La alteración de la flora intestinal mediante la aplicación de una dieta afecta la función cerebral: estudio

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En general, debemos saber que los probióticos no sólo están presentes en el yogur o en productos de la marca Danone, misma que fondeó este estudio por lo que se me hace un poco truculento y con doble intención que Danone haya ayudado al desarrollo de este estudio, pero bueno. Es por eso que me adelanto y destaco que el propósito de haber traducido este artículo no es más que el de crear consciencia sobre el uso abusivo de antibióticos y la falta de interés en la toma de decisiones alimenticias conscientes o alimentos de origen vegetal y demás que son benéficos para nuestra salud y que podría ayudarnos a mejorar nuestra calidad de vida. Por ejemplo existen muchos alimentos vegetales que son utilizados como probióticos como el frijol de soya o natto, el cual es obtenido a base de fermentación y contiene bacillus subtilis.

Estudio

Investigadores de la UCLA ahora cuentan con la primera evidencia de que las bacterias ingeridas a través de la comida pueden afectar las funciones cerebrales en los humanos. En un estudio reciente realizado a mujeres sanas, se encontró que las mujeres que consumen regularmente bacterias benéficas conocidas como probióticos a través de yogur presentaron funciones cerebrales alteradas tanto en un estado de descanso como en respuesta a una tarea de reconocimiento de emociones.

El estudio, conducido por científicos del Centro Familiar Gail y Gerald Oppenheimer para la Neurobiología del Estrés, parte de la División de Enfermedades Digestivas de la UCLA, y el Centro Lovelace para el Mapeo Cerebral en la UCLA, aparece en la edición actual del diario de Gastroenterología.

El descubrimiento de que un cambio en el ambiente bacteriano, o microbiota, en los intestinos puede afectar al cerebro conlleva implicaciones significativas para investigaciones futuras que pudieran apuntar a que se requieran de intervenciones a base de dietas o drogas para mejorar las funciones cerebrales, los científicos indicaron.

“Muchos de nosotros tenemos un envase de yogur en nuestro refrigerador que usualmente consumimos por placer, por el calcio o porque creemos que podría ayudar a nuestra salud de otras formas,” explicó la Dra. Kirsten Tillisch, una profesora asociada de medicina en la división de enfermedades digestivas en la Escuela de Medicina David Geffen de la UCLA y autora líder del estudio. “Nuestros descubrimientos indican que algunos de los componentes del yogur podrían de hecho cambiar la forma en que nuestro cerebro responde al entorno. Cuando consideramos las implicaciones de este trabajo, los viejos dichos ‘Tú eres lo que comes’ y ‘los presentimientos’ toman un nuevo significado.”

Investigadores han sabido desde hace tiempo que el cerebro manda señales a los intestinos, y es por esto que el estrés y otras emociones pueden contribuir a la generación de síntomas gastrointestinales. Este estudio demuestra lo que habíamos estado sospechando pero hasta ahora había sido probado únicamente en animales: que las señales también viajan en sentido opuesto. Es decir de los intestinos hacia el cerebro.

“Una y otra vez, escuchamos de pacientes que nunca se habían sentido deprimidos o ansiosos hasta que comenzaron a experimentar problemas con sus intestinos,” explicó Tillisch. “Nuestro estudio demuestra que la conexión entre el cerebro y los intestinos es de doble sentido.”

El pequeño estudio involucró a 36 mujeres entre los 18 y 55 años. Los investigadores dividieron a las mujeres en 3 grupos: un grupo que comió específicamente yogur con una mezcla de muchos probióticos – bacterias que se cree que tienen un efecto positivo para los intestinos – dos veces al día durante 4 semanas; otro grupo que consumió un producto lácteo que se parecía y sabía como yogur pero que no contenía probióticos y un tercer grupo que no comió ningún producto.

El escaneo de Imágenes de Resonancia Magnética Funcional (fMRI) realizado antes y después del periodo de 4 semanas mostró el estado cerebral de las mujeres en un estado tanto de descanso como también durante la respuesta de las mujeres a una tarea de reconocimiento de emociones en las que ellas vieron una serie de imágenes de personas con caras enojadas o asustadas y que tuvieron que clasificar y colocar con otras caras que mostraban las mismas emociones. Esta tarea, diseñada para medir el compromiso de las regiones afectivas y cognitivas del cerebro en respuesta a estímulos visuales, fue elegido debido a que investigaciones previas en animales han relacionado los cambios en la flora intestinal con cambios en su comportamiento afectivo.

Los investigadores descubrieron que en comparación con las mujeres que no consumieron el yogur probiótico, aquellas que sí lo hicieron demostraron un descenso en la actividad tanto de la ínsula cerebral – la cual procesa e integra las sensaciones internas del cuerpo como las de los intestinos – como de la corteza somatosensorial durante la tarea de reacción emocional.

Más aún, en respuesta a la tarea, estas mujeres presentaron una disminución en la actividad de una gran red cerebral que involucra áreas relacionadas con las emociones, la cognición y las sensaciones. Las mujeres en los otros dos grupos mostraron una actividad estable o aumentada en esta misma región.

Durante el escaneo en el estado de descanso, las mujeres que consumieron probióticos mostraron una mayor conectividad entre una región cerebral conocida como sustancia gris central y áreas de la corteza prefrontal relacionadas con la cognición. Las mujeres que no consumieron ningún producto mostraron una mayor conectividad de la sustancia gris central con regiones cerebrales relacionadas con las emociones y sensaciones, mientras que el grupo que consumió productos lácteos sin probióticos presentó resultados intermedios.

Los investigadores se sorprendieron al descubrir que efectos en el cerebro pueden verse reflejados en muchas áreas, incluyendo aquellas que están relacionadas con el procesamiento sensorial y meramente en aquellas asociadas con las emociones, explicó Tillisch.

El conocimiento de que existen señales están siendo enviadas de los intestinos al cerebro y que estas pueden ser moduladas con cambio de dieta probablemente significa que es posible iniciar investigaciones con el fin de encontrar nuevas estrategias para la prevención y tratamiento de desórdenes neurológicos, mentales y digestivos, dijo el Dr. Emeran Mayer, profesor de medicina, fisiología y psiquiatría en la Escuela de MEdicina David Geffen de la UCLA y también co-autor del estudio.

“Existen estudios que desmuestran que lo que comemos puede alterar la composición y productos de nuestra flora intestinal – en particular, que las personas con dietas altas en vegetales y fibras cuentan con una microbiota compuesta de forma diferente que la gente que tiene una dieta occidental más tradicional alta en grasas y carbohidratos,” agregó Mayer. “Ahora sabemos que esto tiene un efecto no sólo en el metabolismo sino que también afecta a las funciones del cerebro.”

Los investigadores de la UCLA están intentando descubrir cuáles son los químicos particulares producidos por la bacteria intestinal que podrían estar enviando tales señales al cerebro. También están planeando estudiar si las personas con síntomas gastrointestinales como dolor abdominal, hinchazón o distención y alteraciones en las deposiciones fecales pudieran presentar mejora en sus síntomas digestivos en relación con cambios en la respuesta cerebral.

Mientras tanto, Mayer destacó que otros investigadores están estudiando los beneficios potenciales de ciertos probióticos en el yogur para tratar síntomas de ánimo y humor como la ansiedad. Explicó que otras estrategias nutricionales a parte del consumo de yogur podrían resultar también benéficas.

Al demostrar los efectos cerebrales de los probióticos, el estudio también ha generado que nos preguntemos si la aplicación repetida de antibióticos podría tener un efecto en el cerebro como algunos ha especulado. Los antibióticos son muy utilizados en las unidades de cuidados intensivos donde se atienden a neonatos y también son muy usadas para tratar infecciones del tracto respiratorio en niños, prácticas con las que se elimina parte de la flora intestinal de los pacientes. Tal supresión de la microbiota podría tener consecuencias a largo plazo para el desarrollo del cerebro.

Finalmente, mientras comenzamos a entender mejor la complejidad de la flora intestinal y su efecto en el cerebro, los investigadores podrían encontrar formas para manipular el contenido intestinal con el fin de tratar padecimientos crónicos agudos y otras enfermedades relacionadas con el cerebro incluyendo Parkinson, Alzheimer y autismo.

Las respuestas irán apareciendo en un futuro cercano cuando el costo de los estudios para perfilar y analizar la microbiota de un paciente baje lo suficiente y ocasione que esta prueba se convierta en una más de rutina en los hospitales o durante una consulta médica.

El estudio fue fondeado por Danone Research. Mayer forma parte del consejo científico de Danone. Tres de los autores del estudio también trabajan en Danone Research y estuvieron involucrados con la planeación y ejecución del estudio (proveyendo los productos) pero no tuvieron un rol en el análisis o interpretación de los resultados.

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La importancia del juego libre en los niños

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Me encanta leer sobre psicología porque me ayuda a entenderme más, a conocerme y también conocer a otros. En este caso me topé con un increíble artículo de psicología pediátrica en el que se expone la importancia de que los niños jueguen libremente y los beneficios que obtienen cuando se convierten en adultos. El artículo fue escrito por Melinda Wenner Moyer para la revista Scientific American en el 2013 y se titula ‘The Serious Need for Play’. Desgraciadamente estaba en inglés, así que me di a la tarea de traducirlo lo mejor que pude. Bueno, basta de charla y vayamos pues al artículo: 

El primero de agosto de 1966, el día que el psiquiatra Stuart Brown comenzó como profesor asistente en el Colegio Baylor de Medicina en Houston, Charles Whitman de 25 años subió a la cima de la Torre de la Universidad de Texas en Austin y disparó a 46 personas. Whitman, un estudiante de ingeniería y tirador experto ex Marine de los Estados Unidos, fue la última persona de la que se esperaba una masacre como esta. Brown fue asignado como psiquiatra consultor estatal para investigar el incidente y después, cuando entrevistó a 26 asesinos convictos en Texas para un estudio piloto, descubrió que la mayoría de ellos incluyendo a Whitman, tenía un par de cosas en común: provenían de familias donde habían sufrido abusos y que no habían jugado lo suficiente cuando niños.

Brown no sabía cuál de los dos factores era más importante. Pero desde entonces y por 47 años, él entrevistó a más de 6 mil personas abordando el tema de la niñez, y sus resultados sugieren que la falta de juego imaginativo no estructurado evita que los niños crezcan y se conviertan en adultos felices y equilibrados. El ’juego libre’, como los científicos lo llaman, es crítico para que un niño se convierta en un ser apto socialmente que pueda sobrellevar el estrés y que desarrolle habilidades cognitivas como la capacidad para resolver problemas. Estudios relacionados con el comportamiento de los animales afirma que el juego libre tiene grandes beneficios y cuenta con una gran importancia evolutiva.

La mayoría de los psicólogos concuerda en que el juego provee a los niños de beneficios que les durarán hasta la edad adulta,pero no todos están de acuerdo en qué tipo de juegos son los que cuya ausencia, está afectando a los niños; particularmente porque en los últimos 40 años pocos niños han crecido sin un tiempo abundante de juego. Pero en nuestros días, el ‘juego libre’ podría estar perdiendo su posición como uno de los elementos básicos durante la infancia. De acuerdo con un artículo publicado en el año 2005 en los Archivos de la Medicina Pediátrica y Adolescente, el tiempo que los niños pasaban jugando libremente cayó 25% entre 1981 y 1997. Preocupados por lograr que sus hijos entraran a los mejores colegios, los padres sacrificaron el tiempo de juego por actividades más estructuradas. Tan pronto como los niños alcanzaban la edad preescolar, sus padres los atosigaban con clases de música y prácticas deportivas al salir de la escuela, reduciendo el tiempo disponible para jugar de forma imaginativa y revoltosa, el mismo tipo de juego que fomenta en ellos creatividad y cooperación.

Muchos estudios apoyan la idea de Brown de que la falta de ’juego libre’ durante la infancia perturba e interrumpe el desarrollo cognitivo, emocional y social tanto en animales como humanos. A él y a otros psicólogos les preocupa que la limitación del juego libre en niños pueda provocar el surgimiento de una generación de adultos ansiosos e infelices socialmente desequilibrados.

La consecuencia de una vida que ha sido privada del juego es cosa seria,” dice Brown. Pero nunca es tarde para comenzar: el juego también promueve el continuo bienestar físico y mental de los adultos.

Las preocupaciones sobre la desaparición de las horas de juego comenzaron a surgir en 1961, cuando la Asociación Internacional del Juego fue fundada en Dinamarca  con el fin de proteger, preservar y promover el juego como un derecho fundamental para todos los niños. Pero la idea realmente se hizo popular 15 años después, cuando muchas organizaciones sin fines de lucro -como el Instituto Nacional para el Juego en Carmel Valley, Calif., iniciado por Brown, y otras organizaciones incluyendo a la Alianza por la Infancia y la Asociación para el Estudio del Juego– comenzaron a promover el valor del juego.

La libertad cuenta

Pero los niños juegan fútbol, Scrabble y tocan el sousafón -entonces ¿por qué los expertos están preocupados que estas actividades se estén comiendo el tiempo de juego libre?

Es verdad que los juegos con reglas son divertidos y que son fuente de experiencias de aprendizaje -y por supuesto que pueden fomentar habilidades sociales y de cohesión grupal, explica Anthony D. Pellegrini, psicólogo en la Universidad de Minnesota. “Pero este tipo de juegos cuenta con un conjunto de reglas preestablecidas que deben ser seguidas y respetadas. Por otra parte, el juego libre no tiene reglas y provoca respuestas más creativas en los niños.”

Este aspecto creativo es clave ya que representa un mayor reto para el desarrollo del cerebro que el solo hecho de seguir un conjunto de reglas predeterminadas. En el juego libre, los niños inician y crean nuevas actividades y roles. Este puede involucrar fantasías -tales como pretender que son doctores o princesas- o peleas ficticias de la misma manera que los niños (principalmente varones) pelean unos con otros por diversión, cambiando roles periódicamente de tal forma que ninguno de los dos siempre gane. Y el juego libre es muy parecido al juego observado en el reino animal, lo cual sugiere que este cuenta con una raíz evolutiva importante. Gordon M. Burghardt, autor de El Génesis del Juego Animal, paso 18 años observando animales para aprender cómo definir el juego: este debe ser repetitivo -un animal que empuja a avienta un nuevo objeto sólo por una ocasión no está jugando con él- y debe ser voluntario e iniciado en un escenario relajado. Animales y niños no suelen jugar cuando están desnutridos o en situación de estrés. Aún más esencial, la actividad no debe contar con una función obvia dentro del contexto en el que es vista- lo cual significa que no cuenta con una meta u objetivo claro.

Face Time

¿Cómo es que todas estas actividades sin sentido benefician a los niños? Quizá aún más importante, el juego libre parece ayudarles a desarrollar habilidades sociales fuertes. “Tú no te vuelves socialmente competente gracias a que los maestros te dicen cómo debes comportarte,” dice Pellegrini. “Tú adquieres estas habilidades interactuando con tus compañeros, aprendiendo lo que es aceptable y lo que no lo es.

Los niños aprenden a ser justos y a tomar turnos -ellos no siempre pueden exigir ser el hada reina, o al instante perderán a todos sus compañeros de juego. “Ellos desean que el juego prosiga y se extienda, por lo que siempre estarán dispuestos a ir una milla más” para acomodarse a los deseos de los otros, explica Pellegrini.

Ya que los niños disfrutan la actividad, no se darán por vencidos tan fácil ante la frustración, por ejemplo como si se tratara de un problema de matemáticas, lo cual les ayuda a desarrollar persistencia también.

Mantener las cosas bajo un esquema amigable requiere un poco de comunicación, que sin duda, de todas es la habilidad social más invaluable. El juego que acontece entre compañeros es el más importante al respecto. Estudios muestran que los niños utilizan un lenguaje más sofisticado cuando se encuentran jugando con otros niños que el que utilizan cuando están jugando con adultos. En los juegos en los que pretenden ser lo que no son, por ejemplo, “ellos tienen que comunicarse y hablar sobre cosas que no están físicamente presentes o no existen, por lo que requieren utilizar un lenguaje más complicado de una forma en la que sean capaces de comunicar a sus compañeros lo que están tratando de decir,” explica Pellegrini. Por ejemplo, los niños no pueden simplemente preguntar “¿Vainilla o chocolate?” mientras extienden su mano a uno de sus compañeros acercándole un cono imaginario. Ellos tienen que dar pistas contextuales como: “Helado de vainilla o chocolate. ¿Cuál quieres?” Los adultos, por otro lado, llenamos los huecos por nuestra cuenta, haciendo que las cosas sean más fáciles para los niños al momento de intentar interpretar lo que nos quieren decir.

