Cuando escuché sobre los partos en casa, pensé que era una locura y que era algo que simplemente ya no sucedía porque estaba demostrado que los hospitales son más seguros, están mejor preparados para atender un parto y cuentan con el personal capacitado. Estaba equivocado, aquí les cuento la historia de nuestro parto en casa:
Laura: Calculamos con los ultrasonidos el nacimiento para el 26 de diciembre o el 30 de diciembre, pero el 18 de diciembre por la mañana salió Rodrigo (mi esposo) a llevar a nuestro cuñado al trabajo, yo había escuchado eso de empoderarse y había leído bastante sobre eso, practicando maneras de respirar (en las que no creía mucho) pero igual un ejercicio en donde el sostener con una mano un hielo y distraerse parecía hacer sobre llevadero el dolor.
Cuando salió mi esposo, yo estaba tratando de dormir, Olivia (nuestra hija de dos años) había estado enferma por 3 días de gripe y en la noche no nos había dejado dormir. Apenas esa mañana, comenzamos a intercambiar cuartos con mi hermana, para que pudiéramos contar con el cuarto grande para el parto, planes que habíamos estado intentando concluir semanas antes y que sin otra opción, tuvimos que hacer esa mañana moviendo camas, colchones, y todas nuestras pertenencias.
Comencé a sentir contracciones Braxton con un ligero dolor, que mi doula me dijo no llamara “dolor” si no que me refiriera a ellas como “olas de sensación”. Así que fue una y seguí tratando de dormir, luego vino otra unos 15 minutos después y seguí tratando de dormir, luego vino otra y pensé: “Creo que no debo cenar como puerco”. Y me levanté al baño pero en la puerta sentí otra y comencé a decirle a mi padre que saliera ya mismo del baño, entre y solamente oriné, regresé a la cama y me recosté de nuevo, pero vino otra ola y en esta ocasión, esta sí me dolió un poco más.
En eso llego Rodrigo, como a las 7:30 am y le dije: “He tenido como 4 contracciones con dolor, yo creo que ya viene”. A lo que respondió: “Uf ya se me aflojó el mastique”. Jajajaja. Entonces seguí recostada y cuando se levantó mi niña de la cama como a las 9 am me levanté con ella y para ese momento, sentía más olas, me sostenía de la puerta del baño soplando y moviéndome y ciertamente eran mucho más llevaderas.
Curiosamente la partera iba a venir a revisión ese día. Rodrigo le llamó esa mañana poco antes de la cita y sólo le aviso que tenía contracciones aparentemente reales, ella agradeció y dijo: “Llegaré a las 10 como acordamos”. Decidí bañarme, lo cual fue bien relajante porque aunque no nos alcanzó ni el tiempo ni el dinero para rentar la tina en la que pensábamos tener el parto, tenía la regadera bien caliente que me hizo sobreponerme, ahí note que el tapón mucoso estaba ya afuera y fue cuando comencé a sentir que todo era más real.
Rápidamente dieron las 10 am y yo me había puesto un vestidito negro que había pensado para el día del parto y casualmente era lo único limpio que tenía para ponerme ese día. Cuando llego la partera, venía con su ayudante y aprendiz Lauren como cada cita y venía también con la partera de apoyo y varias bolsas con muchas cosas. Rodrigo y yo no habíamos completado la lista de compras y utensilios que nos había dado nuestra partera Sue para el parto, por lo que en cuanto llegaron, salió disparado a comprar lo que hacia falta. Y así la ayudante de partera, me dijo: Llegó la hora y será muy rápido.
Rodrigo: Salí rapidísimo a comprar lo que faltaba, ya que había ido a dejar a mi cuñado a su trabajo a las 7 am, me quedé con su camioneta y la aproveché para ir a la farmacia a comprar muchas de las cosas que hicieron falta y que no habíamos comprado pensando que Alejandro llegaría una semana o dos más tarde. Me apuré lo más que pude pero tenía mucho miedo de que cuando yo llegara, mi bebé ya hubiera nacido y yo no pudiera ser testigo de todo el milagro. Me sentía muy mal pensando que por no haber comprado algunas cosas con tiempo, me perdería el nacimiento. Me tardé alrededor de 45 minutos, y cuando finalmente regresé, me metí directo al cuarto y lo primero que vi, fue a Laura arrodillada en el piso con los codos y la cara recargados en el filo de la cama. Cuando la vi, pensé: “Llegó la hora, esto es real, vamos a tener nuestro bebé en casa, aquí y ahora”. Algo que habíamos planeado pero que hasta ese momento sinceramente no sentía que estaba pasando. De inmediato, dejé las cosas en el piso y me acomodé junto a Alma y seguí a nuestra doula Alli en sus recomendaciones y en la misma forma que estaba apoyando a Laura.
