SOLO EL VACÍO

He de confesar que fui uno de los deslumbrados por los excesos de Xavier Dolan, si bien me cautivaron más sus primeras películas – Los amores imaginarios, Tom en la granja – que aquéllas en las que posteriormente fue enrevesando su estilo – o la falta de él, podríamos debatirlo – y perdiendo la luminosidad que transmitían sus inicios. Laurence anyways me interesó mucho pero no me impactó tanto como las anteriores. Mommy me dejó a medias.  Los peores presagios se adelantaban pues al estreno de su última película y, efectivamente, creo que es la obra menos lograda de este joven que desata pasiones encontradas y que no es tan «enfant terrible» como él mismo pretende vender. Solo el fin del mundo, en la que Dolan vuelve a sus temas de siempre (la familia, la madre, la culpa, los silencios, la homosexualidad), acaba siendo un artefacto en el que ni siquiera las formas son capaces de deslumbrar y, por tanto, de enmascarar el  más o menos endeble contenido. La opción por contarnos la historia de una familia histérica a través de primerísimos planos de los protagonistas acaba siendo un experimento fallido, al que le falta al aliento poético de otras obras de Dolan y en el que no se cumplen los objetivos esenciales de un relato cinematográfico. De una parte, nos cuenta una historia mínima – la vuelta a casa después de doce años de un treinteañero para anunciar que va a morir – pero sin que el espectador acaba entendiendo el porqué de las actuaciones de los personajes – los cuatro miembros de la familia que lo reciben – y sin que por tanto seamos capaces de trenzar los hilos que nos podrían dar las claves del relato. De otra, la opción del director, y también la de un guión más que flojo, resta emoción y credibilidad, apenas logra transmitirnos el volcán de sentimientos que se supone que deben anidar en los pechos de los protagonistas. Todo se limita a una sucesión de silencios y de gritos, de enfrentamientos que no nos dicen apenas nada y de rostros de actrices y actores que parecen estar haciendo un tremendo esfuerzo – de método – por revelarnos lo que se supone que está sintiendo su personaje.  Ni siquiera una actriz del enorme talento de Marion Cottillard salva la función ya que su personaje parece más un boceto que un ser de carne y hueso. Los otros tres miembros de la familia – interpretados de manera muy esquemática por Léa Seydoux, Nathalie Baye y Vincent Cassel – apenas son el eco de un grito cuyos orígenes no entendemos bien del todo.
Nos queda, eso sí, la mirada clara de Gaspard Ulliel, el joven escritor del que solo adivinamos parte de sus infiernos, de sus miedos y de sus luchas. Del que tampoco logramos comprender con exactitud su bondad o, mejor dicho, la pasividad ante las explosiones de quienes dicen quererlo bien. Queda apenas apuntados la relación tensa con su madre – «yo no te comprendo pero te quiero» -;  el duelo con el hermano que bien podría ser, aunque solo lo intuimos, ese macho hegemónico y fracasado que convierte el rencor en silencios o puñetazos; la memoria de una infancia de campos y música  (ni siquiera en este caso la magia de Dolan en la utilización de canciones inesperadas salva el naufragio); el amor incondicional de una hermana pequeña que parece la siguiente dispuesta a abandonar el nido. No nos cansamos, obviamente, de mirar y admirar su bello rostro, pero esa cara acaba por no decir nada, o al menos por no decir lo que uno espera cuando empieza la película.
Tal vez esta película venga a confirmar lo que muchos insistían en probar: que el genio de Dolan no es tal y que tan solo ha sido un espabilado constructor de imágenes seductoras en estos tiempos que van más allá del posmodernismo. Sin duda, este relato de, una vez más, las dramáticas relaciones familiares, le ha quedado muy por debajo del listón de otras producciones anteriores. No sabemos si su salto a Hollywood confirmará el vacío o le permitirá transitar por otros territorios. De momento, este Solo el fin del mundo solo ha dejado en mí el retazo de un bellísimo Louis y apenas las notas a pie de página de una historia a la que le sobran rostros y le falta alma.
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Mamá, papá ¿qué es la muerte?

Tenemos novedades en #papanoara !

