Nos vamos a Canadá: Etapa 1 ¡Montreal! (2ª parte)


Lo normal con esto del jet lag es que el segundo día te despiertes a las 5:00 de la mañana (como muy tarde), sin embargo este hecho arroja su parte positiva: tienes la oportunidad de aprovechar el día al máximo.


¿Os hablé mal de la gastronomía local?, pues como en todo en la vida hay excepciones: Eggspectation es un restaurante cerca del hotel, en pleno barrio de Quartier des Spectacles, que nos sirvió de centro de planificación turística los 3 días que estuvimos en Canadá . Sirve desayunos con los huevos como base de la carta y, aunque no sea barato, va a ser la mejor comida calidad/precio que probeis en Montreal. Concretamente el «Bravocado» con queso, huevos, aguacate, fruta recién cortada y patatas es «eggspectacular». Si a eso le sumas un zumo de naranja y un café ya llevas el depósito del combustible lleno para el resto de la mañana.



La mañana la dedicamos a visitar el Mont Royal y el Oratorio de Saint Joseph. El autobús número 11 cruza el parque parando en varios puntos de interés, si bien la parada obligada se encuentra en el chalet Mont Royal y su mirador. Sencillamente es sobrecogedor, podríamos pasarnos allí toda la mañana observando las vistas del skyline y el río San Lorenzo. 

Desde allí salen decenas de recorridos a pie, podrás elegir desde las rutas más exigentes a sencillos paseos para los más pequeños. En nuestro caso, teniendo en cuenta que los little tienen 3 y 7 años, optamos por un camino que atraviesa un bosque desde el mirador hasta el lago de los castores. En el mismo Mont Royal se ubica el cementerio, que aunque suene muy tétrico no lo es tanto… los cementerios de norteamérica tienen un rollo distinto a los españoles. Las lápidas salen de la hierba y se integran dentro del mismo bosque dando un aspecto mucho más ¿»natural»?… no sé, desde luego es mucho más llevadero.

Muy cerca del lago de los castores podéis coger un bus (linea 711) que os llevará directamente al Oratorio de Saint Joseph… qué deciros de este lugar! Se trata de una obra de dimensiones extraordinarias pero carente del encanto de otros templos religiosos que conservan «la bonitez» de los siglos. Eso si, resulta muy curioso el interior del templo… para subir a lo alto del Oratorio puedes hacerlo con multitud de escaleras mecánicas dentro de la iglesia, no deja de ser muy curioso ver tanta escalera mecánica en una iglesia. Desde arriba las vistas también merecen mucho la pena.
A la vuelta, camino del hotel, entramos en la ciudad subterránea de Montreal y la verdad es llamativo comprobar que existe una ciudad completa bajo tierra que es utilizada en invierno cuando las inclemencias meteorológicas azotan a los residentes del lugar. Además del metro, lógicamente, encontrareis tiendas, restaurantes, centros comerciales, zonas de ocio e incluso hoteles. Particularmente decidimos parar a comer en una de las plazas de dicha ciudad subterránea donde había más de 20 restaurantes de todas las nacionalidades imaginables y un espectáculo de agua y sonido que hizo que a los niños se les hiciera más llevadera la comida.

La tarde la dedicamos a pasear por el barrio chino y los alrededores del Ayuntamiento. El barrio chino no deja de ser tres calles próximas al Old Montreal pero muy llamativas por el contraste cultural en un espacio tan reducido. Si te pilla de paso no dejes de acercarte por alli… si es por la noche podrás apreciar mejor el contraste del que hablaba anteriormente.

El Ayuntamiento, u Hotel de Ville como le dicen allí, es un edificio del siglo XIX de grandes dimensiones y bastante bonito arquitectónicamente. Por la noche lo iluminan y queda muy chulo.

Con el tercer día decidimos cubrir las necesidades de ocio de los niños y, siempre que fuese posible las de los adultos. Unas pocas paradas de metro y nos plantamos en el Biodome y el Jardín Botánico.

El Biodome no deja de ser un zoológico situado en las antiguas instalaciones del velódromo del recinto olímpico de Montreal 76. Toda la zona olímpica merece la pena por el simple hecho de conocer las infraestructuras que quedan de aquella época y si a eso le puedes sumar una visita al zoo pues el plan sale redondo. Si vamos más al detalle os puedo concretar que no es un zoo al uso sino una recreación de 4 ecosistemas existentes en América: selva amazónica, polos norte y sur, golfo de San Lorenzo y bosque quebequés. Los chicos se lo pasaron increíble aunque también os puedo adelantar que cualquier ticket o entrada relacionados con el ocio canadiense tiene un coste bastante elevado. 

Aprovechando que estábamos allí decidimos sacar una entrada doble que incluyese también la visita al Jardín Botánico de Montreal. Sencillamente el sitio es una pasada, y puedes dedicarle todo el tiempo que quieras/tengas. Jardines japoneses, chinos, insectarios, bosque canadiense, rosaleda, lagos, estanques…


La tarde la dedicamos a volver al mirador de Mont Royal para ver el atardecer desde allí. Es un atardecer único y la estampa del Skyline iluminado será tu fotografía preferida de Montreal.


Y hasta aqui lo que puedo contaros de Montreal… en el siguiente post hablaremos de cómo funciona el alquiler de coches en Canadá y nuestro periplo desde Montreal hasta la capital del país: Ottawa.
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Nos vamos a Canadá: Etapa 1 ¡Montreal!

Montreal mola trillones de kilates, eso es así. Si a alguien se le ocurre hablar mal de esta metrópoli lo tendría que matar tres o cuatro veces, así que no os la juguéis…

Os adelanto que, tras escribir el post completo de esta ciudad, me salió un churro infumable así que haré como Jack el Destripador, iré por partes. Así pues aquí voy con la primera de dos.

La ciudad más poblada de la región de Quebec es una urbe fascinante con multitud de posibilidades que cubrirán las necesidades de los viajeros más variopintos: Mont-Royal, que da nombre a la ciudad, saciará la necesidad de naturaleza que tengan los espíritus libres, el Downtown satisface las expectativas que puedan tener los urbanitas más fieles y Old Montreal y el puerto del río San Lorenzo ofrecen arte y entretenimiento para todas las edades.


Toda la provincia es francófona, pero si no hablas francés no te agobies… los tipos que viven por allí son gente con estudios y también hablan inglés de manera habitual.

Existen alojamientos para todos los bolsillos, si bien debo decir que hacer noche en Canadá es un poco más caro de lo que puede ser en España. Nosotros estuvimos alojados en el Courtyard Downtown Montreal de la cadena Marriott y sinceramente fue nuestro alojamiento más guapo del viaje. Se encuentra ubicado en pleno skyline de Montreal y desde allí podréis acceder al viejo Montreal y al puerto tan solo caminando 15 minutos.

En nuestro primer día, tras dejar las maletas en el hotel, y con el jet lag instalado en nuestros biorritmos, decidimos dar un paseo desde el hotel hasta el puerto, pasando por el Vieux Montreal. De camino al río pasareis por la basílica de Notre-Dame, construida imitando a la catedral parisina y de visita obligada tanto por fuera como por dentro. Siguiendo en dirección al puerto os cruzareis con la Rue Saint Paul, principal arteria del viejo Montreal llena de comercios para todos los gustos y bolsillos, restaurantes y ambiente.


En el restaurante aproveché para pedir el plato típico de Montreal: la Poutine, una bomba calórica confeccionada a base de patatas fritas, trozos de queso semifundido y salsa de carne. A prueba de los estómagos más atrevidos.

Esto es todo por hoy, no quiero saturaros, en el próximo post os contaré qué hicimos en segundo y tercer día en Montreal. 
¿No os leísteis los preparativos del viaje? Pincha aqui para pegarles un vistazo.
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¡Nos vamos a Canadá! – Detalles previos al viaje.

Antes de comenzar debo advertiros que el contenido de los próximos post del blog no van a seguir la linea argumental habitual. Lo descrito tiene más que ver con aquellos detalles de un gran viaje que me hubiera gustado leer previamente a nuestra escapada y van a contener muchos datos prácticos por si alguien se quiere lanzar a la aventura de cruzar el charco.

Desde que nacieron los little nunca habíamos «escapado» de la península ibérica y, teniendo en cuenta que Ana tiene 7 años, se hacía un poco cuesta arriba esta cuestión dado nuestro carácter viajero prepaternal.

Para darle más encanto a la historia no sólo nos fuimos los 4, también embarcamos a esta aventura a los abuelos y al tío… total, que nos marcamos un family road trip como Dios manda.

A la hora de elegir destino siempre tuvimos clara una cuestión: para ser el primer viaje transoceánico de los chicos, íbamos a optar por un destino con vuelo directo desde España. Y dentro de las posibilidades que se abrieron había que intentar satisfacer los gustos de cada uno de los integrantes del viaje: urbanitas, aventureros, amantes de la naturaleza y, por supuesto, niños. Habiendo metido todos estos factores en la coctelera el destino parecía claro: Canadá.

Air Transat fue la compañía que elegimos por ser la que mejores precios ofrecía… si bien, eso de que es una compañía low cost transoceánica creo que no deja de ser un reclamo publicitario más que una realidad, al menos en comparación con los precios de las compañías low cost europeas.

El vuelo de ida lo hicimos desde Madrid a Montreal y dura aproximadamente 7 horas y media. El avión en si era bastante básico… tanto en hechuras como en entretenimiento: no había pantallas individuales (algo fundamental en un vuelo de tantas horas). Dado que era un hecho con el que contábamos de antemano, llevábamos tablets, libros y juguetes para los más peques y podemos decir que no se nos hizo más pesado que un viaje a Galicia en coche.

Por cierto, en esta compañía las familias con niños tienen embarque prioritario y sinceramente me parece un puntazo no tener que esperar de pie más de una hora las colas para subir al avión.

Entre Madrid y Montreal hay una diferencia horaria de 6 horas, y claro saliendo de Madrid a las 13:30 llegas a Montreal a las 21:30, hora española, siendo las 15:30 en Canadá… vamos que llegas con el culo torcío. Debo decir que los días previos empezamos a cambiar los hábitos poco a poco a los chicos: retrasamos una hora cada día los horarios habituales de desayunos, comidas, cenas y hora de acostarse. ¡Funciona!, fueron los que mejor llevaron eso del jet lag.

Tras recoger las maletas hay que tomar la decisión de cómo trasladarte al hotel entre dos únicas alternativas: autobús o taxi. El 747 es el autobús municipal que deja en el centro de Montreal en 45 minutos y cuesta 10 dólares (si no me equivoco el billete es válido para las próximas 24 horas) y el taxi sale en torno a 40 dólares + tip (propina del 15% aprox). Con estas, y siendo 7 personas las que viajábamos, elegimos el taxi por la comodidad y por la escasa diferencia de precio en nuestro caso.

