Celos entre hermanos

CELOS ENTRE HERMANOS: 

la inmensa necesidad de sabernos amados



Los celos, independientemente de si son infantiles o adultos, se definen por una sensación de frustración, de tristeza y de resentimiento al creer que ya no nos quieren como nos querían, que hemos dejado de ser importantes y valiosos.
Hablamos de tres causas que suelen estar interconectadas y son, las características temperamentales del niño, 
el momento evolutivo y el estilo educativo de los padres. 

Hoy sabemos que aquellos niños que muestran un carácter sensible, con esquemas rígidos, poca tolerancia a los cambios, poca capacidad para detectar y nombrar sentimientos tendrían más posibilidades de tener celos ante la llegada de un hermano.

Sin embargo hay variables en la conducta celosa de los niños que hacen que no siempre y no en todos los casos ni con la misma intensidad, manifiesten celos.

La edad es también un factor influyente ya que la etapa más sensible de un niño es la que llamamos fase de apego y va desde los dos a los cuatro o cinco años, que suele coincidir con el momento en que los padres suelen aumentar la familia.


Por último, el estilo educativo de los padres también influye de forma clara tanto en la aparición como en el manejo y desarrollo de la conducta celosa: en familias donde existe un estilo comunicativo, de afectos compartidos, donde se trata a cada miembro con equidad sin establecer comparaciones de ningún tipo, ni positivas ni negativas, se minimiza el riesgo de aparición de celos.
En todo caso debemos pensar que los celos, aún siendo una emoción normal (estadísticamente hablando) son  muy dolorosos. Y es imprescindible hacer una parada en nuestra rutina cargada de tareas, para empatizar, para darnos cuenta, para situarnos en el universo de nuestros hijos, en su dolor, en su miedo. Los celos representan la máxima vulnerabilidad frente al mundo: la posibilidad de perder nuestro amor y nuestra atención, que es en definitiva lo que les sostiene y su razón de ser. Sólo nos tienen a nosotros y somos ni más ni menos que  su mundo. 

Propongo agacharnos, no sólo físicamente, para abrazar su miedo y contenerlo. Propongo  hacerles saber que su emoción importa, nos importa. Que vamos a tratar de hacer lo posible para devolverles la seguridad que necesitan para seguir adelante. Y esto se consigue con la no comparación, con la dedicación de tiempo en exclusiva, con la escucha activa y empática, con la atención a su demanda. Y si su demanda es una vuelta atrás, una regresión al chupete, al pañal o a lo que sea que necesiten, dárselo. Digo dárselo. No digo decirles que ya son mayores para eso, que no lo necesitan. Tenemos que entender que a veces necesitamos dar unos pasos hacia atrás para saltar hacia otra etapa evolutiva o emocional.
Muchos profesionales dirán que hay que ignorar las conductas inadecuadas. Yo digo lo contrario: El miedo no se quita ignorando a quien lo tiene. La indiferencia sólo hará que ese primer sentimiento de inseguridad a perder lo que más se quiere, se enquiste y nos acompañe por el resto de nuestra vida en cada situación que nos vuelva frágiles y vulnerables. Si, por el contrario, ante el miedo encontramos validación, contención y atención, aprenderemos que nuestras emociones son importantes y por tanto, nosotros los somos. Estaremos ayudando a nuestros hijos a construir una imagen de sí mismos valiosa y no se me ocurre que les podamos ofrecer mayor herramienta para manejarse frente a los reveses que la vida les traerá, de todas formas.
Olga Carmona

Psicóloga Clínica

Directora de Psicología CEIBE

Experta en Psicopatología Infantil y Juvenil por la Sociedad de Medicina Psicosomática y Psicología Médica, Fundación Ciencias de la Salud.

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Celos entre hermanos

CELOS ENTRE HERMANOS: 

la inmensa necesidad de sabernos amados



Los celos, independientemente de si son infantiles o adultos, se definen por una sensación de frustración, de tristeza y de resentimiento al creer que ya no nos quieren como nos querían, que hemos dejado de ser importantes y valiosos.
Hablamos de tres causas que suelen estar interconectadas y son, las características temperamentales del niño, 
el momento evolutivo y el estilo educativo de los padres. 

Hoy sabemos que aquellos niños que muestran un carácter sensible, con esquemas rígidos, poca tolerancia a los cambios, poca capacidad para detectar y nombrar sentimientos tendrían más posibilidades de tener celos ante la llegada de un hermano.

Sin embargo hay variables en la conducta celosa de los niños que hacen que no siempre y no en todos los casos ni con la misma intensidad, manifiesten celos.

La edad es también un factor influyente ya que la etapa más sensible de un niño es la que llamamos fase de apego y va desde los dos a los cuatro o cinco años, que suele coincidir con el momento en que los padres suelen aumentar la familia.


Por último, el estilo educativo de los padres también influye de forma clara tanto en la aparición como en el manejo y desarrollo de la conducta celosa: en familias donde existe un estilo comunicativo, de afectos compartidos, donde se trata a cada miembro con equidad sin establecer comparaciones de ningún tipo, ni positivas ni negativas, se minimiza el riesgo de aparición de celos.
En todo caso debemos pensar que los celos, aún siendo una emoción normal (estadísticamente hablando) son  muy dolorosos. Y es imprescindible hacer una parada en nuestra rutina cargada de tareas, para empatizar, para darnos cuenta, para situarnos en el universo de nuestros hijos, en su dolor, en su miedo. Los celos representan la máxima vulnerabilidad frente al mundo: la posibilidad de perder nuestro amor y nuestra atención, que es en definitiva lo que les sostiene y su razón de ser. Sólo nos tienen a nosotros y somos ni más ni menos que  su mundo. 

