Un domingo cualquiera

Hoy ha sido un domingo cualquiera. Un domingo de desayuno tardío y de pijama hasta las 12. De paseo, aperitivo y comida a deshoras. De siesta, televisión, merienda y vuelta al pijama. De cenar las sobras de la semana («restos de serie» según mi suegra, «pan y pillao» que diría mi madre) y acostarte viendo una de esas películas que has visto decenas de veces. Un domingo cualquiera para una persona cualquiera, un domingo rutinario quizás, aburrido incluso, donde la alargada sombra del lunes amenaza desde primera hora de la tarde. Mucha gente no suele apreciar estos días, algunos incluso llegan a odiarlos por ser la antesala de una semana laboral todavía más rutinaria si cabe. A mí me encantan. Quizás sea porque mi rutina es distinta, una rutina que no entiende de laborables o festivos, que en ocasiones no distingue noches de días, o quizás sea porque mi rutina no es rutina y eso me permite saborear cada momento como si fuera único.

                                    
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Un domingo cualquiera

Hoy ha sido un domingo cualquiera. Un domingo de desayuno tardío y de pijama hasta las 12. De paseo, aperitivo y comida a deshoras. De siesta, televisión, merienda y vuelta al pijama. De cenar las sobras de la semana («restos de serie» según mi suegra, «pan y pillao» que diría mi madre) y acostarte viendo una de esas películas que has visto decenas de veces. Un domingo cualquiera para una persona cualquiera, un domingo rutinario quizás, aburrido incluso, donde la alargada sombra del lunes amenaza desde primera hora de la tarde. Mucha gente no suele apreciar estos días, algunos incluso llegan a odiarlos por ser la antesala de una semana laboral todavía más rutinaria si cabe. A mí me encantan. Quizás sea porque mi rutina es distinta, una rutina que no entiende de laborables o festivos, que en ocasiones no distingue noches de días, o quizás sea porque mi rutina no es rutina y eso me permite saborear cada momento como si fuera único.

                                    
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¿Justicia? ¿Qué justicia?

Hoy escribo esta entrada desde los juzgados. Citados a las 11 de la mañana, son las 12.30 hs,la vista todavía no ha empezado y me he decidido a poner negro sobre blanco las sensaciones que me invaden pocos minutos antes de afrontar una situación que a los pediatras nos resulta especialmente triste y desagradable: un juicio por un caso de posibles malos tratos a un menor por parte de sus padres.
Antes de la vista, el escenario es cuando menos extraño. Padres, menor,abogados,peritos, maestros de escuela y pediatra de urgencias (servidor) compartimos un reducido espacio donde las miradas de los distintos «bandos» apenas se cruzan. El niño, un muchacho de unos 8 años, parece tranquilo y juguetea con su hermana mayor. Los abogados transitan nerviosos por el pasillo del juzgado mientras dan conversación a sus clientes. Las maestras y yo compartimos espera mientras tuiteamos, charlamos y aprovechamos el tiempo para resolver algunos asuntos de trabajo. 
De nuestras declaraciones, imperfectas y sometidas a las presiones de los letrados, y de algunas pruebas objetivas, va a depender de si este chico, afable y simpático, será separado de sus padres y si estos últimos recibirán una sentencia de culpabilidad o no. La verdad es que se me hace difícil pensar que una frase mal entendida o alguna respuesta bienintencionada puedan decantar la balanza hacia uno u otro lado si es que eso es lo que pretende este juicio. Una balanza imperfecta y mal calibrada que, decante hacia donde se decante, no declarará vencedores ni vencidos si no que señalará de por vida  a una familia sacudida por los vaivenes de la vida.

             
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¿Justicia? ¿Qué justicia?

Hoy escribo esta entrada desde los juzgados. Citados a las 11 de la mañana, son las 12.30 hs,la vista todavía no ha empezado y me he decidido a poner negro sobre blanco las sensaciones que me invaden pocos minutos antes de afrontar una situación que a los pediatras nos resulta especialmente triste y desagradable: un juicio por un caso de posibles malos tratos a un menor por parte de sus padres.
Antes de la vista, el escenario es cuando menos extraño. Padres, menor,abogados,peritos, maestros de escuela y pediatra de urgencias (servidor) compartimos un reducido espacio donde las miradas de los distintos «bandos» apenas se cruzan. El niño, un muchacho de unos 8 años, parece tranquilo y juguetea con su hermana mayor. Los abogados transitan nerviosos por el pasillo del juzgado mientras dan conversación a sus clientes. Las maestras y yo compartimos espera mientras tuiteamos, charlamos y aprovechamos el tiempo para resolver algunos asuntos de trabajo. 
De nuestras declaraciones, imperfectas y sometidas a las presiones de los letrados, y de algunas pruebas objetivas, va a depender de si este chico, afable y simpático, será separado de sus padres y si estos últimos recibirán una sentencia de culpabilidad o no. La verdad es que se me hace difícil pensar que una frase mal entendida o alguna respuesta bienintencionada puedan decantar la balanza hacia uno u otro lado si es que eso es lo que pretende este juicio. Una balanza imperfecta y mal calibrada que, decante hacia donde se decante, no declarará vencedores ni vencidos si no que señalará de por vida  a una familia sacudida por los vaivenes de la vida.

             
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De pagadores y proveedores. ¿Y el paciente?

La semana pasada tuve la oportunidad de asistir como invitado a la reunión organizada por una prestigiosa consultora sobre el presente y futuro del sector sanitario privado. Se presentaron algunas cifras realmente impactantes de cómo ha evolucionado la sanidad privada en Catalunya en los últimos años. 
La fusión y absorción de entidades aseguradoras ha hecho que estas tengan un mayor poder de negociación sobre los proveedores de pequeño y mediano tamaño hasta el punto de reducir su cuadro médico concentrando la provisión en centros propios o ajenos pero estratégicos. Por otra parte, la fusión de grandes grupos sanitarios ha propiciado, en Barcelona especialmente, una situación de oligopolio que pone en riesgo el clásico modelo de profesionales y sociedades médicas donde estos disponían de las claves de las aseguradoras y,por tanto, la capacidad de generar actividad. 

