Un tablero Kanban para las tareas familiares

Un tablero Kanban es una herramienta tan sencilla como útil y eficaz para gestionar tareas. Básicamente se trata de un tablero dividido en columnas, donde cada columna representa uno de los estados en los que puede estar una tarea. Y en ellas se van colocando tarjetas con las descripciones de las tareas, que irán pasando de una columna a otra siguiendo el flujo de trabajo hasta estar completadas. Una de las grandes ventajas es que es una herramienta muy visual, y de un vistazo nos permite obtener mucha información, como por ejemplo, si se están acumulando las tareas.

La configuración básica tiene tres columnas: en la primera están las tareas pendientes de ejecutar, en la segunda las tareas que se están ejecutando y en la última las que ya se han finalizado. Pero realmente se pueden tener tantas columnas como se necesite. Por ejemplo, en casa usamos esas tres, pero en el trabajo añadimos una columna extra antes de la última, que contiene las tareas en aceptación (tras haber sido realizadas, pasan a un estado en el que alguien debe validar que se ha hecho lo que se esperaba para luego pasarlas a finalizadas). Al buscar en Google Kanban Board o Tablero Kanban se ve que no son parecidos a la imagen que he puesto al principio. Suelen ser pizarras divididas y se usan posits para representar las tareas.

El «problema» de los tableros típicos es que si los posits no son de calidad se acaban cayendo. Además, nosotros solemos reutilizar todo el papel que podemos, así que hacemos tarjetas con papel usado y luego las pegábamos con cinta adhesiva, que no era muy práctico. Por eso, decidimos hacer nuestra propia versión: algo así como un tendedero de tareas.

En vez de trabajar en columnas trabajamos en filas (también nos permite leer las tareas de izquierda a derecha y de arriba a bajo, que es la forma natural de lectura). Y para hacerlo simplemente pusimos unos clavos e hilos de lana, usando un color distinto para cada posible estado, como se ve en esta foto, que está algo más ampliada. Y las tareas las sujetamos con mini pinzas de tender la ropa. Esto hace que no se caigan con tanta facilidad y nos permite usar cualquier papel, no tienen que ser posits o no tenemos que estar pegándolos.

Lo bueno de la herramienta, es que si la queremos probar podemos empezar sin esfuerzo. Por ejemplo, cuando nos mudamos hace un par de meses, para poder empezar a usarlo de forma inmediata, convertimos el mueble de uno de las habitaciones en un tablero Kanban. Lo normal es que cada columna lleve en la cabecera el nombre, para saber qué estado representa. Pero en casa llevamos tiempo usando este sistema, así que sabemos perfectamente qué significa cada columna. Así que el tiempo invertido para tener nuestro tablero fue CERO. 

Algunos «trucos» que nos van bien:

  • Tener un calendario cerca del tablero Ayuda mucho a planificar.
  • Estamos empezando a añadir una imagen que represente la tarea. Para que cuando Milagritos empiece a participar, que esperamos que sea antes de que empiece a leer, podrá asimilarlo mejor sin depender de que nosotros le leamos las tareas cada vez.
  • Quitamos las tareas de la última columna con cierta frecuencia, pero tampoco conviene tenerla siempre limpia. Puede dar la sensación de que no se avanza…
  • En el formato que propongo, en el que usamos un «tendedero de tareas», se puede poner al principio de cada estado una foto de la familia que represente dicho estado. 
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Un tablero Kanban para las tareas familiares

Un tablero Kanban es una herramienta tan sencilla como útil y eficaz para gestionar tareas. Básicamente se trata de un tablero dividido en columnas, donde cada columna representa uno de los estados en los que puede estar una tarea. Y en ellas se van colocando tarjetas con las descripciones de las tareas, que irán pasando de una columna a otra siguiendo el flujo de trabajo hasta estar completadas. Una de las grandes ventajas es que es una herramienta muy visual, y de un vistazo nos permite obtener mucha información, como por ejemplo, si se están acumulando las tareas.

La configuración básica tiene tres columnas: en la primera están las tareas pendientes de ejecutar, en la segunda las tareas que se están ejecutando y en la última las que ya se han finalizado. Pero realmente se pueden tener tantas columnas como se necesite. Por ejemplo, en casa usamos esas tres, pero en el trabajo añadimos una columna extra antes de la última, que contiene las tareas en aceptación (tras haber sido realizadas, pasan a un estado en el que alguien debe validar que se ha hecho lo que se esperaba para luego pasarlas a finalizadas). Al buscar en Google Kanban Board o Tablero Kanban se ve que no son parecidos a la imagen que he puesto al principio. Suelen ser pizarras divididas y se usan posits para representar las tareas.

El «problema» de los tableros típicos es que si los posits no son de calidad se acaban cayendo. Además, nosotros solemos reutilizar todo el papel que podemos, así que hacemos tarjetas con papel usado y luego las pegábamos con cinta adhesiva, que no era muy práctico. Por eso, decidimos hacer nuestra propia versión: algo así como un tendedero de tareas.

En vez de trabajar en columnas trabajamos en filas (también nos permite leer las tareas de izquierda a derecha y de arriba a bajo, que es la forma natural de lectura). Y para hacerlo simplemente pusimos unos clavos e hilos de lana, usando un color distinto para cada posible estado, como se ve en esta foto, que está algo más ampliada. Y las tareas las sujetamos con mini pinzas de tender la ropa. Esto hace que no se caigan con tanta facilidad y nos permite usar cualquier papel, no tienen que ser posits o no tenemos que estar pegándolos.

Lo bueno de la herramienta, es que si la queremos probar podemos empezar sin esfuerzo. Por ejemplo, cuando nos mudamos hace un par de meses, para poder empezar a usarlo de forma inmediata, convertimos el mueble de uno de las habitaciones en un tablero Kanban. Lo normal es que cada columna lleve en la cabecera el nombre, para saber qué estado representa. Pero en casa llevamos tiempo usando este sistema, así que sabemos perfectamente qué significa cada columna. Así que el tiempo invertido para tener nuestro tablero fue CERO. 