Propongo agacharnos, no sólo físicamente, para abrazar su miedo y contenerlo. Propongo  hacerles saber que su emoción importa, nos importa. Que vamos a tratar de hacer lo posible para devolverles la seguridad que necesitan para seguir adelante. Y esto se consigue con la no comparación, con la dedicación de tiempo en exclusiva, con la escucha activa y empática, con la atención a su demanda. Y si su demanda es una vuelta atrás, una regresión al chupete, al pañal o a lo que sea que necesiten, dárselo. Digo dárselo. No digo decirles que ya son mayores para eso, que no lo necesitan. Tenemos que entender que a veces necesitamos dar unos pasos hacia atrás para saltar hacia otra etapa evolutiva o emocional.
Muchos profesionales dirán que hay que ignorar las conductas inadecuadas. Yo digo lo contrario: El miedo no se quita ignorando a quien lo tiene. La indiferencia sólo hará que ese primer sentimiento de inseguridad a perder lo que más se quiere, se enquiste y nos acompañe por el resto de nuestra vida en cada situación que nos vuelva frágiles y vulnerables. Si, por el contrario, ante el miedo encontramos validación, contención y atención, aprenderemos que nuestras emociones son importantes y por tanto, nosotros los somos. Estaremos ayudando a nuestros hijos a construir una imagen de sí mismos valiosa y no se me ocurre que les podamos ofrecer mayor herramienta para manejarse frente a los reveses que la vida les traerá, de todas formas.
Olga Carmona

Psicóloga Clínica

Directora de Psicología CEIBE

Experta en Psicopatología Infantil y Juvenil por la Sociedad de Medicina Psicosomática y Psicología Médica, Fundación Ciencias de la Salud.

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Celos entre hermanos

CELOS ENTRE HERMANOS: 

la inmensa necesidad de sabernos amados



Los celos, independientemente de si son infantiles o adultos, se definen por una sensación de frustración, de tristeza y de resentimiento al creer que ya no nos quieren como nos querían, que hemos dejado de ser importantes y valiosos.
Hablamos de tres causas que suelen estar interconectadas y son, las características temperamentales del niño, 
el momento evolutivo y el estilo educativo de los padres. 

Hoy sabemos que aquellos niños que muestran un carácter sensible, con esquemas rígidos, poca tolerancia a los cambios, poca capacidad para detectar y nombrar sentimientos tendrían más posibilidades de tener celos ante la llegada de un hermano.

Sin embargo hay variables en la conducta celosa de los niños que hacen que no siempre y no en todos los casos ni con la misma intensidad, manifiesten celos.

La edad es también un factor influyente ya que la etapa más sensible de un niño es la que llamamos fase de apego y va desde los dos a los cuatro o cinco años, que suele coincidir con el momento en que los padres suelen aumentar la familia.


Por último, el estilo educativo de los padres también influye de forma clara tanto en la aparición como en el manejo y desarrollo de la conducta celosa: en familias donde existe un estilo comunicativo, de afectos compartidos, donde se trata a cada miembro con equidad sin establecer comparaciones de ningún tipo, ni positivas ni negativas, se minimiza el riesgo de aparición de celos.
En todo caso debemos pensar que los celos, aún siendo una emoción normal (estadísticamente hablando) son  muy dolorosos. Y es imprescindible hacer una parada en nuestra rutina cargada de tareas, para empatizar, para darnos cuenta, para situarnos en el universo de nuestros hijos, en su dolor, en su miedo. Los celos representan la máxima vulnerabilidad frente al mundo: la posibilidad de perder nuestro amor y nuestra atención, que es en definitiva lo que les sostiene y su razón de ser. Sólo nos tienen a nosotros y somos ni más ni menos que  su mundo. 

Propongo agacharnos, no sólo físicamente, para abrazar su miedo y contenerlo. Propongo  hacerles saber que su emoción importa, nos importa. Que vamos a tratar de hacer lo posible para devolverles la seguridad que necesitan para seguir adelante. Y esto se consigue con la no comparación, con la dedicación de tiempo en exclusiva, con la escucha activa y empática, con la atención a su demanda. Y si su demanda es una vuelta atrás, una regresión al chupete, al pañal o a lo que sea que necesiten, dárselo. Digo dárselo. No digo decirles que ya son mayores para eso, que no lo necesitan. Tenemos que entender que a veces necesitamos dar unos pasos hacia atrás para saltar hacia otra etapa evolutiva o emocional.
Muchos profesionales dirán que hay que ignorar las conductas inadecuadas. Yo digo lo contrario: El miedo no se quita ignorando a quien lo tiene. La indiferencia sólo hará que ese primer sentimiento de inseguridad a perder lo que más se quiere, se enquiste y nos acompañe por el resto de nuestra vida en cada situación que nos vuelva frágiles y vulnerables. Si, por el contrario, ante el miedo encontramos validación, contención y atención, aprenderemos que nuestras emociones son importantes y por tanto, nosotros los somos. Estaremos ayudando a nuestros hijos a construir una imagen de sí mismos valiosa y no se me ocurre que les podamos ofrecer mayor herramienta para manejarse frente a los reveses que la vida les traerá, de todas formas.
Olga Carmona

Psicóloga Clínica

Directora de Psicología CEIBE

Experta en Psicopatología Infantil y Juvenil por la Sociedad de Medicina Psicosomática y Psicología Médica, Fundación Ciencias de la Salud.

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Carta de un verano, cuando corría el año de 2013 d.C.

