Nos vamos a Canadá: Etapa 1 ¡Montreal!

Montreal mola trillones de kilates, eso es así. Si a alguien se le ocurre hablar mal de esta metrópoli lo tendría que matar tres o cuatro veces, así que no os la juguéis…

Os adelanto que, tras escribir el post completo de esta ciudad, me salió un churro infumable así que haré como Jack el Destripador, iré por partes. Así pues aquí voy con la primera de dos.

La ciudad más poblada de la región de Quebec es una urbe fascinante con multitud de posibilidades que cubrirán las necesidades de los viajeros más variopintos: Mont-Royal, que da nombre a la ciudad, saciará la necesidad de naturaleza que tengan los espíritus libres, el Downtown satisface las expectativas que puedan tener los urbanitas más fieles y Old Montreal y el puerto del río San Lorenzo ofrecen arte y entretenimiento para todas las edades.


Toda la provincia es francófona, pero si no hablas francés no te agobies… los tipos que viven por allí son gente con estudios y también hablan inglés de manera habitual.

Existen alojamientos para todos los bolsillos, si bien debo decir que hacer noche en Canadá es un poco más caro de lo que puede ser en España. Nosotros estuvimos alojados en el Courtyard Downtown Montreal de la cadena Marriott y sinceramente fue nuestro alojamiento más guapo del viaje. Se encuentra ubicado en pleno skyline de Montreal y desde allí podréis acceder al viejo Montreal y al puerto tan solo caminando 15 minutos.

En nuestro primer día, tras dejar las maletas en el hotel, y con el jet lag instalado en nuestros biorritmos, decidimos dar un paseo desde el hotel hasta el puerto, pasando por el Vieux Montreal. De camino al río pasareis por la basílica de Notre-Dame, construida imitando a la catedral parisina y de visita obligada tanto por fuera como por dentro. Siguiendo en dirección al puerto os cruzareis con la Rue Saint Paul, principal arteria del viejo Montreal llena de comercios para todos los gustos y bolsillos, restaurantes y ambiente.


En el restaurante aproveché para pedir el plato típico de Montreal: la Poutine, una bomba calórica confeccionada a base de patatas fritas, trozos de queso semifundido y salsa de carne. A prueba de los estómagos más atrevidos.

Esto es todo por hoy, no quiero saturaros, en el próximo post os contaré qué hicimos en segundo y tercer día en Montreal. 
¿No os leísteis los preparativos del viaje? Pincha aqui para pegarles un vistazo.
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VERANO 1993: LA MIRADA DE CARLA

Quienes llevamos mucho tiempo trabajando personal y profesionalmente sobre la igualdad de género, y por supuesto quienes estamos convencidos de que la revolución pendiente de esta sociedad será feminista o no será, hace tiempo que tuvimos claro que la cultura es uno de los pilares desde los que el patriarcado más se atrinchera en sus postulados. Y cuando hablo de cultura me refiero, en un sentido amplio, a todos los relatos y narraciones que desde la creatividad del o de la artista generan un imaginario colectivo, nos sirven para interpretar el mundo y a nosotros mismos, hacen que seamos conscientes de la realidad en la que vivimos. Unos relatos que todavía hoy siguen dominados mayoritariamente no solo por sujetos masculinos sino también por un lenguaje, unos códigos y unos esquemas interpretativos androcéntricos y ajustados a nuestra mirada privilegiada. Justamente por eso, si realmente queremos avanzar hacia sociedades más igualitarias, es tan necesario que haya más mujeres participando de esas narraciones y que, con ellas, seamos capaces de introducir en nuestros órdenes mental y emocional otra escala de valores, otros itinerarios, otras palabras. Y no porque ellas sean ni mejores ni peores que nosotros, sino simplemente porque su experiencia vital, sus compromisos y sus horizontes son necesariamente distintos desde el momento en que el sistema sexo/género las ha colocado social y culturalmente en una determinada posición que poco o nada tiene que ver con la nuestra.
Por todo ello, y no simplemente por una cuestión numérica (que también), necesitamos por ejemplo que cada vez haya más películas hechas por mujeres, que sean capaces de contarnos la realidad desde otra perspectiva y que nos permitan superar los esquemas de la masculinidad hegemónica. Un reto que será esencial por ejemplo en la transformación de unos varones que necesitamos urgentemente superar los lastres del macho dominante. Es justamente esa mirada alternativa, disidente incluso, la que he encontrado y disfrutado en la bellísima Verano 1993. Estoy convencido de que si hubiera habido un hombre detrás de la cámara la historia habría sido otra, no digo que ni mejor ni peor, pero sí distinta. Y como efectivamente la historia del cine está llena de historias contadas por hombres y desde nuestra perspectiva, es tan necesario y revitalizante que nos encontremos con miradas como la de Carla Simón.
Verano 1993 es una de esas películas que, frente a lo que solemos ver habitualmente en el cine, al menos en el más exitoso y comercial, nos ofrece un paseo hondo y emocionante por eso que la profesora Laura Mora denomina “el orden amoroso de la vida”.  Con lo tremendamente complejo que debe ser hacer una película sobre la infancia y mucho más trabajar con niños y niñas, la directora consigue el milagro de hacer que las dos protagonistas (inmensas Paula Robles y Laia Artigas) nos transmitan todas las tensiones emocionales que se están viviendo en un contexto donde de repente ambas tienen que reorganizar sus vidas y en el que sobre todo Frida (con esos ojos de Laia Artigas que bien podrían ser los de la Ana Torrent de El espíritu de la colmena) ha de entender, o asumir al menos, lo que significa la muerte. Verano 1993, en su aparente sencillez, es una complejísima película porque nos habla, partiendo además de propia experiencia autobiográfica de la directora, de muchísimas cosas, todas ellas cruciales en la vida de cualquier persona. La película nos habla del duelo, de la familia, de los imbricados mecanismos emocionales que se ponen en juego cuando una niña es adoptada, del papel de entorno (familiar y social) en la definición de nuestra personalidad, de la necesidad o no de creer en algo para superar los miedos. Porque también Verano 1993 nos habla de nuestros miedos – del miedo a la muerte, a la soledad, a crecer, a no tener respuesta, a no sentirte querido – y muy especialmente de los que pueblan nuestra infancia.
Con uno de los más hermosos finales que recuerdo en el reciente cine español, el largometraje de Carla Simón da voz y rostro a quienes habitualmente no lo suelen tener, al menos de manera protagonista, en las películas. Teje una compleja trama de emociones y sentimientos sin necesidad de contar grandes hazañas ni de mostrar heroísmos masculinos, y por supuesto sin caer en sentimentalismos “femeninos”. Incluso se atreve a mostrarnos a través del personaje de David Verdaguer lo que podría ser el referente de otro modelo de masculinidad, alejado de la “diligencia del buen padre de familia” y más cercano a la paternidad presente y entrañable que bien puede ser un primer paso para superar al patriarca que todos llevamos dentro. Por todo ello, y por la belleza que nos ofrecen sus imágenes, por esa Madre Naturaleza que es también parte del relato, por ese bosque que parece interpelar a nuestro corazón de urbanitas con un guiño ecofeminista, Verano 1993 se merece todos los premios. Y no solo porque sea una buena película, que lo es, sino porque nos demuestra que la ternura puede ser una herramienta de transformación política y porque hace que el espectador se reconcilie con lo que de verdad nos hace partícipes de una igual humanidad: nuestra frágil vulnerabilidad y el potencial de las emociones cuidadoras como única salida para salvarnos de los miedos.
PUBLICADO EN TRIBUNA FEMINISTA, 17-9-2017:
http://www.tribunafeminista.org/2017/09/verano-1993-la-mirada-de-carla/
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Operación Dejar de Fumar III

