ministro Wert la semana pasada en “el objetivo” en televisión hablando de la reforma y sus reválidas, sólo me entran ganas de decir ¡mierda de Colegio!
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¿Como hago para seleccionar el sexo de mi bebe?

Seleccionar el sexo del bebe es muchas veces una de las mayores ilusiones de una pareja. Aunque no se puede predecir la determinación del sexo al 100%, numerosos estudios científicos han relacionado el sexo del bebe al momento de la concepción y la ovulación de la mujer.

En cada ciclo menstrual, la ovulación sólo ocurre un día, normalmente 14 días después del primer día de la regla; y ese día es el óptimo para que el óvulo sea fertilizado. Mientras que el óvulo vive alrededor de 24 horas, los espermatozoides pueden llegar a sobrevivir hasta 4 o 5 días después de ser eyaculados.

Los espermatozoides pueden ser de dos clases: masculinos (aquellos que llevan en su información genética el cromosoma Y) o femeninos (con cromosoma X). Los óvulos, sin embargo, siempre aportan el cromosoma X (femenino). Por lo tanto, son los espermatozoides los que determinan el sexo del bebé.

Es decir, si se une el óvulo X con un espermatozoide Y el resultado será un bebé varón. Por el contrario, si en la concepción se unen dos X será una niña.

Aparte del cromosoma, los espermatozoides masculinos o femeninos presentan más diferencias: los Y son más rápidos, más pequeños y más débiles, sobreviven en condiciones acogedoras, más alcalinas, llegan primero y pero mueren antes.

Sin embargo, los espermatozoides X son más grandes, más fuertes y más lentos, y sobreviven mejor en condiciones moderadamente adversas o ácidas. Llegan ma´s tarde pero viven más tiempo, por lo que pueden esperar más a que llegue el óvulo.

Según estas diferencias, la probabilidad de gestar un varón es mayor cuando se mantienen relaciones sexuales el mismo día de ovulación de la mujer, mientras que es más probable que se conciba una niña cuando éstas tienen lugar de dos a cuatro días antes.

¿Cómo hago para tener un niño?

Si quieres que tu hijo sea un niño, debes mantener relaciones sexuales el mismo día de la ovulación o un día después como mucho (ya que, como se ha visto anteriormente, el espermatozoide Y vive poco tiempo y se desarrolla mejor en un entorno alcalino).

¿Cómo hago para tener una niña?

En este caso, el coito debería tener lugar dos días antes de ovular. En estos días las secreciones son más acidas y favorecen a los cromosomas X que, además son más longevos.

Por la antes expuesto la mujer debe saber exactamente cuando ovula. para poder aplicar este metodo.

si su ciclos son cada 28 dias su ovulacion sera el dia 14 contados desde el primer dia de su regla, si su ciclo es mas corto o mas largo pero regular , la ovulacion sera a la mitad de su ciclo mestrual.

en el mercado venden unos test de ovulacion, dicen cuando estan en plena ovulacion.

suerte.
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¿Como hago para seleccionar el sexo de mi bebe?

Seleccionar el sexo del bebe es muchas veces una de las mayores ilusiones de una pareja. Aunque no se puede predecir la determinación del sexo al 100%, numerosos estudios científicos han relacionado el sexo del bebe al momento de la concepción y la ovulación de la mujer.

En cada ciclo menstrual, la ovulación sólo ocurre un día, normalmente 14 días después del primer día de la regla; y ese día es el óptimo para que el óvulo sea fertilizado. Mientras que el óvulo vive alrededor de 24 horas, los espermatozoides pueden llegar a sobrevivir hasta 4 o 5 días después de ser eyaculados.

Los espermatozoides pueden ser de dos clases: masculinos (aquellos que llevan en su información genética el cromosoma Y) o femeninos (con cromosoma X). Los óvulos, sin embargo, siempre aportan el cromosoma X (femenino). Por lo tanto, son los espermatozoides los que determinan el sexo del bebé.

Es decir, si se une el óvulo X con un espermatozoide Y el resultado será un bebé varón. Por el contrario, si en la concepción se unen dos X será una niña.

Aparte del cromosoma, los espermatozoides masculinos o femeninos presentan más diferencias: los Y son más rápidos, más pequeños y más débiles, sobreviven en condiciones acogedoras, más alcalinas, llegan primero y pero mueren antes.

Sin embargo, los espermatozoides X son más grandes, más fuertes y más lentos, y sobreviven mejor en condiciones moderadamente adversas o ácidas. Llegan ma´s tarde pero viven más tiempo, por lo que pueden esperar más a que llegue el óvulo.

Según estas diferencias, la probabilidad de gestar un varón es mayor cuando se mantienen relaciones sexuales el mismo día de ovulación de la mujer, mientras que es más probable que se conciba una niña cuando éstas tienen lugar de dos a cuatro días antes.

¿Cómo hago para tener un niño?

Si quieres que tu hijo sea un niño, debes mantener relaciones sexuales el mismo día de la ovulación o un día después como mucho (ya que, como se ha visto anteriormente, el espermatozoide Y vive poco tiempo y se desarrolla mejor en un entorno alcalino).

¿Cómo hago para tener una niña?

En este caso, el coito debería tener lugar dos días antes de ovular. En estos días las secreciones son más acidas y favorecen a los cromosomas X que, además son más longevos.

