Eran las 4 de la mañana, no faltaba mucho para levantarnos ya e iniciar un nuevo día, mi hija de apenas unas semanas de nacida acababa de dormirse en mis brazos después de una jornada de varias horas de arrullo en las que tuve que subirme a la cama y saltar sobre el colchón antes de intentar mil cosas más.
De repente, decido que es suficiente y que su sueño es bastante profundo y comienzo a dejarla sobre la cama. En cuanto uno de sus brazos toca la superficie del colchón, despierta llorando como si la hubiera tirado al suelo mientras sus ojos están completamente abiertos y me lanza una mirada de: “No puedo creer que hayas intentado colocarme en la cama”, obligándome a levantarla de nuevo y reiniciar mi salto sobre el colchón para arrullarla.
Aparentemente no dormiré esta noche.
Así fue una de las numerosas noches, sino es que cada una hasta el día de hoy, que pasamos cuando nuestra hija nació y entonces entendí que todo había cambiado y que nuestra vida de “solteros”, como mi esposa y yo llamamos a esa fase (aún estando casados pero sin hijos) en la que tienes libertad para hacer lo que quieras a la hora que quieras y como quieras, había terminado.
¿Por qué mi bebé se despertaba inmediatamente en cuanto intentaba colocarla en la cama o me “atrevía” a cambiar la posición en que la cargaba? (De hecho tooooooodo el tiempo quería estar en nuestros brazos) No es que se “embracilen” o “te tomen la medida” o “sean mañosos”. Este es uno de los problemas más recurrentes que enfrentamos los padres cuando tenemos nuestro primer bebé, el segundo, el tercero… y el n-ésimo; y se vuelve más molesto cuando tenemos cosas que hacer como ir al baño, comer, trabajar, dormir, pasar un tiempo con tu amad@, o ¿por qué no? existir.
En realidad y para hacerlo simple, no es algo que podamos controlar ni cambiar.
De acuerdo con el experto en colecho, el profesor James McKenna:
“Los bebés están biológicamente diseñados para percibir si algo peligroso ha ocurrido”.
En este caso, se trata de la separación de aquel que lo cuida.
Ellos sienten través de la piel, que algo súbitamente se ha tornado “diferente”, como la falta de la suavidad de la piel de sus papás, la calidez de los brazos, la respiración y palpitación de papá o el arrullo y el cuidadoso movimiento de los brazos de mamá; en fin, ese sentimiento de protección y amor.
“Los bebés pasarán a/o estarán en un estado de alerta, mientras sientan que están próximos a ser abandonados y sientan que es tiempo de llamar a su cuidador de vuelta, cuyo cuerpo es indispensable para su supervivencia,” explica McKenna.
¿Qué hacer entonces? ¡Era una trampa!
Después de repetidas pruebas de intento y error, me di cuenta (por eso y porque mi esposa tiene más corazón que yo) que no había mucho qué hacer, únicamente responder a su llamado y aplicar el arrullo saltando en el colchón o <inserte aquí su técnica favorita>.
Conforme fui haciéndolo noté un cambio, cada vez era más fácil que cayera dormida y menos pesado para mí (ya que ya no estaba predispuesto a aguantar sólo unos minutos de arrullo y esperar que con eso bastara, además de que ya no me molestaba hacerlo sabiendo que al otro día tendría que levantarme a trabajar; sino que sabía que tardaría pero al final funcionaría y también sabía que en cuestión de tal vez 20 minutos despertaría de nuevo y repetiría el ciclo, pero así son los bebés y sólo son bebés por unos meses o … años).
De acuerdo con McKenna, es mejor entender que biológicamente no hay nada qué hacer y que ayuda mucho si entendemos que los bebés necesitan sentirse seguros durante este corto periodo de vida.
“La vida puede ser más fácil, y tanto tú como tu bebé pueden ser más felices cuando botamos las ‘reglas’ e intentamos más bien trabajar en favor, y no en contra, de la forma en que nuestros bebés están programados para subsistir,” agregó McKenna.
Algo que viví en carne propia y que puedo confirmar, es que mientras más permitía que el llanto de mi hija continuara, más estrés sentíamos tanto ella como yo, y eso me llevaba a frustrarme y enojarme más, y a ella a llorar y frustrarse más.
“Si dejas de cargar a tu bebé en brazos y colocarlo sobre la cama y comienza a llorar, puedes intentar calmarlo sin cargarlo dándole palmaditas por ejemplo, y ver qué pasa. Pero si eso no ayuda y uno permite que su llanto incremente, esto incrementará sus niveles de ansiedad, pensando que ha sido abandonado o que se encuentra en una situación insegura,” continuó.
