TDAH CROWDFUNDING

Recuerdo la tarde de mayo de 2015 en que vi por primera vez aquél documental titulado “Four Letters Apart” como una tarde calurosa, pesada, muy pesada. Aquélla pesadez se transformó en angustia, sentida como presión en el pecho al ir viendo aquéllas secuencias. Angustia manchada de Esperanza, Esperanza creada por lo que este documental tiene […]

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El método madre-canguro cuando el bebé va creciendo

El método madre canguro es esa práctica tan maravillosa en la que los bebés prematuros (y no tan prematuros) y sus papás pasan un tiempo determinado en contacto directo piel con piel mientras está tumbadito encima del pecho. Ya expliqué los numerosos beneficios biológicos y psicológicos que tiene este ejercicio para toda la familia, además de mostrar un […]

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50 sombras más oscuras, el trailer más visto de la historia

El pasado martes la secuela de ‘Cincuentas sombras de Grey’, ‘Cincuentas sombras más oscuras’ se convirtió en el trailer más visto de la historia con 114 millones de reproducciones en 24 horas, que se dice pronto. De esta manera rompe el récord que ostentaba el segundo trailer de ‘Star Wars: el despertar de la fuerza’, con 112 millones. Jamie Dornan y Dakota Johnson lideran el reparto de esta segunda parte de‘Cincuenta sombras de Grey’ (‘Fifty Shades of Grey’, 2015) que ha dirigido James Foley. La famosa trilogía erótica escrita por E.L. James vuelve a los cines en febrero de 2017. Visto

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El largo viaje de la paternidad

El siguiente articulo fue publicado originalmente en la revista 
«Crecer en Familia» Nº 28 de Marzo/Abril 2014
Ver ficha de la revista AQUI

Tu sonrisa se hizo el pan con dulce de mis

mañanas. Todavía no sé nombrar este

amor que me desarma. Cuando te veo

así, panzón y filibustero, lo único que me

importa, ahora sí, es llegar a viejo.


Iván Noble “Bienvenito”



Serían cerca de las cinco de la tarde, de un día cualquiera del año pasado. Me recuerdo caminando sereno por los patios del colegio, como cada día, con la intención de recoger a mis hijos en sus respectivas aulas. 

Al acercarme a la clase de mi hija, observé a un hombre charlar con la maestra.
Sostenía la manita de una niña de unos 4 años. Un padre, una profe, sonrisas, complicidad, un hasta mañana. Una escena cada vez más habitual en la salida y entrada del colegio de mis hijos.

Somos muchos –quizá todavía en franca minoría-, los que entre padres, madres y cuidadoras llevamos y recogemos a nuestros niños y niñas en los coles. Una escena no tan frecuente, sin ir más lejos, diez años atrás; me saludan, intercambiamos una sonrisa y la complicidad de sabernos parte de una generación que, por lo menos, está intentando hacer las cosas diferentes en relación a
nuestra presencia en la educación de nuestros hijos. Y aunque no conozco sus nombres, a veces en un traje o en su ropa, a veces en la prisa o tal vez en los papeles que sueltan en el coche, intuyo sus profesiones, sus vidas y sus preocupaciones. Probablemente porque nos parecemos mucho; quizá porque las suyas no estén tan lejos de las mías. O, ¿tal vez sí?

¿QUÉ PASA CON LOS PADRES?


¿Qué está sucediendo con los hombres y, en particular, con aquellos que son padres en este principio de siglo, este comienzo de década? De pronto vemos padres en los parques, en los coles, en los festivales de los niños o en los cines. A algunos afortunados nos piden que escribamos libros sobre ello y nos llaman para dar conferencias sobre «nuevas paternidades». Las redes sociales, otrora copadas por madres y blogs de maternidad, ya se dejan teñir de testimonios de padres reclamando un lugar, un espacio desde donde aportar nuestra visión, nuestro sentir, nuestra presencia.

Desde mi punto de vista, es un hecho que algo ha cambiado en cuanto al rol del padre en el sistema familiar. Tanto en lo que tiene que ver con la pareja, como con lo que tiene que ver con la crianza y la educación. La corresponsabilidad empieza a ser un hecho y un grito desesperado desde muchas familias a toda la sociedad. No son la sociedad ni el sistema los que han llamado la atención de los hombres para redefinir su rol. 

Ha sido exactamente al revés: son algunos sistemas familiares los que se empeñan en ofrecer modelos diferentes de gestión a toda la sociedad. Padres con jornadas reducidas o excedencias para cuidar de sus hijos, padres corresponsabilizados en lo doméstico y en el ocio, padres más presentes, padres conectados con lo más esencial de la paternidad: su enorme carga emocional. 

Y aquí viene la mala noticia. ¿Está realmente tan extendido este modelo de padre presente y consciente como parece? Honestamente, no lo creo. 

Porque como digo, la paternidad es un proceso profundamente emocional y los hombres no vamos sobrados de este tipo de conciencia.

En cierta ocasión le pregunté a un alumno de uno de mis cursos que «cómo se llevaba» con su «mundo emocional» y me contestó preguntándome: «¿Qué es eso? ¿A qué te refieres». Y no. No era una broma, tal como pensó el resto del aula. Realmente no sabía de lo que le hablaba. Quizá sea éste un ejemplo radical, sin embargo sirve para ilustrar el punto de partida de los hombres de cara a un nuevo rol familiar y social. Un rol de sostén emocional del sistema familiar, de conexión y de presencia con la pareja y los hijos, para el que no sólo no hemos sido educados, sino que probablemente existan todo tipo de resistencias para que se desarrolle.