Buenas hija, el verano de 2013 ya hace unos meses que nos dejó, al menos el verano vacacional porque la estación propiamente dicha se nos fue hace sólo 3 semanas.
Me he planteado retomar esto del blog enviándote una carta 2.0 a la little Ana del futuro, pues supongo que será cuando llegues a leerlo. También imagino que de «little» tendrás poco aunque para mi seguirás siendo mi little, eso será así por los siglos de los siglos.
Este año estuviste 3 semanas en Galicia con los abuelos, también conocidos como los «Ganaderos de Kobe«. Se les llama así por su gran similitud con algunos granjeros de Japón que tienen a sus vacas comiendo de los mejores pastos, les dan mil y un caprichos y les ponen la música que les gusta: las vacas sólo tienen que dedicarse a disfrutar de la vida. Básicamente es lo que han hecho contigo el tiempo que has estado allí.
Luego nos fuimos los 3 a un hotel de Huelva del que aún hoy te sigues acordando. Puedo decirte desde la distancia que el sitio fue un acierto, pero nos ha jodido los desayunos cotidianos para lo que queda de año. Desde que te acostumbraste a desayunar todos los días tortitas con chocolate y azúcar glassé y churros con colacao miras las magdalenas y cereales con un desdén impropio de las chicas de tu edad… no me preocupa porque te sigues alimentando a base de robarme mis tostadas con tomate. No sufras por mí, ya me como yo tus cereales de mierda.
En la piscina hemos hecho grandes progresos: zambullidos en el agua sola, nadar casi sin ayuda e incluso, más de una vez, sumergir la cabeza al completo. Todo esto en cuanto a mamá… por tu parte has tenido en mayor o menor medida los mismos avances en 3 años que tu madre en 32.
Para finalizar esta misiva quería que supieras que a Huelva fuimos sabiendo que íbamos 3 en el coche, pero que a la vuelta eran 4 los corazones que latían en el interior.
Te quiere, tu papá.

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Carta de un verano, cuando corría el año de 2013 d.C.

Buenas hija, el verano de 2013 ya hace unos meses que nos dejó, al menos el verano vacacional porque la estación propiamente dicha se nos fue hace sólo 3 semanas.
Me he planteado retomar esto del blog enviándote una carta 2.0 a la little Ana del futuro, pues supongo que será cuando llegues a leerlo. También imagino que de «little» tendrás poco aunque para mi seguirás siendo mi little, eso será así por los siglos de los siglos.
Este año estuviste 3 semanas en Galicia con los abuelos, también conocidos como los «Ganaderos de Kobe«. Se les llama así por su gran similitud con algunos granjeros de Japón que tienen a sus vacas comiendo de los mejores pastos, les dan mil y un caprichos y les ponen la música que les gusta: las vacas sólo tienen que dedicarse a disfrutar de la vida. Básicamente es lo que han hecho contigo el tiempo que has estado allí.
Luego nos fuimos los 3 a un hotel de Huelva del que aún hoy te sigues acordando. Puedo decirte desde la distancia que el sitio fue un acierto, pero nos ha jodido los desayunos cotidianos para lo que queda de año. Desde que te acostumbraste a desayunar todos los días tortitas con chocolate y azúcar glassé y churros con colacao miras las magdalenas y cereales con un desdén impropio de las chicas de tu edad… no me preocupa porque te sigues alimentando a base de robarme mis tostadas con tomate. No sufras por mí, ya me como yo tus cereales de mierda.
En la piscina hemos hecho grandes progresos: zambullidos en el agua sola, nadar casi sin ayuda e incluso, más de una vez, sumergir la cabeza al completo. Todo esto en cuanto a mamá… por tu parte has tenido en mayor o menor medida los mismos avances en 3 años que tu madre en 32.
Para finalizar esta misiva quería que supieras que a Huelva fuimos sabiendo que íbamos 3 en el coche, pero que a la vuelta eran 4 los corazones que latían en el interior.
Te quiere, tu papá.

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PASIÓN y SEXO TRAS LA LLEGADA DE UN HIJO.. . ¿DONDE ESTÁ LA PAREJA RECONVERTIDA EN PADRES?

PASIÓN y SEXO TRAS LA LLEGADA DE UN HIJO..
¿DONDE ESTÁ LA PAREJA RECONVERTIDA EN PADRES?

Extraído de la entrevista realizada para BEBES Y MAS


¿Cómo mantener la pasión en la pareja cuando llegan los hijos?

En mi opinión, forma parte de la madurez de la pareja como sistema, entender que la vida en común atraviesa por diferentes etapas, está en constante cambio y evolución, por suerte. 
Somos seres humanos en construcción, sujetos al cambio que es, sinónimo de estar vivo. La llegada de los hijos marca un antes y un después en esta trayectoria, donde ambos miembros de la pareja deben entender que ahora la prioridad es el nuevo ser, con imperiosas e impostergables necesidades que sus padres deben satisfacer. Este un tiempo de respeto, de adaptación, de nuevos roles. Cuando la madre es cuidada, contenida, apoyada y no se le exige que las cosas en el terreno sexual vuelvan a ser como antes de ser padres, la pasión vuelve. Con otros tiempos, con otras formas, tal vez, pero si el lugar de partida era sexualmente afín y sólido, volverá de forma espontánea y se adaptará a la nueva situación. Solo se trata de aceptar los tiempos, acompañar los cambios y entender que es una nueva etapa en nuestro recorrido vital.


¿Cómo no descuidar la pareja?

Empatizando con ella. Entendiendo cuál es su momento y cuál su necesidad en una etapa tan delicada. Comunicarse es la clave, atender al torrente emocional que se produce en el mundo femenino y a la ruptura de esquemas que se dan en el masculino, tender puentes, conectarse con quienes éramos antes de la llegada del hijo, implicarse en el cuidado del hijo, disfrutar de la nueva situación, vivir el cansancio y las dificultades con la perspectiva de que es temporal.


Insisto en la comunicación empática como clave para que el otro sienta que no está solo, que también está siendo cuidado.



¿Los hijos matan el deseo sexual?

                                  

Los hijos no matan nada que no estuviera agónico o directamente muerto ya. 
Los hijos en todo caso dan vida, mucha vida.

Su presencia actúa como una lupa gigante donde poder ver nuestras limitaciones y nuestras sombras, pero también el potencial de todo lo bueno que tenemos para ser y dar.

Los hijos dan, los hijos potencian, los hijos nos hacen mejores sin lugar a dudas, si somos capaces de mirarnos con humildad a través de sus sabios ojos.

El deseo sexual solo lo mata el desamor, la falta de respeto hacia el otro, el querer anclarse en una etapa de la vida que ya no es, que ya fue. Lo mata el egoísmo, la inmadurez, la incapacidad de aceptar los cambios, la frivolidad, la falta de generosidad.


¿Los hijos, unen o separan?


Unen si el caldo de cultivo de la pareja es propicio.

