Fresco, un chivo con sueños.

Todos los animales de la granja estaban bastante nerviosos. Casi era final de Mayo y sabían lo que significaba. Cada año por estas fechas, todas las hembras de la comunidad daban a luz a sus “retoños”. La actividad era frenética, tanto por parte de los humanos como por parte de los animales. Unas incesantes entradas y salidas de los establos, porquerizas, corrales y gallineros con todo tipo de materiales y utensilios; pronosticaban los cambios que estaban por venir.
La cabra de la granja, a pesar de ser primeriza, fue la más madrugadora. Con los primeros rayos del Sol, de su establo salieron a tropezones cuatro chivos. Tres de color blanco y uno mezclado, de un color gris oscuro y negro. Cegados por la luz del día, los tres chivos blancos dieron media vuelta y regresaron rápidamente junto a su progenitora. Pero el chivo gris, guiado por el sonido del agua del río que delimitaba la granja, avanzó en línea recta buscando el origen de ese murmullo que escuchaba.
Fresco era de color gris oscuro y negro.

Con dificultad llegó a la orilla pero resbaló, cayendo de cabeza al agua. Al principio, chapoteó con energía, pero pasados unos segundos se dejó llevar por la corriente y se sumergió. Lejos de asustarse, el animal comenzó a disfrutar en ese entorno completamente extraño. Bajo el agua el pequeño chivo daba vueltas sobre si mismo, formando espirales. Cuando notaba que le faltaba el aire sacaba la cabeza, respiraba y volvía a sumergirse de inmediato.
Uno de los granjeros que observaba la escena, sacó del agua al chivo y exclamó:
– ¡Vaya susto te has llevado! Te llamaré Fresco, por que así te has quedado, empapado y bien fresquito- Tras observar que el animal se encontraba en perfectas condiciones, lo dejó con cuidado en el suelo.
A la mañana siguiente, Fresco salió de su establo y se dirigió directamente al río. Al llegar a la orilla, sin pensárselo dos veces, se lanzó al agua. A pesar de las burlas de sus hermanos, el chivo pasó un buen rato disfrutando. Esta vez no necesitó la ayuda del granjero y salió por su propio pie.
Las burlas de sus hermanos y del resto de animales de la granja eran continuas, a veces bastante crueles, pero no hacían mella en el pequeño chivo que cada día ejecutaba su ritual. A Fresco le encantaba el agua. En el río, se sentía libre y feliz.
Una mañana los tres hermanos de Fresco le siguieron en su recorrido sin dejar de reírse. El animal no se detuvo ni un momento y tal como hacía cada día, llegó a la orilla del río y se lanzó al agua. Absortos en sus risas, los hermanos de Fresco no se percataron de cómo eran de resbaladizas las hierbas de la orilla. Uno tras otro, como le había ocurrido al pequeño chivo gris el primer día, cayeron sin remedio en el agua.
– ¡Ayúdanos, Fresco, nos ahogamos!- Repetían sin cesar.
Sin dudarlo ni un instante, el experimentado nadador agarró fuertemente con los dientes por las orejas a sus hermanos y los sacó del agua.

 Fresco, un chivo con sueños.
Fresco, un chivo con sueños.

A la mañana siguiente, mientras se dirigía al río, los tres hermanos del chivo le siguieron en silencio. Esta vez sin reírse ni burlarse. Nunca más se burlaron de él. Ni sus hermanos, ni ningún otro animal de la granja. 

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Fresco, un chivo con sueños.

Todos los animales de la granja estaban bastante nerviosos. Casi era final de Mayo y sabían lo que significaba. Cada año por estas fechas, todas las hembras de la comunidad daban a luz a sus “retoños”. La actividad era frenética, tanto por parte de los humanos como por parte de los animales. Unas incesantes entradas y salidas de los establos, porquerizas, corrales y gallineros con todo tipo de materiales y utensilios; pronosticaban los cambios que estaban por venir.
La cabra de la granja, a pesar de ser primeriza, fue la más madrugadora. Con los primeros rayos del Sol, de su establo salieron a tropezones cuatro chivos. Tres de color blanco y uno mezclado, de un color gris oscuro y negro. Cegados por la luz del día, los tres chivos blancos dieron media vuelta y regresaron rápidamente junto a su progenitora. Pero el chivo gris, guiado por el sonido del agua del río que delimitaba la granja, avanzó en línea recta buscando el origen de ese murmullo que escuchaba.
Fresco era de color gris oscuro y negro.

Con dificultad llegó a la orilla pero resbaló, cayendo de cabeza al agua. Al principio, chapoteó con energía, pero pasados unos segundos se dejó llevar por la corriente y se sumergió. Lejos de asustarse, el animal comenzó a disfrutar en ese entorno completamente extraño. Bajo el agua el pequeño chivo daba vueltas sobre si mismo, formando espirales. Cuando notaba que le faltaba el aire sacaba la cabeza, respiraba y volvía a sumergirse de inmediato.
Uno de los granjeros que observaba la escena, sacó del agua al chivo y exclamó:
– ¡Vaya susto te has llevado! Te llamaré Fresco, por que así te has quedado, empapado y bien fresquito- Tras observar que el animal se encontraba en perfectas condiciones, lo dejó con cuidado en el suelo.
A la mañana siguiente, Fresco salió de su establo y se dirigió directamente al río. Al llegar a la orilla, sin pensárselo dos veces, se lanzó al agua. A pesar de las burlas de sus hermanos, el chivo pasó un buen rato disfrutando. Esta vez no necesitó la ayuda del granjero y salió por su propio pie.
Las burlas de sus hermanos y del resto de animales de la granja eran continuas, a veces bastante crueles, pero no hacían mella en el pequeño chivo que cada día ejecutaba su ritual. A Fresco le encantaba el agua. En el río, se sentía libre y feliz.
Una mañana los tres hermanos de Fresco le siguieron en su recorrido sin dejar de reírse. El animal no se detuvo ni un momento y tal como hacía cada día, llegó a la orilla del río y se lanzó al agua. Absortos en sus risas, los hermanos de Fresco no se percataron de cómo eran de resbaladizas las hierbas de la orilla. Uno tras otro, como le había ocurrido al pequeño chivo gris el primer día, cayeron sin remedio en el agua.
– ¡Ayúdanos, Fresco, nos ahogamos!- Repetían sin cesar.
Sin dudarlo ni un instante, el experimentado nadador agarró fuertemente con los dientes por las orejas a sus hermanos y los sacó del agua.

 Fresco, un chivo con sueños.
Fresco, un chivo con sueños.

A la mañana siguiente, mientras se dirigía al río, los tres hermanos del chivo le siguieron en silencio. Esta vez sin reírse ni burlarse. Nunca más se burlaron de él. Ni sus hermanos, ni ningún otro animal de la granja. 

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La Tarda a La Riera

stream_familiar_nature_coverDiumenge passat una excursioneta de tarda vora la riera veïna es va convertir, per als nostres nens i una amiga, en La Tarda a La Riera, amb majúscules. La Tarda que tots hauríem volgut gaudir de petits algun cop, d’aquelles que, n’estic segur, recordaran per sempre. D’aquelles que, fins i tot, enyoraran quan la memòria els traeixi i, com un sedàs que filtra i drena records mediocres, els faci creure que la seva infància va consistir, fonamentalment, en Tardes com aquella, quan les rieres, “en aquells temps”, eren una Riera com aquella. Tan de bo!

Els ingredients? Pocs i bons: tres nens i un punt de deixadesa per part de qui els havia de menar (jo), i és clar, una riera i una tarda de primavera.

La idea era simplement explorar una petita vall veïna, sense més ambicions que sortir, vagar i badar. Però el llit brillant de la riera, accessible per un petit pas que el trepitg dels senglars havia traçat entre les bardisses de la riba, va actuar com un imant. A l’altre cantó, un metre més avall, s’hi veia la llera, oberta, fangosa i amb un corriolet d’aigua cristal·lina circulant pel mig, lluent al sol de la tarda.

Hi podem anar?

-Sí, però aneu amb cura de no mullar-vos i no fer-vos mal…

Mal no se’n van fer.

Jo els anava seguint pel camí paral·lel a la riera, a pocs metres d’on eren ells, separats per un mur impenetrable de mil arbusts i lianes, invisibles però ben audibles. Mentre jo m’entretenia fent fotos de flors de sotabosc, anava sentint la cridòria infantil, bardisses enllà, i en tenia prou per saber que, si més no, eren vius. Un –o dos, o tres- “tot bé!?” de tant en tant, i un “síii!” murri per resposta, i així durant hora i escaig.

De seguida –vaig entendre- es van penjar les sabates al coll, lligades pels cordons, i descalços sobre el llot, van anar remuntant la riera. Crancs de riu, escarabats d’aigua i capgrossos anaven amenitzant l’aventura, fins que van arribar a una gorga infranquejable. Allà vaig aturar-me a espiar-los a través del fullam poc espès d’un sanguinyol, i vaig fer-los algunes fotos furtives, com qui fotografia fauna salvatge. Vaig tenir la sort de presenciar –i retratar- el moment precís en què una relliscada al fang i un error de càlcul batimètric submergien l’amiga fins la cintura, dins una aigua, en aquell moment, ja rogenca del llim en suspensió. Els bots del riure em van impedir seguir la sessió fotogràfica en condicions, però us ben asseguro que l’akelarre d’aigua i fang que va suposar l’operació de salvament de l’amiga hauria merescut el WordPressFoto a la “joie de vivre”.

sequenceia_riera_familiar_nature

A partir de llavors, la cosa va ser un pur “de perdidos al río”, que dien en castellà, i ja sense samarreta ni la més mínima mesura, l’exploració de la riera va assolir nivells a mig camí entre Festa Major, Humor Amarillo i National Geographic, pel que jo anava sentint i entreveient des del camí.

stream_kids_jump_familiar_natureA quarts de set vam donar l’expedició per acabada. Cantava el cucut, i l’aire tebi de la tarda s’anava refrescant. Els vaig donar tota la roba seca que vaig trobar: la meva samarreta, una vella camisa de llenyataire i el mono de treballar a l’hort. La pinta de la tropa, passejant pel bosc amb aquella vestimenta unes 15 talles més grans que la seva, i una mena d’eufòria rierenca corrent-los per les venes i regant-los el cervell, era impagable

rierakids__in_the_forest_familiar_naturePodent viure una Tarda a La Riera així, qualsevol perd la tarda mirant-se La Riera!