Es domingo y toca narrar como ha ido la semana con la Operación Dejar de Fumar. Es la tercera entrega y si aún no has leído las demás te la dejo por aquí: Operación Dejar de Fumar I y Operación Dejar de Fumar II. Como os conté la semana pasada, la cosa no fue nada bien ya que tenía la tentación en mi compi de trabajo, al cual tenía que ver fumar en nuestros habituales descansos. Esto, junto a otros motivos, me hicieron recaer en el tabaco de forma esporádica.

Si la semana pasada tuve dos pequeños resbalones, en esta directamente me resbalé y me quedé en el suelo. El domingo me lo pasé sin fumar pero el mismo lunes decidí comprar un paquete de tabaco, fumar en los momentos claves y ya volver a retomar el reto decentemente cuando dejara de trabajar. Lo que no quería hacer lo hice, la presión pudo conmigo y no fui capaz de resistirme a la tentación. La verdad que no he ido fumando mucho, pero tampoco es un logro porque habitualmente no lo hacía. Así que este será el capítulo del fracaso de la Operación Dejar de fumar.

¿Con esto se acaba todo? Pues no. Tengo decidido acabar con el tabaco y lo haré, así que ya sin excusas el lunes comenzaré de nuevo, con más ganas, más ilusión y sabiendo donde han estado mis fallos en este primer ensayo. Se viene una época dura pero estoy convencido de que lo conseguiré. Me jode más que a nadie haber recaído de esta forma, fumarte un cigarro de ve en cuando era una cosa y haber comprado tabaco ya ha sido un paso más allá. No seguiré revolcándome en la mierda, pero realmente esta semana merezco el desprecio más absoluto.

La pobre aplicación que uso para dejar de fumar estará loca porque no paro de reiniciar la fecha de mi último cigarro y ya me cuenta logros que no tengo como «5 Días sin fumar», hija será en tu tierra porque aquí no hace ni 5 minutos. El caso es que también tendré que ver como lo hago con ella, no es su culpa sino la mía por subnormal y pesado.

Así que vamos a retroceder dos capítulos, vamos a volver a los inicios y empezamos una nueva primera semana. No lo veré como unos pasos atrás, siempre recordaré estas dos semanas como la prueba inicial. Antes de todo gran invento han habido pruebas fallidas y estas son las mías. Volveremos con ganas y espero la semana que viene poder contaros mi primera semana sin nicotina, esta vez de verdad, sin cigarritos de por medio.

Como siempre os digo, no seáis muy crueles conmigo, soy un novato en esto de dejar de fumar, llevo la L. Si queréis dejarme algunos consejos, truquillos o demás lo podéis hacer en los comentarios y me seréis de gran utilidad. Sin más, os dejo con la promesa de que lo conseguiré y que vosotros lo veréis (o leeréis). He dicho.

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