Si el juego ayuda a los niños a volverse más sociales, entonces la falta de juego debería impedir el desarrollo social -y estudios sugieren que así es. De acuerdo con un estudio de 1997 sobre niños que vivían en pobreza y en alto riesgo de fallar académicamente, publicado por la Fundación HighScope para la Investigación Educativa en Michigan, los niños que entran a escuelas preescolares donde la base de la educación está puesta en el juego cuentan con un equilibrio social posteriormente en su vida adulta que aquellos niños que asistieron a escuelas preescolares en las que eran constantemente instruidos por maestros. Para la edad de 23 años, más de un tercio de los niños que atendió a las escuelas basadas en la instrucción habían sido arrestados por algún delito en comparación con poco menos del 10% de los niños que habían asistido a escuelas basadas en el juego. De adultos, menos del 7% de los estudiantes de escuelas basadas en el juego habían sido suspendidos en su trabajo, pero más de un cuarto de los niños instruidos por maestros lo había sido.

Estudios en animales apoyan la idea de que la privación del juego conduce al pobre desarrollo de las habilidades sociales. De acuerdo con un estudio publicado en 1999 en el Diario de Investigación en el Comportamiento y el Cerebro, las ratas que son mantenidas en aislamiento durante dos semanas de su desarrollo en las que la mayor parte del tiempo se dedican a jugar -la cuarta y quinta después de su nacimiento- son menos activas socialmente posteriormente cuando se encuentran en presencia de otras ratas en comparación con ratas que no fueron aisladas durante el mismo periodo. Otro estudio publicado en el diario de Psicobiología del Desarrollo en el 2002 reveló que las ratas macho criadas en aislamiento durante su etapa de juventud son incapaces de mostrar un comportamiento normal de evasión cuando son presentadas ante ratas macho dominantes que repetidamente las atacaban. ¿Es posible que específicamente la falta o privación del juego pudiera causar estos problemas de comportamiento -o podría ser que el aislamiento social en general sea el culpable?

Otro estudio sugiere que el juego fomenta el desarrollo neuronal en las áreas superiores del cerebro relacionadas con las reacciones emocionales y el aprendizaje social. Científicos reportaron en el 2003 que las peleas de juego (luchitas) ocasionan la liberación del factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF) -una proteína que estimula el crecimiento de nuevas neuronas- en estas regiones. Los investigadores permitieron a 13 ratas de control jugar libremente con sus compañeros durante 3 y medio días y mantuvieron a otras 14 aisladas durante el mismo periodo. Al examinar el cerebro de las ratas, descubrieron que el cortex, el hipocampo, la amígdala y el puente troncoencefálico de las ratas que habían jugado contenían niveles mucho más altos de BDNF que los de aquellas ratas que habían sido aisladas.

“Creo que el juego es el principal mecanismo en el que las áreas superiores del cerebro se vuelven sociales,” explicó Jaak Panksepp, co-autor del estudio y neurocientífico de la Universidad Estatal de Washington.

Liberación de estrés

Investigaciones sugieren que el juego también es crítico para la salud emocional, posiblemente porque ayuda a que los niños trabajen con el estrés y la ansiedad. En un estudio de 1984 publicado en el Diario de Psicología y Psiquiatría Infantil, investigadores evaluaron los niveles de ansiedad de 74 niños de entre 3 y 4 años durante su primer día de escuela a partir de su comportamiento -sea que suplicaran, lloraran o rogaran a sus padres que se quedaran con ellos- y que tanto sudaban las palmas de sus manos. Con base en las observaciones de los investigadores, se etiquetó a cada niño como ansioso o no ansioso. Posteriormente, dividieron aleatoriamente a los 74 niños en 4 grupos. La mitad de los niños fue llevada hasta un cuarto lleno de juguetes donde jugaron de forma individual o con compañeros durante 15 minutos; a la otra mitad se le pidió sentarse en una mesa pequeña solos o con compañeros y escuchar al maestro mientras este les contó una historia durante 15 minutos.

Después es esto, los niveles de estrés en los niños fueron evaluados de nueva cuenta. Los niveles de ansiedad de los niños que habían jugado descendieron a más del doble que el de los niños que habían escuchado el cuento. (Aquellos niños que no se encontraban estresados desde un inicio, permanecieron igual.) Lo interesante fue que aquellos niños que jugaron solos se calmaron más que los que jugaron con compañeros. Los investigadores especularon que a través del juego imaginativo, el cual se da más fácilmente cuando están solos, los niños construyen fantasías que les permiten hacer frente y superar las situaciones difíciles.

Estudios en animales también apoyan la idea de que jugar ayuda a aliviar el estrés -un fenómeno conocido en neurociencia como amortiguación social o social buffering. En un estudio publicado en el 2008, el científico en neurociencia del Gettysburg College Stephen Siviy colocó una rata en una cámara y la expuso a un collar que previamente había sido utilizado por gato, lo cual ocasionó que la rata se estresa. Después, la cámara fue limpiada de tal manera que se eliminó todo rastro y olor del collar y por lo tanto del gato. La rata fuer colocada de nuevo en la cámara, en esta ocasión el collar no se encontraba dentro. Pero la rata volvió a estresarse, probablemente debido a que había asociado el espacio con el gato. Cuando Siviy y sus colegas introdujeron otra rata en la cámara, una que no había sido expuesta al olor del collar del gato y que no se mostraba asustada por el espacio, tanto la rata estresada como la no estresada comenzaban a perseguirse una a otra, rebotando y pretendiendo que luchaban. Poco después, la primera rata que había estado estresada y expuesta al olor, se relajaba y volvía a calmarse, sugiriendo que el juego entre las ratas había ayudado a la rata estresada a disminuir su ansiedad.

Juega ‘luchitas’

Liberar estrés y adquirir habilidades sociales parecen ser obvios beneficios de jugar. Pero algunas investigaciones apuntan a que existe un tercer beneficio más contradictorio de influencia: el juego aparentemente hace a los niños más listos. En un clásico estudio publicado en el Diario de Psicología del Desarrollo en 1973, investigadores dividieron 90 niños de preescolar en tres grupos. A un grupo se le pidió jugar libremente con cuatro objetos comunes -entre sus opciones se encontraban toallas de papel, un desarmador, una tabla de madera y un montón de clips. Al segundo grupo se le pidió imitar a una persona que utilizaría cuatro objetos de forma común. Al último grupo se le pidió sentarse en una mesa y dibujar lo que deseara, sin haber sido expuestos a objetos previamente. Cada escenario duró 10 minutos. Inmediatamente después, los investigadores pidieron a los niños que sugirieran ideas de cómo es que uno de los objetos podía ser utilizado. Los niños que habían jugado con los objetos mencionados, en promedio mencionaron hasta tres veces más formas creativas para utilizar los objetos que los otros dos grupos, sugiriendo que el juego promueve el pensamiento creativo.

Jugar ‘luchitas’ también mejora la habilidad para solucionar problemas. De acuerdo con un estudio publicado por Pellegrini en 1989, mientras más involucrados se encuentran los niños en juegos en los que pretenden estar luchando, mejores puntuaciones obtienen en pruebas donde requieren solucionar problemas sociales. Durante la prueba, los investigadores mostraron a los niños cinco imágenes de un niño que intentaba quitar un juguete a un compañero y cinco imágenes de un niño que intentaba evitar ser regañado por su madre. A los niños se les pidió que dieran tantas ideas como pudieran de cómo se podían solucionar ambos problemas; sus puntuaciones fueron calculadas con base en la variedad de estrategias que mencionaron, y niños que tendían a jugar ‘luchitas’ más a menudo obtuvieron mejores puntuaciones.

Sin embargo, Pellegrini se preguntó que tanto se le puede puede atribuir las buenas puntuaciones al hecho de que los niños tiendan a jugar más a que pretenden que luchan. “¿Qué es lo que el juego provoca en los niños? ¿Es la novedad de aprender algo -acaso el juego precede a todas estas habilidades- o es meramente la práctica o consolidación de habilidades que ya se encuentran en desarrollo?” se preguntó Pellegrini. En el 2012, los investigadores de la Universidad de Virginia analizaron la literatura científica y concluyeron que el juego simplemente podía ser un signo de un desarrollo sano o, alternativamente, podía ser una de las muchas actividades que hace una diferencia durante el desarrollo del cerebro. Pero Pellegrini se mantiene con la idea de que “en cualquiera de las dos, a cierto nivel, el juego resulta benéfico.”

¿La falta de juego, entonces, impide el desarrollo de las habilidades para la solución de problemas? Estudios hechos en animales señalan que es probable. En un artículo publicado en el Diario de Psicobiología del Desarrollo en 1978, investigadores separaron ratas jóvenes utilizando divisiones -de malla de tal manera que entre ellas pudieran ver, oler y escuchar a otras ratas pero no jugar con ellas- justo durante los 20 días de desarrollo en los que más juegan las ratas. Los investigadores enseñaron a estas ratas, y a un grupo aparte al que sí se le había permitido el juego sin restricción alguna, a quitar una pelota de hule del camino jalándola para tener acceso a un premio de comida. Pocos días después, modificaron el escenario de tal manera que las ratas tuvieran que empujar (en lugar de jalar) la pelota para obtener la comida. Las ratas que fueron aisladas tardaron más que las que pudieron jugar, en idear nuevas formas de obtener la comida y así, resolver el problema. Los autores del estudio creen que a través del juego, los animales aprenden nuevas cosas, y los animales que no juegan simplemente no adquieren esta misma flexibilidad de comportamiento.

Jugar también parece ayudar con el desarrollo del lenguaje, de acuerdo con un estudio del 2007 de los Archivos de Medicina Pediátrica y Adolescente. Investigadores de la Universidad de Washington dieron una caja con bloques de juguete a niños de familias de bajos y medianos ingresos de entre 18 meses y 2 y medio años. Los padres de estos niños, así como también los padres de un grupo similar de niños a los que no se les dieron bloques, mantuvieron un registro de qué tan frecuente los niños jugaban. Después de seis meses, los niños que habían jugado con bloques obtuvieron puntuaciones significativamente más altas en pruebas de lenguaje que el resto de los niños. Sin embargo, los investigadores no están seguros de qué tanto están relacionados estos resultados con el hecho de que los niños hayan podido jugar con los bloques per se- ya que al jugar con los bloques los niños pasaron menos tiempo en actividades menos productivas como ver televisión.

Pero ¿por qué el juego podría ayudar a los niños a sobresalir? Investigadores de animales creen que el juego funciona como un tipo de entrenamiento que prepara para lo inesperado. “El juego es como un caleidoscopio,” explica el biólogo evolutivo Marc Berkoff de la Universidad de Colorado en Boulder, en el sentido de que también es aleatorio y creativo. En conclusión, él propone que el juego fomenta una flexibilidad y creatividad, que en un futuro, podrían utilizarse como ventaja en situaciones inesperadas o ambientes nuevos. Algunos psicólogos pediátricos, como el experto en desarrollo infantil de la Universidad de Tufts David Elkind, están de acuerdo. El juego es “una forma en que los niños aprenden,” indica Elkind, “y en la ausencia del juego, los niños se pierden experiencias que les permiten aprender.”

Relajémonos

Si el juego es tan importante, ¿qué pasa con los niños que no pueden jugar lo suficiente? En este momento, nadie lo sabe exactamente -pero muchos psicólogos están preocupados. Debido a que el juego es de alguna forma riesgoso -animales que no están alerta ni atentos se encuentran en riesgo de ser atacados por depredadores- de alguna forma el juego evolucionó y persiste debido a que otorga ventajes de supervivencia.

“Si no fuera importante, no hubiera evolucionado en esta forma tan elaborada,” indica Berkoff. Ciertamente, la evidencia indica que el juego es evolutivamente bastante antiguo. Ratas a las que se les ha removido el neocórtex -una región grande del cerebro involucrada en funciones de razonamiento de alto nivel tales como los pensamientos conscientes y la toma de decisiones- son capaces de involucrarse en juegos con otras ratas de forma normal, lo cual sugiere que la motivación por el juego proviene del tronco encefálico, una estructura que precede a la evolución de los mamíferos.

Por supuesto, muchos padres al día de hoy creen que actúan de acuerdo a lo que más le conviene a sus hijos cuando intercambian el juego libre por actividades de aprendizaje que a sus ojos tienen más valor. Algunas madres y padres puede que estén inseguros de dejar que sus hijos jueguen afuera sin supervisión, y posiblemente los inquieta la idea de que sus hijos puedan sufrir raspones y huesos rotos mientras juegan descontroladamente, dice Sergio M. Pellis, neurocientífico de la Universidad de Lethbridge en Alberta. A pesar de que estos instintos paternales son naturales, proteger a los niños “simplemente pospone el problema provocando que estos mismos niños en un futuro tengan dificultades para lidiar con un mundo complejo e impredecible,” Pellis explica.

Los padres deberían permitir que los niños sean niños – no sólo porque se supone que ser un niño debería ser divertido sino también porque el negar a un niño las alegrías y placeres de la juventud sin restricción alguna, evita que éste desarrolle curiosidad y se convierta en una criatura creativa e inquisitiva, advierte Elkind. “El juego tiene que ser replanteado y visto no como lo opuesto al trabajo sino más como un complemento,” agrega. “La curiosidad, imaginación y la creatividad son como los músculos: si no los utilizas, desaparecen.”

Para los adultos: Mucho trabajo y nada de juego…

Aunque los investigadores usualmente enfatizan los efectos positivos del juego durante el desarrollo del cerebro, han descubierto que el juego es importante también para los adultos. Sin juego, los adultos pueden terminar agotados debido a todo el ajetreo que involucra el convertirse en un adulto, explica Marc Berkoff. Los adultos que no juegan usualmente terminan infelices y exhaustos su día sin entender exactamente por qué.

Entonces ¿cómo es que los adultos pueden introducir más horas de juego en su vida? Stuart Brown, psiquiatra y fundador del Instituto Nacional para el Juego en Carmel Valley, Calif., sugiere que hay tres formas:

  • Juego corporal: Participar en alguna forma de movimiento activo en la que no se tenga la presión del tiempo o un resultado esperado (si te estás ejercitando sólo para quemar grasa, entonces ¡no cuenta como juego!)
  • Juego con objetos: Utiliza tus manos para crear algo que disfrutes (puede ser cualquier cosa; de nuevo, no tiene que tener un objetivo o meta específico)
  • Juego social: Únete a otras personas para realizar actividades sociales sin própósito alguno, “desde una pequeña charla hasta una competencia verbal”, sugiere Brown.

Si aún no estás seguro de qué hacer, intenta recordar lo que disfrutabas hacer cuando niño. “Encuentra lo que verdaderamente amabas jugar” e intenta traducir esas memorias en actividades que se ajusten a tu situación actual. Puede que ayude un poco a tu memoria pasar un poco de tiempo cerca de niños, agrega Gordon M. Burghardt, biólogo evolutivo de la Universidad de Tennessee.

Al final, lo que importa no es cómo termines jugando sino que juegues. Y para asegurarte de hacerlo, programa tiempo en tu día para ello, sugiere Berkoff. “El trabajo siempre terminará hecho,” explica. “De hecho, Sé que si no juego, no podré terminar mi trabajo.” Y la felicidad y la energía renovada que experimentarás a través del juego te dará mucho más que compensarte por el ‘tiempo perdido’, Burghardt agrega.

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No son carrerasCuando nos enteramos de que estábamos esperando…

No son carreras

Cuando nos enteramos de que estábamos esperando una beba (nuestra primera) hace 3 años, nunca nos imaginamos todo lo que necesitaríamos aprender para dominar el complicado arte de la crianza.

Creo que nunca nos pasó por la cabeza y aunque estuvimos leyendo un excelente libro (El Cuidado de su Hijo Pequeño: Desde que nace hasta que tiene 5 años) que nos permitió darnos una idea y supuestamente sentirnos listos, nunca se compararía con lo que habríamos de enfrentar durante los siguientes meses… años… y como estamos viendo la cosa, también décadas.

La motivación de esta entrada en el blog llegó a mí después de darme cuenta de que cada vez que nuestra hija madura y crece, llegan nuevos retos y preocupaciones. A su vez, cuando salimos a la calle o convivimos con otras personas nunca ha faltado quien nos de un consejo o nos haga una observación con respecto a la crianza e hijos.

Desde el clásico: ‘¿No tendrá frío?‘ hasta el atrevido ‘Ya deberían destetarla‘. Así, nos ha tocado de todo.

Y es que pareciera que todos tienen prisa por que sus propios hijos (y los de otros) estén listos para enfrentar este mundo cruel con todo el conocimiento, madurez y experiencia para no quedar últimos en la repartición de vidas exitosas.

Sin embargo, me he dado cuenta que en muchos de los casos en los que uno comienza a asustarse y teme que su hijo no llegue a desarrollarse a tiempo como el ‘primito‘ o ‘el vecino’ que ya habla, camina o sabe sumar; o que tal vez parece que nuestro hijo podría estar comenzando a mostrar síntomas de un problema psicológico, genético o de aprendizaje; termina siendo que sólo se trataba de un hito que alcanzaría tarde o temprano, de la forma más natural posible y a su propio ritmo.

Por ello, me vi en la tarea de pensar y recopilar algunos de los errores o ‘barbarosidades’ que hemos cometido con nuestros hijos temiendo que fueran débiles o estuvieran presentando alguna desventaja o retraso en comparación con los demás bebés de su edad:


Presionarlos para… ¿nacer?