Desde mi punto de vista, los hombres apenas nos permitimos sentir. Cuando ni siquiera le podemos poner nombre a lo que sentimos… ¿Cómo digerir y manejar la paternidad? ¿Qué nos queda cuando la paternidad no consigue pasar por las emociones y el sentir? Nos quedan la cabeza y las razones. Nos queda un discurso aprendido, y nos quedan los escondites donde encontrarnos con otros hombres como nosotros, resultado de todo un modelo de educación. Nos queda el fútbol, la política y nuestros trabajos. Nos queda un viejo y ancestral rol, profundamente desigualitario hacia nuestras parejas, vergonzoso en lo que a la educación de los hijos se refiere, puesto al servicio de perpetuar un sistema intolerante, injusto y muy poco solidario. Creo que ése es un rol que necesitamos descartar para construir una sociedad diferente, donde los hombres padres podamos ser (también) el referente emocional de nuestros/as hijos/as, ese referente emocional y masculino que por cierto, nosotros no tuvimos.

PADRES EN LOS PARQUES


El progresivo cambio cultural es incipiente pero, en relación a nuestros padres, parece que el avance es claro. Estamos viviendo un tipo de padre que algunos llaman moderno, un padre del que se hacen eco las campañas publicitarias, un padre algo más corresponsable, más logístico si cabe el término, más cogestor, junto a su pareja, de todo el entramado familiar. Como decíamos, vamos viendo cada vez más padres recogiendo niños en las escuelas, asistiendo a las reuniones y las tutorías. Ya casi no conozco padres que a día de hoy no cambien pañales, o no den biberones si es el caso, acompañen la lactancia materna o les acuesten y les lean un cuento. Y, ¿antes del nacimiento…? En mi experiencia, todavía vemos pocos padres en las ecografías, en el acompañamiento del embarazo, implicados en «su barriga» desde el predictor, en los cursos de preparación… Muy pocos.

El año pasado, en el congreso Nacer del agua, me abordó un chaval muy joven en el café. Me felicitó por la conferencia y me dijo que estaba inquieto, preocupado: esperaba su primer hijo, no tenía ni idea de qué tenía que hacer, de cómo iba a ser todo cuando el niño naciera y «no quería equivocarse».

Me llamó la atención que no fuese consciente de que YA estaba haciendo mucho. Mucho más de lo que muchos padres de hoy fuimos capaces de hacer. Ese chico estaba en un congreso sobre parto en el agua, método canguro, padres y emociones, sostenimiento de la madre. 

Estaba simplemente siendo padre… aún cuando su bebé no había nacido. Estaba haciéndose cargo, compartiendo las implicaciones de una barriga que portaba su pareja y donde ya crecía su hijo. Por eso, en ocasiones, defendemos que uno empieza a ser padre desde el mismo deseo de serlo. Implicándose y participando de todas las etapas del proceso. Resulta a todas luces mucho más sencillo, y hace falta menos recorrido de reeducación personal, cuando el punto de partida de la pater/maternidad es compartido por ambos miembros de la pareja.

LAS MUJERES Y NUESTRO CAMBIO


Parte de lo que ha sucedido con el rol tradicional de hombre proveedor de recursos es que la mujer está diciendo basta. Una parte de la conciencia de cambio de muchos de nosotros, tenemos que agradecérselo a un tipo de mujer inconformista que no se resigna a vivir la maternidad en solitario sumándole, en pleno puerperio, la exigencia social de ser la mejor de las profesionales del mundo laboral. En este marco de pretendida igualdad, nuestras parejas se han hastiado de esperarnos. 

Unas están cansadas de esperar a ver si nos quitamos el disfraz de Peter Pan y por fin crecemos, otras ya se han dado cuenta de que el disfraz se convirtió en piel y que el crecimiento no llegará. De pronto recuerdo aquel padre en la puerta del aula de mi hija. Cuando llegué donde estaban padre y maestra llegué a escuchar una parte del final de la conversación. 

Él decía: «Se lo digo, se lo digo…. Ya hablo yo con ella. Es que esos temas los lleva ella, ¿sabes? Yo ni idea… Se lo digo, sí… Se lo digo. Gracias. Hasta mañana».

Siempre me quedará la duda de si la profe hablaba de la ropa o el pelo, de las tareas o de las extraescolares, de la autoestima o del sueño de su hija, del niñito que le gusta o de la amiga que la despreció en el patio, de los piojos o de la fiebre y el paracetamol… Nunca lo sabré. Pero sí tengo claro que ningún tema relacionado con tu hijo o hija, es un «tema de ella».

Cualquier tema es también un tema de «nosotros dos»: de las mujeres madres y de los hombres padres. Aquella escena de conversación cotidiana con la maestra, cada vez más habitual, es sólo el principio de un largo viaje. Un viaje de reconexión con nuestras emociones, con nuestro sentir. Un viaje que no es sencillo para muchos de nosotros, difícil y tortuoso por momentos, y en el que todavía no está la mayoría. Un viaje con pesadas maletas que fueron preparadas por otros y nosotros tomamos como propias.

Así las cosas, caminamos muchas veces solos, con mochilas que ya no nos sirven, con prisas, llenos de dudas e incertidumbre. Somos esos que, a veces, nos cruzamos en el patio de un colegio. Nos saludamos, sonreímos, no sabemos nuestros nombres… pero intuimos que somos parte de la solución, que estamos siendo parte de la última e incipiente revolución social.

La revolución de los padres que, junto con las madres, no sólo proveen, abastecen, deciden y dirigen. Los padres que se sientan, observan, sienten, quieren y disfrutan; se ocupan, se hablan, se equivocan, se alegran, se quedan.