Mamá, papá ¿qué es la muerte? El pasado día 12 estuve en Granada, cortesía de @SMeridiano y @madresfera y de una de sus promociones para quienes estamos inscritos en su comunidad, para asistir a un taller sobre la guía para progenitores Mamá, papá ¿qué es la muerte?. Un buen rato de tren, bien aprovechado, entre Sevilla y Granada. La estación y la sede del evento muy cerca así que… perfecto! Como siempre contento por reencontrar a personas de la blogocosa nuestra: @patinadora, @Corriendosinzap, @Tdnaranja, @aventuraembarazo 🙂 y conocer a más @aprendeconjulia @mama_pinguino @svpsico 🙂 EN DIRECTO en #Periscope: Granada 2…

#dalegas

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Síndrome de la progenitora tóxica: ¿por qué mi madre no me quiere?

“No es fácil encontrar la felicidad en nosotros mismos, y no es posible encontrarla en ningún otro lugar”.  Agnes Repplier.

Es un tabú de nuestra sociedad aceptar que hay madres que no quieren a sus hijas, pero es más real y frecuente de lo que nos gustaría reconocer. Como todo aquello que nos resulta difícil de aceptar y digerir, tendemos a negarlo. Pero existen,  vemos a sus víctimas en consulta, peleando por llenar un agujero negro de infelicidad que arrastran desde la infancia y que en la mayoría de las ocasiones, ni siquiera es consciente, porque duele nombrarlo.

La madre tóxica es una mujer que ha llegado a la maternidad por caminos poco deseables, por convencionalismos, porque así estaba diseñado su guión de vida, porque eso es lo que de ellas se esperaba. Renegar de la maternidad o simplemente ejercer el derecho a no serlo, no era ni es algo aprobado por la sociedad. Aquellas mujeres que han decidido libre y abiertamente no ser madres han sido miradas con recelo y suspicacia por la mayoría de su entorno. Siempre. Incluso ahora. Hablamos de una minoría valiente y coherente que decidió por si misma cual era su voluntad y su camino. Muchas otras sin embargo, aceptaron  gestar , parir y criar como algo inevitable. No  es tan extraño entender, que algunas de aquellas hijas, no solo no fueran amadas incondicionalmente, sino percibidas como una molestia, un obstáculo, una rival e incluso una proyección de aquello que ellas hubieran querido ser.


Se trata en la mayoría de los casos de mujeres muy narcisistas o infantilizadas, que nunca asumieron el rol de madre y que siguen filtrando el mundo a través de su necesidad y su deseo.  Otras, son mujeres amargadas, cuya vida no se parece en nada a lo que esperaban, profundamente infelices, que usan de chivo expiatorio a sus hijas proyectando en ellas el foco de su insatisfacción. Hay diferentes formas de madres tóxicas, pero todas incluyen la culpa, la manipulación, la crítica cruel, la humillación, la falta de empatía, el egocentrismo puro. Son madres que hacen saber a sus hijas que no están a la altura de lo que se espera de ellas, envidian sus éxitos, recelan su necesidad de independencia, rivalizan con ellas en un patológico escenario vital donde la víctima ni siquiera sabe que lo es.


La madre que no ama, despliega su toxicidad de diferentes formas, así nos encontramos con madres que envidian a sus hijas y tratan  de anularlas, madres que sobreprotegen y absorben excesivamente para tratar de evitar el sentimiento de culpa por no haber deseado tener ese hijo, madres centradas únicamente en “la fachada” que exigen a sus hijas que encajen en un molde que ellas mismas han diseñado para  exhibirse, madres que utilizan la enfermedad y el victimismo como principal estrategia de manipulación, madres dependientes que invierten los roles y hacen que sus hijas sean quienes se ocupen  de su bienestar físico y emocional y madres que, por desgracia, encajarían en varios de estos guiones de película de terror.

La mayoría de las niñas que han sido criadas por este tipo de mujeres no son capaces de entender que toda su inseguridad, falta de autoestima, necesidad de aprobación, autoexigencia brutal, dificultad para la intimidad emocional y vacío profundo, procede de la falta de amor primario. Asumir que tu propia madre no te quiso y no te quiere es uno de los procesos psicológicos y emocionales más difíciles de superar y con consecuencias devastadoras en todos los órdenes de la vida. A esta indefensión crónica hay que sumarle la incomprensión de los otros, una sociedad dispuesta a mirar para otro lado ante una realidad tan antinatural. Aquellas mujeres que fueron criadas por estas madres tóxicas llegan a dudar hasta de su propia salud mental porque a años de maltrato emocional, de tortura psicológica, hay que sumarle el silencio y la falta de apoyos.  Ya sabemos a día de hoy en base a los numerosos estudios que se han hecho, que la falta de amor parental crea estructuras psíquicas desorganizadas que afectan a muchas áreas de la personalidad. El rechazo y la falta de amor materno produce un estado crónico de avidez afectiva y un miedo patológico al abandono.