Antes de detallaros cómo es Montreal querría hablaros de un tema que todo el mundo se plantea cuando viaja fuera de Europa: ¿dónde cambio la divisa?. En otros países no sabría deciros pero en Canadá lo que sale más rentable es llevar los euros a Montreal y cambiarlos en una oficina de cambio de divisas del centro. Os paso cómo estaban los tipos de cambio en el momento de nuestro viaje y con esas tomáis vuestra propia decisión:

– Oficina CECA de las cajas de ahorros: por 1.000 € nos daban 1.310 dólares canadienses.
– Oficina de cambio de divisas de El Corte Inglés en Barajas: 1.000 € = 1.200 CAD.
– Oficina de cambio de divisas de ICE Currency en Montreal Airport: 1.000 € = 1.300 CAD.
– Oficina de cambio de divisas Globex 2000 en el 455 de Saint Catherine Street: 1.000 € = 1.455 CAD.

Y hasta aqui los preparativos del viaje, en los próximos días subiré el primer post relacionado con nuestro primer destino en Canadá: Montreal.
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#ElTemaDeLaSemana: Mi momento Favorito del Día.

Hola a todos, soy Gretzky y me he apoderado del blog para contaros mi momento favorito del día, una idea que han sacado adelante la banda de inconscientes de Papás Blogueros. 
Dado que el Sr. Alcolea es un tipo perezoso y proclive al abandono espiritual a partir de ciertas horas de la noche, me he sentado delante del escritorio para relataros el momento clave de mi cotidianidad diaria: la madrugada.
Por si alguno no lo sabíais, soy un ente paranormal que vive en casa del propietario de este blog, más concretamente en el pasillo. Y, como todo fantasma de rancio abolengo, me muevo con comodidad a altas horas de la noche, cuando el silencio y la oscuridad reinan en casa. Sin embargo, no todo es paz y tranquilidad: durante la noche se producen pequeños chispazos de luz que animan mi rutina.
El Sr. Alcolea se queda dormido en el sofá y, cuando considero que ya es hora de irse a la cama, le quito la manta con la que le ha arropado su mujer y se la dejo a los pies. A los cinco minutos cree que se ha despertado por si solo y se dirige al sobre arropando previamente a los niños. Es tan vago que muchas veces no se pone ni el pijama, coge la primera camiseta que ve y no le incomoda que esté al revés o al derecho.


Little Dani se despierta a las 4 de la madrugada y, tras solicitar la presencia de sus padres repetidas veces y observando que no acuden a su llamada, le propongo que vaya a su cama y reclame el lugar que le corresponde. Tienen tanto sueño que Ele no tiene más remedio que hacerle un hueco en su cama y en su corazón.
Como muchos sabéis, Little Ana es mi preferida, ella ya no se despierta casi nunca y cuando lo hace soy el primero en indicarle dónde está su vaso con agua o dónde puede accionar una pequeña luz que le ayude a despejar su cabeza de malos pensamientos. Si tiene pesadillas soy el primero en entrar en su cabeza y hacer frente a los lobos y monstruos que la amenazan, al fin y al cabo, los fantasmas son más poderosos y eso todo el mundo lo sabe.

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#ElTemaDeLaSemana: Mi momento Favorito del Día.

Hola a todos, soy Gretzky y me he apoderado del blog para contaros mi momento favorito del día, una idea que han sacado adelante la banda de inconscientes de Papás Blogueros. 
Dado que el Sr. Alcolea es un tipo perezoso y proclive al abandono espiritual a partir de ciertas horas de la noche, me he sentado delante del escritorio para relataros el momento clave de mi cotidianidad diaria: la madrugada.
Por si alguno no lo sabíais, soy un ente paranormal que vive en casa del propietario de este blog, más concretamente en el pasillo. Y, como todo fantasma de rancio abolengo, me muevo con comodidad a altas horas de la noche, cuando el silencio y la oscuridad reinan en casa. Sin embargo, no todo es paz y tranquilidad: durante la noche se producen pequeños chispazos de luz que animan mi rutina.
El Sr. Alcolea se queda dormido en el sofá y, cuando considero que ya es hora de irse a la cama, le quito la manta con la que le ha arropado su mujer y se la dejo a los pies. A los cinco minutos cree que se ha despertado por si solo y se dirige al sobre arropando previamente a los niños. Es tan vago que muchas veces no se pone ni el pijama, coge la primera camiseta que ve y no le incomoda que esté al revés o al derecho.


Little Dani se despierta a las 4 de la madrugada y, tras solicitar la presencia de sus padres repetidas veces y observando que no acuden a su llamada, le propongo que vaya a su cama y reclame el lugar que le corresponde. Tienen tanto sueño que Ele no tiene más remedio que hacerle un hueco en su cama y en su corazón.
Como muchos sabéis, Little Ana es mi preferida, ella ya no se despierta casi nunca y cuando lo hace soy el primero en indicarle dónde está su vaso con agua o dónde puede accionar una pequeña luz que le ayude a despejar su cabeza de malos pensamientos. Si tiene pesadillas soy el primero en entrar en su cabeza y hacer frente a los lobos y monstruos que la amenazan, al fin y al cabo, los fantasmas son más poderosos y eso todo el mundo lo sabe.

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Cierra los ojos


Hola a todos, soy Dani y tengo 2 años. Bueno casi, que los cumplo el 24 de Abril, pero mental y físicamente soy un niño privilegiado.
Os escribo porque desde ayer he puesto en práctica un experimento sociológico a la hora de irme a dormir. Mi curva de actividad toma su máxima expresión a eso de las 21:15 de la noche, es cuando más ganas tengo de seguir aprendiendo, cuando siento más curiosidad por el entorno que me rodea, cuando doy el 100% en lo que a comunicación verbal se refiere… sin embargo mis padres han cogido la rutina de llevarme a dormir a la cama. No hay manera, por mucho que me quejase, patalease y lanzase mordiscos al aire, su postura era inflexible: es hora irse al sobre.
A mi hermana ya la han lobotomizado el cerebro y no pone pegas a eso de irse a acostar, pobrecilla, ha sido aborregada por un sistema dictatorial y paternalista sin oposición.
Sin embargo, ayer puse en marcha una nueva forma de conducta tratando de rebelarme contra el sistema: consiste en cerrar los ojos al 95% dejando una finísima línea de visión y forzar una sonrisa grotesca. No os lo vais a creer, ¡conseguí prolongar mi estancia en el mundo de la vigilia durante más de 15 minutos! Yo creo que si lo perfecciono un poco más me tiro toda la noche sin dormir, ¡a lo murciélago!.

Empiezo a pensar que cuando me pongo así me vuelvo invisible y por eso mis padres no me mandan a la cama. Sólo tiene un problema: para poner esa cara de estreñido consumo un alto poder energético y me entran ganas de hacer caca. Y como se me escape un pedete pierdo la concentración, me río y vuelvo a ser visible.
Si alguno de vosotros tiene un sistema infalible para evitar ir a la cama que me lo indiquen en los comentarios, que mis padres no los leen y yo voy a estar pendiente.
Un beso con babas, el niño Tractor.
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Cierra los ojos


Hola a todos, soy Dani y tengo 2 años. Bueno casi, que los cumplo el 24 de Abril, pero mental y físicamente soy un niño privilegiado.
Os escribo porque desde ayer he puesto en práctica un experimento sociológico a la hora de irme a dormir. Mi curva de actividad toma su máxima expresión a eso de las 21:15 de la noche, es cuando más ganas tengo de seguir aprendiendo, cuando siento más curiosidad por el entorno que me rodea, cuando doy el 100% en lo que a comunicación verbal se refiere… sin embargo mis padres han cogido la rutina de llevarme a dormir a la cama. No hay manera, por mucho que me quejase, patalease y lanzase mordiscos al aire, su postura era inflexible: es hora irse al sobre.
A mi hermana ya la han lobotomizado el cerebro y no pone pegas a eso de irse a acostar, pobrecilla, ha sido aborregada por un sistema dictatorial y paternalista sin oposición.
Sin embargo, ayer puse en marcha una nueva forma de conducta tratando de rebelarme contra el sistema: consiste en cerrar los ojos al 95% dejando una finísima línea de visión y forzar una sonrisa grotesca. No os lo vais a creer, ¡conseguí prolongar mi estancia en el mundo de la vigilia durante más de 15 minutos! Yo creo que si lo perfecciono un poco más me tiro toda la noche sin dormir, ¡a lo murciélago!.

Empiezo a pensar que cuando me pongo así me vuelvo invisible y por eso mis padres no me mandan a la cama. Sólo tiene un problema: para poner esa cara de estreñido consumo un alto poder energético y me entran ganas de hacer caca. Y como se me escape un pedete pierdo la concentración, me río y vuelvo a ser visible.
Si alguno de vosotros tiene un sistema infalible para evitar ir a la cama que me lo indiquen en los comentarios, que mis padres no los leen y yo voy a estar pendiente.
Un beso con babas, el niño Tractor.
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Hola, soy Ana y tengo miedo


Hola soy Ana y pasado mañana cumplo 6 años. 
Os escribo para confesaros que tengo miedo, sobre todo al pasillo de mi casa… donde me esperan lobos y monstruos con la peor de las intenciones. Mis papás se han dado cuenta y, aunque el disimule es mi especialidad, me pillaron tras varios días sin moverme del salón. 
Muchas veces “engaño” a mi hermano para que venga conmigo, al fin y al cabo, el mote de niño Tractor lo tiene por algo y es que es muy bruto. Si nos encontráramos un monstruo de 6 cabezas seguro que Dani lo apartaría de un manotazo. Y, en el peor de los casos, se lo acabarían comiendo a él que tiene aún mucho de lechal.  Yo lo siento, pero en toda guerra hay daños colaterales que debemos asumir, eso es así.
Mi papá, que físicamente no es el hombre tractor, pero que mentalmente podríamos llamarle el niño melón, intentó razonar conmigo en plan padre sarcástico-ejemplarizante:
Papá:Vamos a ver Ana, ¿de qué tienes miedo?, es de día y aquí no estamos más que nosotros cuatro.
Yo: de los lobos.
Papá:Ah, ya… ¡pero si en casa no hay lobos! Vamos a ver, ¿tú crees que los lobos tienen llaves para entrar al portal?, ¿que tienen capacidad para llamar al telefonillo, para subir las escaleras o para llamar al ascensor? Obviamente no, así que no tienes por qué preocuparte.
Yo: ¡pues yo he visto señoras que enseñan a los lobos a llamar al ascensor!
No sé qué le pasó a mi padre tras mi último comentario que casi se cae al suelo de la risa; yo creo que no es consciente de lo escalofriante que es ver a una señora mayor enseñando a un grupo de lobos pulsar el 5º.
Luego por la noche me llevó a la cama y volvimos a hablar del tema… que vaya ocurrencias tiene el Muy, ponerse a hablar de mis miedos cuando la noche penetra por mi ventana a lo amenazante.
Yo: oye papi, ¿si viniera un monstruo a comernos tú me defenderías?
Papá:claro cielo, me pegaría con él y le daría un palizón que no se le iba a ocurrir nunca más venir por casa.
Yo: ¿tú puedes contra un monstruo?
Papá:¡pero si yo estoy super fuerte! Yo por ti me pego con quien haga falta, tú no te preocupes.
Durante unos instantes pensé en la conversación que acabábamos de mantener y le miré de arriba abajo… como venga un monstruo a mi padre se lo ventilan rapidito.
Yo: no me lo creo papi.
Pobrecillo, me duele que se vaya cabizbajo porque le quiero millones de trillones, pero hay que reconocer que la fortaleza física no es su punto fuerte. 
Al día siguiente el Muy se fue a correr y al regresar a casa parecía que volvía de la guerra. Yo creo que le ha afectado un poco mi comentario, pero me alegro de que haya tomado la decisión de prepararse para la batalla final que se avecina contra los monstruos-lobos. Yo no quiero que a mi papá se lo coman… porque si no, ¿quién nos iba a hacer de comer en casa?.
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Hola, soy Ana y tengo miedo


