¿Porqué escribo estos post?

Como habrán podido notar, mensualmente hago un «aporte» a este blog, digo aporte y lo entrecomillo porque la verdad no sé si funcione como tal, no pretendo se aporte para nadie y ni menos ejemplo de nada porque soy el revés completo en todo, no pueden imaginarse lo torpe y primitiva que soy. Cuido mucho el anonimato y no me gusta luego formar parte de las opiniones, discusiones o comentarios porque entiendo que nadie sabe realmente como son las cosas, lo que han costado o sabe que tipo de

Sigue leyendo ->

Firmas en NORMA CÓMICS y audioteatro en ¡GLUPS!

Hago un paréntesis en la carrera del crowdfunding del Manual para padres frikis: Los años terribles para anunciaros una curiosa actividad para este VIERNES 10 DE FEBRERO. Los amigos de La última emisora me han invitado a participar en la función de su radiocomedia pulp postapocalíptica. Será a las 21:00 en el café ¡Glups! de Norma […]

Sigue leyendo ->

Los padres del secador

Los jueves es día de piscina de la HermanaMayor y por cuestiones de organización familiar la acompaño yo. Como no podía ser menos, el HermanoMenor también se quiere venir (no sea que se pierda una oportunidad de jugar en la piscina), así que acabamos yendo los 3.
Hay momentos delicados cuando uno se encuentra en inferioridad numérica respecto a sus hijos, sobretodo cuando ésta se da en un vestuario pero bueno, hoy no es ese el motivo de este post. Con más o menos fluidez acabamos todos en bañador, cada uno en la piscina que le corresponde y, un rato después, nos reencontramos en la ducha. Una vez estamos los 3 limpios y relucientes, toca pelearse poner crema al pequeño, discutir animar a la grande a que se vista lo antes posible y vestirse uno mismo sin que se le escape alguno de los niños…
Bien, de una manera u otra (a veces es incluso sorprendente darse cuenta de que hemos llegado hasta ahí) alcanzamos a la última fase antes de salir a la calle: Peinar y secar el pelo a la HermanaMayor.
¿Parece algo de lo más tranquilo e inspirador, no? Pues deja de serlo cuando cada dos por tres tienes que ir a buscar al pequeñajo porque se escapa (lo que, a su parecer, es altamente divertido). Tras varios viajes, normalmente consigo sobornarlo convencerlo dándole algo que comer. En fin, ahí sigo, intentando con toda mi fuerza mental que se seque el pelo de forma instantánea… En esas que la exclusiva clienta de tan particular peluquería comienza a hablar con otras niñas que se encuentran en la misma situación que ella: esperando pacientemente a que sus padres acaben de secar el pelo para ir a casa a cenar.
Un momento, es entonces cuando me doy cuenta: no estoy solo haciendo de peluquero. Y no es que seamos uno o dos… a veces hemos llegado a coincidir unos cuantos. Nos he autodenominado “Los padres del secador”.  Quizás sea una señal.
Después de que mis poderes mentales fallaran y tuviera que estar una eternidad el tiempo necesario para que el pelo estuviera medianamente seco nos vamos rumbo a casa. Esta vez me voy satisfecho al ver que cada vez para más hombres ya no es raro estar en un vestuario masculino secándole el pelo a sus hijas y que otros hombres que quizás piensan que sí lo es acaben planteándose un cambio de opinión al vernos de esa guisa… 
Yo creo que sí, es una señal que Los padres del secador existamos. Y sí, aún queda mucho por hacer. Sigamos avanzando, paso a paso, por una sociedad más igualitaria.
Sigue leyendo ->

