La semana pasada Pau inició la pre-temporada con su club, el Cambrils Unió CF. Esta año cambia de categoría y pasa a alevín. En su club hasta benjamín se entrenan 2 días por semana, pero a partir de alevín son 3 tardes. En nuestro caso particular será lunes, miércoles y viernes.
Además como portero en su club hace un entrenamiento específico con el resto de porteros. La temporada pasada coincidía con el entreno de equipo y así entrenaba un día con sus compañeros y otro con los porteros. Pero este año da la casualidad que no coinciden al haberse programado los martes. A todo esto se le une que a nuestro hijo le encanta poder ir a la escuela de porteros para hacer tecnificación, lo que sumaría un quinto día de entreno a la semana.
Empieza la temporada y nos encontramos con realidad de que si queremos cumplir al 100% todos los entrenamientos, Pau tendría todas las tardes laborables ocupadas con el fútbol, a parte del partido del fin de semana. Partiendo de que en casa no creemos que su futuro profesional pase por el fútbol, vemos algo exagerado esa alta ocupación de las tardes, sobre todo pensando en la escuela.
¿Influirá tanto entrenar en el rendimiento académico?
Pau , hasta día de hoy, es buen estudiante y eso es lo que de verdad nos importa. ¿Podría esa alta ocupación en la actividad deportiva extra-escolar influir en su rendimiento académico? Si la respuesta fuera clara, tanto en sentido negativo como positivo, podríamos obrar en consecuencia. Si no influyera y el niño asumiera el esfuerzo de compaginar entrenamientos junto con hacer deberes y estudiar, ningún problema. Pero si en caso contrario su rendimiento académico pudiera verse alterado por el fútbol, nos plantaríamos reducir los días de entrenamiento. Pero cómo la respuesta depende de cómo el chico asuma la responsabilidad de combinar ambos, no podemos saberlo hasta probarlo.
¿Y que opina nuestro hijo al respecto?
Lo primero que hemos hecho es preguntar a Pau que es lo que quiere hacer. A día de hoy, que todavía está de vacaciones escolares, su respuesta es que no le importa entrenar cada día. Otro gallo cantará cuando empiece el colegio y el cansancio de madrugar, estudiar y jugar en el patio, haga que llegue a la tarde con las energías más justa que ahora.
¿Es exclusivo del fútbol este «problema»?
Sólo hace falta hablar con diferentes familias para preguntarles sobre las actividades extra-escolares de sus hijos y darse cuenta que lo del fútbol no es algo raro. ¿Cuanto entrenan los chicos/as que se dedican a la natación, a la gimnasia, al patinaje artístico, al tennis, al baloncesto, al balonmano o cualquier otro deporte? Pues invierten muchas horas y muchas tardes. ¿Y lo que no són deportes, como la música o estudiar idiomas? Lo mismo.
Nos encontramos que los jóvenes de hoy en día, tras salir del colegio, tienen múltiples actividades que se suman a los deberes y horas de estudio para exámenes. Sé que hay escuelas que no mandan deberes, pero no és el caso de la que acude Pau. Así que lo primero es plantearse si nuestro hijo/a puede asumir todas esas «obligaciones».
¿Y que vamos a hacer al respecto?
Os explico lo que por el momento nosotros tenemos pensado. Hasta que empiece el cole, como no hay otra cosa que hacer, entrenará todos los días. Pero esto será sólo la primera quincena de septiembre. A partir de ahí depende de cómo lo lleve Pau. Nuestra idea es renunciar a un día de entreno de equipo por lo menos. La tecnificación de porteros con su club sería interesante no saltarla y la escuela de porteros es muy útil para su formación como portero. A partir de ahí, si baja las buenas notas que ha sacado hasta el momento por falta de horas para estudiar o si vemos que va muy cansado, nos plantearemos si es necesario alguna reducción más.
El tiempo dirá si hacemos bien o no.
La reflexión final
Toda esta problemática me hace preguntarme si forzamos demasiado la máquina de los chicos/as con tantas extra-escolares o si, al contrario, los sobre-protegemos al no querer que asuman la responsabilidad del esfuerzo para afrontar los estudios junto con una actividad «lúdica» que ellos han decidido hacer.
Al final creo que es algo muy personal de cada chico/a, y ellos han de saber si pueden asumir ambas obligaciones. Nosotros como padres debemos ser los jueces que determinen si una actividad está restando a la otra y si creemos conveniente implicarnos para que la actividad principal, en nuestro caso los estudios, no se vea influenciada de forma negativa por la actividad extra-escolar.
Ser padre no es nada fácil y siempre debes tomar decisiones respecto a tus hijos. A medida que estos crecen, ellos se han de implicar en estas decisiones, asumiendo responsabilidades, pero nuestra presencia paternal debe seguir presente a modo de «guía espiritual».
Seguramente nuestra problemática pasa en la mayoría de casas, sea con fútbol cómo con otros deportes o actividades. ¿Como lleváis vosotros la relación entre escuela y actividad extra-escolar? Os invitamos a darnos vuestra opinión.
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