Este es el primero en el que caemos sin darnos cuenta. Tememos que nuestro bebé no sea capaz de abrirse camino a este mundo y creemos en todo lo que los doctores nos dicen (no digo que desconfiemos de ellos pero podemos cuestionarlos ya que no existen preguntas tontas y al final son nuestro bebé y esposa los que están en sus manos). Que si dicen que no se desarrolló bien el bebé, que tiene el cordón umbilical enredado, que exceso o falta de líquido amniótico, que si viene en posición podálica, que esto que lo otro… y de inmediato accedemos y nos vemos en la necesidad de decir: ‘Sí, sí, haga lo que tenga que hacer’ y entonces se desata el caos y se dejan venir la anestesia, inducción y pitocina en lugar de nuestra amiga la oxitocina, también la cesárea y un sin fin de cosas que ni siquiera sabíamos si todas eran necesarias. Todo ante el miedo de que exista peligro. Sin embargo, tanto el bebé como la madre están capacitados para nacer y dar a luz, pero hemos crecido creyendo que la mujer está enferma y debe ‘aliviarse’ en lugar de darnos cuenta que hay vida en ella y tiene la fuerza para traerla a este mundo.


Desesperarse porque no toman teta y recurrir rápidamente a la fórmula

Este también es muy común. Comenzamos pensando que a los bebés se les debe enseñar cómo prenderse de la teta y de alguna forma es cierto; sin embargo, después de ver a mi hijo recién nacido ‘escalar’ desde el vientre de su madre aún unido a ella por medio del cordón umbilical, acercarse hasta su pecho, pasarse de largo hasta el cuello de ella, repentinamente levantar la cabeza y girar todo su cuerpo de una hasta caer precisamente sobre el pezón, estoy convencido de que los bebés saben muchas cosas y vienen más preparados de lo que creemos. Por ejemplo, algo bien interesante es el oscurecimiento de los pezones y la aparición de la “linea nigra” durante el embarazo. Los bebés no ven muy bien al nacer y estos dos elementos aparecen misteriosamente sobre la piel de la madre para servir al bebé de señalamientos en alto contraste que podrá seguir al momento del nacimiento para escalar el cuerpo de mamá hasta sus pechos. Así, vemos que se trata de informarse, investigar y llamar a un consultor de lactancia (por ejemplo de la Liga de la Leche), intentar, intentar e intentar (de forma inteligente ya que podría terminar en una mamá con pezones muy lastimados) sin importar que hasta algunos de los ‘expertos’ digan que la mamá no produce suficiente leche (claro que no la tiene en muchos casos, necesita estimulación y ésta estimulación la obtiene solamente y cada vez que el bebé intenta prenderse y mamar). Algunas veces también se dice que el bebé no quiere tomar teta (ya que en ocasiones cuando se llevan al bebé a bañar después de la labor de parto en el hospital, le ofrecen leche en fórmula en grandes cantidades para alimentarlo y calmarlo durante las horas que está solo y le practican exámenes; cuando regresa con su mamá, ya ha probado la dulce fórmula y prefiere ésta sobre la de la madre). Es por eso que hay que recurrir a consultores, pediatras y familiares que sepan sobre el tema y hayan pasado ya por esta situación. Formarse una base de conocimientos y experiencias sólida y variada.

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Obligarlos a dormir solos

Este también es popular. Nada más necesitamos platicar algo a algún familiar o vecino y nos lloverán recomendaciones y críticas. Siendo padres primerizos y sabiendo que nuestros padres y abuelos ya pasaron por eso, claro que no dudaremos en tomar sus consejos. ¿Pero qué tan buenos son?  Este es el momento donde debemos comenzar a cuestionar, investigar y decidir nuestra forma de crianza. Pero sobre todo, de forma unida como pareja seguir nuestro instinto.

Para el caso de la hora de dormir, el método convencional es que comiencen a dormir de inmediato en su cuna para volverlos “independientes” desde pequeños y darles la privacidad y el espacio que todos necesitamos. Aquí surge y se expresa nuevamente el temor de que nuestros hijos crezcan débiles y con desviaciones, por ello se les aparta lo más rápido posible. Sin embargo, como vimos en una publicación anterior en este mismo blog sobre el colecho, es muy importante que los hijos compartan y sientan la cercanía de sus padres durante los primeros años de vida para justamente alcanzar la fortaleza e independencia que irónicamente no llegan a obtener al apartarlos desde nacidos. Al final, los niños buscarán su propia independencia, sentirán necesidad de un cambio y comenzarán a pedir su propia cama y cuarto.

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Presionarlos para comer

Con la lactancia suspendida o eliminada tras la insistencia y sugerencias de familiares, amigos y médicos, vemos a nuestros bebés ahora “listos” para una comida completa y “consistente”, comenzamos a temer que no crezcan ni altos ni fuertes y ahí es donde introducimos un sinfín de alimentos sólidos y cantidades enormes que primero su estómago aún no está capacitado para digerir y segundo, cuyo tamaño tampoco tiene para almacenar, pues el tamaño del estómago de un recién nacido es el de una aceituna. Más tarde, los niños ya de mayor edad son presionados a comer también grandes cantidades y con cubiertos. Cuando no logran comer como nosotros los adultos en la misma cantidad y con la misma etiqueta, llega ese temor de que siempre comerán como “cavernicolitas” y desnutridos. Existe algo que se llama Baby-Led Weaning o ablactación guiada por el bebé que consiste en dejar de lado papillas y purés permitiendo que los bebés se alimenten solos tomando con sus propias manos alimentos acordes a su edad como zanahorias completas o brócoli y que experimenten texturas y diferentes sensaciones a sus anchas sin presiones y sin comer más o menos de lo necesario. También es importante tranquilizarse si nuestros hijos no quieren dejar la teta y la prefieren por encima de los alimentos sólidos. Llegará el momento en el que comiencen a sentir ganas de alimentos variados y de otro tipo y paulatinamente dejarán la teta. Cabe destacar que no hay peligro de que desarrollen algún problema de salud o problema sexual de ser que la teta continúe más de lo pensado o lo recomendado por la Academia Americana de Pediatría, la cual recomienda leche materna durante el primer año de vida y la inserción complementaria de alimentos a los 6 meses de nacido.
Si quieres informarte más sobre este tema te recomiendo que leas el libro “Mi niño no me come” del pediatra Carlos González.

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Forzarlos a caminar (Gatear/Sentarse solos y otros hitos psicomotrices)

Uno de los hitos más importantes y que tendemos más a comparar entre los hijos de Perenganita y Fulanito y los nuestros, es el de caminar. Parece como si este midiera que tan rápido nuestro hijo alcanzará a graduarse, obtener un trabajo y hacerse millonario. Recurrimos a la clásica andadera y al columpio (ese que parece bungie) para que caminen lo más pronto posible ignorando que en realidad no necesitan estos dispositivos y que al utilizarlos estamos dañando sus articulaciones y negándoles la oportunidad de descubrir este mundo a su ritmo y con sus propios recursos y que es justamente ahí donde encuentran motivación para alcanzar dos hitos previos: sentarse solos y gatear.

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Presionarlos para hablar

Este hito es bastante interesante. Nosotros los adultos, usualmente medimos la inteligencia y consciencia de otros seres basándonos en la capacidad que tienen para expresarse y comunicarse. Aquí es donde caemos en un error común con nuestros hijos cuando creemos que no entienden muchas de las cosas que les decimos o pedimos; simplemente porque no responden de la forma que esperamos o no nos obedecen. Entonces comenzamos a presionarlos a que aprendan a hablar, y hablar correctamente. Sin embargo y de nuevo, ellos aprenden a su propio ritmo de acuerdo a qué tan buenos maestros tienen: Nosotros. Y es que de acuerdo a qué tanto platiquemos con ellos, de qué manera y con qué reciprocidad, será el tamaño de su vocabulario y la confianza que les dará la voluntad para hablar. Muchas veces pensamos que sus pláticas son poco interesantes, de poca utilidad o con poco sentido común y no los incluimos dentro de las conversaciones diarias de la familia. No les permitimos convertirse en un miembro activo y cuya opinión es valiosa para la familia. Eso les hace sentir que lo que pudieran decir no es importante y comienzan a reservarse sus opiniones y por lo tanto a disminuir tanto la iniciativa para entablar una conversación como la diversidad en su vocabulario. Leer cuentos y cantar canciones siempre serán de gran utilidad en esta etapa, pero si las cosas no salen como esperamos, tenemos que calmarnos y tener paciencia. El momento en que hablen como pericos llegará. 

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Regañarlos y presionarlos para aprender a ir al baño

Este punto es bastante difícil ya que involucra mucha incomodidad entre los padres. El hecho de que nuestro hijo siga utilizando pañal a sus “increíbles” tres años es inconcebible; al mismo tiempo que en muchas guarderías en México no aceptan a niños que aún no sepan ir al baño solos. Sin embargo, manejar este proceso de forma adecuada es crucial para que los niños sepan manejar sus errores de una forma positiva cuando sean mayores. ¿Por qué? Simplemente imaginemos que un niño está comenzando a llegar a ese punto en que parece que va a dejar el pañal porque está avisando que quiere ir o porque le ha llamado la atención cuando nos ve ir al baño. Entonces comenzamos a dejar que ande sin pañal. De repente, ¡pum! se orina o hace caca y ¿cómo reaccionamos? ¿Lo regañamos? Regañarlo por algo que aún no controla o está aprendiendo a controlar y que es muy natural ya que forma parte de su fisiología, puede confundirlo y ocasionar que se sienta humillado y exhibido cuando nos ven exagerando la gravedad de la situación con ira o enojo y provocando que asocie sus futuras fallas con ansiedad y preocupación. Provocando que en lugar de enfocarse en una solución, se obsesione con el hecho de haber cometido un error. Es comparable con la situación en la que los niños se caen, se pegan y voltean a vernos para ver de qué forma reaccionamos ante lo que acaba de ocurrir. Si reaccionamos asustados y gritando, aunque se trate de un pequeño raspón reaccionarán asustados pensando: “Si mi súper mamá adulta está asustada, entonces yo niño debería reaccionar aterrado y llorar”. Por el contrario, si reaccionamos tranquilos y los consolamos explicándoles que se han caído, preguntando si hay dolor y que hay una solución como sobarlos o una curita, entonces sabrán apreciar y enfrentar de una forma más real y racional cualquier situación. Así, lo mismo pasa con los accidentes felices de chis o caca. Usualmente hacerse chis les resultará incómodo porque terminarán mojados y dependerá de nosotros la forma en que ellos se sentirán con esta situación: humillados y sin solución enfocados en su falla o en medio de un accidente que a todos nos pasa y que fácilmente puede ser resuelto.

Cuando a mi hija le comenzó a suceder, noté que en ella una mirada expectante mientras se acercaba a decirme lo que le había pasado. Las primeras veces me sentí molesto y le preguntaba por qué razón no me había avisado. Reaccionaba confundida y sin saber qué decir. Me recordó a mí mismo de niño. Sin saber qué responder cuando se me preguntaba por qué razón había hecho x o y cosa. Entonces entendí que no era la manera. Posteriormente, mi esposa le comenzó a decir a nuestra hija “No pasa nada, no te preocupes, te cambiamos y ya”. Entonces cada vez que pasaba, nuestra hija reaccionaba tranquila y diciendo: “No pasa nada papi… sólo me limpias y ya”. Así, me di cuenta de que esa es la manera en que me gustaría reaccionar ante mis problemas ahora como adulto: No precupándome y en cambio buscando una solución. También esto mismo me hizo recordar que mi madre me cambiaba cuando me pasaba lo mismo. Me subía al lavamanos sin regañarme y me lavaba las nalgas aún cuando yo ya tenía 5 años. Hoy, tengo 32 y ya no me hago en los calzones.

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Presionarlos para saludar, despedirse, dar besos y convivir con terceros.

Socializar. Cuando se habla de socializar somos muy poco empáticos. Y es que nos sentimos más presionados por lo que otros padres, los abuelitos, la vecina o la señora de la tienda van a pensar de nuestro “grosero” hijo que no saluda, no dice gracias y no da beso al saludar o despedirse. Basamos los valores inculcados a un niño en la hipócrita etiqueta que nosotros los adultos utilizamos en nuestras relaciones. Sin embargo, nunca nos ponemos a pensar en que los niños también pueden decidir cuándo hablar, a quién saludar y aún más a quién dar un beso o a quién negárselo. Basta con pensar en la situación siguiente:
Estas acompañando a un amigo a la tienda de la esquina. Cuando llegan, la señora o el señor que atiende saluda a tu amigo y tu amigo te presenta con el o ella. Ella te saluda y te dice que le des un besito mientras se te acerca. ¿Qué haces? Te alejas y la señora te dice: Ay que feo te ves enojado. ¿Y qué piensas? Uuuuy, ahora resulta que soy guapo o feo por lo dadivoso que soy con mis besos. Bueno, pues eso lo viven los niños a diario y varias veces al día. Son forzados a hacer cosas que no quieren por la buena etiqueta. Les metemos en la cabeza que debemos acceder a hacer cosas que no queremos para ser aceptados por otros o para ser considerados agradables. Irónicamente, más adelante comenzamos a pedirles que no hablen con extraños. Nos extrañamos cuando leemos en las noticias que el 70% de los abusos sexuales en México son cometidos por familiares. Los regañamos cuando en su adolescencia intentan encajar accediendo a hacer cosas que no quieren como beber o fumar, o simplemente seguir a la bola. Todo el tiempo están recibiendo mensajes contrarios y confusos y tienen que lidiar con decisiones que no son tan fáciles de tomar con todas las enseñanzas y herramientas que les hemos dado.

Tal vez exagero en las consecuencias, pero si en algún momento te has preguntado por qué tienes x o y problema, complejo, ansiedad, obsesión, reacción o forma de ser, es fácil darse cuenta de que hemos sido forjados durante décadas basándonos en un marco de pensamientos que han quedado bien incrustados en nuestro ser.

Por suerte, nuestros hijos, a ratos y repentinamente, se convierten en espejos que reflejan nuestro interior, los miedos, las memorias, los éxitos, las emociones y todas las experiencias. Y de pronto, entendemos el porqué de tantas cosas y todo cobra sentido.

Hay un libro muy interesante que encontré y que creo es la mejor técnica de crianza responsable que he visto hasta ahora. El título en inglés es CTFD o Calm The F*ck Down escrito por David Vienna y que es español se llamaría algo así como SCUC. Por lo que si todo falla y las cosas no salen como quieres, sólo aplica la técnica SCUC:

-Que el compañerito de la escuela ya se sabe el alfabeto y el tuyo no… ¡Serénate Con Una Ch*ngada!

-¿Preocupado porque tu hijo se comporta en público de una forma que te resulta vergonzosa?… ¡Serénate Con Una Ch*ngada!

-Que tu hijo odia los vegetales… ¡Serénate Con Una Ch*ngada!

-Que a tu hijo le gustan los juguetes de niñas… ¡Serénate Con Una Ch*ngada!

Para aplicar la técnica SCUC, sólo sigue los siguientes pasos:

Paso 1: ¡Serénate Con Una Ch*ngada!

Paso 2: No hay paso 2.

En conclusión y como alguien me recomendara que debía agregar a esta entrada: Sigue tu instinto como padre y no dejes que las comparaciones y juicios de otros afecten la paz, satisfacción, felicidad y plenitud que tú y tu hijo han alcanzado.

Imágenes tomadas del blog: Naranjas y Zapatos

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Diferentes estilos de crianza alrededor del mundo

Cuando uno se entera de que se convertirá en padre o está soltero y ve a otros padres llevar a cabo sus funciones, uno se promete a sí mismo que nunca hará “eso” o “aquello”, no caerá en X o Y errores o que hará las cosas a su modo y de la mejor manera.

Esto denota que todos creemos que hay una forma única y correcta de hacer las cosas, la nuestra; sin embargo, recordando que no todos pensamos igual, entonces existen miles de millones de “formas únicas y correctas de hacer las cosas”.

Por ello, cuando uno madura y se da cuenta de que todo se resume en que cada uno hará con sus hijos lo mejor que pueda, lo que mejor le acomode, como sienta que es correcto y pondrá todo su corazón en ello al momento de criarlos, entonces no hay espacio para el juicio hacia otros padres o poder decir que ésta es la forma correcta y aquella la incorrecta.

Así, les presento esta pequeña lista de cómo es que otros padres llevan a cabo sus funciones en diferentes puntos del planeta:

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Costa Rica y el colecho:

En Costa Rica, no existen las incubadoras para bebé o las cunas en los hospitales públicos. Después de recuperarse de la labor de parto, la mamá comparte la cama con su bebé.

“Mi esposo que es de Estados Unidos, estaba sorprendido de que no hubiera enfermeras que se llevaran a toda prisa a nuestra bebé después de que hubiera nacido o que la estuvieran molestando con visitas constantes al cuarto, esto con el fin de que pudiéramos tener un buen descanso durante nuestra estancia en el hospital,” explicó Jeimy Hernández, mamá costarricense. “El colecho favorece el vínculo entre madre e hijo desde el comienzo. No me gustaría que fuera de otra forma.”