Laura: Cada que pasaba más tiempo las olas se hacían más grandes y duraderas. Sue mi partera, Lauren la aprendiz y Laura la partera de apoyo, me decían que no cerrará las piernas y respirara profundamente en cada ola.
Pasamos a la habitación y yo seguía sosteniéndome de los marcos de las puertas mientras ellas acomodaban todos los utensilios para el parto, respiraba y sentía que era llevadero, y de pronto comenzaron a ser muy constantes y grandes, las olas eran grandes casi insoportables y en eso entró Rodrigo con lo que faltaba, escuché su voz en mi oído durante una gran ola y sentí que estaba completa, así que nos metimos juntos de nuevo a la ducha y me dijeron si sientes ganas de pujar nos avisas para que salgas de inmediato y justo cuando entré y me vino otra ola, sentí esas “ ganas de pujar” que es como una sensación inminente de empujar algo hacia afuera, distinto de pujar completamente distinto pero más fuerte.
Rodrigo: Cuando Laura me dijo que quería meterse a la ducha conmigo, me quité rápidamente toda la ropa menos la ropa interior, que por un minuto pensé en quitarme olvidando que había 4 personas más observando todo. Laura no aguantó mucho dentro, ya que llegó de nueva cuenta una ola grande y tuvimos que salirnos de inmediato, ella desnuda y yo con la ropa interior empapada, mismo estado en el que me volví a acomodar a su lado para continuar con el parto en la cama.
El parto
Laura: Pasaron unos minutos y durante otra ola, escuché la voz de mi doula Allí Cuentos, quien lo primero que me dijo fue: “Estoy aquí”. Y sentí aún más fuerza. Lo primero que me dijo fue: “Cuando venga la siguiente ola, no chilles, no lo hagas agudo, saca un ‘Ooooh’ profundo, lo más grave que puedas y no huyas, esto te esta acercando, son olas no es dolor”.
Vino la siguiente contracción y escuche a Rodrigo haciendo un “oooohh” grave, mi doula alguna vez me había dicho que es bueno pensar que no sólo somos mujeres si no que somos más como animales y pensé justo eso: “No soy una princesa, soy un animal”. Así que vino la siguiente ola muy fuerte y con ella el empujar con fuerza, sin que fuera mi decisión, sin hacer ese conteo que en el hospital me hicieron hacer, sin preocuparme por respirar y por pujar con todo mi corazón, simplemente deje que mi animal saliera y rugiera.
Rodrigo: Después de la ducha, y tras varios minutos en los que Alma estuvo respirando esperando que ella y el bebé trabajaran en equipo para el nacimiento, Sue me dijo que si quería podía cambiar mi ropa y vestirme con algo seco. Le dije que sí, y salí corriendo al otro cuarto para buscar algo seco.
Laura: Para la siguiente ola, me sentía llena de coraje, de furia me imaginé como un animal entre más animales haciendo un rugido y sentía la ola, insoportable ola y salía de mi mucha energía pero yo no pujaba, sacaba la fuerza que venía dentro de mi.
Para la siguiente ola, Rodrigo me dijo: “Le vi la cabeza completa, ya esta por salir”. Y de pronto sentí en medio de la ola y el inevitable empujar y empujar y el recuerdo de mi pasado desgarre de 3er grado, que la sensación de ardor y estiramiento se acercaban, pero de nuevo mi doula me dijo: “Tú querías sentir, no tengas miedo, no va a ser como la otra vez”. y le dije con mi voz aguda y chillando: “Es que tengo miedo ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ya! ¡Ya! ¡Ya!…” Jajaja. De inmediato me dijo: “¿Ya? ¿Ya que? No no no no huyas, ¿a dónde vas? Enfócate y confía…”así que vino la siguiente ola y yo de nuevo con mi “oooohh” agudo, Rodrigo y Alli de nuevo me hicieron en el oído un “ooohhhhh” muy grave y volví a enfocarme… Así empujó mi cuerpo y sentí su cabeza, no me dolió ni me ardió y escuché un: “¡espera un poco!” Y después un “wooowwww…” de todos en coro, pero yo ya no podía controlar el empujar y sentí finalmente como salió mi chiquito completo y también agua.
