Razones para tener un tercer hijo

Vaya por delante que por nada del mundo se lo recomendaría a ningún padre que se atreviese a preguntarme. Un hijo es necesario, dos es una temeridad y tres… No quiero ni imaginarlo. O sí. Hagamos un ejercicio de abstracción y reflexionemos sobre lo que puede suponer la llegada de un tercer vástago a la unidad familiar.

1- Para empezar habría que reorganizar el espacio en casa. Esto, en una vivienda con tres habitaciones como es el caso que nos ocupa, puede gestionarse de forma sencilla. Lo más lógico sería que los dos hermanos mayores compartieran habitación y que el recién llegado tuviese su propio espacio, mientras los padres mantienen una distancia prudencial que les permita… bah, pamplinas. Lo que ocurrirá será que cada hermano mayor mantendrá su habitación, el recién llegado dormirá en la cama de matrimonio con mamá y papá pasará a ocupar un digno lugar en el sofá, con el gato.

2- Los traslados de cualquier índole se convierten en un verdadero galimatías. La monovolumen, otrora cómoda y espaciosa, se convierte en la furgoneta de un gitano. Cinco en un coche, tres de ellos niños, aboca irremediablemente al suicidio. Para salir de casa necesitas una media de dos horas o la ayuda del vecino. Cuando la mayor esté vestida y peinada, se pondrá a jugar mientras vistes y peinas al mediano, que hará lo propio mientras vistes y ‘peinas’ al pequeño, lo que supondrá que cuando hayas acabado por el pequeño tengas que volver a empezar porque la mayor y el mediano se habrán despeinado y desvestido de motu proprio.

3- La gestión de las finanzas es otro elemento a tener en cuenta. Las ayudas a familias numerosas están bien, pero no son suficientes. Dos sueldos para mantener a cinco humanos y un gato, dos coches, una hipoteca y los juegos de la play no dan, ya os digo que no dan. Los Magikis y los Pin&Pon se llevarán una parte importante del jornal. Hay opciones de financiación paralela como coser balones en casa o pintar soldaditos de plomo, pero que no se entere Montoro.

4- Normalmente la llegada del tercer descendiente, en los tiempos que corren, os pillará mucho más viejos. Si rondáis la cuarentena en el momento en el que venga a este mundo os ahorraréis de un plumazo la crisis de los 40, porque no vais a tener tiempo de plantearos el sentido de la vida ni vuestro lugar en el mundo. Las crisis identitarias solo se las puede permitir quien tiene tiempo para pensar, quien duerme más de 5 horas al día y quien puede incluso plantearse la opción de apuntarse al gimnasio para intentar frenar el inexorable paso del tiempo. No va a ser vuestro caso.

5-  Por descontado, la vida de pareja quedará reducida a cenizas, que no se reavivarán hasta que estéis en edad de solicitar los viajes del Imserso. Y para entonces harán falta ayudas extra en forma de píldora azul. No volveréis a salir a cenar, no pisaréis un cine, no tomaréis una copa, no veréis un partido del Atleti, no quedaréis con los pocos amigos que os quedan, no intercambiaréis impresiones con personas del sexo opuesto a excepción de las dependientas del DIA y, por supuesto, no volverás a tener un momento de intimidad en ninguna de sus versiones.

Si aun así os quedan ganas, adelante, pero no digáis que no os advertí.

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Razones para tener un tercer hijo

Vaya por delante que por nada del mundo se lo recomendaría a ningún padre que se atreviese a preguntarme. Un hijo es necesario, dos es una temeridad y tres… No quiero ni imaginarlo. O sí. Hagamos un ejercicio de abstracción y reflexionemos sobre lo que puede suponer la llegada de un tercer vástago a la unidad familiar.

1- Para empezar habría que reorganizar el espacio en casa. Esto, en una vivienda con tres habitaciones como es el caso que nos ocupa, puede gestionarse de forma sencilla. Lo más lógico sería que los dos hermanos mayores compartieran habitación y que el recién llegado tuviese su propio espacio, mientras los padres mantienen una distancia prudencial que les permita… bah, pamplinas. Lo que ocurrirá será que cada hermano mayor mantendrá su habitación, el recién llegado dormirá en la cama de matrimonio con mamá y papá pasará a ocupar un digno lugar en el sofá, con el gato.

2- Los traslados de cualquier índole se convierten en un verdadero galimatías. La monovolumen, otrora cómoda y espaciosa, se convierte en la furgoneta de un gitano. Cinco en un coche, tres de ellos niños, aboca irremediablemente al suicidio. Para salir de casa necesitas una media de dos horas o la ayuda del vecino. Cuando la mayor esté vestida y peinada, se pondrá a jugar mientras vistes y peinas al mediano, que hará lo propio mientras vistes y ‘peinas’ al pequeño, lo que supondrá que cuando hayas acabado por el pequeño tengas que volver a empezar porque la mayor y el mediano se habrán despeinado y desvestido de motu proprio.

3- La gestión de las finanzas es otro elemento a tener en cuenta. Las ayudas a familias numerosas están bien, pero no son suficientes. Dos sueldos para mantener a cinco humanos y un gato, dos coches, una hipoteca y los juegos de la play no dan, ya os digo que no dan. Los Magikis y los Pin&Pon se llevarán una parte importante del jornal. Hay opciones de financiación paralela como coser balones en casa o pintar soldaditos de plomo, pero que no se entere Montoro.

4- Normalmente la llegada del tercer descendiente, en los tiempos que corren, os pillará mucho más viejos. Si rondáis la cuarentena en el momento en el que venga a este mundo os ahorraréis de un plumazo la crisis de los 40, porque no vais a tener tiempo de plantearos el sentido de la vida ni vuestro lugar en el mundo. Las crisis identitarias solo se las puede permitir quien tiene tiempo para pensar, quien duerme más de 5 horas al día y quien puede incluso plantearse la opción de apuntarse al gimnasio para intentar frenar el inexorable paso del tiempo. No va a ser vuestro caso.

5-  Por descontado, la vida de pareja quedará reducida a cenizas, que no se reavivarán hasta que estéis en edad de solicitar los viajes del Imserso. Y para entonces harán falta ayudas extra en forma de píldora azul. No volveréis a salir a cenar, no pisaréis un cine, no tomaréis una copa, no veréis un partido del Atleti, no quedaréis con los pocos amigos que os quedan, no intercambiaréis impresiones con personas del sexo opuesto a excepción de las dependientas del DIA y, por supuesto, no volverás a tener un momento de intimidad en ninguna de sus versiones.

Si aun así os quedan ganas, adelante, pero no digáis que no os advertí.

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LA MORT

[Puedes leerlo en castellano aquí] Jo, ara fa uns 5 anys, era un inconscient i no tenia por a morir. Ets jove i fins a cert punt et creus immortal. Però a més, no crec que hi hagi res més enllà, quan et mors, t’apagues i ja està. Per tant de què preocupar-se. Si bé…
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Capítulo 1. De Vader a DadVader

El 2 de marzo del año pasado fue, sin lugar a dudas, el día más feliz de mi vida. Fue mejor que acabarme el Dark Souls 2. Superó incluso a la sensación de acabar Scholar of the First Sin, el DLC del maldito juego, tras horas de sufrimiento y muerte. Voy incluso a más: la alegría fue […]

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¡Felicidades!

Pues así empiezo el post, felicitándome a mi mismo, cumpliendo con ese convencionalismo social de felicitar por haber cumplido un ciclo, como si eso por si mismo supusiese algo, sabemos que no, pero si nos felicitamos únicamente con los grandes logros…nos felicitaremos muy poco.
Un cumpleaños, un aniversario, dependiendo si es de un nacimiento o un evento, en este caso lo segundo, hace 5 años empecé a escribir este blog, y me doy mi palmadita en la espalda, no porque haya conseguido nada, que tampoco pretendía, sino por lo que este blog me ha supuesto a mi. No voy a mentir, no lo empecé porque quería darle algo al mundo… o alguna grandeza por el estilo, lo empecé por mi, porque estaba en una época de estrés máximo, y necesitaba sacármelo de dentro, me di cuenta de que contar las cosas me relajaba, y que además, a muchos hasta les hacia gracia…extraña condición humana, y por eso comencé a ponerlo por escrito. Pero de pronto te dan animo personas que no conoces, gente que empatiza contigo, que te dan palmadas en la espalda, y ya no eres tu mismo el que te las da. Personas que te conocen poco, y te acaban apreciando gracias al blog, y supongo que lo contrario. Personas que, a veces, tienen de mi una consideración  mucho mas alta que yo mismo. Este blog ha sido una especie de conciencia, y como tal, no me he guardado nada, o casi nada, y eso también lo he notado, en 5 años y 100 posts, no he tenido ni un solo de los famosos «haters» (saldrá alguno ahora) y eso reconforta, y todo eso unido, forma el motivo por el que me felicité hoy, aunque mas que felicitarme, para ser sincero, debería dar las gracias, ya que he recibido mucho mas de lo que he dado.