Separan si antes de su llegada existían grietas profundas que eran tapadas con la aparente ausencia de conflicto.
La presencia de los hijos en una pareja sólida, enamorada, con visiones del mundo afines, con un proyecto de vida en común bien armado, suponen la más increíble y milagrosa representación del amor y el vínculo se estrecha a niveles difíciles de transmitir con la palabra. Trascienden la individualidad y dan un sentido esencial a la vida.

De la misma manera, en un sistema frágil, basado en las circunstancias puntuales que les unieron, con incompatibilidades vitales innegociables, la presencia de los hijos sitúa a la pareja en una zona crítica que algunas no superan.

¿Las fantasías y los juegos sexuales pueden aumentar con la maternidad al liberarnos internamente?

Durante la etapa de puerperio y lactancia, yo diría que no. La mujer está haciendo nido, está recogida sobre sí misma y su cría y la sexualidad, pasa a un segundo plano. La piel adquiere otros matices y la sensualidad se despliega sobre y para el bebé.

Una vez superada esta etapa, Si. Precisamente ahora estoy trabajando en un proyecto en el que entrevisto a mujeres, mayoritariamente madres, para saber cómo y en qué ha cambiado su sexualidad después de ser madres.

Mi percepción es que las mujeres se sienten más plenas, más fuertes, más seguras de lo que quieren y todo eso las hace más libres. Es más, muchas demandan disfrutar de una sexualidad más amplia donde las fantasías y los juegos desde luego, tienen cabida. Diría que la maternidad amplía nuestra conciencia del cuerpo y nos otorga poder.


¿Cómo recuperar el deseo si este disminuye?



Despacio. Con paciencia. Empezando por disfrutar de la sensualidad que nos ofrece la vida en pareja, sin objetivo ni prisa. Tratando de ir quitándonos el pijama poco a poco y volviendo al vestido. Reservando algún espacio para la pareja, para redescubrirse, para charlar, para mirarse a los ojos. Cuidando del otro, implicándose ambos en el cuidado de la cría.


Y el colecho, ¿es un síntoma de falta de deseo o un separador de parejas?





Si la pareja no tiene deseo, compartir la cama sin niños no se lo va a devolver. 

Y si , por el contrario, la pareja disfruta de una vida sexual activa, rica y flexible (esta palabra es clave), el colecho no se lo va a quitar.
El colecho es un placer, para quienes así lo eligen, no una obligación ni parte de un decálogo de pautas para una crianza feliz. Lo que no se hace con placer, no suele servir.

Olga Carmona
Psicóloga Clínica

 


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PASIÓN y SEXO TRAS LA LLEGADA DE UN HIJO.. . ¿DONDE ESTÁ LA PAREJA RECONVERTIDA EN PADRES?

PASIÓN y SEXO TRAS LA LLEGADA DE UN HIJO..
¿DONDE ESTÁ LA PAREJA RECONVERTIDA EN PADRES?

Extraído de la entrevista realizada para BEBES Y MAS


¿Cómo mantener la pasión en la pareja cuando llegan los hijos?

En mi opinión, forma parte de la madurez de la pareja como sistema, entender que la vida en común atraviesa por diferentes etapas, está en constante cambio y evolución, por suerte. 
Somos seres humanos en construcción, sujetos al cambio que es, sinónimo de estar vivo. La llegada de los hijos marca un antes y un después en esta trayectoria, donde ambos miembros de la pareja deben entender que ahora la prioridad es el nuevo ser, con imperiosas e impostergables necesidades que sus padres deben satisfacer. Este un tiempo de respeto, de adaptación, de nuevos roles. Cuando la madre es cuidada, contenida, apoyada y no se le exige que las cosas en el terreno sexual vuelvan a ser como antes de ser padres, la pasión vuelve. Con otros tiempos, con otras formas, tal vez, pero si el lugar de partida era sexualmente afín y sólido, volverá de forma espontánea y se adaptará a la nueva situación. Solo se trata de aceptar los tiempos, acompañar los cambios y entender que es una nueva etapa en nuestro recorrido vital.


¿Cómo no descuidar la pareja?

Empatizando con ella. Entendiendo cuál es su momento y cuál su necesidad en una etapa tan delicada. Comunicarse es la clave, atender al torrente emocional que se produce en el mundo femenino y a la ruptura de esquemas que se dan en el masculino, tender puentes, conectarse con quienes éramos antes de la llegada del hijo, implicarse en el cuidado del hijo, disfrutar de la nueva situación, vivir el cansancio y las dificultades con la perspectiva de que es temporal.


Insisto en la comunicación empática como clave para que el otro sienta que no está solo, que también está siendo cuidado.



¿Los hijos matan el deseo sexual?

                                  

Los hijos no matan nada que no estuviera agónico o directamente muerto ya. 
Los hijos en todo caso dan vida, mucha vida.

Su presencia actúa como una lupa gigante donde poder ver nuestras limitaciones y nuestras sombras, pero también el potencial de todo lo bueno que tenemos para ser y dar.

Los hijos dan, los hijos potencian, los hijos nos hacen mejores sin lugar a dudas, si somos capaces de mirarnos con humildad a través de sus sabios ojos.

El deseo sexual solo lo mata el desamor, la falta de respeto hacia el otro, el querer anclarse en una etapa de la vida que ya no es, que ya fue. Lo mata el egoísmo, la inmadurez, la incapacidad de aceptar los cambios, la frivolidad, la falta de generosidad.


¿Los hijos, unen o separan?


Unen si el caldo de cultivo de la pareja es propicio.

Separan si antes de su llegada existían grietas profundas que eran tapadas con la aparente ausencia de conflicto.
La presencia de los hijos en una pareja sólida, enamorada, con visiones del mundo afines, con un proyecto de vida en común bien armado, suponen la más increíble y milagrosa representación del amor y el vínculo se estrecha a niveles difíciles de transmitir con la palabra. Trascienden la individualidad y dan un sentido esencial a la vida.

De la misma manera, en un sistema frágil, basado en las circunstancias puntuales que les unieron, con incompatibilidades vitales innegociables, la presencia de los hijos sitúa a la pareja en una zona crítica que algunas no superan.

