La novela

Llevo muchos meses sin publicar apenas nada pues dedico casi todo mi tiempo a la escritura de una novela que debe ser clásica y monumental: será la típica historia del hombre inadecuado en el momento equivocado, enamorado de una mujer escurridiza y silenciosa dominada por un tercero: un extranjero misterioso y de pasado inolvidable que nadie recuerda. El extranjero debe ser belga, evidentemente. Con estos datos ya debéis intuir que en mi novela no faltarán un niño misterioso y su extraña hermana, la institutriz, un hermoso jardinero y una ciudad acobardada por un secreto y un enemigo monstruoso que nadie osa ni nombrar. Por supuesto, claro está, mi novela debe acabar con un incendio, pero aquí no puedo adelantar noticias pues aún no he escrito ese capítulo y no estoy seguro de si en el incendio habrá un muerto, más de uno o ninguno. Ignoro si el incendio será mortal o simplemente estético, es decir, un incendio pavoroso y bomberos desbordados o uno de esos incendios con buhardillas furiosamente humeantes y noches sin luna que se aclaran gracias al fuego. Mientras tanto sigo trabajando con los personajes y sus circunstancias, veo claro que no habrá ni perros, gatos ni caballos pero sí una anciana madre. Ya debéis intuir, como yo, que el protagonista bebe demasiado y visita a su madre menos de lo que debería. Y sospecho que no os sorprenderé si descubro que la madre, una tarde de domingo, morirá silenciosamente en el jardín ante el parterre de los rododendros. Aún tengo que buscar unos rododendros en el google y saber cómo son, para poder describir con todo tipo de detalles la muerte de la anciana, digna pero estrepitosa. Por cierto, esa misma tarde la madre le habrá revelado a su hijo, extrañamente sobrio ese día, los misterios del pasado y las claves del futuro y cerrando los ojos le contará qué hizo antes de morir su padre con el dinero que le robó al belga durante la guerra, no sé aún cuál. Las revelaciones de la anciana me tienen en ascuas y de hecho las ignoraré hasta que no escriba ese capítulo; yo empiezo por el inicio y terminaré por el final, con el incendio, ya sabéis, pero de momento aún sigo estancado con la llegada a la ciudad aterrada de la mujer escurridiza y silenciosa. Y rubia. Bueno, quizá no.

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La novela

Llevo muchos meses sin publicar apenas nada pues dedico casi todo mi tiempo a la escritura de una novela que debe ser clásica y monumental: será la típica historia del hombre inadecuado en el momento equivocado, enamorado de una mujer escurridiza y silenciosa dominada por un tercero: un extranjero misterioso y de pasado inolvidable que nadie recuerda. El extranjero debe ser belga, evidentemente. Con estos datos ya debéis intuir que en mi novela no faltarán un niño misterioso y su extraña hermana, la institutriz, un hermoso jardinero y una ciudad acobardada por un secreto y un enemigo monstruoso que nadie osa ni nombrar. Por supuesto, claro está, mi novela debe acabar con un incendio, pero aquí no puedo adelantar noticias pues aún no he escrito ese capítulo y no estoy seguro de si en el incendio habrá un muerto, más de uno o ninguno. Ignoro si el incendio será mortal o simplemente estético, es decir, un incendio pavoroso y bomberos desbordados o uno de esos incendios con buhardillas furiosamente humeantes y noches sin luna que se aclaran gracias al fuego. Mientras tanto sigo trabajando con los personajes y sus circunstancias, veo claro que no habrá ni perros, gatos ni caballos pero sí una anciana madre. Ya debéis intuir, como yo, que el protagonista bebe demasiado y visita a su madre menos de lo que debería. Y sospecho que no os sorprenderé si descubro que la madre, una tarde de domingo, morirá silenciosamente en el jardín ante el parterre de los rododendros. Aún tengo que buscar unos rododendros en el google y saber cómo son, para poder describir con todo tipo de detalles la muerte de la anciana, digna pero estrepitosa. Por cierto, esa misma tarde la madre le habrá revelado a su hijo, extrañamente sobrio ese día, los misterios del pasado y las claves del futuro y cerrando los ojos le contará qué hizo antes de morir su padre con el dinero que le robó al belga durante la guerra, no sé aún cuál. Las revelaciones de la anciana me tienen en ascuas y de hecho las ignoraré hasta que no escriba ese capítulo; yo empiezo por el inicio y terminaré por el final, con el incendio, ya sabéis, pero de momento aún sigo estancado con la llegada a la ciudad aterrada de la mujer escurridiza y silenciosa. Y rubia. Bueno, quizá no.

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La maternidad que nos cura

* Por Olga Carmona


Y sin embargo, es preciso que haya canto. 

No puedo ser únicamente un grito.
Escuchad cómo lloran en vuestro interior las historias del pasado.
El terrible grano que siembran hace que maduren con cada poema las energías renovadas.   
L.Aragón.



Siempre hablamos de la necesidad de trabajar nuestras sombras para no proyectarlas sobre nuestros hijos, de la importancia de curar nuestras heridas para ejercer una maternidad lo más sana posible y no trasladar basuras que no les pertenecen a quienes más queremos.