Hola soy Ana y pasado mañana cumplo 6 años. 
Os escribo para confesaros que tengo miedo, sobre todo al pasillo de mi casa… donde me esperan lobos y monstruos con la peor de las intenciones. Mis papás se han dado cuenta y, aunque el disimule es mi especialidad, me pillaron tras varios días sin moverme del salón. 
Muchas veces “engaño” a mi hermano para que venga conmigo, al fin y al cabo, el mote de niño Tractor lo tiene por algo y es que es muy bruto. Si nos encontráramos un monstruo de 6 cabezas seguro que Dani lo apartaría de un manotazo. Y, en el peor de los casos, se lo acabarían comiendo a él que tiene aún mucho de lechal.  Yo lo siento, pero en toda guerra hay daños colaterales que debemos asumir, eso es así.
Mi papá, que físicamente no es el hombre tractor, pero que mentalmente podríamos llamarle el niño melón, intentó razonar conmigo en plan padre sarcástico-ejemplarizante:
Papá:Vamos a ver Ana, ¿de qué tienes miedo?, es de día y aquí no estamos más que nosotros cuatro.
Yo: de los lobos.
Papá:Ah, ya… ¡pero si en casa no hay lobos! Vamos a ver, ¿tú crees que los lobos tienen llaves para entrar al portal?, ¿que tienen capacidad para llamar al telefonillo, para subir las escaleras o para llamar al ascensor? Obviamente no, así que no tienes por qué preocuparte.
Yo: ¡pues yo he visto señoras que enseñan a los lobos a llamar al ascensor!
No sé qué le pasó a mi padre tras mi último comentario que casi se cae al suelo de la risa; yo creo que no es consciente de lo escalofriante que es ver a una señora mayor enseñando a un grupo de lobos pulsar el 5º.
Luego por la noche me llevó a la cama y volvimos a hablar del tema… que vaya ocurrencias tiene el Muy, ponerse a hablar de mis miedos cuando la noche penetra por mi ventana a lo amenazante.
Yo: oye papi, ¿si viniera un monstruo a comernos tú me defenderías?
Papá:claro cielo, me pegaría con él y le daría un palizón que no se le iba a ocurrir nunca más venir por casa.
Yo: ¿tú puedes contra un monstruo?
Papá:¡pero si yo estoy super fuerte! Yo por ti me pego con quien haga falta, tú no te preocupes.
Durante unos instantes pensé en la conversación que acabábamos de mantener y le miré de arriba abajo… como venga un monstruo a mi padre se lo ventilan rapidito.
Yo: no me lo creo papi.
Pobrecillo, me duele que se vaya cabizbajo porque le quiero millones de trillones, pero hay que reconocer que la fortaleza física no es su punto fuerte. 
Al día siguiente el Muy se fue a correr y al regresar a casa parecía que volvía de la guerra. Yo creo que le ha afectado un poco mi comentario, pero me alegro de que haya tomado la decisión de prepararse para la batalla final que se avecina contra los monstruos-lobos. Yo no quiero que a mi papá se lo coman… porque si no, ¿quién nos iba a hacer de comer en casa?.
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La (in)necesidad de ser un padre perfecto

Los papás la cagamos, además con cierta frecuencia. 
Desde la televisión, radio, medios de comunicación y, sobre todo, desde las redes sociales nos bombardean con un modelo de paternidad en el que existen lineas que no se deben cruzar: lactancia materna, inexistencia de castigos, comunicación descendente de carácter eminentemente positivo, no forzar con la alimentación, jugar todo el tiempo que se pueda con los hijos, razonar en lugar de dar  un azote, etc…
No pretendo hacer una crítica de ese modelo, de hecho me encantaría cumplir con todo lo detallado anteriormente, os lo aseguro, pero sinceramente no me da.
El otro día mi little Dani decidió experimentar con su juguete preferido: dar patadas a la moto correpasillos. Son las 21:00, la luz de reserva del depósito de la paciencia y la energía está al rojo vivo. La primera patada la dejé pasar e hice como que no lo había visto… el niño me miró de reojo y decidió subir la apuesta: nueva patada. Me puse el disfraz de papá perfecto y le susurré que debía cuidar su juguete preferido sino quería dejar de jugar con él. Dani me miraba ojiplático, pasaron 5 segundos, bajó la cabeza, me miró de reojo y nueva patada. Me despojo del disfraz de perfect daddy y lo cuelgo en la percha del armario del que nunca debió salir. Papá eleva el tono de voz para decirle a Dani que – NO! ESO NO SE HACE DANI, YA ESTÁ BIEN! – (un mensaje lleno de connotaciones negativas por el que ya me han quitado la medalla al mejor padre del año). Dani se retrae y parece haber entendido el mensaje, adopta una postura victimista y se aleja dos metros de la moto. Ok, no me ha costado demasiado, es verdad que he levantado el tono de v… PUM! Nueva patada del niño Tractor. Me levanto, abro el armario y me pongo el disfraz de verdugo: Dani recibe un azote y la moto acaba en el altillo más alejado de la casa. Si en ese momento llaman al timbre los de asuntos sociales se llevan otro par de azotes y les tiro el maletín por la ventana.

Creo que todo padre/madre es, por encima de todo, un ser humano donde la perfección no tiene cabida, por suerte. Las personas cometemos errores, todos los días, y como padre cometo errores también todos los días. El trabajo, la casa, hacer comidas y cenas, baños, actividades extraescolares, mantener la casa en pie, hacer la compra… jugar con los hijos, educarles, llevarles al parque, cantar canciones, leer libros. Como os decía antes soy un ser humano, me cuesta creer que haga todas las cosas que he listado anteriormente y muchas veces lo hago, creedme, pero otras veces no. Y me siento mal por ello, pero lo justo, no os voy a engañar. Mis padres han cometido errores conmigo, muchos, pero han tenido 30 kilos de aciertos por cada gramo de error. Y en eso me baso para no martirizarme demasiado.
Las personas y, sobre todo, los niños, tienen una extraordinaria habilidad para borrar de la memoria los recuerdos negativos y quedarse con las cosas positivas. Tengo la conciencia tranquila de que nunca he hecho nada que pueda perjudicarles de manera consciente, también tengo claro que debo saber pedirles perdón cuando cometa un error y que todo, absolutamente todo lo que hago, es por ellos, porque les quiero.
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La (in)necesidad de ser un padre perfecto

Los papás la cagamos, además con cierta frecuencia. 
Desde la televisión, radio, medios de comunicación y, sobre todo, desde las redes sociales nos bombardean con un modelo de paternidad en el que existen lineas que no se deben cruzar: lactancia materna, inexistencia de castigos, comunicación descendente de carácter eminentemente positivo, no forzar con la alimentación, jugar todo el tiempo que se pueda con los hijos, razonar en lugar de dar  un azote, etc…
No pretendo hacer una crítica de ese modelo, de hecho me encantaría cumplir con todo lo detallado anteriormente, os lo aseguro, pero sinceramente no me da.
El otro día mi little Dani decidió experimentar con su juguete preferido: dar patadas a la moto correpasillos. Son las 21:00, la luz de reserva del depósito de la paciencia y la energía está al rojo vivo. La primera patada la dejé pasar e hice como que no lo había visto… el niño me miró de reojo y decidió subir la apuesta: nueva patada. Me puse el disfraz de papá perfecto y le susurré que debía cuidar su juguete preferido sino quería dejar de jugar con él. Dani me miraba ojiplático, pasaron 5 segundos, bajó la cabeza, me miró de reojo y nueva patada. Me despojo del disfraz de perfect daddy y lo cuelgo en la percha del armario del que nunca debió salir. Papá eleva el tono de voz para decirle a Dani que – NO! ESO NO SE HACE DANI, YA ESTÁ BIEN! – (un mensaje lleno de connotaciones negativas por el que ya me han quitado la medalla al mejor padre del año). Dani se retrae y parece haber entendido el mensaje, adopta una postura victimista y se aleja dos metros de la moto. Ok, no me ha costado demasiado, es verdad que he levantado el tono de v… PUM! Nueva patada del niño Tractor. Me levanto, abro el armario y me pongo el disfraz de verdugo: Dani recibe un azote y la moto acaba en el altillo más alejado de la casa. Si en ese momento llaman al timbre los de asuntos sociales se llevan otro par de azotes y les tiro el maletín por la ventana.

Creo que todo padre/madre es, por encima de todo, un ser humano donde la perfección no tiene cabida, por suerte. Las personas cometemos errores, todos los días, y como padre cometo errores también todos los días. El trabajo, la casa, hacer comidas y cenas, baños, actividades extraescolares, mantener la casa en pie, hacer la compra… jugar con los hijos, educarles, llevarles al parque, cantar canciones, leer libros. Como os decía antes soy un ser humano, me cuesta creer que haga todas las cosas que he listado anteriormente y muchas veces lo hago, creedme, pero otras veces no. Y me siento mal por ello, pero lo justo, no os voy a engañar. Mis padres han cometido errores conmigo, muchos, pero han tenido 30 kilos de aciertos por cada gramo de error. Y en eso me baso para no martirizarme demasiado.
Las personas y, sobre todo, los niños, tienen una extraordinaria habilidad para borrar de la memoria los recuerdos negativos y quedarse con las cosas positivas. Tengo la conciencia tranquila de que nunca he hecho nada que pueda perjudicarles de manera consciente, también tengo claro que debo saber pedirles perdón cuando cometa un error y que todo, absolutamente todo lo que hago, es por ellos, porque les quiero.
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Jesús Calleja es un dominguero

Hola Jesús, siento comunicarte la reflexión a la que he llegado tras años de experiencias sufridas en primera persona: eres un dominguero de esos que van al campo con su cesta de mimbre y su mantel a cuadros. Marchas a la montaña más alta y aislada del Nepal, a nadar con tiburones a Sudáfrica o a bucear en los zenotes más inexplorados y desconocidos de México, vas con todo tu equipo de expertos, accesorios de última generación, teléfonos vía satélite, pero te falta el ingrediente más relevante para hacer de tus viajes una aventura al filo de lo imposible: dos hijos de 1 y 5 años de carácter inquieto.
Te animo a que planifiques el próximo desafío extremo: Desayuno en el centro comercial con “la Muy y el niño Tractor”. Básicamente trata de elegir un sábado cualquiera del mes y premiarte por la larga semana de trabajo con un desayuno a full: café con leche, zumo de naranja, huevos revueltos, bacon, tortitas, patatas fritas, churros… suena muy apetitoso e idílico, pero ahora toca contar la verdad.