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Noruega y el protocolo infantil a seguir: 

En Noruega, la crianza de los hijos está institucionalizada. Cuando un niño cumple un año, este debe ser inscrito en el Barnehage, que en noruego significa “jardín de niños”, el cual es una guardería subsidiada por el estado que funciona las 24 horas del día. Enfoques creativos en cuanto a la crianza de los hijos son mal vistos; el estilo Noruego requiere del mismo estilo para todo: Escolaridad, hábitos alimenticios y horas de ir a la cama.

Así, los padres pagan unos cuantos cientos de dólares al mes para que sus hijos sean cuidados de 8 a.m. a 5 p.m.

Aunque las temperaturas son extremadamente frías en Noruega, es común que los niños asistan al jardín de niños sin falta; de la misma forma es común ver a los bebés en la calle durante el invierno Escandinavo, durmiendo en sus carriolas plácidamente.

A pesar de los beneficios provistos por el gobierno, algunos padres se quejan de la falta de creatividad de otros al momento de criar a sus hijos.

“Existe un sentimiento individual de que sólo hay una forma correcta de hacer las cosas. Y todos pensamos así,” explica una madre Estadounidense que apenas ha comenzado a acostumbrarse a criar a sus hijos en Noruega. “En Estados Unidos, hay muchos estilos como el colecho y la crianza con apego. Pero aquí sólo hay una forma, más o menos: todos los niños van a la cama a las 7, asisten al mismo tipo de escuela pre-escolar, todos usan botas, todos comen el mismo lunch… ese es el estilo Noruego.”

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Israel y todo el pueblo:

En Israel, la comunidad está fuertemente unida e influencia en gran manera a las familias. La mentalidad Estadounidense de la crianza de los hijos basada en “Ocúpate de tus propios asuntos” (MYOB: Mind Your Own Business) no funcionaría en Israel.

“Aquí todos son padres de tus hijos,” explica Yael Shem Tov Sostiel, mamá israelí ahora residente en Estados Unidos. “Allá la gente te detiene en la calle para ofrecerte consejos útiles. Los abuelos también son como los segundos padres y pasan gran parte del tiempo educando a sus nietos.”

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Dinamarca y el tiempo personal de cada padre:

Los padres daneses dejan a sus hijos desatendidos para ir de compras, almorzar, o salir con sus amigos. Si caminas por las calles de Dinamarca, indudablemente verás niños afuera de su casa esperando por sus padres… sin que nadie se sorprenda ni juzgue.

“Es normal ver a los padres comprando o comiendo dentro de los restaurantes y tiendas, mientras que las carriolas con los bebés los esperan en el exterior con el impetuoso frío,” explica una madre neoyorquina, quien visitó Dinamarca recientemente.

Los padres también creen que con esto, los niños desarrollaran defensas y resistencia al frío.

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Guatemala y los “terribles dos”:  

De acuerdo al estudio “Trato privilegiado a niños: Aspectos culturales de la elección personal y de la responsabilidad”, en San Pedro La Laguna las mamás no reportan que la conducta de sus hijos se torne negativa a la edad de los dos años. En lugar de esto, los niños llevan a cabo una transición invisible que los hace pasar de ser bebés “egoístas» a niños cooperativos.

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Japón y la autonomía:

En Japón, es perfectamente normal que un niño aborde el subterráneo solo a la edad de 7 años, incluso no es de sorprender que hasta un niño de 4 años ande solitario abordando uno de los trenes. No existen las expresiones de sorpresa al ver a estos niños andar por la calle solos, no hay quien se quede mirando indignado. Simplemente así son las cosas y los niños prosperan.

También es común que en las escuelas, los maestros permitan las peleas entre alumnos mientras no se tornen muy violentas, ya que se cree que esto les permite madurar esperando que aprendan a relacionarse con otros y a resolver sus problemas de forma individual sin requerir del maestro u otro adulto. De esta manera comienzan a saber que deberán buscar y tomar decisiones si es que quieren desarrollarse en todos los aspectos conforme van creciendo.

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Vietnam y la ida al baño:

¿Sufres por la etapa en la que debes enseñar a tu hijo a ir al baño? Quizás es momento de tomar el ejemplo de las mamás Vietnamitas, quienes se las arreglan como profesionales al momento de enseñar a sus bebés a orinar con solo el sonar de una orden.

En Vietnam y aparentemente en China también, los papás están atentos al momento en el que sus hijos comienzan a orinar y de inmediato silban. Con bastantes repeticiones, los bebés asocian el silbido con el orinar, y así al sonar del silbido de los padres, orinan. La mayoría de ellos queda libre de pañales para los 9 meses. 

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Argentina y la hora del sueño:

En Argentina y España es común que los niños vayan a la cama muy tarde. Principalmente cuando los padres tienen alguna reunión o es día feriado, llevan a los niños consigo y conciben el sueño al mismo tiempo que los adultos ocasionando que al día siguiente se levanten tarde, cosa que también es común y muy diferente a su contraparte en otros países como Estados Unidos, donde a las 5 de la mañana los niños ya están despiertos y solicitando la atención de los padres y yendo a la cama a las 7 de la noche.

«Mientras obtengan suficientes horas de sueño, todo está bien y es lo mismo. Esto también prepara a los niños para ser socialmente funcionales más tarde y estar cómodos con otras y muchas personas,” explicó Jim McKenna, encargado del Laboratorio de Conducta del Sueño entre Madre y Bebé  de la Universidad de Notre Dame.

En España, simplemente la idea de que un niño se duerma a las 6:30 de la tarde es impensable. Aquí, los padres se enfocan más en el aspecto social y las relaciones interpersonales en el desarrollo de sus hijos y por eso los dejan dormir hasta pasando de las 10 de la noche con el fin de que participen en las actividades sociales de la familia durante la vida nocturna, que muchas veces es la hora a la que los padres regresan de trabajar u organizan reuniones y fiestas.

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Francia y la comida:

En Francia es común que a los niños les den comida con ingredientes como paté de pato, quesos fuertes, betabel y espárrago en platillos que ofrecen en la escuela, y acompañan estos alimentos con agua natural en lugar de jugo de fruta o refresco como en otros países.

“La regla en casa es que a un niño le es permitido que no le guste, pero no se vale que no lo pruebe al menos una vez,” explica un chef francés quien también es padre. “Si a un niño no le gustó algo, eso no significa que se eliminará para siempre del menú de la casa, es probable que los niños que prueban por segunda ocasión algo que no les había gustado, lo terminen amando.”

Cuando se le preguntó al chef sobre lo que había hecho, él respondió que con esto esperaba que sus niños observaran la comida que él hacía, los animara a probar diversos y nuevos sabores y al mismo tiempo les permitía explorar el proceso de preparación.

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Líbano y la cercanía de la familia:

En Líbano, si una persona quiere cenar, entonces toda la familia cena junta; lo cual resulta en un grupo de entre 30 y 40 personas que terminan reunidos a la mesa.

“Nadie hará movimiento alguno sin el resto del grupo,” explica Tammy Audi. “Se siente anti natural dejar a alguien atrás o solo.”

Tampoco es común contratar una niñera, los parientes son los que siempre se encargan y cuidan de los niños y es normal que los miembros de la familia lleguen a casa de otros sin llamar para dar previo aviso. Es normal que se les anime y se les presione a quedarse, comer y conversar.

Para ellos, la familia es un grupo de personas que pueden ayudar a tomar decisiones importantes en la vida o ayudar a otros en una crisis.
Cuando los parientes viven lejos, se esfuerzan en gran manera para mantener la comunicación y conexión, al mismo tiempo que intentan verse cara a cara lo más seguido posible.

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Yucatán y el trabajo:

En algunos pueblos de Yucatán, México, es normal que los niños trabajen y ayuden a las labores de la casa desde que tienen 2 o 3 años.

“Recuerdo que me despertaba temprano para ir de caza con mi padre, después llegaba a casa y ayudaba a mi madre a preparar la comida así como en otras tareas,” explica una anciana residente de uno de esos pueblos. “También cortaba leña para otros y ganaba una pequeña cantidad de dinero por ello, lo cual me hacía feliz porque contribuía y aportaba ingresos a la casa.”

En otros pueblos de Yucatán, es normal que los niños de 2 años ayuden con tareas como lavar la ropa o alimentar a las gallinas.

Un investigador se percató de que los Mayas, al confiar algunas tareas como estas a los niños, permiten que los niños se sientan útiles pero también les dan espacio para que cometan sus propios errores y que aprendan de ellos.

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África Central y la inexistencia del machismo:

La tribu pigmea mejor conocida como Aka, es una de las culturas con los padres más dedicados en todo el mundo. Pasan casi el 50% del tiempo con sus hijos.

En realidad, en esta cultura los roles de madre y padre son virtualmente intercambiables. Esta flexibilidad permite, si así lo desean, que la madre salga a cazar y el padre se quede a cuidar a los hijos cuando sea que a la familia le convenga y viceversa.

No existe estigma alguno sobre el machismo o feminismo, el padre y la madre intercambian lugares sin pensarlo dos veces y sólo por el bien común. El padre no pierde estatus ni se avergüenza de tal costumbre.

Los padres también llevan a sus hijos a cazar, los llevan a las pláticas alrededor de la fogata que tienen con otros compañeros, y algunas veces hasta les ofrecen uno de sus pezones para que los bebés lo mamen si los pequeños se ponen difíciles durante el tiempo que están juntos y mamá no está cerca. ¿Alguna vez se preguntaron por qué los hombre tienen pezones? Aquí la respuesta.

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Polinesia y la hora de juego:

En la cultura de algunos isleños Polinesios, madres y padres son muy dedicados con sus hijos cargándolos, durmiendo con ellos y amamantándolos regularmente, pero cuando se trata de la hora de juego, no se ven a sí mismos como la mejor compañía de juego para sus hijos.

En lugar de esto, confían en que otros niños darán un mejor ambiente y tiempo de juego a sus hijos.

Los adultos se encargan de los bebés responsablemente, pero en cuanto el niño aprende a caminar, éste le es confiado a otro niño mayor para su cuidado.

“Niños de pre-escolar aprenden a calmar bebés,” explica la escritora y periodista Mei-Ling Hopgood en su libro “How Eskimos Keep Their Babies Warm”. “Mientras que los niños pequeños se vuelven independientes y seguros de sí mismos debido a que fueron enseñados que esa era la única forma en que podrían llevarse y juntarse con niños mayores.”

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Las mil y una noches y el extraño fenómeno del «embracilamiento»

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Eran las 4 de la mañana, no faltaba mucho para levantarnos ya e iniciar un nuevo día, mi hija de apenas unas semanas de nacida acababa de dormirse en mis brazos después de una jornada de varias horas de arrullo en las que tuve que subirme a la cama y saltar sobre el colchón antes de intentar mil cosas más.

De repente, decido que es suficiente y que su sueño es bastante profundo y comienzo a dejarla sobre la cama. En cuanto uno de sus brazos toca la superficie del colchón, despierta llorando como si la hubiera tirado al suelo mientras sus ojos están completamente abiertos y me lanza una mirada de: “No puedo creer que hayas intentado colocarme en la cama”, obligándome a levantarla de nuevo y reiniciar mi salto sobre el colchón para arrullarla.

Aparentemente no dormiré esta noche.

Así fue una de las numerosas noches, sino es que cada una hasta el día de hoy, que pasamos cuando nuestra hija nació y entonces entendí que todo había cambiado y que nuestra vida de “solteros”, como mi esposa y yo llamamos a esa fase (aún estando casados pero sin hijos) en la que tienes libertad para hacer lo que quieras a la hora que quieras y como quieras, había terminado.

¿Por qué mi bebé se despertaba inmediatamente en cuanto intentaba colocarla en la cama o me “atrevía” a cambiar la posición en que la cargaba? (De hecho tooooooodo el tiempo quería estar en nuestros brazos) No es que se “embracilen” o “te tomen la medida” o “sean mañosos”. Este es uno de los problemas más recurrentes que enfrentamos los padres cuando tenemos nuestro primer bebé, el segundo, el tercero… y el n-ésimo; y se vuelve más molesto cuando tenemos cosas que hacer como ir al baño, comer, trabajar, dormir, pasar un tiempo con tu amad@, o ¿por qué no? existir.

En realidad y para hacerlo simple, no es algo que podamos controlar ni cambiar.

De acuerdo con el experto en colecho, el profesor James McKenna:

“Los bebés están biológicamente diseñados para percibir si algo peligroso ha ocurrido”.

En este caso, se trata de la separación de aquel que lo cuida.

Ellos sienten través de la piel, que algo súbitamente se ha tornado “diferente”, como la falta de la suavidad de la piel de sus papás, la calidez de los brazos, la respiración y palpitación de papá o el arrullo y el cuidadoso movimiento de los brazos de mamá; en fin, ese sentimiento de protección y amor.

“Los bebés pasarán a/o estarán en un estado de alerta, mientras sientan que están próximos a ser abandonados y sientan que es tiempo de llamar a su cuidador de vuelta, cuyo cuerpo es indispensable para su supervivencia,” explica McKenna.

¿Qué hacer entonces? ¡Era una trampa!

Después de repetidas pruebas de intento y error, me di cuenta (por eso y porque mi esposa tiene más corazón que yo) que no había mucho qué hacer, únicamente responder a su llamado y aplicar el arrullo saltando en el colchón o <inserte aquí su técnica favorita>.

Conforme fui haciéndolo noté un cambio, cada vez era más fácil que cayera dormida y menos pesado para mí (ya que ya no estaba predispuesto a aguantar sólo unos minutos de arrullo y esperar que con eso bastara, además de que ya no me molestaba hacerlo sabiendo que al otro día tendría que levantarme a trabajar; sino que sabía que tardaría pero al final funcionaría y también sabía que en cuestión de tal vez 20 minutos despertaría de nuevo y repetiría el ciclo, pero así son los bebés y sólo son bebés por unos meses o … años).

De acuerdo con McKenna, es mejor entender que biológicamente no hay nada qué hacer y que ayuda mucho si entendemos que los bebés necesitan sentirse seguros durante este corto periodo de vida.

“La vida puede ser más fácil, y tanto tú como tu bebé pueden ser más felices cuando botamos las ‘reglas’ e intentamos más bien trabajar en favor, y no en contra, de la forma en que nuestros bebés están programados para subsistir,” agregó McKenna.

Algo que viví en carne propia y que puedo confirmar, es que mientras más permitía que el llanto de mi hija continuara, más estrés sentíamos tanto ella como yo, y eso me llevaba a frustrarme y enojarme más, y a ella a llorar y frustrarse más.

“Si dejas de cargar a tu bebé en brazos y colocarlo sobre la cama y comienza a llorar, puedes intentar calmarlo sin cargarlo dándole palmaditas por ejemplo, y ver qué pasa. Pero si eso no ayuda y uno permite que su llanto incremente, esto incrementará sus niveles de ansiedad, pensando que ha sido abandonado o que se encuentra en una situación insegura,” continuó.

Para este caso, McKenna explica algo que siento es muy cierto:

“También cabe destacar que está aprendiendo lo que significa vivir en este mundo: ¿Llorar pidiendo ayuda resuelve el miedo y peligro? ¿Llorar ayuda a que se desvanezcan el miedo y la soledad? ¿Hay una respuesta a ese llamado? ¿Llorar atrae a uno de los padres o cuidadores? O en realidad no sirve de nada llorar, así que para qué molestarse en pedir ayuda.

Dándole confort, los bebés aprenderán a dar confort a otros cuando éstos lloren.”

Es por eso que creo que, en mi opinión, libros como “Duérmete niño”, funcionan y muy bien ¿pero a qué precio?

Por supuesto que los niños dejarán de llorar, pero debido a que su voluntad termina quebrantada, y desvanecida la esperanza que tenían en que aquel que los cuida llegara a saciar su hambre de compañía y amor. Esto sin olvidar que existen estudios que demuestran que dejar llorar a un bebé por largos periodos podría causar que su desarrollo cerebral no se de exitosamente a causa de los altos niveles de cortisol liberados por estrés.

Finalmente, todo es temporal. Los bebés crecerán y pasarán a otra etapa en la que ya no les gustará estar tanto con nosotros o que los ayudemos a hacer todo.

La palabra “yo puedo sol@” saldrá de su boca cada que intentemos ayudarlos a bajar un escalón y hasta se enojarán si uno se atreve a sugerirlo, como sucede hoy con mi hija de dos años y tres meses.

Pienso que de no superar esta etapa dando este confort, las etapas por venir estarán llenas de estrés de la misma manera, debido a que nuestros bebés se habrán convertido en niños inseguros, que nunca pudieron confirmar ni asegurar que existe alguien con quien pueden contar en todo momento no importando lo que pudiera pasar.

Y sí, sé que estás pensando: “Yo no estoy dispuesto a dejar mis horas de sueño y pasarme toda la noche y día cargando a mi bebé, tengo cosas que hacer; trabajo que necesito llevar a cabo incluso para darle a mi propio bebé lo que necesita, simplemente no es lógico”.