Algunos «trucos» que nos van bien:

  • Tener un calendario cerca del tablero Ayuda mucho a planificar.
  • Estamos empezando a añadir una imagen que represente la tarea. Para que cuando Milagritos empiece a participar, que esperamos que sea antes de que empiece a leer, podrá asimilarlo mejor sin depender de que nosotros le leamos las tareas cada vez.
  • Quitamos las tareas de la última columna con cierta frecuencia, pero tampoco conviene tenerla siempre limpia. Puede dar la sensación de que no se avanza…
  • En el formato que propongo, en el que usamos un «tendedero de tareas», se puede poner al principio de cada estado una foto de la familia que represente dicho estado. 
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Madres, padres y cuidadores están en el juego

Imagen de Dominik Gwarek

Ultimamente tengo más ideas para escribir en el blog que tiempo, pero hoy no voy a usar ninguna de ellas (que cada vez son más). Hoy me apetecía dar las gracias, porque otros han escrito cosas que hacen que me sienta dentro del juego… permítanme explicarme 😉

En los últimos meses mi mujer y yo hemos tenido que tomar muchas decisiones. Decisiones muy importantes…Y no hemos tomado ninguna de ellas a la ligera. Con respecto a Milagritos, para mí no fue sencillo renunciar a algunos de los hitos que había conseguido en mi profesión, en mi mejor momento. Y para M. no fue sencillo renunciar a pasar más tiempo con la niña, para poder coger un tren por el que había luchado mucho y que no sabía si volvería a pasar… No fuimos egoístas, pensamos en lo mejor para la familia y por supuesto…y sobre todo…lo mejor para la niña.
Aún así, nos hemos llegado a sentir culpables. En una corriente que busca la reafirmación de los derechos de las mujeres como madre, se ha dejado al padre fuera de juego. Lees blogs, artículos, incluso libros escritos por profesionales…y tienes la sensación de que si la niña no pasa los primeros años de su vida con su madre no crecerá sana.
La semana pasada me topé con una de esas lecturas que nos borra del mapa a los padres y cuidadores en general. Intentando entender por qué mi hija gritaba tanto, llegué a este artículo. En uno de los puntos explica que el bebé tratará de imitar las palabras que escucha a la madre. Pero no cometí el error de sentirme mal, o indignarme… me puse en contacto a través de Facebook con los responsables del portal. Les pregunté si tanto influía que fuera la madre, porque ese artículo dejaba fuera de juego a los padres. Me contestaron muy rápido diciendo que habría sido un desliz, que tenía razón en que nos dejaba fuera de juego y que lo intentarían editar cuanto antes… La página sigue igual, entiendo que lleva un proceso, pero la respuesta fue reconfortante. Además me hizo pensar que aunque poco pueda hacer, menos consigo sintiéndome mal. ¡Gracias!
Y ayer leí un artículo realmente gratificante. La Dra. Amalia Arce explicaba la importancia del vínculo de los cero a tres años. Me hizo sentir bien por el contenido, pues va muy en la línea de lo que pensamos M. y yo. Pero también por ver a una profesional hablar de paternidad y maternidad, padres y madres…y subrayo una frase que me encantó «La presencia de la madre, el padre o de una persona cuyo objetivo vital sea cuidar a ese pequeño va a ser fundamental en la base de todo lo que se va a construir después». Quita la losa que la sociedad pone a las madres…mete en el juego a los padres. Y va un punto más allá…sin dejar fuera a abuelos, amigos, o quién sea que se encargue de jugar ese papel. ¡Mil Gracias!
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Madres, padres y cuidadores están en el juego

Imagen de Dominik Gwarek

Ultimamente tengo más ideas para escribir en el blog que tiempo, pero hoy no voy a usar ninguna de ellas (que cada vez son más). Hoy me apetecía dar las gracias, porque otros han escrito cosas que hacen que me sienta dentro del juego… permítanme explicarme 😉

En los últimos meses mi mujer y yo hemos tenido que tomar muchas decisiones. Decisiones muy importantes…Y no hemos tomado ninguna de ellas a la ligera. Con respecto a Milagritos, para mí no fue sencillo renunciar a algunos de los hitos que había conseguido en mi profesión, en mi mejor momento. Y para M. no fue sencillo renunciar a pasar más tiempo con la niña, para poder coger un tren por el que había luchado mucho y que no sabía si volvería a pasar… No fuimos egoístas, pensamos en lo mejor para la familia y por supuesto…y sobre todo…lo mejor para la niña.
Aún así, nos hemos llegado a sentir culpables. En una corriente que busca la reafirmación de los derechos de las mujeres como madre, se ha dejado al padre fuera de juego. Lees blogs, artículos, incluso libros escritos por profesionales…y tienes la sensación de que si la niña no pasa los primeros años de su vida con su madre no crecerá sana.
La semana pasada me topé con una de esas lecturas que nos borra del mapa a los padres y cuidadores en general. Intentando entender por qué mi hija gritaba tanto, llegué a este artículo. En uno de los puntos explica que el bebé tratará de imitar las palabras que escucha a la madre. Pero no cometí el error de sentirme mal, o indignarme… me puse en contacto a través de Facebook con los responsables del portal. Les pregunté si tanto influía que fuera la madre, porque ese artículo dejaba fuera de juego a los padres. Me contestaron muy rápido diciendo que habría sido un desliz, que tenía razón en que nos dejaba fuera de juego y que lo intentarían editar cuanto antes… La página sigue igual, entiendo que lleva un proceso, pero la respuesta fue reconfortante. Además me hizo pensar que aunque poco pueda hacer, menos consigo sintiéndome mal. ¡Gracias!
Y ayer leí un artículo realmente gratificante. La Dra. Amalia Arce explicaba la importancia del vínculo de los cero a tres años. Me hizo sentir bien por el contenido, pues va muy en la línea de lo que pensamos M. y yo. Pero también por ver a una profesional hablar de paternidad y maternidad, padres y madres…y subrayo una frase que me encantó «La presencia de la madre, el padre o de una persona cuyo objetivo vital sea cuidar a ese pequeño va a ser fundamental en la base de todo lo que se va a construir después». Quita la losa que la sociedad pone a las madres…mete en el juego a los padres. Y va un punto más allá…sin dejar fuera a abuelos, amigos, o quién sea que se encargue de jugar ese papel. ¡Mil Gracias!
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Regalar será uno de sus regalos

Imagen de Valber Cortez

Estas serán las primeras Navidades de Milagrito. Faltan sólo un par de semanas para que, como el turrón, vuelva a casa y pueda estar con su familia. Y ésta, como si fuera el calendario de adviento, va tachando los días que faltan para poder estar con ella (sí, somos conscientes de que sus padres estamos en un segundo o tercer lugar 😛 )

Eso nos hace pensar en lo afortunada que es. A sus padres les va bien y por tanto no le falta de nada, ni siquiera tiempo, porque ella es siempre la prioridad. Entre abuelos, tíos, primos, amigos, … son muchas las personas que están deseando estar con ella… Y desde luego, tendrá más regalos de los que pueda necesitar, sobre todo porque es una niña que puede estar toda una tarde con una tapa, una botella de plástico, o lo que sea, siempre que sus padres también jueguen…

Por eso hemos decidido empezar este proyecto: uno de sus regalos será regalar. Cada año elegiremos una causa y destinaremos uno de sus regalos a ayudar a otros niños. Guardaremos todo lo relacionado con ese regalo (justificantes, cartas, descripción del proyecto, …) más una carta que le dejarán los Reyes Magos explicando su regalo, contándole que gracias a ella un niño sería un poco más feliz en Navidad.