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LA DECISIÓN. Fauna y Flora de los Parques Infantiles (Parte 2)

Hoy hemos decidido ir al parque. Los tres, es decir, los dos enanos delincuentes y el padre ciclotímico, porque la madre ha puesto pies en polvorones y está trabajando. Son las 10:00 de la mañana, así que vamos a ir haciendo un poco de tiempo, que es sábado y tampoco es plan de pasarnos la jornada completa de descanso entre arena y toboganes. Aprovecho un despiste de ambos, que parecen ocupados destrozando el mobiliario de la habitación, para meterme en la ducha. Los ecologistas y Árias Cañete recomiendan duchas rápidas, pero eso es porque no tienen niños, porque de lo contrario la recomendación se presupone. Es inviable regocijarse en la ducha con un niño aporreando la puerta y una niña diciendo “papá date prisa que me hago caca”.


Tras pasar por la ducha como por un túnel de lavado, toca vestir a los dos calamares. Con Adriana no hay mucho problema, salvo porque ha olvidado limpiarse el trasero después de hacer popó. La coleta ya es otro cantar, pero en fin, dicen que esta primavera-verano se llevan las asimetrías. Lo de combinar colores y tejidos tampoco es relevante para ir al parque.


Con Nacho el combate comienza de inmediato. Primero hay que perseguirle por toda la casa, después inmovilizarle y arrastrarle hasta al cambiador evitando manotazos y patadas voladoras. Una vez allí, conviene rezar al Altísimo para que en ese pañal no haya deposiciones sólidas, o de lo contrario la batalla entra en un nuevo nivel. Con el niño en posición horizontal, hay que utilizar el brazo izquierdo para sujetar piernas y brazos y evitar que se incorpore, mientras con el derecho procedes a la operación limpieza. Para que luego digan que los hombres no sabemos hacer dos cosas a la vez. Vestirle es pan comido una vez superado el cambio de pañal, sólo hay que centrarse en mantener la inmovilización con el brazo izquierdo mientras con el otro quitas body, pones body, colocas calcetines, metes camiseta, subes pantalón y abrochas zapatillas. Luego hay que peinarle e intentar que no parezca Eduardo Inda, pero aquí fracaso siempre.


Hale, listos, los dos niños están vestidos y presuntamente peinados. Papá tiene que volver a pasar por la ducha porque el esfuerzo ha derivado en transpiración, y hay que estar presentables no vaya a ser que una vez en la calle surja algún planazo imprevisto como ir al Mercadona a por potitos.


Adriana dice que qué pasa, que cuándo vamos a llegar al parque. Nacho dice que jdefrefjnkaj el coche y que adsndfsondfoine al carro. Así que recojo sus sugerencias y amables apreciaciones y salimos a la calle. Bueno, al portal, porque hemos olvidado los juguetes, el agua, las galletas, las gafa de sol, el móvil y la dignidad. Son cerca de las 12 con la tontería y yo sin comida preparada, que la madre sigue con los pies en polvorones y hasta las 14 no llega de trabajar. 

Una vez repasado el inventario y con la bolsa del niño como la mochila de Dora, vislumbramos al fin el parque, que dista unos 500 metros de casa. Huelga decir que el camino hasta el mismo es una travesía por el desierto, con Nacho intentando bajarse del carro y Adriana, que es muy suya para estas cosas, tropezando cada dos pasos y a punto de reservar noche en Urgencias. Por fin llegamos y comienza la aventura….. 

CONTINUARÁ…


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LA DECISIÓN. Fauna y Flora de los Parques Infantiles (Parte 2)

Hoy hemos decidido ir al parque. Los tres, es decir, los dos enanos delincuentes y el padre ciclotímico, porque la madre ha puesto pies en polvorones y está trabajando. Son las 10:00 de la mañana, así que vamos a ir haciendo un poco de tiempo, que es sábado y tampoco es plan de pasarnos la jornada completa de descanso entre arena y toboganes. Aprovecho un despiste de ambos, que parecen ocupados destrozando el mobiliario de la habitación, para meterme en la ducha. Los ecologistas y Árias Cañete recomiendan duchas rápidas, pero eso es porque no tienen niños, porque de lo contrario la recomendación se presupone. Es inviable regocijarse en la ducha con un niño aporreando la puerta y una niña diciendo “papá date prisa que me hago caca”.


Tras pasar por la ducha como por un túnel de lavado, toca vestir a los dos calamares. Con Adriana no hay mucho problema, salvo porque ha olvidado limpiarse el trasero después de hacer popó. La coleta ya es otro cantar, pero en fin, dicen que esta primavera-verano se llevan las asimetrías. Lo de combinar colores y tejidos tampoco es relevante para ir al parque.


Con Nacho el combate comienza de inmediato. Primero hay que perseguirle por toda la casa, después inmovilizarle y arrastrarle hasta al cambiador evitando manotazos y patadas voladoras. Una vez allí, conviene rezar al Altísimo para que en ese pañal no haya deposiciones sólidas, o de lo contrario la batalla entra en un nuevo nivel. Con el niño en posición horizontal, hay que utilizar el brazo izquierdo para sujetar piernas y brazos y evitar que se incorpore, mientras con el derecho procedes a la operación limpieza. Para que luego digan que los hombres no sabemos hacer dos cosas a la vez. Vestirle es pan comido una vez superado el cambio de pañal, sólo hay que centrarse en mantener la inmovilización con el brazo izquierdo mientras con el otro quitas body, pones body, colocas calcetines, metes camiseta, subes pantalón y abrochas zapatillas. Luego hay que peinarle e intentar que no parezca Eduardo Inda, pero aquí fracaso siempre.


Hale, listos, los dos niños están vestidos y presuntamente peinados. Papá tiene que volver a pasar por la ducha porque el esfuerzo ha derivado en transpiración, y hay que estar presentables no vaya a ser que una vez en la calle surja algún planazo imprevisto como ir al Mercadona a por potitos.


Adriana dice que qué pasa, que cuándo vamos a llegar al parque. Nacho dice que jdefrefjnkaj el coche y que adsndfsondfoine al carro. Así que recojo sus sugerencias y amables apreciaciones y salimos a la calle. Bueno, al portal, porque hemos olvidado los juguetes, el agua, las galletas, las gafa de sol, el móvil y la dignidad. Son cerca de las 12 con la tontería y yo sin comida preparada, que la madre sigue con los pies en polvorones y hasta las 14 no llega de trabajar. 

Una vez repasado el inventario y con la bolsa del niño como la mochila de Dora, vislumbramos al fin el parque, que dista unos 500 metros de casa. Huelga decir que el camino hasta el mismo es una travesía por el desierto, con Nacho intentando bajarse del carro y Adriana, que es muy suya para estas cosas, tropezando cada dos pasos y a punto de reservar noche en Urgencias. Por fin llegamos y comienza la aventura….. 

CONTINUARÁ…


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Preparativos de verano

En las últimas visitas de fin de semana nos acercamos al campo con el fin de ir haciendo algunas de las tareas propias previas al verano. Los días anteriores a nuestra visita les comentaba a los peques que este año nos tocaba pintar la piscina, ellos entusiasmados me decían “vale papá, la pintamos, luego la…
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Los dos grandes grupos de papás


Hay muchos tipos de padres, generalizar sería una tontería. Pero si podemos hablar de dos grandes grupos de padres, contrapuestos pero que tienen la peculiaridad de que casi todos los padres hemos pasado en algún momento por ellos.
Y digo bien, son grupos contrapuestos y casi todos los padres hemos formado parte de ambos. Porque todos hemos sido un poquito troll en algún momento, pero en general somos almas cándidas, padres sufridores.

Todo empieza cuando nos convertimos en un troll de manera involuntaria.
Tenemos que cambiar los primeros pañales y nos convertimos en troll’s creativos
Y entonces desaparece la parte de troll y queda nuestra creatividad al descubierto. Bueno, nuestra creatividad y nuestro frikismo.
Y en caso de los creativos con buenas manos, comienza la creación de “engendros”
En este punto, hemos salido del grupo de los padres troll’s, y entramos en el de las almas cándidas. Porque los niños son vengativos, MUY VENGATIVOS
Y cuanto más crecen…
¡¡Peor!!
Y da igual que se trate de un niño o una niña, aunque sus técnicas sean distintas, vas a sufrir sus maldades
Pero no siempre somos troll’s por el afán de serlo. En ocasiones tenemos que usar la creatividad maligna para solventar el problema de esos bebés que siempre tienen que estar en brazos.
De esos que siempre lloran cuando los montas en el coche
O los gateadores incansables
Y he dicho que no siempre somos troll’s por elección, aunque en ocasiones, sencillamente somos malignos. Seguro que más de uno terminará de leer este post y buscara esto…
Si alguien encuentra donde comprarlo, que avise. Gracias.
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Los dos grandes grupos de papás


Hay muchos tipos de padres, generalizar sería una tontería. Pero si podemos hablar de dos grandes grupos de padres, contrapuestos pero que tienen la peculiaridad de que casi todos los padres hemos pasado en algún momento por ellos.
Y digo bien, son grupos contrapuestos y casi todos los padres hemos formado parte de ambos. Porque todos hemos sido un poquito troll en algún momento, pero en general somos almas cándidas, padres sufridores.

