Contravalores

Estos días, si cabe más que otros, no para de hablarse de educación. La controvertida Ley Wert y su trámite parlamentario se invita estos días a sentarse en nuestra mesa a la hora de almorzar o cenar, y a mi particularmente me amarga el bocado. El debate en torno a esta Ley hace que se corra el peligro de que nos resignemos a pensar que la educación es algo que debe pender del cambiante hilo político y que, en cualquier caso, debe estar no sólo regulada sino también fiscalizada por el Estado, para así garantizar el futuro de nuestros/as hijos/as. Si no fuese así ¿qué necesidad habría de tanta refutación y crispación política y social por una simple Ley que pasado mañana puede derogarse parcialmente o en su totalidad?.
 
En mi opinión todo este ‘espectáculo’ no es casual sino premeditado. Es, como se diría precisamente en el argot político, una cortina de humo que conforme van pasando los lustros va siendo más y más tupida, para tratar de esconder las realidades que nos cuestan tanto asumir. Es mejor distraer la atención sobre los verdaderos problemas de la educación en nuestro país y centrarnos en lo superfluo, en lo banal, en lo que se puede cambiar sin mucho esfuerzo y que a la postre tiene su repercusión ideológica y social pero que no aborda, ni por asomo, la raíz del desaguisado. Y no lo hace (ni lo hará) porque la educación en una sociedad moderna del siglo XXI no es un tópico estanco, aislado y/o desmembrado del resto de asuntos cotidianos que nos afectan, sino todo lo contrario, es un tema transversal, vertebrador e intimamente conectado con casi todo lo que tiene que ver con nosotros/as, tanto a nivel individual, colectivo y global. Nos están vendiendo que la educación puede mejorar su calidad trasteando en el currículum oficial en un par de asignaturas (idiomas y religión) y que de no hacerlo seguirán restregándonos diariamente en la cara los informes de diagnóstico PISA, de la UE, de la OCDE, etc., en los que siempre salimos muy mal parados. Y yo me pregunto ¿nadie está dispuesto/a a hablar de educación de verdad?. ¿Nadie está dispuesto/a a alzar la voz y a enumerar la inmensa cantidad de contravalores que presenta nuestra sociedad y que hacen que la educación en este país esté a la cola en el mundo civilizado?.
 
La educación es la clave para un mundo mejor y se conforma por el trinomio familia-escuela-sociedad (fijaros que coloco premeditadamente a la escuela en medio). ¿Dónde quedan en nuestras familias y en nuestra sociedad valores como la honestidad, la responsabilidad, la solidaridad, la tolerancia, el respeto, la sinceridad, la libertad, la igualdad y la amistad?. ¿Qué podemos decir de estos valores fundamentales y básicos que impregnan la vida de nuestros/as hijos/as en el uso cotidiano y diario de videojuegos, películas, series televisivas, medios publicitarios, redes sociales, etc.?. ¿Qué lecciones y ejemplos tienen que darnos nuestros/as gobernantes acerca de muchos de estos valores?. ¿Cuáles son los arquetipos que traslada nuestra sociedad para alcanzar el éxito en la vida?. ¿Qué uso hacemos en la relación cercana e íntima con nuestros/as hijos/as de estos valores?. ¿Acaso, en lugar de ello, estamos trasladándoles mensajes subliminares (o explícitos) acerca del uso de juegos y películas ‘piratas’, en confundir la astucia con la pillería, en la intolerancia a los que no piensan como nosotros/as, en el consumismo, en la repulsa a lo diverso y singular porque se sale de la normalidad?… ¿Qué autocrítica individual y colectiva hacemos de todo esto que es, por encima de todo, educación?, ¿qué Ley lo regula y trata de corregir las desviaciones que se producen, por millones, a diario?, ¿cuál es la calidad de los cimientos de nuestra sociedad?.
 
Los valores son los principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento en función de realizarnos como personas. Son creencias fundamentales que nos ayudan a preferir, apreciar y elegir unas cosas en lugar de otras, o un comportamiento en lugar de otro. Nos proporcionan una pauta para formular metas y propósitos, personales o colectivos; son las competencias existenciales con las que podrán contar incuestionablemente las generaciones del futuro, y se conforman no sólo en el ámbito del sistema escolar (mal llamado para mi gusto educativo) y que tan proclives somos a legislar. Pienso que la educación en valores es responsabilidad, especialmente, de las familias y de la sociedad, y para que ésta mejore debe empezar a entenderse la educación como un tema transversal, el tuétano de la sociedad, en pro de cambiar nuestra forma de contribuir al mundo futuro. ¿Qué gobierno le mete mano a esto?, porque todo lo demás se me antojan patrañas.
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Contravalores

Estos días, si cabe más que otros, no para de hablarse de educación. La controvertida Ley Wert y su trámite parlamentario se invita estos días a sentarse en nuestra mesa a la hora de almorzar o cenar, y a mi particularmente me amarga el bocado. El debate en torno a esta Ley hace que se corra el peligro de que nos resignemos a pensar que la educación es algo que debe pender del cambiante hilo político y que, en cualquier caso, debe estar no sólo regulada sino también fiscalizada por el Estado, para así garantizar el futuro de nuestros/as hijos/as. Si no fuese así ¿qué necesidad habría de tanta refutación y crispación política y social por una simple Ley que pasado mañana puede derogarse parcialmente o en su totalidad?.
 