Hoy en día, nos encontramos ante un cambio de paradigma donde los grandes grupos sanitarios se han jerarquizado de tal forma que deciden qué medicos van a trabajar con ellos y en que condiciones. Lógicamente, la parte más damnificada de todo este cambio es el médico y sus sociedades profesionales algunas de los cuales han puesto en marcha mecanismos para hacerse fuertes en el mercado y salvar el impacto de una competencia feroz y de unos pagadores cada vez más poderosos. La mayoría de acciones se han vinculado a la reducción de costes, optimización de recursos y acciones de marketing para atraer a nuevos clientes (y mantener a los actuales,claro). Pero, ¿qué hay de la calidad asistencial? ¿Y del buen hacer de los profesionales? 
Quizás ha llegado el momento que proveedores y pagadores lleguen a un consenso relacionado con la excelencia de la práctica asistencial. Establecer acuerdos en función de resultados de salud parece lo más sensato para todas las partes y, especialmente, para el paciente pues, aunque parezca una paradoja, éste parece en ocasiones un actor secundario cuando debería ser el protagonista,el centro del sistema. Este modelo garantizaría la pervivencia de los mejores profesionales y no solo de aquellos que trabajan a un precio más ajustado además de proporcionar a los pacientes una salud mejor que,al fin y al cabo es de lo que se trata,¿no?
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De pagadores y proveedores. ¿Y el paciente?

La semana pasada tuve la oportunidad de asistir como invitado a la reunión organizada por una prestigiosa consultora sobre el presente y futuro del sector sanitario privado. Se presentaron algunas cifras realmente impactantes de cómo ha evolucionado la sanidad privada en Catalunya en los últimos años. 
La fusión y absorción de entidades aseguradoras ha hecho que estas tengan un mayor poder de negociación sobre los proveedores de pequeño y mediano tamaño hasta el punto de reducir su cuadro médico concentrando la provisión en centros propios o ajenos pero estratégicos. Por otra parte, la fusión de grandes grupos sanitarios ha propiciado, en Barcelona especialmente, una situación de oligopolio que pone en riesgo el clásico modelo de profesionales y sociedades médicas donde estos disponían de las claves de las aseguradoras y,por tanto, la capacidad de generar actividad. 

Hoy en día, nos encontramos ante un cambio de paradigma donde los grandes grupos sanitarios se han jerarquizado de tal forma que deciden qué medicos van a trabajar con ellos y en que condiciones. Lógicamente, la parte más damnificada de todo este cambio es el médico y sus sociedades profesionales algunas de los cuales han puesto en marcha mecanismos para hacerse fuertes en el mercado y salvar el impacto de una competencia feroz y de unos pagadores cada vez más poderosos. La mayoría de acciones se han vinculado a la reducción de costes, optimización de recursos y acciones de marketing para atraer a nuevos clientes (y mantener a los actuales,claro). Pero, ¿qué hay de la calidad asistencial? ¿Y del buen hacer de los profesionales? 
Quizás ha llegado el momento que proveedores y pagadores lleguen a un consenso relacionado con la excelencia de la práctica asistencial. Establecer acuerdos en función de resultados de salud parece lo más sensato para todas las partes y, especialmente, para el paciente pues, aunque parezca una paradoja, éste parece en ocasiones un actor secundario cuando debería ser el protagonista,el centro del sistema. Este modelo garantizaría la pervivencia de los mejores profesionales y no solo de aquellos que trabajan a un precio más ajustado además de proporcionar a los pacientes una salud mejor que,al fin y al cabo es de lo que se trata,¿no?
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Mentiras piadosas

Quienes me conocen saben la pasión que siento por el fútbol. Jamás he sido un virtuoso del balón y mi afición a este deporte viene, digámoslo así, por generación espontánea pues en casa de mis padres siempre se han vivido con más intensidad deportes como el baloncesto o el tenis, deporte este último que llegué a practicar con cierta pericia hasta la adolescencia. Como no podía ser de otra manera (de verdad, no hay otra) el sentimiento barcelonista nació en mí casi sin quererlo, como quien aprende la lengua materna. Y como de casta le viene al galgo, el mayor de mis hijos ha heredado de su padre la pasión por el balón redondo y la zamarra blaugrana. Tanto es así, que desde los 6 años juega de forma regular con el equipo de la ciudad donde reside con su madre y cada sábado (o domingo) se enfrenta con sus compañeros a otros clubes de la comarca.
Hace algunas semanas, la suerte del destino quiso que los dos equipos de nuestra vida, el primer equipo del Barça y el Cerdanyola alevín, tuvieran la oportunidad de ganar la liga el mismo día. Se avecinaba un sábado de pasión: mañana con los enanos y tarde en el Camp Nou con los profesionales. Cuando de buena mañana (prácticamente madrugada, diría yo) nos dirigíamos al partido, mi hijo me preguntó «Papá, si hubiera que elegir ¿quién prefierías que ganase la liga, nosotros o el Barça?»  Tras unos segundos de duda, le respondí que, por supuesto,su equipo. En mi fuero interno el remordimiento me carcomía por la mentirijilla piadosa que le acababa de decir al chaval. Lo cierto es que el partido matutino fue una delicia y los verdes (así se conoce al Cerdanyola CF) ganaron el partido con solvencia y, en consecuencia, el título de liga. Pocas veces he visto a mi hijo más contento y emocionado que aquel día. Tras celebrarlo por todo lo alto con sus compañeros y entrenadores volvimos a casa con una sonrisa de oreja a oreja. Ya por la tarde, el Barça perdió la liga en su propio estadio y yo me di cuenta que ,en realidad, aquella mentira piadosa me la había dicho a mí mismo.
PD: desde aquí mi reconocimento a nuestra matriarca ,que se encarga de las 5/7 partes de la familia mientras nosotros recorremos esos campos de Dios.
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Mentiras piadosas

