Cortito y al pie. Sigo en standby. Hay una lucecita roja, en realidad varias repartidas por la casa. La de la alarma, la del televisor apagado, la de la play… Todos en letargo. El blog y mis redes deben tenerla también, pero no me he parado ni a buscarlas. Cuesta más encender una bombilla, aunque sea de bajo consumo, que mantenerla encendida. Y sale mucho más a cuenta abrir de par en par las
Sigue leyendo ->Viernes dando la nota #190: Apagar la luz
David Bowie – Moonage Daydream
Golden Earring – Radar Love
Cortito y al pie. Esta semana lo de tocar las teclas está complicado. No sé si será por cansancio, por los biorritmos o por saturación. O por la resaca emocional. En algunas ocasiones lo he achacado al estrés, ese abrigo mojado que nunca deja de pesarte. En otras a la paradoja del papá bloguero. Pero hay días y semanas en las que uno simplemente no está o no quiere estar. Y no hay más. Necesito otra cosa, un reseteo, un tirón del enchufe, y dejar la luz apagada mucho tiempo. Trabajo, redes, charlas insustanciales, saludos no respondidos, estadísticas, agujas en los ojos, cursos, máquinas expendedoras de café, palillos bajo las uñas, lluvia de barro, dolor de cervicales, notificaciones intrascendentes, papeleo absurdo, informes… Me doy cuenta que quedarme cinco, diez minutos sentado en silencio en el coche con el contacto apagado mientras miras con ojos perdidos más allá de la luna no es suficiente. Necesito la otra Luna, la de verdad. Y no sé cómo llegar a ella. Estos días la sensación es la de habitar una tierra que no es la mía, la de no soñar.
En la radio vuelven a poner alguna canción repetida y olvidada, y hasta dejo de escucharla. No necesito la radio. Ni la tele, ni las noticias, ni los beeps del móvil en ningún lugar. Necesito el faro, la constante, las piedras en el bolsillo, el radar que me guíe.
Y apagar la luz. Y el móvil. La semana que viene, más. Sed libres.
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David Bowie – Moonage DaydreamGolden Earring – Radar Love
Cortito y al pie. Esta semana lo de tocar las teclas está complicado. No sé si será por cansancio, por los biorritmos o por saturación. O por la resaca emocional. En algunas ocasiones lo he achacado al estrés, ese abrigo mojado que nunca deja de pesarte. En otras a la paradoja del papá bloguero. Pero hay días y semanas en las que uno
Sigue leyendo ->Viernes dando la nota #189: ¡Allá vamos!
Whitesnake – Here we go again
Thin Lizzy – The Boys are back in Town
Cortito y al pie. Pasó la calma. Y llega el día de volver a ver a los compañeros, a los amigos, el día de abrazar a gente con la que, aún en la distancia, compartes mucho. Más cosas incluso que con otros que coincides en ascensores, mesas o pasillos a diario. Hay muchos días y semanas en los que uno llega a sentirse solo entre tanto extraño conocido, bajando solitario por la calle de los Sueños. Y aunque sea por una vez cada cierto tiempo, hace falta volver a recordar por qué uno echa a andar por el único camino que quiere conocer. Y por qué el trayecto es tan importante como la meta. O incluso más. ¡Allá vamos de nuevo!
La diferencia también está en que una de las cosas que compartes con esta gente es precisamente el camino. Con más o menos sentimiento, con más o menos humor, más o menos vehemencia, desparpajo, constancia, o incluso elegancia. Este fin de semana nos reunimos, hacemos un alto para vernos las caras, y respaldarnos, sustentarnos y apoyarnos. Aunque sea en torno a un bocata de calamares y unas cervezas. Los chicos volvemos a la ciudad.
Es un fin de semana raro. Llega el Madresfera Bloggers Day, de ahí este ataque de exaltación de la amistad. Hay tantas ganas de ver a tanta gente, tanta bloguera querida y tanta querida bloguera, que no sé si habrá tiempo suficiente para todas las fotos, todos los abrazos, las risas, los besos y las charlas que quiero vivir. No estaremos todas, pero nos acordaremos de las que falten. La semana que viene, más. Sed libres.
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Whitesnake – Here I go again
Thin Lizzy – The Boys are back in Town
Cortito y al pie. Pasó la calma. Y llega el día de volver a ver a los compañeros, a los amigos, el día de abrazar a gente con la que, aún en la distancia, compartes mucho. Más cosas incluso que con otros que coincides en ascensores, mesas o pasillos a diario. Hay muchos días y semanas en los que uno llega a sentirse solo entre
Sigue leyendo ->La pequeña Leia y Marie Curie: Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia
La poca o nula visibilidad de mujeres científicas en la vida pública, y los estereotipos enquistados, producen un sesgo en contra de las mujeres para que desarrollen sus carreras como investigadoras y técnicas. La ausencia de figuras científicas femeninas en los medios de comunicación es en gran parte causante de la falta de interés de las niñas y adolescentes por la ciencia. Como decía la catedrática Adela Muñoz, pocas personas podrían nombrar ahora mismo a una científica brillante que no fuese Marie Curie.
Nuestra pequeña padawan ya tiene al menos a esa figura y ese referente, y alguno que otro más. A Leia le gusta leer. Y le gusta aprender, conocer, y le gusta ser una niña poderosa. Y a mí también, y me gustaría que fuera una mujer plena, feliz y poderosa. Tiene 5 años. Apoyo y ayuda míos y de la Maestra-Jedi no le va a faltar.
