#YoSoyDe

Está acabando mi quinto Día del Padre. Y me sigue pareciendo algo irreal. Sigo sin sentir algo particularmente especial que necesite de un #DíaDe para celebrar. Tampoco para reivindicar. Este año no tenía​ siquiera previsto actualizar mis redes, mucho menos el blog. Pero es el Día del Padre, y al final todos hablamos de ello.

No por día en sí mismo, que a fin de cuentas es más o menos tan

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#YoSoyDe

Está acabando mi quinto Día del Padre. Y me sigue pareciendo algo irreal. Sigo sin sentir algo particularmente especial que necesite de un #DíaDe para celebrar. Tampoco para reivindicar. Este año no tenía​ siquiera previsto actualizar mis redes, mucho menos el blog. Pero es el Día del Padre, y al final todos hablamos de ello.

No por día en sí mismo, que a fin de cuentas es más o menos tan atípico como cualquier otro. Hoy me han llevado el desayuno a la cama, y he tenido algún regalito en forma de tazas decoradas. Ha habido bicis, parque, croquetas, paseo, merienda, un poco de dinosaurios, Minions y rocanrol, y ahora toca baño. Bueno, sí, hoy han recogido su cuarto. Será por ser fiesta. En realidad pasa el día, y no puedo dejar de pensar en que el mérito del #DíaDe no es mío, yo solo dejo pasar el tiempo, solo intento no meter la pata. El mérito absoluto de esto de la paternidad lo tienen mis padawanes, y la Maestra-Jedi.

Luke, Leia y la Maestra-Jedi me siguen enseñando muchas cosas. Sobre todo cosas sobre mí mismo. Uno siempre es aprendiz de algo, y toda la vida vamos tropezando y avanzando. Pero nada comparado a la paliza de realidad que te da la paternidad. Antes de ser padre no tenía ni idea de lo que puede uno llegar a sentir, esos niveles de ternura, ese quedarte embobado, enamorado, la paciencia, la empatía, la felicidad. Pero tampoco de la vigilia constante, la falta de sueño, ese estado latente de alerta continuo, como subyacente, ese sexto sentido arácnido. Y mucho menos me imaginaba tener que lidiar con berrinches, caprichos, tareas que durante toda tu vida has tenido por sacrificios. Las más de las veces no tenes ni idea de lo que haces, simplemente lo estás haciendo, por instinto maternal, por tripas, guiándote por impulsos y tirando de improvisación. Y casi siempre con incertidumbre, y con miedo. No te sirven manuales y ni ideas preconcebidas, ni ‘estivilles’, ni ‘gonzález’, ni ‘montessoris’. Ni siquiera la idea que tenías sobre qué padre querías ser, qué padre ibas a intentar ser, o el que ibas a intentar no ser.

Cuando te llega, lo tomas. En estos cinco años yo he descubierto que la cara menos grata de la crianza y la paternidad también es tu responsabilidad. Y que aún me quedan muchas malas noches, muchas mañanas de locos, muchas tardes de tener ganas de llorar y de dormir, muchas sala de espera de pediatría, muchas listas de la compra, muchas cuestas de septiembre, y muchos abrazos de consuelo. Me quedan muchos huevos que comer. Yo antes no pensaba en el machismo, en una mujer de 5 años, no pensaba en los abusones de 6 años, no pensaba en zapatos gastados, ni pensaba en tener la alacena bien provista. Y sigo olvidando muchas cosas, tareas y gestiones que nunca aprendí a incorporar en mi agenda, a mi día a día. Cosas que ni recuerdo pensar cuando me levanto por la mañana, pero que tras cinco años, voy descubriendo que también están ahí, y son obligatorias. Y me toca ponerme las pilas, tengo que seguir mejorando. Mucho.

Todas estas cosas las sigo aprendiendo, intentando ser mejor padre, pareja y persona. Y sigo sin poder dejar de pensar en que yo solo sé improvisar, seguir la estela que me marca la Maestra-Jedi, hacer por el bienestar, la salud y la felicidad de mis padawanes, e intentar no meter la pata. Porque al final de todo, yo soy de mis padawanes.