Sin embargo, yo quiero hablar de la maternidad como la más potente de las fuentes de autoconocimiento, de motivación, de crecimiento personal, de transformación y también, claro que sí, de cura.
En mi día a día trabajo con mujeres cuya maternidad las ha salvado, en algunos casos, literalmente: están vivas gracias a ese cable a tierra que ha supuesto un hijo. Mujeres con heridas feroces, llenas de agujeros negros de desolación, con enormes faltas de amor primario, mujeres dependientes de la opinión del mundo, bloqueadas en muchas zonas de sí mismas, heridas, heridas en profundidad… han llegado  a la maternidad desde los lugares más diversos, a veces, sin ni siquiera quererlo y han encontrado en ella un desconcertante y arrollador amor que las ha inundado enteras, se han sentido plenas, han saboreado en silencio y con los ojos cerrados el amor incondicional, ese que les negaron desde antes de nacer.
La maternidad que cura nos rescata de la soledad y muchas veces, orienta el sentido de la vida.
Esas miradas límpias, inocentes, radicales en su emoción, tienen la habilidad de conectarse con lo más sano de nosotras mismas, nos vuelven generosas, nos obligan a sonreír, a cantar, a contener, recolocan y afirman nuestras prioridades, nos ejercitan en la paciencia, nos vuelve valientes, nos impulsan a cambiar.
La maternidad que cura nos descubre que la felicidad no era una utopía a la que no teníamos derecho, por lejana, por difícil, por inalcanzable. Ahora resulta que está ahí, en el día a día, en una mirada, en un abrazo, en una carita dormida, en un llanto consolado, en una pregunta llena de confianza, en una manita que te toca para dormirse, en hacer una trenza, en leer un cuento,  en ayudar con las tareas, en el te quiero más real, más honesto, más puro que nunca hayamos dicho y sobretodo el más inmenso que jamás hayamos escuchado.
La maternidad que cura nos hermana a todas en nuestra condición de mamíferas y nos recuerda que también, o sobre todo, somos instinto y fuerza, nos reconcilia con el cuerpo y con el género, nos enseña a amar desde la amorosa renuncia, crecemos.
Yo mujer y madre, herida de guerra también, quiero acariciar con la palabra y felicitar a esas mujeres que han apostado por esta maternidad terapéutica, que confían en curar sus heridas por y con amor, que a través de una dolorosa conciencia de sus sombras han elegido un camino de crianza distinto al que tuvieron, que tienen que reinventarse sin referentes, día a día, que muchas veces se quedan sin respuestas, que se equivocan, que se confrontan, que lloran y se duelen, pero dejan que el amor las guíe, que la maternidad las cure.
Transitamos por un camino sin señales ni indicaciones, improvisando en cada obstáculo, pero con una luz muy clara: el amor, que nos cura.
Olga Carmona

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La maternidad que nos cura

* Por Olga Carmona


Y sin embargo, es preciso que haya canto. 

No puedo ser únicamente un grito.
Escuchad cómo lloran en vuestro interior las historias del pasado.
El terrible grano que siembran hace que maduren con cada poema las energías renovadas.   
L.Aragón.



Siempre hablamos de la necesidad de trabajar nuestras sombras para no proyectarlas sobre nuestros hijos, de la importancia de curar nuestras heridas para ejercer una maternidad lo más sana posible y no trasladar basuras que no les pertenecen a quienes más queremos.

Sin embargo, yo quiero hablar de la maternidad como la más potente de las fuentes de autoconocimiento, de motivación, de crecimiento personal, de transformación y también, claro que sí, de cura.
En mi día a día trabajo con mujeres cuya maternidad las ha salvado, en algunos casos, literalmente: están vivas gracias a ese cable a tierra que ha supuesto un hijo. Mujeres con heridas feroces, llenas de agujeros negros de desolación, con enormes faltas de amor primario, mujeres dependientes de la opinión del mundo, bloqueadas en muchas zonas de sí mismas, heridas, heridas en profundidad… han llegado  a la maternidad desde los lugares más diversos, a veces, sin ni siquiera quererlo y han encontrado en ella un desconcertante y arrollador amor que las ha inundado enteras, se han sentido plenas, han saboreado en silencio y con los ojos cerrados el amor incondicional, ese que les negaron desde antes de nacer.
La maternidad que cura nos rescata de la soledad y muchas veces, orienta el sentido de la vida.
Esas miradas límpias, inocentes, radicales en su emoción, tienen la habilidad de conectarse con lo más sano de nosotras mismas, nos vuelven generosas, nos obligan a sonreír, a cantar, a contener, recolocan y afirman nuestras prioridades, nos ejercitan en la paciencia, nos vuelve valientes, nos impulsan a cambiar.
La maternidad que cura nos descubre que la felicidad no era una utopía a la que no teníamos derecho, por lejana, por difícil, por inalcanzable. Ahora resulta que está ahí, en el día a día, en una mirada, en un abrazo, en una carita dormida, en un llanto consolado, en una pregunta llena de confianza, en una manita que te toca para dormirse, en hacer una trenza, en leer un cuento,  en ayudar con las tareas, en el te quiero más real, más honesto, más puro que nunca hayamos dicho y sobretodo el más inmenso que jamás hayamos escuchado.
La maternidad que cura nos hermana a todas en nuestra condición de mamíferas y nos recuerda que también, o sobre todo, somos instinto y fuerza, nos reconcilia con el cuerpo y con el género, nos enseña a amar desde la amorosa renuncia, crecemos.
Yo mujer y madre, herida de guerra también, quiero acariciar con la palabra y felicitar a esas mujeres que han apostado por esta maternidad terapéutica, que confían en curar sus heridas por y con amor, que a través de una dolorosa conciencia de sus sombras han elegido un camino de crianza distinto al que tuvieron, que tienen que reinventarse sin referentes, día a día, que muchas veces se quedan sin respuestas, que se equivocan, que se confrontan, que lloran y se duelen, pero dejan que el amor las guíe, que la maternidad las cure.
Transitamos por un camino sin señales ni indicaciones, improvisando en cada obstáculo, pero con una luz muy clara: el amor, que nos cura.
Olga Carmona