¿Las fantasías y los juegos sexuales pueden aumentar con la maternidad al liberarnos internamente?

Durante la etapa de puerperio y lactancia, yo diría que no. La mujer está haciendo nido, está recogida sobre sí misma y su cría y la sexualidad, pasa a un segundo plano. La piel adquiere otros matices y la sensualidad se despliega sobre y para el bebé.

Una vez superada esta etapa, Si. Precisamente ahora estoy trabajando en un proyecto en el que entrevisto a mujeres, mayoritariamente madres, para saber cómo y en qué ha cambiado su sexualidad después de ser madres.

Mi percepción es que las mujeres se sienten más plenas, más fuertes, más seguras de lo que quieren y todo eso las hace más libres. Es más, muchas demandan disfrutar de una sexualidad más amplia donde las fantasías y los juegos desde luego, tienen cabida. Diría que la maternidad amplía nuestra conciencia del cuerpo y nos otorga poder.


¿Cómo recuperar el deseo si este disminuye?



Despacio. Con paciencia. Empezando por disfrutar de la sensualidad que nos ofrece la vida en pareja, sin objetivo ni prisa. Tratando de ir quitándonos el pijama poco a poco y volviendo al vestido. Reservando algún espacio para la pareja, para redescubrirse, para charlar, para mirarse a los ojos. Cuidando del otro, implicándose ambos en el cuidado de la cría.


Y el colecho, ¿es un síntoma de falta de deseo o un separador de parejas?





Si la pareja no tiene deseo, compartir la cama sin niños no se lo va a devolver. 

Y si , por el contrario, la pareja disfruta de una vida sexual activa, rica y flexible (esta palabra es clave), el colecho no se lo va a quitar.
El colecho es un placer, para quienes así lo eligen, no una obligación ni parte de un decálogo de pautas para una crianza feliz. Lo que no se hace con placer, no suele servir.

Olga Carmona
Psicóloga Clínica

 


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PASIÓN y SEXO TRAS LA LLEGADA DE UN HIJO.. . ¿DONDE ESTÁ LA PAREJA RECONVERTIDA EN PADRES?

PASIÓN y SEXO TRAS LA LLEGADA DE UN HIJO..
¿DONDE ESTÁ LA PAREJA RECONVERTIDA EN PADRES?

Extraído de la entrevista realizada para BEBES Y MAS


¿Cómo mantener la pasión en la pareja cuando llegan los hijos?

En mi opinión, forma parte de la madurez de la pareja como sistema, entender que la vida en común atraviesa por diferentes etapas, está en constante cambio y evolución, por suerte. 
Somos seres humanos en construcción, sujetos al cambio que es, sinónimo de estar vivo. La llegada de los hijos marca un antes y un después en esta trayectoria, donde ambos miembros de la pareja deben entender que ahora la prioridad es el nuevo ser, con imperiosas e impostergables necesidades que sus padres deben satisfacer. Este un tiempo de respeto, de adaptación, de nuevos roles. Cuando la madre es cuidada, contenida, apoyada y no se le exige que las cosas en el terreno sexual vuelvan a ser como antes de ser padres, la pasión vuelve. Con otros tiempos, con otras formas, tal vez, pero si el lugar de partida era sexualmente afín y sólido, volverá de forma espontánea y se adaptará a la nueva situación. Solo se trata de aceptar los tiempos, acompañar los cambios y entender que es una nueva etapa en nuestro recorrido vital.


¿Cómo no descuidar la pareja?

Empatizando con ella. Entendiendo cuál es su momento y cuál su necesidad en una etapa tan delicada. Comunicarse es la clave, atender al torrente emocional que se produce en el mundo femenino y a la ruptura de esquemas que se dan en el masculino, tender puentes, conectarse con quienes éramos antes de la llegada del hijo, implicarse en el cuidado del hijo, disfrutar de la nueva situación, vivir el cansancio y las dificultades con la perspectiva de que es temporal.


Insisto en la comunicación empática como clave para que el otro sienta que no está solo, que también está siendo cuidado.



¿Los hijos matan el deseo sexual?

                                  

Los hijos no matan nada que no estuviera agónico o directamente muerto ya. 
Los hijos en todo caso dan vida, mucha vida.

Su presencia actúa como una lupa gigante donde poder ver nuestras limitaciones y nuestras sombras, pero también el potencial de todo lo bueno que tenemos para ser y dar.

Los hijos dan, los hijos potencian, los hijos nos hacen mejores sin lugar a dudas, si somos capaces de mirarnos con humildad a través de sus sabios ojos.

El deseo sexual solo lo mata el desamor, la falta de respeto hacia el otro, el querer anclarse en una etapa de la vida que ya no es, que ya fue. Lo mata el egoísmo, la inmadurez, la incapacidad de aceptar los cambios, la frivolidad, la falta de generosidad.


¿Los hijos, unen o separan?


Unen si el caldo de cultivo de la pareja es propicio.

Separan si antes de su llegada existían grietas profundas que eran tapadas con la aparente ausencia de conflicto.
La presencia de los hijos en una pareja sólida, enamorada, con visiones del mundo afines, con un proyecto de vida en común bien armado, suponen la más increíble y milagrosa representación del amor y el vínculo se estrecha a niveles difíciles de transmitir con la palabra. Trascienden la individualidad y dan un sentido esencial a la vida.

De la misma manera, en un sistema frágil, basado en las circunstancias puntuales que les unieron, con incompatibilidades vitales innegociables, la presencia de los hijos sitúa a la pareja en una zona crítica que algunas no superan.

¿Las fantasías y los juegos sexuales pueden aumentar con la maternidad al liberarnos internamente?

Durante la etapa de puerperio y lactancia, yo diría que no. La mujer está haciendo nido, está recogida sobre sí misma y su cría y la sexualidad, pasa a un segundo plano. La piel adquiere otros matices y la sensualidad se despliega sobre y para el bebé.

