¡Que te pillo!

Cuando digo esas 3 palabras lo más normal es que el HermanoMenor estalle en risas. Da igual el momento del día, da igual su estado de ánimo, da igual lo que está haciendo, da igual el tono en el que se lo diga, da igual en el volumen en el que lo diga. El resultado siempre es similar.
Eso sí, no os penséis que estoy todo el día diciéndoselo aunque sea algo muy divertido porque no quiero desgastar la magia del momento… Es una sorpresa, un cambio de ritmo, una válvula de escape, un momento de descargar tensiones.
Hay un momento del día en el que parece que esta situación se está volviendo algo más habitual pero no por ello menos divertida: cuando hay que ir a la cama; tras lavarse los dientes emprendemos el camino hacia la habitación, solo o acompañado de su hermana y/o su madre… es ahí cuando empieza mi particular acoso diciéndole ¡Que te pillo! una y otra vez haciendo que le dé una risa floja. Como mucho será capaz de articular un ‘Pillo no’ (que te pillo no) entre carcajadas mientras va subiendo las escaleras a su ritmo.
Cuando llegamos a nuestra habitación, donde toma su última ración de leche materna, el juego cambia mientras la supermami se prepara… Toca esconderse y, cuando menos se lo espera, saltar a la cama para desencadenar unas risas nerviosas altamente contagiosas…
No son más de 5 minutos, pero son uno de los mejores ratos del día, es un momento de complicidad entre nosotros dos, en los que nadie más participa. Como ya dije en su día, la sonrisa de un niño es un bálsamo que deberíamos tomar cada día, y muchas veces nos viene bien tras algunos momentos horribles tensos.
Muchos pensarán que no es una buena idea revolucionar así al HermanoMenor justo antes de irse a dormir. De hecho, yo también lo pensaba, pero resulta que no hay ningún problema. El pequeñajo sabe que cuando le digo Bona Nit se acaba el juego y es momento de irse a dormir. Y es algo que está muy claro. Nunca ha habido ningún problema con ello… es curioso.
Sólo de pensar en el momento, ya se me escapa la sonrisa, jeje.
Y vosotros ¿Tenéis algún momento desestresante como el que os acabo de contar?
Sigue leyendo ->

¡Que te pillo!

Cuando digo esas 3 palabras lo más normal es que el HermanoMenor estalle en risas. Da igual el momento del día, da igual su estado de ánimo, da igual lo que está haciendo, da igual el tono en el que se lo diga, da igual en el volumen en el que lo diga. El resultado siempre es similar.
Eso sí, no os penséis que estoy todo el día diciéndoselo aunque sea algo muy divertido porque no quiero desgastar la magia del momento… Es una sorpresa, un cambio de ritmo, una válvula de escape, un momento de descargar tensiones.
Hay un momento del día en el que parece que esta situación se está volviendo algo más habitual pero no por ello menos divertida: cuando hay que ir a la cama; tras lavarse los dientes emprendemos el camino hacia la habitación, solo o acompañado de su hermana y/o su madre… es ahí cuando empieza mi particular acoso diciéndole ¡Que te pillo! una y otra vez haciendo que le dé una risa floja. Como mucho será capaz de articular un ‘Pillo no’ (que te pillo no) entre carcajadas mientras va subiendo las escaleras a su ritmo.
Cuando llegamos a nuestra habitación, donde toma su última ración de leche materna, el juego cambia mientras la supermami se prepara… Toca esconderse y, cuando menos se lo espera, saltar a la cama para desencadenar unas risas nerviosas altamente contagiosas…
No son más de 5 minutos, pero son uno de los mejores ratos del día, es un momento de complicidad entre nosotros dos, en los que nadie más participa. Como ya dije en su día, la sonrisa de un niño es un bálsamo que deberíamos tomar cada día, y muchas veces nos viene bien tras algunos momentos horribles tensos.
Muchos pensarán que no es una buena idea revolucionar así al HermanoMenor justo antes de irse a dormir. De hecho, yo también lo pensaba, pero resulta que no hay ningún problema. El pequeñajo sabe que cuando le digo Bona Nit se acaba el juego y es momento de irse a dormir. Y es algo que está muy claro. Nunca ha habido ningún problema con ello… es curioso.
Sólo de pensar en el momento, ya se me escapa la sonrisa, jeje.
Y vosotros ¿Tenéis algún momento desestresante como el que os acabo de contar?
Sigue leyendo ->

Viaje a Noruega: ¿Por qué llegamos y salimos de Bergen?

Lo más habitual es llegar a Noruega en avión, pero ¿dónde?. Existen varios aeropuertos a los que llegar si partimos, por ejemplo, desde Barcelona. Oslo, Stavanger y Bergen son las ciudades que están conectadas con vuelo directo (comprobar trondheim, tromso), y la llegada a cada una de ellas tiene sus ventajas y sus inconvenientes.
¿Por qué acabamos escogiendo Bergen como inicio y final? 
Básicamente fue un tema económico y de horarios de los vuelos.

Durante la preparación inicial de nuestro viaje aún no sabíamos ni cuántos días concretos íbamos a estar (aunque sí sabíamos aproximadamente que iban a ser dos semanas, día arriba, día abajo) ni dónde íbamos a llegar ni desde dónde íbamos a volver.
Primera duda que nos surgía: Salir y llegar al mismo aeropuerto o entrar y salir por aeropuertos diferentes? Lo bueno de entrar por un sitio y salir por otro era es que permite hacer una ruta en un único sentido y quizás conocer más zonas o las que se visitan hacerlo mejor; la principal desventaja de esta opción es la económica: tanto los vuelos como los coches de alquiler son más caros si los coges de un sitio y vuelves desde otro. El impacto económico que nos suponía era lo suficientemente importante como para decidirnos por hacer una ruta circular.
Posterior a esta elección tocaba escoger el aeropuerto de llegada. La primera opción que descartamos, muy a nuestro pesar, fue Oslo. Si queríamos conocer bien la zona de los fiordos, Oslo nos quedaba muy lejos; La distancia hasta Bergen son más de 460 kilómetros (más de 6 horas y media según Google Maps). Esta distancia nos obligaba a escoger: o bien dedicábamos menos días a la zona de los fiordos para conocer mejor Oslo y el traslado o bien renunciábamos a conocer la capital de. país.
Así pues, tras haber descartado también acabar llegando a Trondheim, únicamente nos quedaban dos opciones a las que llegar en avión desde Barcelona: Bergen o Stavanger. Como la ruta iba a ser circular no importaba demasiado qué ciudad fuera a la que llegáramos, así que mayoritariamente nos basamos en el tema económico y de horarios. La ganadora fue Bergen y la conoceríamos al final del viaje.

Hay varias compañías que operan el vuelo Barcelona – Bergen (Vueling, Iberia, Norwegian…) dependiendo de la época del año. Tras valorar horarios y precios escogimos un vuelo de Iberia (operado por Vueling) que salía a las 11.30 un domingo y volvía 15 días después a las 15.55 desde Bergen.
Así pues, como podéis ver, alternativas hay varias y la decisión de llegar a un lugar u otro bien depende de vuestro planning definitivo o vuestras prioridades.
Espero que la información os resulte de utilidad!

Capítulo Anterior: La ruta
Siguiente capítulo: 
Diario de viaje a Noruega: Inicio
Sigue leyendo ->

Viaje a Noruega: ¿Por qué llegamos y salimos de Bergen?

Lo más habitual es llegar a Noruega en avión, pero ¿dónde?. Existen varios aeropuertos a los que llegar si partimos, por ejemplo, desde Barcelona. Oslo, Stavanger y Bergen son las ciudades que están conectadas con vuelo directo (comprobar trondheim, tromso), y la llegada a cada una de ellas tiene sus ventajas y sus inconvenientes.
¿Por qué acabamos escogiendo Bergen como inicio y final? 
Básicamente fue un tema económico y de horarios de los vuelos.

Durante la preparación inicial de nuestro viaje aún no sabíamos ni cuántos días concretos íbamos a estar (aunque sí sabíamos aproximadamente que iban a ser dos semanas, día arriba, día abajo) ni dónde íbamos a llegar ni desde dónde íbamos a volver.
Primera duda que nos surgía: Salir y llegar al mismo aeropuerto o entrar y salir por aeropuertos diferentes? Lo bueno de entrar por un sitio y salir por otro era es que permite hacer una ruta en un único sentido y quizás conocer más zonas o las que se visitan hacerlo mejor; la principal desventaja de esta opción es la económica: tanto los vuelos como los coches de alquiler son más caros si los coges de un sitio y vuelves desde otro. El impacto económico que nos suponía era lo suficientemente importante como para decidirnos por hacer una ruta circular.
Posterior a esta elección tocaba escoger el aeropuerto de llegada. La primera opción que descartamos, muy a nuestro pesar, fue Oslo. Si queríamos conocer bien la zona de los fiordos, Oslo nos quedaba muy lejos; La distancia hasta Bergen son más de 460 kilómetros (más de 6 horas y media según Google Maps). Esta distancia nos obligaba a escoger: o bien dedicábamos menos días a la zona de los fiordos para conocer mejor Oslo y el traslado o bien renunciábamos a conocer la capital de. país.
Así pues, tras haber descartado también acabar llegando a Trondheim, únicamente nos quedaban dos opciones a las que llegar en avión desde Barcelona: Bergen o Stavanger. Como la ruta iba a ser circular no importaba demasiado qué ciudad fuera a la que llegáramos, así que mayoritariamente nos basamos en el tema económico y de horarios. La ganadora fue Bergen y la conoceríamos al final del viaje.

Hay varias compañías que operan el vuelo Barcelona – Bergen (Vueling, Iberia, Norwegian…) dependiendo de la época del año. Tras valorar horarios y precios escogimos un vuelo de Iberia (operado por Vueling) que salía a las 11.30 un domingo y volvía 15 días después a las 15.55 desde Bergen.
Así pues, como podéis ver, alternativas hay varias y la decisión de llegar a un lugar u otro bien depende de vuestro planning definitivo o vuestras prioridades.
Espero que la información os resulte de utilidad!