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Nuestros hijos podrían ser vigilados

Lo primero que a uno se le ocurre con un titulo así es una especie de Gran Hermano, cámaras que permiten ver cada movimiento de nuestros hijos y observan sus movimientos. Pero la cuestión es que la vista ya no es un sentido tan importante, hay muchos métodos mejores para seguir a una persona si […]

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Omisión de privilegios como modo de castigo

Paternidad con Apego
Paternidad con Apego – Crianza con apego, paternidad y disciplina positiva. Reflexiones, ideas y conclusiones sobre la crianza basada en el respeto y el cariño.

Como comentario a la entrada ¿Significa la crianza respetuosa dejar a los niños hacer lo que quieran?, un seguidor del blog escribe: “Me ha gustado bastante este articulo, lo considero muy util ahora en mi faceta de padre primerizo. Sin embargo, en el tema de los castigos discrepo un poco. Lo que pasa es que es […]

La entrada Omisión de privilegios como modo de castigo se publicó originalmente en Paternidad con Apego.

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¿Justicia? ¿Qué justicia?

Hoy escribo esta entrada desde los juzgados. Citados a las 11 de la mañana, son las 12.30 hs,la vista todavía no ha empezado y me he decidido a poner negro sobre blanco las sensaciones que me invaden pocos minutos antes de afrontar una situación que a los pediatras nos resulta especialmente triste y desagradable: un juicio por un caso de posibles malos tratos a un menor por parte de sus padres.
Antes de la vista, el escenario es cuando menos extraño. Padres, menor,abogados,peritos, maestros de escuela y pediatra de urgencias (servidor) compartimos un reducido espacio donde las miradas de los distintos «bandos» apenas se cruzan. El niño, un muchacho de unos 8 años, parece tranquilo y juguetea con su hermana mayor. Los abogados transitan nerviosos por el pasillo del juzgado mientras dan conversación a sus clientes. Las maestras y yo compartimos espera mientras tuiteamos, charlamos y aprovechamos el tiempo para resolver algunos asuntos de trabajo. 
De nuestras declaraciones, imperfectas y sometidas a las presiones de los letrados, y de algunas pruebas objetivas, va a depender de si este chico, afable y simpático, será separado de sus padres y si estos últimos recibirán una sentencia de culpabilidad o no. La verdad es que se me hace difícil pensar que una frase mal entendida o alguna respuesta bienintencionada puedan decantar la balanza hacia uno u otro lado si es que eso es lo que pretende este juicio. Una balanza imperfecta y mal calibrada que, decante hacia donde se decante, no declarará vencedores ni vencidos si no que señalará de por vida  a una familia sacudida por los vaivenes de la vida.

             
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¿Justicia? ¿Qué justicia?

Hoy escribo esta entrada desde los juzgados. Citados a las 11 de la mañana, son las 12.30 hs,la vista todavía no ha empezado y me he decidido a poner negro sobre blanco las sensaciones que me invaden pocos minutos antes de afrontar una situación que a los pediatras nos resulta especialmente triste y desagradable: un juicio por un caso de posibles malos tratos a un menor por parte de sus padres.
Antes de la vista, el escenario es cuando menos extraño. Padres, menor,abogados,peritos, maestros de escuela y pediatra de urgencias (servidor) compartimos un reducido espacio donde las miradas de los distintos «bandos» apenas se cruzan. El niño, un muchacho de unos 8 años, parece tranquilo y juguetea con su hermana mayor. Los abogados transitan nerviosos por el pasillo del juzgado mientras dan conversación a sus clientes. Las maestras y yo compartimos espera mientras tuiteamos, charlamos y aprovechamos el tiempo para resolver algunos asuntos de trabajo. 
De nuestras declaraciones, imperfectas y sometidas a las presiones de los letrados, y de algunas pruebas objetivas, va a depender de si este chico, afable y simpático, será separado de sus padres y si estos últimos recibirán una sentencia de culpabilidad o no. La verdad es que se me hace difícil pensar que una frase mal entendida o alguna respuesta bienintencionada puedan decantar la balanza hacia uno u otro lado si es que eso es lo que pretende este juicio. Una balanza imperfecta y mal calibrada que, decante hacia donde se decante, no declarará vencedores ni vencidos si no que señalará de por vida  a una familia sacudida por los vaivenes de la vida.

             
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¿Qué es āsana?



 Āsana (en sánscrito , pronunciado originalmente /ásana/ pero actualmente también /asána/) y que comúnmente se la nombra con el artículo femenino, es en realidad el  āsana. El siginficado de āsana se ha desvirtuado en el proceso de transliteración llegándo a nuestras clases de yoga el término postura. Postura del camello, postura de la pinza, etc…Esto  ha producido una pérdida con  la transliteración de como nos llegó originalmente en las traducciones, obiando algunos detalles importantes que hacen que hayamos perdido su mensaje. Y si buscaramos el término postura,  encontraríamos sinónimos como posición, actitud, colocación, situación, pose, apariencia, aire, forma, modo, presencia, figura, planta. 


