Confesiones de un papá inexperto – Juan Manuel Palacios

Cartelería del DóndeestánlosPadres

Hola, déjame decirte que tengo poco más de 46 años y que soy papá hace algo más de 7 años, de una hermosa niña que me llena de alegría. De repente me podrás decir que empecé muy tarde, con el rol de padre y tal vez te responda que en el momento en el que se decidió fue el momento adecuado para formar una familia.

Recuerdo que cuando era niño, mi papá se pasaba todos los días de la semana trabajando, para luego volver para la cena y para ver televisión, algo típico por aquellos años. Los sábados usualmente se iba al club para hacer deporte y juntarse con sus amigos, algunas veces me llevaba, pero otras no, no siempre podía cargar conmigo, porque no siempre había alguien más que pudiera “cuidarme”, sin embargo, esas visitas al club fueron lo mejor para mí, sin
importar si era verano o invierno, tuve la suerte de poder estar ahí hasta que cumplí la mayoría de edad, después de eso ya no podía entrar libremente.

Sé que nuestro rol no ha sido el mejor en los últimos 50 años, donde la figura paterna estaba siempre fuera de casa generando ingresos para “mantener” a la familia, sin involucrarse en los quehaceres internos, esos temas extraños y fuera de lugar para los papás, mientras que el resto de la familia se quedaba en casa dividiéndose las actividades en partes iguales, cuando se podía.

Si bien es cierto, papá solo hay uno, y hay que celebrarlo, no todos hemos recibido ese afecto paternal que de repente nos correspondía en alto grado, ese premio extraordinario que nos habíamos ganado desde que llegamos a este mundo, ese número de la lotería con todas las recompensas juntas, y en su lugar recibíamos un trato marcial, misma escuela militar, donde los abrazos no estaban permitidos. El cariño y el afecto venían de mamá, o de la abuela o de
las tías.

Entonces, ¿qué ejemplos y qué enseñanzas tenemos grabados, que información hemos recibido nosotros para poder aplicarlos con nuestros hijos hoy, luego de 50 años? Y sin embargo, se ha notado un gran cambio dentro de las familias de hoy, familias actuales y vigentes, reales, donde ambos, tanto papá como mamá estamos dispuestos a realizar diferentes actividades domésticas, donde no importa si es papá o mamá o ambos los que salimos a trabajar, donde cualquiera puede lavar un plato, cocinar, planchar o cambiar un pañal, y lo digo directamente y sin tapujos, yo puedo hacer eso y mucho más, tal vez fallando al inicio, pero así es la curva de aprendizaje, no todo sale “perfecto” a la primera, hay que practicar cientos de veces para lograr la casi perfección.

Los papás de hoy, esta nueva versión 2.0, están mucho más involucrados en la educación/crianza de los hijos, porque nos toca aprender en el camino y aplicar todo eso que no pudimos recibir cuando fuimos niños, o si hubo suerte, recibimos algunos detalles con gotero. La ventaja es que ahora podemos abrazar y besar a nuestros hijos, disfrazarnos de princesa o de sirena, de soldado o karateca, jugar a tomar el té o peinando muñecas, a la guerra y a la conquista, donde tener un hijo o una hija es igual, no hay diferencias, no hay rosado o azul, todo es igual para los ojos de los niños, mientras papá o mamá estén ahí para jugar y divertirse, todo es válido.

De repente soy un caso extraño, soy del clan de bichos raros que se salen de la ecuación, pero la verdad es que no me puedo quejar, soy lo que soy, por lo que he logrado hacer en estos 46 años. Tal vez puede ser que cuando a ti te tocó ser ese niño o niña de papá, recibiste todo lo que necesitabas recibir, de repente tuviste esa suerte envidiada por muchos otros, y sin embargo, ahora que eres papá, al igual que yo, puedes reconocer esas cosas que valen la pena
enseñar, esos detalles grandiosos, puedes cumplir con ese gran trabajo que es ser papá, y lo que mejor aún, puedes darte el lujo de poder intercambiar con otros papás esas experiencias que has vivido durante tus primeros años de papá, para poder comparar anotaciones, balancear lo bueno, lo malo y lo feo, y así lograr que tus hijos se abalancen a tus brazos cuando llegas a casa, que te busquen y que te llamen, que quieran pasar el tiempo contigo en lugar de
estar escapando de tu presencia, porque hiciste algo que pudo generar un rechazo, y lo peor de todo, ese tiempo perdido es lo más difícil de recuperar.

Yo creo que a ninguno de nosotros nos gustaría que nuestros hijos tengan que pasar por lo que nosotros pasamos cuando fuimos niños, queremos fervientemente que ellos sean mejores que nosotros y que tengan “eso” que nosotros no tuvimos, pero, y siempre hay un “pero”, sabemos que no siempre es bueno darles “todo”, hemos aprendido a medir y a controlar, hemos ganado experiencia, hemos descubierto el “norte”, y también hemos aprendido a amar y a ser amados en retorno.

Ahora a nosotros como papás nos toca forjar a nuestros hijos, enseñarles a la nueva generación que cometer errores es normal, y que aprender de esos errores es de lo mejor, demostrarles con el ejemplo, ayudarlos en lo que podamos, darles ese tiempo que se merecen, ese tiempo que nosotros no tuvimos, que puedan recibir de nosotros TODO lo que podemos dar, porque mañana puede ser muy tarde, mañana pueda que no estemos, mañana pueda que la distancia nos aleje de ellos, por eso es importante decidir bien las acciones que vamos a tomar de aquí en adelante, porque eso que hagamos “HOY” puede marcar la gran diferencia en ellos, para que cuando sean grandes nos recuerden con orgullo y con amor.


Juan Manuel Palacios escribe Papá en Acción:

Desde el otro lado del charco aparece Papá en Acción, trabajador de día y papá en todo momento, sin descanso alguno como debe ser.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.