Quienes me conocen saben la pasión que siento por el fútbol. Jamás he sido un virtuoso del balón y mi afición a este deporte viene, digámoslo así, por generación espontánea pues en casa de mis padres siempre se han vivido con más intensidad deportes como el baloncesto o el tenis, deporte este último que llegué a practicar con cierta pericia hasta la adolescencia. Como no podía ser de otra manera (de verdad, no hay otra) el sentimiento barcelonista nació en mí casi sin quererlo, como quien aprende la lengua materna. Y como de casta le viene al galgo, el mayor de mis hijos ha heredado de su padre la pasión por el balón redondo y la zamarra blaugrana. Tanto es así, que desde los 6 años juega de forma regular con el equipo de la ciudad donde reside con su madre y cada sábado (o domingo) se enfrenta con sus compañeros a otros clubes de la comarca.
Hace algunas semanas, la suerte del destino quiso que los dos equipos de nuestra vida, el primer equipo del Barça y el Cerdanyola alevín, tuvieran la oportunidad de ganar la liga el mismo día. Se avecinaba un sábado de pasión: mañana con los enanos y tarde en el Camp Nou con los profesionales. Cuando de buena mañana (prácticamente madrugada, diría yo) nos dirigíamos al partido, mi hijo me preguntó «Papá, si hubiera que elegir ¿quién prefierías que ganase la liga, nosotros o el Barça?»  Tras unos segundos de duda, le respondí que, por supuesto,su equipo. En mi fuero interno el remordimiento me carcomía por la mentirijilla piadosa que le acababa de decir al chaval. Lo cierto es que el partido matutino fue una delicia y los verdes (así se conoce al Cerdanyola CF) ganaron el partido con solvencia y, en consecuencia, el título de liga. Pocas veces he visto a mi hijo más contento y emocionado que aquel día. Tras celebrarlo por todo lo alto con sus compañeros y entrenadores volvimos a casa con una sonrisa de oreja a oreja. Ya por la tarde, el Barça perdió la liga en su propio estadio y yo me di cuenta que ,en realidad, aquella mentira piadosa me la había dicho a mí mismo.
PD: desde aquí mi reconocimento a nuestra matriarca ,que se encarga de las 5/7 partes de la familia mientras nosotros recorremos esos campos de Dios.
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Recobrando el pulso

Tras varios meses de ostracismo bloguero, reflexiones de última hora han reactivado mi querencia por el teclado y la página en blanco. Lo cierto es que los últimos tiempos han sido laboralmente complicados debido fundamentalmente a una sobrecarga asistencial que,añadida a las responsabilidades previas adquiridas,ha hecho inviable la dedicación a proyectos personales.

Por suerte,el estar rodeado de los compañeros de viaje adecuados (en casa y en el trabajo) hace que estos momentos sean algo menos duros y  permite gestionar las épocas de crisis con un espíritu constructivo. A pesar de todo (o precisamente gracias a ello), llega un punto en el cual te planteas si aquello a lo cual estás dedicando tu tiempo te llena y te satisface plenamente, pirámide de necesidades de Maslow a parte. ¿Es realmente necesario dedicar tantas horas a tu trabajo? ¿Estoy cuidando y disfrutando de los míos? ¿Cuánto tiempo dedico a aquello que me gusta? Cuando las respuestas a estas preguntas te hacen torcer el gesto es que ha llegado el momento de tomar decisiones. Como bien dice un buen amigo mío, «a grandes decisiones,grandes reflexiones» y esta es la máxima que he tratado de aplicar. Yo lo llamo «deshacer el nudo», aquel nudo que se mueve entre garganta y estómago y que no te deja saborear los buenos momentos porque está constantemente recordándote los no tan buenos. Actualmente me encuentro en pleno proceso de «desanudamiento» lo cual implica una reducción parcial de la actividad asistencial y una mayor dedicación al ámbito personal y familiar. El mero hecho de haber tomado la decisión (aún sin haber implantado todos los cambios) te hace sentir más liberado y con mejor humor. Espero y deseo que este blog sea una muestra del cambio de rumbo y aunque no sé si dará para escribir un libro (mis amigos JesúsAmalia y Rafa comen aparte ) sí servirá para contar cosas a quien apetezca leerlas. 

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Recobrando el pulso

Tras varios meses de ostracismo bloguero, reflexiones de última hora han reactivado mi querencia por el teclado y la página en blanco. Lo cierto es que los últimos tiempos han sido laboralmente complicados debido fundamentalmente a una sobrecarga asistencial que,añadida a las responsabilidades previas adquiridas,ha hecho inviable la dedicación a proyectos personales.

Por suerte,el estar rodeado de los compañeros de viaje adecuados (en casa y en el trabajo) hace que estos momentos sean algo menos duros y  permite gestionar las épocas de crisis con un espíritu constructivo. A pesar de todo (o precisamente gracias a ello), llega un punto en el cual te planteas si aquello a lo cual estás dedicando tu tiempo te llena y te satisface plenamente, pirámide de necesidades de Maslow a parte. ¿Es realmente necesario dedicar tantas horas a tu trabajo? ¿Estoy cuidando y disfrutando de los míos? ¿Cuánto tiempo dedico a aquello que me gusta? Cuando las respuestas a estas preguntas te hacen torcer el gesto es que ha llegado el momento de tomar decisiones. Como bien dice un buen amigo mío, «a grandes decisiones,grandes reflexiones» y esta es la máxima que he tratado de aplicar. Yo lo llamo «deshacer el nudo», aquel nudo que se mueve entre garganta y estómago y que no te deja saborear los buenos momentos porque está constantemente recordándote los no tan buenos. Actualmente me encuentro en pleno proceso de «desanudamiento» lo cual implica una reducción parcial de la actividad asistencial y una mayor dedicación al ámbito personal y familiar. El mero hecho de haber tomado la decisión (aún sin haber implantado todos los cambios) te hace sentir más liberado y con mejor humor. Espero y deseo que este blog sea una muestra del cambio de rumbo y aunque no sé si dará para escribir un libro (mis amigos JesúsAmalia y Rafa comen aparte ) sí servirá para contar cosas a quien apetezca leerlas. 

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Sanidad privada: más y mejor con menos

En épocas de vacas flacas como la que desgraciadamente estamos viviendo, toca apretarse el cinturón. En este sentido, el sector sanitario no es una excepción con el agravante de que la limitación de recursos en un área tan sensible levanta importantes ampollas. 
Hace algunas semanas tuve la oportunidad de asistir a la Jornada de Dirección Médica de la entidad ACES (Associació Catalana d’Entitats Sanitàries) donde el debate principal giraba alrededor del papel de las direcciones asistenciales frente a un entorno de constantes cambios, cambios que han afectado a todos los grupos de interés. 
El cliente/paciente/ciudadano presenta actualmente un perfil más exigente (en calidad,precio y facilidades de pago), está mucho más informado que tiempo atrás y acepta el concepto de «forfait» en la compra de salud, compra que está trasladando a la modalidad digital u on-line.
Las entidades aseguradoras tienen hoy en día un gran poder de negociación debido en gran parte a la concentración del sector en grandes compañías lo cual les permite ajustar tarifas a la baja, renovar gamas de productos (más competitivos, más económicos) y adoptar un sistema de provisión propia con la consecuente retirada del concierto a otros proveedores.
Por otra parte, las propiedades de los centros proveedores buscan potenciar la imagen de marca, manteniendo la sostenibilidad económica pero sin que la excelencia del servicio se vea perjudicada.