La ciencia y la igualdad de género son vitales para el desarrollo sostenible de la sociedad. Pero, ellas siguen enfrentándose a barreras que les impiden participar plenamente en ésta y otras muchas áreas y disciplinas. La probabilidad de que las estudiantes terminen una licenciatura, una maestría y un doctorado en alguna materia relacionada con la ciencia es del 18%, 8% y 2%, respectivamente, mientras que la probabilidad para los estudiantes masculinos es del 37%, 18% y 6%. Con el fin de lograr el acceso y la participación plena y equitativa en la ciencia para las mujeres y las niñas, y además para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas, Naciones Unidas decidió proclamar el 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.
P.D.: Gracias eternas a Hedy Lamarr, por haber ideado sistemas de comunicaciones inalámbricas, precursores de nuestro Wi-Fi.
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La poca o nula visibilidad de mujeres científicas en la vida pública, y los estereotipos enquistados, producen un sesgo en contra de las mujeres para que desarrollen sus carreras como investigadoras y técnicas. La ausencia de figuras científicas femeninas en los medios de comunicación es en gran parte causante de la falta de interés de las niñas y adolescentes por la ciencia. Como decía la
Sigue leyendo ->Viernes dando la nota #188: La calma
Lacuna Coil / Ki:Theory – Enjoy the silence
Cortito y al pie. Llegó la calma. Puede que sea la que precede a la tempestad de turno, pero mientras dure, habrá que celebrarla, y disfrutarla. Han quedado atrás las semanas de mensajes, de fotos, de vídeos, de memes pidiendo votos. Incluyendo los míos, soy tan pecador como el que más. Pero después de celebrarlo y dar las gracias infinitas, después de todo este jaleo, se agradece un poco de silencio social. También incluyendo el mío. Está bien disponer de un poco de calma para retomar viejos vicios, ponerse al día con alguna serie, escuchar bandas que tenía pendientes, o simplemente leer. Y disfrutar del silencio.
Este tema me ronda tras los ojos desde hace unos días, como ese gusano de oreja que tienes resonando en el fondo de la cabeza. Hasta que descubrí de dónde salió este fantasma. Depeche Mode merecerían muchos #vdln, pero sabéis de mi gusto por las buenas versiones.
Uno de esos tráilers que empiezo a acumular, como se me acumulan las películas que estoy loco por ver pero que se quedan esperando a que algún día vuelva la calma. Soy así de raro. Y la semana que viene esta calma se acaba, llega el Madresfera Bloggers Day. La semana que viene, más. Sed libres.
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Lacuna Coil / Ki:Theory – Enjoy the silence
Cortito y al pie. Llegó la calma. Puede que sea la que precede a la tempestad de turno, pero mientras dure, habrá que celebrarla, y disfrutarla. Han quedado atrás las semanas de mensajes, de fotos, de vídeos, de memes pidiendo votos. Incluyendo los míos, soy tan pecador como el que más. Pero después de celebrarlo y dar las gracias infinitas, después
Sigue leyendo ->No sé qué decir…
En serio. No sé qué deciros. Estoy inmensamente feliz, orgulloso, e ilusionado, y es todo gracias a vosotras y vosotros. El año pasado me dejasteis sin palabras, y una vez más las palabras se me quedan cortas para agradecer tanto mensaje, tanto cariño, y tanto apoyo que recibo. Esta edición de los Premios Madresfera no tenía demasiado claro si hacer o no campaña para pedir el voto, después de la paliza que os dí con los memes –y haber logrado el premio–. Pero soy de los que piensa que estamos aquí para pasarlo bien…
Pero tampoco era cuestión de repetirse, y este año he sido un poco más comedido. Me he limitado a sacar un par de GIFs y usar el sentido del humor. Lo que no esperaba es que al cabo de pocos días ya estaba entre los primeros de la clasificación, y poco a poco uno empieza a ilusionarse, sobre todo cuando piensa en lo genial que sería –y será– estar en la final con mis amigos Carlos y Raúl. Los grupos hiperactivos del Whatsapp, del Telegram, amigos del Twitter y del Facebook, vídeos… Ya no se puede parar.
Había otra cuestión en estos premios que me ilusionaba tanto o más: acabar en una buena posición en la categoría de Crianza –Embarazo y Crianza–. Y os explico el porqué. Quedar entre los 25 primeros ya es una locura con los blogs de maternidad que había nominados, todos geniales. Pero este blog trata básicamente sobre mis padawanes y su crianza, sus progresos y mi aprendizaje. Y que un padre (y uno de los Papás Blogueros) llegue al Top25 o más alto aún, me parece importante. Los padres no podemos competir ni competimos, solo estamos para sumar, pero creo firmemente que tenemos que estar ahí. Tenemos que ser protagonistas de la crianza. Tenemos que ser visibles. Tenemos que ser parte de la normalidad.
Y al final que quedado en la decimotercera posición. ¡Flipante!
Enhorabuena al resto de finalistas de las demás categorías. Y sobre todo, enhorabuena a los padres hombres que han competido en Gastronomía, Ocio en familia, Humor, Educación, Vlogs y demás listas. Porque son parte de los avances que muchos queremos para nuestra sociedad y nuestras criaturas. Porque la igualdad también se consigue incorporando a los hombres al mundo de los cuidados y la crianza, el mundo de la maternidad. Es nuestra forma de luchar por ella.
Imaginareis lo feliz y orgulloso que estoy. Tanto que no sé qué más deciros. Más que un millón de gracias a todas y todos. Gracias a los que visitáis y leeis el blog, gracias a los que compartís en las redes, gracias a los que comentáis, gracias a los que dais ‘megusta‘ y ‘likes‘, gracias a los que me habéis votado. Y gracias a la Maestra-Jedi.
Y ahora viene lo bueno, lo realmente importante de todo esto. Quiero fotos, besos y abrazos con todas y todos. Nos vemos el próximo día 18 en el Madresfera Bloggers Day.