Una vez superada esta etapa, Si. Precisamente ahora estoy trabajando en un proyecto en el que entrevisto a mujeres, mayoritariamente madres, para saber cómo y en qué ha cambiado su sexualidad después de ser madres.

Mi percepción es que las mujeres se sienten más plenas, más fuertes, más seguras de lo que quieren y todo eso las hace más libres. Es más, muchas demandan disfrutar de una sexualidad más amplia donde las fantasías y los juegos desde luego, tienen cabida. Diría que la maternidad amplía nuestra conciencia del cuerpo y nos otorga poder.


¿Cómo recuperar el deseo si este disminuye?



Despacio. Con paciencia. Empezando por disfrutar de la sensualidad que nos ofrece la vida en pareja, sin objetivo ni prisa. Tratando de ir quitándonos el pijama poco a poco y volviendo al vestido. Reservando algún espacio para la pareja, para redescubrirse, para charlar, para mirarse a los ojos. Cuidando del otro, implicándose ambos en el cuidado de la cría.


Y el colecho, ¿es un síntoma de falta de deseo o un separador de parejas?





Si la pareja no tiene deseo, compartir la cama sin niños no se lo va a devolver. 

Y si , por el contrario, la pareja disfruta de una vida sexual activa, rica y flexible (esta palabra es clave), el colecho no se lo va a quitar.
El colecho es un placer, para quienes así lo eligen, no una obligación ni parte de un decálogo de pautas para una crianza feliz. Lo que no se hace con placer, no suele servir.

Olga Carmona
Psicóloga Clínica

 


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Contravalores

Estos días, si cabe más que otros, no para de hablarse de educación. La controvertida Ley Wert y su trámite parlamentario se invita estos días a sentarse en nuestra mesa a la hora de almorzar o cenar, y a mi particularmente me amarga el bocado. El debate en torno a esta Ley hace que se corra el peligro de que nos resignemos a pensar que la educación es algo que debe pender del cambiante hilo político y que, en cualquier caso, debe estar no sólo regulada sino también fiscalizada por el Estado, para así garantizar el futuro de nuestros/as hijos/as. Si no fuese así ¿qué necesidad habría de tanta refutación y crispación política y social por una simple Ley que pasado mañana puede derogarse parcialmente o en su totalidad?.
 
En mi opinión todo este ‘espectáculo’ no es casual sino premeditado. Es, como se diría precisamente en el argot político, una cortina de humo que conforme van pasando los lustros va siendo más y más tupida, para tratar de esconder las realidades que nos cuestan tanto asumir. Es mejor distraer la atención sobre los verdaderos problemas de la educación en nuestro país y centrarnos en lo superfluo, en lo banal, en lo que se puede cambiar sin mucho esfuerzo y que a la postre tiene su repercusión ideológica y social pero que no aborda, ni por asomo, la raíz del desaguisado. Y no lo hace (ni lo hará) porque la educación en una sociedad moderna del siglo XXI no es un tópico estanco, aislado y/o desmembrado del resto de asuntos cotidianos que nos afectan, sino todo lo contrario, es un tema transversal, vertebrador e intimamente conectado con casi todo lo que tiene que ver con nosotros/as, tanto a nivel individual, colectivo y global. Nos están vendiendo que la educación puede mejorar su calidad trasteando en el currículum oficial en un par de asignaturas (idiomas y religión) y que de no hacerlo seguirán restregándonos diariamente en la cara los informes de diagnóstico PISA, de la UE, de la OCDE, etc., en los que siempre salimos muy mal parados. Y yo me pregunto ¿nadie está dispuesto/a a hablar de educación de verdad?. ¿Nadie está dispuesto/a a alzar la voz y a enumerar la inmensa cantidad de contravalores que presenta nuestra sociedad y que hacen que la educación en este país esté a la cola en el mundo civilizado?.
 
La educación es la clave para un mundo mejor y se conforma por el trinomio familia-escuela-sociedad (fijaros que coloco premeditadamente a la escuela en medio). ¿Dónde quedan en nuestras familias y en nuestra sociedad valores como la honestidad, la responsabilidad, la solidaridad, la tolerancia, el respeto, la sinceridad, la libertad, la igualdad y la amistad?. ¿Qué podemos decir de estos valores fundamentales y básicos que impregnan la vida de nuestros/as hijos/as en el uso cotidiano y diario de videojuegos, películas, series televisivas, medios publicitarios, redes sociales, etc.?. ¿Qué lecciones y ejemplos tienen que darnos nuestros/as gobernantes acerca de muchos de estos valores?. ¿Cuáles son los arquetipos que traslada nuestra sociedad para alcanzar el éxito en la vida?. ¿Qué uso hacemos en la relación cercana e íntima con nuestros/as hijos/as de estos valores?. ¿Acaso, en lugar de ello, estamos trasladándoles mensajes subliminares (o explícitos) acerca del uso de juegos y películas ‘piratas’, en confundir la astucia con la pillería, en la intolerancia a los que no piensan como nosotros/as, en el consumismo, en la repulsa a lo diverso y singular porque se sale de la normalidad?… ¿Qué autocrítica individual y colectiva hacemos de todo esto que es, por encima de todo, educación?, ¿qué Ley lo regula y trata de corregir las desviaciones que se producen, por millones, a diario?, ¿cuál es la calidad de los cimientos de nuestra sociedad?.
 