Todo empieza cuando nos convertimos en un troll de manera involuntaria.
Tenemos que cambiar los primeros pañales y nos convertimos en troll’s creativos
Y entonces desaparece la parte de troll y queda nuestra creatividad al descubierto. Bueno, nuestra creatividad y nuestro frikismo.
Y en caso de los creativos con buenas manos, comienza la creación de “engendros”
En este punto, hemos salido del grupo de los padres troll’s, y entramos en el de las almas cándidas. Porque los niños son vengativos, MUY VENGATIVOS
Y cuanto más crecen…
¡¡Peor!!
Y da igual que se trate de un niño o una niña, aunque sus técnicas sean distintas, vas a sufrir sus maldades
Pero no siempre somos troll’s por el afán de serlo. En ocasiones tenemos que usar la creatividad maligna para solventar el problema de esos bebés que siempre tienen que estar en brazos.
De esos que siempre lloran cuando los montas en el coche
O los gateadores incansables
Y he dicho que no siempre somos troll’s por elección, aunque en ocasiones, sencillamente somos malignos. Seguro que más de uno terminará de leer este post y buscara esto…
Si alguien encuentra donde comprarlo, que avise. Gracias.
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De aquellos barros estos lodos

En el año 1999, la Unidad de Exclusión Social del Reino Unido acuñó en uno de sus informes el término NEET, acrónimo en inglés de la expresión not employment, education or training, para referirse a los/as jóvenes de entre 16-18 años que, por aquel entonces, estaban en situación de alto riesgo de exclusión social debido, precisamente, a su falta de oportunidades laborales y formativas, su condición de desempleados, no inscritos en la escuela ni en la Universidad, que no buscaban trabajo ni recibían la formación necesaria para lograr un empleo. Al poco tiempo, en España, a esta generación de jóvenes, y por similitud al término anglosajón, se le conoció como la generación NiNi (para referirse a aquellos/as que ni estudian ni trabajan). En nuestro país, los/as NiNi han ido siendo más y más numerosos/as año tras año, hasta el punto de que según los últimos datos de Eurostat cifran este colectivo en unos/as 800.000 jóvenes (un 23,1%), mientras la media europea está 10 puntos básicos por debajo.
 
Aunque las causas que dieron (y siguen dando) lugar a que esta legión de jóvenes se sitúen en las listas de la marginación son variopintas, en mi opinión, son dos las «fuerzas perversas» que han alimentado esta lacra de nuestra sociedad. Por un lado, un sistema educativo anacrónico, desconectado de la sociedad y de sus demandas reales, que ha dado la espalda al estudiante (persona) y lo ha desprovisto de toda motivación por aprender centrándose en áridos contenidos y antediluvianas pedagogías, sin importarle si los conocimientos que se imparten son útiles para la vida de las futuras generaciones y mucho menos si les servirán para labrarse un proyecto de vida a 20-25 años vista. Por otro lado, el cataclismo de la pirámide socio-generacional de nuestro país en la que muchos adolescentes se convierten en padres, los padres en jóvenes abuelos/as que se han visto masivamente desempleados durante la crísis y los/as abuelos/as en sustento de unos y de otros con sus exiguas pensiones. Ambas fuerzas han conducido a miles de adolescentes al abandono escolar, a la reclusión -en el mejor de los casos- a las tareas domésticas, a la desidia, al ocio como condena y al desasosiego, y a medio-largo plazo a la desesperación, el resentimiento e incluso al odio hacia una sociedad que les ha dado la espalda. 
 
La generación NiNi de 1999, hoy día está formada por decenas de miles de adultos/as de 30-35 años y por otros/as muchos/as jóvenes de generaciones posteriores que siguen engrosando la lista, que hoy se han empeñado en configurar lo que ellos llaman «una sociedad nueva» pero que para mi gusto tiene poco de nueva y mucho de anárquica. En los últimos 15-20 años nuestra sociedad ha ido alimentado un monstruo clientelar que sólo sabe sobrevivir mediante ayudas externas, indulgente y vago a más no poder, que se moviliza por el resentimiento y por la promesa de rentas básicas universales que le permita mantener su paupérrimo estatus quo sin dar un golpe, y que, por supuesto, no busca el bien común sino el común de los bienes (sobre todo si son ajenos). Una sociedad en la que recibir lo que no se merece o por lo que no se ha luchado sea lo apropiado, una sociedad en la que parasitar esté bien visto, una sociedad en la que ser pasota, descamisado y haber pasado horas en fumatas -en lugar de bajo un flexo- sea lo que da puntos en el currículum. Una sociedad en la que «el pobre no quiera prosperar y ser rico, sino que el rico se convierta también en pobre» (y cuando hablo de ricos y pobres no me refiero a dinero, sino a prestigio honradamente labrado, titulaciones, porvenir, esperanzas, proyectos, etc.). Esta es la España de unos/as NiNis creciditos/as que ahora quieren comer de la olla grande pero no con cucharitas de postre, sino con grandes cucharones de madera sostenidos por los hilos del poder. Como bien dice el sabio refranero español: aquellos barros traen estos lodos, y por desgracia, tienen muy mala pinta y huelen aún peor.
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De aquellos barros estos lodos

En el año 1999, la Unidad de Exclusión Social del Reino Unido acuñó en uno de sus informes el término NEET, acrónimo en inglés de la expresión not employment, education or training, para referirse a los/as jóvenes de entre 16-18 años que, por aquel entonces, estaban en situación de alto riesgo de exclusión social debido, precisamente, a su falta de oportunidades laborales y formativas, su condición de desempleados, no inscritos en la escuela ni en la Universidad, que no buscaban trabajo ni recibían la formación necesaria para lograr un empleo. Al poco tiempo, en España, a esta generación de jóvenes, y por similitud al término anglosajón, se le conoció como la generación NiNi (para referirse a aquellos/as que ni estudian ni trabajan). En nuestro país, los/as NiNi han ido siendo más y más numerosos/as año tras año, hasta el punto de que según los últimos datos de Eurostat cifran este colectivo en unos/as 800.000 jóvenes (un 23,1%), mientras la media europea está 10 puntos básicos por debajo.
 
Aunque las causas que dieron (y siguen dando) lugar a que esta legión de jóvenes se sitúen en las listas de la marginación son variopintas, en mi opinión, son dos las «fuerzas perversas» que han alimentado esta lacra de nuestra sociedad. Por un lado, un sistema educativo anacrónico, desconectado de la sociedad y de sus demandas reales, que ha dado la espalda al estudiante (persona) y lo ha desprovisto de toda motivación por aprender centrándose en áridos contenidos y antediluvianas pedagogías, sin importarle si los conocimientos que se imparten son útiles para la vida de las futuras generaciones y mucho menos si les servirán para labrarse un proyecto de vida a 20-25 años vista. Por otro lado, el cataclismo de la pirámide socio-generacional de nuestro país en la que muchos adolescentes se convierten en padres, los padres en jóvenes abuelos/as que se han visto masivamente desempleados durante la crísis y los/as abuelos/as en sustento de unos y de otros con sus exiguas pensiones. Ambas fuerzas han conducido a miles de adolescentes al abandono escolar, a la reclusión -en el mejor de los casos- a las tareas domésticas, a la desidia, al ocio como condena y al desasosiego, y a medio-largo plazo a la desesperación, el resentimiento e incluso al odio hacia una sociedad que les ha dado la espalda. 
 
La generación NiNi de 1999, hoy día está formada por decenas de miles de adultos/as de 30-35 años y por otros/as muchos/as jóvenes de generaciones posteriores que siguen engrosando la lista, que hoy se han empeñado en configurar lo que ellos llaman «una sociedad nueva» pero que para mi gusto tiene poco de nueva y mucho de anárquica. En los últimos 15-20 años nuestra sociedad ha ido alimentado un monstruo clientelar que sólo sabe sobrevivir mediante ayudas externas, indulgente y vago a más no poder, que se moviliza por el resentimiento y por la promesa de rentas básicas universales que le permita mantener su paupérrimo estatus quo sin dar un golpe, y que, por supuesto, no busca el bien común sino el común de los bienes (sobre todo si son ajenos). Una sociedad en la que recibir lo que no se merece o por lo que no se ha luchado sea lo apropiado, una sociedad en la que parasitar esté bien visto, una sociedad en la que ser pasota, descamisado y haber pasado horas en fumatas -en lugar de bajo un flexo- sea lo que da puntos en el currículum. Una sociedad en la que «el pobre no quiera prosperar y ser rico, sino que el rico se convierta también en pobre» (y cuando hablo de ricos y pobres no me refiero a dinero, sino a prestigio honradamente labrado, titulaciones, porvenir, esperanzas, proyectos, etc.). Esta es la España de unos/as NiNis creciditos/as que ahora quieren comer de la olla grande pero no con cucharitas de postre, sino con grandes cucharones de madera sostenidos por los hilos del poder. Como bien dice el sabio refranero español: aquellos barros traen estos lodos, y por desgracia, tienen muy mala pinta y huelen aún peor.
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El Mentalista: 10 ejemplos de lenguaje no verbal de padres.

Hola, soy el Señor Lobo. Soluciono problemas.
¿Tu problema es que a veces te sientes observado por otros padres? No sufras, no quieren nada contigo. Sólo te están identificando cual Mentalista como Uno di Noi.

Mentalista. Sustantivo. Se dice de quien utiliza la agudeza mental, la hipnosis y/o la sugestión. Manipulador magistral de la mente y el comportamiento”

Cuando eres padre desarrollas una serie de costumbres. Estas mismas te permiten observando el lenguaje no verbal de otros hombres identificar pequeños tics con los que puedes confirmar que también son padres.