Puede que sea ella la que un día incluya un regalo así en su carta. Puede que un día ella misma elija la causa… o por qué no, que tenga su propia causa. No lo sabemos, ni pretendemos decirle cómo debe ser o sentir. Pero tampoco pretendemos decirle si debe ser vegetariana o no cuando sea mayor y de momento elegimos lo que debe comer. Lo único que pretendemos es enseñarle a compartir, a ser consciente de la situación de otros para que sabiendo esto, cuando llegue el momento pueda elegir conscientemente cómo quiere ser. Algún día cogerá el archivador de los regalos y leerá la carta de cada año, las podrá comprender y podrá decidir si es algo que le gusta o no… pero ya lo habrá probado, igual que la comida.

Y para empezar, este año Milagrito será un «Rey Mago de verdad» gracias a esta maravillosa iniciativa, que le permitirá hacer llegar un regalo a otro niño, pero no cualquier regalo, sino el que él mismo ha pedido a Los Reyes. Merece la pena echar un vistazo a la web, la idea me ha parecido brillante y le doy las gracias a estas chicas por hacer cosas así.

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Regalar será uno de sus regalos

Imagen de Valber Cortez

Estas serán las primeras Navidades de Milagrito. Faltan sólo un par de semanas para que, como el turrón, vuelva a casa y pueda estar con su familia. Y ésta, como si fuera el calendario de adviento, va tachando los días que faltan para poder estar con ella (sí, somos conscientes de que sus padres estamos en un segundo o tercer lugar 😛 )

Eso nos hace pensar en lo afortunada que es. A sus padres les va bien y por tanto no le falta de nada, ni siquiera tiempo, porque ella es siempre la prioridad. Entre abuelos, tíos, primos, amigos, … son muchas las personas que están deseando estar con ella… Y desde luego, tendrá más regalos de los que pueda necesitar, sobre todo porque es una niña que puede estar toda una tarde con una tapa, una botella de plástico, o lo que sea, siempre que sus padres también jueguen…

Por eso hemos decidido empezar este proyecto: uno de sus regalos será regalar. Cada año elegiremos una causa y destinaremos uno de sus regalos a ayudar a otros niños. Guardaremos todo lo relacionado con ese regalo (justificantes, cartas, descripción del proyecto, …) más una carta que le dejarán los Reyes Magos explicando su regalo, contándole que gracias a ella un niño sería un poco más feliz en Navidad.

Puede que sea ella la que un día incluya un regalo así en su carta. Puede que un día ella misma elija la causa… o por qué no, que tenga su propia causa. No lo sabemos, ni pretendemos decirle cómo debe ser o sentir. Pero tampoco pretendemos decirle si debe ser vegetariana o no cuando sea mayor y de momento elegimos lo que debe comer. Lo único que pretendemos es enseñarle a compartir, a ser consciente de la situación de otros para que sabiendo esto, cuando llegue el momento pueda elegir conscientemente cómo quiere ser. Algún día cogerá el archivador de los regalos y leerá la carta de cada año, las podrá comprender y podrá decidir si es algo que le gusta o no… pero ya lo habrá probado, igual que la comida.

Y para empezar, este año Milagrito será un «Rey Mago de verdad» gracias a esta maravillosa iniciativa, que le permitirá hacer llegar un regalo a otro niño, pero no cualquier regalo, sino el que él mismo ha pedido a Los Reyes. Merece la pena echar un vistazo a la web, la idea me ha parecido brillante y le doy las gracias a estas chicas por hacer cosas así.

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Hojaldres de canela

Imagen propia

Hace unos días, mami trajo un dulce a casa que estaba muy bueno. Sabíamos que era típico de Lleida porque lo hemos visto en varios sitios, pero no sabíamos su nombre, por lo que no podía buscar la receta. Pero la verdad es que me apetecía hacer pruebas, ultimamente más que cocinar, hacemos la comida… así que ya que tenía un rato me puse a «inventar» a ver qué salía.

El dulce parecía un hojaldre finito, así que cogí como base esta receta de masa quebrada. Tamicé 200 gramos de harina, 30 gramos de azúcar moreno, una cucharadita de canela y la piel de medio limón (como dicen los que saben de esto, sin coger la parte blanca 😉 ) triturando durante 15 segundos a velocidad progresiva 5-10. A continuación eché 100 gramos de mantequilla (fría, recién sacada de la nevera) y 50 gramos de agua. Mezclándolo todo durante 15 segundos a velocidad 6.
Para poder trabajar la masa mejor, primero la tuve en la nevera durante media hora. Luego, la extendí bien, lo más fina que pude y una vez extendida, espolvoreé azúcar por encima, pasando luego el rodillo para que se incrustara  la masa.
Y por último, la iba cortando con unos moldes de galletas y friendo. Preferí usar aceite de girasol por tener un gusto más suave, ya que como ven la receta tampoco es que tenga una combinación de sabores explosivas y no quería que el aceite les hiciera sombra. Al sacarlos de la sartén volvía a espolvorear azúcar…
Desde luego no sabían igual que el dulce original, pero estaban muy buenos. Además me gusta esta receta porque se presta a prepararla con niños, así que ya tengo una idea más para dentro de unos meses 😉 Lleva muy poco tiempo de preparación y a los niños les encanta jugar con la masa. Uno de mis sobrinos, por ejemplo, cuando venía a casa no había forma de convencerlo para hacer otras cosas, el quería hacer crespillos… le encantaba. De hecho, ya hasta traía moldes de su casa cuando nos venía a visitar (vivíamos en islas distintas). Igual pruebo a hacerlos al horno, ya que es mucho más seguro si hay niños cerca…
Por cierto… los dulces eran Orelletes, y aquí tienen una receta.
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Hojaldres de canela

Imagen propia

Hace unos días, mami trajo un dulce a casa que estaba muy bueno. Sabíamos que era típico de Lleida porque lo hemos visto en varios sitios, pero no sabíamos su nombre, por lo que no podía buscar la receta. Pero la verdad es que me apetecía hacer pruebas, ultimamente más que cocinar, hacemos la comida… así que ya que tenía un rato me puse a «inventar» a ver qué salía.