Jesús Calleja es despertado por los primeros rayos de sol que atraviesan su ventana desprovista de persianas en el albergue de montañeros del campo base del Kanchenjunga. Entre bostezos se viste cumpliendo meticulosamente con la rutina de ponerse cada capa de ropa en el orden establecido para un clima tan severo al que se va a enfrentar.
A un servidor no lo despiertan los rayos de sol, es muy probable que el niño Tractor se aproxime sigiloso a nuestra cama mientras dormimos, arrime su cara a 3 cm. de la mía y, con los ojos muy abiertos y habiendo exhalado durante dos segundos todo el aire que cupiera en sus pulmones, profiriese un grito: PAPÁAAAAA! Ya está, son las 7:15 y el mundo se pone en marcha. Nosotros también seguimos nuestras rutinas para vestirnos: básicamente consiste en perseguir a Little Dani por toda la casa como si fuéramos leonas que van a cazar una gacela. No creáis que una vez capturado es una presa fácil, el tío vocifera y se zafa todo lo que puede.
Jesús Calleja se prepara un café con leche aguado en una cafetera vieja llena de abolladuras y lo acompaña con unas tostadas de poco valor nutricional. Mientras desayuna planifica la ruta del día, observa detenidamente las cumbres de la cordillera que va a escalar y charla distraído con el resto del equipo sobre qué ruta será la más adecuada para afrontar el reto… así, “a lo fácil, a lo cómodo”.

Somos los primeros seres humanos que entran al centro comercial. La distancia a recorrer desde el parking hasta la cafetería es de apenas 150 metros: 7ª Planta Menaje del Hogar. El primer tramo transcurre entre toallas, sábanas y fundas nórdicas de lo más variopinto pero claro, sabiamente, los tipos que estudian esto del marketing deciden poner a la vista las sábanas de «La Patrulla Cansina» (como diría la Sra. Endorfina) y ahí surge el primer conflicto: Dani se aferra a una de las sábanas y decide que sean una con él, son inseparables. Aquí ya os aviso de que la telepatía entre hijos y padres existe, porque cuando pensamos en ir a quitárselas él ya ha empezado a correr pasillo arriba como si no hubiera un mañana. Tras una pelea propia de los barrios más marginales de Michigan, le conseguimos quitar las sábanas. Dani reflexiona por unas décimas de segundo y decide arrojarse al suelo del pasillo como forma de protesta.
Próxima estación: mobiliario de hogar. La Muy decide que se ha cansado de andar y escala con sus crampones al sofá más caro de toda la tienda. El niño Tractor, que lo observa, decide dejar su protesta a ras de suelo y, con los ojos inyectados en sangre, corre hacia su hermana cual Yeti apunto de capturar a la pieza más deseada. Los dos se enzarzan en un combate sin cuartel en el que el ganador, por aplastante mayoría, es el niño Yeti. 
Entramos a la cafetería, elegantemente decorada tras su renovación de estilo hace apenas un año. Las vistas merecen la pena, pero eso a mis garrapatas les da igual… hay unas cortinas metálicas que se encargan de separar ambientes y eso es una provocación para cualquier niño con ciertas inquietudes. Los míos, que lo quedarse sentados y tranquilos es una asignatura que han decidido dejar para septiembre, empiezan a cruzar las cortinas a todo correr estorbando a esos jubilados/as que están tomando su desayuno con su recientemente conquistada tranquilidad. En ese punto ya has decidido que la actividad de riesgo acabe por sí sola, ¿cuándo?, en el momento en que uno de los dos se tropieza y cae de cabeza contra el suelo. Fin del combate, de hecho, es probable que el hermano sano se solidarice con su colega de juerga y empiece a llorar de forma desconsolada sobrecogido por el chichón del otro.
Traen el desayuno, mis Little se sientan y por unos instantes son los hijos modélicos que todo padre querría tener. A Dani le das un churro con la idea de que se vaya entreteniendo y puedas desayunar con cierta paz… error, en el momento en que ve a su hermana comiendo huevos revueltos escupe el churro que tenía en la boca y vuelve a convertirse en el Yeti para pedir el mismo bocado que su hermana. Como Little Ana no comparte te toca darle de tu plato… da igual la época del año en la que estés, en ese momento ya estás sudando como si hubieras corrido la maratón de Nueva York. 
¡Zumo de naranja! Por fin, ese momento no te lo quita nadie, coges el vaso y, cuando estás a punto de dar el primer trago, el niño Yeti ha decidido que, además de carnívoro, es frugívoro y empieza a emitir sonidos guturales que indican que ese zumo es suyo.
Total, que cuando terminas de desayunar eso parece un campo de batalla, hay restos de churro masticados, polvos del colacao esparcidos por la mesa, manchas de café que se ha salido del plato y unas ojeras que te llegan hasta la comisura de la boca.
Mientras escribo estas últimas líneas se ha sentado detrás de mí el Sr. Gretzky y lee con atención.
Gretzky:eres un pusilánime Alcolea, ya se te ha olvidado que tú también fuiste niño e hiciste las mismas cosas de las que ahora te quejas.
Yo:ey Gret, si solo pido tener una mañana sin el carrusel de emociones que te aportan éstos cuando salimos por ahí a comer. Que tan pronto soy feliz, como al rato me alteran, luego me río a carcajadas con alguna ocurrencia que han tenido, al segundo me sacan de quicio…
G:tú aún no te has enterado en qué consiste la paternidad, ¿a qué no? La paternidad es como un viaje a un país desconocido, agota mientras lo realizas, pero deja un poso inolvidable una vez has vuelto a casa. A veces es difícil saborear cada momento del viaje, pero incluso en el cansancio debes sacar esos momentos de felicidad, que los hay y muchos.
Yo:a veces creo que no me dieron el pasaporte…
G:el pasaporte lo sacaste tú hace casi 6 años y creeme si te digo que no lo haces del todo mal.

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Jesús Calleja es un dominguero

Hola Jesús, siento comunicarte la reflexión a la que he llegado tras años de experiencias sufridas en primera persona: eres un dominguero de esos que van al campo con su cesta de mimbre y su mantel a cuadros. Marchas a la montaña más alta y aislada del Nepal, a nadar con tiburones a Sudáfrica o a bucear en los zenotes más inexplorados y desconocidos de México, vas con todo tu equipo de expertos, accesorios de última generación, teléfonos vía satélite, pero te falta el ingrediente más relevante para hacer de tus viajes una aventura al filo de lo imposible: dos hijos de 1 y 5 años de carácter inquieto.
Te animo a que planifiques el próximo desafío extremo: Desayuno en el centro comercial con “la Muy y el niño Tractor”. Básicamente trata de elegir un sábado cualquiera del mes y premiarte por la larga semana de trabajo con un desayuno a full: café con leche, zumo de naranja, huevos revueltos, bacon, tortitas, patatas fritas, churros… suena muy apetitoso e idílico, pero ahora toca contar la verdad.

Jesús Calleja es despertado por los primeros rayos de sol que atraviesan su ventana desprovista de persianas en el albergue de montañeros del campo base del Kanchenjunga. Entre bostezos se viste cumpliendo meticulosamente con la rutina de ponerse cada capa de ropa en el orden establecido para un clima tan severo al que se va a enfrentar.
A un servidor no lo despiertan los rayos de sol, es muy probable que el niño Tractor se aproxime sigiloso a nuestra cama mientras dormimos, arrime su cara a 3 cm. de la mía y, con los ojos muy abiertos y habiendo exhalado durante dos segundos todo el aire que cupiera en sus pulmones, profiriese un grito: PAPÁAAAAA! Ya está, son las 7:15 y el mundo se pone en marcha. Nosotros también seguimos nuestras rutinas para vestirnos: básicamente consiste en perseguir a Little Dani por toda la casa como si fuéramos leonas que van a cazar una gacela. No creáis que una vez capturado es una presa fácil, el tío vocifera y se zafa todo lo que puede.
Jesús Calleja se prepara un café con leche aguado en una cafetera vieja llena de abolladuras y lo acompaña con unas tostadas de poco valor nutricional. Mientras desayuna planifica la ruta del día, observa detenidamente las cumbres de la cordillera que va a escalar y charla distraído con el resto del equipo sobre qué ruta será la más adecuada para afrontar el reto… así, “a lo fácil, a lo cómodo”.

Somos los primeros seres humanos que entran al centro comercial. La distancia a recorrer desde el parking hasta la cafetería es de apenas 150 metros: 7ª Planta Menaje del Hogar. El primer tramo transcurre entre toallas, sábanas y fundas nórdicas de lo más variopinto pero claro, sabiamente, los tipos que estudian esto del marketing deciden poner a la vista las sábanas de «La Patrulla Cansina» (como diría la Sra. Endorfina) y ahí surge el primer conflicto: Dani se aferra a una de las sábanas y decide que sean una con él, son inseparables. Aquí ya os aviso de que la telepatía entre hijos y padres existe, porque cuando pensamos en ir a quitárselas él ya ha empezado a correr pasillo arriba como si no hubiera un mañana. Tras una pelea propia de los barrios más marginales de Michigan, le conseguimos quitar las sábanas. Dani reflexiona por unas décimas de segundo y decide arrojarse al suelo del pasillo como forma de protesta.
Próxima estación: mobiliario de hogar. La Muy decide que se ha cansado de andar y escala con sus crampones al sofá más caro de toda la tienda. El niño Tractor, que lo observa, decide dejar su protesta a ras de suelo y, con los ojos inyectados en sangre, corre hacia su hermana cual Yeti apunto de capturar a la pieza más deseada. Los dos se enzarzan en un combate sin cuartel en el que el ganador, por aplastante mayoría, es el niño Yeti. 
Entramos a la cafetería, elegantemente decorada tras su renovación de estilo hace apenas un año. Las vistas merecen la pena, pero eso a mis garrapatas les da igual… hay unas cortinas metálicas que se encargan de separar ambientes y eso es una provocación para cualquier niño con ciertas inquietudes. Los míos, que lo quedarse sentados y tranquilos es una asignatura que han decidido dejar para septiembre, empiezan a cruzar las cortinas a todo correr estorbando a esos jubilados/as que están tomando su desayuno con su recientemente conquistada tranquilidad. En ese punto ya has decidido que la actividad de riesgo acabe por sí sola, ¿cuándo?, en el momento en que uno de los dos se tropieza y cae de cabeza contra el suelo. Fin del combate, de hecho, es probable que el hermano sano se solidarice con su colega de juerga y empiece a llorar de forma desconsolada sobrecogido por el chichón del otro.
Traen el desayuno, mis Little se sientan y por unos instantes son los hijos modélicos que todo padre querría tener. A Dani le das un churro con la idea de que se vaya entreteniendo y puedas desayunar con cierta paz… error, en el momento en que ve a su hermana comiendo huevos revueltos escupe el churro que tenía en la boca y vuelve a convertirse en el Yeti para pedir el mismo bocado que su hermana. Como Little Ana no comparte te toca darle de tu plato… da igual la época del año en la que estés, en ese momento ya estás sudando como si hubieras corrido la maratón de Nueva York. 
¡Zumo de naranja! Por fin, ese momento no te lo quita nadie, coges el vaso y, cuando estás a punto de dar el primer trago, el niño Yeti ha decidido que, además de carnívoro, es frugívoro y empieza a emitir sonidos guturales que indican que ese zumo es suyo.
Total, que cuando terminas de desayunar eso parece un campo de batalla, hay restos de churro masticados, polvos del colacao esparcidos por la mesa, manchas de café que se ha salido del plato y unas ojeras que te llegan hasta la comisura de la boca.
Mientras escribo estas últimas líneas se ha sentado detrás de mí el Sr. Gretzky y lee con atención.
Gretzky:eres un pusilánime Alcolea, ya se te ha olvidado que tú también fuiste niño e hiciste las mismas cosas de las que ahora te quejas.
Yo:ey Gret, si solo pido tener una mañana sin el carrusel de emociones que te aportan éstos cuando salimos por ahí a comer. Que tan pronto soy feliz, como al rato me alteran, luego me río a carcajadas con alguna ocurrencia que han tenido, al segundo me sacan de quicio…
G:tú aún no te has enterado en qué consiste la paternidad, ¿a qué no? La paternidad es como un viaje a un país desconocido, agota mientras lo realizas, pero deja un poso inolvidable una vez has vuelto a casa. A veces es difícil saborear cada momento del viaje, pero incluso en el cansancio debes sacar esos momentos de felicidad, que los hay y muchos.
Yo:a veces creo que no me dieron el pasaporte…
G:el pasaporte lo sacaste tú hace casi 6 años y creeme si te digo que no lo haces del todo mal.