Pongamos un escenario tipo: Lunes por la mañana bajas a tomar un café a un bar y entra un hombre. A los 2 minutos de haber entrado por la puerta puedes determinar si es padre o no. ¿Cómo? Aquí tenéis 10 ejemplos de lenguaje no verbal que como buen Mentalista debéis saber:
  1. Busca discretamente una silla para sentarse. ¿Porqué ? Porqué es Lunes y está completamente destrozado de perseguir a su Lö-Båby el fin de semana. Y si se queda de pie notaréis un discreto vaivén. No puede evitarlo. Su sentido arácnido le impide quedarse de pie quieto. Sabe que quedarse quieto de pie es MUY peligroso. Es más , si el bar está en silencio incluso podréis oír como canturrea nanas muy, muy bajito.
  2. Al individuo se le escapa una sonrisilla por la comisura de los labios cuando un grupo de madres y padres que tiene al lado están hablando del fin de semana y sacan las fotos de los Lö-Båbies
  3. Si el individuo tiene que llevar un objeto de cierto volumen, por ejemplo si pide una botella de agua grande para llevar, no la cogerá por el tapón, la acunará a lo largo de su antebrazo.    
  4. Mientras espera el café podréis notar como aprieta fuertemente las mandíbulas: Está reprimiendo desencajarse la mandíbula bostezando de sueño.
  5. Mirándole la cara veréis que hay algo extraño en él. Es algo así como un Viejoven. Si tuvieras que decir su edad estaría comprendida entre 25 y 75. Eso es debido a que le cuelgan unas ojeras con las que podría saltar a la comba.
  6. Si observáis el cuello del individuo, podréis encontrar pequeños cortes que no son de afeitarse, si no de darle los buenos días a su Lö-Båby. Y es que de todos es sabido que a los Lö-Båbeznitos les crecen las garras por la noche.
  7. El individuo puede ser que vaya rapado, afeitado o depilado. Esta técnica marcial se ha utilizado durante milenios para evitar que tu contrincante puede asirte por los pelos mientras te ataca.
  8. El individuo tendrá una mirada vacía, hacia el infinito y con punto de bizqueo y todo. Así como si estuviese intentando ver los dinosaurios del Ojo Mágico. Esta es una de las consecuencias de cuando te salta un fusible tras 96 horas sin dormir (es decir, desde el viernes pasado). No hay que tenerle miedo. En principio no quieren cerebros, sólo café.
  9. Cuando le pongan el desayuno pondrá los labios como si fuese a pronunciar una ‘U’ como si fuese a soplar. Es un ritual sagrado antes de la ingesta de alimento, aunque sea un Donut. 
  10. Si alguien se mancha la cara con el desayuno, tendrá un pequeño espasmo. Ha estado a punto de limpiarle la cara con una servilleta que hubiese lamido. Pero algo muy dentro de él, le impide hacerlo. Se trata de su antiguo Yo adulto que le dice que en el mundo «real» la gente puede hacerlo sola.

Y vosotros, ¿tenéis algún tic que os delante como padres?


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El Mentalista: 10 ejemplos de lenguaje no verbal de padres.

Hola, soy el Señor Lobo. Soluciono problemas.
¿Tu problema es que a veces te sientes observado por otros padres? No sufras, no quieren nada contigo. Sólo te están identificando cual Mentalista como Uno di Noi.

Mentalista. Sustantivo. Se dice de quien utiliza la agudeza mental, la hipnosis y/o la sugestión. Manipulador magistral de la mente y el comportamiento”

Cuando eres padre desarrollas una serie de costumbres. Estas mismas te permiten observando el lenguaje no verbal de otros hombres identificar pequeños tics con los que puedes confirmar que también son padres.

Pongamos un escenario tipo: Lunes por la mañana bajas a tomar un café a un bar y entra un hombre. A los 2 minutos de haber entrado por la puerta puedes determinar si es padre o no. ¿Cómo? Aquí tenéis 10 ejemplos de lenguaje no verbal que como buen Mentalista debéis saber:
  1. Busca discretamente una silla para sentarse. ¿Porqué ? Porqué es Lunes y está completamente destrozado de perseguir a su Lö-Båby el fin de semana. Y si se queda de pie notaréis un discreto vaivén. No puede evitarlo. Su sentido arácnido le impide quedarse de pie quieto. Sabe que quedarse quieto de pie es MUY peligroso. Es más , si el bar está en silencio incluso podréis oír como canturrea nanas muy, muy bajito.
  2. Al individuo se le escapa una sonrisilla por la comisura de los labios cuando un grupo de madres y padres que tiene al lado están hablando del fin de semana y sacan las fotos de los Lö-Båbies
  3. Si el individuo tiene que llevar un objeto de cierto volumen, por ejemplo si pide una botella de agua grande para llevar, no la cogerá por el tapón, la acunará a lo largo de su antebrazo.    
  4. Mientras espera el café podréis notar como aprieta fuertemente las mandíbulas: Está reprimiendo desencajarse la mandíbula bostezando de sueño.
  5. Mirándole la cara veréis que hay algo extraño en él. Es algo así como un Viejoven. Si tuvieras que decir su edad estaría comprendida entre 25 y 75. Eso es debido a que le cuelgan unas ojeras con las que podría saltar a la comba.
  6. Si observáis el cuello del individuo, podréis encontrar pequeños cortes que no son de afeitarse, si no de darle los buenos días a su Lö-Båby. Y es que de todos es sabido que a los Lö-Båbeznitos les crecen las garras por la noche.
  7. El individuo puede ser que vaya rapado, afeitado o depilado. Esta técnica marcial se ha utilizado durante milenios para evitar que tu contrincante puede asirte por los pelos mientras te ataca.
  8. El individuo tendrá una mirada vacía, hacia el infinito y con punto de bizqueo y todo. Así como si estuviese intentando ver los dinosaurios del Ojo Mágico. Esta es una de las consecuencias de cuando te salta un fusible tras 96 horas sin dormir (es decir, desde el viernes pasado). No hay que tenerle miedo. En principio no quieren cerebros, sólo café.
  9. Cuando le pongan el desayuno pondrá los labios como si fuese a pronunciar una ‘U’ como si fuese a soplar. Es un ritual sagrado antes de la ingesta de alimento, aunque sea un Donut. 
  10. Si alguien se mancha la cara con el desayuno, tendrá un pequeño espasmo. Ha estado a punto de limpiarle la cara con una servilleta que hubiese lamido. Pero algo muy dentro de él, le impide hacerlo. Se trata de su antiguo Yo adulto que le dice que en el mundo «real» la gente puede hacerlo sola.

Y vosotros, ¿tenéis algún tic que os delante como padres?


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El padre de cervecitas y el hijo de …


Este fin de semana acudimos al cumpleaños del nene de una amiga. Tiene la edad de mi nena mayor y nunca habíamos ido a un evento así, por lo que fuimos tanto para que los niños se lo pasaran bien como para ver cómo se organizan estas cosas, ahora que vamos a empezar el cole.

La fiesta la organizo nuestra amiga en el local de la comunidad de vecinos, toda una suerte contar con algo así. Nosotros los tendríamos que repartir en grupos en el baño, el balcón, la cocina…
Y comienza la fiesta. Llegamos con puntualidad británica… ¡y no había llegado ni Dios! Así que primera lección que nos dieron. Convoca la fiesta pronto, porque todo el mundo llegará tarde. ¡Y vaya si llegaron tarde! Algunos llegaron dos horitas tarde, cuando ya no había ni tarta. Menos mal que había chuches como para alimentar una legión de paraduendes.
Segunda lección. Da igual que la fiesta sea para niños de tres o cuatro años. Para los padres ¡cervezota! Y si les acercas una bandeja con patatas, gusanitos o cualquier otra chuche, no ayudaran a repartirlas entre los niños, vienen bien para acompañar la cervezota. ¡Los niños ya comerán algo… supongo!
Dos docenas de enanitos, con sus respectivos dos padres. Es de suponer que algún padre se encargará de que los pequeños tengan a su alcance chuches, no se tiren el zumo unos a otros, no utilicen las paredes como servilletas ni las cabezas de los más pequeños como cojines… Pues en total, contando con mi amiga, estaríamos tres o cuatro padres tratando de mantener el orden. Lección número tres… ¡alguien se encargará!
Llega la tarta y llegan las velas. ¿Crees que algún padre se preocupa por el fuego, los pelos, las servilletas…? Si, concretamente dos. Mi amiga y yo. El resto se reparten entre las cervezotas y las fotos. Bueno, y también mi mujer, que estaba buscando con la mirada el extintor. Por suerte, no hizo falta. Lección cuatro. Siempre hay un niño más rápido soplando las velas, y su padre no está cerca para pararle. Pero la verdad es que al final hay que dar las gracias. Yo pienso usar velas con led en lugar de fuego.
Llenas las tripas, chocolateados los hocicos, llega el momento de jugar. Todos al patio a correr unos tras otros, jugar con el balón, comer piedras…  Sí. Mi amiga capturó vivo a un espécimen de monstruo comepiedra en plena acción en el patio. 
Y si preguntas por el padre, adivina. ¡cervezota!
Pero bueno, los niños lo pasaron bien y los chinos de la zona vendieron más juguetes de lo habitual.
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El padre de cervecitas y el hijo de …


Este fin de semana acudimos al cumpleaños del nene de una amiga. Tiene la edad de mi nena mayor y nunca habíamos ido a un evento así, por lo que fuimos tanto para que los niños se lo pasaran bien como para ver cómo se organizan estas cosas, ahora que vamos a empezar el cole.

La fiesta la organizo nuestra amiga en el local de la comunidad de vecinos, toda una suerte contar con algo así. Nosotros los tendríamos que repartir en grupos en el baño, el balcón, la cocina…
Y comienza la fiesta. Llegamos con puntualidad británica… ¡y no había llegado ni Dios! Así que primera lección que nos dieron. Convoca la fiesta pronto, porque todo el mundo llegará tarde. ¡Y vaya si llegaron tarde! Algunos llegaron dos horitas tarde, cuando ya no había ni tarta. Menos mal que había chuches como para alimentar una legión de paraduendes.
Segunda lección. Da igual que la fiesta sea para niños de tres o cuatro años. Para los padres ¡cervezota! Y si les acercas una bandeja con patatas, gusanitos o cualquier otra chuche, no ayudaran a repartirlas entre los niños, vienen bien para acompañar la cervezota. ¡Los niños ya comerán algo… supongo!
Dos docenas de enanitos, con sus respectivos dos padres. Es de suponer que algún padre se encargará de que los pequeños tengan a su alcance chuches, no se tiren el zumo unos a otros, no utilicen las paredes como servilletas ni las cabezas de los más pequeños como cojines… Pues en total, contando con mi amiga, estaríamos tres o cuatro padres tratando de mantener el orden. Lección número tres… ¡alguien se encargará!
Llega la tarta y llegan las velas. ¿Crees que algún padre se preocupa por el fuego, los pelos, las servilletas…? Si, concretamente dos. Mi amiga y yo. El resto se reparten entre las cervezotas y las fotos. Bueno, y también mi mujer, que estaba buscando con la mirada el extintor. Por suerte, no hizo falta. Lección cuatro. Siempre hay un niño más rápido soplando las velas, y su padre no está cerca para pararle. Pero la verdad es que al final hay que dar las gracias. Yo pienso usar velas con led en lugar de fuego.
Llenas las tripas, chocolateados los hocicos, llega el momento de jugar. Todos al patio a correr unos tras otros, jugar con el balón, comer piedras…  Sí. Mi amiga capturó vivo a un espécimen de monstruo comepiedra en plena acción en el patio. 
Y si preguntas por el padre, adivina. ¡cervezota!
Pero bueno, los niños lo pasaron bien y los chinos de la zona vendieron más juguetes de lo habitual.
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#31

Català Suposo que per això existeixen les àrees de servei, però fins que no arribes a la seguent et tornes boig! Castellano Supongo que para eso existen las áreas de servicio, pero hasta que no llegas a la siguiente te vuelves loco!