Capítulo Anterior: La ruta
Siguiente capítulo: 
Diario de viaje a Noruega: Inicio
Sigue leyendo ->

Ya (casi) no me enfado

En nuestra sociedad la mayoría de la gente somos de enfadarnos. A unos les dura más, a otros menos. A unos les da por gritar, a otros por no hablar; a unos les dura 5 minutos, a otros les puede durar horas (o días).
Yo nunca he sido una persona a la que los enfados les duraran mucho rato, aunque si que era habitual que me enfadara a menudo.
Desde que soy padre, momento de inflexión en tu vida y en la que te replanteas muchas formas de actuar, una de ellas fue la utilidad del enfado. ¿Y sabéis qué? Llegué a la conclusión que no sirve para nada. ¿Qué beneficio se saca de un enfado? ¿Qué gana alguien poniéndose a gritar como un poseso? ¿Arreglas algo estando varias horas sin hablar con la persona con la que te has enfadado?
Con los niños también pasa. Cuando están rebeldes y no nos hacen ‘caso’ nos enfadamos porque no hacen lo que nosotros queremos. Cuando no conseguimos que se vistan o que vayan a la ducha cuando deben hacerlo muchas veces acabaremos dando gritos o pillando un cabreo de dimensiones importantes… y lo cierto es que pocas veces se soluciona nada con ello. Al menos, no como se debería.
Se oyen muchas veces comentarios del estilo a “Es que no hay manera de que me haga caso”, “me saca de mis casillas”, “no puedo con él/ella”… La mayoría de estos comentarios seguramente hayan acabado en un enfado. Y vuelvo a lo de antes, ¿Solucionamos algo? En el mejor de los casos conseguiremos que hagan lo que les pedimos, aunque no porque vieran la necesidad de hacerlo, sino por miedo o temor. En la vida en general, y con los peques aún más si cabe funcionan mejor otras tácticas como pueden ser el diálogo, la explicación de las situaciones y/o motivos, la empatía… Siempre hay alternativas a acabar enfadado; lo único que hay que hacer es tomar conciencia de ello y, cuando estemos a punto de llegar a estarlo, parar, respirar hondo y tomar otro camino.
¿Quiere decir eso que nunca me enfado? Por supuesto que no, pero cuando me acabo enfadando nunca me dura más de 5 minutos y, a la que me doy cuenta en la situación en la que me encuentro, intento derivarla a una actitud positiva que me permita salir airoso de la situación conflictiva (y no siempre es fácil).
Y vosotros, ¿cómo lleváis el tema de los enfados?
Sigue leyendo ->

Ya (casi) no me enfado

En nuestra sociedad la mayoría de la gente somos de enfadarnos. A unos les dura más, a otros menos. A unos les da por gritar, a otros por no hablar; a unos les dura 5 minutos, a otros les puede durar horas (o días).
Yo nunca he sido una persona a la que los enfados les duraran mucho rato, aunque si que era habitual que me enfadara a menudo.
Desde que soy padre, momento de inflexión en tu vida y en la que te replanteas muchas formas de actuar, una de ellas fue la utilidad del enfado. ¿Y sabéis qué? Llegué a la conclusión que no sirve para nada. ¿Qué beneficio se saca de un enfado? ¿Qué gana alguien poniéndose a gritar como un poseso? ¿Arreglas algo estando varias horas sin hablar con la persona con la que te has enfadado?
Con los niños también pasa. Cuando están rebeldes y no nos hacen ‘caso’ nos enfadamos porque no hacen lo que nosotros queremos. Cuando no conseguimos que se vistan o que vayan a la ducha cuando deben hacerlo muchas veces acabaremos dando gritos o pillando un cabreo de dimensiones importantes… y lo cierto es que pocas veces se soluciona nada con ello. Al menos, no como se debería.
Se oyen muchas veces comentarios del estilo a “Es que no hay manera de que me haga caso”, “me saca de mis casillas”, “no puedo con él/ella”… La mayoría de estos comentarios seguramente hayan acabado en un enfado. Y vuelvo a lo de antes, ¿Solucionamos algo? En el mejor de los casos conseguiremos que hagan lo que les pedimos, aunque no porque vieran la necesidad de hacerlo, sino por miedo o temor. En la vida en general, y con los peques aún más si cabe funcionan mejor otras tácticas como pueden ser el diálogo, la explicación de las situaciones y/o motivos, la empatía… Siempre hay alternativas a acabar enfadado; lo único que hay que hacer es tomar conciencia de ello y, cuando estemos a punto de llegar a estarlo, parar, respirar hondo y tomar otro camino.
¿Quiere decir eso que nunca me enfado? Por supuesto que no, pero cuando me acabo enfadando nunca me dura más de 5 minutos y, a la que me doy cuenta en la situación en la que me encuentro, intento derivarla a una actitud positiva que me permita salir airoso de la situación conflictiva (y no siempre es fácil).
Y vosotros, ¿cómo lleváis el tema de los enfados?
Sigue leyendo ->

El tren de Flam en familia

Junto a la subida al Preikestolen (El Púlpito), de la que ya os hablé el otro día, existen otras atracciones turísticas que también son de visita obligada. Hoy os voy a hablar de otra de ellas en la que toda la familia va a disfrutar: El tren de Flam.

Llegamos al pueblecito de Flam en barco desde Gudvangen (ya os hablaré de ello otro día) aproximadamente a las 12.00. Llevábamos ya los billetes para el tren de las 16.00, así que el plan era comer por allí tranquilamente y dar una vuelta por los alrededores de la estación antes de partir.
Flam es un lugar pequeño en el que prácticamente todo gira en torno a la estación de tren. Eso no quita que al ser un lugar eminentemente turístico sea fácil encontrar multitud de lugares para comer, alojarse (como el histórico Fretheim Hotel) o comprar algún recuerdo. Mención importante merece también la fantástica oficina de turismo que, además de vender los billetes de tren, también ofrece una completísima información de todas las actividades que se pueden realizar por el entorno y de las diferentes combinaciones para llegar y/o salir del pueblo (que ya os contaré en otro post).
Después de la comida conocimos la cervecería Aegir, digna de visitar por su cerveza artesanal y por la curiosa decoración del local y luego nos fuimos a un parque cercano en el que pasamos un buen rato. Poco antes de la partida del tren también visitamos el museo del ferrocarril en el que se explica con todo lujo de detalles cómo fue construido el recorrido, cuáles son sus características, por qué se hizo e incluso hay una zona con diferentes máquinas de tren en un excelente estado de conservación.
El recorrido
El tren conserva su apariencia antigua y estar en él es como viajar en el tiempo casi un siglo atrás. Si entráis de los primeros al vagón y podéis escoger dónde sentaros nos recomendaron el lado derecho del mismo, en el que se ve muy bien el 90% de las cosas destacables. La duración del recorrido es de una hora más o menos en la que se recorren unos 20 km y 20 túneles (18 de los cuales excavados a mano). Una de las 8 paradas que tiene el tren durante la subida es una parada larga en la que disfrutar de la espectacular cascada de Kjosfossen (con sorpresa incluida!).

En todo momento se da información de lo que se está viendo mediante megafonía (en diferentes idiomas) y también mediante pantallas de televisión.
Es un recorrido en el que el tren va subiendo desde Flam hasta los 866 metros en los que se encuentra el enlace con la línea Oslo – Bergen de los ferrocarriles noruegos. Durante el trayecto no dejaréis de disfrutar de una sucesión de paisajes espectaculares con cascadas, pueblecitos, granjas…

Para el trayecto de vuelta hay varias opciones. Os lo explicaré en otro post.

Diario de viaje a Noruega: Inicio

Gracias a Turismo de Noruega y a VisitFlam.com por permitirnos disfrutar de esta fantástica atracción.
Sigue leyendo ->

El tren de Flam en familia

Junto a la subida al Preikestolen (El Púlpito), de la que ya os hablé el otro día, existen otras atracciones turísticas que también son de visita obligada. Hoy os voy a hablar de otra de ellas en la que toda la familia va a disfrutar: El tren de Flam.

Llegamos al pueblecito de Flam en barco desde Gudvangen (ya os hablaré de ello otro día) aproximadamente a las 12.00. Llevábamos ya los billetes para el tren de las 16.00, así que el plan era comer por allí tranquilamente y dar una vuelta por los alrededores de la estación antes de partir.
Flam es un lugar pequeño en el que prácticamente todo gira en torno a la estación de tren. Eso no quita que al ser un lugar eminentemente turístico sea fácil encontrar multitud de lugares para comer, alojarse (como el histórico Fretheim Hotel) o comprar algún recuerdo. Mención importante merece también la fantástica oficina de turismo que, además de vender los billetes de tren, también ofrece una completísima información de todas las actividades que se pueden realizar por el entorno y de las diferentes combinaciones para llegar y/o salir del pueblo (que ya os contaré en otro post).
Después de la comida conocimos la cervecería Aegir, digna de visitar por su cerveza artesanal y por la curiosa decoración del local y luego nos fuimos a un parque cercano en el que pasamos un buen rato. Poco antes de la partida del tren también visitamos el museo del ferrocarril en el que se explica con todo lujo de detalles cómo fue construido el recorrido, cuáles son sus características, por qué se hizo e incluso hay una zona con diferentes máquinas de tren en un excelente estado de conservación.
El recorrido
El tren conserva su apariencia antigua y estar en él es como viajar en el tiempo casi un siglo atrás. Si entráis de los primeros al vagón y podéis escoger dónde sentaros nos recomendaron el lado derecho del mismo, en el que se ve muy bien el 90% de las cosas destacables. La duración del recorrido es de una hora más o menos en la que se recorren unos 20 km y 20 túneles (18 de los cuales excavados a mano). Una de las 8 paradas que tiene el tren durante la subida es una parada larga en la que disfrutar de la espectacular cascada de Kjosfossen (con sorpresa incluida!).

En todo momento se da información de lo que se está viendo mediante megafonía (en diferentes idiomas) y también mediante pantallas de televisión.
Es un recorrido en el que el tren va subiendo desde Flam hasta los 866 metros en los que se encuentra el enlace con la línea Oslo – Bergen de los ferrocarriles noruegos. Durante el trayecto no dejaréis de disfrutar de una sucesión de paisajes espectaculares con cascadas, pueblecitos, granjas…

Para el trayecto de vuelta hay varias opciones. Os lo explicaré en otro post.

Diario de viaje a Noruega: Inicio

Gracias a Turismo de Noruega y a VisitFlam.com por permitirnos disfrutar de esta fantástica atracción.
Sigue leyendo ->

Tenemos prisa

Tenemos prisa para que nuestros hijos aprendan a caminar. Tenemos prisa para que aprendan a hablar.Tenemos prisa para que dejen de usar el pañal. Tenemos prisa para que hablen. Tenemos prisa para que aprendan a leer. Tenemos prisa para que aprendan inglés. Tenemos demasiada prisa, para todo.

Hace algún tiempo os hablaba de que parece que estamos en una competición con nuestros hijos comparándolos constantemente para comprobar su avance respecto a los de otros y es precisamente esta ‘competición’ la que mayoritariamente nos hace meterles prisa a nuestros hijos. Además de hacer las cosas de la forma más perfecta posible también queremos que sean los primeros en hacerlo. Eso nos hace sentirnos muy orgullosos de nuestros hijos… son unos cracks y encima los primeros.