_________________________________________________________

Testimonios…

FREDI PAVÓN, 43 AÑOS, ARTES GRÁFICAS. PADRE DE MAEL (23 MESES)
«No quiero perderme nada»

«Desde hace casi dos años soy padre, y deseo acompañar a Mael y a su mamá en todo momento. No debí ser ignorado en las visitas al ginecólogo (con una simple mirada de los profesionales me habría conformado) y mucho menos ahora en el pediatra. Quise asistir al curso de preparación al parto (y casi no lo consigo pues a la matrona “no le parecía bien que asistiéramos los papas”), por supuesto al parto (casi me lo pierdo, me sacaron del paritorio sin motivo y mi pareja tuvo que decir que “si no me llamaban, no empujaba”). No quiero perderme nada. Intento disfrutar al máximo del tiempo que estoy con él, cada baño, cada cambio de pañal, cada noche sin dormir, gritos, llantos, canciones, risas, carcajadas, juegos. Todo.»
ÁLEX MUÑOZ, 43 AÑOS, SANITARIO. PADRE DE ÁLVARO (6 AÑOS) Y GAEL (3 AÑOS)
«Necesitaba estar cerca de ellos»

«Mi papel era fundamental: necesitaba estar cerca de ellos. La figura paternal en esos momentos es un colchón para que la sincronía madre-hijo funcione. Había que proveer logísticamente la
madriguera, cocinar, vestir, lavar, filtrar visitas para garantizar el descanso de ellos dos y estar presente pero sin agobiar. En definitiva, disfrutar del espectáculo de verlos tranquilos. (…) Estábamos criando a nuestro hijo de manera distinta a la de nuestro entorno, y lo mantuvimos, haciendo caso a nuestro corazón. A pesar de los momentos duros que tuvimos que vivir, seguíamos confiando en nuestras sensaciones, y a día de hoy me siento orgulloso de cómo lo hicimos.»
________________________________________________________
Texto: ALEJANDRO BUSTO CASTELLI es psicólogo, coautor del libro “Una nueva paternidad” y Director de Psicologia CEIBE



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El largo viaje de la paternidad

El siguiente articulo fue publicado originalmente en la revista 
«Crecer en Familia» Nº 28 de Marzo/Abril 2014
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Tu sonrisa se hizo el pan con dulce de mis

mañanas. Todavía no sé nombrar este

amor que me desarma. Cuando te veo

así, panzón y filibustero, lo único que me

importa, ahora sí, es llegar a viejo.


Iván Noble “Bienvenito”



Serían cerca de las cinco de la tarde, de un día cualquiera del año pasado. Me recuerdo caminando sereno por los patios del colegio, como cada día, con la intención de recoger a mis hijos en sus respectivas aulas. 

Al acercarme a la clase de mi hija, observé a un hombre charlar con la maestra.
Sostenía la manita de una niña de unos 4 años. Un padre, una profe, sonrisas, complicidad, un hasta mañana. Una escena cada vez más habitual en la salida y entrada del colegio de mis hijos.

Somos muchos –quizá todavía en franca minoría-, los que entre padres, madres y cuidadoras llevamos y recogemos a nuestros niños y niñas en los coles. Una escena no tan frecuente, sin ir más lejos, diez años atrás; me saludan, intercambiamos una sonrisa y la complicidad de sabernos parte de una generación que, por lo menos, está intentando hacer las cosas diferentes en relación a
nuestra presencia en la educación de nuestros hijos. Y aunque no conozco sus nombres, a veces en un traje o en su ropa, a veces en la prisa o tal vez en los papeles que sueltan en el coche, intuyo sus profesiones, sus vidas y sus preocupaciones. Probablemente porque nos parecemos mucho; quizá porque las suyas no estén tan lejos de las mías. O, ¿tal vez sí?

¿QUÉ PASA CON LOS PADRES?


¿Qué está sucediendo con los hombres y, en particular, con aquellos que son padres en este principio de siglo, este comienzo de década? De pronto vemos padres en los parques, en los coles, en los festivales de los niños o en los cines. A algunos afortunados nos piden que escribamos libros sobre ello y nos llaman para dar conferencias sobre «nuevas paternidades». Las redes sociales, otrora copadas por madres y blogs de maternidad, ya se dejan teñir de testimonios de padres reclamando un lugar, un espacio desde donde aportar nuestra visión, nuestro sentir, nuestra presencia.

Desde mi punto de vista, es un hecho que algo ha cambiado en cuanto al rol del padre en el sistema familiar. Tanto en lo que tiene que ver con la pareja, como con lo que tiene que ver con la crianza y la educación. La corresponsabilidad empieza a ser un hecho y un grito desesperado desde muchas familias a toda la sociedad. No son la sociedad ni el sistema los que han llamado la atención de los hombres para redefinir su rol. 

Ha sido exactamente al revés: son algunos sistemas familiares los que se empeñan en ofrecer modelos diferentes de gestión a toda la sociedad. Padres con jornadas reducidas o excedencias para cuidar de sus hijos, padres corresponsabilizados en lo doméstico y en el ocio, padres más presentes, padres conectados con lo más esencial de la paternidad: su enorme carga emocional. 

Y aquí viene la mala noticia. ¿Está realmente tan extendido este modelo de padre presente y consciente como parece? Honestamente, no lo creo. 

Porque como digo, la paternidad es un proceso profundamente emocional y los hombres no vamos sobrados de este tipo de conciencia.

En cierta ocasión le pregunté a un alumno de uno de mis cursos que «cómo se llevaba» con su «mundo emocional» y me contestó preguntándome: «¿Qué es eso? ¿A qué te refieres». Y no. No era una broma, tal como pensó el resto del aula. Realmente no sabía de lo que le hablaba. Quizá sea éste un ejemplo radical, sin embargo sirve para ilustrar el punto de partida de los hombres de cara a un nuevo rol familiar y social. Un rol de sostén emocional del sistema familiar, de conexión y de presencia con la pareja y los hijos, para el que no sólo no hemos sido educados, sino que probablemente existan todo tipo de resistencias para que se desarrolle.

Desde mi punto de vista, los hombres apenas nos permitimos sentir. Cuando ni siquiera le podemos poner nombre a lo que sentimos… ¿Cómo digerir y manejar la paternidad? ¿Qué nos queda cuando la paternidad no consigue pasar por las emociones y el sentir? Nos quedan la cabeza y las razones. Nos queda un discurso aprendido, y nos quedan los escondites donde encontrarnos con otros hombres como nosotros, resultado de todo un modelo de educación. Nos queda el fútbol, la política y nuestros trabajos. Nos queda un viejo y ancestral rol, profundamente desigualitario hacia nuestras parejas, vergonzoso en lo que a la educación de los hijos se refiere, puesto al servicio de perpetuar un sistema intolerante, injusto y muy poco solidario. Creo que ése es un rol que necesitamos descartar para construir una sociedad diferente, donde los hombres padres podamos ser (también) el referente emocional de nuestros/as hijos/as, ese referente emocional y masculino que por cierto, nosotros no tuvimos.