Para este caso, McKenna explica algo que siento es muy cierto:
“También cabe destacar que está aprendiendo lo que significa vivir en este mundo: ¿Llorar pidiendo ayuda resuelve el miedo y peligro? ¿Llorar ayuda a que se desvanezcan el miedo y la soledad? ¿Hay una respuesta a ese llamado? ¿Llorar atrae a uno de los padres o cuidadores? O en realidad no sirve de nada llorar, así que para qué molestarse en pedir ayuda.
Dándole confort, los bebés aprenderán a dar confort a otros cuando éstos lloren.”
Es por eso que creo que, en mi opinión, libros como “Duérmete niño”, funcionan y muy bien ¿pero a qué precio?
Por supuesto que los niños dejarán de llorar, pero debido a que su voluntad termina quebrantada, y desvanecida la esperanza que tenían en que aquel que los cuida llegara a saciar su hambre de compañía y amor. Esto sin olvidar que existen estudios que demuestran que dejar llorar a un bebé por largos periodos podría causar que su desarrollo cerebral no se de exitosamente a causa de los altos niveles de cortisol liberados por estrés.
Finalmente, todo es temporal. Los bebés crecerán y pasarán a otra etapa en la que ya no les gustará estar tanto con nosotros o que los ayudemos a hacer todo.
La palabra “yo puedo sol@” saldrá de su boca cada que intentemos ayudarlos a bajar un escalón y hasta se enojarán si uno se atreve a sugerirlo, como sucede hoy con mi hija de dos años y tres meses.
Pienso que de no superar esta etapa dando este confort, las etapas por venir estarán llenas de estrés de la misma manera, debido a que nuestros bebés se habrán convertido en niños inseguros, que nunca pudieron confirmar ni asegurar que existe alguien con quien pueden contar en todo momento no importando lo que pudiera pasar.
Y sí, sé que estás pensando: “Yo no estoy dispuesto a dejar mis horas de sueño y pasarme toda la noche y día cargando a mi bebé, tengo cosas que hacer; trabajo que necesito llevar a cabo incluso para darle a mi propio bebé lo que necesita, simplemente no es lógico”.
Piénsalo así, tenemos de un lado de la balanza a un bebé que de cualquier forma continuará llorando por un período razonable de tiempo estresándose y estresándonos y que posiblemente crecerá un tanto inseguro (no puedo asegurarlo pero la verdad es que el corazón y algunos estudios así lo sugieren) y del otro lado, un bebé más tranquilo y padres un tanto desvelados pero también más tranquilos que verán florecer el amor que han cultivado en sus hijos, en los años por venir.
En los últimos meses y ya no hablando únicamente de la hora de dormir sino de cualquier actividad, cada vez que mis hijos me exigen más de lo que creo que puedo dar arriesgando mis horas de sueño, el dinero que pudiera ganar, las actividades que me gustaría realizar, películas que quisiera ver, música que me gustaría escuchar, pláticas que pudiera tener; pienso que cuando sean mayores y se casen, añoraré poder cargarlos en mis brazos de nuevo y arrullarlos y poder decirles que no tengan miedo: Que papá está aquí.
Este es el momento de aprovecharlos. Para esto es esta etapa. Así están diseñadas las cosas. Cuando ellos no estén, ya habrá tiempo para hacer todo lo que arriba mencioné.
Yo lo llamo el “efecto de la liga”. En estos momentos mi fortaleza, sueños, ideas, deseos y voluntad están llegando a niveles que normalmente no alcanzaría sin ayuda y que se están acumulando como energía potencial, mientras la liga (yo) está siendo estirada (por mis hijos) esperando ese momento en que será liberada (cuando ellos hagan su familia) permitiéndome ir muy lejos, mucho más de lo que pensé que podría (pero que de hacerlo como el corazón dicta, no necesitaré esperar que se vayan para liberar este potencial) .
Sinceramente, creo que de hacerlo en el orden correcto, cuando ellos comiencen su vida y una familia, seguiré siendo su padre y estaré para ellos; pero también seguiré con mi vida y mis proyectos y no extrañaré “tanto” (en realidad, en el fondo sé que me romperá el corazón por no poder hacerlo más, pero no sentiré arrepentimiento o remordimiento por no haberlo hecho) cargarlos o mimarlos cuando bebés porque lo habré hecho hasta el cansancio, hasta donde mi corazón realmente lo quiso, y quedaré saciado.
En algún momento me uní con mi esposa porque la amo, y que mis hijos se vayan no cambiará en nada eso, o al menos no debería. Ellos me complementaron y así se quedarán las cosas, completas.
Pero volveré a disfrutar de mi vida como esposo y amante.