Gracias, un millón de gracias.

Aunque también se me abrió una puerta a algo que no me había planteado en serio, escribir, contar historias siempre me ha fascinado, ya fuesen comics hechos con mas corazón que calidad, cortometrajes (lo mismo) o algún torpe guión para el mismo. Pero cuando de verdad he empezado a dar rienda suelta a contar historias, esas, mas buenas o mas malas, que no paran de ocurrirseme desde que tengo uso de razón, ha sido desde que empecé este blog. Los primeros posts parecen una conversación de un adolescente por Whatsapp, muchos 😉 y ja jas, pero poco a poco, y cumpliendo con la norma que dicen los escritores (aplicable a todo en la vida) que a escribir se aprende escribiendo, he ido mejorando (un poco solo) y ahora, al menos, me cuesta menos expresar con palabras todo lo que fluye de mi cabeza, y esto es algo que, indudablemente, también se lo debo a este blog y a todos los que lo seguís, por eso y por mucho mas, resuelvo que mas que felicitarme a mi mismo, la única palabra que debo decir es GRACIAS.

Su amigo y vecino
El padrestresado.  

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¡Felicidades!

Pues así empiezo el post, felicitándome a mi mismo, cumpliendo con ese convencionalismo social de felicitar por haber cumplido un ciclo, como si eso por si mismo supusiese algo, sabemos que no, pero si nos felicitamos únicamente con los grandes logros…nos felicitaremos muy poco.
Un cumpleaños, un aniversario, dependiendo si es de un nacimiento o un evento, en este caso lo segundo, hace 5 años empecé a escribir este blog, y me doy mi palmadita en la espalda, no porque haya conseguido nada, que tampoco pretendía, sino por lo que este blog me ha supuesto a mi. No voy a mentir, no lo empecé porque quería darle algo al mundo… o alguna grandeza por el estilo, lo empecé por mi, porque estaba en una época de estrés máximo, y necesitaba sacármelo de dentro, me di cuenta de que contar las cosas me relajaba, y que además, a muchos hasta les hacia gracia…extraña condición humana, y por eso comencé a ponerlo por escrito. Pero de pronto te dan animo personas que no conoces, gente que empatiza contigo, que te dan palmadas en la espalda, y ya no eres tu mismo el que te las da. Personas que te conocen poco, y te acaban apreciando gracias al blog, y supongo que lo contrario. Personas que, a veces, tienen de mi una consideración  mucho mas alta que yo mismo. Este blog ha sido una especie de conciencia, y como tal, no me he guardado nada, o casi nada, y eso también lo he notado, en 5 años y 100 posts, no he tenido ni un solo de los famosos «haters» (saldrá alguno ahora) y eso reconforta, y todo eso unido, forma el motivo por el que me felicité hoy, aunque mas que felicitarme, para ser sincero, debería dar las gracias, ya que he recibido mucho mas de lo que he dado.

Gracias, un millón de gracias.

Aunque también se me abrió una puerta a algo que no me había planteado en serio, escribir, contar historias siempre me ha fascinado, ya fuesen comics hechos con mas corazón que calidad, cortometrajes (lo mismo) o algún torpe guión para el mismo. Pero cuando de verdad he empezado a dar rienda suelta a contar historias, esas, mas buenas o mas malas, que no paran de ocurrirseme desde que tengo uso de razón, ha sido desde que empecé este blog. Los primeros posts parecen una conversación de un adolescente por Whatsapp, muchos 😉 y ja jas, pero poco a poco, y cumpliendo con la norma que dicen los escritores (aplicable a todo en la vida) que a escribir se aprende escribiendo, he ido mejorando (un poco solo) y ahora, al menos, me cuesta menos expresar con palabras todo lo que fluye de mi cabeza, y esto es algo que, indudablemente, también se lo debo a este blog y a todos los que lo seguís, por eso y por mucho mas, resuelvo que mas que felicitarme a mi mismo, la única palabra que debo decir es GRACIAS.

Su amigo y vecino
El padrestresado.  

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La sort acompaya els audaços. I les llúdrigues! (II)

otter_hide_familiar_nature

-Veig unes onadetes, de debó!

Des de la meva posició dins de l’aguait, a dues passes de l’aigua, veia el nostre martinet blanc de cartró, però la riba dreta del riu no em deixava tenir bona visió de la làmina d’aigua riu amunt. Però apretats a l’extrem esquerre de l’amagatall, els nens veien unes onadetes fer-se cada cop més seguides i juntes: alguna cosa estava a punt d’aparèixer. El meu patiment era que no acabés sent un objecte flotador no identificat (OFNI) i ens quedéssim tots amb les ganes de saber de què es tractava…

Plop!

-Una llúdriga, és una llúdriga!

A deu o dotze metres, alguna cosa s’havia mogut dins l’aigua, i els nens l’havien identificada sense dubtar-ne com una llúdriga. Jo no l’havia ni vista, però em va semblar una prova prou inequívoca que la identificació era encertada i no simple imaginació infantil autoestimulada, el fet que els dos germans s’abracessin eufòrics.

otter_euforia_small_familiar_natureI mentre ho feien, jo no vaig veure una llúdriga, sino dues, saltant sobre l’aigua en paral·lel, com dos dofins, tan sols uns metres més enllà. Ara el que em sabia greu era que la celebració un xic sobredimensionada del primer avistament hagués impedit als meus fills veure aquella meravella de salts que jo acabava de presenciar.

Tranquilitzeu-vos, conxus! Que són dues, són dues!

Uns pocs segons més i ja vèiem les onadetes de les llúdrigues nedant just sota la superfície, acostant-se a una zona molt poc fonda, al mig del riu, allà on hi havia els nostres martinets de cartró. De vegades una treia el cap de l’aigua, de vegades l’altra… vull creure que se’ls miraven i per això es van acostar tant.

A dins l’aguait ens queia la baba a tots tres. Fins que una llúdriga va decidir sortir de l’aigua i deixar-se veure a base de bé. La va seguir l’altra. Quin luxe! Amb aquell caminar tan divertit, totalment alienes a la nostra presència, dues llúdrigues es passejaven per la riba. Dues? No!

Tres, són tres!!!

otter

Aquí sí que vam perdre els papers. Pare i fills ens abraçàvem, sense acabar-nos de creure que estéssim tenint tanta, tanta sort. Jo vaig fer quatre fotos a corre cuita, sense trípode i amb un objectiu curt -135, només!-, i al cap d’un o dos minuts, les tres llúdrigues van tornar al riu, d’on havien vingut. Cinc minuts després, quan ja havíem decidit marxar, van tornar a sortir i van seguir riu avall, per l’altra riba.

L’endemà uns amics –molt amics, el lloc dels fets és un secret a guardar!- van tornar-hi i no van veure res, i tampoc nosaltres, dos dies després. En aquests rius nostres, veure una llúdriga a la llum del dia –del capvespre en el nostre cas- ja és tenir sort; veure-la passejar-se fora l’aigua, és tenir-ne molta. Veure’n tres… no se’n pot tenir més! (i dubto que ens passi mai més)

 

 

 

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Así empieza la historia

Mientras que termino de reescribir el post que se me borró… (brrr) aquí esta un pequeño adelanto de la novela con la que estoy, por ahora es solo un borrador, aun tengo que corregirla, pero como dicen que el feedback es muy importante en esto (y estoy convencido de ello) aqui va.
Gracias!

Capítulo 1,
Algún lugar entre Texas y  Nuevo México. Año 2019.


Cuando uno tiene una experiencia cercana a la muerte, se suele decir que ve toda su vida en un segundo, aquella noche era oscura y húmeda, y Lucas Elisea no dispuso de ese segundo, si así hubiese sido, habría tenido tiempo de sobra de esquivar a aquel torpe descerebrado que deambulaba entre los coches que languidecían  siniestramente en la Interestatal 10.
Aún estaba aturdido del impacto, tirado en el asfalto, pero sabiendo que, en su situación, no perder tiempo era fundamental, así que, medio groggy, intentó ponerse en pie, pero, al tiempo que sentía un agudo y terrible dolor, notó que la pierna se le arqueaba y volvió a caer con un grito ahogado. La extraña curvatura que ésta dibujaba no dejaba lugar a dudas, estaba rota. Lo siguiente que hizo fue buscar visualmente al “ bicho”, no le gustaba ponerle nombres del tipo “individuo” o “Tio” eso los hacía parecer humanos, y fuese lo que fuesen aquellos bichos, hace tiempo que no eran humanos. Lo localizó a unos 10 metros de su maltrecha motocicleta, el pobre diablo se había ido de cabeza contra el paragolpes  trasero de un viejo Cadillac, la tenía abierta en dos, ni se había enterado, si es que alguna vez  se enteraban de algo, tenía una extraña  postura entre dramática y cómica, y Lucas lo habría advertido si hubiese dedicado un sólo segundo a mirarlo, pero ahora tenía otros problemas, la fractura de su pierna derecha era muy fea, no era médico, pero no hacía falta serlo para saberlo, se arrastró hasta su moto, tenía la horquilla doblada, la llanta rota  y el guardabarros destrozado en varios pedazos, resultado del impacto contra los 80 kilos de peso de esa masa de carne y vísceras que ahora colgaba del paragolpes del Sedan de ville del 71, el manillar también estaba seriamente afectado, y sus cosas estaban tiradas por el asfalto, aunque, a decir verdad,  incluso estando en perfecto estado, hubiese sido imposible conducirla con la pierna así.