PADRES EN LOS PARQUES


El progresivo cambio cultural es incipiente pero, en relación a nuestros padres, parece que el avance es claro. Estamos viviendo un tipo de padre que algunos llaman moderno, un padre del que se hacen eco las campañas publicitarias, un padre algo más corresponsable, más logístico si cabe el término, más cogestor, junto a su pareja, de todo el entramado familiar. Como decíamos, vamos viendo cada vez más padres recogiendo niños en las escuelas, asistiendo a las reuniones y las tutorías. Ya casi no conozco padres que a día de hoy no cambien pañales, o no den biberones si es el caso, acompañen la lactancia materna o les acuesten y les lean un cuento. Y, ¿antes del nacimiento…? En mi experiencia, todavía vemos pocos padres en las ecografías, en el acompañamiento del embarazo, implicados en «su barriga» desde el predictor, en los cursos de preparación… Muy pocos.

El año pasado, en el congreso Nacer del agua, me abordó un chaval muy joven en el café. Me felicitó por la conferencia y me dijo que estaba inquieto, preocupado: esperaba su primer hijo, no tenía ni idea de qué tenía que hacer, de cómo iba a ser todo cuando el niño naciera y «no quería equivocarse».

Me llamó la atención que no fuese consciente de que YA estaba haciendo mucho. Mucho más de lo que muchos padres de hoy fuimos capaces de hacer. Ese chico estaba en un congreso sobre parto en el agua, método canguro, padres y emociones, sostenimiento de la madre. 

Estaba simplemente siendo padre… aún cuando su bebé no había nacido. Estaba haciéndose cargo, compartiendo las implicaciones de una barriga que portaba su pareja y donde ya crecía su hijo. Por eso, en ocasiones, defendemos que uno empieza a ser padre desde el mismo deseo de serlo. Implicándose y participando de todas las etapas del proceso. Resulta a todas luces mucho más sencillo, y hace falta menos recorrido de reeducación personal, cuando el punto de partida de la pater/maternidad es compartido por ambos miembros de la pareja.

LAS MUJERES Y NUESTRO CAMBIO


Parte de lo que ha sucedido con el rol tradicional de hombre proveedor de recursos es que la mujer está diciendo basta. Una parte de la conciencia de cambio de muchos de nosotros, tenemos que agradecérselo a un tipo de mujer inconformista que no se resigna a vivir la maternidad en solitario sumándole, en pleno puerperio, la exigencia social de ser la mejor de las profesionales del mundo laboral. En este marco de pretendida igualdad, nuestras parejas se han hastiado de esperarnos. 

Unas están cansadas de esperar a ver si nos quitamos el disfraz de Peter Pan y por fin crecemos, otras ya se han dado cuenta de que el disfraz se convirtió en piel y que el crecimiento no llegará. De pronto recuerdo aquel padre en la puerta del aula de mi hija. Cuando llegué donde estaban padre y maestra llegué a escuchar una parte del final de la conversación. 

Él decía: «Se lo digo, se lo digo…. Ya hablo yo con ella. Es que esos temas los lleva ella, ¿sabes? Yo ni idea… Se lo digo, sí… Se lo digo. Gracias. Hasta mañana».

Siempre me quedará la duda de si la profe hablaba de la ropa o el pelo, de las tareas o de las extraescolares, de la autoestima o del sueño de su hija, del niñito que le gusta o de la amiga que la despreció en el patio, de los piojos o de la fiebre y el paracetamol… Nunca lo sabré. Pero sí tengo claro que ningún tema relacionado con tu hijo o hija, es un «tema de ella».

Cualquier tema es también un tema de «nosotros dos»: de las mujeres madres y de los hombres padres. Aquella escena de conversación cotidiana con la maestra, cada vez más habitual, es sólo el principio de un largo viaje. Un viaje de reconexión con nuestras emociones, con nuestro sentir. Un viaje que no es sencillo para muchos de nosotros, difícil y tortuoso por momentos, y en el que todavía no está la mayoría. Un viaje con pesadas maletas que fueron preparadas por otros y nosotros tomamos como propias.

Así las cosas, caminamos muchas veces solos, con mochilas que ya no nos sirven, con prisas, llenos de dudas e incertidumbre. Somos esos que, a veces, nos cruzamos en el patio de un colegio. Nos saludamos, sonreímos, no sabemos nuestros nombres… pero intuimos que somos parte de la solución, que estamos siendo parte de la última e incipiente revolución social.

La revolución de los padres que, junto con las madres, no sólo proveen, abastecen, deciden y dirigen. Los padres que se sientan, observan, sienten, quieren y disfrutan; se ocupan, se hablan, se equivocan, se alegran, se quedan.

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Testimonios…

FREDI PAVÓN, 43 AÑOS, ARTES GRÁFICAS. PADRE DE MAEL (23 MESES)
«No quiero perderme nada»

«Desde hace casi dos años soy padre, y deseo acompañar a Mael y a su mamá en todo momento. No debí ser ignorado en las visitas al ginecólogo (con una simple mirada de los profesionales me habría conformado) y mucho menos ahora en el pediatra. Quise asistir al curso de preparación al parto (y casi no lo consigo pues a la matrona “no le parecía bien que asistiéramos los papas”), por supuesto al parto (casi me lo pierdo, me sacaron del paritorio sin motivo y mi pareja tuvo que decir que “si no me llamaban, no empujaba”). No quiero perderme nada. Intento disfrutar al máximo del tiempo que estoy con él, cada baño, cada cambio de pañal, cada noche sin dormir, gritos, llantos, canciones, risas, carcajadas, juegos. Todo.»
ÁLEX MUÑOZ, 43 AÑOS, SANITARIO. PADRE DE ÁLVARO (6 AÑOS) Y GAEL (3 AÑOS)
«Necesitaba estar cerca de ellos»