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Ariadna Musa Catra

Ariadna Musa Catra era una niña frágil. Ariadna Musa Catra era una niña con un rostro fino como la más fina porcelana. En su cara brillaban unos enormes ojos, medio azules y medio verdes, con los que observaba y descubría el mundo y las personas. 


En su cara brillaban unos enormes ojos

Desde pequeña fue una niña alegre y amable, sobretodo con los compañeros del clase. Le encantaba el colegio por que le encantaba aprender y compartir cosas nuevas cada día. Otra de sus grandes pasiones era la lectura, era una auténtica devoradora de páginas de libros. No tenía un género favorito en concreto, simplemente se limitaba a leer todo aquello que caía en sus manos. A medida que pasaba el tiempo sus notas escolares comenzaron a destacar sobre las de sus compañeros. En primaria esto no le supuso ningún tipo de problema, quizás por que todos los niños y niñas de su clase se conocían desde el parvulario, habían crecido juntos. Sus problemas escolares, a los que no estaba ni de lejos preparada, comenzaron en el primer curso de la E.S.O. En este ciclo educativo sus compañeros de clase ya no eran sus amigos y amigas de toda la vida. Ya no eran los niños y niñas que habían crecido juntos.

Al finalizar el primer trimestre, debido a sus buenas notas, los no tan compañeros de clase ya le habían puesto todas las etiquetas posibles, friki, empollona, rarita. A medida que avanzaba el curso, estas etiquetas comenzaron a ser mucho más despectivas e hirientes, hasta el punto de que rompieron por completo la ilusión y las ganas de aprender de Ariadna. Las etiquetas se convirtieron en insultos directos y los insultos llegaron a transformarse en agresiones físicas. Ariadna no tenía ni idea de que aquella humillación y aquel maltrato escolar eran conocidos como Bullying, eso lo descubrió más adelante.
Cada mañana, el despertador rompía su sueño y rompía su corazón. Ya no tenía ganas de ir a clase y su ilusión por aprender cosas nuevas cada día se había resquebrajado por completo.

Pero Ariadna Musa Catra aguantó, fue paciente. La niña se refugió en sus libros dónde era completamente libre y podía seguir soñando. Poco a poco los años de martirio pasaron. Sus estupendas notas le llevaron directamente a la Universidad, dónde los parásitos que habían estado atormentándola a diario no llegaron. Quizás ahuyentados por el mejor repelente existente, la cultura. Por los pelos escapó del temible Bullying y del maltrato escolar. Ariadna se prometió a si misma que estudiaría más, todo lo posible, y que dedicaría todos sus esfuerzos a ayudar y a proteger a todas las Ariadnas Musa Catra que encontrase en el camino de su vida. Su fragilidad desapareció y su corazón se endureció.



Ariadna Musa Catra es una mujer fuerte. Ariadna Musa Catra es una mujer fuerte con un rostro fino como la más fina porcelana.



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Ariadna Musa Catra

Ariadna Musa Catra era una niña frágil. Ariadna Musa Catra era una niña con un rostro fino como la más fina porcelana. En su cara brillaban unos enormes ojos, medio azules y medio verdes, con los que observaba y descubría el mundo y las personas. 


En su cara brillaban unos enormes ojos

Desde pequeña fue una niña alegre y amable, sobretodo con los compañeros del clase. Le encantaba el colegio por que le encantaba aprender y compartir cosas nuevas cada día. Otra de sus grandes pasiones era la lectura, era una auténtica devoradora de páginas de libros. No tenía un género favorito en concreto, simplemente se limitaba a leer todo aquello que caía en sus manos. A medida que pasaba el tiempo sus notas escolares comenzaron a destacar sobre las de sus compañeros. En primaria esto no le supuso ningún tipo de problema, quizás por que todos los niños y niñas de su clase se conocían desde el parvulario, habían crecido juntos. Sus problemas escolares, a los que no estaba ni de lejos preparada, comenzaron en el primer curso de la E.S.O. En este ciclo educativo sus compañeros de clase ya no eran sus amigos y amigas de toda la vida. Ya no eran los niños y niñas que habían crecido juntos.

Al finalizar el primer trimestre, debido a sus buenas notas, los no tan compañeros de clase ya le habían puesto todas las etiquetas posibles, friki, empollona, rarita. A medida que avanzaba el curso, estas etiquetas comenzaron a ser mucho más despectivas e hirientes, hasta el punto de que rompieron por completo la ilusión y las ganas de aprender de Ariadna. Las etiquetas se convirtieron en insultos directos y los insultos llegaron a transformarse en agresiones físicas. Ariadna no tenía ni idea de que aquella humillación y aquel maltrato escolar eran conocidos como Bullying, eso lo descubrió más adelante.
Cada mañana, el despertador rompía su sueño y rompía su corazón. Ya no tenía ganas de ir a clase y su ilusión por aprender cosas nuevas cada día se había resquebrajado por completo.

Pero Ariadna Musa Catra aguantó, fue paciente. La niña se refugió en sus libros dónde era completamente libre y podía seguir soñando. Poco a poco los años de martirio pasaron. Sus estupendas notas le llevaron directamente a la Universidad, dónde los parásitos que habían estado atormentándola a diario no llegaron. Quizás ahuyentados por el mejor repelente existente, la cultura. Por los pelos escapó del temible Bullying y del maltrato escolar. Ariadna se prometió a si misma que estudiaría más, todo lo posible, y que dedicaría todos sus esfuerzos a ayudar y a proteger a todas las Ariadnas Musa Catra que encontrase en el camino de su vida. Su fragilidad desapareció y su corazón se endureció.



Ariadna Musa Catra es una mujer fuerte. Ariadna Musa Catra es una mujer fuerte con un rostro fino como la más fina porcelana.



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FAUNA Y FLORA DE LOS PARQUES INFANTILES (PARTE 1)

Ahora que ha llegado el buen tiempo, es momento de frecuentar estos curiosos lugares en los que se dan cita toda clase de especies, que se ven en la obligación de convivir en paz y armonía en una pequeña porción de terreno. A grandes rasgos, diferenciaremos dos grandes subgrupos que se diferencian entre sí por dos características muy determinadas: su tamaño y su situación en el parque. Los niños son, por lo general, los pequeños, y tienden a ocupar la parte interior, aunque con excepciones, ya que es frecuente encontrar algún que otro enano intentando salir por patas del arenero y huir poniendo pies en polvorosa. Los padres y madres, por su parte, suelen ser más grandes, aunque no por ello más responsables, ya que la madurez en muchos casos sólo se les presupone. Suelen ocupar la zona circundante del parque, a modo de afición ultra durante un partido de fútbol. Vamos a analizarlos.

Los niños se relacionan entre sí con naturalidad, sin complejos, hablan e interactúan sin prejuicios, sin importar que su interlocutor sea blanco, negro, rojo o azul; rubio, moreno, pelirrojo o albino. Ellos se miran, se saludan y hala, ya está todo hecho, ya son amigos. Y si alguien se anda con titubeos o se revira más de la cuenta, está fuera, se convierte en un outsider. Como no tienen complejos ni prejuicios, tampoco les importa apartar a todo el que no empatice con rapidez. Es como cuando en una discoteca te acercas al grupo de las guapas e intentas entablar conversación. Con suerte tienes una oportunidad, y si no la aprovechas estás perdido. Por eso te conviene estudiar antes la situación y elegir con tiento al objetivo.

La complejidad de las relaciones sociales de los niños en los parques se resume en frases como ‘quieres jugar conmigo’ o ‘vente conmigo al tobogán’. Un consejo, no las uséis con las madres, tienen el efecto contrario.

Los padres/madres, por su parte, socializan de forma muy distinta. Lo normal es que la comunicación se inicie con acercamientos del tipo “joé que calor hace ya” o “ya estamos aquí otra vez”. No suele ir mucho más allá de esto, salvo que aparezca la figura del abuelo/a. Entonces la conversación puede girar sobre cualquier tema, estad prevenidos.

En el caso de que dos o más padres logren conectar, el tema será necesariamente lo dura que es la vida con niños, el fútbol o lo que nos explotan nuestras mujeres y lo bien que vivíamos antes. Si en cambio el grupúsculo es de madres, la conversación puede girar sobre cualquier tema, estad prevenidos.

Por regla general, en los parques se dan varios perfiles paternos/maternos muy determinados. El progenitor temeroso de dios que se pasa la tarde persiguiendo al crío para evitar que se abra la cabeza; el padre o madre que se sienta en el banco teléfono móvil en mano y no levanta la cabeza hasta que el crío se abre la cabeza; el padre hiperpreparado que acude bien provisto de chuches para sus niños y para todos los del parque, y que por ende acaba convirtiéndose en el principal protagonista; el padre que acaba de volver de trabajar traje de chaqueta y corbata en ristre y al que le han encasquetado al niño “para que se desfogue un poco”; la madre comepipas que lo pone todo perdido; la pareja de abuelos que convierten el tobogán en una fiesta; la madre enrollada que no duda a la hora de tirarse al suelo para acompañar a los pequeños en el noble arte de echarse arena por encima…
Si os toca durante estos días frecuentar estos inventos del demonio, haceos estas preguntas:  
¿Por qué a ningún lumbreras se le ha ocurrido proyectar un parque con sombra para los padres? En dos días seréis capaces de coger un moreno parque infantil que va a ser la envidia de camioneros y taxistas.