“Pues mi niño con 10 meses ya caminaba. Pues la mía come sola hace mucho tiempo. Pues mi pequeño va sin pañal desde los 2 años…”

Pues vale.

No respetamos sus ritmos y los presionamos. El problema es que seguramente muchas veces no nos damos cuenta al dejarnos llevar por esa competición en la que nuestra sociedad nos obliga a vivir y es muy difícil no caer en las fauces de esta vorágine comparativa en la que comprobar que nuestros hijos son mejores que los de los demás ¿Quién no quiere que sus hijos sean buenos en lo que hacen? ¿Qué padre no se va a sentir orgulloso pregonando a los 4 vientos que su hijo con 2 años recién cumplidos ya no lleva pañal o que con 4 ya sabe leer y escribir?

Sentirse orgulloso está muy bien si hay razones para ello, pero en lo que nos equivocamos es en intentar forzarlas para que lleguen lo antes posible. Sentámonos orgullosos de nuestros hijos por ser honrados, por hacerse querer, por querernos, por ver que se están convirtiendo en buenas personas, por ver que crecen sanos y alegres, por ver que respetan al prójimo… y sentámonos orgullosos también por cómo aprenden y consiguen sus metas, pero a su ritmo. No les metamos presión innecesaria por tener tanta prisa.

Nos olvidamos muchas veces de qué son, y deberíamos tenerlo grabado a fuego: Son niños!

Sigue leyendo ->

Tenemos prisa

Tenemos prisa para que nuestros hijos aprendan a caminar. Tenemos prisa para que aprendan a hablar.Tenemos prisa para que dejen de usar el pañal. Tenemos prisa para que hablen. Tenemos prisa para que aprendan a leer. Tenemos prisa para que aprendan inglés. Tenemos demasiada prisa, para todo.

Hace algún tiempo os hablaba de que parece que estamos en una competición con nuestros hijos comparándolos constantemente para comprobar su avance respecto a los de otros y es precisamente esta ‘competición’ la que mayoritariamente nos hace meterles prisa a nuestros hijos. Además de hacer las cosas de la forma más perfecta posible también queremos que sean los primeros en hacerlo. Eso nos hace sentirnos muy orgullosos de nuestros hijos… son unos cracks y encima los primeros.

“Pues mi niño con 10 meses ya caminaba. Pues la mía come sola hace mucho tiempo. Pues mi pequeño va sin pañal desde los 2 años…”

Pues vale.

No respetamos sus ritmos y los presionamos. El problema es que seguramente muchas veces no nos damos cuenta al dejarnos llevar por esa competición en la que nuestra sociedad nos obliga a vivir y es muy difícil no caer en las fauces de esta vorágine comparativa en la que comprobar que nuestros hijos son mejores que los de los demás ¿Quién no quiere que sus hijos sean buenos en lo que hacen? ¿Qué padre no se va a sentir orgulloso pregonando a los 4 vientos que su hijo con 2 años recién cumplidos ya no lleva pañal o que con 4 ya sabe leer y escribir?

Sentirse orgulloso está muy bien si hay razones para ello, pero en lo que nos equivocamos es en intentar forzarlas para que lleguen lo antes posible. Sentámonos orgullosos de nuestros hijos por ser honrados, por hacerse querer, por querernos, por ver que se están convirtiendo en buenas personas, por ver que crecen sanos y alegres, por ver que respetan al prójimo… y sentámonos orgullosos también por cómo aprenden y consiguen sus metas, pero a su ritmo. No les metamos presión innecesaria por tener tanta prisa.

Nos olvidamos muchas veces de qué son, y deberíamos tenerlo grabado a fuego: Son niños!

Sigue leyendo ->

Noruega con niños: Alojamientos

Durante nuestro viaje por los fiordos noruegos hemos estado casi cada día en un lugar diferente. Los tiempos de trayecto que hay entre una zona y otra hacen muy difícil establecer una especie de ‘cuartel central’ al que volver cada día.
No nos engañemos, se trata de un país caro para nosotros y la partida del alojamiento es una de las más elevadas del viaje, sobretodo si viajas con niños pequeños y prefieres renunciar a ciertas ‘incomodidades’. 
Los hoteles son bastante caros, así que, salvo contados lugares, lo mejor es recurrir a otros tipos de alojamiento, como pueden ser cabañas (en cámpings normalmente) o utilizar plataformas como airbnb.
Por supuesto, habría sido posible alojarnos en cabañas algo más económicas si no hubieran tenido baño, pero el hecho de ir con niños pequeños nos hizo desestimar esta idea. Es conveniente tener en cuenta también que en los cámpings no hay sábanas, así que o bien se alquilan en cada uno de ellos (rondan las 50NOK / noche / persona) o bien se las trae uno de casa (es lo que hicimos nosotros).

Los alojamientos en los que hemos estado durante el roadtrip son los siguientes:
Stavanger: Hotel Park Inn Radisson



Habitación familiar con desayuno. Hotel bien situado y con el centro accesible a pie. Algo anticuado en la decoración pero amplio y limpio.
2 noches. Precio por noche 806,65 NOK
Resérvalo en Booking.
Røldal: Røldal Hyttegrend & Camping


Cabaña de madera de 2 habitaciones
Estuvimos solo para dormir, así que no la pudimos disfrutar mucho. En pleno centro, con la iglesia de madera accesible a pie.
1 noche. Precio por noche 950 NOK 
Resérvalo en Booking
Gudvangen: Gudvangen Camping



Cabaña de madera de 2 habitaciones muy grande. Con zona de juegos infantil y unas vistas espectaculares. El puerto desde donde sale el ferry está a escasos 10 minutos caminando.
2 noches. Precio por noche 1.070 NOK
Resérvalo en Booking
Garmo: Kvila Turistheim



La cabaña más pequeña y sencilla en la que estuvimos durante el viaje, aunque no encontramos otra opción por la zona. Cabaña de un ambiente.
1 noche. Precio por noche 675 NOK
Resérvalo en Booking
Alesund: Airbnb



Apartamento bien situado cerca del centro, con dos habitaciones. No estuvo todo lo limpio que nos habría gustado, pero a veces en airbnb pasan estas cosas.
2 noches. Precio por noche 97 euros (incluye la limpieza… que no hicieron)
Encuéntralo en Airbnb.
Reserva en Airbnb con descuento!
Stryn: Kleivenes camping



Simpático cámping en la carretera antes de llegar a Stryn. Cabaña muy cómoda, con baño reformado y cocina fantásticamente equipada.
1 noche. Precio por noche 775 NOK
Reserva en su web
Fjæerland: Bøyum Camping



Cámping muy cerca del museo de los glaciares y del pequeño pueblo de Fjærland. Con un parque infantil y una pequeña cafetería / tienda en la que comprar algo ‘de urgencia’. La cabaña cómoda y amplia.
1 noche. Precio por noche 850 NOK
Resérvalo en Booking
Myrkdalen: Myrkdalen Camping



Sin duda, el mejor alojamiento en el que estuvimos en todo el viaje. Una cabaña impecable, muy nueva, excelentemente decorada y súper amplia. Tranquilamente se podría considerar una vivienda. 
1 noche. Precio por noche 800 NOK
Resérvalo en su web.
Bergen: Airbnb

Apartamento en la zona de Starefossen. Se trata de un sótano de una casa grande, con sala de estar, dos ‘habitaciones’ y baño y cocina bien equipados (lavavajillas, lavadora, secadora…). Los dueños son muy amables y serviciales y en la sala de estar hay incluso películas, libros, consola de videojuegos… Buen lugar, pero algo retirado del centro (20 – 25 minutos caminando), aunque con parada de bus cerca.
3 noches. Precio por noche 108 euros.
Encuéntralo en Airbnb

Reserva en Airbnb con descuento!

Diario de viaje a Noruega: Inicio
Sigue leyendo ->

Noruega con niños: Alojamientos

Durante nuestro viaje por los fiordos noruegos hemos estado casi cada día en un lugar diferente. Los tiempos de trayecto que hay entre una zona y otra hacen muy difícil establecer una especie de ‘cuartel central’ al que volver cada día.
No nos engañemos, se trata de un país caro para nosotros y la partida del alojamiento es una de las más elevadas del viaje, sobretodo si viajas con niños pequeños y prefieres renunciar a ciertas ‘incomodidades’. 
Los hoteles son bastante caros, así que, salvo contados lugares, lo mejor es recurrir a otros tipos de alojamiento, como pueden ser cabañas (en cámpings normalmente) o utilizar plataformas como airbnb.
Por supuesto, habría sido posible alojarnos en cabañas algo más económicas si no hubieran tenido baño, pero el hecho de ir con niños pequeños nos hizo desestimar esta idea. Es conveniente tener en cuenta también que en los cámpings no hay sábanas, así que o bien se alquilan en cada uno de ellos (rondan las 50NOK / noche / persona) o bien se las trae uno de casa (es lo que hicimos nosotros).

Los alojamientos en los que hemos estado durante el roadtrip son los siguientes:
Stavanger: Hotel Park Inn Radisson



Habitación familiar con desayuno. Hotel bien situado y con el centro accesible a pie. Algo anticuado en la decoración pero amplio y limpio.
2 noches. Precio por noche 806,65 NOK
Resérvalo en Booking.
Røldal: Røldal Hyttegrend & Camping


Cabaña de madera de 2 habitaciones
Estuvimos solo para dormir, así que no la pudimos disfrutar mucho. En pleno centro, con la iglesia de madera accesible a pie.
1 noche. Precio por noche 950 NOK 
Resérvalo en Booking
Gudvangen: Gudvangen Camping



Cabaña de madera de 2 habitaciones muy grande. Con zona de juegos infantil y unas vistas espectaculares. El puerto desde donde sale el ferry está a escasos 10 minutos caminando.
2 noches. Precio por noche 1.070 NOK
Resérvalo en Booking
Garmo: Kvila Turistheim



La cabaña más pequeña y sencilla en la que estuvimos durante el viaje, aunque no encontramos otra opción por la zona. Cabaña de un ambiente.
1 noche. Precio por noche 675 NOK
Resérvalo en Booking
Alesund: Airbnb



Apartamento bien situado cerca del centro, con dos habitaciones. No estuvo todo lo limpio que nos habría gustado, pero a veces en airbnb pasan estas cosas.
2 noches. Precio por noche 97 euros (incluye la limpieza… que no hicieron)
Encuéntralo en Airbnb.
Reserva en Airbnb con descuento!
Stryn: Kleivenes camping



Simpático cámping en la carretera antes de llegar a Stryn. Cabaña muy cómoda, con baño reformado y cocina fantásticamente equipada.
1 noche. Precio por noche 775 NOK
Reserva en su web
Fjæerland: Bøyum Camping



Cámping muy cerca del museo de los glaciares y del pequeño pueblo de Fjærland. Con un parque infantil y una pequeña cafetería / tienda en la que comprar algo ‘de urgencia’. La cabaña cómoda y amplia.
1 noche. Precio por noche 850 NOK
Resérvalo en Booking
Myrkdalen: Myrkdalen Camping



Sin duda, el mejor alojamiento en el que estuvimos en todo el viaje. Una cabaña impecable, muy nueva, excelentemente decorada y súper amplia. Tranquilamente se podría considerar una vivienda. 
1 noche. Precio por noche 800 NOK
Resérvalo en su web.
Bergen: Airbnb

Apartamento en la zona de Starefossen. Se trata de un sótano de una casa grande, con sala de estar, dos ‘habitaciones’ y baño y cocina bien equipados (lavavajillas, lavadora, secadora…). Los dueños son muy amables y serviciales y en la sala de estar hay incluso películas, libros, consola de videojuegos… Buen lugar, pero algo retirado del centro (20 – 25 minutos caminando), aunque con parada de bus cerca.
3 noches. Precio por noche 108 euros.
Encuéntralo en Airbnb

Reserva en Airbnb con descuento!