«Mi papel era fundamental: necesitaba estar cerca de ellos. La figura paternal en esos momentos es un colchón para que la sincronía madre-hijo funcione. Había que proveer logísticamente la
madriguera, cocinar, vestir, lavar, filtrar visitas para garantizar el descanso de ellos dos y estar presente pero sin agobiar. En definitiva, disfrutar del espectáculo de verlos tranquilos. (…) Estábamos criando a nuestro hijo de manera distinta a la de nuestro entorno, y lo mantuvimos, haciendo caso a nuestro corazón. A pesar de los momentos duros que tuvimos que vivir, seguíamos confiando en nuestras sensaciones, y a día de hoy me siento orgulloso de cómo lo hicimos.»
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Texto: ALEJANDRO BUSTO CASTELLI es psicólogo, coautor del libro “Una nueva paternidad” y Director de Psicologia CEIBE



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VIERNES DANDO LA NOTA #57: TODO EL MUNDO SUFRE

Ayer empecé a trabajar después de casi tres semanas de vacaciones y aunque nunca he sido de los de «síndrome post-vacacional» reconozco que cada año me cuesta más volver.

Hay un momento en el que te rompes por dentro y es justo cuando vuelves a activar la alarma y el móvil te dice «la alarma sonará en seis horas y cinco minutos«. Esa noche te despiertas un par de veces. La primera al poco de dormirte (y cuando ves la hora te alegras por todo lo que te queda para dormir) y la segunda, unos minutos antes de que suene la alarma (que es cuando te quieres morir).

Pronto recuerdas lo «bonito» que es ir en transporte público ya sea por los atascos o por la compañía tan cercana en la que puedes descubrir nuevos olores antes jamás olidos. Siempre es agradable llegar a la oficina y que te suelten aquello de «lo bueno siempre se acaba» o el «para haber estado en la playa, has cogido poco color«.

Aunque creo que uno de los mejores momentos es el que revuelves los papeles buscando la password que dejaste escrita para la vuelta y que no encuentras y no recuerdas cual era. (Si la introduces a la primera es un gran EPIC WIN).

Así que ayer me pasé el día como Joey en aquel capítulo de Friends en el que miraba melancólico a través de una ventana (realmente era de pega) por la que caía lluvia. Y me puse a buscar canciones tristes y encontré una especie de encuesta en la que la más votada era esta de REM que traigo a este #VDLN

Si os soy sincero, la vuelta no estuvo tan mal. Los compañeros no me dieron para nada el coñazo, no tenía tanto trabajo acumulado como me temía y encima HOY ES VIERNES…


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VIERNES DANDO LA NOTA #57: TODO EL MUNDO SUFRE

Ayer empecé a trabajar después de casi tres semanas de vacaciones y aunque nunca he sido de los de «síndrome post-vacacional» reconozco que cada año me cuesta más volver.

Hay un momento en el que te rompes por dentro y es justo cuando vuelves a activar la alarma y el móvil te dice «la alarma sonará en seis horas y cinco minutos«. Esa noche te despiertas un par de veces. La primera al poco de dormirte (y cuando ves la hora te alegras por todo lo que te queda para dormir) y la segunda, unos minutos antes de que suene la alarma (que es cuando te quieres morir).

Pronto recuerdas lo «bonito» que es ir en transporte público ya sea por los atascos o por la compañía tan cercana en la que puedes descubrir nuevos olores antes jamás olidos. Siempre es agradable llegar a la oficina y que te suelten aquello de «lo bueno siempre se acaba» o el «para haber estado en la playa, has cogido poco color«.

Aunque creo que uno de los mejores momentos es el que revuelves los papeles buscando la password que dejaste escrita para la vuelta y que no encuentras y no recuerdas cual era. (Si la introduces a la primera es un gran EPIC WIN).

Así que ayer me pasé el día como Joey en aquel capítulo de Friends en el que miraba melancólico a través de una ventana (realmente era de pega) por la que caía lluvia. Y me puse a buscar canciones tristes y encontré una especie de encuesta en la que la más votada era esta de REM que traigo a este #VDLN

Si os soy sincero, la vuelta no estuvo tan mal. Los compañeros no me dieron para nada el coñazo, no tenía tanto trabajo acumulado como me temía y encima HOY ES VIERNES…


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#ElClubDeLosCinco de Septiembre

Siguiendo la estela de
@PapaCavernicola de “El Club de los Cinco”, voy a proponeros cinco
recomendaciones para vuestro tiempo de ocio.

Repetiremos esta iniciativa una
vez al mes (posiblemente los días 5 de cada mes) para así fomentar el
intercambio de conocimiento acerca de productos de diferente índole que nos han
llamado la atención por una cosa u otra.

Este es el enlace al post de

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#ElClubDeLosCinco de Septiembre

Siguiendo la estela de
@PapaCavernicola de “El Club de los Cinco”, voy a proponeros cinco
recomendaciones para vuestro tiempo de ocio.

Repetiremos esta iniciativa una
vez al mes (posiblemente los días 5 de cada mes) para así fomentar el
intercambio de conocimiento acerca de productos de diferente índole que nos han
llamado la atención por una cosa u otra.