El dulce parecía un hojaldre finito, así que cogí como base esta receta de masa quebrada. Tamicé 200 gramos de harina, 30 gramos de azúcar moreno, una cucharadita de canela y la piel de medio limón (como dicen los que saben de esto, sin coger la parte blanca 😉 ) triturando durante 15 segundos a velocidad progresiva 5-10. A continuación eché 100 gramos de mantequilla (fría, recién sacada de la nevera) y 50 gramos de agua. Mezclándolo todo durante 15 segundos a velocidad 6.
Para poder trabajar la masa mejor, primero la tuve en la nevera durante media hora. Luego, la extendí bien, lo más fina que pude y una vez extendida, espolvoreé azúcar por encima, pasando luego el rodillo para que se incrustara  la masa.
Y por último, la iba cortando con unos moldes de galletas y friendo. Preferí usar aceite de girasol por tener un gusto más suave, ya que como ven la receta tampoco es que tenga una combinación de sabores explosivas y no quería que el aceite les hiciera sombra. Al sacarlos de la sartén volvía a espolvorear azúcar…
Desde luego no sabían igual que el dulce original, pero estaban muy buenos. Además me gusta esta receta porque se presta a prepararla con niños, así que ya tengo una idea más para dentro de unos meses 😉 Lleva muy poco tiempo de preparación y a los niños les encanta jugar con la masa. Uno de mis sobrinos, por ejemplo, cuando venía a casa no había forma de convencerlo para hacer otras cosas, el quería hacer crespillos… le encantaba. De hecho, ya hasta traía moldes de su casa cuando nos venía a visitar (vivíamos en islas distintas). Igual pruebo a hacerlos al horno, ya que es mucho más seguro si hay niños cerca…
Por cierto… los dulces eran Orelletes, y aquí tienen una receta.
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Maravillosamente normal

Imagen de rigahouse

Hace algo más de siete meses que nos embarcamos en la aventura de ser padres. Y durante este tiempo, cada vez he ido siendo más consciente de lo devaluada que está la palabra «normal» cuando hablamos de niños.

Quizás sea porque somos padres primerizos, pero cada cosa que empieza a hacer la niña nos emociona. Cuando nos empezó a seguir con la mirada, a sonreír, a coger cosas, … TODO es un acontecimiento para nosotros. Y motivados por ese entusiasmo muchas veces lo queremos compartir. Es ahí cuando empiezas a verlo: «Pero eso es normal que lo haga ya», «Uy claro, fulanito lo hacía desde los X meses», … Que algo sea normal no hace que deje de ser maravilloso, no tiene ningún sentido que se le quite la importancia que tiene sólo por ser normal.

Pero ahí no queda la cosa. Si lo «normal» no tiene importancia, necesitamos que destaque. Nos gusta que nuestros niños sean más grandes, hablen más pronto, caminen antes, … Y por eso empiezan las odiosas comparaciones.

No es habitual escuchar frases como «mi hijo/sobrino/nieto/… va feliz al colegio porque le encanta aprender». Lo que nos gusta decir es «ha sacado un diez en lengua», «es el más listo de la clase», … Incluso, a ciertas edades, «es el más travieso» nos puede valer… mientras sea «el más» en algo…

Y eso es lo que vende. He perdido la cuenta de cuántos artículos del tipo «los niños que se crían con lactancia materna serán más inteligentes»… y los que estudian música, juegan al ajedrez, tienen una madre con caderas anchas (sí… eso también influye por lo visto), etc… A veces creo que si mi hija hiciera todo esto, acabaría con una indigestión de inteligencia.

Afortunadamente, he comprobado que no es sólo una impresión mía. En esta entrada de Facebook vi un cartel con una frase simplemente genial: Los niños necesitan ser felices, no «ser los mejores». Poco más hay que decir… Porque aunque se me dibuje una sonrisa al escuchar que la niña está grande, no quiero perder el rumbo… y esta frase es un buen faro.

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Maravillosamente normal

Imagen de rigahouse

Hace algo más de siete meses que nos embarcamos en la aventura de ser padres. Y durante este tiempo, cada vez he ido siendo más consciente de lo devaluada que está la palabra «normal» cuando hablamos de niños.

Quizás sea porque somos padres primerizos, pero cada cosa que empieza a hacer la niña nos emociona. Cuando nos empezó a seguir con la mirada, a sonreír, a coger cosas, … TODO es un acontecimiento para nosotros. Y motivados por ese entusiasmo muchas veces lo queremos compartir. Es ahí cuando empiezas a verlo: «Pero eso es normal que lo haga ya», «Uy claro, fulanito lo hacía desde los X meses», … Que algo sea normal no hace que deje de ser maravilloso, no tiene ningún sentido que se le quite la importancia que tiene sólo por ser normal.

Pero ahí no queda la cosa. Si lo «normal» no tiene importancia, necesitamos que destaque. Nos gusta que nuestros niños sean más grandes, hablen más pronto, caminen antes, … Y por eso empiezan las odiosas comparaciones.

No es habitual escuchar frases como «mi hijo/sobrino/nieto/… va feliz al colegio porque le encanta aprender». Lo que nos gusta decir es «ha sacado un diez en lengua», «es el más listo de la clase», … Incluso, a ciertas edades, «es el más travieso» nos puede valer… mientras sea «el más» en algo…

Y eso es lo que vende. He perdido la cuenta de cuántos artículos del tipo «los niños que se crían con lactancia materna serán más inteligentes»… y los que estudian música, juegan al ajedrez, tienen una madre con caderas anchas (sí… eso también influye por lo visto), etc… A veces creo que si mi hija hiciera todo esto, acabaría con una indigestión de inteligencia.

Afortunadamente, he comprobado que no es sólo una impresión mía. En esta entrada de Facebook vi un cartel con una frase simplemente genial: Los niños necesitan ser felices, no «ser los mejores». Poco más hay que decir… Porque aunque se me dibuje una sonrisa al escuchar que la niña está grande, no quiero perder el rumbo… y esta frase es un buen faro.

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Crónicas de un cambio I

Imagen de el menda

Es la primera vez desde que nació la niña que voy a pasar una noche lejos de ella. Y paradójicamente creo que va a ser la noche que peor voy a dormir. Pero todo tiene su lado bueno… saco un rato para escribir.

Este está siendo el año de los cambios. Primero nos estrenamos como padres y ahora nos mudamos a la península. La carrera profesional de mi mujer la lleva hasta allí y como funcionamos como un gran equipo, nos vamos en familia. Así que aquí estoy, buscando la que será nuestra casa en los próximos años.

Esta es la segunda vez que hago un cambio así. Hace unos ocho años fue entre islas, para ir a vivir con la que hoy es mi mujer. Y como siempre, la experiencia es un grado y te hace ver las cosas de forma diferente.

La primera vez me resultó realmente duro. Acostumbrado a estar con amigos de los de toda la vida. Acostumbrado a tener siempre cerca a una familia a la que quiero y necesito… Acostumbrado a una rutina… el cambio no fue fácil para mí. Correr era más divertido cuando lo hacía con mis amigos… pescar solo ni me lo planteaba… lo que me gustaba hacer, me gustaba porque lo hacía con mi gente.