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La realidad me supera Gretzky…


Ayer llegué a casa del trabajo y me fui al dormitorio para ponerme ropa cómoda. La puerta se cerró detrás de mi y el tipo viejo que vive en el pasillo me tocó el hombro.

 Yo: ¡Cojona Gretzky que me ha dado un microinfarto!, ¿cómo va la cosa?
Sr. Gretzky: Que pasa Alcolea, pues aquí ando, agradecido de la presencia matutina de tu familia en estos días festivos en los que andan por casa. Por cierto, hoy tu Santa anda algo revuelta por lo ocurrido en Bruselas, deberías prestarle un poco más de atención, ¿no crees?
Yo: ¿Y qué le digo?, ¿y qué le digo a los chicos si me preguntan? No sé qué pensar, es obvio que hechos como el ocurrido en Bruselas son de una brutalidad sobrecogedora, pero…
G: Contigo siempre hay un pero.
Yo: ¡Joder, claro! Ayer estuvimos sometidos todo el día a una sobreinformación de los atentados con su aderezo de morbo innecesario y, sin embargo, se producen semanalmente ataques terroristas en Siria, Irak, Tunez, Turquía, Thailandia, Irán… que ocupan un espacio de 30 segundos en los informativos occidentales.
Hay decenas de miles de personas que tratan de huir de su país por diferentes motivos: guerras, dictaduras, hambre o pobreza y en los países “desarrollados” lo que hacemos es ponerles un número y ya veremos hasta donde tragamos. 
G: Eres un demagogo, lo que hay que hacer es que en los países de origen tengan los mismos derechos y oportunidades que cualquier occidental.

La solución debería empezar a trabajarse desde la base, aportándoles una calidad de vida mínima, unos servicios esenciales, garantizarles libertad ideológica… es bastante sencillo: nadie se iría de su casa si en ella tiene lo necesario para vivir.
Yo: cuando se invaden países a golpe de mortero para buscar armas de destrucción masiva que luego resultan no existir es una manera muy sensata de “democratizar” sociedades que están bajo el yugo de una dictadura. ¿cuál ha sido la consecuencia de esa guerra que fue originada con una excusa inexistente? ¿cuántos responsables políticos han acabado entre rejas? ¿cuántos civiles y no civiles han muerto por una causa irreal? 
Sinceramente no le veo solución… viéndolo desde otro punto de vista, ¿cómo ayudas a un país cuyos gobernantes son los primeros interesados en que todo siga como hasta ahora?, no veo voluntad por ninguna de las partes, es triste Gret, pero sin no se quieren ver los problemas es imposible que surjan soluciones. A los puestos de poder tendrían que acceder buenas personas con vocación de servicio público.
G: Pues explícaselo así a tus hijos, ya tendrán tiempo de madurar y darse cuenta por ellos mismos que el ser humano es el peor de los animales. Que guerras siempre ha habido, hay y habrá. Tu obligación es educarles para que, si alguna vez se ven con la responsabilidad de tomar decisiones, traten de ser lo más ecuánimes posible.
Yo: A mis chicos trato de educarles para que sean conscientes de que teniendo empatía ya tienen mucho ganado para que sean justos… me da igual que sean presidentes del gobierno, ingenieros, mecánicos o pastores. 
G: Trata de que sean buenas personas y les irá bien.
Yo: Gracias por tu tiempo Gret.
G: Te veo últimamente muy filosófico, me gustas.

Yo: Tampoco te pases.

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La realidad me supera Gretzky…


Ayer llegué a casa del trabajo y me fui al dormitorio para ponerme ropa cómoda. La puerta se cerró detrás de mi y el tipo viejo que vive en el pasillo me tocó el hombro.

 Yo: ¡Cojona Gretzky que me ha dado un microinfarto!, ¿cómo va la cosa?
Sr. Gretzky: Que pasa Alcolea, pues aquí ando, agradecido de la presencia matutina de tu familia en estos días festivos en los que andan por casa. Por cierto, hoy tu Santa anda algo revuelta por lo ocurrido en Bruselas, deberías prestarle un poco más de atención, ¿no crees?
Yo: ¿Y qué le digo?, ¿y qué le digo a los chicos si me preguntan? No sé qué pensar, es obvio que hechos como el ocurrido en Bruselas son de una brutalidad sobrecogedora, pero…
G: Contigo siempre hay un pero.
Yo: ¡Joder, claro! Ayer estuvimos sometidos todo el día a una sobreinformación de los atentados con su aderezo de morbo innecesario y, sin embargo, se producen semanalmente ataques terroristas en Siria, Irak, Tunez, Turquía, Thailandia, Irán… que ocupan un espacio de 30 segundos en los informativos occidentales.
Hay decenas de miles de personas que tratan de huir de su país por diferentes motivos: guerras, dictaduras, hambre o pobreza y en los países “desarrollados” lo que hacemos es ponerles un número y ya veremos hasta donde tragamos. 
G: Eres un demagogo, lo que hay que hacer es que en los países de origen tengan los mismos derechos y oportunidades que cualquier occidental.

La solución debería empezar a trabajarse desde la base, aportándoles una calidad de vida mínima, unos servicios esenciales, garantizarles libertad ideológica… es bastante sencillo: nadie se iría de su casa si en ella tiene lo necesario para vivir.
Yo: cuando se invaden países a golpe de mortero para buscar armas de destrucción masiva que luego resultan no existir es una manera muy sensata de “democratizar” sociedades que están bajo el yugo de una dictadura. ¿cuál ha sido la consecuencia de esa guerra que fue originada con una excusa inexistente? ¿cuántos responsables políticos han acabado entre rejas? ¿cuántos civiles y no civiles han muerto por una causa irreal? 
Sinceramente no le veo solución… viéndolo desde otro punto de vista, ¿cómo ayudas a un país cuyos gobernantes son los primeros interesados en que todo siga como hasta ahora?, no veo voluntad por ninguna de las partes, es triste Gret, pero sin no se quieren ver los problemas es imposible que surjan soluciones. A los puestos de poder tendrían que acceder buenas personas con vocación de servicio público.
G: Pues explícaselo así a tus hijos, ya tendrán tiempo de madurar y darse cuenta por ellos mismos que el ser humano es el peor de los animales. Que guerras siempre ha habido, hay y habrá. Tu obligación es educarles para que, si alguna vez se ven con la responsabilidad de tomar decisiones, traten de ser lo más ecuánimes posible.
Yo: A mis chicos trato de educarles para que sean conscientes de que teniendo empatía ya tienen mucho ganado para que sean justos… me da igual que sean presidentes del gobierno, ingenieros, mecánicos o pastores. 
G: Trata de que sean buenas personas y les irá bien.
Yo: Gracias por tu tiempo Gret.
G: Te veo últimamente muy filosófico, me gustas.

Yo: Tampoco te pases.

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Cómo funciona eso de la conciliación. Conversación con Gretzky


El otro día vi especialmente atento al Sr. Alcolea con el programa «del Jordi», Salvados creo que se llama… hablaban de conciliación, que debe ser un tema tabú en vuestro país porque las redes sociales echaban humo y el Muy y su santa debatían como si fueran novios sin el cansancio que resulta de las responsabilidades que traen los hijos.

El energúmeno se quedó sopa en el sofá y a media noche se levantó para irse a la cama. En el pasillo le abordé con el correspondiente grito ahogado de un tipo miedoso al que no le gustan los sobresaltos:

el milagro de la conciliación

Gretzky: Oye Alcolea, esto de la conciliación, de la que todos habláis, ¿en qué consiste?

Yo: Básicamente en adaptar los horarios laborales de los padres con la necesidad de disponer de un tiempo mínimo para criar y educar a los hijos.

G: En mi Polonia natal este debate no tenía sentido, en los años 60 estaba claro que la mujer tenía que encargarse de esas tareas.

Yo: Ya, pero la sociedad avanza Gret, y con ella la mujer se ha ido incorporando al mercado laboral surgiendo un nuevo modelo de familia mayoritario en el que ambos progenitores trabajan.

G: Los hombres como yo trabajábamos en dos sitios para llevar el pan a casa. Yo lo hice en una mina de sal en turno de mañana y reparando pequeños desperfectos por las tardes… eso sí, sin cotizar, “a lo mediterráneo”. El problema ahora está en que lo queréis todo: dos autos, dos televisiones lo más finas y curvas posibles, canales de pago, viajes, restaurantes… todo por ser más y mejor que el de al lado.

Yo: Si he de serte sincero no me atrevo a quitarte la razón en esto último que comentas. Pero esa lectura no justifica el resto Gret, yo tengo una hija y un hijo y me preocupa que Little Ana sigue partiendo en desventaja laboral con respecto al Lil´Dani.

G: No acabo de entenderlo…

Yo: Es sencillo, si yo hago una entrevista de trabajo a dos candidatos igual de preparados, estando ambos en edad de ser papás, escogeré al hombre pues me aseguro que no va a faltar 16 semanas en un momento dado.

G: Pues que le den de manera obligatoria 8 semanas a la madre y 8 al padre, ya está. Ambos parten con la misma “desventaja” que tiene cojones Alcolea, que no os da.

Yo: Mmm… ya, ¿y qué me dices de la posibilidad que tienen en Suecia de quedarse con los hijos en casa cuando están malos? ¡Pagado por el Estado! Estaríamos todo el día de baja por este motivo con tal de no ir a trabajar.
 
G: Pon un sistema de bajas como el de la seguridad social pero para hijos, y que las guarderías, si fuesen públicas, contrastasen que el niño no ha acudido.

Yo: Es que lo ves todo muy sencillo…

G: Un amigo mío me dijo una vez que a menudo el camino más corto es, sencillamente, el camino adecuado.

Yo: No sé si las horas a las que mantenemos esta conversación son muy normales Gret, los niños están dormidos y les vamos a despertar.

G: Pues les vuelves a dormir, mira tú que problema.

Yo: Eres un cachondo, como a ti las horas de sueño no te suponen problema alguno. Por cierto, y ya para acabar, hay un problema al que, de verdad, no le encuentro solución: en una empresa pequeña en que un trabajador coge una reducción de jornada por cuidado de hijos deja al empresario sin empleado a última hora de la tarde. ¿eso cómo lo solucionas? ¿contratando a alguien por 2 horas? Sabes de sobra que te va a dejar tirado en cuanto encuentre un trabajo con mejores condiciones.