Hacía frío, estaba sólo, tirado en mitad de la autopista, alrededor suya solo había viejos coches oxidados con gente muerta en su interior, tenía la pierna rota, sin vehículo, y en un mundo lleno de criaturas enloquecidas que aullaban por matar cualquier cosa que  respirase. Un tiempo atrás, en una situación así, habría sucumbido al pánico, llorado,  maldecido su suerte y renegado de cualquier Dios, pero las cosas habían cambiado mucho, contaba con la experiencia a su favor, la experiencia de haber salido vivo de infinidad de situaciones en las que, habiendo dado su vida por perdida, acababa saliendo victorioso, sabía que no era invulnerable, lo había aprendido con sangre, pero también sabía que no había que dar nunca una batalla por perdida antes de tiempo. Se recostó en el asfalto unos segundos, notó el frío húmedo incluso a través del cuero de su chaqueta. El suplicio de la pierna era tan grande, que enmascaraba el dolor general que sentía, estaba completamente magullado, y cualquier movimiento le hacía gruñir de dolor. Respiró hondo varias veces intentando no pensar en el dolor y centrarse en buscar soluciones, la cosa estaba muy fea, pero no estaba todo perdido, se abrió la visera del casco para sentir en la cara las gotas de lluvia que empezaban a caer, abrió la boca para que el agua de la lluvia le hiciese disimular el sabor dulzón a sangre que tenía, y eso le hizo sentirse un poco mejor hasta que, repentinamente, escuchó unos gruñidos desagradablemente familiares,  estaban más cerca de lo que le hubiese gustado, rápidamente se echó mano a la espalda, donde solía llevar la funda con su arma, no estaba allí- se debe haber roto con el golpe- pensó acertadamente, volvió a oír gruñidos, pero esta vez venían de otra dirección, el ruido del accidente los había atraído como a moscas a la miel, y empezaban a estar demasiado cerca.

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Así empieza la historia

Mientras que termino de reescribir el post que se me borró… (brrr) aquí esta un pequeño adelanto de la novela con la que estoy, por ahora es solo un borrador, aun tengo que corregirla, pero como dicen que el feedback es muy importante en esto (y estoy convencido de ello) aqui va.
Gracias!

Capítulo 1,
Algún lugar entre Texas y  Nuevo México. Año 2019.


Cuando uno tiene una experiencia cercana a la muerte, se suele decir que ve toda su vida en un segundo, aquella noche era oscura y húmeda, y Lucas Elisea no dispuso de ese segundo, si así hubiese sido, habría tenido tiempo de sobra de esquivar a aquel torpe descerebrado que deambulaba entre los coches que languidecían  siniestramente en la Interestatal 10.
Aún estaba aturdido del impacto, tirado en el asfalto, pero sabiendo que, en su situación, no perder tiempo era fundamental, así que, medio groggy, intentó ponerse en pie, pero, al tiempo que sentía un agudo y terrible dolor, notó que la pierna se le arqueaba y volvió a caer con un grito ahogado. La extraña curvatura que ésta dibujaba no dejaba lugar a dudas, estaba rota. Lo siguiente que hizo fue buscar visualmente al “ bicho”, no le gustaba ponerle nombres del tipo “individuo” o “Tio” eso los hacía parecer humanos, y fuese lo que fuesen aquellos bichos, hace tiempo que no eran humanos. Lo localizó a unos 10 metros de su maltrecha motocicleta, el pobre diablo se había ido de cabeza contra el paragolpes  trasero de un viejo Cadillac, la tenía abierta en dos, ni se había enterado, si es que alguna vez  se enteraban de algo, tenía una extraña  postura entre dramática y cómica, y Lucas lo habría advertido si hubiese dedicado un sólo segundo a mirarlo, pero ahora tenía otros problemas, la fractura de su pierna derecha era muy fea, no era médico, pero no hacía falta serlo para saberlo, se arrastró hasta su moto, tenía la horquilla doblada, la llanta rota  y el guardabarros destrozado en varios pedazos, resultado del impacto contra los 80 kilos de peso de esa masa de carne y vísceras que ahora colgaba del paragolpes del Sedan de ville del 71, el manillar también estaba seriamente afectado, y sus cosas estaban tiradas por el asfalto, aunque, a decir verdad,  incluso estando en perfecto estado, hubiese sido imposible conducirla con la pierna así.

Hacía frío, estaba sólo, tirado en mitad de la autopista, alrededor suya solo había viejos coches oxidados con gente muerta en su interior, tenía la pierna rota, sin vehículo, y en un mundo lleno de criaturas enloquecidas que aullaban por matar cualquier cosa que  respirase. Un tiempo atrás, en una situación así, habría sucumbido al pánico, llorado,  maldecido su suerte y renegado de cualquier Dios, pero las cosas habían cambiado mucho, contaba con la experiencia a su favor, la experiencia de haber salido vivo de infinidad de situaciones en las que, habiendo dado su vida por perdida, acababa saliendo victorioso, sabía que no era invulnerable, lo había aprendido con sangre, pero también sabía que no había que dar nunca una batalla por perdida antes de tiempo. Se recostó en el asfalto unos segundos, notó el frío húmedo incluso a través del cuero de su chaqueta. El suplicio de la pierna era tan grande, que enmascaraba el dolor general que sentía, estaba completamente magullado, y cualquier movimiento le hacía gruñir de dolor. Respiró hondo varias veces intentando no pensar en el dolor y centrarse en buscar soluciones, la cosa estaba muy fea, pero no estaba todo perdido, se abrió la visera del casco para sentir en la cara las gotas de lluvia que empezaban a caer, abrió la boca para que el agua de la lluvia le hiciese disimular el sabor dulzón a sangre que tenía, y eso le hizo sentirse un poco mejor hasta que, repentinamente, escuchó unos gruñidos desagradablemente familiares,  estaban más cerca de lo que le hubiese gustado, rápidamente se echó mano a la espalda, donde solía llevar la funda con su arma, no estaba allí- se debe haber roto con el golpe- pensó acertadamente, volvió a oír gruñidos, pero esta vez venían de otra dirección, el ruido del accidente los había atraído como a moscas a la miel, y empezaban a estar demasiado cerca.

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¿Son antojos reales o se están aprovechando de tu nobleza?

Para todo esto ya debés estar más cómodo con la noticia de
tu nueva paternidad. Ya andan por la sexta semana, lo que significa que ya
pasaron más o menos mes y medio de los nueve que hay que esperar hasta que
tengás en brazos a tu bodoque. Tu pareja irradia felicidad y pasa el mismo
tiempo frente al espejo viéndose la panza que vos en tus días de gimnasio
viéndote los brazos. Tu hijo es una cosita del tamaño de una lenteja y poco a
poco va desarrollando sus órganos.

Vamos a hablar en serio: Tu pareja puede estar sufriendo de
algún tipo de malestar que por pena no te comunica, sin hacerla sentir presionada
es bueno que le hagás saber que estás dispuesto a ayudarla. Algunos de estos
malestares pueden ser normales de un embarazo sano, pero también pueden ser
señal de un embarazo de alto riesgo, por eso es importante estar pendiente
principalmente si hay sangrado.

Además de estos síntomas también algunas personas sufren de
“antojos”. Digo personas porque muchas veces son personas cercanas las que los
padecen, en experiencia propia me pasó cuando mi cuñada estaba esperando a mi
sobrina y yo no podía dejar de comer lácteos con sabor a fresa, incluso antes
que nos dieran la noticia. De cualquier forma se dice que los antojos son meros
caprichos, pero una explicación más bondadosa es que el cuerpo sufre la
necesidad de una vitamina o mineral específico y por eso “pide” que se le proporcione.
Si tu pareja resulta con antojos ya te jodiste, no es que esté tratando de
aprovecharse de vos, pero tratá de complacerlos lo antes posible, puede
traducirse en puntos para vos.