Pero maduras… y aprendes que no pierdes la relación con esa gente. Sólo debes saber llevarla en la distancia. Y además conoces a más gente, y empiezas a disfrutar de otras rutinas… y ves que hay otros sitios en los que te gusta correr, y más gente con la que te gusta correr, y que hay gente a la que acabas queriendo mucho a la que les gusta pescar. Y ves que cuando puedas estar con la gente que ahora está un poco más lejos, no ha cambiado nada y la relación sigue igual.

Así que este cambio será diferente. Es cierto que no vuelvo con las personas a las que dije hasta luego hace unos años…sino que te alejas un poco más. Y que además dices hasta luego a más gente que ahora también son importante. Pero también es cierto que estoy convencido que seguirán estando ahí. Y eso lo hace más fácil.

La foto de la entrada es especial para mí, porque me hace pensar que los cambios también traen cosas muy buenas. Hacer el camino de Santiago con un gran amigo fue una experiencia extraordinaria. Y lo conocí gracias al cambio… eso me hace afrontar con optimismo la situación.

Digamos que he aprendido que no poder saber dónde estaré en unos años no es malo… si tengo razones para no poder olvidar donde he estado. Y que cuando en una relación hay sentimientos sinceros, la distancia no le puede. Y un buen ejemplo de esto es mi hermana: tenemos cada vez más complicidad y el cariño mutuo es cada vez mayor, por mucha agua que haya de por medio.

Así que empiezo esta nueva etapa con la tristeza de no estar cerca pero la tranquilidad que da que siempre estaremos cerca.

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Crónicas de un cambio I

Imagen de el menda

Es la primera vez desde que nació la niña que voy a pasar una noche lejos de ella. Y paradójicamente creo que va a ser la noche que peor voy a dormir. Pero todo tiene su lado bueno… saco un rato para escribir.

Este está siendo el año de los cambios. Primero nos estrenamos como padres y ahora nos mudamos a la península. La carrera profesional de mi mujer la lleva hasta allí y como funcionamos como un gran equipo, nos vamos en familia. Así que aquí estoy, buscando la que será nuestra casa en los próximos años.

Esta es la segunda vez que hago un cambio así. Hace unos ocho años fue entre islas, para ir a vivir con la que hoy es mi mujer. Y como siempre, la experiencia es un grado y te hace ver las cosas de forma diferente.

La primera vez me resultó realmente duro. Acostumbrado a estar con amigos de los de toda la vida. Acostumbrado a tener siempre cerca a una familia a la que quiero y necesito… Acostumbrado a una rutina… el cambio no fue fácil para mí. Correr era más divertido cuando lo hacía con mis amigos… pescar solo ni me lo planteaba… lo que me gustaba hacer, me gustaba porque lo hacía con mi gente.

Pero maduras… y aprendes que no pierdes la relación con esa gente. Sólo debes saber llevarla en la distancia. Y además conoces a más gente, y empiezas a disfrutar de otras rutinas… y ves que hay otros sitios en los que te gusta correr, y más gente con la que te gusta correr, y que hay gente a la que acabas queriendo mucho a la que les gusta pescar. Y ves que cuando puedas estar con la gente que ahora está un poco más lejos, no ha cambiado nada y la relación sigue igual.

Así que este cambio será diferente. Es cierto que no vuelvo con las personas a las que dije hasta luego hace unos años…sino que te alejas un poco más. Y que además dices hasta luego a más gente que ahora también son importante. Pero también es cierto que estoy convencido que seguirán estando ahí. Y eso lo hace más fácil.

La foto de la entrada es especial para mí, porque me hace pensar que los cambios también traen cosas muy buenas. Hacer el camino de Santiago con un gran amigo fue una experiencia extraordinaria. Y lo conocí gracias al cambio… eso me hace afrontar con optimismo la situación.

Digamos que he aprendido que no poder saber dónde estaré en unos años no es malo… si tengo razones para no poder olvidar donde he estado. Y que cuando en una relación hay sentimientos sinceros, la distancia no le puede. Y un buen ejemplo de esto es mi hermana: tenemos cada vez más complicidad y el cariño mutuo es cada vez mayor, por mucha agua que haya de por medio.

Así que empiezo esta nueva etapa con la tristeza de no estar cerca pero la tranquilidad que da que siempre estaremos cerca.

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Mamá con artritis…

Imagen de dsigning

No hace mucho encontré el libro Mujer y artritis reumatoide: El valor de una vida. Este libro es parte de una campaña llevada a cabo por la Sociedad Española de Reumatología y la fundación Abbott para concienciar a la población sobre la enfermedad. El libro recoge diez casos reales vistos desde tres perspectivas: las pacientes, las especialistas en reumatología y famosas en diversos ámbitos (actrices, deportistas, …)

Me pareció una iniciativa muy interesante, porque probablemente haya muchas personas que no conozcan esta enfermedad. Y también creo que hay muchas personas que aún conociéndola, si no la han vivido de cerca, no la entienden. Yo la he vivido de cerca, y creo que hoy es un buen día, el día de la madre, para hablar un poco de ella.

Para una persona, sobre todo si es joven, se hace muy duro que haya algún periodo (brotes) en los que tienen que pedir ayuda para tareas cotidianas como hacerse una coleta, abrir una botella de agua, cambiarse de ropa, … Se trata de una enfermedad crónica para la que no hay cura. Los tratamientos tratan de evitar las consecuencias degenerativas o los síntomas, pero no curan la enfermedad, por lo que el dolor será siempre un compañero de viaje para quienes la sufren. Se trata de una enfermedad discapacitante, así que siempre habrá días en los que necesiten ayuda… y esto es duro.

Pero la parte física no lo es todo. Como decía, muchas personas no entienden lo que significa convivir con esta enfermedad. Y quienes lo entendemos, a veces se nos olvida… y esto les afecta. Porque les exigimos un poco más… que acaben sus estudios, que mejoren en su profesión, que avance unos kilómetros más en un camino… Nos obsesionamos con el tramo que les queda por recorrer sin pensar en lo que les ha costado andar el que ya han recorrido. Y sin quererlo, generamos frustración, vergüenza, …

Y mucho más… porque hay mucho más. Pero esta no es la parte que quería contar. Lo que realmente me gustaría contar hoy es que también hay una parte positiva. Porque siempre hay que buscar el lado positivo de las cosas.

En el caso de mi mujer, la enfermedad le ha obligado a aprender a sobreponerse. Ha entrenado su capacidad de sacrificio por así decirlo. Cuando estaba estudiando, llegué a ver como tenía que soltar el bolígrafo al escribir dos o tres líneas porque no soportaba el dolor en las manos. Pero no se levantaba, no se compadecía, no renunciaba… estiraba un poco los dedos, respiraba hondo e iba a por las dos o tres líneas siguientes. Este es sólo un ejemplo de cómo ha afrontado ella su enfermedad y su vida.