Durante su infancia tratará por todos los medios de ganarse la atención y la aprobación de su madre lo que derivará en una adulta que tratará por todos los medios de ganarse la atención y la aprobación del mundo. No se sentirá digna de ser querida, habrá aprendido que su valor está en lo que hace no en lo que es, la fragilidad y la inseguridad serán compañeras de viaje y, con frecuencia, pasará este perverso legado a sus hijos, cronificando así el círculo de la infelicidad y la dependencia.


Hay muchos ejemplos conocidos de personas que aunque han alcanzado éxitos sociales, laborales, económicos, y exponen al mundo una fachada impecable de éxito vital, son muertos vivientes poniendo toda su energía en llenar el abismo afectivo que llevan dentro; en nuestro día a día estamos rodeados de personas que tratan en vano de llenar ese vacío (que llamamos existencial, aunque realmente es afectivo) por los caminos más diversos, pero naufragando en lo personal con profundos sentimientos de vacío y soledad que produce la incapacidad para amar y ser amados.

Sin embargo hay salida. Es imprescindible decirles a esas mujeres, que la niña dañada que llevan dentro y parece dirigir su vida, puede ser sanada. Como psicóloga que acompaño a muchas de estas mujeres, no creo en el determinismo y abogo por la capacidad resiliente que habita en cada ser humano. Tenemos el don de la libertad y la capacidad intrínseca para tomar el control de nuestra propia vida. Para ello es necesario tomar conciencia y poner nombre a aquello que nos dañó por difícil y brutal que esto sea. Y es imprescindible hacer un duelo: despedirnos definitivamente de la madre que no tuvimos, que ya no vamos a tener y no seguir buscando con manotazos de ahogado maneras infructuosas de compensar ese oscuro hueco. Asumir sin culpa alguna que la madre no se elige y que venimos al mundo programados para amar a quien nos toque para maternarnos.  Tomar la decisión interna de poner distancia emocional y física de la mujer que no supo querernos y sobre todo, hacer  del intento de no traspasar la herida a nuestras hijas, un objetivo vital, una cruzada.


Olga Carmona
Artículo publicado en EL PAIS el 10 de octubre de 2016.
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Síndrome de la progenitora tóxica: ¿por qué mi madre no me quiere?

“No es fácil encontrar la felicidad en nosotros mismos, y no es posible encontrarla en ningún otro lugar”.  Agnes Repplier.

Es un tabú de nuestra sociedad aceptar que hay madres que no quieren a sus hijas, pero es más real y frecuente de lo que nos gustaría reconocer. Como todo aquello que nos resulta difícil de aceptar y digerir, tendemos a negarlo. Pero existen,  vemos a sus víctimas en consulta, peleando por llenar un agujero negro de infelicidad que arrastran desde la infancia y que en la mayoría de las ocasiones, ni siquiera es consciente, porque duele nombrarlo.

La madre tóxica es una mujer que ha llegado a la maternidad por caminos poco deseables, por convencionalismos, porque así estaba diseñado su guión de vida, porque eso es lo que de ellas se esperaba. Renegar de la maternidad o simplemente ejercer el derecho a no serlo, no era ni es algo aprobado por la sociedad. Aquellas mujeres que han decidido libre y abiertamente no ser madres han sido miradas con recelo y suspicacia por la mayoría de su entorno. Siempre. Incluso ahora. Hablamos de una minoría valiente y coherente que decidió por si misma cual era su voluntad y su camino. Muchas otras sin embargo, aceptaron  gestar , parir y criar como algo inevitable. No  es tan extraño entender, que algunas de aquellas hijas, no solo no fueran amadas incondicionalmente, sino percibidas como una molestia, un obstáculo, una rival e incluso una proyección de aquello que ellas hubieran querido ser.