Ahora viene la parte divertida. Me imagino que para este
momento ya tenés pensado un chingo de cosas que querés hacer, cosas que comprar
y más de alguna actividad. El consejo es que lo apuntés todo, puede ser una
libreta específica para este fin o puede ser una bitácora o diario en la que
vayás llevando un registro de todo el proceso incluyendo fotos o cualquier otro
elemento; podés ir acomodándolo por etapas, por ejemplo en este momento estaría
de más meterte a comprar pintura para el cuarto si aún no sabés si es niño o
niña. Una bonita forma de llevar un registro del crecimiento de la panza de tu
pareja es tomar fotos semanales, puede ser en la misma locación o pueden jugar
con temas, colores, expresiones, etc. Lo dejo a su imaginación para que les
quede un bonito recuerdo. Por cierto, algo que es muy común es comprar cosas
que nunca se utilizan, esto pasa por distintas razones, así que te aconsejo que
te vayás preparando con lo esencial y dejés para después lo específico.

Es todo por hoy, seguí disfrutándote día a día y nos
encontramos la semana siguiente, vamos a hablar un poco de comida.

EscritorDeEscritorio

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¿Son antojos reales o se están aprovechando de tu nobleza?

Para todo esto ya debés estar más cómodo con la noticia de
tu nueva paternidad. Ya andan por la sexta semana, lo que significa que ya
pasaron más o menos mes y medio de los nueve que hay que esperar hasta que
tengás en brazos a tu bodoque. Tu pareja irradia felicidad y pasa el mismo
tiempo frente al espejo viéndose la panza que vos en tus días de gimnasio
viéndote los brazos. Tu hijo es una cosita del tamaño de una lenteja y poco a
poco va desarrollando sus órganos.

Vamos a hablar en serio: Tu pareja puede estar sufriendo de
algún tipo de malestar que por pena no te comunica, sin hacerla sentir presionada
es bueno que le hagás saber que estás dispuesto a ayudarla. Algunos de estos
malestares pueden ser normales de un embarazo sano, pero también pueden ser
señal de un embarazo de alto riesgo, por eso es importante estar pendiente
principalmente si hay sangrado.

Además de estos síntomas también algunas personas sufren de
“antojos”. Digo personas porque muchas veces son personas cercanas las que los
padecen, en experiencia propia me pasó cuando mi cuñada estaba esperando a mi
sobrina y yo no podía dejar de comer lácteos con sabor a fresa, incluso antes
que nos dieran la noticia. De cualquier forma se dice que los antojos son meros
caprichos, pero una explicación más bondadosa es que el cuerpo sufre la
necesidad de una vitamina o mineral específico y por eso “pide” que se le proporcione.
Si tu pareja resulta con antojos ya te jodiste, no es que esté tratando de
aprovecharse de vos, pero tratá de complacerlos lo antes posible, puede
traducirse en puntos para vos.

Ahora viene la parte divertida. Me imagino que para este
momento ya tenés pensado un chingo de cosas que querés hacer, cosas que comprar
y más de alguna actividad. El consejo es que lo apuntés todo, puede ser una
libreta específica para este fin o puede ser una bitácora o diario en la que
vayás llevando un registro de todo el proceso incluyendo fotos o cualquier otro
elemento; podés ir acomodándolo por etapas, por ejemplo en este momento estaría
de más meterte a comprar pintura para el cuarto si aún no sabés si es niño o
niña. Una bonita forma de llevar un registro del crecimiento de la panza de tu
pareja es tomar fotos semanales, puede ser en la misma locación o pueden jugar
con temas, colores, expresiones, etc. Lo dejo a su imaginación para que les
quede un bonito recuerdo. Por cierto, algo que es muy común es comprar cosas
que nunca se utilizan, esto pasa por distintas razones, así que te aconsejo que
te vayás preparando con lo esencial y dejés para después lo específico.

Es todo por hoy, seguí disfrutándote día a día y nos
encontramos la semana siguiente, vamos a hablar un poco de comida.

EscritorDeEscritorio

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Mi papá es un smombie? Y ahora qué hago?

Cuando era chico no existían los celulares. Por supuesto no existían infinidad de artículos que hoy son más necesarios que la respiración. Entre ellos el Smartphone (notarán que no repetí celular…)
Tampoco conocí a los zombies hasta mi adolescencia. Películas como Night of the living death (La noche de los muertos vivientes) de George A. Romero me los definieron bastante bien aunque me importaba poco ese análisis sobre la metáfora del conformismo, esclavitud y vida sin sentido, peligro para la vida burguesa.

En fin.

Cruzando el siglo XXI los zombies se hacen más rápidos y el vudú les queda viejo. El médico brujo es reemplazado por un nuevo sentido apocalíptico de la mano de la posibilidad, miedo, de guerra bacteriológica o enfermedades de masa sin control. Las plagas son plagas en cualquier siglo!

Pero como no es de otra manera, la tecnología hace lo suyo y es uno de los  nuevos semi dioses a adorar.

La evolución zombie/ smartphone recayó en el smombie, palabreja creada por la juventud alemana el año pasado. Hombres y mujeres que no sacan la mirada del Smart y vagan por las calles presas de redes sociales, en su mayoría. En cualquier parte del mundo, el humano promedio ha esquivado un smombie y como el humano promedio sabe, el smombie ni siquiera produce el típico gruñido del antiguo zombie.

Esto llevó a un estudio de la Universidad de Nueva York que concluyó:  el 10 % de las personas ingresadas en un hospital neoyorquino corresponda a esta categoría. El porcentaje aumenta si las edades de los smombies se encuentran en 18 y 24 años.

El Observatorio Vial de Latinoamérica destacó que el 14 % de los peatones van distraídos con su celular y eso los lleva a tener un accidente o a provocarlo.

El problema  suela agravarse si el smombie conduce un automóvil, ya que arriesgan su vida y la de los demás.

En sitios como Hayward, California, han colocado señales de tránsito específicas para smombies  que rezan: “Levanta la cabeza para cruzar la calle y luego actualiza Facebook”.

Si  no leventas la cabeza para mirar quien viene, porque la vas a levantar para mirar el cartel?

Raro.

En el estado de Utah, oeste de los Estados Unidos, impusieron multas de hasta US$ 100 desde el 2014 para el uso de celulares mientras se conduce.



AAA Foundation for Traffic Safety’ ha analizado los últimos seis segundos previos al accidente de entre unos 1.700 vídeos de jóvenes conductores. Los resultados son elocuentes: el 15 por ciento de los accidentes se debieron adistracciones con el resto de pasajeros del coche; el 12 por ciento, por el uso del móvil; el 10 por ciento, por buscar algo dentro del propio coche; el 9 por ciento, por mirar algo fuera del coche; el 8 por ciento, por cantar y poner música; el 6 por ciento, por ‘arreglarse’; y el 6 por ciento, por coger algo en el coche.


LOS PADRES

Acaso pensaban que escapaban a la categoría antes señalada? El padre smombie  que enfrascado en alguna actualización de red social no ve donde y que hace su hijo, está exponiéndose a un disgusto. 
Estoy dando una novedad? Para nada. Echémosle la culpa a lo NO multitaskin.

Esta palabrita inglesa traducida como multitarea quizás sea un reflejo de estos tiempos acelerados pero una mentira al fin. Hacer muchas cosas a la vez no nos hace más eficaces.

Earl Miller, científico especializado en neurología del MIT (Massachusetts Institute of Technology) explicó que el cerebro no puede enfocarse en varias cosas a la vez, sino cambiar rápidamente de foco. La corteza frontal se satura de información  y no puede enfocarse debidamente. Situaciones bien diferenciadas.

Por qué es necesaria tanta información que no podemos procesar?

 Porque las empresas logran afianzarse en tecnologías disruptivas (tecnología que aparece y genera un nuevo nicho en el mercado) en vez de innovación sostenida?

Porque las tecnologías se han llevado puestas como locomotora a una parte de la humanidad (la que tiene acceso, claro) y han creado la necesidad de lo virtual y la pertenencia a algo mejor, en contraposición del mundo complicado que puede vivir una madre o un padre?

La ilusión del escape?

Smombie, tecnócrata, cavernícola digital, analógico, las personas no escapan a su época. Logran adaptarse o no.

Padres e hijos pueden declararse digitales, geeks o como gusten.

A mi parecer, que es el de mi época, ninguna versión remozada del Tamagoshi pudo abrazar y cuidar a mi hijo mejor que yo.

Esa es mi responsabilidad.

Intuyo que padres en Bernal Oeste o Tumbuctú, opinan  igual.

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Mi papá es un smombie? Y ahora qué hago?

Cuando era chico no existían los celulares. Por supuesto no existían infinidad de artículos que hoy son más necesarios que la respiración. Entre ellos el Smartphone (notarán que no repetí celular…)
Tampoco conocí a los zombies hasta mi adolescencia. Películas como Night of the living death (La noche de los muertos vivientes) de George A. Romero me los definieron bastante bien aunque me importaba poco ese análisis sobre la metáfora del conformismo, esclavitud y vida sin sentido, peligro para la vida burguesa.