En mi opinión todo este ‘espectáculo’ no es casual sino premeditado. Es, como se diría precisamente en el argot político, una cortina de humo que conforme van pasando los lustros va siendo más y más tupida, para tratar de esconder las realidades que nos cuestan tanto asumir. Es mejor distraer la atención sobre los verdaderos problemas de la educación en nuestro país y centrarnos en lo superfluo, en lo banal, en lo que se puede cambiar sin mucho esfuerzo y que a la postre tiene su repercusión ideológica y social pero que no aborda, ni por asomo, la raíz del desaguisado. Y no lo hace (ni lo hará) porque la educación en una sociedad moderna del siglo XXI no es un tópico estanco, aislado y/o desmembrado del resto de asuntos cotidianos que nos afectan, sino todo lo contrario, es un tema transversal, vertebrador e intimamente conectado con casi todo lo que tiene que ver con nosotros/as, tanto a nivel individual, colectivo y global. Nos están vendiendo que la educación puede mejorar su calidad trasteando en el currículum oficial en un par de asignaturas (idiomas y religión) y que de no hacerlo seguirán restregándonos diariamente en la cara los informes de diagnóstico PISA, de la UE, de la OCDE, etc., en los que siempre salimos muy mal parados. Y yo me pregunto ¿nadie está dispuesto/a a hablar de educación de verdad?. ¿Nadie está dispuesto/a a alzar la voz y a enumerar la inmensa cantidad de contravalores que presenta nuestra sociedad y que hacen que la educación en este país esté a la cola en el mundo civilizado?.
 
La educación es la clave para un mundo mejor y se conforma por el trinomio familia-escuela-sociedad (fijaros que coloco premeditadamente a la escuela en medio). ¿Dónde quedan en nuestras familias y en nuestra sociedad valores como la honestidad, la responsabilidad, la solidaridad, la tolerancia, el respeto, la sinceridad, la libertad, la igualdad y la amistad?. ¿Qué podemos decir de estos valores fundamentales y básicos que impregnan la vida de nuestros/as hijos/as en el uso cotidiano y diario de videojuegos, películas, series televisivas, medios publicitarios, redes sociales, etc.?. ¿Qué lecciones y ejemplos tienen que darnos nuestros/as gobernantes acerca de muchos de estos valores?. ¿Cuáles son los arquetipos que traslada nuestra sociedad para alcanzar el éxito en la vida?. ¿Qué uso hacemos en la relación cercana e íntima con nuestros/as hijos/as de estos valores?. ¿Acaso, en lugar de ello, estamos trasladándoles mensajes subliminares (o explícitos) acerca del uso de juegos y películas ‘piratas’, en confundir la astucia con la pillería, en la intolerancia a los que no piensan como nosotros/as, en el consumismo, en la repulsa a lo diverso y singular porque se sale de la normalidad?… ¿Qué autocrítica individual y colectiva hacemos de todo esto que es, por encima de todo, educación?, ¿qué Ley lo regula y trata de corregir las desviaciones que se producen, por millones, a diario?, ¿cuál es la calidad de los cimientos de nuestra sociedad?.
 
Los valores son los principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento en función de realizarnos como personas. Son creencias fundamentales que nos ayudan a preferir, apreciar y elegir unas cosas en lugar de otras, o un comportamiento en lugar de otro. Nos proporcionan una pauta para formular metas y propósitos, personales o colectivos; son las competencias existenciales con las que podrán contar incuestionablemente las generaciones del futuro, y se conforman no sólo en el ámbito del sistema escolar (mal llamado para mi gusto educativo) y que tan proclives somos a legislar. Pienso que la educación en valores es responsabilidad, especialmente, de las familias y de la sociedad, y para que ésta mejore debe empezar a entenderse la educación como un tema transversal, el tuétano de la sociedad, en pro de cambiar nuestra forma de contribuir al mundo futuro. ¿Qué gobierno le mete mano a esto?, porque todo lo demás se me antojan patrañas.
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Habemus ADSL!!!