Piénsalo así, tenemos de un lado de la balanza a un bebé que de cualquier forma continuará llorando por un período razonable de tiempo estresándose y estresándonos y que posiblemente crecerá un tanto inseguro (no puedo asegurarlo pero la verdad es que el corazón y algunos estudios así lo sugieren) y del otro lado, un bebé más tranquilo y padres un tanto desvelados pero también más tranquilos que verán florecer el amor que han cultivado en sus hijos, en los años por venir.

En los últimos meses y ya no hablando únicamente de la hora de dormir sino de cualquier actividad, cada vez que mis hijos me exigen más de lo que creo que puedo dar arriesgando mis horas de sueño, el dinero que pudiera ganar, las actividades que me gustaría realizar, películas que quisiera ver, música que me gustaría escuchar, pláticas que pudiera tener; pienso que cuando sean mayores y se casen, añoraré poder cargarlos en mis brazos de nuevo y arrullarlos y poder decirles que no tengan miedo: Que papá está aquí.

Este es el momento de aprovecharlos. Para esto es esta etapa. Así están diseñadas las cosas. Cuando ellos no estén, ya habrá tiempo para hacer todo lo que arriba mencioné.

Yo lo llamo el “efecto de la liga”. En estos momentos mi fortaleza, sueños, ideas, deseos y voluntad están llegando a niveles que normalmente no alcanzaría sin ayuda y que se están acumulando como energía potencial, mientras la liga (yo) está siendo estirada (por mis hijos) esperando ese momento en que será liberada (cuando ellos hagan su familia) permitiéndome ir muy lejos, mucho más de lo que pensé que podría (pero que de hacerlo como el corazón dicta, no necesitaré esperar que se vayan para liberar este potencial) .

Sinceramente, creo que de hacerlo en el orden correcto, cuando ellos comiencen su vida y una familia, seguiré siendo su padre y estaré para ellos; pero también seguiré con mi vida y mis proyectos y no extrañaré “tanto” (en realidad, en el fondo sé que me romperá el corazón por no poder hacerlo más, pero no sentiré arrepentimiento o remordimiento por no haberlo hecho) cargarlos o mimarlos cuando bebés porque lo habré hecho hasta el cansancio, hasta donde mi corazón realmente lo quiso, y quedaré saciado.

En algún momento me uní con mi esposa porque la amo, y que mis hijos se vayan no cambiará en nada eso, o al menos no debería. Ellos me complementaron y así se quedarán las cosas, completas.

Pero volveré a disfrutar de mi vida como esposo y amante.

No me malinterpreten, no es que odie ser padre o que no lo disfrute, pero cada cosa tiene su tiempo y hoy es mi tiempo para disfrutar a mis hijos; mañana, mañana será tiempo de disfrutar u ocuparme de lo que el mañana traiga consigo.

Bien dijo el rey Salomón en el libro de Eclesiastés Capítulo 3:

Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.

Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;

tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar;

tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar;

tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar;

tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar;

tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar;

tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.

¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?

Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él.

Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.

Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida;

y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor.

He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres.

Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.

Apéndice

Algunos consejos:

-Investiguen sobre el colecho, ese maravilloso arte de dormir todos en la misma cama. Necesitarás un colchón king size (pero no gastarás en una cuna).

-Tomen turnos tu espos@ y tú para arrullar. Hagan acuerdos. Nosotros tenemos dos niños, entonces pues es obvio que cada papá con su hijo y si uno quiere leche, intercambiamos (para el caso de lactancia).

-Busquen herramientas seguras. Hamacas para bebés o sábanas (sirvió pero al dejar de arrullar se despertaba pero fue divertido), baños normales o en hojas de lechuga antes de la hora de la cama para relajarlo (a mi no me sirvió), o paseos nocturnos (caminatas para hacer ejercicio y no contaminar con el auto, pueden ser dentro de la misma casa, en el momento que menos lo esperes caerá dormido), en fin.

-Usa un fular o canguro para que se duerma cerca de ti y no te canses de cargarlo (pero que sea ergonómico, no de esos que “crucifican” a tu bebé o le lastiman el coxis y la columna con un arnés).

-Canten canciones de cuna o pónganle música o utilicen ruido blanco.

-Consigan un/@ abuelit@, son lo mejor que hay. Que algún familiar les ayude. Algunos días podrían utilizar su ayuda y dormir aunque sea un par de horas, se sentirán aliviados.

-Si todo lo anterior falla, resígnate y prende la tele y ve una serie o película mientras lo arrullas, ni sentirás que el tiempo pasa.

-Revisen si su bebé tiene frío, está por salirle algún diente, está enfermo o le duele algo, tiene calor. Cualquiera de estas razones lo pondrá ansioso y molesto. Podría suceder que hasta la etiqueta de la ropa que esté usando le irrite en la piel y como no puede decirlo, uno nunca lo descubrirá. Un bebé nunca llorará por que sí, siempre hay una razón pero siempre nos es más fácil pensar que sólo quiere irritarnos y despertarnos en medio de la noche.

-Consideren la opción de dormir sentados cargándolo, recargados en almohadas en donde el colchón haga esquina con las paredes o en un sillón donde aunque caigan dormidos y suelten al bebé, este se quede sobre ustedes dormido y no se caiga y lastime o se asfixie.

-Siempre pidan ayuda, muchos expertos sugieren que no es bueno cuidar a un niño que llora mucho por mucho tiempo ya que se ha visto que los padres (hombres) llegan a estresarse tanto que sacuden al bebé violentamente debido a la impotencia y su fracaso al momento de calmar al bebé. Aunque el síndrome del bebé sacudido aún se considera una teoría y no ha sido formalmente comprobado, es posible que las lesiones que el bebé sufra por este acto, dañen su cerebro permanentemente hasta el punto de quedar en un estado como de retraso mental. Cuando esto suceda (estresarse al punto de no poder más), dejen al niño en su cama o cuna o dénselo a su pareja y descansen, relájense antes de continuar.

-Reflujo: Consideren dos posibilidades antes de medicar a su bebé, o que la fórmula láctea está ocasionándole malestar o que es intolerante a la lactosa (en realidad todos lo somos pero el consumirla en gran cantidad desde pequeños nos va haciendo resistentes). Entonces deberán intentar la lactancia materna o lo que nosotros que consideramos la segunda después de que nuestro hijo regurgitara la leche que consumía de inmediato. Mi esposa decidió dejar de consumir lácteos y ver qué sucedía. Para nuestra sorpresa después de unos tres días que renunció a todos los lácteos, nuestro hijo dejó de regresar la leche materna. Desde entonces, mi esposa no consume nada que contenga leche, queso, crema, yogur, etc.

-Construyan su propio criterio, investiguen y escuchen a las personas, lean y discutan, no se cierren a ningún aporte ni se casen con algún método o teoría. Al final, todo cambia, cada bebé es diferente y a cada familia le acomoda diferente un consejo o método. No dejen que la crítica externa cambie su forma de criar a sus hijos, desgraciadamente muchas veces viene de la propia familia. En su corazón está la verdadera respuesta. Al final, ustedes son los que estarán a mitad de la noche intentando apaciguar a su bebé, nadie más. 

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Porque también hay cielos rojos y árboles azules

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Cuando escuché sobre el concepto de homeschooling o “educación en el hogar” por primera vez, me vino a la mente Clarita (Klara Seseman) del libro Heidi de la escritora suiza Johanna Spyri y también Gohan, hijo de Goku en el animé Dragon Ball Z de Akira Toriyama.

Que cite a estos personajes de caricaturas dice mucho de cómo es que yo tenía un mal enfoque de este concepto que era nuevo para mí y sentía que era algo que únicamente familias marginadas, en áreas rurales, en comunidades religiosas cerradas como los Amish (que de hecho creo que no llevan a cabo homeschooling) o que vivían fuera de la sociedad moderna, practicaban.

No es que haga menos la educación que recibí desde la pre-primaria y el kinder o el inglés que aprendí en una institución desde que tenía alrededor de 6 años, ni el esfuerzo de mis padres por ofrecerme todo esto; sino que lo que viví después, eso fue lo que cambió mi forma de pensar.

Hace poco vi un video de una plática TED de Sir Ken Robinson, un experto en creatividad y escritor de varios best-sellers que comenzó a hablar locuras sobre cómo habíamos creado y establecido un modelo educativo y académico basado en crear personas que impulsaran la economía, incuestionable e inmutable y que estaba matando una de las cualidades más interesantes del hombre, la creatividad.

La plática “Cómo la escuela está matando la creatividad” en boca de Robinson, es una de las más exitosas y aplaudidas que ha tenido TED desde 1984, donde varios expertos comenzaron a reunirse en Monterey, California, para exponer sus ideas y sueños, avances científicos y pensamientos revolucionarios.

Al momento que había terminado de ver el vídeo, me di cuenta de que todas las ideas expuestas por éste hombre no me parecían tan nuevas, en los últimos 8 años las había vivido en carne propia, la diferencia es que nunca las había organizado de una forma en la que viera un propósito y una dirección positiva hacia donde dirigirlas.

Como próximo licenciado de la carrera de Ciencias de la Computación (espero… ), “cuento” con un enfoque e intereses “más bien” analíticos, matemáticos y tecnológicos que me hacen tender a buscar una solución a cualquier problema y no sólo eso, sino la mejor y la más rápida.

Sin embargo, en estos últimos años viví de todo y la vida me colocó en situaciones poco convencionales que fueron desde vender fruta picada y sushi recorriendo a pie la Ciudad Universitaria de la UNAM, hasta viajar a Nueva York y negociar en un idioma diferente al mío, convenios de publicidad digital y servicios B2B con compañías como Reuters, Bloomberg, BNP Paribas, la división MBA de Harvard Business School y los casinos y hoteles de MGM.

Mi vida tomó un rumbo totalmente diferente al que un computólogo regular normalmente seguiría y por medio de esto y otras disciplinas, oficios y experiencias como la carpintería, la fotografía, el diseño, las ventas y llamadas telefónicas conocidas como cold-calls, la administración de anuncios digitales, el periodismo y la escritura de artículos informativos, el estudio de la Biblia y el evangelismo, aprender a tocar la guitarra, aprender a conducir “a la brava”, constituir una empresa, comenzar a experimentar el ser vegano (que no soy y no lo he logrado aún por completo), hablar con todo tipo de personas y escuchar sus problemas, y hasta hacerme pasar por lo que no era de una forma casi ilícita (nótese que dije “casi” jajaja), la paternidad y la crianza con apego, un parto inducido y otro en casa ambos en el extranjero, casi convertirme en “homeless” en el extranjero; por medio de todo esto y otras cosas, me di cuenta que apenas había comenzado a vivir y a pensar, nada de eso estaba en los libros ni en lo que la escuela me había dado.

Lloré y lloré mucho, me angustié y sentí tanto estrés como el que nunca pensé que tendría, me metí en problemas de los que no fue fácil salir con tal de alcanzar metas mayores; pero me gustaba, me sentía vivo y me di cuenta que eso era lo que le daba sabor y sentido a cada despertar.

En ese momento fue cuando me percaté que podía dedicarme a cualquier cosa que me apasionara, y con eso, llegarían naturalmente el resto de las cosas sin necesidad de buscarlas con tanto afán. Me di cuenta que podía modificar cada aspecto de mi vida para mejorarla con nuevas ideas, hábitos e ideologías, todos estos no convencionales.

Mi cabeza estaba llena de posibilidades y mi corazón latía por cada una de ellas. No sabía que podía vivirse de esa manera y conectar tantas experiencias y disciplinas de una forma tan inusual y poco “ortodoxa” y obtener un resultado tan fuera de lo común y ser feliz despertando con  incertidumbre respecto a lo que me esperaría cada nuevo día.

Tantas ideas que no han sido pensadas ni llevadas a cabo, tanta oportunidad de desarrollo, de crear algo que necesita ser creado urgentemente porque miles de personas que están padeciendo necesitan una solución real a su problema y en otros casos, porque la vida es bella y divertida y necesita que alguien lo experimente y demuestre de vez en vez.

Pero todo ésto ha sido oscurecido por el gobierno, hasta nosotros mismos y el sistema educativo por medio del cual nos formamos y que nos dice qué debemos aprender y quiénes serán exitosos y quiénes no dependiendo de lo que aprendamos y a lo que nos dediquemos.

Al final, hasta hace unos años ¿quién necesitaba un artista? Ellos no ganaban dinero ni eran básicos en nuestra sociedad, hasta hoy.

En un dibujo de kinder, el cielo es azul, el sol brilla en una esquina, el pasto es verde y hay un árbol con manzanas a un lado de la casa junto a la cual debo dibujar a mi familia empezando desde mi papá (el más alto), hasta el hijo más joven (y así, también el más pequeño en tamaño). Pero esto no tenía que ser así.

Esa es la caja en la que nos encerraron y a partir de la cual comenzamos a pensar. Morimos por dentro, víctimas del sistema y así, victimarios de nuestros hijos a quienes no les permitimos nada.

El astro físico Neil deGrass Tyson dijo algo que siento es muy exacto y oportuno al respecto del tema:

“Pasamos el primer año de la vida de un niño enseñándole a caminar y a hablar y el resto de su vida enseñándole que debe callarse y sentarse. Hay algo aquí que estamos haciendo mal”

Suprimimos cualquier posibilidad de que ellos se desarrollen y sean los próximos creadores de lo que este mundo necesita, diciéndoles que se paren bien, digan “hola” y  den “beso” al llegar, no griten, no hagan caras, no corran, no jueguen con eso o con aquello, no se mojen, no se ensucien, no anden desnudos corriendo por toda la casa, no tiren las cosas al piso, no coman con las manos, no bostecen, no demuestren sus sentimientos (siempre deben de ser alegres y con una sonrisa, así son los niños “guapos” y “agradables”) y la lista sigue.

Recuerdo una ocasión que entré a una tienda de abarrotes y la mujer que la atendía comenzó a saludar a mi hija de 2 años mientras yo elegía qué comprar.

Mi hija estaba algo molesta no recuerdo por qué, pero puso una cara de molestia mientras se negaba a saludar de vuelta a esta mujer, quien le dijo:

“¿No me saludas? Ay, no pongas esa cara que te ves muy fea.”

Inmediatamente me hirvió la cabeza y me di vuelta y le dije:

“No le diga eso. No importa que cara ponga o que humor tenga, eso no tiene que ver con su apariencia, ella no es fea. Sólo está enojada.”

Tal vez no fue la mejor manera, pero sentí que estaba mal enfocado el problema que la mujer planteaba o la respuesta que esperaba que mi hija tuviera hacia ella. Y así nosotros, también esperamos. Y así, también los críamos.

Cuando nosotros los adultos estamos molestos, es válido poner la cara y decir cuanta cosa queremos, o dejar de hablar con las personas y cambiar nuestra forma de ser y semblante. Podemos tener deseos e ideas y no son estúpidas ni fuera de lugar. Pero para un niño, como se trata de un niño, entonces son estúpidas y fuera de lugar, caprichos solamente que deben ser suprimidos y corregidos.

Simplemente imaginen qué harían si estuvieran (como adultos) haciendo algo en su computadora y de repente llegara su mamá y los cargara por las axilas y les dijera que les va a lavar las manos porque es hora de comer o  cambiar su atuendo porque van a salir a visitar a la tía “fulanita”.

Se molestarían ¿no? Pues lo mismo pasa para un niño. No es agradable estar azotando sus muñecos de peluche favoritos unos contra otros y que de repente te interrumpan y te carguen a la fuerza para cambiarte el pañal u otra cosa.

En fin, no me malinterpreten, creo en la disciplina y en los límites “sanos” que un niño y una persona deben tener pero nada de eso me persuade de que hoy, ya piense seriamente en la educación en casa o el “homeschooling” para mis hijos.

Les dejo el video de la plática esperando que sea más ilustrativa que lo que arriba escribí, agregando la recomendación de que vean una película que siento que expone muy claramente el punto: Lego The movie.

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Nuestro parto en casa

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Cuando escuché sobre los partos en casa, pensé que era una locura y que era algo que simplemente ya no sucedía porque estaba demostrado que los hospitales son más seguros, están mejor preparados para atender un parto y cuentan con el personal capacitado. Estaba equivocado, aquí les cuento la historia de nuestro parto en casa:

Laura: Calculamos con los ultrasonidos el nacimiento para el 26 de diciembre o el 30 de diciembre, pero el 18 de diciembre por la mañana salió Rodrigo (mi esposo) a llevar a nuestro cuñado al trabajo, yo había escuchado eso de empoderarse y había leído bastante sobre eso, practicando maneras de respirar (en las que no creía mucho) pero igual un ejercicio en donde el sostener con una mano un hielo y distraerse parecía hacer sobre llevadero el dolor.