Diario de viaje a Noruega: Inicio
Sigue leyendo ->

Sincronizando relojes

Siendo padres algunos días requieren de una coordinación casi perfecta por parte de todos los miembros de la familia, con especial hincapié en los más mayores. Una sincronización de relojes que permita que lleguemos al final el día con todo hecho.
En nuestro caso uno de los días de la semana en los que debemos ir más sincronizados son los martes. Ese día de la semana es cuando la supermami va a hacer su clase de zumba y va a hacer patchwork, la HermanaMayor hace su extraescolar de baile, el HermanoMenor va a su clase de natación (conmigo) y yo también intento hacer algo de deporte en alguno de los huecos que quedan…
Todo se ejecuta de tal forma en la que todos debemos poner nuestro granito de arena; si alguna de las cosas que debemos hacer los mayores sufre cambios es muy probable que acabe afectando a alguna otra de las previstas.
Los engranajes comienzan a funcionar algo pasadas las 15.00, cuando la supermami se dirige a hacer su clase de Zumba semanal; continúa con la recogida del HermanoMenor de la escuela infantil. Mientras esto sucede yo he salido del trabajo y me dirijo hacia el gimnasio para echar el hígado hacer algo de deporte hasta que me entreguen la mercancía el pequeñajo y me vaya con él a la piscina. Mientras yo estoy en el gimnasio, la supermami intentará preparar algo para que la cena de los peques sea a su hora habitual. Cuando el HermanoMenor ya está conmigo, ella va a buscar a la HermanaMayor al colegio tras su extraescolar de baile y se dirige hacia casa. Allí la pequeña se quedará un rato con los yayos hasta que lleguemos de la piscina nosotros mientras la mama hace su clase de manualidades (y de paso los abuelos pasan un rato con los nietos). Luego tomo el relevo definitivo y les acabo de preparar la cena.
Si todo ha ido como debería, todos los miembros de la familia habremos hecho deporte, los peques habrán cenado a una hora razonable (los adultos, por un día, cenaremos cuando los más pequeños estén durmiendo), habremos atendido nuestras obligaciones / actividades y acabaremos el día exhaustos pero satisfechos…
Nosotros no tenemos tiempo de aburrirnos, ¿Y vosotros?
Sigue leyendo ->

Sincronizando relojes

Siendo padres algunos días requieren de una coordinación casi perfecta por parte de todos los miembros de la familia, con especial hincapié en los más mayores. Una sincronización de relojes que permita que lleguemos al final el día con todo hecho.
En nuestro caso uno de los días de la semana en los que debemos ir más sincronizados son los martes. Ese día de la semana es cuando la supermami va a hacer su clase de zumba y va a hacer patchwork, la HermanaMayor hace su extraescolar de baile, el HermanoMenor va a su clase de natación (conmigo) y yo también intento hacer algo de deporte en alguno de los huecos que quedan…
Todo se ejecuta de tal forma en la que todos debemos poner nuestro granito de arena; si alguna de las cosas que debemos hacer los mayores sufre cambios es muy probable que acabe afectando a alguna otra de las previstas.
Los engranajes comienzan a funcionar algo pasadas las 15.00, cuando la supermami se dirige a hacer su clase de Zumba semanal; continúa con la recogida del HermanoMenor de la escuela infantil. Mientras esto sucede yo he salido del trabajo y me dirijo hacia el gimnasio para echar el hígado hacer algo de deporte hasta que me entreguen la mercancía el pequeñajo y me vaya con él a la piscina. Mientras yo estoy en el gimnasio, la supermami intentará preparar algo para que la cena de los peques sea a su hora habitual. Cuando el HermanoMenor ya está conmigo, ella va a buscar a la HermanaMayor al colegio tras su extraescolar de baile y se dirige hacia casa. Allí la pequeña se quedará un rato con los yayos hasta que lleguemos de la piscina nosotros mientras la mama hace su clase de manualidades (y de paso los abuelos pasan un rato con los nietos). Luego tomo el relevo definitivo y les acabo de preparar la cena.
Si todo ha ido como debería, todos los miembros de la familia habremos hecho deporte, los peques habrán cenado a una hora razonable (los adultos, por un día, cenaremos cuando los más pequeños estén durmiendo), habremos atendido nuestras obligaciones / actividades y acabaremos el día exhaustos pero satisfechos…
Nosotros no tenemos tiempo de aburrirnos, ¿Y vosotros?
Sigue leyendo ->

10 años MyO

Hoy hace 10 años de este fantástico día. 10 años de buenos momentos salpicado con algunos no tan buenos. 10 años de camino conjunto en el que hemos construido una familia. Nuestra familia.
10 años que fueron el punto de partida a todo lo que ha venido después; lo más importante, haber tenido dos hijos que nos traen de cabeza pero que nos la hacen perder de felicidad.
10 años superando obstáculos juntos y alcanzando metas. Paso a paso, con humildad, con respeto y aprendiendo cada día.
10 años aguantándome. 10 años aguantándote. 10 años aguantándonos… pero siempre juntos.
10 años que son los 10 primeros años de muchos más.
Felicidades. 
T’
Sigue leyendo ->

10 años MyO

Hoy hace 10 años de este fantástico día. 10 años de buenos momentos salpicado con algunos no tan buenos. 10 años de camino conjunto en el que hemos construido una familia. Nuestra familia.
10 años que fueron el punto de partida a todo lo que ha venido después; lo más importante, haber tenido dos hijos que nos traen de cabeza pero que nos la hacen perder de felicidad.
10 años superando obstáculos juntos y alcanzando metas. Paso a paso, con humildad, con respeto y aprendiendo cada día.
10 años aguantándome. 10 años aguantándote. 10 años aguantándonos… pero siempre juntos.
10 años que son los 10 primeros años de muchos más.
Felicidades. 
T’
Sigue leyendo ->

Preikestolen (El Púlpito) con niños

Si vas a la zona de los fiordos en Noruega hay cosas que ‘hay que hacer’, los ‘must’. Una de ellas es subir al Preikestolen (El Púlpito), la roca inmensa que parece colgar de la nada y que hace disfrutar de sus fantásticas vistas a los miles de visitantes que tiene cada año.
Preparando la ruta buscábamos información de si era factible o no subir con niños y lo cierto es que no encontramos demasiada; la poca que encontramos no nos hizo cambiar de opinión así que al tercer día de nuestro viaje por los fiordos partimos desde Stavanger.

Os cuento nuestra experiencia:
Cómo llegar
Llegar a Preikestolen desde Stavanger en transporte privado es sencillo y se tarda entre hora y media y dos horas; hay dos caminos posibles y ambas incluyen el uso de un ferry. La primera es coger un ferry directamente en Stavanger hasta Tau y de ahí, hacer unos 50 kilómetros hasta el aparcamiento; la otra opción es ir por carretera hasta Lauvika (unos 42 kms) y de ahí coger un ferry (muy cortito) hasta Oanes. El aparcamiento se encuentra a 17 kilómetros. 
Según la oficina de turismo de Stavanger, la primera opción es la más rápida, así que fue la que escogimos.
Gente de todo tipo lo visita…
Aparcamiento
Hay dos aparcamientos; el principal, que es el que tiene todos los servicios: baño, cafetería y hasta un pequeño hotel y otro un kilómetro antes en el que únicamente hay baños (aunque los vimos cerrados al bajar). Los dos son de pago (150 NOK) y son, por lo que vimos, la única forma de aparcar por la zona. Nosotros aparcamos en este último al estar el principal completo.
Equipo
No es un lugar que requiera un equipo demasiado extenso o exigente; es suficiente ir con un buen calzado (los peques también), algo para cubrirse en caso de lluvia (el tiempo cambia de forma rápida, así que siempre es recomendable), comida y bebida suficiente (sobretodo, ojo con el agua…) y poco más. Nosotros, además de todo esto, llevábamos una mochila portabebés en la que el peque iba a realizar la excursión.
La subida
Según nos dijo la chica que cobraba el párking, la distancia de subida es la misma desde los dos aparcamientos, así que no hay que preocuparse el lugar donde se deje el coche. La teoría (y los carteles) dice que se tarda dos horas en subir y dos horas en bajar aunque nosotros ya teníamos previsto tardar algo más.

Al ir avanzando empiezan a aparecer rocas por el camino
Empezamos la subida a las 11.30 aproximadamente; al principio es sencillo, el típico camino de bosque. A medida que se va avanzando sigue siendo fácil, pero comienzan a aparecer bastantes piedras por el camino hasta que se llega al primer tramo algo más complejo. Se trata de una subida por rocas, como si fuera una escalera.

Uno de los tramos ‘intensos’
Para adultos (con niños a la espalda o sin ellos) es un tramo algo intenso pero no es complicado. Nuestra hija mayor (5 años) subía jugando y desanimando a su madre porque ella lo hacía mejor. Iba a su ritmo pero sin mayor problema.
El camino continúa subiendo y realizamos alguna que otra parada para descansar e hidratarnos. A medio camino está el tramo más complicado del recorrido: consiste en un buen trecho de subida por rocas (algo más complicado y largo que el tramo anterior), muchas veces mojadas y con pequeñas caídas de agua.

Final del tramo más complicado del recorrido
Las sensaciones fueron más o menos las mismas: poco a poco se sube sin mayor problema. El pequeñajo (casi 2 años) seguía en la mochila (no muy conforme) y la grande, con algo de ayuda esta vez, iba avanzando poco a poco. Una vez pasado ese tramo hay algún que otro repecho más pero en ningún caso como el que se acaba de pasar. Además, a partir de aquí, las vistas ya son bastante espectaculares.