En fin.

Cruzando el siglo XXI los zombies se hacen más rápidos y el vudú les queda viejo. El médico brujo es reemplazado por un nuevo sentido apocalíptico de la mano de la posibilidad, miedo, de guerra bacteriológica o enfermedades de masa sin control. Las plagas son plagas en cualquier siglo!

Pero como no es de otra manera, la tecnología hace lo suyo y es uno de los  nuevos semi dioses a adorar.

La evolución zombie/ smartphone recayó en el smombie, palabreja creada por la juventud alemana el año pasado. Hombres y mujeres que no sacan la mirada del Smart y vagan por las calles presas de redes sociales, en su mayoría. En cualquier parte del mundo, el humano promedio ha esquivado un smombie y como el humano promedio sabe, el smombie ni siquiera produce el típico gruñido del antiguo zombie.

Esto llevó a un estudio de la Universidad de Nueva York que concluyó:  el 10 % de las personas ingresadas en un hospital neoyorquino corresponda a esta categoría. El porcentaje aumenta si las edades de los smombies se encuentran en 18 y 24 años.

El Observatorio Vial de Latinoamérica destacó que el 14 % de los peatones van distraídos con su celular y eso los lleva a tener un accidente o a provocarlo.

El problema  suela agravarse si el smombie conduce un automóvil, ya que arriesgan su vida y la de los demás.

En sitios como Hayward, California, han colocado señales de tránsito específicas para smombies  que rezan: “Levanta la cabeza para cruzar la calle y luego actualiza Facebook”.

Si  no leventas la cabeza para mirar quien viene, porque la vas a levantar para mirar el cartel?

Raro.

En el estado de Utah, oeste de los Estados Unidos, impusieron multas de hasta US$ 100 desde el 2014 para el uso de celulares mientras se conduce.



AAA Foundation for Traffic Safety’ ha analizado los últimos seis segundos previos al accidente de entre unos 1.700 vídeos de jóvenes conductores. Los resultados son elocuentes: el 15 por ciento de los accidentes se debieron adistracciones con el resto de pasajeros del coche; el 12 por ciento, por el uso del móvil; el 10 por ciento, por buscar algo dentro del propio coche; el 9 por ciento, por mirar algo fuera del coche; el 8 por ciento, por cantar y poner música; el 6 por ciento, por ‘arreglarse’; y el 6 por ciento, por coger algo en el coche.


LOS PADRES

Acaso pensaban que escapaban a la categoría antes señalada? El padre smombie  que enfrascado en alguna actualización de red social no ve donde y que hace su hijo, está exponiéndose a un disgusto. 
Estoy dando una novedad? Para nada. Echémosle la culpa a lo NO multitaskin.

Esta palabrita inglesa traducida como multitarea quizás sea un reflejo de estos tiempos acelerados pero una mentira al fin. Hacer muchas cosas a la vez no nos hace más eficaces.

Earl Miller, científico especializado en neurología del MIT (Massachusetts Institute of Technology) explicó que el cerebro no puede enfocarse en varias cosas a la vez, sino cambiar rápidamente de foco. La corteza frontal se satura de información  y no puede enfocarse debidamente. Situaciones bien diferenciadas.

Por qué es necesaria tanta información que no podemos procesar?

 Porque las empresas logran afianzarse en tecnologías disruptivas (tecnología que aparece y genera un nuevo nicho en el mercado) en vez de innovación sostenida?

Porque las tecnologías se han llevado puestas como locomotora a una parte de la humanidad (la que tiene acceso, claro) y han creado la necesidad de lo virtual y la pertenencia a algo mejor, en contraposición del mundo complicado que puede vivir una madre o un padre?

La ilusión del escape?

Smombie, tecnócrata, cavernícola digital, analógico, las personas no escapan a su época. Logran adaptarse o no.

Padres e hijos pueden declararse digitales, geeks o como gusten.

A mi parecer, que es el de mi época, ninguna versión remozada del Tamagoshi pudo abrazar y cuidar a mi hijo mejor que yo.

Esa es mi responsabilidad.

Intuyo que padres en Bernal Oeste o Tumbuctú, opinan  igual.

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¡Al agua patos!

La hora del baño es un momento que confieso he disfrutado a montones. Está cargado de mucha intimidad, mucho calor y te conecta con tu bebé de inmediato, porque sientes que con su mirada te está agradeciendo esa maravilla que haces con el agua tibia en todo su cuerpo, lo relaja y lo mantiene calmado, […]

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Las locas aventuras de Yoshi y Baby Lucarius

Hay veces que me siento como un gracioso porteador. Mi pequeña Piedra Pómez no siempre quiere estar tumbado o sentado en el sillón viendo como derroto al Mártir Logarius en Bloodborne. Ahora necesita otros estímulos diferentes que requieren de brazos, piernas, movimientos y mucha más atención que la que podemos echarle al Lemmings para que ninguno de […]

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Video Killed the Radio Star

Cuando el educador Marc Prensky acuñó el término nativo digital (así como el complementario de inmigrante digital, mucho menos extendido a nivel popular), lo hizo pensando en la necesidad de renovar los procesos educativos, de acercar las técnicas de enseñanza a los cambios que se han producido en nuestra sociedad. No creo que se planteara estar dándole a muchos padres contemporáneos algo muy parecido a una excusa perfecta para (auto)justificar la opción de dejar a sus hijos entreteniéndose con elementos tecnológicos como móviles, tablets, consolas, ordenadores… O algo que tenemos tan integrado, y tan normalizado, como la televisión.
Vaya por delante que sí, que atender a un hijo en el día a día puede resultar, en muchos momentos, agotador. Los niños son, por naturaleza, absorbentes: somos su gran bastión vital, así que demandan nuestra presencia, nuestra atención, y quieren que les dediquemos tiempo. De ahí que, en determinadas ocasiones, recurramos a entretenimientos externos que nos permiten, aunque sea de forma momentánea, tomar un poco de aire, generar un cierto espacio personal.
Es humano y es comprensible. Muchos padres queremos estar más presentes en la cotidianidad de nuestros hijos de lo que pudieron nuestros progenitores, pero eso implica también que a veces necesitemos un break. Un (necesario) respiro para nosotros mismos.
La cuestión está en que, cada vez más, ponemos todo el peso de ese entretenimientoen lo tecnológico. Resulta, es justo reconocerlo, más cómodo, pero tendríamos que hacernos mucho más conscientes de lo que esa comodidad provoca. Cinco años atrás, la American Academy of Pedriatrics ya advertía del efecto negativo que puede tener el consumo excesivode televisión (de hecho, recomiendan que los niños menores de dos años no se pongan delante de ninguna pantalla) sobre el desarrollo creativo y expresivo de los niños. Y a día de hoy, neuropsicólogos como Álvaro Bilbao abogan de forma cada vez más firme por la necesidad de dejar que la imaginación de nuestroshijos se desarrolle de forma natural, sin condicionarla a base de puro estímulo artificial.
Hay, por desgracia, momentos en los que mi mujer y yo no podemos estar totalmente pendientes de M. Así que, a veces, sobre todo cuando hay que atender a las tareas del hogar, nos vemos obligados a buscar formas de que se entretenga mientras nosotros hacemos otras cosas. Pero procuramos no exponerlo demasiado a la televisión (y siempre de forma controlada, durante un tiempo que pactamos previamente), y guiarlo hacia formas de entretenimiento más educativas, más libres y, sobre todo, más imaginativas.
Lo ideal es, claro, implicarlo en aquello que nos mantiene ocupados (de hecho, muchas veces nos pide participar en lo que estemos haciendo), pero, cuando eso no es posible, intentamos utilizar recursos como juegos de construcción, muñecos, o algo tan sencillo como un puñado de folios y una caja de rotuladores.