Cuando salió mi esposo, yo estaba tratando de dormir, Olivia (nuestra hija de dos años) había estado enferma por 3 días de gripe y en la noche no nos había dejado dormir. Apenas esa mañana, comenzamos a intercambiar cuartos con mi hermana, para que pudiéramos contar con el cuarto grande para el parto, planes que habíamos estado intentando concluir semanas antes y que sin otra opción, tuvimos que hacer esa mañana moviendo camas, colchones, y todas nuestras pertenencias.

Comencé a sentir contracciones Braxton con un ligero dolor, que mi doula me dijo no llamara “dolor” si no que me refiriera a ellas como “olas de sensación”. Así que fue una y seguí tratando de dormir, luego vino otra unos 15 minutos después y seguí tratando de dormir, luego vino otra y pensé: “Creo que no debo cenar como puerco”. Y me levanté al baño pero en la puerta sentí otra y comencé a decirle a mi padre que saliera ya mismo del baño, entre y solamente oriné, regresé a la cama y me recosté de nuevo, pero vino otra ola y en esta ocasión, esta sí me dolió un poco más.

En eso llego Rodrigo, como a las 7:30 am y le dije: “He tenido como 4 contracciones con dolor, yo creo que ya viene”. A lo que respondió: “Uf ya se me aflojó el mastique”. Jajajaja. Entonces seguí recostada y cuando se levantó mi niña de la cama como a las 9 am me levanté con ella y para ese momento, sentía más olas, me sostenía de la puerta del baño soplando y moviéndome y ciertamente eran mucho más llevaderas. 

Curiosamente la partera iba a venir a revisión ese día. Rodrigo le llamó esa mañana poco antes de la cita y sólo le aviso que tenía contracciones aparentemente reales, ella agradeció y dijo: “Llegaré a las 10 como acordamos”. Decidí bañarme, lo cual fue bien relajante porque aunque no nos alcanzó ni el tiempo ni el dinero para rentar la tina en la que pensábamos tener el parto, tenía la regadera bien caliente que me hizo sobreponerme, ahí note que el tapón mucoso estaba ya afuera y fue cuando comencé a sentir que todo era más real.

Rápidamente dieron las 10 am y yo me había puesto un vestidito negro que había pensado para el día del parto y casualmente era lo único limpio que tenía para ponerme ese día. Cuando llego la partera, venía con su ayudante y aprendiz Lauren como cada cita y venía también con la partera de apoyo y varias bolsas con muchas cosas. Rodrigo y yo no habíamos completado la lista de compras y utensilios que nos había dado nuestra partera Sue para el parto, por lo que en cuanto llegaron, salió disparado a comprar lo que hacia falta. Y así la ayudante de partera, me dijo: Llegó la hora y será muy rápido.

Rodrigo: Salí rapidísimo a comprar lo que faltaba, ya que había ido a dejar a mi cuñado a su trabajo a las 7 am, me quedé con su camioneta y la aproveché para ir a la farmacia a comprar muchas de las cosas que hicieron falta y que no habíamos comprado pensando que Alejandro llegaría una semana o dos más tarde. Me apuré lo más que pude pero tenía mucho miedo de que cuando yo llegara, mi bebé ya hubiera nacido y yo no pudiera ser testigo de todo el milagro. Me sentía muy mal pensando que por no haber comprado algunas cosas con tiempo, me perdería el nacimiento. Me tardé alrededor de 45 minutos, y cuando finalmente regresé, me metí directo al cuarto y lo primero que vi, fue a Laura arrodillada en el piso con los codos y la cara recargados en el filo de la cama. Cuando la vi, pensé: “Llegó la hora, esto es real, vamos a tener nuestro bebé en casa, aquí y ahora”. Algo que habíamos planeado pero que hasta ese momento sinceramente no sentía que estaba pasando. De inmediato, dejé las cosas en el piso y me acomodé junto a Alma y seguí a nuestra doula Alli en sus recomendaciones y en la misma forma que estaba apoyando a Laura.

Laura: Cada que pasaba más tiempo las olas se hacían más grandes y duraderas. Sue mi partera, Lauren la aprendiz y Laura la partera de apoyo, me decían que no cerrará las piernas y respirara profundamente en cada ola.

Pasamos a la habitación y yo seguía sosteniéndome de los marcos de las puertas mientras ellas acomodaban todos los utensilios para el parto, respiraba y sentía que era llevadero, y de pronto comenzaron a ser muy constantes y grandes, las olas eran grandes casi insoportables y en eso entró Rodrigo con lo que faltaba, escuché su voz en mi oído durante una gran ola y sentí que estaba completa, así que nos metimos juntos de nuevo a la ducha y me dijeron si sientes ganas de pujar nos avisas para que salgas de inmediato y justo cuando entré y me vino otra ola, sentí esas “ ganas de pujar” que es como una sensación inminente de empujar algo hacia afuera, distinto de pujar completamente distinto pero más fuerte.

Rodrigo: Cuando Laura me dijo que quería meterse a la ducha conmigo, me quité rápidamente toda la ropa menos la ropa interior, que por un minuto pensé en quitarme olvidando que había 4 personas más observando todo. Laura no aguantó mucho dentro, ya que llegó de nueva cuenta una ola grande y tuvimos que salirnos de inmediato, ella desnuda y yo con la ropa interior empapada, mismo estado en el que me volví a acomodar a su lado para continuar con el parto en la cama.

El parto

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Laura: Pasaron unos minutos y durante otra ola, escuché la voz de mi doula Allí Cuentos, quien lo primero que me dijo fue: “Estoy aquí”. Y sentí aún más fuerza. Lo primero que me dijo fue: “Cuando venga la siguiente ola, no chilles, no lo hagas agudo, saca un ‘Ooooh’ profundo, lo más grave que puedas y no huyas, esto te esta acercando, son olas no es dolor”.

 Vino la siguiente contracción y escuche a Rodrigo haciendo un “oooohh” grave, mi doula alguna vez me había dicho que es bueno pensar que no sólo somos mujeres si no que somos más como animales y pensé justo eso: “No soy una princesa, soy un animal”. Así que vino la siguiente ola muy fuerte y con ella el empujar con fuerza, sin que fuera mi decisión, sin hacer ese conteo que en el hospital me hicieron hacer, sin preocuparme por respirar y por pujar con todo mi corazón, simplemente deje que mi animal saliera y rugiera.

Rodrigo: Después de la ducha, y tras varios minutos en los que Alma estuvo respirando esperando que ella y el bebé trabajaran en equipo para el nacimiento, Sue me dijo que si quería podía cambiar mi ropa y vestirme con algo seco. Le dije que sí, y salí corriendo al otro cuarto para buscar algo seco.

Laura: Para la siguiente ola, me sentía llena de coraje, de furia me imaginé como un animal entre más animales haciendo un rugido y sentía la ola, insoportable ola y salía de mi mucha energía pero yo no pujaba, sacaba la fuerza que venía dentro de mi.

Para la siguiente ola, Rodrigo me dijo: “Le vi la cabeza completa, ya esta por salir”. Y de pronto sentí en medio de la ola y el inevitable empujar y empujar y el recuerdo de mi pasado desgarre de 3er grado, que la sensación de ardor y estiramiento se acercaban, pero de nuevo mi doula me dijo: “Tú querías sentir, no tengas miedo, no va a ser como la otra vez”. y le dije con mi voz aguda y chillando: “Es que tengo miedo ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ya! ¡Ya! ¡Ya!…” Jajaja. De inmediato me dijo: “¿Ya? ¿Ya que? No no no no huyas, ¿a dónde vas? Enfócate y confía…”así que vino la siguiente ola y yo de nuevo con mi “oooohh” agudo, Rodrigo y Alli de nuevo me hicieron en el oído un “ooohhhhh” muy grave y volví a enfocarme… Así empujó mi cuerpo y sentí su cabeza, no me dolió ni me ardió y escuché un: “¡espera un poco!” Y después un “wooowwww…” de todos en coro, pero yo ya no podía controlar el empujar y sentí finalmente como salió mi chiquito completo y también agua.

Rodrigo: En un instante, comencé a ver la cabeza de Alejandro, entraba y salía, entraba y salía de nuevo con cada intento de ambos. Cada vez salía más y más. En una ocasión, el cordón comenzó a salir a un lado de Alejandro, por lo que tuvieron que hacer que Ale regresara un poco para darle espacio al cordón de regresar y no estorbar. De repente, Laura dio todo y de golpe, salió la cabeza completa de Alejandro y me di cuenta de que aún estaba dentro de la bolsa, plácidamente envuelto y protegido, la bolsa estaba tan pegada a su cabeza que era difícil distinguirla. Alejandro se quedó un instante en esa posición, con la cabeza y un hombro fuera. El problema fue que uno de sus brazos lo tenía muy pegado al pecho y obstaculizaba su salida, lo cual ocasionó que Laura se rasgara ligeramente al momento en el que su codo se sumó al volumen del resto de su cuerpo y saliera por completo. Sin embargo, con un último intento de Laura, la bolsa se rompió cuando Alejandro salió por completo, mojándonos a todos y a la cama. Fue como cuando un globo de agua se te revienta en las manos y te empapa todo. Finalmente, lo sacamos y no hacía ruido alguno en ese momento, parecía que aún dormía.

Laura: Miré a un lado y me dijeron: “Recuéstate”. Así vi acercarse a mi bebecito tranquilito moviendo sus bracitos temblorosos, cayó sobre mi pecho y haciendo chilliditos lo miré, era mi Olivia otra vez, idéntico, jaja, pero muy en paz.

Me dijo Rodrigo más tarde que había salido su cabeza dentro de la bolsa pero que al salir los hombros se reventó. En efecto, me había razgado un poco pues el niño venía con una mano sobre su corazón, pero esta vez no me dolió eso y lo que siguió fue expulsar mi placenta, para lo cual sí puje, después las puntadas y cortar el cordón. 

Rodrigo: Cuando salió Alejandro, Sue y Lauren lo colocaron en el pecho de Alma esperando que “escalara” hasta uno de los pezones. Recuerdo que no creía que un bebé fuera capaz de hacer eso, pero Alejandro comenzó a hacerlo con un poco de ayuda y apoyo que le dieron las manos de Lauren quien las colocó bajo los pies de Ale como si fueran un escalón. Poco a poco, se acercó más y más y llegó un momento en el que parecía que ya se había pasado de su objetivo, casi llegaba al cuello de Laura y a su barbilla, y yo estaba pensando que Alejandro no sabía bien lo que hacía y que estaba perdido. Pero de repente, levantó su cabeza, como si fuera un niño grande gateando y como de latigazo la balanceó de izquierda derecha y giro de tal forma que su cabeza cayó justo sobre el pezón. Me impresioné de tanta sabiduría y perfección. Alejandro se prendió al pecho y comió un poco, después lo cargué unos 30 minutos mientras le ponían puntos a Laura en el perineo, pero esta vez ella no sufría, estaba con anestesia local y no gritaba ni lloraba, como la vez pasada.

Pasada una hora, me dijeron si quería cortar el cordón y lo hice. Con Ale en mis brazos con su carita tranquila y ligeramente manchada de sangre, me sentí completo.

Después de que todo terminó, nos dejaron solos un momento. Me acosté junto a Laura en la cama mientras ella abrazaba a Ale. En ese momento pensé que a diferencia del nacimiento de Olivia, ahora no estaba en medio del cuarto preocupado tanto por Laura que estaba desmayada ni por Oli que había ingerido meconio y había necesitado un poco de reanimación. Esta vez, cuatro ángeles habían cuidado a mi esposa y a mi hijo, y Laura y yo descansábamos ya pensando que todo estaba hecho, lo habíamos logrado.

Laura: Seguí bebiendo infusiones después del parto, también tuve la presión baja toda la noche y ganas de desmayarme cada que me incorporaba pero una sensación de satisfacción, de paz… algo similar a cuando duermes la primera vez con el hombre que amas y mucho agradecimiento por que me había quedado en el corazón, saber realmente la mujer que soy.

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Quiero agradecer enormemente a Sue, a Lauren, a Laura y a Alli, quienes no sólo atendieron nuestro parto, sino que se convirtieron en nuestra familia. Escucharon nuestros problemas meses antes del parto, lloraron con nosotros, y sin esperar nada a cambio, prometieron acompañarnos en nuestra empresa hasta ver a Mateo, nuestro hijo, sano y feliz en nuestros brazos.

Nosotros llegamos a San Francisco sin idea de lo que era un parto en casa ni sus bondades, no sabía siquiera que como padre y esposo también tenía un rol tan importante a lado de mi esposa incluso en la lactancia y otras actividades que hoy en día, parecen ser exclusivamente de las mujeres. Tras caminar largas horas buscando ayuda, tocando puertas y preguntando por opciones financieramente viables, dimos con una partera y de ahí se nos abrieron los ojos e investigamos aún más en esta dirección.

Como referencia debo decir que el documental “The Business of Being Born” (El Negocio de Nacer), nos dio un panorama claro de cómo son las cosas actualmente en esto de los partos, hospitales y médicos.

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Wow, aprendí tanto. ¿Sabían que cualquier mujer, con la estimulación adecuada puede comenzar a lactar súbitamente y alimentarlo sin haber estado embarazada o tenido hijos? ¿Y que hasta un hombre puede lactar con el tratamiento de hormonas adecuado?. 

Como padre de dos niños, recomiendo el parto en casa absolutamente bajo la supervisión de una persona calificada como una partera licenciada (Licensed Midwife) o una partera certificada en enfermería Certified Nurse-Midwife), un equipo de parteras y doula que respalden a la partera principal y a la madre, un plan de parto así como un plan de emergencia por si cualquier cosa pudiera salirse de control y creo que lo más importante, que se tenga un gran deseo por vivir esta hermosa experiencia conociendo que existen riesgos, riesgos que se dan de la misma manera que se presentan en un hospital y que los médicos simplemente mantienen en silencio, los solucionan con pitocina y el retiro del bebé en cuanto nace para colocarlo en la Unidad de Cuidados Intensivos (ICU) sin mencionar la razón y situaciones que disfrazan de “cordones enredados en cuellos”, “bebés en posición de nalgas (breech presentation)” y otras excusas con el fin de acelerar el trabajo de parto y llegar a una inducción o cesárea que permita “terminar, cobrar y pasar al siguiente niño” sin darle la atención adecuada a la madre, darle la oportunidad de crear un vínculo con su bebé en calma y privacidad, ni permitirle al bebé comenzar a nutrirse del alimento perfecto, la leche materna, no la “mentada” fórmula que parece que hace milagros a pesar de que hay estudios que incluso la han comenzado a asociar con casos de cáncer en niños.

Créanme cuando les digo que a mujeres como las que estuvieron en nuestro parto, no les importa el dinero ni la fama, ni nada más que permitirle a otra mujer sentirse fuerte y consciente de que es capaz de traer a un bebé a este mundo sin necesidad de otra cosa más que el amor, les interesa traer a un niño a este mundo sano y así también, regresar un poquito de lo tanto que ellas también recibieron en su momento de otras parteras y mujeres.

En México es raro ver este tipo de corazón. Para nosotros, es una invitación a replicar lo que vivimos ofreciéndolo a otra familia en la misma situación.

En fin, esperemos que esta cultura de ayudar a otros y de regresar a nuestros orígenes con la sabiduría de la experiencia y ciencia con la que hoy ya contamos, nos permita volver a tener en cuenta que necesitamos amor en nuestra vida, desde el primer segundo en el que la comenzamos.

Mateo Alejandro nació el 18 de diciembre en Daly City, California, pesando 3.65 kg y midiendo 49.5 cm, en día de luna llena a las 11:45am tras un trabajo de parto activo de una hora aproximadamente.

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La peor cosa que le has hecho a tu madre

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Feto y placenta. También conocidos como el invasor y su herramienta de asedio. 

Leí este artículo en la publicación Slate y me gustó mucho como es que la autora Rebecca Helm, candidata en el Doctorado en Biología Evolutiva y de Desarrollo de la Universidad de Brown, describe lo que “probablemente podría ser la peor cosa que le ha hecho a su madre y así, nosotros también”, en la forma de un crimen biológico perpretado.

Muy “ad hoc” en día de las madres, aunque un poco tarde:

Querida Mamá: Me gustaría decir que lo siento. Siento haberte manipulado, haber robado de ti, tomado control de tu suministro de sangre, y haber consumido parte de tu cuerpo. Yo, como toda persona viva al día de hoy, hice todo esto antes de haber nacido, mediante un órgano que ahora no existe más. Claro que no estaba consciente cuando te hice todas estas cosas, de la misma manera que al día de hoy no controlo mi hígado de forma consciente. Es algo que sólo pasó.

Todo comenzó cuando yo era un cigoto. Me encontraba flotando a través de tu útero cuando choque con tu pared uterina. No estoy orgulloso de lo que hice después, pero realmente no estaba pensando. (No es una excusa – Yo sólo era un manojo de células en ese entonces.) Utilicé mi capa exterior de células para invadir y destruir partes de tu útero. Esta capa externa estaba conformada por mis células trofoblasto, y las utilicé como una horda de voraces serpientes que pasaron a través de tu pared uterina, matando tus células, y extrayendo tus nutrientes. Con mis trofoblastos, excavé al interior de tu pared uterina como un parásito hasta que me encontré completamente contenido en tu tejido.