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En serio. No sé qué deciros. Estoy inmensamente feliz, orgulloso, e ilusionado, y es todo gracias a vosotras y vosotros. El año pasado me dejasteis sin palabras, y una vez más las palabras se me quedan cortas para agradecer tanto mensaje, tanto cariño, y tanto apoyo que recibo. Esta edición de los Premios Madresfera no tenía demasiado claro si hacer o no campaña para pedir el voto, después de la
Sigue leyendo ->Viernes dando la nota #187: La marmota
Europe – Rock the night / The final countdown
Cortito y al pie. Esta semana me niego a que el mal rollo que me invadió en la entrega anterior vuelva a aparecer. Ya sé que a veces uno tiene que abrir compuertas, y desahogarse, y que suelen salir textos y post más o menos lúcidos. Pero vamos a intentar seguir la recomendación musical de Eric Idle en el final de Life of Brian. Por algo esta canción servía para cerrar muchos conciertos de los Iron Maiden, o para despedir a Graham Chapman –el Monty Python que hacía el papel de Brian– en su propio funeral. Todo un himno, y por muchas razones. El rock tiene muchos. Y algunos han pasado a formar parte de la leyenda hortera del metal, el filtro de los 80 y 90 ha sido cruel muchas veces. Pelos cardados, hombreras, pañuelos y fulares, mucha tachuela y mucho cuero. Menos mal que en el fondo, los que han conseguido llegar a ser himnos, siguen siendo rock.
Los suecos Europe marcaron un hito, democratizaron el metal. Todo el mundo cabeceaba y le daba al airguitar con The Final Countdown. Ya fuera por su estética de carpeta de instituto, por meter sintetizadores junto a las guitarras, o por hacer temazos que se le pegaban en el oído a todo el mundo. El caso es que los chicos de Joey Tempest y su melena, además de presa del fandom, eran una muy buena banda de rock. Y a mí hoy me vienen perfectos para ir cerrando la campaña de los Premios Madresfera. Porque esto de las votaciones y la paliza que estamos dando en las redes se acaba el día 5, ya es ¡el final de la cuenta atrás!
Así que ya sabéis…
Supongo que todo esto es un claro ejemplo de lo que significa la expresión «una de cal y otra de arena». Espero que al menos el rock de melena y maquillaje contrarreste el mal rollo de la semana pasada, y os haya traído –buenos– recuerdos y os haya gustado. Al final me ha quedado un #vdln bastante raro. La semana que viene, más. Sed libres.
Si te gusta el blog, y aún te quedan votos… 😉
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Europe – Rock the night / The final countdown
Cortito y al pie. Esta semana me niego a que el mal rollo que me invadió en la entrega anterior vuelva a aparecer. Ya sé que a veces uno tiene que abrir compuertas, y desahogarse, y que suelen salir textos y post más o menos lúcidos. Pero vamos a intentar seguir la recomendación musical de Eric Idle en el final de Life of Brian. Por algo esta
Sigue leyendo ->El día de la fruta
Y llegó el día. Sin saber exactamente cómo ni porqué, pero eso no importa realmente. Tiene tanta importancia como la que le dábamos antes de que sucediera. Os hablo de algo que ocurrió hace un par de meses, pero hasta que no se ha convertido en algo habitual y normalizado, no me he detenido a escribirlo. O será porque no tiene importancia.
Uno de los temas que llevo peor desde casi que nacieron los padawanes es la comida. Una obsesión de padre que poco a poco he ido puliendo, y como con tantas otras cosas, es la Maestra-Jedi la que me va enseñando. A la hora de comer empezaba un frustrante tira y afloja, «una cucharada más», «la última»… Con el paso de los meses y los años –qué raro me suena hablar de años ya en el blog– nuestra maestra me ha ido convenciendo de mi error: convertir el hecho de comer en una imposición, una lucha y un trauma.
Lo único que conseguía eran berrinches, cabreos y que le cogieran manía a ciertos alimentos. Ahora intento no obligarles a comer. Insistimos en que es bueno y queremos que coman, pero si lo hacen o dejan el plato lleno, no pasa nada. Ya cada uno tiene sus gustos. Luke, el queso de cualquier tipo y los huevos; la fruta no quiere ni tocarla. A Leia le gusta probar más sabores, pero si hay fresas, mejor apartarse.
Cada mañana preparo sus meriendas para el cole, y los viernes toca fruta. Y les pongo fruta. Aunque mes tras mes la pieza de Luke viene de vuelta sin tocar. Ni le insistíamos. Simplemente es viernes, y Luke lleva fruta. Y no pasaba nada si no se la comía.Y un viernes, al recogerlo en la puerta de su clase, su Seño me detiene un momento para contarme: –«JaviLuke se ha comido medio plátano. Él mismo me ha pedido que se lo pele, y se ha puesto a comer, sin más». Y no pude evitar sonreír, asombrado. Le planté dos besos y un abrazo de los que ya empiezan a incomodarle en su entorno, y nos fuimos a casa. Sin darle mayor importancia. Tampoco pasa nada. Pero sonriendo.
Y no puedo dejar de pensar que soy yo el que sigue aprendiendo. Que no pasa nada por ciertas cosas. Que tengo la mejor maestra del mundo. Y que Luke se ha comido el plátano de su merienda del cole, casi cada viernes.
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El día de la fruta
Y llegó el día. Sin saber exactamente cómo ni porqué, pero eso no importa realmente. Tiene tanta importancia como la que le dábamos antes de que sucediera. Os hablo de algo que ocurrió hace un par de meses, pero hasta que no se ha convertido en algo habitual y normalizado, no me he detenido a escribirlo. O será porque no tiene importancia.