Sin embargo āsana lo definió Patañjali (siglo III a de C.) como asiento. Asentar es poner, colocar, situar, instalar, establecer, avecindar, domiciliar, fijar, radicar, fundar, levantar, edificar, construir, crear. Y Rafael Romero, profesor de Yoga lo completo como un establecimiento de toda la naturaleza del ser humano en un momento espacio/tiempo donde colocamos todos los planos de nuestra naturaleza (física, emocional, energética, mental y espiritual). Este asiento a su vez se caracteriza por:


– Facilitación.

– Comodidad.
– Elastificación.
– Fuerza.
– Respiración.
– Atención.
– Visualización.
– Emisión o no de sonidos y/o palabras.

Las características de un āsana están constituidas por todos los esquemas de la naturaleza humana más las características propias del āsana. Todos los āsanas tienen un lenguaje de interpretación, un lenguaje de orientación y también un lenguaje simbólico.





El sadhaka (practicante) tiene que identificarse con las características. Estas son su significado, su origen, que representa y cual es su objetivo.


Todos los  āsanas llevan implícitos un mecanismo de acercamiento un mecanismo de quietud, un espacio de silencio, un microespacio de progresión, un espacio de relajación y otro espacio de retorno.


El āsana se acompaña de un alto nivel de conciencia. Sólo de esa forma se obtendrán los efectos terapéuticos, psicológicos, pránicos, dianicos (de Dyana)…


Todos los āsanas son actos de presencia. Una de las características del asiento es que uno se asienta para ser presente continuo. Y toda la experiencia nos induce a la experiencia. Y toda experiencia nos induce al conocimiento. Y todo conocimiento nos lleva a la libertad. Hacia el mukhtá o mukh. La emancipación. Emanciparse es sinónimo de desidentificarse. Desidentificarse en de ham na ham que significa “yo no soy el cuerpo”. Ya que según la Yoga el cuerpo nunca es un medio es tan sólo un fin.

Y emanciparse significa crecer.


Por eso, cuando nos refiramos a las posturas del Yoga no nos olvidemos de la naturaleza que dió origen a esa práctica. Bebamos de la tradición. Busquemos en las raíces. Nademos en su aguas limpias y buceemos en su conocimiento.
Om Samti.



Fuentes:

 Textos recogidos en el “Taller de Yakrt. Yoga Estacional” Impartido Rafael Romero en el Ashram de San Martín de Valdeiglesias (Madrid) el Abril de 2011.

Imágenes



http://www.morguefile.com/creative/nikilynne



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¿Qué es āsana?



 Āsana (en sánscrito , pronunciado originalmente /ásana/ pero actualmente también /asána/) y que comúnmente se la nombra con el artículo femenino, es en realidad el  āsana. El siginficado de āsana se ha desvirtuado en el proceso de transliteración llegándo a nuestras clases de yoga el término postura. Postura del camello, postura de la pinza, etc…Esto  ha producido una pérdida con  la transliteración de como nos llegó originalmente en las traducciones, obiando algunos detalles importantes que hacen que hayamos perdido su mensaje. Y si buscaramos el término postura,  encontraríamos sinónimos como posición, actitud, colocación, situación, pose, apariencia, aire, forma, modo, presencia, figura, planta. 


Sin embargo āsana lo definió Patañjali (siglo III a de C.) como asiento. Asentar es poner, colocar, situar, instalar, establecer, avecindar, domiciliar, fijar, radicar, fundar, levantar, edificar, construir, crear. Y Rafael Romero, profesor de Yoga lo completo como un establecimiento de toda la naturaleza del ser humano en un momento espacio/tiempo donde colocamos todos los planos de nuestra naturaleza (física, emocional, energética, mental y espiritual). Este asiento a su vez se caracteriza por:


– Facilitación.

– Comodidad.
– Elastificación.
– Fuerza.
– Respiración.
– Atención.
– Visualización.
– Emisión o no de sonidos y/o palabras.

Las características de un āsana están constituidas por todos los esquemas de la naturaleza humana más las características propias del āsana. Todos los āsanas tienen un lenguaje de interpretación, un lenguaje de orientación y también un lenguaje simbólico.





El sadhaka (practicante) tiene que identificarse con las características. Estas son su significado, su origen, que representa y cual es su objetivo.


Todos los  āsanas llevan implícitos un mecanismo de acercamiento un mecanismo de quietud, un espacio de silencio, un microespacio de progresión, un espacio de relajación y otro espacio de retorno.


El āsana se acompaña de un alto nivel de conciencia. Sólo de esa forma se obtendrán los efectos terapéuticos, psicológicos, pránicos, dianicos (de Dyana)…


Todos los āsanas son actos de presencia. Una de las características del asiento es que uno se asienta para ser presente continuo. Y toda la experiencia nos induce a la experiencia. Y toda experiencia nos induce al conocimiento. Y todo conocimiento nos lleva a la libertad. Hacia el mukhtá o mukh. La emancipación. Emanciparse es sinónimo de desidentificarse. Desidentificarse en de ham na ham que significa “yo no soy el cuerpo”. Ya que según la Yoga el cuerpo nunca es un medio es tan sólo un fin.