Entonces, me comporté como todo un psicópata contigo. Mis trofoblastos crecieron en grupos que se fusionaron con tus vasos sanguíneos. Construí espacios vacíos dentro de estos grupos, y después los llené con tu sangre. Juntos, todos estos espacios llenos de sangre se convirtieron en mi placenta, uno de los órganos más extraños de la Tierra. La sangre dentro de estos grupos te pertenecía toda a ti, pero el tejido que las rodeaba creció a partir de mis células. Debido a que tus vasos sanguíneos se fusionaron con mis trofoblastos para crear estas cámaras de sangre, mi placenta en realidad era un órgano híbrido creado a partir de los dos. (¡Compartimos un órgano, ambos estábamos unidos a él formando un vínculo!) Entonces yo construí pequeñas proyecciones serpenteantes hacia el interior de estas cámaras de sangre. Estas proyecciones estaban llenas de vasos sanguíneos de mi cordón umbilical que me permitieron transportan mis desechos hacia tu torrente sanguíneo y al mismo tiempo robar oxígeno y nutrientes de tu cuerpo.

Justo cuando pensabas que yo no podía ser más demandante, comencé a invadir activamente tus suministros de sangre. Esta parte es en la que los humanos somos especialmente destructivos. Ningún otro animal es tan despiadado en esta etapa de invasión. Para la mayoría de las especies animales, los vasos sanguíneos de la mamá se mantienen sin peligro como parte de su propiedad, pero los humanos no somos como la mayoría de los animales. Mis células comenzaron a rodear las arterias que usaste para llenar mi placenta con sangre. Estas arterias proveyeron de sangre a las cámaras en mi placenta, y así fui provisto del oxígeno y nutrientes que tanto necesitaba. Lentamente mis células comenzaron a reemplazar las paredes de tus arterias, efectivamente tomándolas bajo mi control. Una vez que tuve el control de ellas, las ensanché para incrementar la cantidad de sangre que entraba a las cámaras de sangre, lo cual incrementó la cantidad de oxígeno y nutrientes que pasaban a mi placenta (y así, a mí). Pero este era solamente un nivel de control que estaba adquiriendo, aún no terminaba.

El paso siguiente, es el que verdaderamente me tiene mal. Aquí es donde las cosas se pusieron peligrosas. Mi placenta comenzó a secretar hormonas que disminuyeron tu presión sanguínea e incrementaron el azúcar en tu sangre. Entre las cosas que no resultaron tan malas, está que esto probablemente ocasionó que te sintieras extasiada. Entre las peores, esto pudo haber ocasionado que ambos muriéramos. Pudiste haber desarrollado diabetes gestacional, la cual hubiera disparado el nivel de azúcar en tu sangre por los cielos. Increíblemente suertudos lo logramos. Pero claro que para este momento ya no estaba preocupado por todas estas cosas. Simplemente me aseguraba de que hubiera suficiente azúcar y oxígeno fluyendo hacia mí, mí, mí. Era un feto en crecimiento después de todo. ¡Aquí fue donde pensaste que era muy demandante ya que había nacido!

De cualquier forma, supongo que lo que estoy intentando decir es “gracias”. Gracias por permitirme crecer dentro de ti, matar tus células, tomar tus nutrientes, y controlar tus hormonas. Gracias por tolerar todo esto mientras te asegurabas de que sobreviviera y llegara saludable y feliz a este mundo. En pocas palabras, gracias por ser mi mamá. ¡Feliz Día de las Madres!

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El Hombre Invisible: mi versión

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Últimamente me he sentido sólo. Pero no a causa de mi familia, ya que con mi esposa siento que las cosas algunas veces van bien y a veces muy mal, pero al menos creo que intentamos salir a flote a través de un diálogo abierto de intento y error, discusiones y reconciliaciones que van haciendo que nos percatemos de nuestras diferencias y similitudes y la forma en que podemos aprovecharlas sin caer en intolerancia, llegándolas a aceptar y hasta disfrutar.

Cuando mi esposa me habla sobre las pláticas que tiene con muchas mujeres como su madre, hermana, primas, amigas y hasta alguna que otra desconocida, sobre temas muy importantes y en los que algunas veces, sino es que muchas, aparezco; siento que hay algo que me está faltando, una ventaja que algunos tipos de mujeres, no todos, tienen sobre algunos tipos de hombres, no todos.

Tras leer un artículo denominado “El Hombre Invisible” de la revista Rebel, me di cuenta de qué era exactamente lo que significaba ese sentimiento de soledad.

“El silencio y la invisibilidad son temas penetrantes en la vida de los hombres y existe una poderosa contradicción en el corazón de todo esto,” explica el especialista en investigación psicológica el Dr. Michael Addis. “En una mano, los hombres son escuchados y vistos con gran facilidad en nuestra sociedad. En la otra mano, la masculinidad de un hombre tiende a ser medida en gran parte por su habilidad para hacer que sus logros sean vistos y escuchados grandemente al mismo tiempo que mantiene su vida interior oculta en el silencio, invisible.”

De acuerdo con el Dr. Addis, este último fenómeno ocasiona daños substanciales en las personas que rodean al sujeto, como su esposa e hijos y hasta otros hombres como su padre, hermanos y amigos.

“Cuando el hombre esconde sus vulnerabilidades en lugar de hablar sobre ellas abierta y directamente, estas se filtran y emergen en forma de otras cosas que resultan muy destructivas, tales como el suicidio, ira, depresión, abuso de sustancias, violencia y otros,” agregó Addis.

Cuando leí artículo me di cuenta de qué pasaba, cuando me encontraba con otros hombres no tenía la capacidad ni la oportunidad de hablar de temas que a diario dan vueltas en mi cabeza, que a veces me quitan el sueño y otras tantas simplemente son mis mismos sueños. Podría ser el caso que esto me sucediera con mi esposa; sin embargo, con ella he crecido en cuestión de confianza y amor afortunadamente y al mismo tiempo con ella, en algunos otros temas, aún soy en parte ese hombre invisible. 

Los hombres, o al menos yo para este caso en particular, estamos enfrascados en un diálogo interno, o mas bien un monólogo de lo que pudiera ser de nosotros, que nunca emerge y que guarda su distancia dando espacio a pláticas muchas veces mundanas como el fútbol, la música, el trabajo, nuestros hobbies y nuestra carrera de vida.

No es que crea que esto no es importante, porque muchas veces, como por ejemplo el trabajo, son ese tipo de cosas las que nos están quitando el sueño y nos deprimen y nos convierten en ese hombre invisible.

Sin embargo, la conversación que llega a darse es muy superficial o nula; en algunos casos y con personas indicadas llega incluso a abordar los temas importantes pero más que intentar hallar una solución o un consuelo al hablarlo con alguno de nuestros iguales “hombres”, nos lleva a una situación como de queja y reclamo únicamente, que no instruye ni construye, no edifica ni permite la auto reflexión.

El problema es que al final nunca llegas a conocer realmente a otro hombre, por lo que llegas a la conclusión de que no hay otros como tú, confundidos, solitarios, miedosos, sedientos de amor y perdón, enojados y deseosos de descargar su ira. Llegas a pensar que eres un bicho raro en un mundo en el que tal vez nunca aprendiste a ser suficiente hombre como ellos. No sabes qué equipos de fútbol van a la punta de la tabla general, no sabes cuál es la historia de la música y grupos legendarios como los Beatles, no fumas o bebes alcohol, no dices groserías o “mientas la madre” a los cuatro vientos; en fin, no sabes ser “hombre” y esto te hace sentir mal y aleja aún más.

Y es que este es mi caso en particular, un caso en el que crecí de forma diferente, en el que tomé decisiones y adopté hábitos, en el que también reconozco que existe un círculo en el que muchas veces me siento identificado (el científico y tecnológico, el de padre y esposo) y tengo miles de temas de conversación, opiniones e ideas, discusiones y en los que puedo apasionarme y dejarme llevar; pero el problema no es el tipo de hábitos o la clase de hombre a la que pertenezco o el tipo de círculo en el que me gusta estar, sino que cada uno de nosotros tiene su caso en particular y este lo hace sentirse inseguro de sí mismo encerrándolo en una soledad inmensa.

Cuando nos enteramos de que estábamos esperando a nuestra primera hija en Agosto del 2011, recuerdo haber tenido todo tipo de emociones y miedo cada noche, pensando mil cosas. Hablaba con mi esposa y eso me reconfortaba pero necesitaba de la voz de uno de mis “iguales” que supiera lo que se sentía estar en mi lugar. Sin embargo, no lo busqué, no lo encontré, nadie se presentó.

Recuerdo que teníamos que hacer los preparativos para el nacimiento de nuestra bebé. Nuestro estilo de vida en ese entonces, nos llevó a Estados Unidos donde por complicaciones y suerte, mala o buena no lo sé, nos vimos obligados a tenerla allá. Había tanta incertidumbre, no sabía que nos iba a estar esperando y aún más, no sabía si lo lograríamos. Estar en otro país donde no se habla el mismo idioma, no se tienen las mismas costumbres y donde sabes que estarás solo experimentando una de las etapas más importantes de tu vida, me tenía aterrado y necesitaba valor, necesitaba quien me dijera que podía lograrlo, que todo estaría bien y que podía proveer a mi familia de todo lo que iba a necesitar.

Y no es que no existiera alguien con quien pudiera contar, estaba rodeado por muchas personas que me aman y que sin dudarlo hubieran hablado conmigo, pero parece ser que los hombres tendemos a esperar a que el otro tenga la iniciativa al momento de hablar de acercamientos, tendemos a esconder lo que sentimos pensando que no es necesario decirlo fuerte y claro al resto sabiendo que tal vez ya lo saben, creyendo que no necesitamos una conversación sincera y evitándola porque resulta incómodo llorar frente a otro, porque creemos que no les interesa, porque creemos que si nos abrimos perderemos esa imagen que nuestra vida aparenta en fortaleza y bienestar, porque sentimos que seremos juzgados por lo que estamos haciendo o dejando de hacer, porque nuestra vida tiene que ir “bien” como la del resto de nuestros iguales en esta carrera en la que todos posan y aparentan felicidad, porque nos da flojera y nos molesta lidiar con este tipo de sentimientos y no queremos que se repita tan incómoda situación de nuevo, porque creemos que se nos pasará y regresaremos a retomar nuestra vida; en resumen, queremos ser más prácticos y pasar al siguiente tema en esta carrera que se llama vida.

Con nuestro segundo hijo, repetimos el viaje y el temor y miedo también quisieron repetir. Estando allá, encontramos mucha ayuda y como parte de esta, comenzamos a asistir a reuniones prenatales en donde se nos habló sobre lo que estaba pasando con el bebé, el embarazo y lo que vendría después, pero muchas de esas cosas ya las sabíamos.

Todas las parejas ahí presentes éramos de origen latino, al observarlas me daba cuenta de que había un factor común (jajaja, no que éramos latinos), el miedo y la incertidumbre. Veía el rostro de los hombres ahí sentados escuchando sobre cómo es que se puede elegir entre un parto natural y una cesárea, inducción y epidural, sobre la posición de la mujer durante el parto, el famoso “4-1-1”; y me daba cuenta de que el problema no era que no supiéramos todo y eso y que eso mismo nos llenara de terror, sino que había dolor y miedos más profundos dentro de nosotros, más antiguos que los que esta nueva experiencia nos estaba dando.

Lo peor era que estas preocupaciones no eran las que se estaban abordando en el grupo prenatal al que asistíamos mi esposa y yo.

“En lugar de eso, estábamos hablando de lo que podíamos hacer para ayudar a nuestra pareja durante el proceso de parto,” explica Addis en su relato, muy parecido al mío y quien asistió también a este tipo de reuniones prenatales. “En otras palabras, estábamos reestableciendo y adoptando el rol de ‘proveedor y sostén’, y en el proceso, todos ya habíamos aceptado voluntariamente que hablar de lo que nosotros, como hombres, estábamos experimentando y sintiendo, estaba fuera de lugar y no era algo relevante.”

“No me malinterpreten,” agrega Addis. “El proceso de dar a luz a un bebé es extremadamente estresante para la mujer, pero estoy muy seguro de que muchos, sino es que todos los hombres, se sienten inútiles y preocupados durante el proceso del parto, y que virtualmente no contamos con herramientas para lidiar con ello. Animando a nuestras parejas diciéndoles ‘respira, respira, respira, 1, 2, 3, 4, 5, …’ durante el parto sólo nos ayuda a sentir que hacemos algo, y al final por lo que sé, hacer esto es de muy poca o ninguna ayuda para ellas.”

Estando en Estados Unidos, maduré en muchas cosas teniendo que hablar en otro idioma sobre cosas que nunca había escuchado antes e indagando cómo lograríamos lo que nos proponíamos. Con nuestra experiencia allá en Estados Unidos, me di cuenta de que el mundo puede ser tan suave y amable y al mismo tiempo duro y devorarte de una sola vez. En un momento puedes pensar que estás ganándole el juego a la vida y al otro sentir que has perdido todo y que nunca tuviste todas las respuestas ni la fuerza para llevar a cabo lo que querías.

Sinceramente, nunca me he visto como un hombre “hecho y derecho”, más bien siempre me he visto y siento que los demás me han visto, como un niño que juega a ser adulto. Cuando veo a otros, los veo fuertes y experimentados, y olvido que tengo 31 años y olvido todo lo que he hecho y la forma en que he luchado para sacar adelante a mi familia y que al final, y que en realidad, es lo que sí me convierte en un verdadero “hombre”.

Estando allá estuvimos a punto de quedar en la calle, mi esposa embarazada y con nuestra hija de 2 años. Sucedió un pequeño accidente en el lugar donde estábamos quedándonos y todo el lugar quedó lleno de agua (como saben, los apartamentos y casas allá son un 50% madera y otro 50% paneles). Por lo que tuvimos que salirnos de ahí y buscar otro lugar. Pero los procesos para encontrar un apartamento son muy tardados y requieren mucho papeleo. ¿Por qué no conté esto a otros? Por mi falta de capacidad para hablar, porque no supe cómo, porque no quería reconocer que era débil mientras que el resto mostraban vidas de éxito y providencia y por miedo a que me juzgaran, que me reprocharan que debí ser mejor “proveedor” y evitar caer en esa situación, que debí ser más cuidadoso y precavido con esta y otras cosas. Al final, los otros pensarían: Si sabía que sería complicado, ¿por qué llevar a mi familia a una situación así? En este mundo, en lugar de preguntar la razón e intentar entender las causas o conocer el corazón de las personas, se juzga y reprueba lo que uno intenta hacer como amigo, hijo, hermano, padre y esposo. Ahí el silencio es donde tiene tanto poder y da espacio a la incertidumbre que lleva al mismo tiempo a malinterpretar a las personas y nunca llegar a conocerlas y amarlas de verdad.

Lo que yo necesitaba en ese momento era alguien que me dijera qué hacer, alguien que me dijera que lo lograría o alguien que me escuchara, pero temía que no fueran las palabras que escucharía y opté por cargar sólo con esta aventura y mantenerlo en silencio como muchas otras cosas que he vivido, como el hecho de que en alguna ocasión mi esposa y yo fuimos a caer en un problema existencial y entregamos toda nuestra vida durante 7 años creyendo que la forma en que vivíamos era lo correcto y que así yo podría cambiar esto a lo que yo llamaba “hombre” para bien (e incluso llegué a pensar que cambiaría al mundo entero). Pero esa es otra historia, otro silencio, el cual espero poder romper también muy pronto.

De acuerdo con el Dr. Addis, existen tres tipos de silencio que son tan comunes en nuestra vida que rara vez nos percatamos de ellos a pesar de la penetrante influencia que tienen sobre nosotros.

El silencio privado ocurre cuando los hombres en realidad saben qué está pasando en su vida pero deciden guardárselo para sí mismos. Este silencio ha sido celebrado y alabado por la sociedad por mucho tiempo como un indicador de que se posee una verdadera “hombría”.

El silencio personal mantiene a muchos hombres lejos de conocer qué es lo que están sintiendo o pensando en verdad, en momentos de vulnerabilidad; en efecto, estos pensamientos y sentimientos son silenciosos e invisibles para ellos mismos.

El silencio público, ocurre cuando otros nos hacen saber que debemos mantener nuestras vulnerabilidades al margen. El silencio público no es necesariamente un proceso intencional o consciente.

Addis explica que la vulnerabilidad en el hombre es vista con vergüenza dentro de la sociedad, y como resultado, los hombres no pueden evitar estarse callando unos a otros de forma pública.

En el relato de Addis, él explica que en la última sesión prenatal, los instructores dividieron el grupo en mujeres y hombres. Los hombres fueron llevados a otra habitación y ahí se les pidió que hablaran sobre sus sentimientos.

“En serio, si quieren pueden hablar más sobre fútbol americano y si les da tiempo, un poco sobre sus preocupaciones y esas cosas,” dijo la instructora al grupo antes de abandonar el cuarto donde se encontraban todos en medio de un silencio incómodo.