Uno de los temas que llevo peor desde casi que nacieron
Sigue leyendo ->Viernes dando la nota #186: A paseo
Avenged Sevenfold – Walk
Cortito y al pie. Ayer en el curro un compañero me comentó que le había gusta el último #vdln. El frío, las cortinas de humo, y demás estupideces televidadas. Sinceramente, desconocía que alguien del trabajo siguiera este blog. Ni siquiera estos viernes musicales, mucho menos los temas de paternidad. Hoy ya es jueves, y ni el tiempo ni la inspiración me dan para hacer más apetecible y visitable este rincón. Las ganas tampoco ayudan, a la escasa aptitud se suma mala actitud. Entre otras cosas porque en este entorno, en el que descubro que alguien se ha detenido a leerme o al menos a ver qué música propongo, no consigo sacar de mi camino los demonios. Caras habituales, saludos vacíos, o sin respuesta, indiferencia. Sacan lo peor que uno tiene escondido junto a las pelusas del fondo del bolsillo, esas que siempre están ahí como recuerdos integrados en la inconsciencia. Ni el sentido de humor ni el sarcasmo ayudan ya. Ganas de mandarlo todo a paseo, a tomar por culo.
Hoy quería poner a los Pantera, pero me he encontrado con esta versión de Avenged Sevenfold, y he cambiado de planes. Las prioridades cambian con el paso del tiempo y con la situación de cada uno. Lo problemático viene cuando algo que hace tiempo pasó a un tercer, cuarto plano, que te sobra, jode lo que realmente te importa, te mueve y te conmueve. Ahora mismo es una urgencia subirme a un avión, o a un tren… Y no me dejan. Situaciones que ya pasan de raro oscuro. Siento trasmitir tan mal rollo. La semana que viene, más. Sed libres.
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Viernes dando la nota #186: A paseo
Avenged Sevenfold – Walk
Cortito y al pie. Ayer en el curro un compañero me comentó que le había gusta el último #vdln. El frío, las cortinas de humo, y demás estupideces televidadas. Sinceramente, desconocía que alguien del trabajo siguiera este blog. Ni siquiera estos viernes musicales, mucho menos los temas de paternidad. Hoy ya es jueves, y ni el tiempo ni la inspiración me dan para hacer
Sigue leyendo ->Cuentos para personas
Hoy me vais a permitir que escriba mientras se me cae la baba. Y eso que lo que quiero contaros ocurrió hace ya un par de semanas, pero cada vez que veo cierto libro sobre la mesa, se me dibuja una sonrisa en la cara. Y ya iba siendo hora de que os trajera su historia.
Estas pasadas fiestas acumulamos en la Academia Jedi una buena montaña de regalos. En pocas semanas se nos agolpan cumpleaños, Papá Noel, Reyes… Y la Maestra-Jedi y yo tenemos preferencia por regalar y que nos regalen libros y cuentos. Así que tenemos un par de estanterías –cinco o seis en realidad– repletas, aunque Leia y Luke al final acaban por pedirnos los de casi siempre para leerles por las noches. Y uno de los libros que recibió Leia de regalo este año –no recuerdo de quién, pero fue con la mejor intención, estoy seguro– fue uno titulado, con grandes letras rosa, «Historias para niñas»…
No recuerdo cuándo ni cómo, pero eso no importa. Unos días más tarde me encuentro de nuevo con el libro, y me fijo en que la palabra ‘NIÑAS’ del título está tachada con rotulador, y anotada en su lugar la palabra ‘PERSONAS’.
Al preguntarle, Leia simplemente nos contesta: «Es que este libro estaba mal, Papi. Porque los cuentos no son solo para las niñas, son para las personas. Les gustan a los niños y a las niñas y a los padres.»
La Maestra Jedi y yo nos miramos, y sonreímos. No le dimos más vueltas al asunto, pero la felicitamos y reafirmamos. Nuestra padawana es poderosa, y puede cambiarlo todo. Ella tiene patines rosa, una bici de Frozen, cuentos, ropa y zapatillas rosas. Es su color favorito. Pero ella es poderosa. La cantidad de juguetes, libros infantiles, vestimenta, accesorios que siguen afianzando los roles de género es abrumadora. Pero una cosa es el gusto de una niña de cinco años, y otra encontrarse con un libro con cuentos para niñas –o para niños–. Es directamente absurdo, retrógrado, sexista. Y lamentable. Hasta para una niña de cinco años.
Y otra cosa que me ha enseñado mi pequeña Leia: la razón de ser de este blog siempre ha sido hacer sentir orgullosa a la Maestra Jedi, mi constante. Ahora, también lo es seguir aprendiendo y estar a la altura de mis hijos.
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Viernes dando la nota #185: El parte
Txarrena – Frío
Kiko Veneno – Hace calor
Si habéis visto los telediarios estos últimos días, estaréis al tanto de que hace frío. Lo que no nos cuenta la prensa con la profundidad debida es que este extraño acontecimiento se debe a que estamos en invierno. Tachán! Esto suele pasar más o menos cada doce meses, pero los mass media obvian este dato. Más que nada para seguir hablando de gilipolleces, en lugar de la pobreza energética, por ejemplo. O de la gente que sigue sin poder mantener una vida digna por culpa de los biennacidos de siempre. Y así cuando haga calor, pueden seguir con más gilipolleces, pero esta vez con bikinis de fondo, que vende más. Brasero y compañía ofrecen información meteorológica muy útil, e incluso didáctica y educativa. Eso está muy bien, pero otra cosa bien distinta es hacer reportajes, conexiones en directo, anécdotas absurdas de un simple dato climático, y llenar minutos de televisión y radio hablando de el frío que hace en invierno. Será que también quieren enfriar otras cosas; mentes, corazones, conciencias, preguntas, respuestas, reacciones…
Ya puestos, Kiko Veneno lo explica mucho mejor que yo. Por eso es un genio… Hace calor en la cafetera, hace calor debajo de la higuera. Hace calor pregúntale a quien quieras, pregúntalo. Hace calor sin contemplaciones. Haz el amor, toma precauciones. Con el calor, ¿qué se puede hacer mejor? Hace calor por la autovía. La radio no da mejoría. Dilo tú también, por lo que más quieras, hace calor. Lo que yo quiero es un rocanrol, no estoy pa tonterías. Báilame un rocanrol, dame una alegría. Hace calor, quítate la blusa. ¿Para qué quieres la información, si no la usas? Hace calor, pero que mucho calor.