Y emanciparse significa crecer.


Por eso, cuando nos refiramos a las posturas del Yoga no nos olvidemos de la naturaleza que dió origen a esa práctica. Bebamos de la tradición. Busquemos en las raíces. Nademos en su aguas limpias y buceemos en su conocimiento.
Om Samti.



Fuentes:

 Textos recogidos en el “Taller de Yakrt. Yoga Estacional” Impartido Rafael Romero en el Ashram de San Martín de Valdeiglesias (Madrid) el Abril de 2011.

Imágenes



http://www.morguefile.com/creative/nikilynne



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La competición y los retos

Competir es probablemente algo intrínseco al ser humano, y quizás por ello uno de los motores que nos han permitido evolucionar y mejorar. Tomar como referencia una marca y prepararte para superarla es una forma de avanzar. Es por ello que no trato de criticarla en su esencia, sino en su variante más comercial que es la que hoy en día nos rodea, conviertiendo al deporte en un gran negocio. He competido mucho, en Judo, Futbol, Esquí de montaña, Ciclismo, Maratones y demás carreras  con lo que creo tener una opinión formada a cerca de lo que la competición supone, y sobre todo en como ha evolucionado estos últimos años al popularizarse determinadas actividades y pasar a ser un negocio muy lucrativo.
Pruebas como la mítica Quebrantahuesos permiten el robo de pagar por apuntarse sin opción a participar solo por la enorme demanda con la que cuentan.
Cierto es que la mejor competición es la que se hace con uno mismo tratando de mejorar y superarnos, aunque la compañía y lo que aporta como referente es siempre un apoyo.
Actualmente el número de pruebas en los deportes de moda se múltiplican cada temporada y se dan casos en los que los participantes tienen agendas saturadísimas cual profesionales del deporte.Poner uno o dos objetivos competitivos son más que suficientes para un deportista amateur, en la que la esencia del deporte se apoya en la salud.
A favor de las pruebas diré que es cierto que cuando un número considerable de personas (cada una con sus ideologías, valores y creencias), se juntan para hacer una prueba deportiva común que depende de cada uno, se genera una energía colectiva que podemos sentir y nos hace entender nuestra parte más social.
No sé si será mi individualismo o el carácter soñador, pero siempre me han atraído los retos personales como modelo ideal de competición, en la que eres tu mismo el que conociendo tus aptitudes y debilidades te planteas un proyecto que supone superarte y tener que organizar y planificar tu entrenamiento para conseguirlo.

El montañismo se mueve esencialmente por eso, y el reto de una nueva montaña está siempre motivando en algún lugar a una persona que quiere alcanzarla. Así surgieron las primeras rutas, los tresmiles, los Alpes.. y con el mismo «leitmotiv» vinieron los viajes en bici, hasta el día que me fuí de mi casa a Budapest cruzando Europa.
Los retos mueven el mundo allí por donde vayamos, y lo mejor es que los podemos adaptar a nuestra vida y al momento en que nos encontramos.
Mi último reto es este…#LarutadeMara

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La competición y los retos

Competir es probablemente algo intrínseco al ser humano, y quizás por ello uno de los motores que nos han permitido evolucionar y mejorar. Tomar como referencia una marca y prepararte para superarla es una forma de avanzar. Es por ello que no trato de criticarla en su esencia, sino en su variante más comercial que es la que hoy en día nos rodea, conviertiendo al deporte en un gran negocio. He competido mucho, en Judo, Futbol, Esquí de montaña, Ciclismo, Maratones y demás carreras  con lo que creo tener una opinión formada a cerca de lo que la competición supone, y sobre todo en como ha evolucionado estos últimos años al popularizarse determinadas actividades y pasar a ser un negocio muy lucrativo.
Pruebas como la mítica Quebrantahuesos permiten el robo de pagar por apuntarse sin opción a participar solo por la enorme demanda con la que cuentan.
Cierto es que la mejor competición es la que se hace con uno mismo tratando de mejorar y superarnos, aunque la compañía y lo que aporta como referente es siempre un apoyo.
Actualmente el número de pruebas en los deportes de moda se múltiplican cada temporada y se dan casos en los que los participantes tienen agendas saturadísimas cual profesionales del deporte.Poner uno o dos objetivos competitivos son más que suficientes para un deportista amateur, en la que la esencia del deporte se apoya en la salud.
A favor de las pruebas diré que es cierto que cuando un número considerable de personas (cada una con sus ideologías, valores y creencias), se juntan para hacer una prueba deportiva común que depende de cada uno, se genera una energía colectiva que podemos sentir y nos hace entender nuestra parte más social.
No sé si será mi individualismo o el carácter soñador, pero siempre me han atraído los retos personales como modelo ideal de competición, en la que eres tu mismo el que conociendo tus aptitudes y debilidades te planteas un proyecto que supone superarte y tener que organizar y planificar tu entrenamiento para conseguirlo.