Os dejo, que Luke, Leia y yo vamos a hacer unas​ pizzas a seis manos. Ya se acaba mi quinto Día del Padre, ya solo queda la cena y el cuento.
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¡Que la Fuerza os acompañe!
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Cuando seas padre comerás huevos.

Cuando seas padre comerás huevos.

No sé a qué viene el dicho, pero la cultura popular es muy sabia, así que hoy me he pedido para comer unos huevos rotos con patatas y jamón.

Y Cocopanza y Caribicho también han probado las patatas y huevos en forma de tortilla de patatas. Pasa el sello de calidad.

El año pasado estaba sobrepasado emocionalmente y abrir mis primeros regalos del día del padre conllevó una llorera intensa.

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Y el padre que yo iba a ser, ¿dónde está?

Hubo un tiempo en que fui joven, en que miraba el camino con otros ojos, hoy años más tarde y con mucho camino recorrido mis ojos se fijan en partes del sendero que ni siquiera sabía que existían.

Quiero felicitar hoy a todos los padres que cada día se esfuerzan por ser el padre que sus hijos necesitan y no el que la sociedad pide que sea. Podéis seguir leyendo el resto de esta entrada aquí.

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Y el padre que yo iba a ser, ¿dónde está?

Hubo un tiempo en que fui joven, en que miraba el camino con otros ojos, hoy años más tarde y con mucho camino recorrido mis ojos se fijan en partes del sendero que ni siquiera sabía que existían.

Quiero felicitar hoy a todos los padres que cada día se esfuerzan por ser el padre que sus hijos necesitan y no el que la sociedad pide que sea. Podéis seguir leyendo el resto de esta entrada aquí.

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MARÍA (PARA LOS DEMÁS)

Si alguien tiene alguna duda del cambio de foco que en muchos casos supone que haya una mujer detrás de la cámara, no debería perderse la primera película de la directora Nely Reguera. Sin ser una película redonda, entre otras cosas porque me temo que ha habido demasiadas personas (cinco) metiendo mano en el guión, me parece un magnífico ejemplo de un relato en el que el protagonismo recae en una mujer y en el que contemplamos la vida narrada desde un punto de vista que poco tiene que ver con el masculino dominante. Aunque, todo hay que decirlo, la película no pasa el famoso test de Bechdel: cuando las mujeres hablan entre ellas siempre lo hacen sobre los hombres de su vida.

Lo más interesante de María (y los demás) es cómo nos sitúa frente a una mujer que durante toda su vida no ha hecho otra cosa que estar más pendiente de los demás que de ella misma. Y no solo en el sentido literal del cuidado, sino también en cuanto que han sido los otros – y muy especialmente los varones que la han rodeado – quienes han marcado su existencia. Eso le ha impedido desarrollar plenamente sus aspiraciones, sentirse totalmente autónoma e incluso le ha llevado a vivir una especie de adolescencia prolongada que la hacen ser insegura, dubitativa y frágil, muy frágil, pese a su apariencia de mujer que lo controla todo. En este caso, como casi siempre pasa con las preposiciones, el para es determinante.

María (y los demás) tiene el gran acierto de no ser una película más sobre dilemas familiares, aunque también lo sea, ya que es por encima de todo la historia de una mujer de mediana edad que no ha logrado liberarse de buena parte de sus «cautiverios» y que por lo tanto, aunque no sea capaz de reconocerlo del todo, es esclava de las expectativas que los demás  y que ella misma se ha marcado rígidamente. 

Otro punto positivo es que Nely Reguera nos cuenta este periplo emocional con tono de comedia, sin convertir en un drama excesivo lo que en otras películas hemos visto hecho un culebrón. Gracias a su sentido del humor, la historia de María se salva de la amargura que en todo caso supone vivir una vida que no es la que uno habría querido vivir.  En el caso de la protagonista, tal vez porque su gran error de partida haya sido mirar el mundo y a ella misma bajo el prisma de los varones… y de las mujeres que les siguen el juego. 