Y yo me pregunto, ¿qué pueden hacer las entidades sanitarias ante tal panorama? ¿Es posible trabajar bien, si no mejor, con menos recursos? Y esos recursos, ¿en qué y cómo deberíamos emplearlos?
Primeramente, se deberían optimizar los costes y aumentar la rentabilidad de las organizaciones mediante la implantación de nuevos modelos organizativos como la centralización de servicios o las centrales de compras e incluso la incorporación de una dirección de operaciones a la estructura del centro. La contabilidad analítica debe jugar un papel fundamental en el control de costes de los principales procesos asistenciales. Los procesos de acreditación y certificación en calidad asistencial (EFQM, Joint Comission…) suponen una buena herramienta para la transformación organizativa esencial para la fidelización del talento, de aquellos profesionales dispuestos a trabajar mucho pero con rigor y calidad.
En cuanto a estrategias comerciales, la oferta de productos de gran consumo y la venta cruzada interna tienen por objetivo el incremento del volumen de actividad que, de cara al exterior, debe ser potenciado mediante la promoción de nuevos canales de venta (marketing on-line) y la personalización de servicios a través de las TIC.
En definitiva, la máxima «el hambre agudiza el ingenio» es perfectamente aplicable al sector privado de la sanidad y la implantación de nuevas fórmulas de gestión,venta y organización conjuntamente con la implicación de la parte productiva del servicio (personal sanitario) se antojan acciones innegociables para la sostenibilidad y el futuro de las organizaciones.
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Sanidad privada: más y mejor con menos

En épocas de vacas flacas como la que desgraciadamente estamos viviendo, toca apretarse el cinturón. En este sentido, el sector sanitario no es una excepción con el agravante de que la limitación de recursos en un área tan sensible levanta importantes ampollas. 
Hace algunas semanas tuve la oportunidad de asistir a la Jornada de Dirección Médica de la entidad ACES (Associació Catalana d’Entitats Sanitàries) donde el debate principal giraba alrededor del papel de las direcciones asistenciales frente a un entorno de constantes cambios, cambios que han afectado a todos los grupos de interés. 
El cliente/paciente/ciudadano presenta actualmente un perfil más exigente (en calidad,precio y facilidades de pago), está mucho más informado que tiempo atrás y acepta el concepto de «forfait» en la compra de salud, compra que está trasladando a la modalidad digital u on-line.
Las entidades aseguradoras tienen hoy en día un gran poder de negociación debido en gran parte a la concentración del sector en grandes compañías lo cual les permite ajustar tarifas a la baja, renovar gamas de productos (más competitivos, más económicos) y adoptar un sistema de provisión propia con la consecuente retirada del concierto a otros proveedores.
Por otra parte, las propiedades de los centros proveedores buscan potenciar la imagen de marca, manteniendo la sostenibilidad económica pero sin que la excelencia del servicio se vea perjudicada.

Y yo me pregunto, ¿qué pueden hacer las entidades sanitarias ante tal panorama? ¿Es posible trabajar bien, si no mejor, con menos recursos? Y esos recursos, ¿en qué y cómo deberíamos emplearlos?
Primeramente, se deberían optimizar los costes y aumentar la rentabilidad de las organizaciones mediante la implantación de nuevos modelos organizativos como la centralización de servicios o las centrales de compras e incluso la incorporación de una dirección de operaciones a la estructura del centro. La contabilidad analítica debe jugar un papel fundamental en el control de costes de los principales procesos asistenciales. Los procesos de acreditación y certificación en calidad asistencial (EFQM, Joint Comission…) suponen una buena herramienta para la transformación organizativa esencial para la fidelización del talento, de aquellos profesionales dispuestos a trabajar mucho pero con rigor y calidad.
En cuanto a estrategias comerciales, la oferta de productos de gran consumo y la venta cruzada interna tienen por objetivo el incremento del volumen de actividad que, de cara al exterior, debe ser potenciado mediante la promoción de nuevos canales de venta (marketing on-line) y la personalización de servicios a través de las TIC.
En definitiva, la máxima «el hambre agudiza el ingenio» es perfectamente aplicable al sector privado de la sanidad y la implantación de nuevas fórmulas de gestión,venta y organización conjuntamente con la implicación de la parte productiva del servicio (personal sanitario) se antojan acciones innegociables para la sostenibilidad y el futuro de las organizaciones.
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Paciente implicado,paciente seguro

Los aspectos relacionados con la mejora de la calidad asistencial son una de mis grandes pasiones. No en vano, ocupa un lugar muy importante dentro de las de las tareas que desempeño en mi centro de trabajo. De todos es bien sabido que la seguridad del paciente es una de las dimensiones de la calidad más importantes, si no la que más, y en los últimos años ha adquirido una merecida relevancia. Estos días he tenido la oportunidad de asistir al XXXI Congreso de la Sociedad Española de Calidad Asistencial donde este extremo ha sido ampliamente corroborado.
A nadie se le escapa que administración, entidades sanitarias y profesionales están realizando un esfuerzo titánico a la hora de implantar líneas y proyectos relacionados con la seguridad del paciente en una época donde la inversión en estructura y organización está llegando a niveles mínimos preocupantes.La higiene de manos, la identificación de los pacientes, la lista de verificación quirúrgica o la notificación de errores son solo algunos de las líneas implantadas en pro de la minimización de eventos adversos derivados de la asistencia sanitaria. El aspecto clave para que todo este sistema funcione es el calado de la cultura de seguridad en las organizaciones.Si no somos conscientes de que podemos equivocarnos, no seremos capaces de implantar barreras que dificulten el error. Las organizaciones deben por tanto invertir parte de sus recursos en «meter el gusanillo» de la seguridad del paciente en sus profesionales y personal en general.
Lo cierto es que todo esto es muy loable y sin duda necesario pero, ¿qué papel juega el paciente en todo este engranaje?. Nos llenamos la boca de que el paciente es el centro del sistema pero la mayoría de nuestras acciones demuestra que estamos más pendientes del profesional sanitario o la enfermedad que del enfermo en sí, y en seguridad del paciente la situación no es diferente. Bajo mi punto de vista, el paciente debe jugar un papel primordial en defensa de su propia seguridad, un papel activo que sea considerado una barrera más del sistema. Porque, ¿es consciente el paciente de que sólo el 50% de las listas de verificación quirúrgica están correctamente cumplimentadas? ¿Sabe el enfermo que la higiene de manos es la medida más efectiva para evitar el contagio de infecciones intrahospitalarias? ¿Somos acaso conocedores que la ausencia de dolor es un derecho?
Es muy posible que la mayoría de los ciudadanos desconozcan esta realidad y que su actitud a lo largo del proceso asistencial sea pasiva o ,como mucho,reactiva pero pocas veces proactiva.Pues bien, ha llegado la hora de promover un cambio de mentalidad en nuestros pacientes y sus familias  con el objetivo de que formen parte activa del proceso asistencial y se conviertan en guardianes de su propia seguridad. Pues sí, ha llegado la hora de que nos exijan que nos lavemos las manos antes de atenderlos, de que marquemos la rodilla que les vamos a operar y que les mostremos el plan analgésico previsto para después de la intervención. O ¿ embarcaríais en un avión si supierais que sólo se ha revisado parte del aparato?
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Paciente implicado,paciente seguro