No me malinterpreten, no es que odie ser padre o que no lo disfrute, pero cada cosa tiene su tiempo y hoy es mi tiempo para disfrutar a mis hijos; mañana, mañana será tiempo de disfrutar u ocuparme de lo que el mañana traiga consigo.
Bien dijo el rey Salomón en el libro de Eclesiastés Capítulo 3:
Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.
Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;
tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar;
tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar;
tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar;
tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar;
tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar;
tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.
¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?
Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él.
Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.
Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida;
y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor.
He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres.
Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.
Apéndice
Algunos consejos:
-Investiguen sobre el colecho, ese maravilloso arte de dormir todos en la misma cama. Necesitarás un colchón king size (pero no gastarás en una cuna).
-Tomen turnos tu espos@ y tú para arrullar. Hagan acuerdos. Nosotros tenemos dos niños, entonces pues es obvio que cada papá con su hijo y si uno quiere leche, intercambiamos (para el caso de lactancia).
-Busquen herramientas seguras. Hamacas para bebés o sábanas (sirvió pero al dejar de arrullar se despertaba pero fue divertido), baños normales o en hojas de lechuga antes de la hora de la cama para relajarlo (a mi no me sirvió), o paseos nocturnos (caminatas para hacer ejercicio y no contaminar con el auto, pueden ser dentro de la misma casa, en el momento que menos lo esperes caerá dormido), en fin.
-Usa un fular o canguro para que se duerma cerca de ti y no te canses de cargarlo (pero que sea ergonómico, no de esos que “crucifican” a tu bebé o le lastiman el coxis y la columna con un arnés).
-Canten canciones de cuna o pónganle música o utilicen ruido blanco.
-Consigan un/@ abuelit@, son lo mejor que hay. Que algún familiar les ayude. Algunos días podrían utilizar su ayuda y dormir aunque sea un par de horas, se sentirán aliviados.
-Si todo lo anterior falla, resígnate y prende la tele y ve una serie o película mientras lo arrullas, ni sentirás que el tiempo pasa.
-Revisen si su bebé tiene frío, está por salirle algún diente, está enfermo o le duele algo, tiene calor. Cualquiera de estas razones lo pondrá ansioso y molesto. Podría suceder que hasta la etiqueta de la ropa que esté usando le irrite en la piel y como no puede decirlo, uno nunca lo descubrirá. Un bebé nunca llorará por que sí, siempre hay una razón pero siempre nos es más fácil pensar que sólo quiere irritarnos y despertarnos en medio de la noche.
-Consideren la opción de dormir sentados cargándolo, recargados en almohadas en donde el colchón haga esquina con las paredes o en un sillón donde aunque caigan dormidos y suelten al bebé, este se quede sobre ustedes dormido y no se caiga y lastime o se asfixie.
-Siempre pidan ayuda, muchos expertos sugieren que no es bueno cuidar a un niño que llora mucho por mucho tiempo ya que se ha visto que los padres (hombres) llegan a estresarse tanto que sacuden al bebé violentamente debido a la impotencia y su fracaso al momento de calmar al bebé. Aunque el síndrome del bebé sacudido aún se considera una teoría y no ha sido formalmente comprobado, es posible que las lesiones que el bebé sufra por este acto, dañen su cerebro permanentemente hasta el punto de quedar en un estado como de retraso mental. Cuando esto suceda (estresarse al punto de no poder más), dejen al niño en su cama o cuna o dénselo a su pareja y descansen, relájense antes de continuar.
-Reflujo: Consideren dos posibilidades antes de medicar a su bebé, o que la fórmula láctea está ocasionándole malestar o que es intolerante a la lactosa (en realidad todos lo somos pero el consumirla en gran cantidad desde pequeños nos va haciendo resistentes). Entonces deberán intentar la lactancia materna o lo que nosotros que consideramos la segunda después de que nuestro hijo regurgitara la leche que consumía de inmediato. Mi esposa decidió dejar de consumir lácteos y ver qué sucedía. Para nuestra sorpresa después de unos tres días que renunció a todos los lácteos, nuestro hijo dejó de regresar la leche materna. Desde entonces, mi esposa no consume nada que contenga leche, queso, crema, yogur, etc.
-Construyan su propio criterio, investiguen y escuchen a las personas, lean y discutan, no se cierren a ningún aporte ni se casen con algún método o teoría. Al final, todo cambia, cada bebé es diferente y a cada familia le acomoda diferente un consejo o método. No dejen que la crítica externa cambie su forma de criar a sus hijos, desgraciadamente muchas veces viene de la propia familia. En su corazón está la verdadera respuesta. Al final, ustedes son los que estarán a mitad de la noche intentando apaciguar a su bebé, nadie más.
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