Este es el enlace al post de

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9 tips para tomar las fotos de los cumpleaños (para no fotógrafos):

El cumpleaños de nuestr@s hij@s es uno de los momentos que siempre queremos recordar,que queremos que salga todo perfecto  e inmortalizar lo felices que fuimos celebrándolo, a pesar del estrés de la preparación previa que suele durar mucho tiempo. Las fotos en un cumpleaños son una parte muy importante porque es la única manera, aparte del video, que puedas recordar esos momentos que pasaste, las anécdotas, las risas, y sobre todo la felicidad de los niños. Si tienes la posibilidad de contratar

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Un cachete a tiempo…

… no sirve para nada.
Escena real vivida el otro día en una zapatería:
Situación: Niño jugando en el tobogán de la tienda. La tía/prima/vecina (cualquiera, pero la madre no era) y la abuela intentando que hiciera caso… sin éxito.
En esas que llega la madre (el niño revolucionado a tope), y lo primero que le dice la tía (creo que era lo más probable) es:
– No veas con PEPITO, está como una moto.
– Si? – Contesta la madre
– Vaya, le he tenido que pegar en el culo y todo.
– Bueno, no pasa nada.
Aquí ya dejé de prestar atención. Mis sentidos dejaron de funcionar… 
Alucino con estas cosas. Alucino con lo normal que se ve todavía en algunos ámbitos el ‘cachete’ y lo larga que tienen la mano algunos y algunas.
Alucino con que la madre de ese niño permita que alguien le ponga la mano encima a su hijo, tenga la confianza que tenga con esa persona.
Alucino viendo como aún es, para alguna gente, el recurso fácil para aplacar ciertas actitudes (aunque no sirvió para mucho si lo que pretendían era que el niño se estuviera sentadito y calladito).
Alucino cuando leo noticias como la que salió hace unos días (enlace) en la que un niño se escapa de casa porque sus padres le pegaban con mucha frecuencia y tenía hasta marcas de ello. Posteriormente la Guardia Civil acabó deteniendo al padre del chaval.
No me cabe en la cabeza que se den estas situaciones hoy en día, aún habiéndolas sufrido yo (o quizás por eso). ¿Todavía estamos así? ¿Tan poco hemos avanzado? ¿Qué pretendemos, que los niños nos tengan miedo? De verdad, entiendo que cada uno lo hace lo mejor que puede y/o sabe, pero es que por mucho que se piensen que están ‘educando’ a sus hijos, los están agrediendo!
Además, seguro que luego algunos de esos padres castigan, reprochan o pegan cuando su hijo o hija pega a alguien… Vamos, lo que viene siendo NO predicar con el ejemplo.
En fin, espero no ver, leer ni escuchar más cosas de este tipo. Sería bueno para los niños. Sería bueno para nuestros hijos. Sería bueno para toda la sociedad.
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Un cachete a tiempo…

… no sirve para nada.
Escena real vivida el otro día en una zapatería:
Situación: Niño jugando en el tobogán de la tienda. La tía/prima/vecina (cualquiera, pero la madre no era) y la abuela intentando que hiciera caso… sin éxito.
En esas que llega la madre (el niño revolucionado a tope), y lo primero que le dice la tía (creo que era lo más probable) es:
– No veas con PEPITO, está como una moto.
– Si? – Contesta la madre
– Vaya, le he tenido que pegar en el culo y todo.
– Bueno, no pasa nada.
Aquí ya dejé de prestar atención. Mis sentidos dejaron de funcionar… 
Alucino con estas cosas. Alucino con lo normal que se ve todavía en algunos ámbitos el ‘cachete’ y lo larga que tienen la mano algunos y algunas.
Alucino con que la madre de ese niño permita que alguien le ponga la mano encima a su hijo, tenga la confianza que tenga con esa persona.
Alucino viendo como aún es, para alguna gente, el recurso fácil para aplacar ciertas actitudes (aunque no sirvió para mucho si lo que pretendían era que el niño se estuviera sentadito y calladito).
Alucino cuando leo noticias como la que salió hace unos días (enlace) en la que un niño se escapa de casa porque sus padres le pegaban con mucha frecuencia y tenía hasta marcas de ello. Posteriormente la Guardia Civil acabó deteniendo al padre del chaval.
No me cabe en la cabeza que se den estas situaciones hoy en día, aún habiéndolas sufrido yo (o quizás por eso). ¿Todavía estamos así? ¿Tan poco hemos avanzado? ¿Qué pretendemos, que los niños nos tengan miedo? De verdad, entiendo que cada uno lo hace lo mejor que puede y/o sabe, pero es que por mucho que se piensen que están ‘educando’ a sus hijos, los están agrediendo!
Además, seguro que luego algunos de esos padres castigan, reprochan o pegan cuando su hijo o hija pega a alguien… Vamos, lo que viene siendo NO predicar con el ejemplo.
En fin, espero no ver, leer ni escuchar más cosas de este tipo. Sería bueno para los niños. Sería bueno para nuestros hijos. Sería bueno para toda la sociedad.
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Niño Malo

¿Nunca les ha pasado que cuando tú hijo(a) rompe algo, pierde algo o hace alguna travesura, por tratar de deslindar responsabilidades le echa la culpa a alguien más? Pues a nosotros si nos ha pasado y nos está pasando.


No es que mi hija rompa cosas a cada rato o las pierda o nos haga travesuras a cada rato, pero algunas veces, incluso cuando regresa del nido con algún quiñe, golpe o magulladura, a la hora de preguntarle nos dice que el niño malo fue el que hizo eso. Al principio estábamos preocupados, tratando de averiguar quién era ese supuesto niño, hablando con las profesoras del nido, con la directora, las auxiliares y no lográbamos atar cabos, los días pasaban y a veces volvía a casa con una nueva marca.


Suponíamos que por el hecho de jugar pasan ciertos accidentes, todos nos hemos caído o golpeado varias veces de pequeños así que no debería ser tan trágico, pero si encuentras arañones que fácilmente son producto de una mano pequeña, obviamente algo está pasando y nadie se está dando cuenta.


En varias ocasiones pensamos que el niño malo era producto de su imaginación y que las cosas que no regresaban a la casa eran simplemente olvidadas, suponíamos que eran cosas típicas de una niña de su edad y que pronto esos pequeños objetos volverian al hogar junto con ella, era cosa de esperar, pero no.