Con ella aprendí que en la vida lo realmente importante no es lo rápido que hagas el camino, sino lo claro que tengas el destino. Y podría hacer mía una frase que escribió Dani Rovira en un libro de Jesús Callejas: He aprendido con él (ella) que las toallas son para secarse el sudor, pero nunca para tirarlas.

Varias personas me han dicho que lo que más les gusta de ella es que siempre tiene una sonrisa en la cara. Hay que tener unos HUEVOS muy grandes para sonreír también cuando pasas por un brote. Hay que tenerlos bien puesto para no abandonar cuando las cosas van cuesta arriba. Y ella lo consigue.

Porque ha ido consiguiendo lo que se ha ido proponiendo. Sus dos grandes logros han sido ser madre, para lo que estuvo más de un año dejando sus tratamientos y aguantando las consecuencias. Y terminar la carrera de medicina y poder elegir plaza para especializarse.

Y lo que me hace realmente feliz. Lo que hace que me sienta un tipo afortunado… no es que los médicos la llamen colega. O los pacientes doctora. Para mí lo realmente maravilloso es que mi hija la llamará MAMÁ.

¡FELICIDADES!

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Mamá con artritis…

Imagen de dsigning

No hace mucho encontré el libro Mujer y artritis reumatoide: El valor de una vida. Este libro es parte de una campaña llevada a cabo por la Sociedad Española de Reumatología y la fundación Abbott para concienciar a la población sobre la enfermedad. El libro recoge diez casos reales vistos desde tres perspectivas: las pacientes, las especialistas en reumatología y famosas en diversos ámbitos (actrices, deportistas, …)

Me pareció una iniciativa muy interesante, porque probablemente haya muchas personas que no conozcan esta enfermedad. Y también creo que hay muchas personas que aún conociéndola, si no la han vivido de cerca, no la entienden. Yo la he vivido de cerca, y creo que hoy es un buen día, el día de la madre, para hablar un poco de ella.

Para una persona, sobre todo si es joven, se hace muy duro que haya algún periodo (brotes) en los que tienen que pedir ayuda para tareas cotidianas como hacerse una coleta, abrir una botella de agua, cambiarse de ropa, … Se trata de una enfermedad crónica para la que no hay cura. Los tratamientos tratan de evitar las consecuencias degenerativas o los síntomas, pero no curan la enfermedad, por lo que el dolor será siempre un compañero de viaje para quienes la sufren. Se trata de una enfermedad discapacitante, así que siempre habrá días en los que necesiten ayuda… y esto es duro.

Pero la parte física no lo es todo. Como decía, muchas personas no entienden lo que significa convivir con esta enfermedad. Y quienes lo entendemos, a veces se nos olvida… y esto les afecta. Porque les exigimos un poco más… que acaben sus estudios, que mejoren en su profesión, que avance unos kilómetros más en un camino… Nos obsesionamos con el tramo que les queda por recorrer sin pensar en lo que les ha costado andar el que ya han recorrido. Y sin quererlo, generamos frustración, vergüenza, …

Y mucho más… porque hay mucho más. Pero esta no es la parte que quería contar. Lo que realmente me gustaría contar hoy es que también hay una parte positiva. Porque siempre hay que buscar el lado positivo de las cosas.

En el caso de mi mujer, la enfermedad le ha obligado a aprender a sobreponerse. Ha entrenado su capacidad de sacrificio por así decirlo. Cuando estaba estudiando, llegué a ver como tenía que soltar el bolígrafo al escribir dos o tres líneas porque no soportaba el dolor en las manos. Pero no se levantaba, no se compadecía, no renunciaba… estiraba un poco los dedos, respiraba hondo e iba a por las dos o tres líneas siguientes. Este es sólo un ejemplo de cómo ha afrontado ella su enfermedad y su vida.

Con ella aprendí que en la vida lo realmente importante no es lo rápido que hagas el camino, sino lo claro que tengas el destino. Y podría hacer mía una frase que escribió Dani Rovira en un libro de Jesús Callejas: He aprendido con él (ella) que las toallas son para secarse el sudor, pero nunca para tirarlas.

Varias personas me han dicho que lo que más les gusta de ella es que siempre tiene una sonrisa en la cara. Hay que tener unos HUEVOS muy grandes para sonreír también cuando pasas por un brote. Hay que tenerlos bien puesto para no abandonar cuando las cosas van cuesta arriba. Y ella lo consigue.

Porque ha ido consiguiendo lo que se ha ido proponiendo. Sus dos grandes logros han sido ser madre, para lo que estuvo más de un año dejando sus tratamientos y aguantando las consecuencias. Y terminar la carrera de medicina y poder elegir plaza para especializarse.

Y lo que me hace realmente feliz. Lo que hace que me sienta un tipo afortunado… no es que los médicos la llamen colega. O los pacientes doctora. Para mí lo realmente maravilloso es que mi hija la llamará MAMÁ.

¡FELICIDADES!

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A los hijos se les quiere con el corazón… y de eso también tenemos los hombres

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Puede que sea por el cambio hormonal que dicen que sufrimos los padres. O el efecto de dormir poco… O que me hago viejo… El caso es que cada vez me indigna más el papel que se supone que jugamos los padres en esta sociedad.

Y tenía que haberlo sospechado mucho antes de que naciera mi hija, ya que la publicidad ya va dejando las cosas claras. Basta con ver los productos en cualquier sección de bebés: en la mayoría se ve a una mujer con un niño. Y en los pocos en los que aparece un hombre, lo más frecuente es que esté distante, observando a la mujer y el niño, como protegiéndoles. Sólo falta ponernos con pieles y una lanza en la mano.

Pero lo cierto es que hasta que no se es padre, tampoco nos fijamos mucho en ese tipo de productos, así que cuando nace tu hija te coge por sorpresa que mucha gente se dirija sólo a la madre cuando vas a comprar algo para la niña, pedir información…Mi mujer ha tenido que decir en alguna tienda: realmente es él el que lo quiere, o el que más lo va a usar…Para mí es igual o peor que ir a comprar un coche con ella y que el comercial se dirija sólo a mí.

Y esto no es algo que pase sólo en la lejanía de la publicidad o la distancia de un empleado al que no conoces…En el calor de la familia y las amistades también pasa. Y muchas veces el padre se vuelve invisible cuando la gente pregunta qué tal están…Es cierto que no sufrimos el parto (sí, pero no en primera persona). Y como de pequeños nos enseñan que los hombres no lloran y son fuertes, tampoco importa cosas como que apenas duermas un par de horas al día y estés cogiendo un coche para ir a trabajar…O que todo sea nuevo y a veces te supere el miedo a que puedas estar haciendo algo mal o a que le pueda pasar algo a lo que más quieres en este mundo.