Por fin tenemos internet! bueno, en realidad hace ya unos días, pero el tiempo disponible es escaso. Primero pedir disculpas por no haber respondido antes los comentarios del blog, que agradezco hasta el infinito y mas allá, pero soy incapaz de escribir tanto en el teclado táctil de mi móvil, debo tener los dedos gordos a algo, pero se me va a la letra de al lado. Ya están todos respondidos, aunque algo a destiempo.
Tengo tanto que contar, que, sinceramente, no se por donde empezar, primero quiero hacer un balance de Dinamarca, que desde afuera y a priori, supongo que puede parecer un error y un fiasco, pero que yo percibo de una manera muy diferente, he aprendido mucho, y de muchas cosas, he conocido a gente que no conocía, y he conocido a gente que si conocía, sin duda no soy el mismo que hace un año, y creo que el cambio ha sido para mejor. Es tanto lo que tengo para contar, que lo reservo para otro post, uno monotemático.
Hoy hace un mes que estamos en Javea, y lo cierto es que estamos bastante bien, los niños se han adaptado increiblemente bien, la mayor, va a su instituto «ONU» ya que su clase es una de adaptación al idioma valenciano, y es la única española de la clase, desde latino América a USA, pasando por Ucrania,  Escocia etc medio mundo está allí representado, y como a ella le encantan los idiomas, está en la gloria en su pequeña torre de Babel particular.
El segundo, es el que más nos preocupaba, no es tan sociable como su hermana, y no va en «pack de tres» como los pequeños, iba un poco en plan solo ante el peligro, y ademas en un colegio 100 % valenciano, como él dice,» si hasta el ingles lo explican en valenciano!»…una bomba de relojería,  pues ha sido el que mas nos ha sorprendido, el primer día de colegio, estando en la puerta, nos miro y nos dijo-» me voy para adentro» sin mediar mas conversación, y en la fila de su clase ya estaba hablando con otros niños antes de que sonara el timbre ( bueno, la música) , ahora, habiendo incluso celebrado su cumpleaños con varios amigos de su clase, admite que esta encantado en el colegio, que dicho sea de paso, es cierto que son encantadores, esta entrando por el Valenciano mucho mejor de lo que entraba por el Ingles, y creo que va a ser el primero en estar plenamente integrado.
Los trillis, aun son pequeños, pero tambien notaron el cambio, el primer día, ( su primer día en primaria) estaban muy juntos en la fila de su clase, mientras los otros niños corrían y jugaban, es inevitable una sensación de pena, pero sabíamos que en breve estarían jugando y corriendo como los otros niños, y salvo un pequeño motín el tercer día de cole de Lucas, que se rebelo contra todo y solo quería volver a » su cole de Málaga» ( llorando en voz baja, pero con el corazón encogido, que da mucha mas pena) así ha sido, ahora ya corren y juegan como uno mas (tres mas) y de vez en cuando, nos van soltando palabras en Valenciano, para vacilarnos un poco de que saben cosas que nosotros no ( y nosotros encantados).
Nosotros estamos al 100 % con abrir cuanto antes el restaurante, tarea que se esta haciendo mucho mas llevadera con la ayuda al 1000 % de la familia aquí, sin palabras.
Aunque con algo de lógica inquietud, estamos muy ilusionados, hay mucho que hacer, en tiempos como estos, cuesta mucho conseguir clientes, y aunque se suele decir que en los bares no hay crisis, y que están siempre llenos, no es verdad, solo algunos! Mil gracias a todos por el apoyo y el animo, tanto cuando la cosa tira bien, como cuando no tira tanto. Un abrazo enorme a todos.

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Habemus ADSL!!!

Por fin tenemos internet! bueno, en realidad hace ya unos días, pero el tiempo disponible es escaso. Primero pedir disculpas por no haber respondido antes los comentarios del blog, que agradezco hasta el infinito y mas allá, pero soy incapaz de escribir tanto en el teclado táctil de mi móvil, debo tener los dedos gordos a algo, pero se me va a la letra de al lado. Ya están todos respondidos, aunque algo a destiempo.
Tengo tanto que contar, que, sinceramente, no se por donde empezar, primero quiero hacer un balance de Dinamarca, que desde afuera y a priori, supongo que puede parecer un error y un fiasco, pero que yo percibo de una manera muy diferente, he aprendido mucho, y de muchas cosas, he conocido a gente que no conocía, y he conocido a gente que si conocía, sin duda no soy el mismo que hace un año, y creo que el cambio ha sido para mejor. Es tanto lo que tengo para contar, que lo reservo para otro post, uno monotemático.
Hoy hace un mes que estamos en Javea, y lo cierto es que estamos bastante bien, los niños se han adaptado increiblemente bien, la mayor, va a su instituto «ONU» ya que su clase es una de adaptación al idioma valenciano, y es la única española de la clase, desde latino América a USA, pasando por Ucrania,  Escocia etc medio mundo está allí representado, y como a ella le encantan los idiomas, está en la gloria en su pequeña torre de Babel particular.
El segundo, es el que más nos preocupaba, no es tan sociable como su hermana, y no va en «pack de tres» como los pequeños, iba un poco en plan solo ante el peligro, y ademas en un colegio 100 % valenciano, como él dice,» si hasta el ingles lo explican en valenciano!»…una bomba de relojería,  pues ha sido el que mas nos ha sorprendido, el primer día de colegio, estando en la puerta, nos miro y nos dijo-» me voy para adentro» sin mediar mas conversación, y en la fila de su clase ya estaba hablando con otros niños antes de que sonara el timbre ( bueno, la música) , ahora, habiendo incluso celebrado su cumpleaños con varios amigos de su clase, admite que esta encantado en el colegio, que dicho sea de paso, es cierto que son encantadores, esta entrando por el Valenciano mucho mejor de lo que entraba por el Ingles, y creo que va a ser el primero en estar plenamente integrado.
Los trillis, aun son pequeños, pero tambien notaron el cambio, el primer día, ( su primer día en primaria) estaban muy juntos en la fila de su clase, mientras los otros niños corrían y jugaban, es inevitable una sensación de pena, pero sabíamos que en breve estarían jugando y corriendo como los otros niños, y salvo un pequeño motín el tercer día de cole de Lucas, que se rebelo contra todo y solo quería volver a » su cole de Málaga» ( llorando en voz baja, pero con el corazón encogido, que da mucha mas pena) así ha sido, ahora ya corren y juegan como uno mas (tres mas) y de vez en cuando, nos van soltando palabras en Valenciano, para vacilarnos un poco de que saben cosas que nosotros no ( y nosotros encantados).
Nosotros estamos al 100 % con abrir cuanto antes el restaurante, tarea que se esta haciendo mucho mas llevadera con la ayuda al 1000 % de la familia aquí, sin palabras.
Aunque con algo de lógica inquietud, estamos muy ilusionados, hay mucho que hacer, en tiempos como estos, cuesta mucho conseguir clientes, y aunque se suele decir que en los bares no hay crisis, y que están siempre llenos, no es verdad, solo algunos! Mil gracias a todos por el apoyo y el animo, tanto cuando la cosa tira bien, como cuando no tira tanto. Un abrazo enorme a todos.