Ya llegando se empiezan a disfrutar las vistas
Llegamos arriba, tras parar a comer a poco más de un kilómetro de la llegada, a eso de las 14.45. Tiempo total de subida, 3 horas y cuarto parando a comer (entre 15 minutos y media hora).
En la roca
Mucha gente al ver las fotos de cuando estábamos arriba se sorprendía mucho de que estuviéramos allí con los peques. Nuestra respuesta siempre era la misma: Desde allí no impresiona tanto ni se aprecia tanto riesgo si se toman unas mínimas medidas de precaución y, como siempre, se aplica el sentido común.

Eso sí, las vistas son espectaculares… y si se puede subir a algún lugar más elevado para poder ver la roca desde las alturas, aún mejor (aquí los niños si que es bastante más complicado que suban).

Si se sube algo más, aún impresiona más
La bajada
Tras hacer decenas de fotos, comenzamos el descenso a las 15.30. 
El pequeño, ya cansado de ir en la mochila, quiso ir caminando. Para que veáis la dificultad que tiene el tramo cercano a la roca, el pequeño hizo con mi ayuda cerca de un kilómetro y medio de bajada a un muy buen ritmo. Después ya, llegando a la parte complicada, lo volví a poner en la mochila.
A medio camino el cansancio ya empezó a aparecer y, encima nos estábamos quedando sin agua: La niña ya empezaba a preguntar insistentemente cuánto faltaba y el hecho de estar en la parte más complicada del recorrido hizo que se convirtiera en el momento más duro de la excursión. 
Una de las cosas geniales que tiene Noruega es que cae agua por todos sitios, así que pudimos refrescarnos y rellenar nuestras botellas de agua en esta zona, pero os recomendamos encarecidamente que llevéis bastante agua tanto para subir como para bajar.
Continuamos bajando a un ritmo tranquilito hasta que llegamos al párking de nuevo, a eso de las 18.00. Total de tiempo de bajada, 2 horas y media, con muy pocas paradas.
Conclusión
¿Es posible ir con niños? Sí, es posible y recomendable, pero hay que tomárselo con mucha calma… tanto para subir como para bajar es conveniente ir haciendo paradas, intentar que los pequeños se lo pasen bien y, si son de corta edad, contemplar la posibilidad de que necesiten ayuda para algún tramo por su dificultad o por cansancio. 
Nosotros lo planteamos como una excursión de día completo y creo que fue la mejor opción. En total, entre subida, bajada y alguna cosilla más es posible que se acaben haciendo unos 10 kms de ruta. El recorrido puede ser muy difícil si se hace con lluvia.
Si tenéis la oportunidad, os recomendamos que subáis. Será una de esas experiencias que se recordarán siempre.

Las vistas desde arriba son espectaculares

Diario de viaje a Noruega: Inicio
Sigue leyendo ->

Preikestolen (El Púlpito) con niños

Si vas a la zona de los fiordos en Noruega hay cosas que ‘hay que hacer’, los ‘must’. Una de ellas es subir al Preikestolen (El Púlpito), la roca inmensa que parece colgar de la nada y que hace disfrutar de sus fantásticas vistas a los miles de visitantes que tiene cada año.
Preparando la ruta buscábamos información de si era factible o no subir con niños y lo cierto es que no encontramos demasiada; la poca que encontramos no nos hizo cambiar de opinión así que al tercer día de nuestro viaje por los fiordos partimos desde Stavanger.

Os cuento nuestra experiencia:
Cómo llegar
Llegar a Preikestolen desde Stavanger en transporte privado es sencillo y se tarda entre hora y media y dos horas; hay dos caminos posibles y ambas incluyen el uso de un ferry. La primera es coger un ferry directamente en Stavanger hasta Tau y de ahí, hacer unos 50 kilómetros hasta el aparcamiento; la otra opción es ir por carretera hasta Lauvika (unos 42 kms) y de ahí coger un ferry (muy cortito) hasta Oanes. El aparcamiento se encuentra a 17 kilómetros. 
Según la oficina de turismo de Stavanger, la primera opción es la más rápida, así que fue la que escogimos.
Gente de todo tipo lo visita…
Aparcamiento
Hay dos aparcamientos; el principal, que es el que tiene todos los servicios: baño, cafetería y hasta un pequeño hotel y otro un kilómetro antes en el que únicamente hay baños (aunque los vimos cerrados al bajar). Los dos son de pago (150 NOK) y son, por lo que vimos, la única forma de aparcar por la zona. Nosotros aparcamos en este último al estar el principal completo.
Equipo
No es un lugar que requiera un equipo demasiado extenso o exigente; es suficiente ir con un buen calzado (los peques también), algo para cubrirse en caso de lluvia (el tiempo cambia de forma rápida, así que siempre es recomendable), comida y bebida suficiente (sobretodo, ojo con el agua…) y poco más. Nosotros, además de todo esto, llevábamos una mochila portabebés en la que el peque iba a realizar la excursión.
La subida
Según nos dijo la chica que cobraba el párking, la distancia de subida es la misma desde los dos aparcamientos, así que no hay que preocuparse el lugar donde se deje el coche. La teoría (y los carteles) dice que se tarda dos horas en subir y dos horas en bajar aunque nosotros ya teníamos previsto tardar algo más.

Al ir avanzando empiezan a aparecer rocas por el camino
Empezamos la subida a las 11.30 aproximadamente; al principio es sencillo, el típico camino de bosque. A medida que se va avanzando sigue siendo fácil, pero comienzan a aparecer bastantes piedras por el camino hasta que se llega al primer tramo algo más complejo. Se trata de una subida por rocas, como si fuera una escalera.

Uno de los tramos ‘intensos’
Para adultos (con niños a la espalda o sin ellos) es un tramo algo intenso pero no es complicado. Nuestra hija mayor (5 años) subía jugando y desanimando a su madre porque ella lo hacía mejor. Iba a su ritmo pero sin mayor problema.
El camino continúa subiendo y realizamos alguna que otra parada para descansar e hidratarnos. A medio camino está el tramo más complicado del recorrido: consiste en un buen trecho de subida por rocas (algo más complicado y largo que el tramo anterior), muchas veces mojadas y con pequeñas caídas de agua.

Final del tramo más complicado del recorrido
Las sensaciones fueron más o menos las mismas: poco a poco se sube sin mayor problema. El pequeñajo (casi 2 años) seguía en la mochila (no muy conforme) y la grande, con algo de ayuda esta vez, iba avanzando poco a poco. Una vez pasado ese tramo hay algún que otro repecho más pero en ningún caso como el que se acaba de pasar. Además, a partir de aquí, las vistas ya son bastante espectaculares.

Ya llegando se empiezan a disfrutar las vistas
Llegamos arriba, tras parar a comer a poco más de un kilómetro de la llegada, a eso de las 14.45. Tiempo total de subida, 3 horas y cuarto parando a comer (entre 15 minutos y media hora).
En la roca
Mucha gente al ver las fotos de cuando estábamos arriba se sorprendía mucho de que estuviéramos allí con los peques. Nuestra respuesta siempre era la misma: Desde allí no impresiona tanto ni se aprecia tanto riesgo si se toman unas mínimas medidas de precaución y, como siempre, se aplica el sentido común.

Eso sí, las vistas son espectaculares… y si se puede subir a algún lugar más elevado para poder ver la roca desde las alturas, aún mejor (aquí los niños si que es bastante más complicado que suban).

Si se sube algo más, aún impresiona más
La bajada
Tras hacer decenas de fotos, comenzamos el descenso a las 15.30. 
El pequeño, ya cansado de ir en la mochila, quiso ir caminando. Para que veáis la dificultad que tiene el tramo cercano a la roca, el pequeño hizo con mi ayuda cerca de un kilómetro y medio de bajada a un muy buen ritmo. Después ya, llegando a la parte complicada, lo volví a poner en la mochila.
A medio camino el cansancio ya empezó a aparecer y, encima nos estábamos quedando sin agua: La niña ya empezaba a preguntar insistentemente cuánto faltaba y el hecho de estar en la parte más complicada del recorrido hizo que se convirtiera en el momento más duro de la excursión. 
Una de las cosas geniales que tiene Noruega es que cae agua por todos sitios, así que pudimos refrescarnos y rellenar nuestras botellas de agua en esta zona, pero os recomendamos encarecidamente que llevéis bastante agua tanto para subir como para bajar.
Continuamos bajando a un ritmo tranquilito hasta que llegamos al párking de nuevo, a eso de las 18.00. Total de tiempo de bajada, 2 horas y media, con muy pocas paradas.
Conclusión
¿Es posible ir con niños? Sí, es posible y recomendable, pero hay que tomárselo con mucha calma… tanto para subir como para bajar es conveniente ir haciendo paradas, intentar que los pequeños se lo pasen bien y, si son de corta edad, contemplar la posibilidad de que necesiten ayuda para algún tramo por su dificultad o por cansancio. 
Nosotros lo planteamos como una excursión de día completo y creo que fue la mejor opción. En total, entre subida, bajada y alguna cosilla más es posible que se acaben haciendo unos 10 kms de ruta. El recorrido puede ser muy difícil si se hace con lluvia.
Si tenéis la oportunidad, os recomendamos que subáis. Será una de esas experiencias que se recordarán siempre.