Pero todo es soportable, hasta que intuyes que alguien piensa que su madre la va a bañar mejor que tú. La va a vestir mejor que tú…o se lo va a hacer todo mejor que tú, porque la madre es la madre. Ahí me cabreo por la parte que me afecta a mí. Y me entristezco por la parte que le afecta a mi mujer. La sociedad sigue cargando esa loza machista sobre ella. Puestos a sacrificar una carrera profesional…¿con quién estaría mejor la niña?

En fin…Me voy con mi hija, que aunque en la publicidad no aparezca, los padres también besamos, bañamos, cuidamos, alimentamos, amamos, … a nuestros hijos.

¡Feliz día del padre!

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A los hijos se les quiere con el corazón… y de eso también tenemos los hombres

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Puede que sea por el cambio hormonal que dicen que sufrimos los padres. O el efecto de dormir poco… O que me hago viejo… El caso es que cada vez me indigna más el papel que se supone que jugamos los padres en esta sociedad.

Y tenía que haberlo sospechado mucho antes de que naciera mi hija, ya que la publicidad ya va dejando las cosas claras. Basta con ver los productos en cualquier sección de bebés: en la mayoría se ve a una mujer con un niño. Y en los pocos en los que aparece un hombre, lo más frecuente es que esté distante, observando a la mujer y el niño, como protegiéndoles. Sólo falta ponernos con pieles y una lanza en la mano.

Pero lo cierto es que hasta que no se es padre, tampoco nos fijamos mucho en ese tipo de productos, así que cuando nace tu hija te coge por sorpresa que mucha gente se dirija sólo a la madre cuando vas a comprar algo para la niña, pedir información…Mi mujer ha tenido que decir en alguna tienda: realmente es él el que lo quiere, o el que más lo va a usar…Para mí es igual o peor que ir a comprar un coche con ella y que el comercial se dirija sólo a mí.

Y esto no es algo que pase sólo en la lejanía de la publicidad o la distancia de un empleado al que no conoces…En el calor de la familia y las amistades también pasa. Y muchas veces el padre se vuelve invisible cuando la gente pregunta qué tal están…Es cierto que no sufrimos el parto (sí, pero no en primera persona). Y como de pequeños nos enseñan que los hombres no lloran y son fuertes, tampoco importa cosas como que apenas duermas un par de horas al día y estés cogiendo un coche para ir a trabajar…O que todo sea nuevo y a veces te supere el miedo a que puedas estar haciendo algo mal o a que le pueda pasar algo a lo que más quieres en este mundo.

Pero todo es soportable, hasta que intuyes que alguien piensa que su madre la va a bañar mejor que tú. La va a vestir mejor que tú…o se lo va a hacer todo mejor que tú, porque la madre es la madre. Ahí me cabreo por la parte que me afecta a mí. Y me entristezco por la parte que le afecta a mi mujer. La sociedad sigue cargando esa loza machista sobre ella. Puestos a sacrificar una carrera profesional…¿con quién estaría mejor la niña?

En fin…Me voy con mi hija, que aunque en la publicidad no aparezca, los padres también besamos, bañamos, cuidamos, alimentamos, amamos, … a nuestros hijos.

¡Feliz día del padre!

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Un paquete de pañales y dos kilos de paciencia… por favor

Imagen de danjaeger

No sé si soy un buen padre… llevo poco tiempo en el gremio y además, no sería la persona más adecuada para determinarlo. Lo que sí tengo claro es que voy a intentar serlo. Y en ese camino, ya he aprendido algo: la paciencia es un ingrediente indispensable.

Hace un par de días, tras darle el bibe a Milagrito iba a cambiarle el pañal y la ropa. Una tarea sencilla, que no tendría que llevar más de diez minutos, así que ya estaba planeando qué iba a hacer a continuación… ¡¡QUÉ ERROR!!

Al quitarle el pañal, veo que no ha hecho caca, cosa rara en ella porque tras cada comida, con precisión alemana, la mujer se queda a gusto. Así que decido esperar un poco, porque estoy seguro de que se lo va a hacer… Pero no le veo intenciones y tampoco la iba a tener ahí todo el día, así que le pongo un pañal limpio y le cambio la ropa. Cuando estaba abrochando el último clip del body, que no eran pocos, escucho el temido «PHHSRRR»…¡LO SABÍA!

Así que vuelvo a desabrochar lo justo para quitar el pañal, la limpio bien, seco, pongo cremita (porque estos días le estamos poniendo)…y justo en ese instante que ella sabe que soy vulnerable (PORQUE LO SABE), que es el momento en el que quitas el pañal viejo y vas a poner el nuevo…. ¡¡LA MEADA DE LA VIDA!!

Al ser a escape libre, coge el body a la altura de la espalda, recién lavadito, dobladito y puesto…Así que a empezar el ciclo. Si se tratara de cualquier otra cosa, ya tendría suficiente como para acordarme del santoral completo, los doce apóstoles y algunos de sus colegas…Pero es mi niña y hasta me río.

Vuelvo al punto de partida, pero esta vez con la tranquilidad de saber que ya no le queda munición… ¡¡QUÉ ERROR!! Mi confianza hace que me coja desprevenido, y cuando estaba como vino al mundo, se vuelve a hacer caca…con alegría, no una simple pedorruta…¡NO!…una cagada en toda regla que deja un reguero de mierda en el cambiador…

Y ahí estoy yo, que me había arrimado un poco para esquivar un buche, luego para esquivar una meada y ahora tenía que esquivar una montaña de MIERDA… y el cambiador no es infinito. Así que improviso un cambiador en la cama…y vuelvo a empezar…¡OTRA VEZ!

Y los diez minutos se convirtieron en una hora…Así que voy aprendiendo: los niños tienen sus propios ritmos. Y ahora intento organizarme con tiempos relativos. Por ejemplo, digo: cuando termine con el bibe (sin tiempo previsto) haré tal cosa, si me da tiempo…y si no…bueno, ¡qué importa! Lo importante es que se coma su bibe y yo disfrute dándoselo.

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Un paquete de pañales y dos kilos de paciencia… por favor

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No sé si soy un buen padre… llevo poco tiempo en el gremio y además, no sería la persona más adecuada para determinarlo. Lo que sí tengo claro es que voy a intentar serlo. Y en ese camino, ya he aprendido algo: la paciencia es un ingrediente indispensable.

Hace un par de días, tras darle el bibe a Milagrito iba a cambiarle el pañal y la ropa. Una tarea sencilla, que no tendría que llevar más de diez minutos, así que ya estaba planeando qué iba a hacer a continuación… ¡¡QUÉ ERROR!!

Al quitarle el pañal, veo que no ha hecho caca, cosa rara en ella porque tras cada comida, con precisión alemana, la mujer se queda a gusto. Así que decido esperar un poco, porque estoy seguro de que se lo va a hacer… Pero no le veo intenciones y tampoco la iba a tener ahí todo el día, así que le pongo un pañal limpio y le cambio la ropa. Cuando estaba abrochando el último clip del body, que no eran pocos, escucho el temido «PHHSRRR»…¡LO SABÍA!