Los padres del secador

Los jueves es día de piscina de la HermanaMayor y por cuestiones de organización familiar la acompaño yo. Como no podía ser menos, el HermanoMenor también se quiere venir (no sea que se pierda una oportunidad de jugar en la piscina), así que acabamos yendo los 3.
Hay momentos delicados cuando uno se encuentra en inferioridad numérica respecto a sus hijos, sobretodo cuando ésta se da en un vestuario pero bueno, hoy no es ese el motivo de este post. Con más o menos fluidez acabamos todos en bañador, cada uno en la piscina que le corresponde y, un rato después, nos reencontramos en la ducha. Una vez estamos los 3 limpios y relucientes, toca pelearse poner crema al pequeño, discutir animar a la grande a que se vista lo antes posible y vestirse uno mismo sin que se le escape alguno de los niños…
Bien, de una manera u otra (a veces es incluso sorprendente darse cuenta de que hemos llegado hasta ahí) alcanzamos a la última fase antes de salir a la calle: Peinar y secar el pelo a la HermanaMayor.
¿Parece algo de lo más tranquilo e inspirador, no? Pues deja de serlo cuando cada dos por tres tienes que ir a buscar al pequeñajo porque se escapa (lo que, a su parecer, es altamente divertido). Tras varios viajes, normalmente consigo sobornarlo convencerlo dándole algo que comer. En fin, ahí sigo, intentando con toda mi fuerza mental que se seque el pelo de forma instantánea… En esas que la exclusiva clienta de tan particular peluquería comienza a hablar con otras niñas que se encuentran en la misma situación que ella: esperando pacientemente a que sus padres acaben de secar el pelo para ir a casa a cenar.
Un momento, es entonces cuando me doy cuenta: no estoy solo haciendo de peluquero. Y no es que seamos uno o dos… a veces hemos llegado a coincidir unos cuantos. Nos he autodenominado “Los padres del secador”.  Quizás sea una señal.
Después de que mis poderes mentales fallaran y tuviera que estar una eternidad el tiempo necesario para que el pelo estuviera medianamente seco nos vamos rumbo a casa. Esta vez me voy satisfecho al ver que cada vez para más hombres ya no es raro estar en un vestuario masculino secándole el pelo a sus hijas y que otros hombres que quizás piensan que sí lo es acaben planteándose un cambio de opinión al vernos de esa guisa… 
Yo creo que sí, es una señal que Los padres del secador existamos. Y sí, aún queda mucho por hacer. Sigamos avanzando, paso a paso, por una sociedad más igualitaria.
Sigue leyendo ->

Los padres del secador

Los jueves es día de piscina de la HermanaMayor y por cuestiones de organización familiar la acompaño yo. Como no podía ser menos, el HermanoMenor también se quiere venir (no sea que se pierda una oportunidad de jugar en la piscina), así que acabamos yendo los 3.
Hay momentos delicados cuando uno se encuentra en inferioridad numérica respecto a sus hijos, sobretodo cuando ésta se da en un vestuario pero bueno, hoy no es ese el motivo de este post. Con más o menos fluidez acabamos todos en bañador, cada uno en la piscina que le corresponde y, un rato después, nos reencontramos en la ducha. Una vez estamos los 3 limpios y relucientes, toca pelearse poner crema al pequeño, discutir animar a la grande a que se vista lo antes posible y vestirse uno mismo sin que se le escape alguno de los niños…
Bien, de una manera u otra (a veces es incluso sorprendente darse cuenta de que hemos llegado hasta ahí) alcanzamos a la última fase antes de salir a la calle: Peinar y secar el pelo a la HermanaMayor.
¿Parece algo de lo más tranquilo e inspirador, no? Pues deja de serlo cuando cada dos por tres tienes que ir a buscar al pequeñajo porque se escapa (lo que, a su parecer, es altamente divertido). Tras varios viajes, normalmente consigo sobornarlo convencerlo dándole algo que comer. En fin, ahí sigo, intentando con toda mi fuerza mental que se seque el pelo de forma instantánea… En esas que la exclusiva clienta de tan particular peluquería comienza a hablar con otras niñas que se encuentran en la misma situación que ella: esperando pacientemente a que sus padres acaben de secar el pelo para ir a casa a cenar.
Un momento, es entonces cuando me doy cuenta: no estoy solo haciendo de peluquero. Y no es que seamos uno o dos… a veces hemos llegado a coincidir unos cuantos. Nos he autodenominado “Los padres del secador”.  Quizás sea una señal.
Después de que mis poderes mentales fallaran y tuviera que estar una eternidad el tiempo necesario para que el pelo estuviera medianamente seco nos vamos rumbo a casa. Esta vez me voy satisfecho al ver que cada vez para más hombres ya no es raro estar en un vestuario masculino secándole el pelo a sus hijas y que otros hombres que quizás piensan que sí lo es acaben planteándose un cambio de opinión al vernos de esa guisa… 
Yo creo que sí, es una señal que Los padres del secador existamos. Y sí, aún queda mucho por hacer. Sigamos avanzando, paso a paso, por una sociedad más igualitaria.
Sigue leyendo ->

Alimentando a Giu

Desde que Giulia dejó la leche y empezó con la alimentación complementaria, no nos generó problemas, es más, come mejor de lo que esperábamos pero como todos, tiene sus alimentos favoritos que van variando en el tiempo. Cuando empezó a probar alimento, el pediatra nos recomendó darle granadilla pero vomitaba cada vez que la comía. Se la dejamos de dar y nunca más vomitó.  En casa, para facilidad de nosotros debido al trabajo, cocinamos 2 veces por semana y la almacenamos en el refrigerador pero

Sigue leyendo ->