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Transitions In UX Design

The term minimalism is also used to describe a trend in design and architecture where in the subject is reduced to its necessary elements. Minimalist design has been highly influenced by Japanese traditional design and architecture. In addition, the wo…

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Recent trends in storytelling

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Supernatural FX Showreel

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Oscar Wilde

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Madrid’s photo marathon

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Jeffrey Veen – About Design

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Crianza sin apellidos: Ser o parecer

*por Olga Carmona

«…Percibo que somos percibidos como padres caóticos, por momentos negligentes, que no educan, que favorecen una suerte de libertinaje infantil, que nos tiranizan ahora o más adelante, que nuestras vidas se han llenado de nuestros hijos porque estaban huecas y vacías, y que éstos  serán seres marginales del sistema por culpa de estos padres que a nada les obligan  ni enseñan respeto.»

**


Ibamos en el coche, una tarde noche cualquiera, todos muy cansados. Los niños atrás gritando como poseídos, evidentemente sobreexcitados por el cansancio, su padre y yo no podíamos articular una sola palabra que pudiera ser escuchada por el otro, ni por ellos. En un alarde de rebajar ese nivel de estrés sin aumentarlo ni dejarnos llevar por él, planteamos el siguiente intercambio de roles a los niños: “atención, nosotros vamos a ser los hijos y vosotros los padres”, así que ni cortos ni perezosos, su padre y yo nos pusimos a chillar, lloriquerar, pedir cosas, reclamar atención, pelearnos… todo esto aliñado con unos considerables niveles de decibelios.  

En la parte de atrás del coche se hizo un silencio absoluto, aunque corto. Ella, con 4 años, empieza a intentar calmarnos y comunicarse con claros signos de impotencia. El, rompe a llorar desconsolado. Llora y verbaliza entre lágrimas y mocos: “no quiero jugar a esto, si vosotros sois los hijos, quien nos cuidará, quienes serán nuestros padres,  somos niños, no quiero jugar a esto, me asusta.”

Nuestros hijos no son nuestros amigos. Y no quieren serlo.


Crianza positiva, crianza respetuosa, crianza humanizada, crianza de apego… no me gustan los apellidos, aunque sean estos. CRIANZA es CRIANZA y efectivamente debe ser respetuosa, debe ser humana, debe ser basada en el apego. Lo otro es adiestramiento, lo otro es despotismo ilustrado, lo otro es abuso de poder.


Tampoco me gusta el pack, como si los padres que educamos y criamos desde este lugar debiéramos someternos a una serie de requisitos de toda índole para encajar dentro de la ortodoxia respetuosa, que de mediocridad y tópicos también va servida.



Percibo que somos percibidos como padres caóticos, por momentos negligentes, que no educan, que favorecen una suerte de libertinaje infantil, que nos tiranizan ahora o más adelante, que nuestras vidas se han llenado de nuestros hijos porque estaban huecas y vacías, y que éstos  serán seres marginales del sistema por culpa de estos padres que a nada les obligan  ni enseñan respeto.


Suponen que confundimos contener con consentir. Si, señores, yo contengo a mis hijos cuando necesitan ser contenidos en su decepción, en su frustración, en su miedo, en su soledad, en su incomprensión del mundo, los contengo con el abrazo, con el silencio o con la palabra, con la caricia, con la presencia, con la mirada. Y no, no les consiento aquello que demandan y no necesitan, aquello que quieren pero considero que les daña, aquello que me piden y no les ayuda a crecer. No, no les consiento que falten al respeto a otro ser vivo, que tiren un papel al suelo o levante la voz a nadie. No, no les consiento que callen una agresión y no busquen ayuda. Contener no es consentir.


Suponen que confundimos firmeza con severidad. La severidad, es verdad, no forma parte de nuestro planteamiento vital y muchos menos con aquellos a quienes amamos. Firmeza como coherencia, sí. Firmeza cuando he dado mi palabra para bien o para mal, si. Firmeza cuando he tomando una decisión y la mantengo. Firmeza porque con ella estoy transmitiendo consistencia y coherencia. Firmeza en lo que hago y digo porque de ella depende, también, su seguridad. ¿Severidad no es el eufemismo de sadismo?

Suponen que ser flexible es ser permisivo.
 

Suponen que ser seguro es ser autoritario.


Suponen que sin castigos no hay aprendizaje.


Suponen que el respeto nace del miedo, no del amor y la tolerancia y la admiración.


Suponen que la libertad se ejerce, cuando uno es mayor, como si de una ciencia infusa se tratara, como si no se aprendiera desde la cuna, como si no se ensayara, como si no consistiera en años de aprendizaje y consecuencias.


Suponen que reconocer nuestros errores nos debilita y descalifica ante su mirada, como si tuviéramos que ser el padre todopoderoso más divino que humano y por tanto más inaccesible, más alejado, más intocable, menos verdad.


La CRIANZA desde este lugar de empatía, respeto e igualdad responde a una profunda filosofía de vida que se extiende más allá de los hijos, que nos define como seres humanos y filtra nuestra forma de ver y aprehender el mundo. Si esta mirada empática, sensible, respetuosa y humilde de ver la vida y su magia no nos empapa y no nos corre por las venas, no hay paradigma educativo que sirva, simplemente porque no lo vamos a poder transmitir. 

Esto no es un decálogo de buenas prácticas en crianza, esto es una forma de vivir, una forma de sentir que, cuando llegan los hijos, se convierte entonces, en una forma de amar.