Resultó que el famoso niño malo era un niñito nuevo en el salón, algo mano larga y busca pleitos, cuando lo lograron identificar, las profesoras pudieron controlar mejor la situación. También nos enteramos que no era el único con ese perfil, hay una niña pequeña que también peca de manos ligeras y que discutía con otros compañeritos por un juguete o por alguna cosa más, y alguna vez se enfrentó con mi hija, que como no sabe defenderse y solo empuja, la otra pequeña fue directo al rostro. Esas son las cosas que suceden en los nidos pero que no deberían suceder, peor aún si nadie se da cuenta a tiempo como para controlar las situaciones.


Ahora en la casa cuando le llamamos la atención, su respuesta automática es echarle la culpa al niño malo, sabemos que a veces lo hace por jugar, pero otras no tanto, es por eso que debemos estar seguros de cuando tomar su respuesta en serio y cuando no, sobretodo Mary, ya que ella es quien está más tiempo en casa.


Son varias cosas que debemos supervisar, los niños conforme van creciendo van aprendiendo de todo, lo bueno y lo malo, así que es nuestro trabajo el estar pendientes de todo lo que sucede a su alrededor, para poder poco a poco corregir lo que se está saliendo de control y reforzar lo que está haciendo bien, apoyando y celebrando las cosas buenas, siempre hablando y explicando, los niños entienden bastante bien las cosas, más de lo que muchos suponen.

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Niño Malo

¿Nunca les ha pasado que cuando tú hijo(a) rompe algo, pierde algo o hace alguna travesura, por tratar de deslindar responsabilidades le echa la culpa a alguien más? Pues a nosotros si nos ha pasado y nos está pasando.


No es que mi hija rompa cosas a cada rato o las pierda o nos haga travesuras a cada rato, pero algunas veces, incluso cuando regresa del nido con algún quiñe, golpe o magulladura, a la hora de preguntarle nos dice que el niño malo fue el que hizo eso. Al principio estábamos preocupados, tratando de averiguar quién era ese supuesto niño, hablando con las profesoras del nido, con la directora, las auxiliares y no lográbamos atar cabos, los días pasaban y a veces volvía a casa con una nueva marca.


Suponíamos que por el hecho de jugar pasan ciertos accidentes, todos nos hemos caído o golpeado varias veces de pequeños así que no debería ser tan trágico, pero si encuentras arañones que fácilmente son producto de una mano pequeña, obviamente algo está pasando y nadie se está dando cuenta.


En varias ocasiones pensamos que el niño malo era producto de su imaginación y que las cosas que no regresaban a la casa eran simplemente olvidadas, suponíamos que eran cosas típicas de una niña de su edad y que pronto esos pequeños objetos volverian al hogar junto con ella, era cosa de esperar, pero no.


Resultó que el famoso niño malo era un niñito nuevo en el salón, algo mano larga y busca pleitos, cuando lo lograron identificar, las profesoras pudieron controlar mejor la situación. También nos enteramos que no era el único con ese perfil, hay una niña pequeña que también peca de manos ligeras y que discutía con otros compañeritos por un juguete o por alguna cosa más, y alguna vez se enfrentó con mi hija, que como no sabe defenderse y solo empuja, la otra pequeña fue directo al rostro. Esas son las cosas que suceden en los nidos pero que no deberían suceder, peor aún si nadie se da cuenta a tiempo como para controlar las situaciones.


Ahora en la casa cuando le llamamos la atención, su respuesta automática es echarle la culpa al niño malo, sabemos que a veces lo hace por jugar, pero otras no tanto, es por eso que debemos estar seguros de cuando tomar su respuesta en serio y cuando no, sobretodo Mary, ya que ella es quien está más tiempo en casa.


Son varias cosas que debemos supervisar, los niños conforme van creciendo van aprendiendo de todo, lo bueno y lo malo, así que es nuestro trabajo el estar pendientes de todo lo que sucede a su alrededor, para poder poco a poco corregir lo que se está saliendo de control y reforzar lo que está haciendo bien, apoyando y celebrando las cosas buenas, siempre hablando y explicando, los niños entienden bastante bien las cosas, más de lo que muchos suponen.

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Consejos para viajar con niños

Viajar en familia y con niños es, además de posible, recomendable. Sin embargo, mucha gente aún tiene recelos en hacerlo (por suerte parece que va a menos). Hoy te doy algunas pautas que seguimos nosotros y que nos han funcionado muy bien. Espero que a vosotros también os sirvan:


Lánzate sin miedo
Si te apetece hacerlo, hazlo. La primera vez siempre da algo de reparo ir de viaje a un lugar relativamente lejano y más aún si es un viaje en ruta; no hagas caso de los comentarios de ‘estáis locos’, ‘¿cómo vais a meter a un bebé / niño XX horas en un avión?’ o ‘¿ahí vas a ir con niños?’ y lánzate. Si estás convencido de que es una buena decisión, hazlo.
Planificar sí, improvisar y flexibilizar, también
Con niños, sobretodo si son pequeños, no es mala idea llevar cierta planificación sobre lo que se va a ver y/o dónde se va a dormir; eso nos permitirá optimizar el tiempo e ir algo más tranquilos. Eso no quiere decir que haya que cumplirla a rajatabla; debe ser una guía, pero también hay que dejar hueco a posibles cambios y a la improvisación.

Hazles participar antes, durante y después
Si quieres que se motiven en un viaje, hazles participar en todo lo que puedas. Si tú te entusiasmas preparando el viaje, no tengas la menor duda de que a ellos también les pasará… y nunca está de más otra ‘cabeza pensante’ más.
Busca actividades para ellos en el destino
En todos sitios hay niños y en todos sitios hay actividades específicas para ellos, así que ten en cuenta que alguna parte del viaje esté dedicada a ellos, ya sea visitando algo o, simplemente, yendo a un parque.
Déjales investigar
Nosotros somos mucho de dejar que los niños descubran las cosas por sí mismos. Desde sus límites hasta cómo funcionan las cosas. Durante un viaje, dejarlos investigar puede ser fascinante, tanto para ti como para ellos…

No los pierdas de vista
Esto no es únicamente aplicable a cuando estamos de viaje, pero en un país que desconocemos, una pérdida puede ser aún más estresante de lo que lo puede ser en otros lugares. Esto no quiere decir que tenga que cundir el pánico… solo que hay que andarse con ojo.
Ten paciencia
Otra cosa aplicable a la vida en general que hoy ponemos aquí como consejo viajero. No lo olvides, estás de viaje / vacaciones, así que tómate las cosas con calma y disfruta… Al final, los niños son niños en todos sitios.
Respeta -en la medida de lo posible- sus ritmos
Si vas con un bebé o un niño bastante pequeño, intenta no romper demasiado sus ritmos. A veces no te quedará más remedio que hacerlo, pero intenta que sus rutinas de comidas / sueño se mantengan en la medida de lo posible. Al final todos lo agradeceréis (y no te preocupes si es materialmente imposible! Tampoco pasa nada si no se puede en algún momento).

