Aquí estamos, un año más. Y no, no ha habido ninguna novedad, seguimos esperando a que A. se decida a venir a este mundo (aunque viendo el panorama uno se explica su tardanza en abandonar ese espacio de tranquilidad). Ahora mismo, hace tres días que A. salió de cuentas, pero repasando los carnets de salud de los 3 últimos, hemos comprobado que Q. y JP se atrasaron 5 días cada uno de ellos y S. una semana. Así que ya sabemos.
Ayer fuimos a una de esas sesiones de correas en la que, tras rodear su barriga con unas correas, controlaban el ritmo cardíaco del bebé y las contracciones de la madre. Por un momento se me pasó por la cabeza la posibilidad de que nuestra hija fuera la primera catalana del año. Creo que alguna cadena de supermercados te regala un año de pañales y un lote de productos de bebé, una entidad bancaria abre una libreta a nombre de la niña con un depósito de 2.000 € y otras cosas más. Pero lo más importante, sin duda, es que, al parecer, el Presidente de la Generalitat ostenta (por supuesto de forma simbólica) el papel de padrino de la criatura. El padrino, en Cataluña, es una figura idéntica a la del resto de España, con el añadido de que en Pascua es el encargado de regalar la mona, aquel dulce típico de estas latitudes y que aquí os explicaba. Pues bien, se nos planteaban serios problemas en el caso de que fuera la primera catalana del año y el President fuera el padrino. De entrada, ¿quién sería el padrino?, ¿tendría un padrino en funciones? y, tal y como está el patio, ¿tendríamos que ir cada año a la cárcel a recoger la mona de la niña? Quita, quita, mejor que no haya decidido ser la primera del año.
La que ya no puede más es la madre. Cada día salimos a pasear porque le han dicho que eso es bueno para acelerar el parto. Sí, ya se ve que es buenísimo. Hemos andado tanto que creo que me adelantaré yo. Empiezo a notar ciertos dolores que ya no sé si son contracciones o agujetas. ¿Y los niños? Pues un poco hartos de estos paseos. Dicen que siempre hacemos lo mismo y que paseamos por los mismos sitios. Claro, solo faltaría irse de paseo por el centro de Barcelona, que se pusiera allí de parto y a correr como locos.
Ayer pasamos un fin de año atípico, en casa con los tres pequeños. En un principio lo íbamos a pasar en casa de unos amigos, pero al final se anuló el plan porque la anfitriona no se encontraba muy bien. Cenamos juntos, recordamos algunas de las cosas vividas el año 2015, vimos algo de tele y poco antes de las 12 tuvimos que despertar a los niños para que comieran las uvas. Con JP no lo conseguimos -a pesar de haberlo intentado reiteradamente- y esta mañana, enfadado, nos lo ha recordado.
En este blog no me he propuesto ningún propósito para el nuevo año. Me habría encantado poder prometerme escribir más a menudo, pero no sé si podré cumplirlo (aunque lo intentaré), así que mejor no crearme falsas expectativas.
Feliz entrada de año a todos y espero poder seguir viendoos por aquí.
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