Rodrigo: En un instante, comencé a ver la cabeza de Alejandro, entraba y salía, entraba y salía de nuevo con cada intento de ambos. Cada vez salía más y más. En una ocasión, el cordón comenzó a salir a un lado de Alejandro, por lo que tuvieron que hacer que Ale regresara un poco para darle espacio al cordón de regresar y no estorbar. De repente, Laura dio todo y de golpe, salió la cabeza completa de Alejandro y me di cuenta de que aún estaba dentro de la bolsa, plácidamente envuelto y protegido, la bolsa estaba tan pegada a su cabeza que era difícil distinguirla. Alejandro se quedó un instante en esa posición, con la cabeza y un hombro fuera. El problema fue que uno de sus brazos lo tenía muy pegado al pecho y obstaculizaba su salida, lo cual ocasionó que Laura se rasgara ligeramente al momento en el que su codo se sumó al volumen del resto de su cuerpo y saliera por completo. Sin embargo, con un último intento de Laura, la bolsa se rompió cuando Alejandro salió por completo, mojándonos a todos y a la cama. Fue como cuando un globo de agua se te revienta en las manos y te empapa todo. Finalmente, lo sacamos y no hacía ruido alguno en ese momento, parecía que aún dormía.
Laura: Miré a un lado y me dijeron: “Recuéstate”. Así vi acercarse a mi bebecito tranquilito moviendo sus bracitos temblorosos, cayó sobre mi pecho y haciendo chilliditos lo miré, era mi Olivia otra vez, idéntico, jaja, pero muy en paz.
Me dijo Rodrigo más tarde que había salido su cabeza dentro de la bolsa pero que al salir los hombros se reventó. En efecto, me había razgado un poco pues el niño venía con una mano sobre su corazón, pero esta vez no me dolió eso y lo que siguió fue expulsar mi placenta, para lo cual sí puje, después las puntadas y cortar el cordón.
Rodrigo: Cuando salió Alejandro, Sue y Lauren lo colocaron en el pecho de Alma esperando que “escalara” hasta uno de los pezones. Recuerdo que no creía que un bebé fuera capaz de hacer eso, pero Alejandro comenzó a hacerlo con un poco de ayuda y apoyo que le dieron las manos de Lauren quien las colocó bajo los pies de Ale como si fueran un escalón. Poco a poco, se acercó más y más y llegó un momento en el que parecía que ya se había pasado de su objetivo, casi llegaba al cuello de Laura y a su barbilla, y yo estaba pensando que Alejandro no sabía bien lo que hacía y que estaba perdido. Pero de repente, levantó su cabeza, como si fuera un niño grande gateando y como de latigazo la balanceó de izquierda derecha y giro de tal forma que su cabeza cayó justo sobre el pezón. Me impresioné de tanta sabiduría y perfección. Alejandro se prendió al pecho y comió un poco, después lo cargué unos 30 minutos mientras le ponían puntos a Laura en el perineo, pero esta vez ella no sufría, estaba con anestesia local y no gritaba ni lloraba, como la vez pasada.
Pasada una hora, me dijeron si quería cortar el cordón y lo hice. Con Ale en mis brazos con su carita tranquila y ligeramente manchada de sangre, me sentí completo.
Después de que todo terminó, nos dejaron solos un momento. Me acosté junto a Laura en la cama mientras ella abrazaba a Ale. En ese momento pensé que a diferencia del nacimiento de Olivia, ahora no estaba en medio del cuarto preocupado tanto por Laura que estaba desmayada ni por Oli que había ingerido meconio y había necesitado un poco de reanimación. Esta vez, cuatro ángeles habían cuidado a mi esposa y a mi hijo, y Laura y yo descansábamos ya pensando que todo estaba hecho, lo habíamos logrado.