El montañismo se mueve esencialmente por eso, y el reto de una nueva montaña está siempre motivando en algún lugar a una persona que quiere alcanzarla. Así surgieron las primeras rutas, los tresmiles, los Alpes.. y con el mismo «leitmotiv» vinieron los viajes en bici, hasta el día que me fuí de mi casa a Budapest cruzando Europa.
Los retos mueven el mundo allí por donde vayamos, y lo mejor es que los podemos adaptar a nuestra vida y al momento en que nos encontramos.
Mi último reto es este…#LarutadeMara

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Dr Who enseña a programar

Hace un tiempo que se viene hablando sobre la idea de enseñarle a programar a los chicos en las escuelas. Quizás no una programación avanzada, sino algo acorde a sus edades para comenzar a incorporar el razonamiento lógico, las variables, loops, condicionales, etc. Algo que en el futuro va a ser muy importante y les […]

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Extravagancias interiores

En 1903 Thomas Mann publicó Tonio Kröger, breve novela de carácter autobiográfico en la que se esbozan sus primeros años de formación como escritor. En una escena, el protagonista, el Tonio Kröger del título, charla con su amiga Lizaveta, una jovencita bohemia que se burla de su aspecto poco artístico «con su traje de aristócrata». Y Tonio responde airado:

«¡Déjeme usted en paz con mi vestido de aristócrata! ¿Preferiría verme pasear con una chaqueta de pana raída o un chaleco de seda roja? Cuando uno es artista, ya tiene bastante con sus extravagancias interiores. Por fuera hay que ir bien vestido, ¡diablos!, y comportarse como persona decente!»

Me encantan los clichés despedazados.

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Extravagancias interiores

En 1903 Thomas Mann publicó Tonio Kröger, breve novela de carácter autobiográfico en la que se esbozan sus primeros años de formación como escritor. En una escena, el protagonista, el Tonio Kröger del título, charla con su amiga Lizaveta, una jovencita bohemia que se burla de su aspecto poco artístico «con su traje de aristócrata». Y Tonio responde airado:

«¡Déjeme usted en paz con mi vestido de aristócrata! ¿Preferiría verme pasear con una chaqueta de pana raída o un chaleco de seda roja? Cuando uno es artista, ya tiene bastante con sus extravagancias interiores. Por fuera hay que ir bien vestido, ¡diablos!, y comportarse como persona decente!»

Me encantan los clichés despedazados.

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"Estar bien" es como no decir nada.

Nuestro hogar es el cuerpo, la mente y nuestras emociones. Y es necesario saber que pasa dentro de nuestro hogar  para poder expresarnos y poder sanarnos. Cuando somos niños sentimos también, y por eso los niños no paran de moverse, de jugar porque necesitan hacerlo para sentir. Pero no están preparados para interpretar los que les pasa con la palabra, pero si con los gestos, con la risa, con el llanto. En la escuela, donde en general no dejan moverse a los niños y ni tampoco que se expresen tal y como son cada uno, que el resultado en muchos de los casos es la amputación de todo aquello que les sale de su mente creativa y por ende de su corazón. Si estas escuelas dejaran al niño, Seguramente en su adolescencia comenzaría a expresar aquello que pasa dentro de él de manera más clara, más  profunda. Y así algún día cuando tenga cuarenta, cincuenta o sesenta años y algún amigo, o quizás su madre le pregunte: ¿Qué tal estás? pueda contestar con toda su sinceridad de lo que le está pasando dentro de si, en su pequeño hogar. Si estás triste, si estás profundamente feliz, si estás tranquilo, o embargado quizás por un gran vacío. Así es como se abre el corazón y se comparte, se disfruta del otro y se le puede dar la oportunidad de amarlo.

http://www.morguefile.com

 Por eso cuando nos preguntamos de corazón: ¿Cómo estás?, cuando el corazón no queremos que hable decimos «estamos bien». Y como eso realmente lo que nos muestra es que no queremos compartir lo que nos pasa. Que estamos con el corazón cerrado y que tenemos tanto miedo a abrirlo. Y así dejamos que se marchite dentro de nuestra casa, de nuestro cuerpo, de nuestra mente, de nuestro ser.

Por eso cuando un amigo, un hijo, un hermano, un padre, una madre o un alma buena te pregunte: ¿Cómo estás?. Ábrele tu corazón. Dile lo que realmente te pasa. Los dos vais a salir ganando porque a lo mejor vuestros corazones tienen algo que decirse.

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"Estar bien" es como no decir nada.

Nuestro hogar es el cuerpo, la mente y nuestras emociones. Y es necesario saber que pasa dentro de nuestro hogar  para poder expresarnos y poder sanarnos. Cuando somos niños sentimos también, y por eso los niños no paran de moverse, de jugar porque necesitan hacerlo para sentir. Pero no están preparados para interpretar los que les pasa con la palabra, pero si con los gestos, con la risa, con el llanto. En la escuela, donde en general no dejan moverse a los niños y ni tampoco que se expresen tal y como son cada uno, que el resultado en muchos de los casos es la amputación de todo aquello que les sale de su mente creativa y por ende de su corazón. Si estas escuelas dejaran al niño, Seguramente en su adolescencia comenzaría a expresar aquello que pasa dentro de él de manera más clara, más  profunda. Y así algún día cuando tenga cuarenta, cincuenta o sesenta años y algún amigo, o quizás su madre le pregunte: ¿Qué tal estás? pueda contestar con toda su sinceridad de lo que le está pasando dentro de si, en su pequeño hogar. Si estás triste, si estás profundamente feliz, si estás tranquilo, o embargado quizás por un gran vacío. Así es como se abre el corazón y se comparte, se disfruta del otro y se le puede dar la oportunidad de amarlo.

http://www.morguefile.com

 Por eso cuando nos preguntamos de corazón: ¿Cómo estás?, cuando el corazón no queremos que hable decimos «estamos bien». Y como eso realmente lo que nos muestra es que no queremos compartir lo que nos pasa. Que estamos con el corazón cerrado y que tenemos tanto miedo a abrirlo. Y así dejamos que se marchite dentro de nuestra casa, de nuestro cuerpo, de nuestra mente, de nuestro ser.