Los aspectos relacionados con la mejora de la calidad asistencial son una de mis grandes pasiones. No en vano, ocupa un lugar muy importante dentro de las de las tareas que desempeño en mi centro de trabajo. De todos es bien sabido que la seguridad del paciente es una de las dimensiones de la calidad más importantes, si no la que más, y en los últimos años ha adquirido una merecida relevancia. Estos días he tenido la oportunidad de asistir al XXXI Congreso de la Sociedad Española de Calidad Asistencial donde este extremo ha sido ampliamente corroborado.
A nadie se le escapa que administración, entidades sanitarias y profesionales están realizando un esfuerzo titánico a la hora de implantar líneas y proyectos relacionados con la seguridad del paciente en una época donde la inversión en estructura y organización está llegando a niveles mínimos preocupantes.La higiene de manos, la identificación de los pacientes, la lista de verificación quirúrgica o la notificación de errores son solo algunos de las líneas implantadas en pro de la minimización de eventos adversos derivados de la asistencia sanitaria. El aspecto clave para que todo este sistema funcione es el calado de la cultura de seguridad en las organizaciones.Si no somos conscientes de que podemos equivocarnos, no seremos capaces de implantar barreras que dificulten el error. Las organizaciones deben por tanto invertir parte de sus recursos en «meter el gusanillo» de la seguridad del paciente en sus profesionales y personal en general.
Lo cierto es que todo esto es muy loable y sin duda necesario pero, ¿qué papel juega el paciente en todo este engranaje?. Nos llenamos la boca de que el paciente es el centro del sistema pero la mayoría de nuestras acciones demuestra que estamos más pendientes del profesional sanitario o la enfermedad que del enfermo en sí, y en seguridad del paciente la situación no es diferente. Bajo mi punto de vista, el paciente debe jugar un papel primordial en defensa de su propia seguridad, un papel activo que sea considerado una barrera más del sistema. Porque, ¿es consciente el paciente de que sólo el 50% de las listas de verificación quirúrgica están correctamente cumplimentadas? ¿Sabe el enfermo que la higiene de manos es la medida más efectiva para evitar el contagio de infecciones intrahospitalarias? ¿Somos acaso conocedores que la ausencia de dolor es un derecho?
Es muy posible que la mayoría de los ciudadanos desconozcan esta realidad y que su actitud a lo largo del proceso asistencial sea pasiva o ,como mucho,reactiva pero pocas veces proactiva.Pues bien, ha llegado la hora de promover un cambio de mentalidad en nuestros pacientes y sus familias  con el objetivo de que formen parte activa del proceso asistencial y se conviertan en guardianes de su propia seguridad. Pues sí, ha llegado la hora de que nos exijan que nos lavemos las manos antes de atenderlos, de que marquemos la rodilla que les vamos a operar y que les mostremos el plan analgésico previsto para después de la intervención. O ¿ embarcaríais en un avión si supierais que sólo se ha revisado parte del aparato?
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Marca profesional y personal, ¿juntas o separadas?

Tras unas semanas de pereza vacacional, retomamos el blog. Mientras le daba vueltas a los temas candidatos, apareció en el timeline de mi cuenta de twitter la noticia de una nueva edición de #carnavalsalud , el festival de posts sanitarios liderado por Mónica Moro, Miguel Ángel Mañez y Chema Cepeda.
El tema que nos ocupa en esta ocasión trata acerca de si la marca personal y la profesional deben estar juntas o separadas en las redes sociales.
Si revisáis mi perfil twiteriano, os daréis cuenta de que soy de los que lo tienen todo revuelto y lo cierto es que,usando así esta red social,me divierto mucho. Es posible que teniendo cuentas separadas, cada una de ellas tuviera mayor impacto en seguidores y, por tanto, mayor difusión de los contenidos pues a la esfera pediátrica igual no le interesa demasiado lo que ha hecho el Barça ese fin de semana y al twitero culé le interese aún menos que las farmacias dejen de servir la vacuna de la varicela (lamentable,por cierto) pero como dice Rosa Taberner en su post, yo no soy solo pediatra sino que que soy un pediatra culé, padre de familia numerosa al que le chiflan las plumas estilográficas.
En la misma línea que la cuenta de twitter, nuestro blog también es multidisciplinar y en él podéis encontrar desde temas técnicos relacionados con nuestra profesión hasta vivencias personales fruto de la convivencia dentro de una familia XXL. A pesar de ello, aclarar que mis cuentas de otras redes sociales son manejadas de forma algo distinta pues, en mi opinión, la idiosincrasia de dichas redes te conduce a elegir un camino más personal (Facebook) o profesional (Linkedin)
 
 
En ocasiones me pongo en la piel de otros colegas de profesión que utilizan las redes sociales única y exclusivamente con la marca profesional y la verdad es que me maravilla su capacidad y constancia para generar contenidos de interés pues a mí,sinceramente,me cuesta un mundo.
La elección de una u otra versión depende de si la redes sociales son el fondo o la forma de la cuestión. Para mí fue sencillo pues el objetivo que yo perseguía era el de relacionarme con personas con inquietudes e intereses similares a los míos ,de los cuales pudiera aprender cosas y que además me divirtiera, y por tanto no tenía para mí demasiado sentido separar marca personal de profesional. Entiendo también que las redes sociales son una herramienta extremadamente válida para facilitar la consecución de objetivos profesionales y que ,en estos casos, la marca personal es conveniente separarla de la profesional.
En fin, que si me dáis a elegir, prefiero saber que ,además de ser buenos profesionales, a Rosa le gusta bucear, a Mónica le encantan los «macarons» y Jordi es un «Instagramer» empedernido.