Se trata en la mayoría de los casos de mujeres muy narcisistas o infantilizadas, que nunca asumieron el rol de madre y que siguen filtrando el mundo a través de su necesidad y su deseo.  Otras, son mujeres amargadas, cuya vida no se parece en nada a lo que esperaban, profundamente infelices, que usan de chivo expiatorio a sus hijas proyectando en ellas el foco de su insatisfacción. Hay diferentes formas de madres tóxicas, pero todas incluyen la culpa, la manipulación, la crítica cruel, la humillación, la falta de empatía, el egocentrismo puro. Son madres que hacen saber a sus hijas que no están a la altura de lo que se espera de ellas, envidian sus éxitos, recelan su necesidad de independencia, rivalizan con ellas en un patológico escenario vital donde la víctima ni siquiera sabe que lo es.


La madre que no ama, despliega su toxicidad de diferentes formas, así nos encontramos con madres que envidian a sus hijas y tratan  de anularlas, madres que sobreprotegen y absorben excesivamente para tratar de evitar el sentimiento de culpa por no haber deseado tener ese hijo, madres centradas únicamente en “la fachada” que exigen a sus hijas que encajen en un molde que ellas mismas han diseñado para  exhibirse, madres que utilizan la enfermedad y el victimismo como principal estrategia de manipulación, madres dependientes que invierten los roles y hacen que sus hijas sean quienes se ocupen  de su bienestar físico y emocional y madres que, por desgracia, encajarían en varios de estos guiones de película de terror.

La mayoría de las niñas que han sido criadas por este tipo de mujeres no son capaces de entender que toda su inseguridad, falta de autoestima, necesidad de aprobación, autoexigencia brutal, dificultad para la intimidad emocional y vacío profundo, procede de la falta de amor primario. Asumir que tu propia madre no te quiso y no te quiere es uno de los procesos psicológicos y emocionales más difíciles de superar y con consecuencias devastadoras en todos los órdenes de la vida. A esta indefensión crónica hay que sumarle la incomprensión de los otros, una sociedad dispuesta a mirar para otro lado ante una realidad tan antinatural. Aquellas mujeres que fueron criadas por estas madres tóxicas llegan a dudar hasta de su propia salud mental porque a años de maltrato emocional, de tortura psicológica, hay que sumarle el silencio y la falta de apoyos.  Ya sabemos a día de hoy en base a los numerosos estudios que se han hecho, que la falta de amor parental crea estructuras psíquicas desorganizadas que afectan a muchas áreas de la personalidad. El rechazo y la falta de amor materno produce un estado crónico de avidez afectiva y un miedo patológico al abandono.

Durante su infancia tratará por todos los medios de ganarse la atención y la aprobación de su madre lo que derivará en una adulta que tratará por todos los medios de ganarse la atención y la aprobación del mundo. No se sentirá digna de ser querida, habrá aprendido que su valor está en lo que hace no en lo que es, la fragilidad y la inseguridad serán compañeras de viaje y, con frecuencia, pasará este perverso legado a sus hijos, cronificando así el círculo de la infelicidad y la dependencia.


Hay muchos ejemplos conocidos de personas que aunque han alcanzado éxitos sociales, laborales, económicos, y exponen al mundo una fachada impecable de éxito vital, son muertos vivientes poniendo toda su energía en llenar el abismo afectivo que llevan dentro; en nuestro día a día estamos rodeados de personas que tratan en vano de llenar ese vacío (que llamamos existencial, aunque realmente es afectivo) por los caminos más diversos, pero naufragando en lo personal con profundos sentimientos de vacío y soledad que produce la incapacidad para amar y ser amados.

Sin embargo hay salida. Es imprescindible decirles a esas mujeres, que la niña dañada que llevan dentro y parece dirigir su vida, puede ser sanada. Como psicóloga que acompaño a muchas de estas mujeres, no creo en el determinismo y abogo por la capacidad resiliente que habita en cada ser humano. Tenemos el don de la libertad y la capacidad intrínseca para tomar el control de nuestra propia vida. Para ello es necesario tomar conciencia y poner nombre a aquello que nos dañó por difícil y brutal que esto sea. Y es imprescindible hacer un duelo: despedirnos definitivamente de la madre que no tuvimos, que ya no vamos a tener y no seguir buscando con manotazos de ahogado maneras infructuosas de compensar ese oscuro hueco. Asumir sin culpa alguna que la madre no se elige y que venimos al mundo programados para amar a quien nos toque para maternarnos.  Tomar la decisión interna de poner distancia emocional y física de la mujer que no supo querernos y sobre todo, hacer  del intento de no traspasar la herida a nuestras hijas, un objetivo vital, una cruzada.