Así que vuelvo a desabrochar lo justo para quitar el pañal, la limpio bien, seco, pongo cremita (porque estos días le estamos poniendo)…y justo en ese instante que ella sabe que soy vulnerable (PORQUE LO SABE), que es el momento en el que quitas el pañal viejo y vas a poner el nuevo…. ¡¡LA MEADA DE LA VIDA!!

Al ser a escape libre, coge el body a la altura de la espalda, recién lavadito, dobladito y puesto…Así que a empezar el ciclo. Si se tratara de cualquier otra cosa, ya tendría suficiente como para acordarme del santoral completo, los doce apóstoles y algunos de sus colegas…Pero es mi niña y hasta me río.

Vuelvo al punto de partida, pero esta vez con la tranquilidad de saber que ya no le queda munición… ¡¡QUÉ ERROR!! Mi confianza hace que me coja desprevenido, y cuando estaba como vino al mundo, se vuelve a hacer caca…con alegría, no una simple pedorruta…¡NO!…una cagada en toda regla que deja un reguero de mierda en el cambiador…

Y ahí estoy yo, que me había arrimado un poco para esquivar un buche, luego para esquivar una meada y ahora tenía que esquivar una montaña de MIERDA… y el cambiador no es infinito. Así que improviso un cambiador en la cama…y vuelvo a empezar…¡OTRA VEZ!

Y los diez minutos se convirtieron en una hora…Así que voy aprendiendo: los niños tienen sus propios ritmos. Y ahora intento organizarme con tiempos relativos. Por ejemplo, digo: cuando termine con el bibe (sin tiempo previsto) haré tal cosa, si me da tiempo…y si no…bueno, ¡qué importa! Lo importante es que se coma su bibe y yo disfrute dándoselo.

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Tengo super poderes: Soy padre

Espero sentarme con calma a escribir cómo fue la llegada al mundo de Milagrito… Pero ahora quería contar lo que empecé a descubrir en ese mismo momento.

Hasta el 15 de Febrero, yo no había cogido a un bebé que no mantuviera más o menos bien el cuello por miedo a hacerle daño. Hasta ese día, una noche en la que me despertara un par de veces, era una mala noche y me costaba muchísimo aguantar despierto el día siguiente, … Hasta ahí, era un chico normal.

Pero mi hija, que tenía prisas por conocer este mundo, me cambió por completo desde ese mismo instante en el que nació.

Al ser prematura, todos nos decían que era fundamental el contacto, que nos sintiera, que nos escuchara, … Así que cuando me dijeron que si quería darle el primer biberón no podía ni quería decir que no. Y me asustaba cogerla y hacerle daño. Me asustaba verla con un respirador en su pequeña nariz… Me asustaba tirar de la sonda gástrica, o lastimarla con la vía… Pero ahí ya empezaba a notar el cambio que ella estaba provocando en mí: mi miedo no importaba. Mis lágrimas ya no tenían sentido…  Así que la cogí, y le hablé, y la besé… y le conté que su madre pronto la iría a ver. Y le dije lo guapa que era, … Y ella comía… Así que las lágrimas se transformaron en sonrisas con cada uno de sus buches. Y el miedo en alegría cuando le quitaron la sonda al ver que comía bien.

Con una niña preciosa que luchaba con fuerzas y pronto no necesitó ninguna de esas mangueras que la rodeaban. Y una mujer que aunque lo pasó realmente mal, cuando por fin pude verla tras su cesárea mantenía la sonrisa como una campeona y se aseguraba de que su hija estuviera bien antes de saber cómo estaba ella… Con esas dos joyas en mi vida, era consciente de mi nuevo super poder: Soy padre. Y ahora sé que sería capaz de cualquier cosa por ellas.

Y tras 36 horas sin dormir, nunca me había sentido tan fuerte. Y le siguieron varios días en la silla de un hospital, descansando a ratos cuando se podía, pero sintiendo cada vez más fuerza, porque mis chicas se recuperaban.

El sueño ya no me hace tanto efecto… El miedo ya no me paraliza si se trata de estar con ellas… No es uno de esos super poderes que te ayudan a proteger el mundo. Pero sí sirve para proteger nuestro mundo y hacer todo lo posible para que ellas sean felices.

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Tengo super poderes: Soy padre

Espero sentarme con calma a escribir cómo fue la llegada al mundo de Milagrito… Pero ahora quería contar lo que empecé a descubrir en ese mismo momento.

Hasta el 15 de Febrero, yo no había cogido a un bebé que no mantuviera más o menos bien el cuello por miedo a hacerle daño. Hasta ese día, una noche en la que me despertara un par de veces, era una mala noche y me costaba muchísimo aguantar despierto el día siguiente, … Hasta ahí, era un chico normal.

Pero mi hija, que tenía prisas por conocer este mundo, me cambió por completo desde ese mismo instante en el que nació.

Al ser prematura, todos nos decían que era fundamental el contacto, que nos sintiera, que nos escuchara, … Así que cuando me dijeron que si quería darle el primer biberón no podía ni quería decir que no. Y me asustaba cogerla y hacerle daño. Me asustaba verla con un respirador en su pequeña nariz… Me asustaba tirar de la sonda gástrica, o lastimarla con la vía… Pero ahí ya empezaba a notar el cambio que ella estaba provocando en mí: mi miedo no importaba. Mis lágrimas ya no tenían sentido…  Así que la cogí, y le hablé, y la besé… y le conté que su madre pronto la iría a ver. Y le dije lo guapa que era, … Y ella comía… Así que las lágrimas se transformaron en sonrisas con cada uno de sus buches. Y el miedo en alegría cuando le quitaron la sonda al ver que comía bien.

Con una niña preciosa que luchaba con fuerzas y pronto no necesitó ninguna de esas mangueras que la rodeaban. Y una mujer que aunque lo pasó realmente mal, cuando por fin pude verla tras su cesárea mantenía la sonrisa como una campeona y se aseguraba de que su hija estuviera bien antes de saber cómo estaba ella… Con esas dos joyas en mi vida, era consciente de mi nuevo super poder: Soy padre. Y ahora sé que sería capaz de cualquier cosa por ellas.

Y tras 36 horas sin dormir, nunca me había sentido tan fuerte. Y le siguieron varios días en la silla de un hospital, descansando a ratos cuando se podía, pero sintiendo cada vez más fuerza, porque mis chicas se recuperaban.

El sueño ya no me hace tanto efecto… El miedo ya no me paraliza si se trata de estar con ellas… No es uno de esos super poderes que te ayudan a proteger el mundo. Pero sí sirve para proteger nuestro mundo y hacer todo lo posible para que ellas sean felices.

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