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Marca profesional y personal, ¿juntas o separadas?

Tras unas semanas de pereza vacacional, retomamos el blog. Mientras le daba vueltas a los temas candidatos, apareció en el timeline de mi cuenta de twitter la noticia de una nueva edición de #carnavalsalud , el festival de posts sanitarios liderado por Mónica Moro, Miguel Ángel Mañez y Chema Cepeda.
El tema que nos ocupa en esta ocasión trata acerca de si la marca personal y la profesional deben estar juntas o separadas en las redes sociales.
Si revisáis mi perfil twiteriano, os daréis cuenta de que soy de los que lo tienen todo revuelto y lo cierto es que,usando así esta red social,me divierto mucho. Es posible que teniendo cuentas separadas, cada una de ellas tuviera mayor impacto en seguidores y, por tanto, mayor difusión de los contenidos pues a la esfera pediátrica igual no le interesa demasiado lo que ha hecho el Barça ese fin de semana y al twitero culé le interese aún menos que las farmacias dejen de servir la vacuna de la varicela (lamentable,por cierto) pero como dice Rosa Taberner en su post, yo no soy solo pediatra sino que que soy un pediatra culé, padre de familia numerosa al que le chiflan las plumas estilográficas.
En la misma línea que la cuenta de twitter, nuestro blog también es multidisciplinar y en él podéis encontrar desde temas técnicos relacionados con nuestra profesión hasta vivencias personales fruto de la convivencia dentro de una familia XXL. A pesar de ello, aclarar que mis cuentas de otras redes sociales son manejadas de forma algo distinta pues, en mi opinión, la idiosincrasia de dichas redes te conduce a elegir un camino más personal (Facebook) o profesional (Linkedin)
 
 
En ocasiones me pongo en la piel de otros colegas de profesión que utilizan las redes sociales única y exclusivamente con la marca profesional y la verdad es que me maravilla su capacidad y constancia para generar contenidos de interés pues a mí,sinceramente,me cuesta un mundo.
La elección de una u otra versión depende de si la redes sociales son el fondo o la forma de la cuestión. Para mí fue sencillo pues el objetivo que yo perseguía era el de relacionarme con personas con inquietudes e intereses similares a los míos ,de los cuales pudiera aprender cosas y que además me divirtiera, y por tanto no tenía para mí demasiado sentido separar marca personal de profesional. Entiendo también que las redes sociales son una herramienta extremadamente válida para facilitar la consecución de objetivos profesionales y que ,en estos casos, la marca personal es conveniente separarla de la profesional.
En fin, que si me dáis a elegir, prefiero saber que ,además de ser buenos profesionales, a Rosa le gusta bucear, a Mónica le encantan los «macarons» y Jordi es un «Instagramer» empedernido.

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En verano, mosquitos…y traumatismos craneales

Con la llegada del verano, en los servicios de urgencias pediátricas aumenta de forma exponencial el número de consultas referidas a traumatismos. El buen clima y el cese de la actividad escolar hacen que los juegos al aire libre crezcan y, con ellos, el riesgo de caídas y accidentes.
En este sentido, las urgencias de nuestro hospital no son una excepción y en las últimas semanas hemos atendido decenas de niños con traumatismos craneoencefálicos (TCE). Cuando se presentan este tipo de consultas, es fundamental averiguar las circunstancias que han rodeado al accidente pues son hechos cruciales, junto a la edad el niño, que nos permitirán valorar el riesgo de posibles complicaciones. La energía del traumatismo,la pérdida de consciencia,las convulsiones o los vómitos son algunos de los » ítems» con mayor peso  específico a la hora de medir la potencial gravedad de un golpe en la cabeza. Así pues, traumatismos de alta energía como son caídas desde alturas superiores a un metro, accidentes de tráfico o contusiones tras caída de la bicicleta deben ser valoradas cuidadosamente ante la posibilidad de daño cerebral interno. Accidentes de baja energía pero tras los cuales ha habido pérdida de consciencia, vómitos de repetición o cambios de comportamiento en el niño también son considerados de alto riesgo y suelen requerir de exploraciones complementarias y medidas de vigilancia. Como decíamos, la edad también es un factor determinante a la hora de valorar un traumatismo craneal. Por debajo de los 2 años, los golpes en la cabeza deben ser considerados , a priori, más graves que aquellos que tienen lugar en niños mayores de esta edad. 

                           

La exploración física general y la neurológica de forma específica, son fundamentales en la detección de signos y síntomas derivados del traumatismo y, para ello, la escala de Glasgow para la valoración del coma (GCS) es determinante siendo una puntuación inferior a 15 (máximo valor) indicación de exploraciones complementarias y medidas de soporte y observación

Por lo que a exploraciones complementarias se refiere, la radiografía de cráneo suele ser la más practicada si bien su indicación ha quedado restringida a determinadas situaciones que detallamos a continuación. Si se sospecha daño interno o hay evidencia de sintomatología neurológica, no debe retrasarse la realización de pruebas de imagen más complejas como el TAC (tomografía axial computerizada).