Lleva un ‘pequeño’ botiquín
Pero pequeño, pequeño… con lo justo. A no ser que te vayas a una zona muy remota, una urgencia se puede atender en prácticamente cualquier lugar. Y si vas a algún sitio ‘delicado’, nada mejor que contratar un seguro de viaje.
Disfruta como un niño
Aprovecha que vas con niños y disfruta con ellos de todas las actividades que realicéis. No te quedes al margen mientras ellos se lo pasan en grande… y aún lo disfrutarán más.
Interactúa con los lugareños
Qué mejor escuela que la escuela de la vida? Qué mejor para conocer un lugar que contactar con los lugareños? El hecho de ir con niños facilita el contacto con ellos… y el idioma no es un problema!

No corras
Intenta ir a los sitios sin prisas, que con niños aún se gestionan peor. Es mejor, pues, esperar con calma a que llegue el momento de lo que se haya ido a hacer que tener que ir corriendo con niños a cuestas. Te aseguro que la actividad no se disfruta igual… 

Minimiza los ‘por si acaso
Intenta minimizar los dichosos ‘por si acaso’ que nos llenan las maletas y mochilas. Si ya yendo los adultos solos los sufrimos con niños se multiplica exponencialmente, así que antes de empezar a meter cosas en la maleta de forma compulsiva, parémonos, analicemos la situación e intentemos ser razonables. 
Y aquí lo dejo por hoy… espero que os sean útiles y, si tenéis algunos más que me haya dejado, no dudéis en hacerlos constar en los comentarios.
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Consejos para viajar con niños

Viajar en familia y con niños es, además de posible, recomendable. Sin embargo, mucha gente aún tiene recelos en hacerlo (por suerte parece que va a menos). Hoy te doy algunas pautas que seguimos nosotros y que nos han funcionado muy bien. Espero que a vosotros también os sirvan:


Lánzate sin miedo
Si te apetece hacerlo, hazlo. La primera vez siempre da algo de reparo ir de viaje a un lugar relativamente lejano y más aún si es un viaje en ruta; no hagas caso de los comentarios de ‘estáis locos’, ‘¿cómo vais a meter a un bebé / niño XX horas en un avión?’ o ‘¿ahí vas a ir con niños?’ y lánzate. Si estás convencido de que es una buena decisión, hazlo.
Planificar sí, improvisar y flexibilizar, también
Con niños, sobretodo si son pequeños, no es mala idea llevar cierta planificación sobre lo que se va a ver y/o dónde se va a dormir; eso nos permitirá optimizar el tiempo e ir algo más tranquilos. Eso no quiere decir que haya que cumplirla a rajatabla; debe ser una guía, pero también hay que dejar hueco a posibles cambios y a la improvisación.

Hazles participar antes, durante y después
Si quieres que se motiven en un viaje, hazles participar en todo lo que puedas. Si tú te entusiasmas preparando el viaje, no tengas la menor duda de que a ellos también les pasará… y nunca está de más otra ‘cabeza pensante’ más.
Busca actividades para ellos en el destino
En todos sitios hay niños y en todos sitios hay actividades específicas para ellos, así que ten en cuenta que alguna parte del viaje esté dedicada a ellos, ya sea visitando algo o, simplemente, yendo a un parque.
Déjales investigar
Nosotros somos mucho de dejar que los niños descubran las cosas por sí mismos. Desde sus límites hasta cómo funcionan las cosas. Durante un viaje, dejarlos investigar puede ser fascinante, tanto para ti como para ellos…

No los pierdas de vista
Esto no es únicamente aplicable a cuando estamos de viaje, pero en un país que desconocemos, una pérdida puede ser aún más estresante de lo que lo puede ser en otros lugares. Esto no quiere decir que tenga que cundir el pánico… solo que hay que andarse con ojo.
Ten paciencia
Otra cosa aplicable a la vida en general que hoy ponemos aquí como consejo viajero. No lo olvides, estás de viaje / vacaciones, así que tómate las cosas con calma y disfruta… Al final, los niños son niños en todos sitios.
Respeta -en la medida de lo posible- sus ritmos
Si vas con un bebé o un niño bastante pequeño, intenta no romper demasiado sus ritmos. A veces no te quedará más remedio que hacerlo, pero intenta que sus rutinas de comidas / sueño se mantengan en la medida de lo posible. Al final todos lo agradeceréis (y no te preocupes si es materialmente imposible! Tampoco pasa nada si no se puede en algún momento).

Lleva un ‘pequeño’ botiquín
Pero pequeño, pequeño… con lo justo. A no ser que te vayas a una zona muy remota, una urgencia se puede atender en prácticamente cualquier lugar. Y si vas a algún sitio ‘delicado’, nada mejor que contratar un seguro de viaje.
Disfruta como un niño
Aprovecha que vas con niños y disfruta con ellos de todas las actividades que realicéis. No te quedes al margen mientras ellos se lo pasan en grande… y aún lo disfrutarán más.
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No corras
Intenta ir a los sitios sin prisas, que con niños aún se gestionan peor. Es mejor, pues, esperar con calma a que llegue el momento de lo que se haya ido a hacer que tener que ir corriendo con niños a cuestas. Te aseguro que la actividad no se disfruta igual… 

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