Durante años, el formidable jostedalsbreen, el glaciar más extenso de la Europa continental se desplazaba a contracorriente, porque mientras los glaciares del resto del mundo retrocedían, él avanzaba despacio. En la actualidad también ha sucumbido y está en retroceso. Con una superficie de 487 km2 y un espesor de hasta 600 m preside las tierras altas de Sogn on Fjordane. Al igual que en su día visitamos uno de sus brazos más conocidos (Nigardsbreen), hoy íbamos a intentar tocar hielo en otros dos de fácil acceso: Boyabreen y Suppellebreen.
Estos dos glaciares se ubican muy cerca del pueblo de Fjaerland, que recibe la nada despreciable cifra de más de 300.000 visitantes al año; muchos de ellos con visitar estos glaciares.
Bøyabreen
Fue el primero que visitamos camino a Fjaerland. En este caso no es posible acceder a la zona de hielo porque hay un lago que separa de la zona del restaurante y del aparcamiento (gratuito), pero si se tiene suerte es posible ver desprenderse algún bloque de hielo que acabará cayendo al agua. Es muy fácil de acceder desde la carretera principal y es totalmente recomendable disfrutar de las vistas desde las ventanas panorámicas que hay en la cafetería que hay a los pies. Aprovechamos para comer allí mismo viendo que los precios eran razonables y las hamburguesas tenían buena pinta. Pasamos un buen rato jugando con las piedras en el lago y haciendo algunas fotos.
Supphellebreen
Es menos espectacular pero a priori más accesible que el anterior. Como curiosidad, destacar que el hielo de los podios de los JJOO de Lillehammer de 1994 se sacó de este glaciar. Se encuentra en la parte inferior del valle Supphelledalen y es el que se encuentra a una altitud más baja de todos los glaciares del sur de Noruega; se mantiene vivo por el hielo que cae del glaciar Flatbreen ubicado sobre él.
Nuestro objetivo, y en este lo teníamos que conseguir, era que los peques pudieran llegar hasta la zona del glaciar y jugar un rato con el hielo. Nuestros planes, sin embargo, parecía que no se iban a cumplir: Al llegar llovía bastante, así que nos quedamos en el coche a la espera que amainara; cuando por fin amainó, nos equipamos y emprendimos la marcha hacia el glaciar… Lamentablemente después de tanta lluvia de la base del glaciar bajaba un río que hacía impracticable el ‘camino’ que pudiera llevar hasta la base. Intentamos acercarnos por alguno de los bordes, pero nada, no fue posible porque estaba todo impracticable. Al menos los peques pudieron jugar un rato con bloques de hielo que la corriente había arrastrado hasta donde estábamos… no tengo ninguna duda de que en otras épocas habríamos podido llegar sin problemas. Es un recorrido muy sencillo.
Acabamos el día en un camping ubicado muy cerca del Museo Noruego del Glaciar, que tampoco pudimos visitar porque ya estaba cerrado al llegar.
Nos instalamos en nuestra cabaña y estuvimos jugando un rato en familia, que tampoco vino mal 😀
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