Olga Carmona
Artículo publicado en EL PAIS el 10 de octubre de 2016.
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YO PADRE: Carna para todo el mundo!

Hay personas que entran en el pulso que una generación: algunos lo llaman personajes del inconsciente colectivo, nombres que son coreados en las canchas (en Argentina tiene categoría de sagrado), nombre, alias, seudónimo o apodo que se presenta solo y explica todo.

Jorge Crivelli “Carna” para todo el mundo, es actor y cómico con cartas de presentación poderosas. Tinelli, Videomatch, Chichilo Viale, Sergio Gonal, Pachu Peña, Pichu, etc.


Hoy lo vamos a conocer en otra faceta poderosa: como padre.

Mateo es su hijo, tiene 6 y debe ser uno de los tipos más amados del universo.

Le pregunto

Te veías siendo padre?

Sii, Siiii. Siendo padre? Seguro. Desde chico


Por? Qué te llevo a pensar eso?

Veía a mi papá y me llevaba a que el día de mañana quería ser papá


Carna y su pareja, Claudia Ares habían perdido un embarazo. El duelo los llevó por 11 años llenos de esas cosas que traen y llevan los duelos.


Cuando te vi hablando de ésta situación en una entrevista me dio la sensación que tenías muchas ganas muchos anhelos de paternidad

Era así. No había nada que me impidiera ser papá. Fuera como fuera y si había que adoptar adoptaba pero no había motivos para que yo bajara  los brazos para que fuera papá


Y como tomaste esa pregunta de “seré buen padre” ahí?

Y…sonríe como si la situación hubiera encontrado el camino de salida- vamos a ver que  pasa. Es un barco, hay que navegarlo. En alguna saldré ileso y en otras…bueno, habrá que timonearla.


Llegaste a confesar que con Mateo no venía un manual (atención cigüeñas esto ES ASI) y por ahí consultabas con algunos otros padres. Lo escribiste? Lo seguís escribiendo?

Nooo –larga definiendo una tarea de toda la vida- todos los días escribo el manual de padre. Y aprendo mucho de mi mujer y aprendo mucho de mis amigos y de la vida. Sobre todo de él.


Trasladaste a tu crianza algo de la relación que tenías con tu papá? O reformulaste todo?

Intento constantemente hacer la misma relación. Mi viejo era un tipo… para mi era…-imagino que en esa pausa cruzan historias e imágenes profundas- como cuando uno dice “Era mi papá”. Lo que más  quise en la vida. Mi hijo y él. Sin lugar a dudas. Entonces quise llevar la misma relación o lo más parecida posible, porque fue hermosa.


Como todos los que  transitamos por la paternidad buscamos ayuda, referentes para los caminos inciertos, que pasaría si en éstos tiempos de Apps, de aplicaciones hubiera algunas que nos ayudaran? Qué tendría que resolver esa App?

Como en todo, paciencia, en ciertos momentos calma. No levantarle la mano. En estos siete años de Mateo me dije: “el día que le levante la mano pierdo yo”. Tratar de entender que es un chico, que todos los días está aprendiendo algo nuevo. Y creo que le doy mucho amor, y él a mí, y me dice cosas muy lindas, es un pibe que tiene mucha sensibilidad, que constantemente nos está diciendo que nos ama y nos quiere y nos pide besos. Quizás eso en algún momento de la vida se perderá, es la ley de la vida. Crecen… pero ojalá tenga la suerte…yo con mi viejo lo seguí besando hasta el último momento, nunca le dije “Bueno papá, basta”. Hasta que se me fue, cuando yo tenía 16 años siempre le pedí abrazos y besos. Por ahora venimos bien. Creo que fundamentalmente paciencia, tolerancia, Mateo está aprendiendo las cosas de la vida.


Con el éxito que estás teniendo personificando a otro icono nacional como Javier Portales en Big Bang Show, tu hijo te dio una devolución sobre eso? Asimiló esa información?

No, porque es chiquito pero me imita. Imita a Martin Bossi, a Manuel Wirtz. Me divierte mucho lo que hace. Yo le expliqué, mi mujer también, vio videos, pero todavía es chiquito para entender todo.