Por eso cuando un amigo, un hijo, un hermano, un padre, una madre o un alma buena te pregunte: ¿Cómo estás?. Ábrele tu corazón. Dile lo que realmente te pasa. Los dos vais a salir ganando porque a lo mejor vuestros corazones tienen algo que decirse.

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La música, Kepa Junkera y el el alma del pueblo.

Hoy quiero escribir sobre la importancia de la música para mi. Lo quiero contar desde el corazón. Un lenguaje abstracto, pero legible y reconocible cuando lo encontramos dentro de nosotros. Por eso siento que la música es importante para nuestro alma. Creo que si el alma tuviese un nutriente básico de que alimentarse este sería sin lugar a dudas de la música. Yo no entiendo mucho de música pero mi corazón si. En particular, a mi me llega  la música tradicional, también llamada folk.. Ahora se le llama «música de raíz». Término mucho más próximo a lo que yo siento al oírla. La raíz es algo que vive en la tierra, late dentro de ella y saca lo necesario para florecer de nuevo cada vez. Mi alma se revuelve y parece gritar al escuchar tambores, darbukas, cajones, txalapartas unido o no a instrumentos que se construyeron para llenar de sonidos las vidas de los que nos precedieron. Y que llegaron a nuestros días como un tesoro.

Cada uno de nosotros tiene en la memoria un sonido, un olor, un paisaje asociado a un sentimiento. Seguramente forjado desde nuestra más tierna infancia donde se empezó a crear el ser que ahora somos cada uno. A mi llega intensamente el aroma del pueblo, de mis veranos en Burgos, de mis abuelos, de mis primos, de mis encuentros con los muchachos de Huerta de Rey, de la naturaleza que envolvía todo esto.Por eso cuando escucho una música popular, de romería, de encuentro en la plaza, de las calles, de lo bares, mi mente fantasea y el sonido de la dulzaina, y los tambores nutren mis raíces, y siento correr la  tierra de mis antepasados por el torrente sanguíneo llegando a un territorio donde la razón no deja expresar lo que sientes, ya que eso está en el código de esa música, de esos sonidos, de ese puente hacia el alma que es la música.

Como hijo de la transición me he inspirado de las manifestaciones populares de los pueblos de España, de aquellos festivales de los años sesenta. De aquellos encuentros que se hicieron y a la que a tanta juventud hicieron movilizar, naciendo de la lucha contra la dictadura, me vienen a la memoria Jarcha, Oskorry, El Nuevo Mester de Juglaría, Fuxan os Ventos, Jose Antonio Labordeta, Benito Lertxundi, Chus Pedro,Candeal, Eliseo Parra y lo más granado de la cultura de esa época. Y de todos ellos llegaron más tarde Milladoiro, Xacaloma, los grupos galegos, Ixo Rai y a hasta hasta llegar a Carlos Nuñez, Mato Congrio, Hevia, Kepa Junkera y un numeroso elenco de grupos que en la actualidad miman y ponen en vigencia la música popular en Iberia.

Kepa Junkera

Entre tantos. Destaco a Kepa Junkera. Un músico que este año hace treinta y cinco años en la música. Kepa ya estaba en la música cuando yo sólo contaba con siete años, y lo descubrí cuando tenía veinticinco. Allá por el 1997 cuando le invitó La Musgaña a tocar en Madrid en su décimo aniversario, que por aquel entonces contaba todavía con Quique Almendros, una de las almas de ese grupo ya emblemático de la música popular. Era el mes de Abril y recuerdo cuando salió a escena para acompañar a La Musgaña en uno de sus temas, «Danzas de Burgos». Cuando desde mi asiento mi corazón empezó a palpitar y al instante Kepa hizo que conectase con la más sagrada conexión, la que me lleva a la tierra de mi padre y la de mi madre (concretamente de mi bisabuela materna). Me llevó al Pais Vasco desde mi Burgos de la infancia, con esa jota que sacó de su acordeón haciendo un sólo inolvidable. Desde entonces he seguido a este gran músico en todo el resto de su carrera hasta hoy y he de reconocer que en él encontré un trozo de mi alma. Veintiún años después de este encuentro su música me sigue haciendo vibrar. Siempre fiel a sus orígenes pero con una facilidad y vocación innata para mezclarse con todo tipo de músicas. Con él he viajado con  músicos de la península Iberica y del mundo que se han topado con su «trikitixa», así llamada el acordeón diatónico que domina con una perfección que no parece de este mundo.

Si la música es el alma de los pueblos, Kepa encarna para mi un alma gemela. Su discurso musical para mi es nítido, esperando siempre una oportunidad para abrir su corazón como lo hace con el fuelle de su «triki». José Saramago escribió en el 2008 : «Hay un pueblo músico donde están representados todos los pueblos del mundo, como si fuese una casa común. El arquitecto y albañil se llama Kepa». Como así creo que su sonido es el sonido de los pueblos.