**Fotografía By Danilo Rizzuti, published on 19 April 2010
Stock Image – image ID: 10015035

http://www.freedigitalphotos.net/images/Gestures_g185-Child_Asks_Help_Mum_Mother_2_p15035.html

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Crianza sin apellidos: Ser o parecer

*por Olga Carmona

«…Percibo que somos percibidos como padres caóticos, por momentos negligentes, que no educan, que favorecen una suerte de libertinaje infantil, que nos tiranizan ahora o más adelante, que nuestras vidas se han llenado de nuestros hijos porque estaban huecas y vacías, y que éstos  serán seres marginales del sistema por culpa de estos padres que a nada les obligan  ni enseñan respeto.»

**


Ibamos en el coche, una tarde noche cualquiera, todos muy cansados. Los niños atrás gritando como poseídos, evidentemente sobreexcitados por el cansancio, su padre y yo no podíamos articular una sola palabra que pudiera ser escuchada por el otro, ni por ellos. En un alarde de rebajar ese nivel de estrés sin aumentarlo ni dejarnos llevar por él, planteamos el siguiente intercambio de roles a los niños: “atención, nosotros vamos a ser los hijos y vosotros los padres”, así que ni cortos ni perezosos, su padre y yo nos pusimos a chillar, lloriquerar, pedir cosas, reclamar atención, pelearnos… todo esto aliñado con unos considerables niveles de decibelios.  

En la parte de atrás del coche se hizo un silencio absoluto, aunque corto. Ella, con 4 años, empieza a intentar calmarnos y comunicarse con claros signos de impotencia. El, rompe a llorar desconsolado. Llora y verbaliza entre lágrimas y mocos: “no quiero jugar a esto, si vosotros sois los hijos, quien nos cuidará, quienes serán nuestros padres,  somos niños, no quiero jugar a esto, me asusta.”

Nuestros hijos no son nuestros amigos. Y no quieren serlo.


Crianza positiva, crianza respetuosa, crianza humanizada, crianza de apego… no me gustan los apellidos, aunque sean estos. CRIANZA es CRIANZA y efectivamente debe ser respetuosa, debe ser humana, debe ser basada en el apego. Lo otro es adiestramiento, lo otro es despotismo ilustrado, lo otro es abuso de poder.


Tampoco me gusta el pack, como si los padres que educamos y criamos desde este lugar debiéramos someternos a una serie de requisitos de toda índole para encajar dentro de la ortodoxia respetuosa, que de mediocridad y tópicos también va servida.



Percibo que somos percibidos como padres caóticos, por momentos negligentes, que no educan, que favorecen una suerte de libertinaje infantil, que nos tiranizan ahora o más adelante, que nuestras vidas se han llenado de nuestros hijos porque estaban huecas y vacías, y que éstos  serán seres marginales del sistema por culpa de estos padres que a nada les obligan  ni enseñan respeto.


Suponen que confundimos contener con consentir. Si, señores, yo contengo a mis hijos cuando necesitan ser contenidos en su decepción, en su frustración, en su miedo, en su soledad, en su incomprensión del mundo, los contengo con el abrazo, con el silencio o con la palabra, con la caricia, con la presencia, con la mirada. Y no, no les consiento aquello que demandan y no necesitan, aquello que quieren pero considero que les daña, aquello que me piden y no les ayuda a crecer. No, no les consiento que falten al respeto a otro ser vivo, que tiren un papel al suelo o levante la voz a nadie. No, no les consiento que callen una agresión y no busquen ayuda. Contener no es consentir.


Suponen que confundimos firmeza con severidad. La severidad, es verdad, no forma parte de nuestro planteamiento vital y muchos menos con aquellos a quienes amamos. Firmeza como coherencia, sí. Firmeza cuando he dado mi palabra para bien o para mal, si. Firmeza cuando he tomando una decisión y la mantengo. Firmeza porque con ella estoy transmitiendo consistencia y coherencia. Firmeza en lo que hago y digo porque de ella depende, también, su seguridad. ¿Severidad no es el eufemismo de sadismo?

Suponen que ser flexible es ser permisivo.
 

Suponen que ser seguro es ser autoritario.


Suponen que sin castigos no hay aprendizaje.


Suponen que el respeto nace del miedo, no del amor y la tolerancia y la admiración.


Suponen que la libertad se ejerce, cuando uno es mayor, como si de una ciencia infusa se tratara, como si no se aprendiera desde la cuna, como si no se ensayara, como si no consistiera en años de aprendizaje y consecuencias.


Suponen que reconocer nuestros errores nos debilita y descalifica ante su mirada, como si tuviéramos que ser el padre todopoderoso más divino que humano y por tanto más inaccesible, más alejado, más intocable, menos verdad.


La CRIANZA desde este lugar de empatía, respeto e igualdad responde a una profunda filosofía de vida que se extiende más allá de los hijos, que nos define como seres humanos y filtra nuestra forma de ver y aprehender el mundo. Si esta mirada empática, sensible, respetuosa y humilde de ver la vida y su magia no nos empapa y no nos corre por las venas, no hay paradigma educativo que sirva, simplemente porque no lo vamos a poder transmitir. 

Esto no es un decálogo de buenas prácticas en crianza, esto es una forma de vivir, una forma de sentir que, cuando llegan los hijos, se convierte entonces, en una forma de amar.