Los valores son los principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento en función de realizarnos como personas. Son creencias fundamentales que nos ayudan a preferir, apreciar y elegir unas cosas en lugar de otras, o un comportamiento en lugar de otro. Nos proporcionan una pauta para formular metas y propósitos, personales o colectivos; son las competencias existenciales con las que podrán contar incuestionablemente las generaciones del futuro, y se conforman no sólo en el ámbito del sistema escolar (mal llamado para mi gusto educativo) y que tan proclives somos a legislar. Pienso que la educación en valores es responsabilidad, especialmente, de las familias y de la sociedad, y para que ésta mejore debe empezar a entenderse la educación como un tema transversal, el tuétano de la sociedad, en pro de cambiar nuestra forma de contribuir al mundo futuro. ¿Qué gobierno le mete mano a esto?, porque todo lo demás se me antojan patrañas.
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Contravalores

Estos días, si cabe más que otros, no para de hablarse de educación. La controvertida Ley Wert y su trámite parlamentario se invita estos días a sentarse en nuestra mesa a la hora de almorzar o cenar, y a mi particularmente me amarga el bocado. El debate en torno a esta Ley hace que se corra el peligro de que nos resignemos a pensar que la educación es algo que debe pender del cambiante hilo político y que, en cualquier caso, debe estar no sólo regulada sino también fiscalizada por el Estado, para así garantizar el futuro de nuestros/as hijos/as. Si no fuese así ¿qué necesidad habría de tanta refutación y crispación política y social por una simple Ley que pasado mañana puede derogarse parcialmente o en su totalidad?.
 
En mi opinión todo este ‘espectáculo’ no es casual sino premeditado. Es, como se diría precisamente en el argot político, una cortina de humo que conforme van pasando los lustros va siendo más y más tupida, para tratar de esconder las realidades que nos cuestan tanto asumir. Es mejor distraer la atención sobre los verdaderos problemas de la educación en nuestro país y centrarnos en lo superfluo, en lo banal, en lo que se puede cambiar sin mucho esfuerzo y que a la postre tiene su repercusión ideológica y social pero que no aborda, ni por asomo, la raíz del desaguisado. Y no lo hace (ni lo hará) porque la educación en una sociedad moderna del siglo XXI no es un tópico estanco, aislado y/o desmembrado del resto de asuntos cotidianos que nos afectan, sino todo lo contrario, es un tema transversal, vertebrador e intimamente conectado con casi todo lo que tiene que ver con nosotros/as, tanto a nivel individual, colectivo y global. Nos están vendiendo que la educación puede mejorar su calidad trasteando en el currículum oficial en un par de asignaturas (idiomas y religión) y que de no hacerlo seguirán restregándonos diariamente en la cara los informes de diagnóstico PISA, de la UE, de la OCDE, etc., en los que siempre salimos muy mal parados. Y yo me pregunto ¿nadie está dispuesto/a a hablar de educación de verdad?. ¿Nadie está dispuesto/a a alzar la voz y a enumerar la inmensa cantidad de contravalores que presenta nuestra sociedad y que hacen que la educación en este país esté a la cola en el mundo civilizado?.
 
La educación es la clave para un mundo mejor y se conforma por el trinomio familia-escuela-sociedad (fijaros que coloco premeditadamente a la escuela en medio). ¿Dónde quedan en nuestras familias y en nuestra sociedad valores como la honestidad, la responsabilidad, la solidaridad, la tolerancia, el respeto, la sinceridad, la libertad, la igualdad y la amistad?. ¿Qué podemos decir de estos valores fundamentales y básicos que impregnan la vida de nuestros/as hijos/as en el uso cotidiano y diario de videojuegos, películas, series televisivas, medios publicitarios, redes sociales, etc.?. ¿Qué lecciones y ejemplos tienen que darnos nuestros/as gobernantes acerca de muchos de estos valores?. ¿Cuáles son los arquetipos que traslada nuestra sociedad para alcanzar el éxito en la vida?. ¿Qué uso hacemos en la relación cercana e íntima con nuestros/as hijos/as de estos valores?. ¿Acaso, en lugar de ello, estamos trasladándoles mensajes subliminares (o explícitos) acerca del uso de juegos y películas ‘piratas’, en confundir la astucia con la pillería, en la intolerancia a los que no piensan como nosotros/as, en el consumismo, en la repulsa a lo diverso y singular porque se sale de la normalidad?… ¿Qué autocrítica individual y colectiva hacemos de todo esto que es, por encima de todo, educación?, ¿qué Ley lo regula y trata de corregir las desviaciones que se producen, por millones, a diario?, ¿cuál es la calidad de los cimientos de nuestra sociedad?.
 
Los valores son los principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento en función de realizarnos como personas. Son creencias fundamentales que nos ayudan a preferir, apreciar y elegir unas cosas en lugar de otras, o un comportamiento en lugar de otro. Nos proporcionan una pauta para formular metas y propósitos, personales o colectivos; son las competencias existenciales con las que podrán contar incuestionablemente las generaciones del futuro, y se conforman no sólo en el ámbito del sistema escolar (mal llamado para mi gusto educativo) y que tan proclives somos a legislar. Pienso que la educación en valores es responsabilidad, especialmente, de las familias y de la sociedad, y para que ésta mejore debe empezar a entenderse la educación como un tema transversal, el tuétano de la sociedad, en pro de cambiar nuestra forma de contribuir al mundo futuro. ¿Qué gobierno le mete mano a esto?, porque todo lo demás se me antojan patrañas.
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Habemus ADSL!!!