El próximo mes Kepa va a parir su próximo trabajo, todavía con la resaca del anterior dedicado a uno de los lugares más mágicos que conozco, Galicia. Y yo sólo pido que la música siga haciendo vibrar de esta manera.Que sea el silencio divino el que lo permita.

Gracias música, gracias tierra, gracias Kepa.

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La música, Kepa Junkera y el el alma del pueblo.

Hoy quiero escribir sobre la importancia de la música para mi. Lo quiero contar desde el corazón. Un lenguaje abstracto, pero legible y reconocible cuando lo encontramos dentro de nosotros. Por eso siento que la música es importante para nuestro alma. Creo que si el alma tuviese un nutriente básico de que alimentarse este sería sin lugar a dudas de la música. Yo no entiendo mucho de música pero mi corazón si. En particular, a mi me llega  la música tradicional, también llamada folk.. Ahora se le llama «música de raíz». Término mucho más próximo a lo que yo siento al oírla. La raíz es algo que vive en la tierra, late dentro de ella y saca lo necesario para florecer de nuevo cada vez. Mi alma se revuelve y parece gritar al escuchar tambores, darbukas, cajones, txalapartas unido o no a instrumentos que se construyeron para llenar de sonidos las vidas de los que nos precedieron. Y que llegaron a nuestros días como un tesoro.

Cada uno de nosotros tiene en la memoria un sonido, un olor, un paisaje asociado a un sentimiento. Seguramente forjado desde nuestra más tierna infancia donde se empezó a crear el ser que ahora somos cada uno. A mi llega intensamente el aroma del pueblo, de mis veranos en Burgos, de mis abuelos, de mis primos, de mis encuentros con los muchachos de Huerta de Rey, de la naturaleza que envolvía todo esto.Por eso cuando escucho una música popular, de romería, de encuentro en la plaza, de las calles, de lo bares, mi mente fantasea y el sonido de la dulzaina, y los tambores nutren mis raíces, y siento correr la  tierra de mis antepasados por el torrente sanguíneo llegando a un territorio donde la razón no deja expresar lo que sientes, ya que eso está en el código de esa música, de esos sonidos, de ese puente hacia el alma que es la música.

Como hijo de la transición me he inspirado de las manifestaciones populares de los pueblos de España, de aquellos festivales de los años sesenta. De aquellos encuentros que se hicieron y a la que a tanta juventud hicieron movilizar, naciendo de la lucha contra la dictadura, me vienen a la memoria Jarcha, Oskorry, El Nuevo Mester de Juglaría, Fuxan os Ventos, Jose Antonio Labordeta, Benito Lertxundi, Chus Pedro,Candeal, Eliseo Parra y lo más granado de la cultura de esa época. Y de todos ellos llegaron más tarde Milladoiro, Xacaloma, los grupos galegos, Ixo Rai y a hasta hasta llegar a Carlos Nuñez, Mato Congrio, Hevia, Kepa Junkera y un numeroso elenco de grupos que en la actualidad miman y ponen en vigencia la música popular en Iberia.

Kepa Junkera

Entre tantos. Destaco a Kepa Junkera. Un músico que este año hace treinta y cinco años en la música. Kepa ya estaba en la música cuando yo sólo contaba con siete años, y lo descubrí cuando tenía veinticinco. Allá por el 1997 cuando le invitó La Musgaña a tocar en Madrid en su décimo aniversario, que por aquel entonces contaba todavía con Quique Almendros, una de las almas de ese grupo ya emblemático de la música popular. Era el mes de Abril y recuerdo cuando salió a escena para acompañar a La Musgaña en uno de sus temas, «Danzas de Burgos». Cuando desde mi asiento mi corazón empezó a palpitar y al instante Kepa hizo que conectase con la más sagrada conexión, la que me lleva a la tierra de mi padre y la de mi madre (concretamente de mi bisabuela materna). Me llevó al Pais Vasco desde mi Burgos de la infancia, con esa jota que sacó de su acordeón haciendo un sólo inolvidable. Desde entonces he seguido a este gran músico en todo el resto de su carrera hasta hoy y he de reconocer que en él encontré un trozo de mi alma. Veintiún años después de este encuentro su música me sigue haciendo vibrar. Siempre fiel a sus orígenes pero con una facilidad y vocación innata para mezclarse con todo tipo de músicas. Con él he viajado con  músicos de la península Iberica y del mundo que se han topado con su «trikitixa», así llamada el acordeón diatónico que domina con una perfección que no parece de este mundo.

Si la música es el alma de los pueblos, Kepa encarna para mi un alma gemela. Su discurso musical para mi es nítido, esperando siempre una oportunidad para abrir su corazón como lo hace con el fuelle de su «triki». José Saramago escribió en el 2008 : «Hay un pueblo músico donde están representados todos los pueblos del mundo, como si fuese una casa común. El arquitecto y albañil se llama Kepa». Como así creo que su sonido es el sonido de los pueblos.

El próximo mes Kepa va a parir su próximo trabajo, todavía con la resaca del anterior dedicado a uno de los lugares más mágicos que conozco, Galicia. Y yo sólo pido que la música siga haciendo vibrar de esta manera.Que sea el silencio divino el que lo permita.

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