Las vistas desde arriba son espectaculares

Diario de viaje a Noruega: Inicio
Sigue leyendo ->

No somos padres perfectos

No somos padres perfectos. Yo el primero.
Por mucho que prediquemos que practicamos la crianza con apego, hacemos BLW, practicamos colecho e intentamos razonarlo todo con nuestros hijos hasta la saciedad, llega un momento en el que no lo cumplimos…
A veces no damos una…
De vez en cuando aparece un pequeño ogro que hace que todos nuestros principios se desmoronen por momentos. Ese ogro, animado por los demonios del cansancio, del nerviosismo o de tener un mal día hace que seamos antagonistas de lo que predicamos.
Perdemos los nervios cuando el pequeño tiene un mal día y está todo el día llorando, sin saber qué leches le pasa; nos cabreamos y amenazamos hasta la saciedad porque no hay forma de que la niña se coma la verdura, aunque se la hagamos de mil formas diferentes; nos enfadamos porque estamos muy cansados y necesitamos que el más pequeño duerma, al menos una noche, en su cama… o que no se despierte; nos ponemos histéricos cuando los niños, ejerciendo su papel, se ponen a correr por un supermercado y tenemos que acabar a gritos o corriendo entre los pasillos… 
Pero… un momento! No va a ser culpa todo de los peques, pobres. En más de una ocasión (y de dos y de tres) somos nosotros los que no tenemos la capacidad suficiente para gestionar una situación concreta y nos olvidamos de que algunos de los principios en los que basamos la educación y crianza de nuestros hijos en teoría son inquebrantables… y los quebramos. Se nos olvida ser pacientes, se nos olvida empatizar, se nos olvida que si a nosotros no nos gusta un alimento no nos lo comemos. Se nos olvida que los niños juegan en cualquier lugar y a cualquier hora… Todo se olvida.
Tenemos la oportunidad de corregir errores
Estas cosas muchas veces no las contamos ¿No interesa que se sepa? ¿Nos avergonzamos de no ser perfectos? ¿Lo hacemos mal porque decimos una cosa y acabamos haciendo otra? 
No pasa nada! Somos padres, sí, pero por encima de todo somos humanos y como tales, erramos. Aprovechemos esos errores para mejorar e intentar no volver a cometer esos mismos errores… qué aburrido sería todo si nuestra paternidad (y la vida en general) fuera tan perfecta como la vamos vendiendo.
Sigue leyendo ->

No somos padres perfectos

No somos padres perfectos. Yo el primero.
Por mucho que prediquemos que practicamos la crianza con apego, hacemos BLW, practicamos colecho e intentamos razonarlo todo con nuestros hijos hasta la saciedad, llega un momento en el que no lo cumplimos…
A veces no damos una…
De vez en cuando aparece un pequeño ogro que hace que todos nuestros principios se desmoronen por momentos. Ese ogro, animado por los demonios del cansancio, del nerviosismo o de tener un mal día hace que seamos antagonistas de lo que predicamos.
Perdemos los nervios cuando el pequeño tiene un mal día y está todo el día llorando, sin saber qué leches le pasa; nos cabreamos y amenazamos hasta la saciedad porque no hay forma de que la niña se coma la verdura, aunque se la hagamos de mil formas diferentes; nos enfadamos porque estamos muy cansados y necesitamos que el más pequeño duerma, al menos una noche, en su cama… o que no se despierte; nos ponemos histéricos cuando los niños, ejerciendo su papel, se ponen a correr por un supermercado y tenemos que acabar a gritos o corriendo entre los pasillos… 
Pero… un momento! No va a ser culpa todo de los peques, pobres. En más de una ocasión (y de dos y de tres) somos nosotros los que no tenemos la capacidad suficiente para gestionar una situación concreta y nos olvidamos de que algunos de los principios en los que basamos la educación y crianza de nuestros hijos en teoría son inquebrantables… y los quebramos. Se nos olvida ser pacientes, se nos olvida empatizar, se nos olvida que si a nosotros no nos gusta un alimento no nos lo comemos. Se nos olvida que los niños juegan en cualquier lugar y a cualquier hora… Todo se olvida.
Tenemos la oportunidad de corregir errores
Estas cosas muchas veces no las contamos ¿No interesa que se sepa? ¿Nos avergonzamos de no ser perfectos? ¿Lo hacemos mal porque decimos una cosa y acabamos haciendo otra? 
No pasa nada! Somos padres, sí, pero por encima de todo somos humanos y como tales, erramos. Aprovechemos esos errores para mejorar e intentar no volver a cometer esos mismos errores… qué aburrido sería todo si nuestra paternidad (y la vida en general) fuera tan perfecta como la vamos vendiendo.
Sigue leyendo ->

Noruega con niños: La ruta

Noruega es un país muy adecuado para visitar en familia con niños de cualquier edad. Sin embargo, es un país grande y con una orografía ‘complicada’, sobretodo la zona de los fiordos (que es la que conocimos), así que es muy importante comprobar bien los tiempos de desplazamiento para no llevarse sorpresas.
Intentamos que la ruta que planificamos fuera fácil para ir con niños pequeños; el condicionante más importante fue el no estar más de 4 – 5 horas al día en coche. También la hemos montado intentando visitar lugares de fácil acceso y/o que tuvieran atractivos para ellos. Teniendo en cuenta estos pequeños detalles, nuestro itinerario fue el siguiente:
Día 1: Llegada a Bergen. Recogida del coche de alquiler y salida hacia Stavanger. Noche en Stavanger.
Día 2: Día completo en Stavanger. Visita a la ciudad y al Museo Noruego del Petróleo (Norsk Oljemuseum). Noche en Stavanger.
Día 3: Preikestolen. Noche en Roldal.
Día 4: Visita fugaz a Roldal y su iglesia. Cascada Voringfossen; por el camino nos sorprendió cruzarnos con la cascada de Latefoss. Seguimos hasta la cascada de Voringfossen, las más famosas de Noruega. Por último, Tvindefossen. Noche en Gudvangen.
Día 5: Día completo por la zona: Crucero de Gudvangen a Flam, tren de Flam (sólo subida), Myrdal – Voss (en tren), Voss – Gudvangen (en bus). Noche en Gudvangen.
Día 6: Mirador de Stegastein, Gaupne, glaciar Nigardsbreen, noche cerca de Lom.
Día 7: Iglesia de madera de Lom, Geiranger (mirador de Ornesvirgen), Trollstigen. Noche en Alesund.
Día 8: Día completo en Alesund para conocer la ciudad, incluyendo su acuario. Noche en Alesund.
Día 9: Crucero Hellesylt – Geiranger. Visita fugaz a Geiranger (mirador de Flydalsjavet). Noche en Stryn.
Día 10: Glaciar Boyabreen y glaciar Supphellebreen. Noche en Fjaerland.
Día 11: Iglesia de madera de Hopperstad Noche en Myrkdalen.
Día 12: Carretera Stalheimskleiva, Voss, llegada a Bergen. Noche en Bergen.
Día 13: Museo hanseático, barrio de Bryggen. Noche en Bergen.
Día 14: Recorrido en tren turístico, Museo de la pesca, subida al monte Ulriken. Callejear por Bergen. Noche en Bergen.

Día 15: Visita al monte Floyen con el funicular Floibanen. Traslado al aeropuerto. Regreso a Barcelona.

Diario de viaje a Noruega: Inicio
Sigue leyendo ->

Noruega con niños: La ruta

Noruega es un país muy adecuado para visitar en familia con niños de cualquier edad. Sin embargo, es un país grande y con una orografía ‘complicada’, sobretodo la zona de los fiordos (que es la que conocimos), así que es muy importante comprobar bien los tiempos de desplazamiento para no llevarse sorpresas.
Intentamos que la ruta que planificamos fuera fácil para ir con niños pequeños; el condicionante más importante fue el no estar más de 4 – 5 horas al día en coche. También la hemos montado intentando visitar lugares de fácil acceso y/o que tuvieran atractivos para ellos. Teniendo en cuenta estos pequeños detalles, nuestro itinerario fue el siguiente:
Día 1: Llegada a Bergen. Recogida del coche de alquiler y salida hacia Stavanger. Noche en Stavanger.
Día 2: Día completo en Stavanger. Visita a la ciudad y al Museo Noruego del Petróleo (Norsk Oljemuseum). Noche en Stavanger.
Día 3: Preikestolen. Noche en Roldal.
Día 4: Visita fugaz a Roldal y su iglesia. Cascada Voringfossen; por el camino nos sorprendió cruzarnos con la cascada de Latefoss. Seguimos hasta la cascada de Voringfossen, las más famosas de Noruega. Por último, Tvindefossen. Noche en Gudvangen.
Día 5: Día completo por la zona: Crucero de Gudvangen a Flam, tren de Flam (sólo subida), Myrdal – Voss (en tren), Voss – Gudvangen (en bus). Noche en Gudvangen.
Día 6: Mirador de Stegastein, Gaupne, glaciar Nigardsbreen, noche cerca de Lom.
Día 7: Iglesia de madera de Lom, Geiranger (mirador de Ornesvirgen), Trollstigen. Noche en Alesund.
Día 8: Día completo en Alesund para conocer la ciudad, incluyendo su acuario. Noche en Alesund.
Día 9: Crucero Hellesylt – Geiranger. Visita fugaz a Geiranger (mirador de Flydalsjavet). Noche en Stryn.
Día 10: Glaciar Boyabreen y glaciar Supphellebreen. Noche en Fjaerland.
Día 11: Iglesia de madera de Hopperstad Noche en Myrkdalen.
Día 12: Carretera Stalheimskleiva, Voss, llegada a Bergen. Noche en Bergen.
Día 13: Museo hanseático, barrio de Bryggen. Noche en Bergen.
Día 14: Recorrido en tren turístico, Museo de la pesca, subida al monte Ulriken. Callejear por Bergen. Noche en Bergen.

Día 15: Visita al monte Floyen con el funicular Floibanen. Traslado al aeropuerto. Regreso a Barcelona.

Diario de viaje a Noruega: Inicio
Sigue leyendo ->

Museo noruego del petróleo – Norsk Oljemuseum (Stavanger)

Una de las muchas cosas que se puede hacer en la bonita ciudad de Stavanger es conocer sus museos, algunos de ellos muy indicados para visitar en familia como este del que os hablo hoy: El Museo Noruego del Petróleo (Norsk Oljemuseum).
Pese a que el nombre pueda echar atrás a más de uno, no os dejéis engañar. Es un museo súper interesante tanto para adultos como para los más pequeños de la casa.
Todas las explicaciones en su interior están en noruego y en inglés; no obstante, junto con la entrada os darán una pequeña guía en castellano para que sea más fácil orientarse en su interior. Si vais con niños, además, les facilitarán una hoja para que encuentren determinados objetos repartidos por todo el museo. Si consiguen encontrarlos todos (y si no, te ayudan), en la recepción les darán un pequeño detalle.
El museo se divide en diferentes zonas: Desde cómo se crea el petróleo, pasando por cómo se extrae, la seguridad que rodea a las plataformas e incluso una zona ‘en el mar’. Además hay un pequeño cine que proyecta una película en 3D y una zona de juegos.
Lo que más gusta a los peques es que muchas cosas se pueden tocar: Hay muchos lugares en los que hay que escoger respuestas (aquí seguramente necesitarán la ayuda de los mayores si no dominan demasiado el inglés), otros en los que tocar multitud de botones, un simulador de perforación con un juego para hacerse técnico de perforación por momentos… También es posible subirse a algunos aparatos, bajar por una rampa de emergencia de una plataforma o, incluso, intentar escapar de una sala llena de humo en la que no se ve nada en el menor tiempo posible. La zona de juego infantil simula ser una plataforma petrolífera; los más pequeños pueden subirse a ella, investigar sus huecos y hacer castillos de lego con las piezas gigantes!
Todo ello rodeado de multitud de maquetas, algunas grandísimas, de barcos y plataformas con tal nivel de detalle que es difícil no quedarse embobado…
La entrada al museo cuesta 120 NOKs para adultos y 60 NOKs para los niños (a partir de los 4 años). También tienen una entrada familiar (2 adultos y 3 niños) a 300 NOKs. Es muy fácil llegar a él; se encuentra muy cerca del centro (caminando desde el puerto no es mucho rato) y es un agradable paseo por las bonitas calles de Stavanger. El museo abre de 10.00 a 16.00 los días laborables y los domingos de 10.00 a 18.00. Durante la época veraniega (junio, julio y agosto) abre todos los días de 10.00 a 19.00
Además, por si esto no fuera suficiente, fuera del museo hay un fantástico parque, llamado Geopark, que está hecho de materiales obsoletos de plataformas petrolíferas. Pasamos un rato genial allí jugando.
No lo dudéis, si estáis por la ciudad merece la pena una visita y, como no, disfrutar del parque si el tiempo lo permite. La visita os puede llevar unas dos horas como mínimo.
Tenéis más información en su web: http://www.norskolje.museum.no/en/