Por fin tenemos internet! bueno, en realidad hace ya unos días, pero el tiempo disponible es escaso. Primero pedir disculpas por no haber respondido antes los comentarios del blog, que agradezco hasta el infinito y mas allá, pero soy incapaz de escribir tanto en el teclado táctil de mi móvil, debo tener los dedos gordos a algo, pero se me va a la letra de al lado. Ya están todos respondidos, aunque algo a destiempo.
Tengo tanto que contar, que, sinceramente, no se por donde empezar, primero quiero hacer un balance de Dinamarca, que desde afuera y a priori, supongo que puede parecer un error y un fiasco, pero que yo percibo de una manera muy diferente, he aprendido mucho, y de muchas cosas, he conocido a gente que no conocía, y he conocido a gente que si conocía, sin duda no soy el mismo que hace un año, y creo que el cambio ha sido para mejor. Es tanto lo que tengo para contar, que lo reservo para otro post, uno monotemático.
Hoy hace un mes que estamos en Javea, y lo cierto es que estamos bastante bien, los niños se han adaptado increiblemente bien, la mayor, va a su instituto «ONU» ya que su clase es una de adaptación al idioma valenciano, y es la única española de la clase, desde latino América a USA, pasando por Ucrania,  Escocia etc medio mundo está allí representado, y como a ella le encantan los idiomas, está en la gloria en su pequeña torre de Babel particular.
El segundo, es el que más nos preocupaba, no es tan sociable como su hermana, y no va en «pack de tres» como los pequeños, iba un poco en plan solo ante el peligro, y ademas en un colegio 100 % valenciano, como él dice,» si hasta el ingles lo explican en valenciano!»…una bomba de relojería,  pues ha sido el que mas nos ha sorprendido, el primer día de colegio, estando en la puerta, nos miro y nos dijo-» me voy para adentro» sin mediar mas conversación, y en la fila de su clase ya estaba hablando con otros niños antes de que sonara el timbre ( bueno, la música) , ahora, habiendo incluso celebrado su cumpleaños con varios amigos de su clase, admite que esta encantado en el colegio, que dicho sea de paso, es cierto que son encantadores, esta entrando por el Valenciano mucho mejor de lo que entraba por el Ingles, y creo que va a ser el primero en estar plenamente integrado.
Los trillis, aun son pequeños, pero tambien notaron el cambio, el primer día, ( su primer día en primaria) estaban muy juntos en la fila de su clase, mientras los otros niños corrían y jugaban, es inevitable una sensación de pena, pero sabíamos que en breve estarían jugando y corriendo como los otros niños, y salvo un pequeño motín el tercer día de cole de Lucas, que se rebelo contra todo y solo quería volver a » su cole de Málaga» ( llorando en voz baja, pero con el corazón encogido, que da mucha mas pena) así ha sido, ahora ya corren y juegan como uno mas (tres mas) y de vez en cuando, nos van soltando palabras en Valenciano, para vacilarnos un poco de que saben cosas que nosotros no ( y nosotros encantados).
Nosotros estamos al 100 % con abrir cuanto antes el restaurante, tarea que se esta haciendo mucho mas llevadera con la ayuda al 1000 % de la familia aquí, sin palabras.
Aunque con algo de lógica inquietud, estamos muy ilusionados, hay mucho que hacer, en tiempos como estos, cuesta mucho conseguir clientes, y aunque se suele decir que en los bares no hay crisis, y que están siempre llenos, no es verdad, solo algunos! Mil gracias a todos por el apoyo y el animo, tanto cuando la cosa tira bien, como cuando no tira tanto. Un abrazo enorme a todos.

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Por fin tenemos internet! bueno, en realidad hace ya unos días, pero el tiempo disponible es escaso. Primero pedir disculpas por no haber respondido antes los comentarios del blog, que agradezco hasta el infinito y mas allá, pero soy incapaz de escribir tanto en el teclado táctil de mi móvil, debo tener los dedos gordos a algo, pero se me va a la letra de al lado. Ya están todos respondidos, aunque algo a destiempo.
Tengo tanto que contar, que, sinceramente, no se por donde empezar, primero quiero hacer un balance de Dinamarca, que desde afuera y a priori, supongo que puede parecer un error y un fiasco, pero que yo percibo de una manera muy diferente, he aprendido mucho, y de muchas cosas, he conocido a gente que no conocía, y he conocido a gente que si conocía, sin duda no soy el mismo que hace un año, y creo que el cambio ha sido para mejor. Es tanto lo que tengo para contar, que lo reservo para otro post, uno monotemático.
Hoy hace un mes que estamos en Javea, y lo cierto es que estamos bastante bien, los niños se han adaptado increiblemente bien, la mayor, va a su instituto «ONU» ya que su clase es una de adaptación al idioma valenciano, y es la única española de la clase, desde latino América a USA, pasando por Ucrania,  Escocia etc medio mundo está allí representado, y como a ella le encantan los idiomas, está en la gloria en su pequeña torre de Babel particular.
El segundo, es el que más nos preocupaba, no es tan sociable como su hermana, y no va en «pack de tres» como los pequeños, iba un poco en plan solo ante el peligro, y ademas en un colegio 100 % valenciano, como él dice,» si hasta el ingles lo explican en valenciano!»…una bomba de relojería,  pues ha sido el que mas nos ha sorprendido, el primer día de colegio, estando en la puerta, nos miro y nos dijo-» me voy para adentro» sin mediar mas conversación, y en la fila de su clase ya estaba hablando con otros niños antes de que sonara el timbre ( bueno, la música) , ahora, habiendo incluso celebrado su cumpleaños con varios amigos de su clase, admite que esta encantado en el colegio, que dicho sea de paso, es cierto que son encantadores, esta entrando por el Valenciano mucho mejor de lo que entraba por el Ingles, y creo que va a ser el primero en estar plenamente integrado.
Los trillis, aun son pequeños, pero tambien notaron el cambio, el primer día, ( su primer día en primaria) estaban muy juntos en la fila de su clase, mientras los otros niños corrían y jugaban, es inevitable una sensación de pena, pero sabíamos que en breve estarían jugando y corriendo como los otros niños, y salvo un pequeño motín el tercer día de cole de Lucas, que se rebelo contra todo y solo quería volver a » su cole de Málaga» ( llorando en voz baja, pero con el corazón encogido, que da mucha mas pena) así ha sido, ahora ya corren y juegan como uno mas (tres mas) y de vez en cuando, nos van soltando palabras en Valenciano, para vacilarnos un poco de que saben cosas que nosotros no ( y nosotros encantados).
Nosotros estamos al 100 % con abrir cuanto antes el restaurante, tarea que se esta haciendo mucho mas llevadera con la ayuda al 1000 % de la familia aquí, sin palabras.
Aunque con algo de lógica inquietud, estamos muy ilusionados, hay mucho que hacer, en tiempos como estos, cuesta mucho conseguir clientes, y aunque se suele decir que en los bares no hay crisis, y que están siempre llenos, no es verdad, solo algunos! Mil gracias a todos por el apoyo y el animo, tanto cuando la cosa tira bien, como cuando no tira tanto. Un abrazo enorme a todos.

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Transitions In UX Design

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Recent trends in storytelling

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Oscar Wilde

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Madrid’s photo marathon

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