Es invierno, y hace frío. Como el año pasado, y el anterior. Y como lo hará el año que viene. No es tan raro. La semana que viene, más. Sed libres.
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Viernes dando la nota #184: Respira hondo
Green Day – Still Breathing / American Idiot
Cortito y al pie. Hay cosas que son inevitables. Otras no lo son tanto, pero te engullen igual. Será por dejar ejercer su oficio a la inercia, o por querer estar en todas partes menos en el espejo. Ese que te dice que no vas a llegar a todo. Todo el día corriendo, solo para encontrar un hogar donde descansar. Y al final uno lo único que consigue es abarcar poco o nada, y no disfrutar mientras aprieta, mientras anda el camino. También hay que respirar.
Ah! Y lo que toca estos días, o semanas… o años.
Nos vamos a hartar de idiotas. De los que dan risa, de los que dan vergüenza, y de los que dan miedo. Y de los que se ríen de las idioteces de los que dan miedo. Eso también es de esas cosas que al parecer, siguen siendo inevitables. Habrá que respirar hondo. Este es un mundo cada vez más raro. La semana que viene, más. Sed libres.
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La Luna del cole
Hoy mi hijo me ha metido prisa por llegar al cole. No sé si será algo común y le pasa a otras criaturas de 5 años. En el caso de Luke no es que no sea lo habitual, es que no había ocurrido nunca. Esta mañana no he podido dejar de sonreír observándolo mientras subíamos al coche y nos dirigíamos a la escuela.
Ayer al recogerlos, camino de casa ya contaba excitado que le llegaba el turno de ser el encargado de clase. Lo que supone que él pasa lista a sus compañeros, cuida un poco del orden del aula, y es una especie de ayudante de la Seño. Y además se convierte por un día en el guardián, el responsable, y cuidador de la mascota de la clase, la Luna Lunera, que se vuelve con nosotros a casa, hasta mañana que tiene que devolverla.
En la clase de la pequeña Leia –ya sabéis que van a clases distintas– no tienen encargado del día, sino protagonista de la semana, y ella ya ha tenido su momento. Esta mañana he tenido que apremiarla, estaba algo rebelde y se nos hacía tarde. Cuando salíamos por fin por la puerta, ya nos esperaba Luke, impaciente con su talega de la merienda. Casi ni se detiene a darme el beso antes de entrar en su aula, con una sonrisa enorme en la cara. Sus compañeros ya estaban casi todos dentro, y la Seño lo ha recibido diciendo «¡Vamos, campeón! ¡Ya está aquí el encargado!». A la salida, lo único que quería cargar era la bolsa con Luna Lunera. Y hasta «sentarla» junto a él en el coche. Y no he podido evitar pensar en meses atrás; cambio de casa, cambio de cole, de Seño, de amigos…
Pero la Luna del cole es más que un peluche. Para Luke es una mascota, para la Seño puede que sea una herramienta. Para mí es un símbolo.
Sigue leyendo ->Viernes dando la nota #183: La carta
Loquillo – Salud y Rock & Roll
Cortito y al pie. Feliz año nuevo. «Queridos Reyes Magos. Este año he sido, y sigo estando, que ya es bastante…». A veces me cuesta ser bueno, y otras elijo ser malo, simplemente por gusto. O por principios. Pero no tiene nada que ver con la bondad, las leyes de los hombres, y mucho menos con las de los sabios guardianes de la moral. Así que que no me pidáis más, que no voy a haceros caso ni caer en chantajes. De todos modos, yo lo único que espero es un poco más de tiempo, salud, y rock and roll.
Lo único que depende directamente de mí es el tiempo, y quizás sea lo que más me falta siempre. Espero que hacer los #VDLN a partir de ahora más escuetos y directos –esa es la idea– me sirva para respirar más desahogado cada semana. Quizás con eso disponga también de tiempo para escribir de otras cosas, que falta le está haciendo a este blog. O para ser capaz de detectar flashes de inspiración y que la visita de las musas no me pille siempre pensando en el reloj. Qué le voy a hacer, soy un tipo raro. La semana que viene, más. Sed libres.
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Viernes dando la nota #182: Estrellas que amé
John Williams – Star Wars Suite. Princess Leia’s Theme
David Bowie – Rebel Rebel
El 2016 no da para mucho más. Y menos mal, porque el muy bastardo está terminando tal como empezó. El cabrón nos ha dado más de un disgusto, aunque no seas de llorar por desconocidos. El caso es que arrancamos el año despidiéndonos de una estrella a la que amaba, Ziggy Stardust, alias David Bowie –este #VDLN salió justo dos días antes de su muerte–, y lo mandamos al carajo llorando a otra, Carrie Fisher. No os voy a recordar cuántas bajas más hay en el debe de este año, porque salimos perdiendo de todas todas. Mucho. Pero precisamente estas dos son de las que más me encogen la garganta.