**Fotografía By Danilo Rizzuti, published on 19 April 2010
Stock Image – image ID: 10015035

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*por Olga Carmona

«…Percibo que somos percibidos como padres caóticos, por momentos negligentes, que no educan, que favorecen una suerte de libertinaje infantil, que nos tiranizan ahora o más adelante, que nuestras vidas se han llenado de nuestros hijos porque estaban huecas y vacías, y que éstos  serán seres marginales del sistema por culpa de estos padres que a nada les obligan  ni enseñan respeto.»

**


Ibamos en el coche, una tarde noche cualquiera, todos muy cansados. Los niños atrás gritando como poseídos, evidentemente sobreexcitados por el cansancio, su padre y yo no podíamos articular una sola palabra que pudiera ser escuchada por el otro, ni por ellos. En un alarde de rebajar ese nivel de estrés sin aumentarlo ni dejarnos llevar por él, planteamos el siguiente intercambio de roles a los niños: “atención, nosotros vamos a ser los hijos y vosotros los padres”, así que ni cortos ni perezosos, su padre y yo nos pusimos a chillar, lloriquerar, pedir cosas, reclamar atención, pelearnos… todo esto aliñado con unos considerables niveles de decibelios.  

En la parte de atrás del coche se hizo un silencio absoluto, aunque corto. Ella, con 4 años, empieza a intentar calmarnos y comunicarse con claros signos de impotencia. El, rompe a llorar desconsolado. Llora y verbaliza entre lágrimas y mocos: “no quiero jugar a esto, si vosotros sois los hijos, quien nos cuidará, quienes serán nuestros padres,  somos niños, no quiero jugar a esto, me asusta.”

Nuestros hijos no son nuestros amigos. Y no quieren serlo.


Crianza positiva, crianza respetuosa, crianza humanizada, crianza de apego… no me gustan los apellidos, aunque sean estos. CRIANZA es CRIANZA y efectivamente debe ser respetuosa, debe ser humana, debe ser basada en el apego. Lo otro es adiestramiento, lo otro es despotismo ilustrado, lo otro es abuso de poder.


Tampoco me gusta el pack, como si los padres que educamos y criamos desde este lugar debiéramos someternos a una serie de requisitos de toda índole para encajar dentro de la ortodoxia respetuosa, que de mediocridad y tópicos también va servida.



Percibo que somos percibidos como padres caóticos, por momentos negligentes, que no educan, que favorecen una suerte de libertinaje infantil, que nos tiranizan ahora o más adelante, que nuestras vidas se han llenado de nuestros hijos porque estaban huecas y vacías, y que éstos  serán seres marginales del sistema por culpa de estos padres que a nada les obligan  ni enseñan respeto.


Suponen que confundimos contener con consentir. Si, señores, yo contengo a mis hijos cuando necesitan ser contenidos en su decepción, en su frustración, en su miedo, en su soledad, en su incomprensión del mundo, los contengo con el abrazo, con el silencio o con la palabra, con la caricia, con la presencia, con la mirada. Y no, no les consiento aquello que demandan y no necesitan, aquello que quieren pero considero que les daña, aquello que me piden y no les ayuda a crecer. No, no les consiento que falten al respeto a otro ser vivo, que tiren un papel al suelo o levante la voz a nadie. No, no les consiento que callen una agresión y no busquen ayuda. Contener no es consentir.


Suponen que confundimos firmeza con severidad. La severidad, es verdad, no forma parte de nuestro planteamiento vital y muchos menos con aquellos a quienes amamos. Firmeza como coherencia, sí. Firmeza cuando he dado mi palabra para bien o para mal, si. Firmeza cuando he tomando una decisión y la mantengo. Firmeza porque con ella estoy transmitiendo consistencia y coherencia. Firmeza en lo que hago y digo porque de ella depende, también, su seguridad. ¿Severidad no es el eufemismo de sadismo?

Suponen que ser flexible es ser permisivo.
 

Suponen que ser seguro es ser autoritario.


Suponen que sin castigos no hay aprendizaje.


Suponen que el respeto nace del miedo, no del amor y la tolerancia y la admiración.


Suponen que la libertad se ejerce, cuando uno es mayor, como si de una ciencia infusa se tratara, como si no se aprendiera desde la cuna, como si no se ensayara, como si no consistiera en años de aprendizaje y consecuencias.


Suponen que reconocer nuestros errores nos debilita y descalifica ante su mirada, como si tuviéramos que ser el padre todopoderoso más divino que humano y por tanto más inaccesible, más alejado, más intocable, menos verdad.


La CRIANZA desde este lugar de empatía, respeto e igualdad responde a una profunda filosofía de vida que se extiende más allá de los hijos, que nos define como seres humanos y filtra nuestra forma de ver y aprehender el mundo. Si esta mirada empática, sensible, respetuosa y humilde de ver la vida y su magia no nos empapa y no nos corre por las venas, no hay paradigma educativo que sirva, simplemente porque no lo vamos a poder transmitir. 

Esto no es un decálogo de buenas prácticas en crianza, esto es una forma de vivir, una forma de sentir que, cuando llegan los hijos, se convierte entonces, en una forma de amar.