¿Dónde están las madres buenorras que nos prometieron en series y películas? No he visto ni una en cerca de 4 años visitando parques con asiduidad.

¿Por qué te miran mal si bebes cerveza en un parque infantil? Pasarte 3 horas mirando cómo un niño se lanza una y otra vez por un tobogán y una niña hace pasteles de arena se hace bola si no se acompaña con alcohol. Pero al parecer, no está bien visto.

CONTINUARÁ…
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FAUNA Y FLORA DE LOS PARQUES INFANTILES (PARTE 1)

Ahora que ha llegado el buen tiempo, es momento de frecuentar estos curiosos lugares en los que se dan cita toda clase de especies, que se ven en la obligación de convivir en paz y armonía en una pequeña porción de terreno. A grandes rasgos, diferenciaremos dos grandes subgrupos que se diferencian entre sí por dos características muy determinadas: su tamaño y su situación en el parque. Los niños son, por lo general, los pequeños, y tienden a ocupar la parte interior, aunque con excepciones, ya que es frecuente encontrar algún que otro enano intentando salir por patas del arenero y huir poniendo pies en polvorosa. Los padres y madres, por su parte, suelen ser más grandes, aunque no por ello más responsables, ya que la madurez en muchos casos sólo se les presupone. Suelen ocupar la zona circundante del parque, a modo de afición ultra durante un partido de fútbol. Vamos a analizarlos.

Los niños se relacionan entre sí con naturalidad, sin complejos, hablan e interactúan sin prejuicios, sin importar que su interlocutor sea blanco, negro, rojo o azul; rubio, moreno, pelirrojo o albino. Ellos se miran, se saludan y hala, ya está todo hecho, ya son amigos. Y si alguien se anda con titubeos o se revira más de la cuenta, está fuera, se convierte en un outsider. Como no tienen complejos ni prejuicios, tampoco les importa apartar a todo el que no empatice con rapidez. Es como cuando en una discoteca te acercas al grupo de las guapas e intentas entablar conversación. Con suerte tienes una oportunidad, y si no la aprovechas estás perdido. Por eso te conviene estudiar antes la situación y elegir con tiento al objetivo.

La complejidad de las relaciones sociales de los niños en los parques se resume en frases como ‘quieres jugar conmigo’ o ‘vente conmigo al tobogán’. Un consejo, no las uséis con las madres, tienen el efecto contrario.

Los padres/madres, por su parte, socializan de forma muy distinta. Lo normal es que la comunicación se inicie con acercamientos del tipo “joé que calor hace ya” o “ya estamos aquí otra vez”. No suele ir mucho más allá de esto, salvo que aparezca la figura del abuelo/a. Entonces la conversación puede girar sobre cualquier tema, estad prevenidos.

En el caso de que dos o más padres logren conectar, el tema será necesariamente lo dura que es la vida con niños, el fútbol o lo que nos explotan nuestras mujeres y lo bien que vivíamos antes. Si en cambio el grupúsculo es de madres, la conversación puede girar sobre cualquier tema, estad prevenidos.

Por regla general, en los parques se dan varios perfiles paternos/maternos muy determinados. El progenitor temeroso de dios que se pasa la tarde persiguiendo al crío para evitar que se abra la cabeza; el padre o madre que se sienta en el banco teléfono móvil en mano y no levanta la cabeza hasta que el crío se abre la cabeza; el padre hiperpreparado que acude bien provisto de chuches para sus niños y para todos los del parque, y que por ende acaba convirtiéndose en el principal protagonista; el padre que acaba de volver de trabajar traje de chaqueta y corbata en ristre y al que le han encasquetado al niño “para que se desfogue un poco”; la madre comepipas que lo pone todo perdido; la pareja de abuelos que convierten el tobogán en una fiesta; la madre enrollada que no duda a la hora de tirarse al suelo para acompañar a los pequeños en el noble arte de echarse arena por encima…
Si os toca durante estos días frecuentar estos inventos del demonio, haceos estas preguntas:  
¿Por qué a ningún lumbreras se le ha ocurrido proyectar un parque con sombra para los padres? En dos días seréis capaces de coger un moreno parque infantil que va a ser la envidia de camioneros y taxistas.

¿Dónde están las madres buenorras que nos prometieron en series y películas? No he visto ni una en cerca de 4 años visitando parques con asiduidad.

¿Por qué te miran mal si bebes cerveza en un parque infantil? Pasarte 3 horas mirando cómo un niño se lanza una y otra vez por un tobogán y una niña hace pasteles de arena se hace bola si no se acompaña con alcohol. Pero al parecer, no está bien visto.

CONTINUARÁ…
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Los años mas felices de nuestras vidas

Cuando estaba en el instituto, tenia un profesor de ingles, solterón y muy buena gente, al que la mayoría odiaba, porque por aquellos años, no solo pretendía que aprobásemos ingles, sino que tenía la osadía de querer que aprendiésemos a hablar ingles, lo que hacía que catease a mas alumnos de lo «normal» en aquella materia …años convulsos de la educación en España, no como ahora. Tengo claro que, gracias a aquellos primeros esfuerzos, yo hablo hoy Ingles.
 Pues al margen de todo esto, aquel profesor solía decir que disfrutásemos aquella etapa, que era la mas bonita de nuestra vida…claro, aquellas palabras entraban por una oreja, rebotaban dos o tres veces dentro, y salían por la otra sin dejar rastro en aquellos jóvenes joviales, como yo nos hubiese llamado entonces, (ahora mas bien nos definiría como niñatos atolondrados) que teníamos otros asuntos en los que pensar.
Aunque lo cierto es que, al menos en mi cabeza, si rebotó algunas veces mas de lo normal, y le di vueltas durante un tiempo, pero yo solo veía que no tenia vehículo, no tenía un duro, ni libertad para hacer lo que me apeteciese, y ademas mis padres me regañaba siempre por todo…un adolescente normal y corriente, vaya.
Pero los granitos  no dejan de caer por el reloj de arena, y de repente, te plantas en la edad actual, treintaytrece, y empiezas a recordar las cosas de otro modo.
Aquellos años en que tu máxima preocupación era aprobar Latín, que con mil pelas que te daban tus padres (aquellos que antes te parecían solo un par de regañones) te ibas al cine con la novia, pagabas el autobús, y aun te sobraba para una coca cola y un paquete de Fritos, Aquella novia con la que no compartías pagos ni responsabilidades, sino únicamente cosas buenas. O te las gastabas en comerte una campero con los amigos en el burguer de la esquina, aquellos amigos de verdad, que eran como hermanos, aquellos que hubiesen hecho lo que fuese por ti, y tu por ellos, aquellos que sabías que estarían contigo para siempre, y a los cuales no ves casi nunca, en su mayoría…no existen mejores amigos que los que tienes con 15 años.
Aquellos padres que te daban el dinero que necesitabas, y te compraban tenis caros.
Estabas delgado, tenias mas pelo, los días eran largos, los veranos eternos, y los sueños infinitos.

Basta un rápido repaso para ver que aquel profesor tenía razón, y que aquellos años, si no fueron los mejores de nuestras vidas, si que fueron una etapa increíble, no todo se hizo bien…pero al menos fue  divertido!

Pero no queda ahí la cosa, yo soy de mucho pensar, virtud o defecto, según se mire, y  llegando a esa conclusión, me aparece otra idea en la cabeza que no deja de dar tumbos. Se suele decir que mi edad actual, casi joven, (aunque bastante menos que antes) y con los niños pequeños, es la edad mejor de la vida, la edad que siempre recuerdas cuando eres mayor, la etapa a la que se le tiene mas cariño, y, aunque de un vistazo rápido lo que percibo primero es lo negativo que esta etapa conlleva, solo tengo que pensarlo unos segundos mas para darme cuenta de que es cierto, de que cuando sea un abuelete cansino y repetitivo que cuente batallitas mil veces, esas batallitas seran de la etapa de ahora, de todo lo que ahora mismo nos acontece, por eso, desde  hace ya tiempo que tome conciencia de esto, no dejo pasar un cuento sin leerles, ni una batalla de cosquillas, ni una peli con palomitas amontonados en los sofás, ni un día libre sin salir de paseo, ni enseñarles algo nuevo, ya sea montar en bici, nadar, o palabrejas en ingles, ni tampoco escaparme con mi mujer, aunque sea solo un rato, a tomarnos unas tapas por ahí, ni pierdo la oportunidad de tomarme una cerveza de cuando en cuando con algun amigo, o de darme una vuelta en moto con mi hermano, o poner en marcha algun proyecto…porque estoy seguro de que todo eso son los recuerdos que tendré cuando sea un abuelete cascarrabias.

Aunque igual me equivoco, igual cuando sea un jubileta despreocupado,estoy en la gloria, tengo tiempo para poder tomarme esos camperos con los viejos amigos de nuevo (si tengo dientes), igual puedo volver a ir al cine con mi «novia» cuando me apetezca, enseñarle cosas nuevas a los nietos, o pasar las tardes de primavera tirado al sol en la playa, a lo mejor esa es la mejor edad…

Con todo este desvarío, lo único que he sacado en claro es que tengo que disfrutar cada etapa, y cada día lo mejor que se pueda, no porque pueda ser el ultimo, que también, sino porque es único…y te recomiendo que hagas lo mismo.

Su amigo y vecino.
El padre estresado.

PD: Aquella novia del cine es hoy la mama de los peques, a la mayoria de los amigos no los veo, pero con la minoría sigo teniendo contacto, y mis padres hace ya años que no me regañan.