G: Pues ahí me coges en fuera de juego, en Suecia dicen que llaman a jubilados, no?

Yo: Eso no te lo crees ni tú. 

G: Es verdad, eso no se lo cree nadie.

Joder Gret, venga que no son horas, que mañana hay que currar y luego tengo que llevar a la niña a la piscina, hacer la cena, la comida del día siguiente

G: Eso te pasa por blando, qué manía os ha dado con ayudar en casa.

Yo: La culpa la tienen mis padres, que no me han enseñado otra cosa que no sea compartir las tareas.

G: Es que la educación, por desgracia, es el origen de todo. 

Yo: La educación debe ser el punto de partida para encontrar la solución, eso es así. Buenas noches, Gretzky. 

G: Dobrywieczór,Alcolea.

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Cómo funciona eso de la conciliación. Conversación con Gretzky


El otro día vi especialmente atento al Sr. Alcolea con el programa «del Jordi», Salvados creo que se llama… hablaban de conciliación, que debe ser un tema tabú en vuestro país porque las redes sociales echaban humo y el Muy y su santa debatían como si fueran novios sin el cansancio que resulta de las responsabilidades que traen los hijos.

El energúmeno se quedó sopa en el sofá y a media noche se levantó para irse a la cama. En el pasillo le abordé con el correspondiente grito ahogado de un tipo miedoso al que no le gustan los sobresaltos:

el milagro de la conciliación

Gretzky: Oye Alcolea, esto de la conciliación, de la que todos habláis, ¿en qué consiste?

Yo: Básicamente en adaptar los horarios laborales de los padres con la necesidad de disponer de un tiempo mínimo para criar y educar a los hijos.

G: En mi Polonia natal este debate no tenía sentido, en los años 60 estaba claro que la mujer tenía que encargarse de esas tareas.

Yo: Ya, pero la sociedad avanza Gret, y con ella la mujer se ha ido incorporando al mercado laboral surgiendo un nuevo modelo de familia mayoritario en el que ambos progenitores trabajan.

G: Los hombres como yo trabajábamos en dos sitios para llevar el pan a casa. Yo lo hice en una mina de sal en turno de mañana y reparando pequeños desperfectos por las tardes… eso sí, sin cotizar, “a lo mediterráneo”. El problema ahora está en que lo queréis todo: dos autos, dos televisiones lo más finas y curvas posibles, canales de pago, viajes, restaurantes… todo por ser más y mejor que el de al lado.

Yo: Si he de serte sincero no me atrevo a quitarte la razón en esto último que comentas. Pero esa lectura no justifica el resto Gret, yo tengo una hija y un hijo y me preocupa que Little Ana sigue partiendo en desventaja laboral con respecto al Lil´Dani.

G: No acabo de entenderlo…

Yo: Es sencillo, si yo hago una entrevista de trabajo a dos candidatos igual de preparados, estando ambos en edad de ser papás, escogeré al hombre pues me aseguro que no va a faltar 16 semanas en un momento dado.

G: Pues que le den de manera obligatoria 8 semanas a la madre y 8 al padre, ya está. Ambos parten con la misma “desventaja” que tiene cojones Alcolea, que no os da.

Yo: Mmm… ya, ¿y qué me dices de la posibilidad que tienen en Suecia de quedarse con los hijos en casa cuando están malos? ¡Pagado por el Estado! Estaríamos todo el día de baja por este motivo con tal de no ir a trabajar.
 
G: Pon un sistema de bajas como el de la seguridad social pero para hijos, y que las guarderías, si fuesen públicas, contrastasen que el niño no ha acudido.

Yo: Es que lo ves todo muy sencillo…

G: Un amigo mío me dijo una vez que a menudo el camino más corto es, sencillamente, el camino adecuado.

Yo: No sé si las horas a las que mantenemos esta conversación son muy normales Gret, los niños están dormidos y les vamos a despertar.

G: Pues les vuelves a dormir, mira tú que problema.

Yo: Eres un cachondo, como a ti las horas de sueño no te suponen problema alguno. Por cierto, y ya para acabar, hay un problema al que, de verdad, no le encuentro solución: en una empresa pequeña en que un trabajador coge una reducción de jornada por cuidado de hijos deja al empresario sin empleado a última hora de la tarde. ¿eso cómo lo solucionas? ¿contratando a alguien por 2 horas? Sabes de sobra que te va a dejar tirado en cuanto encuentre un trabajo con mejores condiciones.

G: Pues ahí me coges en fuera de juego, en Suecia dicen que llaman a jubilados, no?

Yo: Eso no te lo crees ni tú. 

G: Es verdad, eso no se lo cree nadie.

Joder Gret, venga que no son horas, que mañana hay que currar y luego tengo que llevar a la niña a la piscina, hacer la cena, la comida del día siguiente

G: Eso te pasa por blando, qué manía os ha dado con ayudar en casa.

Yo: La culpa la tienen mis padres, que no me han enseñado otra cosa que no sea compartir las tareas.

G: Es que la educación, por desgracia, es el origen de todo. 

Yo: La educación debe ser el punto de partida para encontrar la solución, eso es así. Buenas noches, Gretzky. 

G: Dobrywieczór,Alcolea.

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Mi relación con papá

Hola a todos, soy Dani y voy a cumplir 2 años dentro de poco. Soy el niño que papá ha bautizado como «Niño Tractor» porque dice que soy muy bruto y que cuando hablo parezco sacado de la Segovia más profunda y rural… ya quisiera el Muy que la clase le alcanzara para ser de la Segovia profunda y rural, pero claro, a uno le da hasta donde le da.
El Muy tiene celos porque quiero más a mamá y a la Tata que a él y no comprende que lo muestre cada día sin ningún pudor. A mi el disimule es una cosa que sólo me gusta practicar cuando me pillan arrojando tesoros al water, para el resto de cosas prefiero mostrarme tal y como soy.
Papá se cree que cuando era pequeño no me daba cuenta de las cosas, pero desde que tengo un año soy un niño adelantado a mi tiempo y observaba con incredulidad que el Muy me faltaba al respeto. Cuando tenía 1 año me encantaban tres cosas en la vida: el carro de la compra de juguete de la Tata, la papilla de leche, colacao y galletas y expulsar mocos verdes de manera espontanea. Cuando se juntaban mis tres aficiones yo era un muchacho feliz y vagaba por la casa de un lado para otro recogiendo tesoros que guardaba en el carro para luego esconderlos en el water. Eh! y lo hacía sin esconderme de nadie, que a mi no me gusta que me critiquen por ir de tapadillo… yo pasaba por la cocina y saludaba con un HOLAAAA a todo aquel que quisiese recibir mi saludo. Pues no os vais a creer cómo me llamaba mi papá durante esa larga temporada de mi vida: «el Sin Techo», tomaaaa, tomaaa liada, ¡que mi padre es tonto!. Se reía y decía que parecía un mendigo loco y borracho yendo pasillo arriba y pasillo abajo con la cara llena de mocos, manchas de colacao en los mofletes y restos de galletas por el pijama.

Eso sí, a papá también le quiero, un poco menos que a las chicas de la casa y que a Gretzky, pero el Muy tiene sus ratos en que se deja querer… sobre todo cuando me enseña a hacer el grito de Cristiano Ronaldo, a hacer el ritual de la Haka neocelandesa o cuando jugamos a que le piso todo el cuerpo y le golpeo con rotundidad hasta hundirle el pecho. Ahí mi papá mola porque es el único que hace conmigo el payaso hasta niveles extremos y deja que lo humille sin compasión.
Y es que a mi papá le quiero un trillón pero no se lo digo para que siga comprando mi amor a base a fantochadas con las que me hace feliz.

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Mi relación con papá

Hola a todos, soy Dani y voy a cumplir 2 años dentro de poco. Soy el niño que papá ha bautizado como «Niño Tractor» porque dice que soy muy bruto y que cuando hablo parezco sacado de la Segovia más profunda y rural… ya quisiera el Muy que la clase le alcanzara para ser de la Segovia profunda y rural, pero claro, a uno le da hasta donde le da.
El Muy tiene celos porque quiero más a mamá y a la Tata que a él y no comprende que lo muestre cada día sin ningún pudor. A mi el disimule es una cosa que sólo me gusta practicar cuando me pillan arrojando tesoros al water, para el resto de cosas prefiero mostrarme tal y como soy.
Papá se cree que cuando era pequeño no me daba cuenta de las cosas, pero desde que tengo un año soy un niño adelantado a mi tiempo y observaba con incredulidad que el Muy me faltaba al respeto. Cuando tenía 1 año me encantaban tres cosas en la vida: el carro de la compra de juguete de la Tata, la papilla de leche, colacao y galletas y expulsar mocos verdes de manera espontanea. Cuando se juntaban mis tres aficiones yo era un muchacho feliz y vagaba por la casa de un lado para otro recogiendo tesoros que guardaba en el carro para luego esconderlos en el water. Eh! y lo hacía sin esconderme de nadie, que a mi no me gusta que me critiquen por ir de tapadillo… yo pasaba por la cocina y saludaba con un HOLAAAA a todo aquel que quisiese recibir mi saludo. Pues no os vais a creer cómo me llamaba mi papá durante esa larga temporada de mi vida: «el Sin Techo», tomaaaa, tomaaa liada, ¡que mi padre es tonto!. Se reía y decía que parecía un mendigo loco y borracho yendo pasillo arriba y pasillo abajo con la cara llena de mocos, manchas de colacao en los mofletes y restos de galletas por el pijama.

Eso sí, a papá también le quiero, un poco menos que a las chicas de la casa y que a Gretzky, pero el Muy tiene sus ratos en que se deja querer… sobre todo cuando me enseña a hacer el grito de Cristiano Ronaldo, a hacer el ritual de la Haka neocelandesa o cuando jugamos a que le piso todo el cuerpo y le golpeo con rotundidad hasta hundirle el pecho. Ahí mi papá mola porque es el único que hace conmigo el payaso hasta niveles extremos y deja que lo humille sin compasión.
Y es que a mi papá le quiero un trillón pero no se lo digo para que siga comprando mi amor a base a fantochadas con las que me hace feliz.

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Los trabajos de mamá y papá

Hola a todos, soy Ana Alcolea y tengo 5 años. Últimamente me asaltan dudas sobre qué voy a ser de mayor y les he preguntado a mis papás en qué pierden el tiempo mientras paso las horas con mis amigos del cole.

El trabajo de mamá mola, ¡le pagan por pintar y colorear en el ordenador!. Yo creo que ha engañado a su jefe porque eso no es ni medio normal, a mi Merce me riñe cuando me pongo a pintar en clase mientras ella nos habla de la prehistoria. Dice que ella pinta y colorea cosas que se imagina, o sea que ni siquiera tiene que copiar un dibujo o calcarlo, lo hace a lo loco y sin ningún criterio. Yo de mayor quiero tener un trabajo como el suyo y que me paguen dinero para comprarme gominolas de coca cola y cromos de Pokemon (que aún no sé para qué sirven pero algunos son monísimos).