Haciendo un ejercicio de proyección, que pensás que te diría de éste mismo momento si tuviera 20 años? Qué  pasaría con vos?

Ja! Ojalá se sienta orgulloso. Vivo por él. Todas las cosas que hago las hago por él. Creo que está orgulloso, contento con la respuesta de la gente  en la calle, del cariño de la gente. Ojalá siga así.

Cuando pasan los minutos de la entrevista, nos saludamos y vuelve a meterse entre la multitud en el hall del Roxy.

Pucha, quien nos movió la barra del café? Como se terminó tan rápido, igual que los momentos brillantes, los buenos momentos?

Que tipo tranqui, generoso, que te mira a los ojos!

 Una persona con la capa de una generación a cuestas que supo ganársela, que ahora une al negro Olmedo y a Javier Portales como un delicado y perfecto pico de carrera y talento.

Ojalá los hijos pudiéramos abrazar  todo el tiempo a padres como Carna.


Así que, Mateo: ya sabés que hacer.

Gracias Carna!



                                      

Está nominado a  premio Estrella de Mar 2016 por su labor en Actuación masculina de reparto.


Big Band Show tiene nominaciones en

Dirección        Emilio Tamer

Labor Cómica Masculina     Martin Bossi

Como Music Hall

Producción artística    Diego Djeredjian

Iluminación:   Pablo Vaiana

Vestuario-  Romina Mengarelli  

 

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YO PADRE: Carna para todo el mundo!

Hay personas que entran en el pulso que una generación: algunos lo llaman personajes del inconsciente colectivo, nombres que son coreados en las canchas (en Argentina tiene categoría de sagrado), nombre, alias, seudónimo o apodo que se presenta solo y explica todo.

Jorge Crivelli “Carna” para todo el mundo, es actor y cómico con cartas de presentación poderosas. Tinelli, Videomatch, Chichilo Viale, Sergio Gonal, Pachu Peña, Pichu, etc.


Hoy lo vamos a conocer en otra faceta poderosa: como padre.

Mateo es su hijo, tiene 6 y debe ser uno de los tipos más amados del universo.

Le pregunto

Te veías siendo padre?

Sii, Siiii. Siendo padre? Seguro. Desde chico


Por? Qué te llevo a pensar eso?

Veía a mi papá y me llevaba a que el día de mañana quería ser papá


Carna y su pareja, Claudia Ares habían perdido un embarazo. El duelo los llevó por 11 años llenos de esas cosas que traen y llevan los duelos.


Cuando te vi hablando de ésta situación en una entrevista me dio la sensación que tenías muchas ganas muchos anhelos de paternidad

Era así. No había nada que me impidiera ser papá. Fuera como fuera y si había que adoptar adoptaba pero no había motivos para que yo bajara  los brazos para que fuera papá


Y como tomaste esa pregunta de “seré buen padre” ahí?

Y…sonríe como si la situación hubiera encontrado el camino de salida- vamos a ver que  pasa. Es un barco, hay que navegarlo. En alguna saldré ileso y en otras…bueno, habrá que timonearla.


Llegaste a confesar que con Mateo no venía un manual (atención cigüeñas esto ES ASI) y por ahí consultabas con algunos otros padres. Lo escribiste? Lo seguís escribiendo?

Nooo –larga definiendo una tarea de toda la vida- todos los días escribo el manual de padre. Y aprendo mucho de mi mujer y aprendo mucho de mis amigos y de la vida. Sobre todo de él.


Trasladaste a tu crianza algo de la relación que tenías con tu papá? O reformulaste todo?

Intento constantemente hacer la misma relación. Mi viejo era un tipo… para mi era…-imagino que en esa pausa cruzan historias e imágenes profundas- como cuando uno dice “Era mi papá”. Lo que más  quise en la vida. Mi hijo y él. Sin lugar a dudas. Entonces quise llevar la misma relación o lo más parecida posible, porque fue hermosa.


Como todos los que  transitamos por la paternidad buscamos ayuda, referentes para los caminos inciertos, que pasaría si en éstos tiempos de Apps, de aplicaciones hubiera algunas que nos ayudaran? Qué tendría que resolver esa App?