Aun así, y siempre que podemos, intentamos estar completamente centrados en M. Dedicarle nuestro tiempo y atención, escucharle y, claro está, compartir sus juegos dejando que sea él quienes los guía (una cosa que, lo reconozco, a veces me cuesta un poco). No tengo más que observar su cara de felicidad cuando estamos los tres juntos, haciendo cualquier cosas, para darme cuenta de lo que realmente necesita, por encima de todo: que estamos allí, a su lado, volcados en cuerpo y alma.
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Video Killed the Radio Star

Cuando el educador Marc Prensky acuñó el término nativo digital (así como el complementario de inmigrante digital, mucho menos extendido a nivel popular), lo hizo pensando en la necesidad de renovar los procesos educativos, de acercar las técnicas de enseñanza a los cambios que se han producido en nuestra sociedad. No creo que se planteara estar dándole a muchos padres contemporáneos algo muy parecido a una excusa perfecta para (auto)justificar la opción de dejar a sus hijos entreteniéndose con elementos tecnológicos como móviles, tablets, consolas, ordenadores… O algo que tenemos tan integrado, y tan normalizado, como la televisión.
Vaya por delante que sí, que atender a un hijo en el día a día puede resultar, en muchos momentos, agotador. Los niños son, por naturaleza, absorbentes: somos su gran bastión vital, así que demandan nuestra presencia, nuestra atención, y quieren que les dediquemos tiempo. De ahí que, en determinadas ocasiones, recurramos a entretenimientos externos que nos permiten, aunque sea de forma momentánea, tomar un poco de aire, generar un cierto espacio personal.
Es humano y es comprensible. Muchos padres queremos estar más presentes en la cotidianidad de nuestros hijos de lo que pudieron nuestros progenitores, pero eso implica también que a veces necesitemos un break. Un (necesario) respiro para nosotros mismos.
La cuestión está en que, cada vez más, ponemos todo el peso de ese entretenimientoen lo tecnológico. Resulta, es justo reconocerlo, más cómodo, pero tendríamos que hacernos mucho más conscientes de lo que esa comodidad provoca. Cinco años atrás, la American Academy of Pedriatrics ya advertía del efecto negativo que puede tener el consumo excesivode televisión (de hecho, recomiendan que los niños menores de dos años no se pongan delante de ninguna pantalla) sobre el desarrollo creativo y expresivo de los niños. Y a día de hoy, neuropsicólogos como Álvaro Bilbao abogan de forma cada vez más firme por la necesidad de dejar que la imaginación de nuestroshijos se desarrolle de forma natural, sin condicionarla a base de puro estímulo artificial.
Hay, por desgracia, momentos en los que mi mujer y yo no podemos estar totalmente pendientes de M. Así que, a veces, sobre todo cuando hay que atender a las tareas del hogar, nos vemos obligados a buscar formas de que se entretenga mientras nosotros hacemos otras cosas. Pero procuramos no exponerlo demasiado a la televisión (y siempre de forma controlada, durante un tiempo que pactamos previamente), y guiarlo hacia formas de entretenimiento más educativas, más libres y, sobre todo, más imaginativas.
Lo ideal es, claro, implicarlo en aquello que nos mantiene ocupados (de hecho, muchas veces nos pide participar en lo que estemos haciendo), pero, cuando eso no es posible, intentamos utilizar recursos como juegos de construcción, muñecos, o algo tan sencillo como un puñado de folios y una caja de rotuladores.

Aun así, y siempre que podemos, intentamos estar completamente centrados en M. Dedicarle nuestro tiempo y atención, escucharle y, claro está, compartir sus juegos dejando que sea él quienes los guía (una cosa que, lo reconozco, a veces me cuesta un poco). No tengo más que observar su cara de felicidad cuando estamos los tres juntos, haciendo cualquier cosas, para darme cuenta de lo que realmente necesita, por encima de todo: que estamos allí, a su lado, volcados en cuerpo y alma.
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Recetas BLW: Tortitas sin azúcar

Aunque todavía no me he expayado con el tema del BLW (Baby Lead Weaning, o alimentación complementaria a demanda), ya os adelanto que lo llevamos practicando desde que la peque tenía seis meses y no podríamos estar más contentos con ello. Principalmente ha sido mi mujer la que ha estado indagando y encontrando recetas, pero de vez en cuando soy yo el que se pone el gorro de chef y prepara alguna cosa nueva que añadir al recetario.

Ahora que mi campeona ya ha cumplido un año y hemos introducido los lácteos, esta receta es perfectamente válida para ella. Además, es muy sencilla de hacer. El sabor predominante en las tortitas es el del plátano, así que los adultos podéis añadirles un poco de nutella o crema de toffee por encima, le quedarán de rechupete. Y dicho esto, vamos con la receta:


Ingredientes (~10 tortitas)

  • 150g de harina
  • 2 plátanos muy maduros
  • 2 huevos
  • 1 vaso de leche entera
  • 2 cucharadas de aceite de oliva
  • 1 cucharadita de levadura
Preparación
Echa los dos plátanos (¡pelados!) en un bol y machácalos con un tenedor hasta que formen una pasta poco grumosa. Añade los huevos, el aceite y el bicarbonato y bátelo todo bien hasta lograr una masa uniforme.
Añade la leche, bátelo todo, e incorpora la harina poco a poco sin dejar de batir. Nuevamente, el objetivo es que el resultado sea uniforme. Usa un cacito para hacer obleas en una sartén caliente. Cuando la masa en la sartén empiece a hacer burbujas en la parte de arriba, utiliza una rasera para darle la vuelta y dejarla hacer por el otro lado. Con uno o dos minutos por lado debería ser más que suficiente para que queden bien hechas.


Y eso es todo, en serio, no hay más. Cuantas más veces hagáis las tortitas, mejor os irán quedando. Además, cuando los niños sean un poco más mayores, involucrarlos en la cocina con vosotros a la hora de prepararlas puede ser una actividad de lo más gratificante tanto para vosotros como para ellos. Yo ya estoy deseando que mi peque crezca un poco y prepararlas juntos los fines de semana para desayunar.
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Recetas BLW: Tortitas sin azúcar

Aunque todavía no me he expayado con el tema del BLW (Baby Lead Weaning, o alimentación complementaria a demanda), ya os adelanto que lo llevamos practicando desde que la peque tenía seis meses y no podríamos estar más contentos con ello. Principalmente ha sido mi mujer la que ha estado indagando y encontrando recetas, pero de vez en cuando soy yo el que se pone el gorro de chef y prepara alguna cosa nueva que añadir al recetario.

Ahora que mi campeona ya ha cumplido un año y hemos introducido los lácteos, esta receta es perfectamente válida para ella. Además, es muy sencilla de hacer. El sabor predominante en las tortitas es el del plátano, así que los adultos podéis añadirles un poco de nutella o crema de toffee por encima, le quedarán de rechupete. Y dicho esto, vamos con la receta:


Ingredientes (~10 tortitas)

  • 150g de harina
  • 2 plátanos muy maduros
  • 2 huevos
  • 1 vaso de leche entera
  • 2 cucharadas de aceite de oliva
  • 1 cucharadita de levadura
Preparación
Echa los dos plátanos (¡pelados!) en un bol y machácalos con un tenedor hasta que formen una pasta poco grumosa. Añade los huevos, el aceite y el bicarbonato y bátelo todo bien hasta lograr una masa uniforme.
Añade la leche, bátelo todo, e incorpora la harina poco a poco sin dejar de batir. Nuevamente, el objetivo es que el resultado sea uniforme. Usa un cacito para hacer obleas en una sartén caliente. Cuando la masa en la sartén empiece a hacer burbujas en la parte de arriba, utiliza una rasera para darle la vuelta y dejarla hacer por el otro lado. Con uno o dos minutos por lado debería ser más que suficiente para que queden bien hechas.


Y eso es todo, en serio, no hay más. Cuantas más veces hagáis las tortitas, mejor os irán quedando. Además, cuando los niños sean un poco más mayores, involucrarlos en la cocina con vosotros a la hora de prepararlas puede ser una actividad de lo más gratificante tanto para vosotros como para ellos. Yo ya estoy deseando que mi peque crezca un poco y prepararlas juntos los fines de semana para desayunar.
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Fora mandra: Operació Salamandra!

IMG_8120Acomiadem febrer amb un dissabte de pluja, per fi! Ja són quarts de deu del vespre, i els amics que han vingut a passar la tarda a casa, tot just cinc minuts després de marxar-ne, ens envien un whatsap per fer-nos dentetes: “Salamandra fever”, i aquesta foto:

SALAMANDRACom no se’ns havia acudit! És la Nit de la Salamandra!!!

Aprofitant les pluges –llargament esperades- i aquest ínfim hivern minvant, les salamandres han sortit a passejar per les fondalades boscoses a tocar de casa (i arreu del país, suposo). Travessen la carretera entre el seu cau ves a saber en quin racó de bosc i la riera on aniran a aparellar-se. I el caloret de l’asfalt –acumulat durant el dia-, les reté fatalment, exposades a un final absurd: sobre el paviment, dolçament escalfades, moriran sota les rodes d’un cotxe, esclafades.