Laura: Seguí bebiendo infusiones después del parto, también tuve la presión baja toda la noche y ganas de desmayarme cada que me incorporaba pero una sensación de satisfacción, de paz… algo similar a cuando duermes la primera vez con el hombre que amas y mucho agradecimiento por que me había quedado en el corazón, saber realmente la mujer que soy.
Quiero agradecer enormemente a Sue, a Lauren, a Laura y a Alli, quienes no sólo atendieron nuestro parto, sino que se convirtieron en nuestra familia. Escucharon nuestros problemas meses antes del parto, lloraron con nosotros, y sin esperar nada a cambio, prometieron acompañarnos en nuestra empresa hasta ver a Mateo, nuestro hijo, sano y feliz en nuestros brazos.
Nosotros llegamos a San Francisco sin idea de lo que era un parto en casa ni sus bondades, no sabía siquiera que como padre y esposo también tenía un rol tan importante a lado de mi esposa incluso en la lactancia y otras actividades que hoy en día, parecen ser exclusivamente de las mujeres. Tras caminar largas horas buscando ayuda, tocando puertas y preguntando por opciones financieramente viables, dimos con una partera y de ahí se nos abrieron los ojos e investigamos aún más en esta dirección.
Como referencia debo decir que el documental “The Business of Being Born” (El Negocio de Nacer), nos dio un panorama claro de cómo son las cosas actualmente en esto de los partos, hospitales y médicos.
Wow, aprendí tanto. ¿Sabían que cualquier mujer, con la estimulación adecuada puede comenzar a lactar súbitamente y alimentarlo sin haber estado embarazada o tenido hijos? ¿Y que hasta un hombre puede lactar con el tratamiento de hormonas adecuado?.
Como padre de dos niños, recomiendo el parto en casa absolutamente bajo la supervisión de una persona calificada como una partera licenciada (Licensed Midwife) o una partera certificada en enfermería Certified Nurse-Midwife), un equipo de parteras y doula que respalden a la partera principal y a la madre, un plan de parto así como un plan de emergencia por si cualquier cosa pudiera salirse de control y creo que lo más importante, que se tenga un gran deseo por vivir esta hermosa experiencia conociendo que existen riesgos, riesgos que se dan de la misma manera que se presentan en un hospital y que los médicos simplemente mantienen en silencio, los solucionan con pitocina y el retiro del bebé en cuanto nace para colocarlo en la Unidad de Cuidados Intensivos (ICU) sin mencionar la razón y situaciones que disfrazan de “cordones enredados en cuellos”, “bebés en posición de nalgas (breech presentation)” y otras excusas con el fin de acelerar el trabajo de parto y llegar a una inducción o cesárea que permita “terminar, cobrar y pasar al siguiente niño” sin darle la atención adecuada a la madre, darle la oportunidad de crear un vínculo con su bebé en calma y privacidad, ni permitirle al bebé comenzar a nutrirse del alimento perfecto, la leche materna, no la “mentada” fórmula que parece que hace milagros a pesar de que hay estudios que incluso la han comenzado a asociar con casos de cáncer en niños.
Créanme cuando les digo que a mujeres como las que estuvieron en nuestro parto, no les importa el dinero ni la fama, ni nada más que permitirle a otra mujer sentirse fuerte y consciente de que es capaz de traer a un bebé a este mundo sin necesidad de otra cosa más que el amor, les interesa traer a un niño a este mundo sano y así también, regresar un poquito de lo tanto que ellas también recibieron en su momento de otras parteras y mujeres.
En México es raro ver este tipo de corazón. Para nosotros, es una invitación a replicar lo que vivimos ofreciéndolo a otra familia en la misma situación.
En fin, esperemos que esta cultura de ayudar a otros y de regresar a nuestros orígenes con la sabiduría de la experiencia y ciencia con la que hoy ya contamos, nos permita volver a tener en cuenta que necesitamos amor en nuestra vida, desde el primer segundo en el que la comenzamos.
Mateo Alejandro nació el 18 de diciembre en Daly City, California, pesando 3.65 kg y midiendo 49.5 cm, en día de luna llena a las 11:45am tras un trabajo de parto activo de una hora aproximadamente.
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