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Los años mas felices de nuestras vidas

Cuando estaba en el instituto, tenia un profesor de ingles, solterón y muy buena gente, al que la mayoría odiaba, porque por aquellos años, no solo pretendía que aprobásemos ingles, sino que tenía la osadía de querer que aprendiésemos a hablar ingles, lo que hacía que catease a mas alumnos de lo «normal» en aquella materia …años convulsos de la educación en España, no como ahora. Tengo claro que, gracias a aquellos primeros esfuerzos, yo hablo hoy Ingles.
 Pues al margen de todo esto, aquel profesor solía decir que disfrutásemos aquella etapa, que era la mas bonita de nuestra vida…claro, aquellas palabras entraban por una oreja, rebotaban dos o tres veces dentro, y salían por la otra sin dejar rastro en aquellos jóvenes joviales, como yo nos hubiese llamado entonces, (ahora mas bien nos definiría como niñatos atolondrados) que teníamos otros asuntos en los que pensar.
Aunque lo cierto es que, al menos en mi cabeza, si rebotó algunas veces mas de lo normal, y le di vueltas durante un tiempo, pero yo solo veía que no tenia vehículo, no tenía un duro, ni libertad para hacer lo que me apeteciese, y ademas mis padres me regañaba siempre por todo…un adolescente normal y corriente, vaya.
Pero los granitos  no dejan de caer por el reloj de arena, y de repente, te plantas en la edad actual, treintaytrece, y empiezas a recordar las cosas de otro modo.
Aquellos años en que tu máxima preocupación era aprobar Latín, que con mil pelas que te daban tus padres (aquellos que antes te parecían solo un par de regañones) te ibas al cine con la novia, pagabas el autobús, y aun te sobraba para una coca cola y un paquete de Fritos, Aquella novia con la que no compartías pagos ni responsabilidades, sino únicamente cosas buenas. O te las gastabas en comerte una campero con los amigos en el burguer de la esquina, aquellos amigos de verdad, que eran como hermanos, aquellos que hubiesen hecho lo que fuese por ti, y tu por ellos, aquellos que sabías que estarían contigo para siempre, y a los cuales no ves casi nunca, en su mayoría…no existen mejores amigos que los que tienes con 15 años.
Aquellos padres que te daban el dinero que necesitabas, y te compraban tenis caros.
Estabas delgado, tenias mas pelo, los días eran largos, los veranos eternos, y los sueños infinitos.

Basta un rápido repaso para ver que aquel profesor tenía razón, y que aquellos años, si no fueron los mejores de nuestras vidas, si que fueron una etapa increíble, no todo se hizo bien…pero al menos fue  divertido!

Pero no queda ahí la cosa, yo soy de mucho pensar, virtud o defecto, según se mire, y  llegando a esa conclusión, me aparece otra idea en la cabeza que no deja de dar tumbos. Se suele decir que mi edad actual, casi joven, (aunque bastante menos que antes) y con los niños pequeños, es la edad mejor de la vida, la edad que siempre recuerdas cuando eres mayor, la etapa a la que se le tiene mas cariño, y, aunque de un vistazo rápido lo que percibo primero es lo negativo que esta etapa conlleva, solo tengo que pensarlo unos segundos mas para darme cuenta de que es cierto, de que cuando sea un abuelete cansino y repetitivo que cuente batallitas mil veces, esas batallitas seran de la etapa de ahora, de todo lo que ahora mismo nos acontece, por eso, desde  hace ya tiempo que tome conciencia de esto, no dejo pasar un cuento sin leerles, ni una batalla de cosquillas, ni una peli con palomitas amontonados en los sofás, ni un día libre sin salir de paseo, ni enseñarles algo nuevo, ya sea montar en bici, nadar, o palabrejas en ingles, ni tampoco escaparme con mi mujer, aunque sea solo un rato, a tomarnos unas tapas por ahí, ni pierdo la oportunidad de tomarme una cerveza de cuando en cuando con algun amigo, o de darme una vuelta en moto con mi hermano, o poner en marcha algun proyecto…porque estoy seguro de que todo eso son los recuerdos que tendré cuando sea un abuelete cascarrabias.

Aunque igual me equivoco, igual cuando sea un jubileta despreocupado,estoy en la gloria, tengo tiempo para poder tomarme esos camperos con los viejos amigos de nuevo (si tengo dientes), igual puedo volver a ir al cine con mi «novia» cuando me apetezca, enseñarle cosas nuevas a los nietos, o pasar las tardes de primavera tirado al sol en la playa, a lo mejor esa es la mejor edad…

Con todo este desvarío, lo único que he sacado en claro es que tengo que disfrutar cada etapa, y cada día lo mejor que se pueda, no porque pueda ser el ultimo, que también, sino porque es único…y te recomiendo que hagas lo mismo.

Su amigo y vecino.
El padre estresado.

PD: Aquella novia del cine es hoy la mama de los peques, a la mayoria de los amigos no los veo, pero con la minoría sigo teniendo contacto, y mis padres hace ya años que no me regañan.

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La desesperante manera de no dormirse

Mi pequeña tiene una capacidad extraordinaria para la vigilia. Se supone que una bebe de cuatro meses de edad debería dormir unas quince horas diarias. Mayoritariamente durante la noche, pero con varias siestas durante el resto del día

¡JA!

Desde que nació, mi pequeña duerme bastante bien por la noche. Aunque le cuesta dormirse, una vez que ha cogido el sueño, normalmente solo se despierta una o dos veces para hacer la toma y luego vuelve a dormir con relativa facilidad. En muchas ocasiones directamente pegada al pecho y en otras tantas, acurrucada junto a su mamá en nuestra cama.

Pero, el día es otra cosa. Cuando nota que el sueño empieza a vencerla, comienza a lloriquear. Si tratas de distraerla, de jugar con ella, el efecto es peor, porque aumenta su cansancio y sus ganas de dormirse, pero también las ganas de atender a ese juego.

Así que toca intentar dormirla.

Con un poco de suerte, empezaras a acunarla en brazos y se relajara un poco. Tiene su técnica, porque tienes que sujetar el brazo que queda libre para que no se restriegue la cara y se arañe, al tiempo que tienes que mecerla lateralmente y dar botecitos para acunarla también verticalmente.

¿Pero sabes eso de la calma que precede a la tempestad? Pues cuando empieza a relajarse, cuando te empiezas a confiar, ella contraataca al sueño con una gran llantina. Y no es gradual, se abre el grifo  de golpe y parece que le esté arrancando las uñas con unos alicates. Llanto desesperado, el brazo que trata de arrancarse un ojo o una oreja, las piernas estirándose a toda velocidad y tratando de clavar la uña del dedo gordo del pie en cualquier sitio, preferentemente la otra pierna o los brazos de papá, el chupete que podría caber entero en la boca incluida la cadenita que lo sujeta, la espalda arqueada hacia atrás…

Llega el momento en que no sabes que hacer. En algunos casos le dejo que se mueva a su antojo procurando que ni se caiga ni se arañe, cosa difícil. En otras ocasiones trato de no dejarla tanta movilidad y apretarla contra el pecho, mientras sigo cantando mis elefantes. Imprescindible seguir meciéndola y paciencia.

Pasado el momento de furia, es posible que se tranquilice. Ya tenía sueño y el berrinche  cansa. Es posible que cierre un poco los ojos  y deje de agitarse…. ¡pero no bajes la guardia! ¡Sigue con los elefantes y el mecido o estás perdido! Con suerte, ahora si empezará a dormirse y aunque repita el intento de despertar, será menos intenso y más corto.

Pero si el momento de furia logra despertarla lo suficiente, si los elefantes se toman un respiro. Entonces ha ganado. Papa se pone nervioso, como humano imperfecto que es y eso lo nota ella, que ya de por si estaba nerviosa porque no se quería dormir e irritable por el sueño. Ya tienes llanto asegurado para rato.

Así que ya sabes, que no flaqueen los elefantes, y si tienes sueño, nada de café, un buen berrinche y a disfrutar la vida.

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La desesperante manera de no dormirse

Mi pequeña tiene una capacidad extraordinaria para la vigilia. Se supone que una bebe de cuatro meses de edad debería dormir unas quince horas diarias. Mayoritariamente durante la noche, pero con varias siestas durante el resto del día

¡JA!

Desde que nació, mi pequeña duerme bastante bien por la noche. Aunque le cuesta dormirse, una vez que ha cogido el sueño, normalmente solo se despierta una o dos veces para hacer la toma y luego vuelve a dormir con relativa facilidad. En muchas ocasiones directamente pegada al pecho y en otras tantas, acurrucada junto a su mamá en nuestra cama.

Pero, el día es otra cosa. Cuando nota que el sueño empieza a vencerla, comienza a lloriquear. Si tratas de distraerla, de jugar con ella, el efecto es peor, porque aumenta su cansancio y sus ganas de dormirse, pero también las ganas de atender a ese juego.

Así que toca intentar dormirla.

Con un poco de suerte, empezaras a acunarla en brazos y se relajara un poco. Tiene su técnica, porque tienes que sujetar el brazo que queda libre para que no se restriegue la cara y se arañe, al tiempo que tienes que mecerla lateralmente y dar botecitos para acunarla también verticalmente.

¿Pero sabes eso de la calma que precede a la tempestad? Pues cuando empieza a relajarse, cuando te empiezas a confiar, ella contraataca al sueño con una gran llantina. Y no es gradual, se abre el grifo  de golpe y parece que le esté arrancando las uñas con unos alicates. Llanto desesperado, el brazo que trata de arrancarse un ojo o una oreja, las piernas estirándose a toda velocidad y tratando de clavar la uña del dedo gordo del pie en cualquier sitio, preferentemente la otra pierna o los brazos de papá, el chupete que podría caber entero en la boca incluida la cadenita que lo sujeta, la espalda arqueada hacia atrás…

Llega el momento en que no sabes que hacer. En algunos casos le dejo que se mueva a su antojo procurando que ni se caiga ni se arañe, cosa difícil. En otras ocasiones trato de no dejarla tanta movilidad y apretarla contra el pecho, mientras sigo cantando mis elefantes. Imprescindible seguir meciéndola y paciencia.

Pasado el momento de furia, es posible que se tranquilice. Ya tenía sueño y el berrinche  cansa. Es posible que cierre un poco los ojos  y deje de agitarse…. ¡pero no bajes la guardia! ¡Sigue con los elefantes y el mecido o estás perdido! Con suerte, ahora si empezará a dormirse y aunque repita el intento de despertar, será menos intenso y más corto.

Pero si el momento de furia logra despertarla lo suficiente, si los elefantes se toman un respiro. Entonces ha ganado. Papa se pone nervioso, como humano imperfecto que es y eso lo nota ella, que ya de por si estaba nerviosa porque no se quería dormir e irritable por el sueño. Ya tienes llanto asegurado para rato.