Como en todo, paciencia, en ciertos momentos calma. No levantarle la mano. En estos siete años de Mateo me dije: “el día que le levante la mano pierdo yo”. Tratar de entender que es un chico, que todos los días está aprendiendo algo nuevo. Y creo que le doy mucho amor, y él a mí, y me dice cosas muy lindas, es un pibe que tiene mucha sensibilidad, que constantemente nos está diciendo que nos ama y nos quiere y nos pide besos. Quizás eso en algún momento de la vida se perderá, es la ley de la vida. Crecen… pero ojalá tenga la suerte…yo con mi viejo lo seguí besando hasta el último momento, nunca le dije “Bueno papá, basta”. Hasta que se me fue, cuando yo tenía 16 años siempre le pedí abrazos y besos. Por ahora venimos bien. Creo que fundamentalmente paciencia, tolerancia, Mateo está aprendiendo las cosas de la vida.


Con el éxito que estás teniendo personificando a otro icono nacional como Javier Portales en Big Bang Show, tu hijo te dio una devolución sobre eso? Asimiló esa información?

No, porque es chiquito pero me imita. Imita a Martin Bossi, a Manuel Wirtz. Me divierte mucho lo que hace. Yo le expliqué, mi mujer también, vio videos, pero todavía es chiquito para entender todo.


Haciendo un ejercicio de proyección, que pensás que te diría de éste mismo momento si tuviera 20 años? Qué  pasaría con vos?

Ja! Ojalá se sienta orgulloso. Vivo por él. Todas las cosas que hago las hago por él. Creo que está orgulloso, contento con la respuesta de la gente  en la calle, del cariño de la gente. Ojalá siga así.

Cuando pasan los minutos de la entrevista, nos saludamos y vuelve a meterse entre la multitud en el hall del Roxy.

Pucha, quien nos movió la barra del café? Como se terminó tan rápido, igual que los momentos brillantes, los buenos momentos?

Que tipo tranqui, generoso, que te mira a los ojos!

 Una persona con la capa de una generación a cuestas que supo ganársela, que ahora une al negro Olmedo y a Javier Portales como un delicado y perfecto pico de carrera y talento.

Ojalá los hijos pudiéramos abrazar  todo el tiempo a padres como Carna.


Así que, Mateo: ya sabés que hacer.

Gracias Carna!



                                      

Está nominado a  premio Estrella de Mar 2016 por su labor en Actuación masculina de reparto.


Big Band Show tiene nominaciones en

Dirección        Emilio Tamer

Labor Cómica Masculina     Martin Bossi

Como Music Hall

Producción artística    Diego Djeredjian

Iluminación:   Pablo Vaiana

Vestuario-  Romina Mengarelli  

 

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Mi hijo me pega

Pero así, como suena. Y no de una forma cariñosa provocada por su falta de coordinación psicomotriz, no no. Me pega con la mano abierta y con cara de chino cabreado al que le han quitado los palillos a la hora de comer.
Desconozco hasta la fecha si se trata de un frustración generada por la incapacidad de verbalizar el odio que me profesa cuando me bato en duelo con él blandiendo en la diestra la cuchara, o si por el contrario canaliza en forma de guantazo rural lo mal que le caigo como padre.

Pero el caso es que me pega, apretando los cuatro dientes que tiene y frunciendo el ceño, sacando a relucir el gen de Cuenca que lleva en sus adentros. De momento la cosa no ha pasado a mayores y hemos solventado los conatos de violencia con unas cuantas cosquillas, pero por si acaso voy a ir llamando a Pedro Aguado para que me vaya haciendo un hueco.
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Mi hijo me pega

Pero así, como suena. Y no de una forma cariñosa provocada por su falta de coordinación psicomotriz, no no. Me pega con la mano abierta y con cara de chino cabreado al que le han quitado los palillos a la hora de comer.
Desconozco hasta la fecha si se trata de un frustración generada por la incapacidad de verbalizar el odio que me profesa cuando me bato en duelo con él blandiendo en la diestra la cuchara, o si por el contrario canaliza en forma de guantazo rural lo mal que le caigo como padre.

Pero el caso es que me pega, apretando los cuatro dientes que tiene y frunciendo el ceño, sacando a relucir el gen de Cuenca que lleva en sus adentros. De momento la cosa no ha pasado a mayores y hemos solventado los conatos de violencia con unas cuantas cosquillas, pero por si acaso voy a ir llamando a Pedro Aguado para que me vaya haciendo un hueco.
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