Diario de viaje a Noruega: Inicio

Sigue leyendo ->

Museo noruego del petróleo – Norsk Oljemuseum (Stavanger)

Una de las muchas cosas que se puede hacer en la bonita ciudad de Stavanger es conocer sus museos, algunos de ellos muy indicados para visitar en familia como este del que os hablo hoy: El Museo Noruego del Petróleo (Norsk Oljemuseum).
Pese a que el nombre pueda echar atrás a más de uno, no os dejéis engañar. Es un museo súper interesante tanto para adultos como para los más pequeños de la casa.
Todas las explicaciones en su interior están en noruego y en inglés; no obstante, junto con la entrada os darán una pequeña guía en castellano para que sea más fácil orientarse en su interior. Si vais con niños, además, les facilitarán una hoja para que encuentren determinados objetos repartidos por todo el museo. Si consiguen encontrarlos todos (y si no, te ayudan), en la recepción les darán un pequeño detalle.
El museo se divide en diferentes zonas: Desde cómo se crea el petróleo, pasando por cómo se extrae, la seguridad que rodea a las plataformas e incluso una zona ‘en el mar’. Además hay un pequeño cine que proyecta una película en 3D y una zona de juegos.
Lo que más gusta a los peques es que muchas cosas se pueden tocar: Hay muchos lugares en los que hay que escoger respuestas (aquí seguramente necesitarán la ayuda de los mayores si no dominan demasiado el inglés), otros en los que tocar multitud de botones, un simulador de perforación con un juego para hacerse técnico de perforación por momentos… También es posible subirse a algunos aparatos, bajar por una rampa de emergencia de una plataforma o, incluso, intentar escapar de una sala llena de humo en la que no se ve nada en el menor tiempo posible. La zona de juego infantil simula ser una plataforma petrolífera; los más pequeños pueden subirse a ella, investigar sus huecos y hacer castillos de lego con las piezas gigantes!
Todo ello rodeado de multitud de maquetas, algunas grandísimas, de barcos y plataformas con tal nivel de detalle que es difícil no quedarse embobado…
La entrada al museo cuesta 120 NOKs para adultos y 60 NOKs para los niños (a partir de los 4 años). También tienen una entrada familiar (2 adultos y 3 niños) a 300 NOKs. Es muy fácil llegar a él; se encuentra muy cerca del centro (caminando desde el puerto no es mucho rato) y es un agradable paseo por las bonitas calles de Stavanger. El museo abre de 10.00 a 16.00 los días laborables y los domingos de 10.00 a 18.00. Durante la época veraniega (junio, julio y agosto) abre todos los días de 10.00 a 19.00
Además, por si esto no fuera suficiente, fuera del museo hay un fantástico parque, llamado Geopark, que está hecho de materiales obsoletos de plataformas petrolíferas. Pasamos un rato genial allí jugando.
No lo dudéis, si estáis por la ciudad merece la pena una visita y, como no, disfrutar del parque si el tiempo lo permite. La visita os puede llevar unas dos horas como mínimo.
Tenéis más información en su web: http://www.norskolje.museum.no/en/

Diario de viaje a Noruega: Inicio

Sigue leyendo ->

5 y 2

El tiempo pasa y casi ni nos damos cuenta… 
Desde hace cinco años los meses de septiembre tienen algo especial… y desde hace dos, aún más. Septiembre es el mes del fin de las vacaciones, el mes de comienzo del curso, el mes en el que todo vuelve a arrancar, pero para nosotros es algo más: Septiembre es el mes de los cumpleaños de nuestros hijos.
Septiembre es un mes emocionante e intenso a partes iguales: la HermanaMayor ya tiene bien claro que es su cumpleaños y va contando los días para que llegue; el pequeño, aunque no lo sabe, bien contento se pone cuando tiene que apagar velas o abrir regalos. Es un mes ajetreado pero cuando todo pasa y miramos atrás, siempre ha valido la pena.
Este año cumplís cinco y dos años…
CINCO: Cinco años en los que hemos vivido intensamente la paternidad; cinco años en los que hemos ido evolucionando como padres, en los que hemos ido cambiando cosas, a veces hasta el punto de contradecirnos. Cinco años intentando hacer lo correcto, a veces sin conseguirlo. Cinco años en los que hemos disfrutado de la espontaneidad, de la simpatía y de la intensidad con la que lo vives todo. Cinco años de acompañarte, de estar a tu lado. Cinco años fantásticos.
DOS: Dos años desde que llegaste a nuestra ya ajetreada familia. Dos años en los que nos has hecho vivir de forma más frenética aún si cabe. Dos años en las que hemos visto cómo pasabas de ser un ‘trocito’ de carne al torbellino que eres ahora. Dos años en los que hemos seguido aprendiendo, en los que hemos intentado mejorar. Dos años contigo. Dos años de carcajadas. Dos años de malas noches. Dos años de cariño. Dos años intensos y apasionantes.
Otro año más y otro año menos: Otro año más, viendo cómo crecéis, cómo os hacéis más autónomos, cómo vais conociendo vuestros límites, cómo aprendéis a tomar decisiones. Otro año menos para que os hagáis mayores, otro año menos de bebés, de ser ‘pequeños’, de ser tan inocentes. En cualquier caso, otro año en el que seguiremos a vuestro lado. Para lo que necesitéis, cuando lo necesitéis.
Felicidades guapos! Sois lo mejor que hemos hecho en la vida.
Sigue leyendo ->

5 y 2

El tiempo pasa y casi ni nos damos cuenta… 
Desde hace cinco años los meses de septiembre tienen algo especial… y desde hace dos, aún más. Septiembre es el mes del fin de las vacaciones, el mes de comienzo del curso, el mes en el que todo vuelve a arrancar, pero para nosotros es algo más: Septiembre es el mes de los cumpleaños de nuestros hijos.
Septiembre es un mes emocionante e intenso a partes iguales: la HermanaMayor ya tiene bien claro que es su cumpleaños y va contando los días para que llegue; el pequeño, aunque no lo sabe, bien contento se pone cuando tiene que apagar velas o abrir regalos. Es un mes ajetreado pero cuando todo pasa y miramos atrás, siempre ha valido la pena.
Este año cumplís cinco y dos años…
CINCO: Cinco años en los que hemos vivido intensamente la paternidad; cinco años en los que hemos ido evolucionando como padres, en los que hemos ido cambiando cosas, a veces hasta el punto de contradecirnos. Cinco años intentando hacer lo correcto, a veces sin conseguirlo. Cinco años en los que hemos disfrutado de la espontaneidad, de la simpatía y de la intensidad con la que lo vives todo. Cinco años de acompañarte, de estar a tu lado. Cinco años fantásticos.
DOS: Dos años desde que llegaste a nuestra ya ajetreada familia. Dos años en los que nos has hecho vivir de forma más frenética aún si cabe. Dos años en las que hemos visto cómo pasabas de ser un ‘trocito’ de carne al torbellino que eres ahora. Dos años en los que hemos seguido aprendiendo, en los que hemos intentado mejorar. Dos años contigo. Dos años de carcajadas. Dos años de malas noches. Dos años de cariño. Dos años intensos y apasionantes.
Otro año más y otro año menos: Otro año más, viendo cómo crecéis, cómo os hacéis más autónomos, cómo vais conociendo vuestros límites, cómo aprendéis a tomar decisiones. Otro año menos para que os hagáis mayores, otro año menos de bebés, de ser ‘pequeños’, de ser tan inocentes. En cualquier caso, otro año en el que seguiremos a vuestro lado. Para lo que necesitéis, cuando lo necesitéis.
Felicidades guapos! Sois lo mejor que hemos hecho en la vida.
Sigue leyendo ->

Un cachete a tiempo…

… no sirve para nada.
Escena real vivida el otro día en una zapatería:
Situación: Niño jugando en el tobogán de la tienda. La tía/prima/vecina (cualquiera, pero la madre no era) y la abuela intentando que hiciera caso… sin éxito.
En esas que llega la madre (el niño revolucionado a tope), y lo primero que le dice la tía (creo que era lo más probable) es:
– No veas con PEPITO, está como una moto.
– Si? – Contesta la madre
– Vaya, le he tenido que pegar en el culo y todo.
– Bueno, no pasa nada.
Aquí ya dejé de prestar atención. Mis sentidos dejaron de funcionar… 
Alucino con estas cosas. Alucino con lo normal que se ve todavía en algunos ámbitos el ‘cachete’ y lo larga que tienen la mano algunos y algunas.
Alucino con que la madre de ese niño permita que alguien le ponga la mano encima a su hijo, tenga la confianza que tenga con esa persona.
Alucino viendo como aún es, para alguna gente, el recurso fácil para aplacar ciertas actitudes (aunque no sirvió para mucho si lo que pretendían era que el niño se estuviera sentadito y calladito).
Alucino cuando leo noticias como la que salió hace unos días (enlace) en la que un niño se escapa de casa porque sus padres le pegaban con mucha frecuencia y tenía hasta marcas de ello. Posteriormente la Guardia Civil acabó deteniendo al padre del chaval.
No me cabe en la cabeza que se den estas situaciones hoy en día, aún habiéndolas sufrido yo (o quizás por eso). ¿Todavía estamos así? ¿Tan poco hemos avanzado? ¿Qué pretendemos, que los niños nos tengan miedo? De verdad, entiendo que cada uno lo hace lo mejor que puede y/o sabe, pero es que por mucho que se piensen que están ‘educando’ a sus hijos, los están agrediendo!
Además, seguro que luego algunos de esos padres castigan, reprochan o pegan cuando su hijo o hija pega a alguien… Vamos, lo que viene siendo NO predicar con el ejemplo.
En fin, espero no ver, leer ni escuchar más cosas de este tipo. Sería bueno para los niños. Sería bueno para nuestros hijos. Sería bueno para toda la sociedad.
Sigue leyendo ->