Així que, fora mandra! Havent sopat, quan el cos demana més pijama que no pas cotxe, revolts i pluja fina, tots els nens de la casa –petits i grans- estem dacord a posar-nos en marxa. Aprofitarem la sort de tenir una vall coberta de pins i alzines a dos minuts de casa –amb cotxe, tant coratge com per anar-hi a peu no en tenim!-; som-hi!

salamandra_carreteraLa carretera que agafem -un caminoi asfaltat, més aviat-, és prou inhòspita com perquè ens permetem tallar el trànsit –nul- quan, als dos minuts de sortir, ja trobem la primera. Tots fora del cotxe, xalem, fotos aquí, fotos allà, ens n’adonem que la petita de casa, als seus quatre anyets, encara no havia vist mai una salamandra, i compartim amb ella l’èxtasi de descobrir per primer cop un animal tan i tan i tan pop. La bestiola té un posat altiu, és fantàstica, i no fa ni dues passes tot i l’atabalamenta. La deixem allà on l’hem trobada.

salamandra_i_altres_animals

Seguim amb una conducció prudent, i uns metres més enllà n’apareix una altra, i una altra, que com a molt marxen al seu ritme, a càmera lenta, quan els nens les fotografien a un pam del nas. I arribem a la carretera més gran: aquí la cosa canvia. Una salamandra esclafada. I una altra. L’efervescència es torna tristor. Quan topem amb la següent salamandra viva, el safari d’observació esdevé Operació Salvament, i els nens surten a treure la salamandra de l’asfalt. Amb cura, la deixen marge enllà. En poc més de dos quilòmetres en trobem vuit: sis de vives, dues d’aixafades… Segurament més d’hora que tard les salamandres que hem traslocat tornaran a l’asfalt. Però una bona estona l’exposició a una mort quasi segura els l’hem estalviada.

Ja de tornada, ens creuem amb un cotxe groc a tota bufa, d’aquells que segurament ni tan sols veuran les salamandres que aniran esclafant pel camí. Almenys les que hem tret de la carretera s’han salvat de creuar-se amb ell.

I la propera nit plujosa de primavera que us toqui conduir per una carretera enmig del bosc, recordeu-ho: baixeu el ritme i pareu especial atenció a l’asfalt, no us faci mandra: salvareu més d’una salamandra!

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Día Mundial de las Enfermedades Raras: #yotambién quiero @stopsanfilippo

Tenemos novedades en #papanoara !

Hoy este sitio chiquito se une a la campaña Día Mundial de las Enfermedades Raras que han lanzado la gente de @madresfera y los muchachos de @papasblogueros. El objetivo principal de esta acción: Conocer más las enfermedades que entran bajo el paraguas Enfermedades Raras. Por eso quiero traeros a vuestra pantalla información sobre la enfermedad de Sanfilippo y, sobre todo, presentaros a la Fundación Stop Sanfilippo. Mira el lema que utilizan… muy de acuerdo ¿no te parece? Existen más de 7.000 enfermedades raras, menos del 3% tienen tratamiento Lo raro es no investigar sobre ellas Podemos saber mucho más dentro…

#dalegas

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Llanto Ñe

Piedra Pómez es asombroso. Hace unas semanas descubrí que había inventado un ingenioso sistema para comunicarse conmigo, el bebélfico. Y ahora asisto atónito a otra muestra de poderío mental digna de elogio. Me pasó exactamente lo mismo que cuando Lucarius trataba de hablarme. Pensaba que se trataba de meros ruiditos que emitía sin ningún tipo de criterio. […]

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MomVader

He estado enfermo. Sí. Por ese motivo no he podido escribir nada en el blog y el tema ha sido bastante serio. No, tranquilos, no os asustéis. Luché contra el Balrog en el hospital durante cinco días, caí por el negro abismo gastrointestinal de Moria y resurgí como DadVader el Blanco, con nuevas energías, para […]

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Blas era un dragón.

Blas era un dragón. Pero no os penséis que era un dragón pequeñito, de esos que se enganchan a las paredes en Verano, no, no; Se podía decir que Blas era un dragón gigante. A pesar de su terrible y fiero aspecto, era el dragón más noble y bueno que jamás había existido, pero prefería evitar problemas con los demás viviendo alejado del resto del mundo. Su día a día transcurría en las cumbres de las montañas. Vivía en soledad y esto le había agriado el carácter hasta el punto de no querer ver a nadie. Sin darse cuenta se había convertido en un dragón uraño. Habían pasado ya tres años de la última vez que habló con alguien. Hace tres inviernos conoció a Pandora, un águila que pasó una temporada con él después de tener un pequeño accidente en la puerta de la cueva. Pandora era un poco corta de vista y de vez en cuando tenía algún problemilla de aterrizaje. Pasaron juntos un par de semanas. Una vez estuvo recuperada, antes de marcharse, le dijo a Blas:

– Por favor, guárdame esta caja hasta que pueda venir a recogerla- Y levantó el vuelo desapareciendo entre las nubes.
La cueva de nuestro dragón no era muy grande pero supo hacer un hueco para aquella caja sin problemas. Se olvidó de ella hasta que un día de verano, pintando y arreglando las paredes, sin darse cuenta la golpeó con la cola y la tiró. Al caer al suelo la tapa se abrió, Blas no pudo contener la curiosidad y poquito a poco fue asomando la nariz a su interior. La misteriosa caja que había dejado Pandora estaba llena hasta arriba de libros y cuentos. En el pasado había escuchado hablar acerca de esos “libros” de los humanos, pero Blas no sabía leer, ni tan siquiera había visto un libro antes. Cogió uno al azar. En la portada aparecía el dibujo de una ballena blanca y un barco. Léeme, parecía que susurraba Moby Dick desde el Océano. Lo abrió, pero no entendía nada de nada, únicamente veía símbolos negros sobre páginas blancas. Lo que le gustaban de verdad eran las imágenes de las portadas de los libros y las ilustraciones de los cuentos. Durante mucho tiempo se dedicó a clasificarlos según si eran animales, flores, plantas, juegos o colores. Pero Blas quería saber que significaban esos símbolos. Dia tras dia se concentraba sobre los textos esperando alguna respuesta a su curiosidad, pero nunca llegaba. Pasado un tiempo la frustración y el aburrimiento hicieron desistir de su empeño a nuestro gigante amigo verde. Pero la llama de la curiosidad sobre aquellos libros de los humanos que se acumulaban en su cueva ya no se apagaría nunca jamás. 
Un buen día, Blas se levantó como de costumbre y después de asearse, salió al exterior a respirar aire fresco y a buscar algunas frutas para almorzar (Blas no comía ni princesas ni nada parecido, era una costumbre horrible de algunos dragones que no podía soportar). Se encontraba recogiendo fresas y bayas silvestres cuando de repente, escuchó a lo lejos un rumor de voces de niños y niñas. No se lo podía creer!!! Un grupo de escolares del pueblo estaban de excursión y subían montaña arriba.
– Oh, Oh!- Pensó nuestro amigo verde.

Blas, el Dragón.

Los humanos siempre le habían causado problemas. Se escondió entre la maleza tratando de pasar inadvertido, pero su tremendo volumen era muy difícil de camuflar entre la escasa vegetación de la alta montaña. Aún así, su escondite le permitió, sin ser visto, escuchar la conversación de los niños y su profesora:

– Elena, Elena!- Llamaban los niños a su tutora. Pero la profesora hacía caso omiso a sus voces y continuaba subiendo la pendiente.
– Hasta que no lleguemos al campamento no podemos descansar- Contestó pasado un rato, cuando alcanzó un pequeño llano que hacía de balcón al inmenso paisaje que se divisaba desde aquella altura.
– Nos hemos perdido- Se escuchó entre el grupo de escolares.
– Esto nos pasa por no traernos el móvil!- Vociferó con fuerza Lidia, que lo estaba pasando realmente mal sin su más preciado tesoro.
Pasado un buen rato, cuando todo el grupo se hubo reunido, la profesora no tuvo más remedio que aceptarlo. Se habían perdido.
Entre tanto nuestro gigante amigo, que había sido testigo de toda la escena, continuaba oculto tras la maleza y las rocas. El Sol ya hacía rato que se había escondido y la temperatura comenzaba a bajar a toda velocidad.
– Deberíamos hacer un fuego, comienza a hacer mucho frío – Sugirió uno de los muchachos. Exactamente lo mismo pensó Blas, comenzaba a hacer frío de verdad y no había cogido la chaqueta antes de salir de casa. Sin darse cuenta, acostumbrado a la soledad, un tremendo estornudo de fuego salió de su nariz mientras atónitos, el grupo de niños y niñas contemplaban como se encendía la hoguera delante suyo.
– Hola, Buenas Noches- Carraspeó el dragón.
Al mismo tiempo todos los niños y niñas se levantaron del suelo dónde estaban sentados alrededor de las llamas y comenzaron a gritar y correr de un lado para otro como la pelotita del Pou rebotando contra las paredes.
Blas observó durante un par de minutos hasta que instintivamente lanzó un rugido acompañado de una tremenda llamarada.
– ¿Queréis hacer el favor de parar de correr y gritar un momento?- Les dijo al grupo de escolares que se quedaron quietos como estatuas al escuchar la voz del dragón. 
De repente, el único sonido que se escuchaba era el viento silbando entre las rocas cuando de la mochila de uno de los pequeños se resbaló un libro. El ruido seco que produjo al chocar contra el suelo, llamó la atención de Blas. El dragón recogió el libro y se lo acercó a los ojos. En la portada aparecía la figura de dos serpientes formando un circulo sobre un fondo dorado.
– ¿Te gusta? Te lo puedes quedar. Yo ya me lo he leído- Susurró tímidamente Pedro, dueño de aquella añeja copia de «La Historia Interminable«.
– Muchas gracias.-Y entonces, a Blas, se le encendió una bombilla. – Lo que me gustaría de verdad, es aprender a leer.
– Podemos enseñarte- Contestaron algunas de las niñas más atrevidas del grupo.
– Puedes venir al colegio con nosotros cada día y aprender.- Apuntó la profesora que continuaba escondida detrás de un improvisado camuflaje de ramas y hojas.
– Me gustaría muchísimo- La sonrisa de Blas se extendió rápidamente de oreja a oreja en su gran cara.. Por fín podría leer todos los libros y cuentos de Pandora que tenía en casa bien ordenaditos.
– Pero antes, ¿Nos puedes ayudar a volver al pueblo?- Le preguntó uno de los niños al dragón.
– Eso está hecho!- Contestó muy contento el gigantón.
Sin decir más, Blas extendió sus alas hacía el suelo y los niños y niñas comenzaron a subir a su lomo. En menos de lo que se tarda en decir: “cacahuete”, Blas dejó a los niños delante de la puerta de la escuela. Se despidió hasta el día siguiente y volvió volando a su cueva para preparar la mochila de la que iba a ser su primera clase. A partir de ese día, hubo un alumno más en la escuela del pueblo: Blas, el Dragón. Un dragón que ya nunca dejó de leer. 