Indicaciones de radiografía craneal
Mayores de 2 años
– Historia incierta o sospecha de maltrato
– Sospecha de cuerpo extraño
– Sospecha de fractura deprimida o herida penetrante
– Ser portador de válvula de derivación intracraneal
Menores de 2 años (además de las anteriores)
– Hematoma o contusión en cuero cabelludo
– Mecanismo de alta energía 
– Caída desde más de 100 centímetros de altura
– Caída contra superficies duras (hormigón, o madera)
– Traumatismo no presenciado con la posibilidad de un mecanismo significativo

Indicaciones de TAC craneal
Mayores de 2 años
–Cualquier alteración de la GCS en la exploración
–Focalidad neurológica durante la exploración
–Signos de:fractura deprimida,lesión penetrante o fractura de la base
–Pérdida de conciencia superior al minuto
–Convulsión postraumática
–Amnesia postraumática
–Vómitos persistentes
–Cefalea persistente
–Irritabilidad
Menores de 2 años
–Cualquier alteración de la GCS modificada para lactantes
–Focalidad neurológica durante la exploración
–Signos de:fractura deprimida,lesión penetrante o fractura de la base
–Pérdida del conocimiento superior al minuto
–Convulsión postraumática
–Irritabilidad perdurable
–Fractura de cráneo
– Más de 2 episodios de vómitos


Independientemente del resultado de las exploraciones complementarias, algunos pacientes requieren de períodos de observación bien sea en la unidad de urgencias bien mediante ingreso en la unidad e hospitalización. Los casos más graves requerirán de traslado inmediato a la unidad de cuidados intensivos (UCIP)

Observación de Urgencias (mínimo 6 horas)
–TCE de alta energía
–Pérdida de conciencia previa
–Síntomas persistentes en el momento de la exploración
–Ausencia de síntomas, GCS 13-14 y TAC normal
–Fracturas aisladas de cráneo (mayores de 2 años)

Ingreso en planta
–Sospecha de malos tratos
–Fracturas craneales aisladas en menores de 2 años (con TAC normal)
–Persistencia de síntomas más de 6 horas en la unidad de Observación (Con TAC normal)
–Cualquier situación que impida una adecuada supervisión por adultos responsables las 48 horas posteriores al traumatismo

Traslado a UCIP
–Cualquier lesión intracraneal en la TAC
–Glasgow <13 ó focalidad neurológica

Criterios de Alta
–Paciente asintomático, con GCS de 15 y ausencia de focalidad neurológica
–Todos los pacientes ingresados en Observación (periodo mínimo de 6 horas) en los que hayan desaparecido
los síntomas, con GCS de 15 y ausencia de focalidad neurológica
–Existen garantías de observación por adultos durante 48 horas
– Adjuntar siempre la hoja informativa



Fuente: Protocolo del Manejo del traumatismo craneal pediátrico. Protocolos de Urgencias Pediátricas.Asociación Española de Pediatría 


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En verano, mosquitos…y traumatismos craneales

Con la llegada del verano, en los servicios de urgencias pediátricas aumenta de forma exponencial el número de consultas referidas a traumatismos. El buen clima y el cese de la actividad escolar hacen que los juegos al aire libre crezcan y, con ellos, el riesgo de caídas y accidentes.
En este sentido, las urgencias de nuestro hospital no son una excepción y en las últimas semanas hemos atendido decenas de niños con traumatismos craneoencefálicos (TCE). Cuando se presentan este tipo de consultas, es fundamental averiguar las circunstancias que han rodeado al accidente pues son hechos cruciales, junto a la edad el niño, que nos permitirán valorar el riesgo de posibles complicaciones. La energía del traumatismo,la pérdida de consciencia,las convulsiones o los vómitos son algunos de los » ítems» con mayor peso  específico a la hora de medir la potencial gravedad de un golpe en la cabeza. Así pues, traumatismos de alta energía como son caídas desde alturas superiores a un metro, accidentes de tráfico o contusiones tras caída de la bicicleta deben ser valoradas cuidadosamente ante la posibilidad de daño cerebral interno. Accidentes de baja energía pero tras los cuales ha habido pérdida de consciencia, vómitos de repetición o cambios de comportamiento en el niño también son considerados de alto riesgo y suelen requerir de exploraciones complementarias y medidas de vigilancia. Como decíamos, la edad también es un factor determinante a la hora de valorar un traumatismo craneal. Por debajo de los 2 años, los golpes en la cabeza deben ser considerados , a priori, más graves que aquellos que tienen lugar en niños mayores de esta edad. 

                           

La exploración física general y la neurológica de forma específica, son fundamentales en la detección de signos y síntomas derivados del traumatismo y, para ello, la escala de Glasgow para la valoración del coma (GCS) es determinante siendo una puntuación inferior a 15 (máximo valor) indicación de exploraciones complementarias y medidas de soporte y observación

Por lo que a exploraciones complementarias se refiere, la radiografía de cráneo suele ser la más practicada si bien su indicación ha quedado restringida a determinadas situaciones que detallamos a continuación. Si se sospecha daño interno o hay evidencia de sintomatología neurológica, no debe retrasarse la realización de pruebas de imagen más complejas como el TAC (tomografía axial computerizada).

Indicaciones de radiografía craneal
Mayores de 2 años
– Historia incierta o sospecha de maltrato
– Sospecha de cuerpo extraño
– Sospecha de fractura deprimida o herida penetrante
– Ser portador de válvula de derivación intracraneal
Menores de 2 años (además de las anteriores)
– Hematoma o contusión en cuero cabelludo
– Mecanismo de alta energía 
– Caída desde más de 100 centímetros de altura
– Caída contra superficies duras (hormigón, o madera)
– Traumatismo no presenciado con la posibilidad de un mecanismo significativo

Indicaciones de TAC craneal
Mayores de 2 años
–Cualquier alteración de la GCS en la exploración
–Focalidad neurológica durante la exploración
–Signos de:fractura deprimida,lesión penetrante o fractura de la base
–Pérdida de conciencia superior al minuto
–Convulsión postraumática
–Amnesia postraumática
–Vómitos persistentes
–Cefalea persistente
–Irritabilidad
Menores de 2 años
–Cualquier alteración de la GCS modificada para lactantes
–Focalidad neurológica durante la exploración
–Signos de:fractura deprimida,lesión penetrante o fractura de la base
–Pérdida del conocimiento superior al minuto
–Convulsión postraumática
–Irritabilidad perdurable
–Fractura de cráneo
– Más de 2 episodios de vómitos


Independientemente del resultado de las exploraciones complementarias, algunos pacientes requieren de períodos de observación bien sea en la unidad de urgencias bien mediante ingreso en la unidad e hospitalización. Los casos más graves requerirán de traslado inmediato a la unidad de cuidados intensivos (UCIP)

Observación de Urgencias (mínimo 6 horas)
–TCE de alta energía
–Pérdida de conciencia previa
–Síntomas persistentes en el momento de la exploración
–Ausencia de síntomas, GCS 13-14 y TAC normal
–Fracturas aisladas de cráneo (mayores de 2 años)