El trabajo de papá es mejorable, mejor dicho una caca, que si digo mierda luego el Muy riñe como si hubiera dicho una blasfemia terrible. Dice que trabaja en una oficina y que hace sumas y restas en el ordenador, que se reúne con personas que no conoce para ponerlas a trabajar (yo creo que es un castigador o algo así) y que imprime muchos papeles con números y letras… yo de mayor no quiero ser como él ni aunque tenga a Nobita Nobi de compañero.


De pequeña quería trabajar de princesa y de bailarina, pero eran sueños de niña inmadura. Ahora que mi cerebro se ha formado para siempre quiero ser paleontóloga (que me ha dicho Merce que ser paleontóloga es guay porque haces descubrimientos). También quiero ser profe, como la mía, pero con niños obedientes que no me vuelvan loca.

Dani es muy pequeño pero por lo bestia que es seguro que de mayor será un pegón, aunque de esos cariñosos y educados que si el rival se pone a llorar le da un abrazo para consolarle y le da un beso en la cabeza.

Y vosotros, ¿de qué trabajáis?


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Los trabajos de mamá y papá

Hola a todos, soy Ana Alcolea y tengo 5 años. Últimamente me asaltan dudas sobre qué voy a ser de mayor y les he preguntado a mis papás en qué pierden el tiempo mientras paso las horas con mis amigos del cole.

El trabajo de mamá mola, ¡le pagan por pintar y colorear en el ordenador!. Yo creo que ha engañado a su jefe porque eso no es ni medio normal, a mi Merce me riñe cuando me pongo a pintar en clase mientras ella nos habla de la prehistoria. Dice que ella pinta y colorea cosas que se imagina, o sea que ni siquiera tiene que copiar un dibujo o calcarlo, lo hace a lo loco y sin ningún criterio. Yo de mayor quiero tener un trabajo como el suyo y que me paguen dinero para comprarme gominolas de coca cola y cromos de Pokemon (que aún no sé para qué sirven pero algunos son monísimos).

El trabajo de papá es mejorable, mejor dicho una caca, que si digo mierda luego el Muy riñe como si hubiera dicho una blasfemia terrible. Dice que trabaja en una oficina y que hace sumas y restas en el ordenador, que se reúne con personas que no conoce para ponerlas a trabajar (yo creo que es un castigador o algo así) y que imprime muchos papeles con números y letras… yo de mayor no quiero ser como él ni aunque tenga a Nobita Nobi de compañero.


De pequeña quería trabajar de princesa y de bailarina, pero eran sueños de niña inmadura. Ahora que mi cerebro se ha formado para siempre quiero ser paleontóloga (que me ha dicho Merce que ser paleontóloga es guay porque haces descubrimientos). También quiero ser profe, como la mía, pero con niños obedientes que no me vuelvan loca.

Dani es muy pequeño pero por lo bestia que es seguro que de mayor será un pegón, aunque de esos cariñosos y educados que si el rival se pone a llorar le da un abrazo para consolarle y le da un beso en la cabeza.

Y vosotros, ¿de qué trabajáis?


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Toca escoger cole Vol. II

Pronto tuve claro que mi hija iba a ir a un colegio público: educación basada en la igualdad, con profesorado cualificado que ha accedido bajo criterios equitativos a su puesto, libre de cualquier atadura político-religiosa y lo más importante: a lo gratis (*)!!! 

Así pues toca elegir cuál de los colegios públicos del barrio es el más adecuado para tu prole. Los centros educativos organizan jornadas de puertas abiertas y te enseñan su modelo educativo, sus instalaciones, te hablan del AMPA y de las actividades extraescolares y luego abren un tiempo extra para ruegos y preguntas que, si fuese por nosotros, los padres, se extendería hasta bien entrada la noche. Una vez tuvieron que venir los antidisturbios con mangueras y fusiles lanza bolas para desalojar un colegio lleno de padres con muchas inquietudes.

Total, que te pones a valorar todos los pros y contras, analizas la nota media del examen de la comunidad, la valoración que da Tripadvisor del colegio y al final lo tienes claro: el que está más cerca de casa. 

En realidad, nuestro caso fue mucho más complejo y estuvimos cerca de mandar a mi hija a mi antiguo colegio por el simple hecho de que nos daban puntos de antiguo alumno… fijaos si estaba lejos de mi actual vivienda que a la niña le pedían el pasaporte. 

 Rellenamos dos solicitudes con la única distinción del colegio que elegíamos como primera opción: 

– Opción 1: Antiguo colegio transoceánico de admisión segura.
– Opción 2: Colegio público a estrenar a 15 minutos de casa, con todas las comodidades y de admisión dudosa.

En el último momento nos decantamos por la opción 2 y tras una primera vuelta en que no estuvo admitida, pudo entrar finalmente al cambiar la línea del colegio: de línea 3 a 4. Uff, suspiras, tomas aire y el color vuelve a tus mejillas… compré a mi mujer el billete de regreso de Fátima y todo volvió a la normalidad.

El verano transcurre plácidamente y sonries al pensar que ya no te gastarás los 400 euros de la guardería, va a ir al cole de mayores y gratis… espera, espera:

– Ruta ida y vuelta: 80 euros.
– Comedor escolar: 95 euros.
– Actividad extraescolar: 29 euros.

Tomaaaa, tomaaa liada (*)! ¡Que nos la han colado! 204 euros todos los meses: más el uniforme escolar (que aunque sea público van en uniforme), más el material y el dalsy a cubos (que te dicen: cuando vaya al cole su sistema inmunitario ya está maduro por todo lo que ha pasado en la guardería: pues no!).

Él otro día me encontré a Gretzky en el ascensor:

 – Qué hay Sr. Gre, ¿cómo va la cosa? 
– Aquí ando Alcolea, disfrutando de los aconteceres cotidianos de una vida anodina y sin sobresaltos.
– Qué suerte tienes Gret, yo con los hijos no acabo de encontrar una etapa relajada, cuando crees que has llegado al final de una época especialmente difícil otros problemas te esperan a la vuelta de la esquina.
– Tienes toda la razón, los hijos no tienen etapas valle, cada época tiene momentos especiales y únicos que hacen que cada minuto pasado con ellos haya merecido la pena.

(*) Un servidor es fiel seguidor de la serie Qué vida más triste y de un modo u otro tenía que acabar por salir.

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Toca escoger cole Vol. II

Pronto tuve claro que mi hija iba a ir a un colegio público: educación basada en la igualdad, con profesorado cualificado que ha accedido bajo criterios equitativos a su puesto, libre de cualquier atadura político-religiosa y lo más importante: a lo gratis (*)!!! 

Así pues toca elegir cuál de los colegios públicos del barrio es el más adecuado para tu prole. Los centros educativos organizan jornadas de puertas abiertas y te enseñan su modelo educativo, sus instalaciones, te hablan del AMPA y de las actividades extraescolares y luego abren un tiempo extra para ruegos y preguntas que, si fuese por nosotros, los padres, se extendería hasta bien entrada la noche. Una vez tuvieron que venir los antidisturbios con mangueras y fusiles lanza bolas para desalojar un colegio lleno de padres con muchas inquietudes.

Total, que te pones a valorar todos los pros y contras, analizas la nota media del examen de la comunidad, la valoración que da Tripadvisor del colegio y al final lo tienes claro: el que está más cerca de casa. 

En realidad, nuestro caso fue mucho más complejo y estuvimos cerca de mandar a mi hija a mi antiguo colegio por el simple hecho de que nos daban puntos de antiguo alumno… fijaos si estaba lejos de mi actual vivienda que a la niña le pedían el pasaporte. 

 Rellenamos dos solicitudes con la única distinción del colegio que elegíamos como primera opción: 

– Opción 1: Antiguo colegio transoceánico de admisión segura.
– Opción 2: Colegio público a estrenar a 15 minutos de casa, con todas las comodidades y de admisión dudosa.

En el último momento nos decantamos por la opción 2 y tras una primera vuelta en que no estuvo admitida, pudo entrar finalmente al cambiar la línea del colegio: de línea 3 a 4. Uff, suspiras, tomas aire y el color vuelve a tus mejillas… compré a mi mujer el billete de regreso de Fátima y todo volvió a la normalidad.

El verano transcurre plácidamente y sonries al pensar que ya no te gastarás los 400 euros de la guardería, va a ir al cole de mayores y gratis… espera, espera:

– Ruta ida y vuelta: 80 euros.
– Comedor escolar: 95 euros.
– Actividad extraescolar: 29 euros.

Tomaaaa, tomaaa liada (*)! ¡Que nos la han colado! 204 euros todos los meses: más el uniforme escolar (que aunque sea público van en uniforme), más el material y el dalsy a cubos (que te dicen: cuando vaya al cole su sistema inmunitario ya está maduro por todo lo que ha pasado en la guardería: pues no!).

Él otro día me encontré a Gretzky en el ascensor:

 – Qué hay Sr. Gre, ¿cómo va la cosa? 
– Aquí ando Alcolea, disfrutando de los aconteceres cotidianos de una vida anodina y sin sobresaltos.
– Qué suerte tienes Gret, yo con los hijos no acabo de encontrar una etapa relajada, cuando crees que has llegado al final de una época especialmente difícil otros problemas te esperan a la vuelta de la esquina.
– Tienes toda la razón, los hijos no tienen etapas valle, cada época tiene momentos especiales y únicos que hacen que cada minuto pasado con ellos haya merecido la pena.

(*) Un servidor es fiel seguidor de la serie Qué vida más triste y de un modo u otro tenía que acabar por salir.

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Toca escoger el cole Vol 1.

Hola hijos, hoy os voy a hablar de cómo conocí a vuestra madre… y también cómo era eso de escoger colegio cuando teníais 3 años de edad.

A vuestra madre la conocí en Segovia, y fue de manera presencial, ahí a lo loco, sin facebook, ni tinder, ni whatsap. Fuimos una generación adicta al riesgo, sin miedo a contagios y con cierta tendencia al uso de las cuerdas vocales para entablecer contacto con otros seres humanos. La verdad es que esto de cómo conocí a vuestra madre sólo lo he puesto en el primer párrafo porque quedaba bien, de lo que realmente quiero hablar es del proceso de elección del cole asi me pongo al lío, que me despistáis con cualquier cosa…

Allá por el año 2013 en los colegios públicos entraban los niños que más puntos tenían siguiendo los criterios de baremación que marcaba la consejería de educación: si eres antiguo alumno, si hay más hermanos en el centro, cercanía al colegio y si pertenecías a un colectivo desfavorecido. Hay un rumor en mi barrio que habla de un matrimonio que decidió separarse para tener más puntuación en la elección del cole, de hecho la madre se casó en segundas nupcias con la frutera lesbiana del barrio, que había estado en la cárcel por tráfico de drogas y que ya tenía dos hijos en esa escuela: 63 puntos obtuvo el niño que al final resultó ser tonto y dejó los estudios en tercero de primaria.

Claro que también se puede elegir un colegio concertado: que se trata de una escuela privada pero con «descuento», como diría la abuela (que siempre ha sido de fijarse más en las ofertas que en el producto que compraba). En el barrio había dos concertados: uno estaba donde Cristo perdió el mechero y el otro acojonaba sólo con verlo desde fuera. Dicen que de ese cole salen los chavales hablando en lenguas extrañas… que luego resultó ser que aprendían francés, y ¿para qué sirve el francés? Pues para nada, eso ya te lo digo yo desde aqui.