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Blas era un dragón.

Blas era un dragón. Pero no os penséis que era un dragón pequeñito, de esos que se enganchan a las paredes en Verano, no, no; Se podía decir que Blas era un dragón gigante. A pesar de su terrible y fiero aspecto, era el dragón más noble y bueno que jamás había existido, pero prefería evitar problemas con los demás viviendo alejado del resto del mundo. Su día a día transcurría en las cumbres de las montañas. Vivía en soledad y esto le había agriado el carácter hasta el punto de no querer ver a nadie. Sin darse cuenta se había convertido en un dragón uraño. Habían pasado ya tres años de la última vez que habló con alguien. Hace tres inviernos conoció a Pandora, un águila que pasó una temporada con él después de tener un pequeño accidente en la puerta de la cueva. Pandora era un poco corta de vista y de vez en cuando tenía algún problemilla de aterrizaje. Pasaron juntos un par de semanas. Una vez estuvo recuperada, antes de marcharse, le dijo a Blas:

– Por favor, guárdame esta caja hasta que pueda venir a recogerla- Y levantó el vuelo desapareciendo entre las nubes.
La cueva de nuestro dragón no era muy grande pero supo hacer un hueco para aquella caja sin problemas. Se olvidó de ella hasta que un día de verano, pintando y arreglando las paredes, sin darse cuenta la golpeó con la cola y la tiró. Al caer al suelo la tapa se abrió, Blas no pudo contener la curiosidad y poquito a poco fue asomando la nariz a su interior. La misteriosa caja que había dejado Pandora estaba llena hasta arriba de libros y cuentos. En el pasado había escuchado hablar acerca de esos “libros” de los humanos, pero Blas no sabía leer, ni tan siquiera había visto un libro antes. Cogió uno al azar. En la portada aparecía el dibujo de una ballena blanca y un barco. Léeme, parecía que susurraba Moby Dick desde el Océano. Lo abrió, pero no entendía nada de nada, únicamente veía símbolos negros sobre páginas blancas. Lo que le gustaban de verdad eran las imágenes de las portadas de los libros y las ilustraciones de los cuentos. Durante mucho tiempo se dedicó a clasificarlos según si eran animales, flores, plantas, juegos o colores. Pero Blas quería saber que significaban esos símbolos. Dia tras dia se concentraba sobre los textos esperando alguna respuesta a su curiosidad, pero nunca llegaba. Pasado un tiempo la frustración y el aburrimiento hicieron desistir de su empeño a nuestro gigante amigo verde. Pero la llama de la curiosidad sobre aquellos libros de los humanos que se acumulaban en su cueva ya no se apagaría nunca jamás. 
Un buen día, Blas se levantó como de costumbre y después de asearse, salió al exterior a respirar aire fresco y a buscar algunas frutas para almorzar (Blas no comía ni princesas ni nada parecido, era una costumbre horrible de algunos dragones que no podía soportar). Se encontraba recogiendo fresas y bayas silvestres cuando de repente, escuchó a lo lejos un rumor de voces de niños y niñas. No se lo podía creer!!! Un grupo de escolares del pueblo estaban de excursión y subían montaña arriba.
– Oh, Oh!- Pensó nuestro amigo verde.

Blas, el Dragón.

Los humanos siempre le habían causado problemas. Se escondió entre la maleza tratando de pasar inadvertido, pero su tremendo volumen era muy difícil de camuflar entre la escasa vegetación de la alta montaña. Aún así, su escondite le permitió, sin ser visto, escuchar la conversación de los niños y su profesora:

– Elena, Elena!- Llamaban los niños a su tutora. Pero la profesora hacía caso omiso a sus voces y continuaba subiendo la pendiente.
– Hasta que no lleguemos al campamento no podemos descansar- Contestó pasado un rato, cuando alcanzó un pequeño llano que hacía de balcón al inmenso paisaje que se divisaba desde aquella altura.
– Nos hemos perdido- Se escuchó entre el grupo de escolares.
– Esto nos pasa por no traernos el móvil!- Vociferó con fuerza Lidia, que lo estaba pasando realmente mal sin su más preciado tesoro.
Pasado un buen rato, cuando todo el grupo se hubo reunido, la profesora no tuvo más remedio que aceptarlo. Se habían perdido.
Entre tanto nuestro gigante amigo, que había sido testigo de toda la escena, continuaba oculto tras la maleza y las rocas. El Sol ya hacía rato que se había escondido y la temperatura comenzaba a bajar a toda velocidad.
– Deberíamos hacer un fuego, comienza a hacer mucho frío – Sugirió uno de los muchachos. Exactamente lo mismo pensó Blas, comenzaba a hacer frío de verdad y no había cogido la chaqueta antes de salir de casa. Sin darse cuenta, acostumbrado a la soledad, un tremendo estornudo de fuego salió de su nariz mientras atónitos, el grupo de niños y niñas contemplaban como se encendía la hoguera delante suyo.
– Hola, Buenas Noches- Carraspeó el dragón.
Al mismo tiempo todos los niños y niñas se levantaron del suelo dónde estaban sentados alrededor de las llamas y comenzaron a gritar y correr de un lado para otro como la pelotita del Pou rebotando contra las paredes.
Blas observó durante un par de minutos hasta que instintivamente lanzó un rugido acompañado de una tremenda llamarada.
– ¿Queréis hacer el favor de parar de correr y gritar un momento?- Les dijo al grupo de escolares que se quedaron quietos como estatuas al escuchar la voz del dragón. 
De repente, el único sonido que se escuchaba era el viento silbando entre las rocas cuando de la mochila de uno de los pequeños se resbaló un libro. El ruido seco que produjo al chocar contra el suelo, llamó la atención de Blas. El dragón recogió el libro y se lo acercó a los ojos. En la portada aparecía la figura de dos serpientes formando un circulo sobre un fondo dorado.
– ¿Te gusta? Te lo puedes quedar. Yo ya me lo he leído- Susurró tímidamente Pedro, dueño de aquella añeja copia de «La Historia Interminable«.
– Muchas gracias.-Y entonces, a Blas, se le encendió una bombilla. – Lo que me gustaría de verdad, es aprender a leer.
– Podemos enseñarte- Contestaron algunas de las niñas más atrevidas del grupo.
– Puedes venir al colegio con nosotros cada día y aprender.- Apuntó la profesora que continuaba escondida detrás de un improvisado camuflaje de ramas y hojas.
– Me gustaría muchísimo- La sonrisa de Blas se extendió rápidamente de oreja a oreja en su gran cara.. Por fín podría leer todos los libros y cuentos de Pandora que tenía en casa bien ordenaditos.
– Pero antes, ¿Nos puedes ayudar a volver al pueblo?- Le preguntó uno de los niños al dragón.
– Eso está hecho!- Contestó muy contento el gigantón.
Sin decir más, Blas extendió sus alas hacía el suelo y los niños y niñas comenzaron a subir a su lomo. En menos de lo que se tarda en decir: “cacahuete”, Blas dejó a los niños delante de la puerta de la escuela. Se despidió hasta el día siguiente y volvió volando a su cueva para preparar la mochila de la que iba a ser su primera clase. A partir de ese día, hubo un alumno más en la escuela del pueblo: Blas, el Dragón. Un dragón que ya nunca dejó de leer. 

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