“Sin querer, ella estaba silenciándonos públicamente. Entonces, reímos nerviosamente todos, nos volteamos a ver rápidamente unos a otros y comenzamos a discutir cómo les estaba yendo a los Patriotas de Nueva Inglaterra en la liga de fútbol americano,” agregó Addis. “¿Qué otra cosa habríamos podido hacer en ese momento? Entonces, minutos antes de que terminara la reunión, uno de nosotros nos recordó que debíamos hacer la lista sobre las preocupaciones para entregarla a nuestra pareja. Desafortunadamente, nunca tuvimos ese momento en el que habríamos podido reconocer nuestros miedos reales.”

Addis agregó que de haber tenido este tiempo, su lista habría sido algo como: “¿Qué tal que no fuera capaz de manejar el proceso de parto y tuviera que abandonar el cuarto? ¿Mi esposa pensará menos en mí, me amará menos? ¿Qué tal que la apariencia de mi esposa dando a luz es tan físicamente perturbadora que afectará qué tan atractiva podría resultar para mí en el futuro? ¿Y si ella estuviera sintiendo tanto dolor que yo no fuera capaz de ayudarla? ¿Y si no soy capaz de ayudarla, qué tal y fallo en ese momento? ¿Y si no siento que amo a nuestro bebé en cuanto lo vea? ¿Qué significaría eso? ¿Y si mi pareja e hijo mueren durante el parto?”

“Estos eran miedos reales, miedos silenciados,” agrega Addis.

Como todo ser humano, los hombres necesitamos conexiones en nuestra vida; necesitamos ser capaces de compartir nuestras experiencias y buscar ayuda y apoyo cuando las cosas se ponen difíciles.

Ser parte de una comunidad de experiencias compartidas refuerza y nos hace ver que no estamos solos en estos problemas. De hecho, por ello cree un grupo en Facebook para padres u hombres que están por convertirse en padres. Porque yo necesitaba, y creo que los demás también necesitaban, ese espacio donde pudiéramos hablar de estos miedos y ver que todos los tenemos. Sin embargo, también llego a notar apatía y estos “silencios” dentro del grupo, casi puedo verlo tal como si estuviéramos todos sentados en sillas formando un círculo y hablando de fútbol o guardando silencio.

Pero la forma en que continuamos enseñando a nuestros hijos lo que la virilidad realmente es, hace que la búsqueda y descubrimiento de tal apoyo se conviertan en una cosa extremadamente difícil para muchos de nosotros.

“Nosotros necesitábamos llorar, darnos un gran abrazo de grupo y procesar nuestros sentimientos por muchas horas. Lo que necesitábamos, y lo que muchos hombres necesitan cuando la vida se vuelve tan desafiante, es la oportunidad de ser vistos y escuchados, por nosotros mismos y por otros. Desafortunadamente, todos estos tipos de silencio se han convertido en algo tan común en la vida de los hombres que éstos ejercen su poder automáticamente sobre nosotros, y rara vez se convierten en algo en lo que pensamos que deberíamos poner más atención. Pienso que es tiempo de que los hombres se levanten y sean vistos y escuchados, no sólo a causa de nuestros logros financieros o físicos, sino por la humanidad misma que podemos poseer dentro de nosotros y al mismo tiempo expresar.”

Hay un silencio que siempre está haciendo ruido en nuestra cabeza y tiene la forma de insatisfacción sexual, preocupación financiera, falta de amor por uno mismo física y mentalmente, insatisfacción profesional, adicciones, peleas e incompatibilidad, resentimiento y arrepentimiento.

A mi en lo personal me da miedo enfrentar todo esto muchas veces. Sé que desencadenará una serie de eventos, consecuencias, cambios. Sé que me obligará a levantarme y ponerme a hacer lo que debí hacer desde hace mucho tiempo, a enmendar las cosas y a luchar contra mis hábitos y aparente incapacidad. Desgraciadamente es más cómodo dejar que la vida fluya y que las cosas se den por sí mismas y tal vez, en un remoto caso, hasta que se arreglen por sí solas.

Pero es por eso que quiero hablar. Tengo mucho que decir y sacar, necesito que me abracen, que me digan lo mucho que me quieren y lo bien que he hecho hasta ahora, que reconozcan que he intentado ser un buen hombre y hacer el bien. Por otro lado y no menos importante, también muchos otros (mi esposa, hijos, mi padre y mi madre, mi hermano) necesitan que yo haga esto mismo por ellos, con ellos.

Porque me aferro a lo que un día soñé que mi vida sería, amo tanto a mi familia, me amo a mí mismo y porque creo que se merecen y me merezco el regalo de la plenitud de esta vida -sin límite alguno- y que puedo cambiar este mundo empezando por mí mismo y la forma en que heredo o transmito este conocimiento.

Creo que los hombres debemos perder el miedo a decir que tenemos miedo.

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Dieta en mujeres embarazadas modificaría ADN de bebés: estudio

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De acuerdo con un nuevo estudio publicado en el diario Nature Communications, la dieta de una mujer embarazada que se encuentra cerca la fecha de concepción, puede afectar permanentemente la función de los genes de su hijo y así, su salud a lo largo de su vida.

El descubrimiento se dio cuando los científicos intentaban descubrir si la dieta de la madre era capaz de causar cambios epigenéticos, es decir, cambios en la expresión de los genes del bebé que ocurren sin alteraciones en la secuencia de ADN en sí misma.

“Nuestros resultados representan la primera demostración en humanos de que el bienestar nutricional de la madre al momento de la concepción puede cambiar cómo es que los genes de su hijo se verán interpretados, con un impacto para el resto de su vida,” explicó el Dr. Branwen Hennig, científico e investigador senior para la Unidad MRC de Gambia y el Colegio Londinense de Higiene y Medicina Tropical.

Un ejemplo de una modificación epigenética es la metilación del ADN, la cuál involucra la adición de grupos metilo a ciertas partes del ADN. Los grupos metilo pueden ser adquiridos por medio de una dieta compuesta por alimentos que contengan colina y vitaminas particulares como B6 y B12, las cuales actúan como coenzimas en el metabolismo de la homocisteína y la metionina.

Los científicos estudiaron la dieta de 167 mujeres de una zona rural de Gambia, donde la comida es producida por la misma población y por lo que su dieta cambia de acuerdo a la temporada de sequía y de lluvia.

Además, descubrieron que la masa corporal de las madres posee una influencia adicional a la presencia de alteraciones en la función de los genes.

“Encontramos dos asociaciones fuertes en particular, una con la homocisteína y otra con la cisteína,” agregó.

La cisteína se encuentra principalmente en alimentos ricos en proteína como el cerdo, carne embutida, pollo, pavo, pato, fiambre, huevos, leche, requesón, yogurt, y en algunos vegetales como los pimientos rojos, ajos, cebollas, el chayote, brócoli, col de Bruselas, muesli, germen de trigo.

Mientras que la homocisteína no es posible encontrarla en los alimentos como tal, sino que es sintetizada a través de la metionina, la cual está presente en el huevo, semillas de ajonjolí, nueces del Brasil, carnes y otras semillas, además de cereales.

La mayoría de las frutas y verduras contienen una muy pequeña cantidad de metionina, al igual que las leguminosas.

La presencia elevada de la homocisteína y cisteína está relacionada con la arterioesclerosis; ataques cardiacos; accidentes cerebrovasculares; daños al hígado; sequedad en la boca; sudoración; ansiedad y nerviosismo; diarrea; dispepsia; dolores de cabeza; insomnio; alergias; erupciones cutáneas, enfermedades gástricas; transtornos psíquicos como bipolaridad, depresión, Alzheimer, demencia; así como enfermedad de Parkinson y epilepsia.

En lo personal, creo que más que indicar qué se puede comer y qué no, el estudio muestra que lo que se come durante el embarazo sí afecta la salud del bebé permanentemente y no sólo eso, sino hasta la información de sus funciones genéticas.

De hecho, lo que el estudio muestra no es nuevo, las mujeres saben que deben ingerir ciertas sustancias o vitaminas como el ácido fólico para que el bebé nazca saludable (lo que no se sabía es que lo que comemos no sólo ayuda a que el bebé nazca sano sino que estaría modificando su información genética, lo cual son palabras mayores y que únicamente nos asustan cuando llegan en forma de alguna deformidad física o síndrome, y que al final estamos hablando del mismo tipo de modificaciones, sólo que expresadas de forma distinta); sin embargo, seguimos teniendo en menos que lo que comemos y otros hábitos que tenemos, afectarán a nuestros hijos más adelante.

Por nuestra parte, mi esposa y yo hemos optado por voltear a la trofología, que si bien no ha sido fácil ni hemos sido constantes, nuestro cambio nos ha venido a mostrar que en realidad uno no requiere de tantas medicinas ni es testigo de tantos problemas de salud, si se lleva a cabo una alimentación más prudente y amable con nuestro cuerpo.

Ignorantes, volteamos a intentar apagar el fuego cada vez que nos enfermamos, tomando medicina o realizando una cirugía u operación, cuando deberíamos de intentar que desapareciera la razón por la que el fuego se dio en un principio.

¿Creen que el cáncer se puede curar con sólo un cambio en nuestra alimentación? ¿Qué tal si fuera para todas las enfermedades?

El mundo nos ha vendido una forma de comer y nosotros la hemos comprado pensando que es la mejor, ya que resulta ser la más práctica y la que mejor nos hace sentir al momento de ingerirla pero no para un bienestar a largo y permanente plazo.

“Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina”
-Hipócrates

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«Nalgada a tiempo» provoca reincidencia inmediata de mala conducta en niños: estudio

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La nalgada podría finalmente perder influencia como medio de disciplina entre algunos padres, esto debido a que un reciente estudio mostró que este método podría incluso aumentar y potenciar el “mal comportamiento” entre los niños que lo experimentan.

En el nuevo estudio, Eavesdropping on the Family: A Pilot Investigation of Corporal Punishment in the Home, publicado por el Diario de Psicología Familiar (Journal of Family Psychology), los investigadores analizaron grabaciones de audio en tiempo real en el que los padres interactuaron con sus hijos en situaciones difíciles.

De acuerdo con los resultados, el 73% de las veces que los padres decidieron disciplinar a sus hijos con una nalgada, los niños reincideron en la “mala conducta” en menos de los 10 minutos posteriores a la nalgada.

“En las grabaciones es posible escuchar que los padres no siempre estaban calmados, tal como las directrices respecto a la disciplina indican que se debe encontrar un padre antes de dar una nalgada o aplicar un castigo,” explicó George Holden, autor principal del estudio y experto en temas de desarrollo infantil y paternidad para la Universidad Metodista del Sur en Dallas, Texas. “En cambio, se mostraron enojados al momento de pegarle a su hijo, tampoco lo hicieron como último recurso, lo hicieron en más de dos ocasiones por cada transgresión y aplicaron las nalgadas por infracciones menores.”

La mayoría de los padres respondían impulsiva y emocionalmente a la mala conducta de sus hijos; es decir que, en lugar de darle prioridad a la disciplina de sus hijos, aparentemente “se desquitaban” o “castigaban” a sus hijos con las nalgadas por causas más bien personales.

“En el 90% de los casos, los padres los nalgueaban por ofensas menores y violaciones típicas a convenciones sociales como no querer dejar de chuparse los dedos, comer inapropiadamente, bajarse de la silla y salir sin permiso,” agregó Holden.

Para el estudio, 33 familias aceptaron utilizar micrófonos para la grabación de la interacción entre padres e hijos durante el transcurso de 6 días.

En las grabaciones se registró la presencia de 41 casos de displina corporal, 80% de las mamás que fueron grabadas estaban casadas y contaban con un nivel educativo mayor al promedio, alrededor del 60% eran blancas y trabajaban fuera de casa y sus hijos contaban con 4 años de edad en promedio.

En promedio, los padres tardaban en aplicar el castigo corporal, en no más de los 30 segundos posteriores a la mala conducta de los hijos. En 30 de los 41 casos, los niños reincidieron dentro de los 10 minutos posteriores de haber sido golpeados.

“Entre algunos de los datos sobresalientes del estudio, se halló que el niño más joven que fue golpeado contaba con 7 meses de edad y una de las madres golpeó a su hijo 11 ocasiones seguidas por la misma falta,” continuó Holden.

Un dato curioso que encontraron los investigadores fue que la tasa de castigo corporal excedió las estimaciones de otros estudios que se basaron en la información que los mismos padres reportaron. De acuerdo con esos estudios, un estadounidense padre de un niño de 2 años, en promedio utiliza la nalgada o bofetada para corregir a su hijo alrededor de 18 veces por año.

“La tasa promedio que observamos en este estudio con las grabaciones lanzó un alarmante número de 18 ocasiones por semana” dijo Holden.

Es decir que los padres que reportaron voluntariamente sus hábitos de disciplina, pudieron haber mentido en sus reportes; mientras que los que voluntariamente utilizaron micrófonos no pudieron escapar a las mediciones de los científicos, mostrando que aunque existen muchos padres que recurren y hasta abogan por la disciplina en forma de castigo corporal, se sienten a la vez avergonzados de utilizarla.

“Las mujeres que reportaron que sus hijos, en efecto, son nalgueados, también tienden a reportar que sus hijos sufren de un abuso físico mayor en casa,” agregó Holden.

Al momento de disciplinar y educar hay varias corrientes en auge como la nalgada a tiempo y la crianza o educación positiva.

En lo personal, yo he optado por la segunda confesando que es complicada al momento de aplicarla debido a que tiendo a ser más visceral y a reaccionar de forma equivocada ante la conducta de mis hijos.

Es fácil creer que los niños reaccionan mal porque algo estamos haciendo mal, “no les caemos bien” o “no nos quieren”. Pensamos que están desquitándose o “cavilando” algo más en su mente con el fin de sacarnos de nuestras casillas y hacernos la vida imposible en los momentos más críticos.

Sin embargo, los niños no cuentan con tal naturaleza. ¿Saben lo que quieren? ¿Saben cómo obtenerlo? ¿Saben cómo demostrarlo y decirlo? Muchas veces sí pero muchas otras no. 

Alguna vez escuché el consejo de varias madres y abuelas, diciendo que dejara de cargar a mis hijos tanto ya que se acostumbrarían a esto y después no me dejarían ni respirar. Que los dejara llorando en su cuna para que aprendieran a dormir y a ser independientes.

“Son bien manipuladores y mañosos desde chiquitos” fue lo que escuché.

Sinceramente, no lo creo. Un niño que acaba de salir del vientre de su madre, ¿qué es lo que podría saber de éste mundo, sus engaños, sus chantajes, el egoísmo y demás sentimientos y experiencias negativas? Creo que no mucho. Lo que creo que sí creo que sabe, al menos por instinto, es que necesita amor y lo buscará cerca de su madre y padre, y demás personas que quieran corresponder este amor. Cualquier cosa diferente a esto, para ésta criatura será algo malo y reaccionara llorando.

Ahí es donde se confunde la necesidad de amor con el intento de manipulación y chantaje.

Mi hija desde el primer día de su vida, no nos permitió dejarla ni in segundo en otro lugar que no fueran nuestros brazos. No creo que haya podido tener el tiempo de acostumbrarse a los brazos o saber qué eran los brazos ahí dentro en el vientre, si desde el primer día así lo necesitó.

Simplemente asoció la necesidad de amor con el sentimiento que tuvo al momento que la cargamos y supo que el cargarla, saciaba esa sed de amor. Cuando la bajábamos a la cama o cuna o demás, estábamos arrebatándole esa fuente de amor.

Mi hijo en cambio, desde el primer día fue más tranquilo, no exigió tanto, a diferencia de su hermana (con la que se nos “sugirió” llevar a cabo una inducción), nació por parto natural en casa sin anestesia.

Por lo que asumí que también deberían existir otros factores que influyeran en el comportamiento de los bebés como la forma  de nacer (parto natural; tras nacer, la cercanía y “alimentación” inmediata de parte de la madre; trato en los hospitales, el uso de incubadoras en estos, prácticas rutinarias como la aspiración orofaringea y nasofaringea tras el nacimiento que podrían resultar agresivas y que podrían esperar algunos minutos después de que el bebé haya “conocido” a sus padres, en fin) y no sólo esto, sino también y creo más importante que cada bebé tiene una personalidad y no todos pueden ser iguales.

En esto de ser padres, uno aprende mucho y se equivoca mucho también y no hay una receta, lo único que al final cuenta es hacer nuestro mejor esfuerzo amando a nuestros hijos con todo nuestro corazón e informándonos y compartiendo experiencias.

¿Quién sabe y mañana sale un estudio que pudiera reivindicar la “nalgada a tiempo”? Por ello, debemos de formarnos un criterio como padres y tomar el resto (estudios, opiniones, relatos, experiencias) como consejos y datos que pudieran orientarnos, pero lo que no podemos hacer, es basar toda nuestra crianza en una metodología o lo que dice una persona. Sino tomar de aquí y allá conforme vayamos viendo qué es lo que nuestro corazón nos dice y lo que a nuestros hijos pudiera hacerlos felices y mejores personas.

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