**Fotografía By Danilo Rizzuti, published on 19 April 2010
Stock Image – image ID: 10015035

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Entrenamiento con videojuegos

Hay una frase famosa que dice que los varones juegan durante toda su vida, lo que va aumentando es el precio de los juguetes a través de los años. En esta charla TED, Daphne Bavelier nos cuenta que eso es bueno en el caso de los videojuegos. Claro que tiene sus bemoles, pero nos da […]

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Tumbas

¿Tumbas? ¿Qué me viene a la mente al leer esa palabra? Pues ahora mismo me viene París, por la monstruosa tumba de Napoleón, la de Jim Morrison, la de Chopin, la de… en París hay miles de tumbas importantes, pienso. También se me ocurre pensar en Ernesto Sabato y ‘Sobre héroes y tumbas’. Lo leí hace décadas y casi no recuerdo nada. Salía una muchacha llamada Alejandra. Me enamoré de ella, claro. Pienso en las tumbas que con los años he visto abrir y cerrar. Bueno, quizá me equivoco: ¿Un nicho es una tumba? También en la expresión “a tumba abierta”, en crónicas ciclistas narrando el descenso del, por ejemplo, el Galibier, y los tópicos deportivos. En la tumba de no recuerdo qué rey: es en realidad una bañera aunque haga las veces de tumba. Está en el Monasterio de Santes Creus. La bañera-tumba está hecha de pórfido: desde pequeño recuerdo el nombre de ese material pero no quién está allí enterrado. En Boris Vian y su “Escupiré sobre vuestro tumba”: tampoco recuerdo nada de ese libro y mira que me sabe mal, por Vian, que me cae muy bien. No me olvido de Edgar Allan Poe, por supuesto. Ni de la nieve que cae sobre Irlanda y sobre la tumba de Michael Furey. ¿Y retumbante viene de tumba? Una timba en una tumba. Tumbarse al sol. Seré una tumba. No sé. Las tumbas dan mucho juego, me doy cuenta.

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Tumbas

¿Tumbas? ¿Qué me viene a la mente al leer esa palabra? Pues ahora mismo me viene París, por la monstruosa tumba de Napoleón, la de Jim Morrison, la de Chopin, la de… en París hay miles de tumbas importantes, pienso. También se me ocurre pensar en Ernesto Sabato y ‘Sobre héroes y tumbas’. Lo leí hace décadas y casi no recuerdo nada. Salía una muchacha llamada Alejandra. Me enamoré de ella, claro. Pienso en las tumbas que con los años he visto abrir y cerrar. Bueno, quizá me equivoco: ¿Un nicho es una tumba? También en la expresión “a tumba abierta”, en crónicas ciclistas narrando el descenso del, por ejemplo, el Galibier, y los tópicos deportivos. En la tumba de no recuerdo qué rey: es en realidad una bañera aunque haga las veces de tumba. Está en el Monasterio de Santes Creus. La bañera-tumba está hecha de pórfido: desde pequeño recuerdo el nombre de ese material pero no quién está allí enterrado. En Boris Vian y su “Escupiré sobre vuestro tumba”: tampoco recuerdo nada de ese libro y mira que me sabe mal, por Vian, que me cae muy bien. No me olvido de Edgar Allan Poe, por supuesto. Ni de la nieve que cae sobre Irlanda y sobre la tumba de Michael Furey. ¿Y retumbante viene de tumba? Una timba en una tumba. Tumbarse al sol. Seré una tumba. No sé. Las tumbas dan mucho juego, me doy cuenta.

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Instinto maternal

La contradicción es algo que me caracteriza, eso lo saben bien quienes me conocen. Me da igual, me equivoco y lo admito, lo que crea una contradicción a ojos de extraños. Lo que ocurre es bien sencillo: me gusta ser preciso y honesto y cuando encuentro excepciones a mis grandilocuentes estupideces las digo. Supongo que […]

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Sin miedo

 
Anoche, como es mi costumbre desde hace mucho tiempo, me acosté escuchando el programa radiofónico de la cadena SER «El Larguero» dirigido por José Ramón de la Morena. Como es conocido, se trata de un programa en el que se repasan las noticias deportivas del día, con especial atención al mundo futbolístico. Sin embargo, la pasada madrugada, en la que se antojaba que lo más destacado fuese el fútbol -por aquello de que se jugaron partidos de la sexta jornada de liga-, el protagonismo absoluto se lo llevaron Pau Gasol y la cantante Rosana. Un deportista de élite, quizás el mejor jugador español de baloncesto de todos los tiempos, y la entrañable cantaautora canaria hicieron varios duetos con la única compañía de la pasión que ponía Rosana con su guitarra, para el deleite de aquellos y aquellas que, como yo, sintonizábamos la SER en ese momento.

Y ese deleite no se debía a que Pau cantase como Sinatra o a que yo tenga una especial devoción por Rosana y sus temas musicales, sino porque tuve el privilegio de sentir a través de las ondas cómo un gran deportista, como Gasol, fue capaz de salirse de su elemento, de su medio natural (de la cancha), para disfrutar con una de sus pasiones en la vida, cantar; y todo ello en el marco de un programa deportivo que poco o nada tiene que ver con la música habitualmente. De esta forma anoche, «El Larguero» se convirtió en un ‘laboratorio’ en el que se catalizaron sinergias: la habilidad y la creatividad de su conductor, José Ramón de la Morena, para intercalar entre tanta noticia deportiva (a veces insulsa) un momento diferente y singular -yo diría único-, la fuerza y la raza de Rosana capaz de plasmar la cruda realidad del mundo en sus melodías llenas de sensibilidad, y la entrega, el arrojo y el entusiasmo de Pau Gasol, quien con espíritu de gigante (no es una hipérbole fácil) se puso delante del micrófono y demostró que cuando algo te apasiona, te hace sentir bien y te sirve para ser un poco más feliz tienes que lanzarte y hacerlo. Como él mismo diría en el programa, esa actitud de valentía y de estar constantemente probando cosas nuevas es lo que le ha llevado a superarse a sí mismo y a mantenerse en la élite desde que debutase en el basket profesional siendo casi un adolescente. No en vano no es la primera vez, Pau ha hecho sus pinitos como actor en la conocida serie CSI, y ha cantado anteriormente con Estopa y Amaral entre otros.
 