Ingreso en planta
–Sospecha de malos tratos
–Fracturas craneales aisladas en menores de 2 años (con TAC normal)
–Persistencia de síntomas más de 6 horas en la unidad de Observación (Con TAC normal)
–Cualquier situación que impida una adecuada supervisión por adultos responsables las 48 horas posteriores al traumatismo

Traslado a UCIP
–Cualquier lesión intracraneal en la TAC
–Glasgow <13 ó focalidad neurológica

Criterios de Alta
–Paciente asintomático, con GCS de 15 y ausencia de focalidad neurológica
–Todos los pacientes ingresados en Observación (periodo mínimo de 6 horas) en los que hayan desaparecido
los síntomas, con GCS de 15 y ausencia de focalidad neurológica
–Existen garantías de observación por adultos durante 48 horas
– Adjuntar siempre la hoja informativa



Fuente: Protocolo del Manejo del traumatismo craneal pediátrico. Protocolos de Urgencias Pediátricas.Asociación Española de Pediatría 


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¡Tú también juegas!

En nuestro país, los niños que practican deporte se cuentan por legión. Con una mayor o menor intensidad, nuestros hijos realizan alguna actividad extarescolar que exige un esfuerzo físico que ,realizado de forma razonable, resulta una actividad saludable para su desarrollo. Según el deporte practicado, algunos de los pequeños deportistas optan por adherirse a alguna entidad que les permita competir durante los fines de semana. En la mayoría de ocasiones el hecho de entrar en competición conlleva la necesidad de afiliar al niño a la federación correspondiente para lo cual se deben cumplir una serie de requisitos. Uno de ellos es el haber realizado un reconocimiento médico que certifique que el pequeño es apto para la práctica del deporte en cuestión. 
Históricamente, estos reconocimientos  se limitaban a revisiones básicas que solían incluir una exploración física y, en el mejor de los casos, un electrocardiograma. Lamentablemente los recientes casos de muertes súbitas de deportistas de élite han alertado a federaciones, colectivos sanitarios y familias de niños deportistas que perciben más que nunca la necesidad de realizar un reconocimiento médico completo para evitar las complicaciones derivadas de la práctica deportiva. Y es que resulta incomprensible que verdaderos atletas, personas que han pasado múltiples y exahustivas revisiones médicas, acaben sufriendo las consecuencias de alguna enfermedad congénita no diagnosticada con la actividad física como desencadenante.
Una exploración física detallada realizada por el médico especialista del deporte, un electrocardiograma y una ecocardiografía normales deben ser condiciones «sine qua non» para conceder al pequeño deportista la aptitud para practicar el deporte elegido. En casos más selectivos (deportes de alta intensidad o deportistas de élite) y a criterio del profesional responsable, el estudio debe completarse con una prueba de esfuerzo (ergometría) u otras exploraciones más complejas. 
Por suerte, cada vez son más los clubs deportivos que exigen a sus jugadores el certificado deportivo oficial ,pero no debemos olvidar que existen muchos deportistas no federados que también deberían pasar un reconocimiento completo aunque ningún tercero lo exija legalmente. Tampoco debemos olvidar a los escolares, que pueden llegar a practicar entre 8 y 10 horas de actividad física en horario lectivo si a la actividad realizada en la asignatura de educación física le sumamos la realizada en horas de recreo.
Por tanto, como padres, es aconsejable realizar una valoración de la actividad física de nuestros hijos (sean deportistas federados o no)  que nos garantice la ausencia de patología subyacente y que permita al niño practicar su deporte favorito sin riesgo. Y recordad, una inversión de este tipo no tiene precio y, si lo tiene, siempre serà menor al de las últimas botas de Messi o Iniesta que religiosamente compramos al inicio de cada temporada.
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¡Tú también juegas!

En nuestro país, los niños que practican deporte se cuentan por legión. Con una mayor o menor intensidad, nuestros hijos realizan alguna actividad extarescolar que exige un esfuerzo físico que ,realizado de forma razonable, resulta una actividad saludable para su desarrollo. Según el deporte practicado, algunos de los pequeños deportistas optan por adherirse a alguna entidad que les permita competir durante los fines de semana. En la mayoría de ocasiones el hecho de entrar en competición conlleva la necesidad de afiliar al niño a la federación correspondiente para lo cual se deben cumplir una serie de requisitos. Uno de ellos es el haber realizado un reconocimiento médico que certifique que el pequeño es apto para la práctica del deporte en cuestión. 
Históricamente, estos reconocimientos  se limitaban a revisiones básicas que solían incluir una exploración física y, en el mejor de los casos, un electrocardiograma. Lamentablemente los recientes casos de muertes súbitas de deportistas de élite han alertado a federaciones, colectivos sanitarios y familias de niños deportistas que perciben más que nunca la necesidad de realizar un reconocimiento médico completo para evitar las complicaciones derivadas de la práctica deportiva. Y es que resulta incomprensible que verdaderos atletas, personas que han pasado múltiples y exahustivas revisiones médicas, acaben sufriendo las consecuencias de alguna enfermedad congénita no diagnosticada con la actividad física como desencadenante.
Una exploración física detallada realizada por el médico especialista del deporte, un electrocardiograma y una ecocardiografía normales deben ser condiciones «sine qua non» para conceder al pequeño deportista la aptitud para practicar el deporte elegido. En casos más selectivos (deportes de alta intensidad o deportistas de élite) y a criterio del profesional responsable, el estudio debe completarse con una prueba de esfuerzo (ergometría) u otras exploraciones más complejas. 
Por suerte, cada vez son más los clubs deportivos que exigen a sus jugadores el certificado deportivo oficial ,pero no debemos olvidar que existen muchos deportistas no federados que también deberían pasar un reconocimiento completo aunque ningún tercero lo exija legalmente. Tampoco debemos olvidar a los escolares, que pueden llegar a practicar entre 8 y 10 horas de actividad física en horario lectivo si a la actividad realizada en la asignatura de educación física le sumamos la realizada en horas de recreo.
Por tanto, como padres, es aconsejable realizar una valoración de la actividad física de nuestros hijos (sean deportistas federados o no)  que nos garantice la ausencia de patología subyacente y que permita al niño practicar su deporte favorito sin riesgo. Y recordad, una inversión de este tipo no tiene precio y, si lo tiene, siempre serà menor al de las últimas botas de Messi o Iniesta que religiosamente compramos al inicio de cada temporada.
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