Y por último estaban los colegios privados. Aquí no hay problema para entrar, solo hace falta que les des una clave secreta de diez números: los de la cuenta corriente. En nuestro barrio no hay de esos, eso si, todas las mañanas hay aparcado en nuestra calle un minibús-trampa por si algún niño se confunde de ruta y entra: les sirven buffet libre en el trayecto, no tienen tele porque el mismísimo Bob Esponja es quien se encarga de atenderles y, en el espacio reservado al cenicero, hay un dispensador de caramelos. Al llegar al cole les ponen un uniforme de tul con un escudo rococó y le dan a elegir entre 3 peinados en la sala de esteticién que hay en la entrada, las asignaturas la imparten profesores molones que cantan gospel y los niños comen entrecottes de buey asados a la piedra. Si alguna vez tu hijo sube al autobús del Charity Royal Business School Academy date por jodido, dile al día siguiente que coja el 156 para ir al cole, que se ponga en chándal con pelotillas que lleva poniéndose todos los días del curso o que coja la mochilita donde le espera un triste sándwich de jamón york y queso… enhorabuena, has perdido a tu hijo para siempre.

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Toca escoger el cole Vol 1.

Hola hijos, hoy os voy a hablar de cómo conocí a vuestra madre… y también cómo era eso de escoger colegio cuando teníais 3 años de edad.

A vuestra madre la conocí en Segovia, y fue de manera presencial, ahí a lo loco, sin facebook, ni tinder, ni whatsap. Fuimos una generación adicta al riesgo, sin miedo a contagios y con cierta tendencia al uso de las cuerdas vocales para entablecer contacto con otros seres humanos. La verdad es que esto de cómo conocí a vuestra madre sólo lo he puesto en el primer párrafo porque quedaba bien, de lo que realmente quiero hablar es del proceso de elección del cole asi me pongo al lío, que me despistáis con cualquier cosa…

Allá por el año 2013 en los colegios públicos entraban los niños que más puntos tenían siguiendo los criterios de baremación que marcaba la consejería de educación: si eres antiguo alumno, si hay más hermanos en el centro, cercanía al colegio y si pertenecías a un colectivo desfavorecido. Hay un rumor en mi barrio que habla de un matrimonio que decidió separarse para tener más puntuación en la elección del cole, de hecho la madre se casó en segundas nupcias con la frutera lesbiana del barrio, que había estado en la cárcel por tráfico de drogas y que ya tenía dos hijos en esa escuela: 63 puntos obtuvo el niño que al final resultó ser tonto y dejó los estudios en tercero de primaria.

Claro que también se puede elegir un colegio concertado: que se trata de una escuela privada pero con «descuento», como diría la abuela (que siempre ha sido de fijarse más en las ofertas que en el producto que compraba). En el barrio había dos concertados: uno estaba donde Cristo perdió el mechero y el otro acojonaba sólo con verlo desde fuera. Dicen que de ese cole salen los chavales hablando en lenguas extrañas… que luego resultó ser que aprendían francés, y ¿para qué sirve el francés? Pues para nada, eso ya te lo digo yo desde aqui.

Y por último estaban los colegios privados. Aquí no hay problema para entrar, solo hace falta que les des una clave secreta de diez números: los de la cuenta corriente. En nuestro barrio no hay de esos, eso si, todas las mañanas hay aparcado en nuestra calle un minibús-trampa por si algún niño se confunde de ruta y entra: les sirven buffet libre en el trayecto, no tienen tele porque el mismísimo Bob Esponja es quien se encarga de atenderles y, en el espacio reservado al cenicero, hay un dispensador de caramelos. Al llegar al cole les ponen un uniforme de tul con un escudo rococó y le dan a elegir entre 3 peinados en la sala de esteticién que hay en la entrada, las asignaturas la imparten profesores molones que cantan gospel y los niños comen entrecottes de buey asados a la piedra. Si alguna vez tu hijo sube al autobús del Charity Royal Business School Academy date por jodido, dile al día siguiente que coja el 156 para ir al cole, que se ponga en chándal con pelotillas que lleva poniéndose todos los días del curso o que coja la mochilita donde le espera un triste sándwich de jamón york y queso… enhorabuena, has perdido a tu hijo para siempre.

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Son solo eso


Ey, Gretzky al aparato. El Sr. Alcolea se ha dignado a abrir de nuevo su ventana al mundo y tengo que aprovechar esta oportunidad antes de que la pereza gane la batalla a la creatividad.

Los últimos tiempos por casa han sido relativamente placenteros, los días transcurren sin mayor sobresalto que alguna diarrea de las que colecciona Dani, algún intento indolente de Ana por adelantar la preadolescencia y algún episodio transitorio en forma de cólera que sufre el papá con las criaturas. 

Y es que «el Muy» se queja por todo.

Los reyes magos trajeron a los chicos un circo de tela de esos que venden en una tienda de decoración sueca y observé, con incredulidad, que los niños no le estaban sacando todo el partido. Aproveché una de las veces que estaban los niños en su interior para entrar y tener con ellos una charla:

Hola chicos, ¿cómo va la cosa? – dije yo.
Hola Gret – dijo Ana, – aqui jugando a escondernos de papá y mamá
Holaaaaa, lleeeeta – dijo Dani.

Dani es un tipo espontaneo, me gusta, sólo habla cuando tiene necesidad pero desde un discurso educado y formal: primero saluda y luego va al grano: galletas (su vida sólo depende de tener cerca y a su disposición algo que llevarse a la boca).

Vereis, el circo tiene propiedades flexibles por lo que mantenerlo estático es perder una jugabilidad del 90%. Os recomiendo que, con el peso de vuestro cuerpo, manos y pies, jugueis a desplazarlo desde dentro por toda la casa, así vuestros padres verán que el circo se mueve como por arte de magia. No desdeñeis la diversión extra de chocar contra enseres domésticos sin control – Dani me miraba ojiplático porque no había entendido un carajo, pero Ana se puso manos a la obra. ¡Eureka! el circo empezó a moverse y Dani cogió la mecánica de forma natural.

La cosa funcionaba, comenzábamos a sacar rentabilidad a la inversión… pero claro ahí estaba «el Muy» para aguar la fiesta. Teníais que ver qué rebote se cogió: que si vais a romperos la cabeza, que si se va a caer la tele, que si desde dentro no veis hacia donde os dirigís, que si un circo de metro y medio de altura rodando sin control por la casa no es de una familia normal...

Luego recapacita y se siente mal por haber levantado la voz a sus hijos.

Al levantar la cabeza fijo su mirada en mi rostro y me dijo: – al fin y al cabo son solo niños -.

¿Te parece poco? – dije.

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Son solo eso


Ey, Gretzky al aparato. El Sr. Alcolea se ha dignado a abrir de nuevo su ventana al mundo y tengo que aprovechar esta oportunidad antes de que la pereza gane la batalla a la creatividad.

Los últimos tiempos por casa han sido relativamente placenteros, los días transcurren sin mayor sobresalto que alguna diarrea de las que colecciona Dani, algún intento indolente de Ana por adelantar la preadolescencia y algún episodio transitorio en forma de cólera que sufre el papá con las criaturas. 

Y es que «el Muy» se queja por todo.

Los reyes magos trajeron a los chicos un circo de tela de esos que venden en una tienda de decoración sueca y observé, con incredulidad, que los niños no le estaban sacando todo el partido. Aproveché una de las veces que estaban los niños en su interior para entrar y tener con ellos una charla:

Hola chicos, ¿cómo va la cosa? – dije yo.
Hola Gret – dijo Ana, – aqui jugando a escondernos de papá y mamá
Holaaaaa, lleeeeta – dijo Dani.

Dani es un tipo espontaneo, me gusta, sólo habla cuando tiene necesidad pero desde un discurso educado y formal: primero saluda y luego va al grano: galletas (su vida sólo depende de tener cerca y a su disposición algo que llevarse a la boca).

Vereis, el circo tiene propiedades flexibles por lo que mantenerlo estático es perder una jugabilidad del 90%. Os recomiendo que, con el peso de vuestro cuerpo, manos y pies, jugueis a desplazarlo desde dentro por toda la casa, así vuestros padres verán que el circo se mueve como por arte de magia. No desdeñeis la diversión extra de chocar contra enseres domésticos sin control – Dani me miraba ojiplático porque no había entendido un carajo, pero Ana se puso manos a la obra. ¡Eureka! el circo empezó a moverse y Dani cogió la mecánica de forma natural.

La cosa funcionaba, comenzábamos a sacar rentabilidad a la inversión… pero claro ahí estaba «el Muy» para aguar la fiesta. Teníais que ver qué rebote se cogió: que si vais a romperos la cabeza, que si se va a caer la tele, que si desde dentro no veis hacia donde os dirigís, que si un circo de metro y medio de altura rodando sin control por la casa no es de una familia normal...

Luego recapacita y se siente mal por haber levantado la voz a sus hijos.

Al levantar la cabeza fijo su mirada en mi rostro y me dijo: – al fin y al cabo son solo niños -.

¿Te parece poco? – dije.

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Va siendo hora

Little Ana no es tan little como lo era en su momento y ya va para 6 años aunque, por fortuna, sigue con el recipiente de la inocencia a rebosar. 

Little Dani suma, y suma mucho más de lo que todos esperábamos. Es un tipo tozudo, con la personalidad propia de los hermanos pequeños y el cariño y afecto de las grandes personas.

Un servidor se ha hecho más viejo, más impaciente (si cabe) y más feliz.

Y Gretzky sigue deambulando por nuestras vidas, igual de joven y cascarrabias que siempre – Creo que va siendo hora de volver – me escribió un día en el espejo del baño.

– Si, va siendo hora.

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Va siendo hora

Little Ana no es tan little como lo era en su momento y ya va para 6 años aunque, por fortuna, sigue con el recipiente de la inocencia a rebosar. 

Little Dani suma, y suma mucho más de lo que todos esperábamos. Es un tipo tozudo, con la personalidad propia de los hermanos pequeños y el cariño y afecto de las grandes personas.

Un servidor se ha hecho más viejo, más impaciente (si cabe) y más feliz.

Y Gretzky sigue deambulando por nuestras vidas, igual de joven y cascarrabias que siempre – Creo que va siendo hora de volver – me escribió un día en el espejo del baño.

– Si, va siendo hora.

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Los días pasan despacio hasta la llegada de Little D. III

Día 16 y 17 de Abril.

Little D. respetó mi cumpleaños y el partido de final de copa, va a resultar que el muchacho es respetuoso con su padre. El Madrí ganó al Barsa 2-1 y Bale corrió con sus piernas y con las mías… de hecho, cuando el balón se introdujo en la portería Bale gritó con su garganta y mi corazón. Enteded que llevamos muchos años bajo el yugo culé y uno está sensible a estas cosas.

Hoy hemos ido al Teleférico, Little Ana se lo ha pasado pipa volando en la cabina 51 y su madre tenía cara de concentración para que no se le ocurriese al pequeñajo salir en las alturas… Romper aguas en el viaje de ida del teleférico es de los 2 peores lugares para ponerse de parto (el otro es la noria).

Dani, a ver si asomas pronto que tengo ganas de verte, que hacerse el remolón está bien pero hay que saber parar a tiempo.

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