Por la antes expuesto la mujer debe saber exactamente cuando ovula. para poder aplicar este metodo.

si su ciclos son cada 28 dias su ovulacion sera el dia 14 contados desde el primer dia de su regla, si su ciclo es mas corto o mas largo pero regular , la ovulacion sera a la mitad de su ciclo mestrual.

en el mercado venden unos test de ovulacion, dicen cuando estan en plena ovulacion.

suerte.
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12 momentos inolvidables para padres primerizos

Aunque pienses estar preparada para todo, se darán momentos impactantes que nunca te hubieses esperado 

1. Cuando caes en cuenta de que el bebé de la cuna de hospital, se va a ir a casa… contigo.

2. Cuando por fin logras notar la diferencia entre llanto de hambre y llanto de popó.

3. Cuando otras mamás te empiezan a pedir consejos.

4. Cuando entiendes el por qué de tanto escándalo alrededor del olor de «bebé nuevo».

5. Cuando tu bebé se ve en el espejo por primera vez.

6. Cuando, por primera vez, tú te ves en tu bebé.

7. Cuando escuchas un chillido de felicidad mientras le cambias el pañal a tu bebé. Da igual si es por culpa del chorro que te pegó.

8. Cuando la belleza de tu bebé para hasta a los desconocidos.

9. Cuando haces reír tanto a tu bebé que le da hipo.

10. Cuando ves al bebé dormido con papá – ambos en la misma posición.

11. Cuando te dicen que eres una mamá increíble.

12. Cuando de verdad te lo crees.
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12 momentos inolvidables para padres primerizos

Aunque pienses estar preparada para todo, se darán momentos impactantes que nunca te hubieses esperado 

1. Cuando caes en cuenta de que el bebé de la cuna de hospital, se va a ir a casa… contigo.

2. Cuando por fin logras notar la diferencia entre llanto de hambre y llanto de popó.

3. Cuando otras mamás te empiezan a pedir consejos.

4. Cuando entiendes el por qué de tanto escándalo alrededor del olor de «bebé nuevo».

5. Cuando tu bebé se ve en el espejo por primera vez.

6. Cuando, por primera vez, tú te ves en tu bebé.

7. Cuando escuchas un chillido de felicidad mientras le cambias el pañal a tu bebé. Da igual si es por culpa del chorro que te pegó.

8. Cuando la belleza de tu bebé para hasta a los desconocidos.

9. Cuando haces reír tanto a tu bebé que le da hipo.

10. Cuando ves al bebé dormido con papá – ambos en la misma posición.

11. Cuando te dicen que eres una mamá increíble.

12. Cuando de verdad te lo crees.
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La llave de tu vida

Ser padre es maravilloso. Sí. Es una experiencia única que todo hombre debería experimentar. También. No hay nada comparable a la sensación de tener en tus brazos por primera vez a tu vástago. Obvio.
Lo que nadie cuenta de tan maravillosa aventura es la parte negativa. Y no, no hablo de la falta de sueño, ni de la rutina de cambiar pañales, ni siquiera de las rabietas, los vómitos provocados, los pulsos que te hacen despertar instintos homicidas….. No es nada de esto, porque todo esto en general forma parte de la mágica experiencia de la paternidad.
Lo que nadie os cuenta y nadie os contará jamás, futuros padres, es la enorme cicatriz que cada paternidad deja dentro de vosotros. Y me explico antes de que me soltéis a los perros. Un hijo viene al mundo con un claro cometido: llevar a cabo una contundente catarsis en las vidas de sus progenitores que les haga resetear lo que han sido y les instale un nuevo sistema operativo que tenga como único objetivo garantiza su bienestar y su seguridad. Nada importa si antes has sido un apuesto adonis, un prolífico artista, un elegante mediocentro ofensivo o simplemente un afamado cierrabares al borde de la cirrosis. Nada importa lo que has hecho antes, lo que has intentado ser o lo que has intentado dejar de ser. Nada importa porque ahora eres padre, solo padre y nada más que padre.
Sé que vuestros colegas que ya han pasado por esto os dirán que todo es cuestión de tiempo, de amoldarse, de esforzarse por retomar amistades y rutinas pretéritas…. Mentira. Cuando llegan a sus casas, ellos también son padres, solo padres y nada más que padres.
Leí hace poco en un blog mucho más didáctico que este (donde va a parar) que un hijo nace con la gorra de chófer, se sube al coche de tu vida y lo aparca en un parking, guardando la llave en su corazón, a buen recaudo, con la promesa de devolvértela cuando tú le entregues la llave de su propia vida.
Preciosa metáfora que ilustra a las mil maravillas lo que esto supone, y que no es otra cosa que la anulación (espero que temporal) casi por completo de todo lo que has intentado ser en la vida. Nada es compatible con ser padre. O se es padre o se es abogado, o se es padre o se es periodista, o se es padre o se es médico, o se es padre o se es crápula…. Seas lo que seas, si eres padre, no serás nada más, por mucho que te empeñes en intentar demostrarte a ti mismo y al resto del mundo que puedes hacerlo.

Luchamos, lucho, por intentar mantener a flote a la persona que fui, la que me costó años y años moldear, la que me costó años y años diseñar, pero es inútil, no tiene sentido. Soy y seré lo que Adriana y Nacho quieran que sea, o al menos durante el tiempo que ellos quieran que sea. Después, cuando me devuelvan la llave de mi vida, quizá sea tarde y no arranque. O quizá simplemente necesite una revisión. Mientras tanto, no tengo otra opción que ser padre. Y en ello estamos.
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