Esta luminosa historia, porque al fin parece que María acaba viendo la luz y es capaz de saltarse las reglas, no habría sido la misma sin el derroche interpretativo de una superlativa Bárbara Lennie. Ella vuelve a demostrar que es una de las mejores actrices de nuestro cine: su rostro bello e intenso es capaz de decirlo todo, de seducirnos, de interpelarnos y, finalmente, de acariciarnos. Después de haberla disfrutado sobre los escenarios en la brutal La clausura del amor, en esta película demuestra que la verdadera seducción tiene más que ver con la inteligencia que con el cuerpo, por más que ella esté esplendorosa en escenas como la del vestido de novia. Sin ella, no me cabe la menor duda, esta película habría pasado desapercibida. Con ella, este debut en la pantalla se convierte en una más que sugerente promesa que espero tenga continuación. 

María (y los demás), Nely Reguera, 2015
Filmoteca de Andalucía, Córdoba, 18-3-2017

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MARÍA (PARA LOS DEMÁS)

Si alguien tiene alguna duda del cambio de foco que en muchos casos supone que haya una mujer detrás de la cámara, no debería perderse la primera película de la directora Nely Reguera. Sin ser una película redonda, entre otras cosas porque me temo que ha habido demasiadas personas (cinco) metiendo mano en el guión, me parece un magnífico ejemplo de un relato en el que el protagonismo recae en una mujer y en el que contemplamos la vida narrada desde un punto de vista que poco tiene que ver con el masculino dominante. Aunque, todo hay que decirlo, la película no pasa el famoso test de Bechdel: cuando las mujeres hablan entre ellas siempre lo hacen sobre los hombres de su vida.

Lo más interesante de María (y los demás) es cómo nos sitúa frente a una mujer que durante toda su vida no ha hecho otra cosa que estar más pendiente de los demás que de ella misma. Y no solo en el sentido literal del cuidado, sino también en cuanto que han sido los otros – y muy especialmente los varones que la han rodeado – quienes han marcado su existencia. Eso le ha impedido desarrollar plenamente sus aspiraciones, sentirse totalmente autónoma e incluso le ha llevado a vivir una especie de adolescencia prolongada que la hacen ser insegura, dubitativa y frágil, muy frágil, pese a su apariencia de mujer que lo controla todo. En este caso, como casi siempre pasa con las preposiciones, el para es determinante.

María (y los demás) tiene el gran acierto de no ser una película más sobre dilemas familiares, aunque también lo sea, ya que es por encima de todo la historia de una mujer de mediana edad que no ha logrado liberarse de buena parte de sus «cautiverios» y que por lo tanto, aunque no sea capaz de reconocerlo del todo, es esclava de las expectativas que los demás  y que ella misma se ha marcado rígidamente. 

Otro punto positivo es que Nely Reguera nos cuenta este periplo emocional con tono de comedia, sin convertir en un drama excesivo lo que en otras películas hemos visto hecho un culebrón. Gracias a su sentido del humor, la historia de María se salva de la amargura que en todo caso supone vivir una vida que no es la que uno habría querido vivir.  En el caso de la protagonista, tal vez porque su gran error de partida haya sido mirar el mundo y a ella misma bajo el prisma de los varones… y de las mujeres que les siguen el juego. 

Esta luminosa historia, porque al fin parece que María acaba viendo la luz y es capaz de saltarse las reglas, no habría sido la misma sin el derroche interpretativo de una superlativa Bárbara Lennie. Ella vuelve a demostrar que es una de las mejores actrices de nuestro cine: su rostro bello e intenso es capaz de decirlo todo, de seducirnos, de interpelarnos y, finalmente, de acariciarnos. Después de haberla disfrutado sobre los escenarios en la brutal La clausura del amor, en esta película demuestra que la verdadera seducción tiene más que ver con la inteligencia que con el cuerpo, por más que ella esté esplendorosa en escenas como la del vestido de novia. Sin ella, no me cabe la menor duda, esta película habría pasado desapercibida. Con ella, este debut en la pantalla se convierte en una más que sugerente promesa que espero tenga continuación. 

María (y los demás), Nely Reguera, 2015
Filmoteca de Andalucía, Córdoba, 18-3-2017

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