Carrie Fisher fue la actriz que encarnó –en todo el sentido de la palabra– a uno de los personajes que más amo. Pero más allá de la heroína en una galaxia muy, muy lejana y ese estúpido e icónico bikini metálico que tanto odiaba, fue escritora, guionista, y una de las mejores script doctor de Hollywood. Sobre su carácter, su fuerza, su personalidad, su inteligencia y sentido del humor, y su luz, ya hay cientos de notas, tuits, memorias en las redes. Es duro encontrar que en la Wikipedia y otras fuentes ya hablan de ella en pasado. En mi caso, lo único que acierto a decir es que para mí fue mucho más que un personaje. Como la música que amas, o aquel libro que le marca a uno de por vida, las historias, personajes de Star Wars forman parte de lo que soy, de mis gustos, mis recuerdos, mi familia –que comparto con el tito Kiko, tan fanático como yo–, mi infancia y adolescencia. Son una de mis constantes. Como lo era otro de mis amores, Bowie.
Más allá de las pérdidas personales de cada uno –también las he tenido–, este año pasó una factura dura de asimilar. Desde Gene Wilder hasta Vera Rubin, o la mismísima Debbie Reynolds. Más que raro, el mundo es un poco más oscuro, le faltan estrellas. El año que viene, más. Sed libres.
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Viernes dando la nota #181: 44 vueltas alrededor del Sol
Ramones – Merry Christmas
AC/DC – Mistress for Christmas
Darkness – Christmas Time
Cortita y al pie. Sigo de buen humor. Agotado, pero extrañamente de buen ánimo. Muchos meses ya sin dormir una noche entera del tirón, el final de trimestre en el cole, y varios embolados en los que ando metido me han dejado con más sueño y capítulos de series atrasados de lo habitual. Si jugara a la lotería de Navidad, tampoco me hubiera tocado. Y sin embargo, mantengo un cierto nivel de azúcar en mi estado. Sigo escuchando lo que me pide el cuerpo, como la semana pasada, y la anterior, y la anterior… Y con tardes en casa con los peques escuchando canciones navideñas.
Porque sí. Los peques ensayan canciones en el cole para la función, hay bombardeo de villancicos, no hay tregua para la campaña navideña. Y cuando uno tiene hijos lo de ser el Grinch hay que pensárselo dos veces. No voy a pelearme con nadie por el equinoccio, Sol Invictus, las Saturnales, el cambio de calendario, ni por otros cuentos y delirios mas devotos. Y no me siento con derecho a arruinar la ilusión de las criaturas de nadie, mucho menos de los míos. Así que mejor subimos un par de puntos el volumen, y buscamos una playlist navideña, chula, y rockera. Que tenemos un salón amplio como para bailar los tres.
Claro que si me lo pensara más a fondo –o tuviera tiempo y tranquilidad para siquiera pensar en ello– me cuidaría de ponerles canciones como ésta. Las letras de AC/DC siempre hay que escucharlas dos veces. Sobre todo porque los padawanes entienden el inglés mejor que yo. Pero ya están acostumbrados.
Sigamos saltando, coreando, y sonriendo. Estos días no me paro mucho en buscar los tres pies del gato, no sea que en la búsqueda me despiste y en vez de encontrar, me pierda algo. Cada uno que celebre lo que quiera. A partir de hoy, los días se alargan… Sol Invictus. Mañana día 24, cumplo 44 años. Cuarenta y cuatro vueltas alrededor de ese Sol. Muy raro todo. Espero que la semana que viene, más. Sed libres.
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Viernes dando la nota #180: Buen humor
The Darkness – I believe in a thing called Love
Sweet – Fox on the run
The Faces – Stay with me
Cortita y al pie. No sé si será porque acabamos de celebrar el quinto cumpleaños de los Padawanes y hemos superado ya una semana-puente de locos, o que se acercan días de fiesta y el ambiente está cambiando, pero me apetece diversión. Estoy de buen humor. El cuerpo me pide rock & roll y saltos, voces de falsete y plumas. La gastroenteritis que estoy dejando atrás no es excusa, aunque la faena diaria puede que sí. El estrés, el cole, el trabajo, mil compromisos… Todo sigue ahí. Algún villancico perdido al pasar por la puerta de un comercio. Las pequeñas luces como estrellitas que hemos puesto en el olivo del patio. Globos de colores que aún deambulan por la casa, como la resaca del cumple que nos negamos a recoger. Un Pikachu en lo alto del árbol de navidad… Todo sigue ahí. Hoy mientras fregaba sartenes, y me he descubierto canturreando… esto:
Y no sé muy bien cómo, llevo desde el miércoles escuchando glam y blues rock de los 60 y 70. Empiezo con los T-Rex, y sigo con Sweet, Blue Öyster Cult, Bad Company, The Allman Brothers Band, Humble Pie, los Faces, The Who, Free, Cream… ¡Hasta Roxy Music! De forma indiscriminada y sin medida. Un brote, lo llaman en algunas enfermedades. Muchas bandas. Mucho cabeceo con la sonrisa de medio lado. Buen humor.
Aunque me paré un buen rato con los Faces, a los que nunca había prestado oídos. A lo que quedó de los Small Faces de los 60 se le unieron Ronnie Wood –más tarde en los Rolling Stones– y un jovencísimo y desatado Rod Stewart. Y volví a entrar en bucle. Ahora entiendo un poco más el porqué de su fama y la figura de ‘Rod the Mod’. Es de esos frontman magnéticos, casi hipnóticos. Un auténtico animal. Yo que me quedaba con su imagen del Maggie May, o los conciertos trajeado con chaqueta, baladas y villancicos…
El caso es que no soy demasiado navideño. Como casi todo lo que huele a tradición, me repele. Más aún cuando tanta gente se empeña en mantener e imponer el carácter religioso a algo que, aunque lo fuera hace tiempo, hoy en día es mera cuestión estacional, social y cultural. Pero he de reconocer que me produce cierto cambio de ánimo. Será porque ves llegar de lejos días de descanso, miniescapadas, o celebraciones. Y la noche de Reyes. Será que ser padre lo hace a uno ver estos días a través de los ojos de mi hija, o las sonrisas de mi hijo. Al final me quedo escuchado a Rod y Kylie Minogue el Let it Snow. Buen humor. Muy raro todo. Espero que la semana que viene, más. Sed libres.