Así que ya sabes, que no flaqueen los elefantes, y si tienes sueño, nada de café, un buen berrinche y a disfrutar la vida.

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Crónicas de un cambio I

Imagen de el menda

Es la primera vez desde que nació la niña que voy a pasar una noche lejos de ella. Y paradójicamente creo que va a ser la noche que peor voy a dormir. Pero todo tiene su lado bueno… saco un rato para escribir.

Este está siendo el año de los cambios. Primero nos estrenamos como padres y ahora nos mudamos a la península. La carrera profesional de mi mujer la lleva hasta allí y como funcionamos como un gran equipo, nos vamos en familia. Así que aquí estoy, buscando la que será nuestra casa en los próximos años.

Esta es la segunda vez que hago un cambio así. Hace unos ocho años fue entre islas, para ir a vivir con la que hoy es mi mujer. Y como siempre, la experiencia es un grado y te hace ver las cosas de forma diferente.

La primera vez me resultó realmente duro. Acostumbrado a estar con amigos de los de toda la vida. Acostumbrado a tener siempre cerca a una familia a la que quiero y necesito… Acostumbrado a una rutina… el cambio no fue fácil para mí. Correr era más divertido cuando lo hacía con mis amigos… pescar solo ni me lo planteaba… lo que me gustaba hacer, me gustaba porque lo hacía con mi gente.

Pero maduras… y aprendes que no pierdes la relación con esa gente. Sólo debes saber llevarla en la distancia. Y además conoces a más gente, y empiezas a disfrutar de otras rutinas… y ves que hay otros sitios en los que te gusta correr, y más gente con la que te gusta correr, y que hay gente a la que acabas queriendo mucho a la que les gusta pescar. Y ves que cuando puedas estar con la gente que ahora está un poco más lejos, no ha cambiado nada y la relación sigue igual.

Así que este cambio será diferente. Es cierto que no vuelvo con las personas a las que dije hasta luego hace unos años…sino que te alejas un poco más. Y que además dices hasta luego a más gente que ahora también son importante. Pero también es cierto que estoy convencido que seguirán estando ahí. Y eso lo hace más fácil.

La foto de la entrada es especial para mí, porque me hace pensar que los cambios también traen cosas muy buenas. Hacer el camino de Santiago con un gran amigo fue una experiencia extraordinaria. Y lo conocí gracias al cambio… eso me hace afrontar con optimismo la situación.

Digamos que he aprendido que no poder saber dónde estaré en unos años no es malo… si tengo razones para no poder olvidar donde he estado. Y que cuando en una relación hay sentimientos sinceros, la distancia no le puede. Y un buen ejemplo de esto es mi hermana: tenemos cada vez más complicidad y el cariño mutuo es cada vez mayor, por mucha agua que haya de por medio.

Así que empiezo esta nueva etapa con la tristeza de no estar cerca pero la tranquilidad que da que siempre estaremos cerca.

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Crónicas de un cambio I

Imagen de el menda

Es la primera vez desde que nació la niña que voy a pasar una noche lejos de ella. Y paradójicamente creo que va a ser la noche que peor voy a dormir. Pero todo tiene su lado bueno… saco un rato para escribir.

Este está siendo el año de los cambios. Primero nos estrenamos como padres y ahora nos mudamos a la península. La carrera profesional de mi mujer la lleva hasta allí y como funcionamos como un gran equipo, nos vamos en familia. Así que aquí estoy, buscando la que será nuestra casa en los próximos años.

Esta es la segunda vez que hago un cambio así. Hace unos ocho años fue entre islas, para ir a vivir con la que hoy es mi mujer. Y como siempre, la experiencia es un grado y te hace ver las cosas de forma diferente.

La primera vez me resultó realmente duro. Acostumbrado a estar con amigos de los de toda la vida. Acostumbrado a tener siempre cerca a una familia a la que quiero y necesito… Acostumbrado a una rutina… el cambio no fue fácil para mí. Correr era más divertido cuando lo hacía con mis amigos… pescar solo ni me lo planteaba… lo que me gustaba hacer, me gustaba porque lo hacía con mi gente.

Pero maduras… y aprendes que no pierdes la relación con esa gente. Sólo debes saber llevarla en la distancia. Y además conoces a más gente, y empiezas a disfrutar de otras rutinas… y ves que hay otros sitios en los que te gusta correr, y más gente con la que te gusta correr, y que hay gente a la que acabas queriendo mucho a la que les gusta pescar. Y ves que cuando puedas estar con la gente que ahora está un poco más lejos, no ha cambiado nada y la relación sigue igual.

Así que este cambio será diferente. Es cierto que no vuelvo con las personas a las que dije hasta luego hace unos años…sino que te alejas un poco más. Y que además dices hasta luego a más gente que ahora también son importante. Pero también es cierto que estoy convencido que seguirán estando ahí. Y eso lo hace más fácil.

La foto de la entrada es especial para mí, porque me hace pensar que los cambios también traen cosas muy buenas. Hacer el camino de Santiago con un gran amigo fue una experiencia extraordinaria. Y lo conocí gracias al cambio… eso me hace afrontar con optimismo la situación.

Digamos que he aprendido que no poder saber dónde estaré en unos años no es malo… si tengo razones para no poder olvidar donde he estado. Y que cuando en una relación hay sentimientos sinceros, la distancia no le puede. Y un buen ejemplo de esto es mi hermana: tenemos cada vez más complicidad y el cariño mutuo es cada vez mayor, por mucha agua que haya de por medio.

Así que empiezo esta nueva etapa con la tristeza de no estar cerca pero la tranquilidad que da que siempre estaremos cerca.

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Síntomas del embarazo en el hombre o Síndrome de la Covada

Sí sí, como os lo cuento. Resulta que los hombres también padecemos síntomas relacionados con el embarazo. Cuando creíais que vuestro único (e impagable) padecimiento era aguantarlas a ellas, resulta que a todo lo que eso conlleva (que no es poco, y lo digo, féminas, desde el más absoluto respeto al calvario hormonal que tenéis que sufrir) hay que añadir el llamado “Síndromede la Covada”. ¿A que suena a coña? Pues es real amigos míos.

Os dejo aquí un enlace a un artículode ‘Bebés y Más’ donde lo explican mejor que yo. Por resumir, resulta que la empatía con nuestra pareja nos lleva a sufrir en nuestras carnes seis síntomas durante este “maravilloso” proceso previo al alumbramiento: ansiedad, náuseas, aumento de peso, cambios de humor, modificación del apetito sexual y dolores varios. Ahí es ná. Y atentos, que también existe la depresión postparto en hombres.

Con todo esto, a mí personalmente se me plantean varias cuestiones. ¿Somos los hombres tan sumamente calzonazos que hasta somos capaces de convertir en nuestros estos padecimientos? ¿Quién se ha preocupado o se preocupa hasta la fecha de lo mal que lo pasamos nosotros durante el embarazo (y después del parto)? ¿Para cuándo una asociación de padres afectados por los embarazos en diferido?

Vale que la mayor parte de la carga la soportan ellas, que son las que sufren en primera persona los devastadores efectos de esto del embarazo (podéis encontrar referencias a ello en cualquier blog o página de estas características).

Pero ojo, que si nos ponemos tiquismiquis y empezamos a sumar antojos, el desgaste psicológico de esos 9 meses, las preguntas trampa que amenazan tu relación del tipo “¿me ves más gorda?” o “¿sigo estando guapa?”, los síntomas descritos en el artículo, la depresión postparto masculina, la cuarentena sexual (¿son 40 meses, verdad?) etc etc etc…  igual las fuerzas se igualan un poco y resulta que en esta “apasionante” aventura de la procreación, estamos ambas partes a un nivel parecido.


Y espérate a que nazca la criatura, que entonces todo lo anterior te parecerá una nimiedad, a los hechos me remito.




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Síntomas del embarazo en el hombre o Síndrome de la Covada

Sí sí, como os lo cuento. Resulta que los hombres también padecemos síntomas relacionados con el embarazo. Cuando creíais que vuestro único (e impagable) padecimiento era aguantarlas a ellas, resulta que a todo lo que eso conlleva (que no es poco, y lo digo, féminas, desde el más absoluto respeto al calvario hormonal que tenéis que sufrir) hay que añadir el llamado “Síndromede la Covada”. ¿A que suena a coña? Pues es real amigos míos.

Os dejo aquí un enlace a un artículode ‘Bebés y Más’ donde lo explican mejor que yo. Por resumir, resulta que la empatía con nuestra pareja nos lleva a sufrir en nuestras carnes seis síntomas durante este “maravilloso” proceso previo al alumbramiento: ansiedad, náuseas, aumento de peso, cambios de humor, modificación del apetito sexual y dolores varios. Ahí es ná. Y atentos, que también existe la depresión postparto en hombres.

Con todo esto, a mí personalmente se me plantean varias cuestiones. ¿Somos los hombres tan sumamente calzonazos que hasta somos capaces de convertir en nuestros estos padecimientos? ¿Quién se ha preocupado o se preocupa hasta la fecha de lo mal que lo pasamos nosotros durante el embarazo (y después del parto)? ¿Para cuándo una asociación de padres afectados por los embarazos en diferido?

Vale que la mayor parte de la carga la soportan ellas, que son las que sufren en primera persona los devastadores efectos de esto del embarazo (podéis encontrar referencias a ello en cualquier blog o página de estas características).

Pero ojo, que si nos ponemos tiquismiquis y empezamos a sumar antojos, el desgaste psicológico de esos 9 meses, las preguntas trampa que amenazan tu relación del tipo “¿me ves más gorda?” o “¿sigo estando guapa?”, los síntomas descritos en el artículo, la depresión postparto masculina, la cuarentena sexual (¿son 40 meses, verdad?) etc etc etc…  igual las fuerzas se igualan un poco y resulta que en esta “apasionante” aventura de la procreación, estamos ambas partes a un nivel parecido.


Y espérate a que nazca la criatura, que entonces todo lo anterior te parecerá una nimiedad, a los hechos me remito.




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