Es cierto que cuando eres un crack y un personaje famoso como Gasol son muchas las puertas que se abren, e innumerables las oportunidades que te da la vida, para que puedas explorar aquellos campos que más te gustan, pero no menos cierto es que ayer Pau Gasol obsequió a los oyentes de la SER reflexiones personales muy interesantes, sobre todo para aquellos/as adoslescentes y jóvenes que siguen su trayectoria deportiva y lo tienen como un referente. La orientación al logro, la osadía, la búsqueda de nuevas sensaciones, salir de la zona de confort y la comodidad, perder la verguenza y el miedo al fracaso, probarse a sí mismo, persistir en el intento, buscar sinergias con personas que puedan ayudarte a crecer en aquello que te apasiona… En definitiva, una pequeña gran lección de cómo convertirse en un verdadero crack.
 
Fijaros hasta que punto fue impactante para mí la actuación de Pau y Rosana que hasta los temas que eligieron para cantar juntos me dijeron mucho acerca de personas como ellos que luchan cada día por superarse a si mismos: «Sin miedo», «Para nada» y «No sé mañana». No se si estuvo preparado, pero esos tres títulos me dejaron un mensaje: actúa sin miedo, porque aunque temas que no sirva para nada, no sabrás si mañana tendrás la oportunidad de probarlo. ¡Genial!
 
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Sin miedo

 
Anoche, como es mi costumbre desde hace mucho tiempo, me acosté escuchando el programa radiofónico de la cadena SER «El Larguero» dirigido por José Ramón de la Morena. Como es conocido, se trata de un programa en el que se repasan las noticias deportivas del día, con especial atención al mundo futbolístico. Sin embargo, la pasada madrugada, en la que se antojaba que lo más destacado fuese el fútbol -por aquello de que se jugaron partidos de la sexta jornada de liga-, el protagonismo absoluto se lo llevaron Pau Gasol y la cantante Rosana. Un deportista de élite, quizás el mejor jugador español de baloncesto de todos los tiempos, y la entrañable cantaautora canaria hicieron varios duetos con la única compañía de la pasión que ponía Rosana con su guitarra, para el deleite de aquellos y aquellas que, como yo, sintonizábamos la SER en ese momento.

Y ese deleite no se debía a que Pau cantase como Sinatra o a que yo tenga una especial devoción por Rosana y sus temas musicales, sino porque tuve el privilegio de sentir a través de las ondas cómo un gran deportista, como Gasol, fue capaz de salirse de su elemento, de su medio natural (de la cancha), para disfrutar con una de sus pasiones en la vida, cantar; y todo ello en el marco de un programa deportivo que poco o nada tiene que ver con la música habitualmente. De esta forma anoche, «El Larguero» se convirtió en un ‘laboratorio’ en el que se catalizaron sinergias: la habilidad y la creatividad de su conductor, José Ramón de la Morena, para intercalar entre tanta noticia deportiva (a veces insulsa) un momento diferente y singular -yo diría único-, la fuerza y la raza de Rosana capaz de plasmar la cruda realidad del mundo en sus melodías llenas de sensibilidad, y la entrega, el arrojo y el entusiasmo de Pau Gasol, quien con espíritu de gigante (no es una hipérbole fácil) se puso delante del micrófono y demostró que cuando algo te apasiona, te hace sentir bien y te sirve para ser un poco más feliz tienes que lanzarte y hacerlo. Como él mismo diría en el programa, esa actitud de valentía y de estar constantemente probando cosas nuevas es lo que le ha llevado a superarse a sí mismo y a mantenerse en la élite desde que debutase en el basket profesional siendo casi un adolescente. No en vano no es la primera vez, Pau ha hecho sus pinitos como actor en la conocida serie CSI, y ha cantado anteriormente con Estopa y Amaral entre otros.
 
Es cierto que cuando eres un crack y un personaje famoso como Gasol son muchas las puertas que se abren, e innumerables las oportunidades que te da la vida, para que puedas explorar aquellos campos que más te gustan, pero no menos cierto es que ayer Pau Gasol obsequió a los oyentes de la SER reflexiones personales muy interesantes, sobre todo para aquellos/as adoslescentes y jóvenes que siguen su trayectoria deportiva y lo tienen como un referente. La orientación al logro, la osadía, la búsqueda de nuevas sensaciones, salir de la zona de confort y la comodidad, perder la verguenza y el miedo al fracaso, probarse a sí mismo, persistir en el intento, buscar sinergias con personas que puedan ayudarte a crecer en aquello que te apasiona… En definitiva, una pequeña gran lección de cómo convertirse en un verdadero crack.
 
Fijaros hasta que punto fue impactante para mí la actuación de Pau y Rosana que hasta los temas que eligieron para cantar juntos me dijeron mucho acerca de personas como ellos que luchan cada día por superarse a si mismos: «Sin miedo», «Para nada» y «No sé mañana». No se si estuvo preparado, pero esos tres títulos me dejaron un mensaje: actúa sin miedo, porque aunque temas que no sirva para nada, no sabrás si mañana tendrás la oportunidad de probarlo. ¡Genial!
 
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