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Carreras del futuro con Hot Wheels A.I.
¿Habéis visto ya suficientes catálogos de juguetes? Sabéis ya todos lo que quieren vuestras criaturas para estas fiestas, ¿no? Pues yo he descubierto hace unos días algo que seguro caerá en la Academia Jedi, tarde o temprano…
El pequeño Luke está enamorado de sus Rayos McQueenes, y puede pasar las horas jugando a las carreras. Sé positivamente que no tardará el día que quiera un circuito para hacer competiciones con sus coches. Y tras ver el nuevo concepto de Hot Wheels de Inteligencia Artificial aplicada a la pista y los coches, estoy convencido de que ¡las carreras del futuro ya están aquí! Y si no, mirad:
A la conocida marca Hot Wheels se le ha ocurrido utilizar la inteligencia artificial para que los coches corran a toda velocidad sin salirse de la pista. Pienso en cómo lo controlarían mis peques, y no puedo imaginar algo más práctico y apropiado, sobre todo por su curva de aprendizaje. Han colocado unos sensores en los coches que los mantienen sin salirse del circuito (a menos que lo hagas tú), y que les permiten alcanzar velocidades simuladas a escala de unos 180 metros por hora. Y el mando de control te permite hacer casi de todo, aparte de controlar a los bólidos, puedes enviar mensajes o sonidos a los contrincantes, darte información, o incluso lanzar trampas y obstáculos virtuales a tu rival, ¡cómo en los videojuegos!
Y para que los peques –y mayores– se hagan con el manejo y lo disfruten a tope, hay tres opciones de carrera: libre, práctica, y campeonato, todo con tres niveles de dificultad diferentes, para ir cogiéndole el truco poco a poco. Puedes controlar los coches por donde quieras, fuera de la pista en modo radio control clásico, lo que hará que las posibilidades sean infinitas. O puedes intentar superar tu propio tiempo practicando en el circuito, competir contra tus amigos en un campeonato, ¡o desafiar a la propia máquina! Si ya has jugado contra la inteligencia artificial en algunos videojuegos, con el Circuito de Carreras Inteligencia Artificial de Hot Wheels entrarás en una nueva dimensión. ¿Estás listo para la carrera?
La pista portátil es también novedosa. Un circuito práctico, fácil de montar, desmontar y transportar. Incluye 20 tramos con los cuales puedes construir más de 40 configuraciones de pista, incluyendo boxes para recargar ayudas y extras. Podrás jugar dentro de la pista contra otros amigos o contra la máquina, y superar los peligros virtuales que surjan durante la carrera, como pérdidas de aceite y pinchazos. ¡Experimenta el sistema de pistas Hot Wheels más inmersivo de todos los tiempos!
Sigue leyendo ->Viernes dando la nota #179: A la pata coja
Kiko Veneno, Raimundo Amador y Coque Malla – Los delincuentes
The Rolling Stones – Ride ‘Em on Down
Rosendo – Flojos de pantalón
Cortita y al pie. Esta semana en la que uno va saltando los días a la pata coja como cuando jugábamos al teje en el patio de la escuela, no da para mucho respiro. Y menos para sentarse ante el teclado y la pantalla en blanco, e hilvanar algo de música y texto con un mínimo sentido. Además en la Academia Jedi estamos aún inmersos en cumpleaños, visitas familiares, compras y preparativos. ¿Hablar de la función del cole? ¿De los días de fiesta? ¿Del informe Pisa y de los deberes en casa? ¿Hablar de la Constitución? ¿De John Lennon? ¿De que vienen los Guns and Roses a España? ¿De las miserias hipócritas, machistas, fascistoides, de delincuentes trajeados y de voceros a sueldo? No, gracias… Vamos con lo único que sigue ahí. Música a la pata coja.
Porque las fiestas y los puentes no se han hecho para ciertos trabajos. O al revés. Yo, por ejemplo, currando de finde en finde y de festivo en festivo, y tiro por que me toca. Y aquí estoy, celebrando la Carta Magna –no me hagáis reír– dando vueltas loco por conseguir aparcar en el centro para llegar a mi hora, mientras una legión de compradores y paseantes inundan las calles. Una fiesta. Y a los Rolling Stones les da por hacer buen blues. A la vejez, viruelas.
A Keith Richards se le ve que ya le pesa la guitarra. En los ratos eternos entre café y café en la oficina, da tiempo para escuchar lo nuevo de Metallica, y lo viejo de casi todos los demás. Y hasta para volver a engancharme con rasgueos de guitarra que siempre estaban ahí, como de guardia, igual que yo. Estiro las piernas, desentumezco las cervicales, me ajusto bien el cinturón, y, ajeno a las modas, voy a por la siguiente.
Y aunque este mundo sigue siendo muy raro, me acompaña Rosendo. En mis horas de aislamiento en el trabajo, en el coche, en casa faenando… ¡Qué grande es el cabrón! Paso la semana escuchando música como a la pata coja. Y a la pata coja vuelvo a casa, que este finde me toca currar de nuevo. Ni puente ni puenta. Espero que la semana que viene, más. Sed libres.