Un cachete a tiempo…

… no sirve para nada.
Escena real vivida el otro día en una zapatería:
Situación: Niño jugando en el tobogán de la tienda. La tía/prima/vecina (cualquiera, pero la madre no era) y la abuela intentando que hiciera caso… sin éxito.
En esas que llega la madre (el niño revolucionado a tope), y lo primero que le dice la tía (creo que era lo más probable) es:
– No veas con PEPITO, está como una moto.
– Si? – Contesta la madre
– Vaya, le he tenido que pegar en el culo y todo.
– Bueno, no pasa nada.
Aquí ya dejé de prestar atención. Mis sentidos dejaron de funcionar… 
Alucino con estas cosas. Alucino con lo normal que se ve todavía en algunos ámbitos el ‘cachete’ y lo larga que tienen la mano algunos y algunas.
Alucino con que la madre de ese niño permita que alguien le ponga la mano encima a su hijo, tenga la confianza que tenga con esa persona.
Alucino viendo como aún es, para alguna gente, el recurso fácil para aplacar ciertas actitudes (aunque no sirvió para mucho si lo que pretendían era que el niño se estuviera sentadito y calladito).
Alucino cuando leo noticias como la que salió hace unos días (enlace) en la que un niño se escapa de casa porque sus padres le pegaban con mucha frecuencia y tenía hasta marcas de ello. Posteriormente la Guardia Civil acabó deteniendo al padre del chaval.
No me cabe en la cabeza que se den estas situaciones hoy en día, aún habiéndolas sufrido yo (o quizás por eso). ¿Todavía estamos así? ¿Tan poco hemos avanzado? ¿Qué pretendemos, que los niños nos tengan miedo? De verdad, entiendo que cada uno lo hace lo mejor que puede y/o sabe, pero es que por mucho que se piensen que están ‘educando’ a sus hijos, los están agrediendo!
Además, seguro que luego algunos de esos padres castigan, reprochan o pegan cuando su hijo o hija pega a alguien… Vamos, lo que viene siendo NO predicar con el ejemplo.
En fin, espero no ver, leer ni escuchar más cosas de este tipo. Sería bueno para los niños. Sería bueno para nuestros hijos. Sería bueno para toda la sociedad.
Sigue leyendo ->

Consejos para viajar con niños

Viajar en familia y con niños es, además de posible, recomendable. Sin embargo, mucha gente aún tiene recelos en hacerlo (por suerte parece que va a menos). Hoy te doy algunas pautas que seguimos nosotros y que nos han funcionado muy bien. Espero que a vosotros también os sirvan:


Lánzate sin miedo
Si te apetece hacerlo, hazlo. La primera vez siempre da algo de reparo ir de viaje a un lugar relativamente lejano y más aún si es un viaje en ruta; no hagas caso de los comentarios de ‘estáis locos’, ‘¿cómo vais a meter a un bebé / niño XX horas en un avión?’ o ‘¿ahí vas a ir con niños?’ y lánzate. Si estás convencido de que es una buena decisión, hazlo.
Planificar sí, improvisar y flexibilizar, también
Con niños, sobretodo si son pequeños, no es mala idea llevar cierta planificación sobre lo que se va a ver y/o dónde se va a dormir; eso nos permitirá optimizar el tiempo e ir algo más tranquilos. Eso no quiere decir que haya que cumplirla a rajatabla; debe ser una guía, pero también hay que dejar hueco a posibles cambios y a la improvisación.

Hazles participar antes, durante y después
Si quieres que se motiven en un viaje, hazles participar en todo lo que puedas. Si tú te entusiasmas preparando el viaje, no tengas la menor duda de que a ellos también les pasará… y nunca está de más otra ‘cabeza pensante’ más.
Busca actividades para ellos en el destino
En todos sitios hay niños y en todos sitios hay actividades específicas para ellos, así que ten en cuenta que alguna parte del viaje esté dedicada a ellos, ya sea visitando algo o, simplemente, yendo a un parque.
Déjales investigar
Nosotros somos mucho de dejar que los niños descubran las cosas por sí mismos. Desde sus límites hasta cómo funcionan las cosas. Durante un viaje, dejarlos investigar puede ser fascinante, tanto para ti como para ellos…

No los pierdas de vista
Esto no es únicamente aplicable a cuando estamos de viaje, pero en un país que desconocemos, una pérdida puede ser aún más estresante de lo que lo puede ser en otros lugares. Esto no quiere decir que tenga que cundir el pánico… solo que hay que andarse con ojo.
Ten paciencia
Otra cosa aplicable a la vida en general que hoy ponemos aquí como consejo viajero. No lo olvides, estás de viaje / vacaciones, así que tómate las cosas con calma y disfruta… Al final, los niños son niños en todos sitios.
Respeta -en la medida de lo posible- sus ritmos
Si vas con un bebé o un niño bastante pequeño, intenta no romper demasiado sus ritmos. A veces no te quedará más remedio que hacerlo, pero intenta que sus rutinas de comidas / sueño se mantengan en la medida de lo posible. Al final todos lo agradeceréis (y no te preocupes si es materialmente imposible! Tampoco pasa nada si no se puede en algún momento).

Lleva un ‘pequeño’ botiquín
Pero pequeño, pequeño… con lo justo. A no ser que te vayas a una zona muy remota, una urgencia se puede atender en prácticamente cualquier lugar. Y si vas a algún sitio ‘delicado’, nada mejor que contratar un seguro de viaje.
Disfruta como un niño
Aprovecha que vas con niños y disfruta con ellos de todas las actividades que realicéis. No te quedes al margen mientras ellos se lo pasan en grande… y aún lo disfrutarán más.
Interactúa con los lugareños
Qué mejor escuela que la escuela de la vida? Qué mejor para conocer un lugar que contactar con los lugareños? El hecho de ir con niños facilita el contacto con ellos… y el idioma no es un problema!

No corras
Intenta ir a los sitios sin prisas, que con niños aún se gestionan peor. Es mejor, pues, esperar con calma a que llegue el momento de lo que se haya ido a hacer que tener que ir corriendo con niños a cuestas. Te aseguro que la actividad no se disfruta igual… 

Minimiza los ‘por si acaso
Intenta minimizar los dichosos ‘por si acaso’ que nos llenan las maletas y mochilas. Si ya yendo los adultos solos los sufrimos con niños se multiplica exponencialmente, así que antes de empezar a meter cosas en la maleta de forma compulsiva, parémonos, analicemos la situación e intentemos ser razonables. 
Y aquí lo dejo por hoy… espero que os sean útiles y, si tenéis algunos más que me haya dejado, no dudéis en hacerlos constar en los comentarios.
Sigue leyendo ->

Consejos para viajar con niños

Viajar en familia y con niños es, además de posible, recomendable. Sin embargo, mucha gente aún tiene recelos en hacerlo (por suerte parece que va a menos). Hoy te doy algunas pautas que seguimos nosotros y que nos han funcionado muy bien. Espero que a vosotros también os sirvan:


Lánzate sin miedo
Si te apetece hacerlo, hazlo. La primera vez siempre da algo de reparo ir de viaje a un lugar relativamente lejano y más aún si es un viaje en ruta; no hagas caso de los comentarios de ‘estáis locos’, ‘¿cómo vais a meter a un bebé / niño XX horas en un avión?’ o ‘¿ahí vas a ir con niños?’ y lánzate. Si estás convencido de que es una buena decisión, hazlo.
Planificar sí, improvisar y flexibilizar, también
Con niños, sobretodo si son pequeños, no es mala idea llevar cierta planificación sobre lo que se va a ver y/o dónde se va a dormir; eso nos permitirá optimizar el tiempo e ir algo más tranquilos. Eso no quiere decir que haya que cumplirla a rajatabla; debe ser una guía, pero también hay que dejar hueco a posibles cambios y a la improvisación.

Hazles participar antes, durante y después
Si quieres que se motiven en un viaje, hazles participar en todo lo que puedas. Si tú te entusiasmas preparando el viaje, no tengas la menor duda de que a ellos también les pasará… y nunca está de más otra ‘cabeza pensante’ más.
Busca actividades para ellos en el destino
En todos sitios hay niños y en todos sitios hay actividades específicas para ellos, así que ten en cuenta que alguna parte del viaje esté dedicada a ellos, ya sea visitando algo o, simplemente, yendo a un parque.
Déjales investigar
Nosotros somos mucho de dejar que los niños descubran las cosas por sí mismos. Desde sus límites hasta cómo funcionan las cosas. Durante un viaje, dejarlos investigar puede ser fascinante, tanto para ti como para ellos…

No los pierdas de vista
Esto no es únicamente aplicable a cuando estamos de viaje, pero en un país que desconocemos, una pérdida puede ser aún más estresante de lo que lo puede ser en otros lugares. Esto no quiere decir que tenga que cundir el pánico… solo que hay que andarse con ojo.
Ten paciencia
Otra cosa aplicable a la vida en general que hoy ponemos aquí como consejo viajero. No lo olvides, estás de viaje / vacaciones, así que tómate las cosas con calma y disfruta… Al final, los niños son niños en todos sitios.
Respeta -en la medida de lo posible- sus ritmos
Si vas con un bebé o un niño bastante pequeño, intenta no romper demasiado sus ritmos. A veces no te quedará más remedio que hacerlo, pero intenta que sus rutinas de comidas / sueño se mantengan en la medida de lo posible. Al final todos lo agradeceréis (y no te preocupes si es materialmente imposible! Tampoco pasa nada si no se puede en algún momento).

Lleva un ‘pequeño’ botiquín
Pero pequeño, pequeño… con lo justo. A no ser que te vayas a una zona muy remota, una urgencia se puede atender en prácticamente cualquier lugar. Y si vas a algún sitio ‘delicado’, nada mejor que contratar un seguro de viaje.
Disfruta como un niño
Aprovecha que vas con niños y disfruta con ellos de todas las actividades que realicéis. No te quedes al margen mientras ellos se lo pasan en grande… y aún lo disfrutarán más.
Interactúa con los lugareños
Qué mejor escuela que la escuela de la vida? Qué mejor para conocer un lugar que contactar con los lugareños? El hecho de ir con niños facilita el contacto con ellos… y el idioma no es un problema!

No corras
Intenta ir a los sitios sin prisas, que con niños aún se gestionan peor. Es mejor, pues, esperar con calma a que llegue el momento de lo que se haya ido a hacer que tener que ir corriendo con niños a cuestas. Te aseguro que la actividad no se disfruta igual… 

Minimiza los ‘por si acaso
Intenta minimizar los dichosos ‘por si acaso’ que nos llenan las maletas y mochilas. Si ya yendo los adultos solos los sufrimos con niños se multiplica exponencialmente, así que antes de empezar a meter cosas en la maleta de forma compulsiva, parémonos, analicemos la situación e intentemos ser razonables. 
Y aquí lo dejo por hoy… espero que os sean útiles y, si tenéis algunos más que me haya dejado, no dudéis en hacerlos constar en los comentarios.
Sigue leyendo ->