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Viernes dando la nota #178: Mañana
Los Rodríguez – Palabras más, palabras menos
Lucio Battisti – La Canzone del Sole
AC/DC – Moneytalks
Volbeat – For Evigt
Os aviso ya de que esta semana me voy a repetir. Mañana sábado mis hijos cumplen cinco años. Y como imaginaréis, la semana está siendo intensa y apretada. Tartas para el cole, fiesta, regalos, mucha ilusión en sus caras y en las nuestras… Aún cuesta hacerse a la idea. Una buena amiga comentaba hace unos días en mi cuenta de Instagram cómo pasa el tiempo y cómo se lo notaba a mis peques. No están muy expuestos en las redes –no se ven nunca sus caras o ubicaciones– y esta amiga, que me quiere bien y me sigue de siempre, no los conoce en persona, pero casi los ha visto crecer al ritmo que crecía el blog. Es lo que tiene ver fotos suyas de tanto en cuando, porque verlos día a día no te da la perspectiva suficiente como para encajar que hace tiempo dejaron de ser nuestros pequeños. Salvo de golpe.
Como cuando aprendían sus primeras palabras, daba igual en castellano, en inglés o en idioma jawés. O sus primeras canciones, las de Sunny The Cat, o las que escuchaban conmigo en casa cada mañana. Porque en la Academia Jedi siempre ha habido sitio para el rock and roll.
Luego llegaron las canciones de Mamá y Papá. Las que poníamos en el coche pero a las que no le echábamos demasiada cuenta. Hasta que un día Luke empieza a palmear imitando la batería y Leia tararea como los violines del final. Y a preguntar por lo que están escuchando, que en italiano no debía sonarles mucho… Con dos, o quizás tres años, y ya se quedó con nosotros, la Canción del Sol.
Y claro, pasa el tiempo, los meses, y la música de papi siempre está ahí. Esa que nos hace dejar dejar el cucharón y la sartén a un lado para ponernos a bailar en la cocina. Desde el Enter Sadman al Proud Mary como lo canta Tina Turner, pasando por el Rock and Roll en la plaza del pueblo o el Here comes the Sun. Pero cuando siento un verdadero #fatherhoodgoal es cuando descubro a mi pequeña de apenas cuatro añitos canturrear esta canción, mientras juega con sus muñecos o pinta en la mesa del salón.
Y la último tema añadido al repertorio sonoro de estos cinco años, de nuestros trayectos. Además en dos versiones, una de ellas con el estribillo en danés, y la otra en inglés. Nada más arrancar con ese ‘Memory’, la pequeña Leia pregunta cuál de las dos versiones es. Ellos prefieren la danesa. Y la cantan.
Con canciones como ésta, cantando como si fuera la canción del verano, yendo de vuelta a casa, a nuestro sitio de siempre. Buscando la felicidad. Felicidad es nombre de mujer. Felicidades, Maestra-Jedi. Y gracias.
Este mundo sigue siendo raro, pero también sigue y seguirá mañana mereciendo la pena. Espero que la semana que viene, más. Sed libres.
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Castañas, hologramas y endorfinas
Fin de semana lluvioso, prenavideño, y con el Black Friday aún retumbando. Descartamos planes que incluyan parques, caminatas bajo la intensa lluvia, y centros comerciales. Y para una ocasión en la que yo no trabajo en fin de semana, y no tenemos compromisos externos que cumplir, se presenta un sábado propicio para acumular la leña que aún nos queda del invierno anterior, y sacudirle el polvo a la imaginación.
Merienda, chimenea para entrar en calor y asar castañas, parchís, cosquillas y roughhouse 2vs1 –la Maestra-Jedi estaba fuera– en el sofá. ¡La pequeña Leia casi se mea encima de tanto reír! Hacía tiempo que no pasaba un día de paternidad salvaje, sin horarios, sin colas, sin preocupaciones. Y se nota. Creo que el buen humor, por mucho que me estrese la semana laboral y escolar, me aguantará aún unos días. Hasta la pequeña lleva desde el sábado lanzándose a mi cuello, dándome besos, y repitiéndome «¡Te quiero, Papi!».
Pero una tarde en casa da para mucho. Y tras merendar y jugar a lo bestia, probé a hacer con los peques una actividad más tranquila que tenía en mente hace tiempo, desde que vi este tutorial de cómo fabricar un proyector de hologramas en el blog Historias de Pitufines. En realidad es muy fácil de hacer. Basta tener un poco de cuidado –y no perder de vista el cutter–, y los materiales necesarios son muy habituales en cualquier casa. Mejor lo veis en el blog de Lydia y os hacéis una idea, por si queréis probar. Los padawanes ayudaban y esperaban ver el resultado, pero no se imaginaban lo que iban –íbamos– a ver en un rato.
Luces… Cámara… ¡Acción! Sólo hice estas pocas fotos y un par de vídeos, porque en realidad era mi tarde, de las pocas que puedo disfrutar de ser el papá-juguete, y estaba totalmente inmerso en la actividad y centrado en pasarlo en grande con los padawanes. Es lo que yo llamo La Paradoja del Papá Bloguero. Solo por las risas y lo excitados que estaban tras los juegos, las luchas de cosquillas, el parchís, las castañas en la chimenea, y ahora con los hologramas de minions, pikachus, medusas y tiburones y demás figuras, ya uno se olvida por completo de horarios, de preparar el baño, y hasta de buscar los momentos-foto para el blog. La risa de Leia y los gritos de Luke lo eran todo. Y cuando llegó la Maestra-Jedi, estaban locos por contárselo todo. Chute de endorfinas paternales.
Y, claro, en la Academia Jedi no podía faltar el holograma más famoso de la Galaxia… 😆
Lo dicho, pilas cargadas para unos días. Esta tarde, al recogerlos del cole, Leia volvía a repetir lo de «¡Te quiero, Papi!», y ha estado canturreando –en un perfecto inglés– el Jingle Bells por la casa. ¿Cómo no iba a salirme bonita y rica la tortilla que hemos comido hoy?
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