Viernes dando la nota #201: Descontrol

Cortito y al pie. E improvisando. Salgo del colegio, saludando a las otras madres y padres, cada uno pensando ya en sus tareas después de haber dejado a buen recaudo allí a sus criaturas. Sonrisas, y algún que otro ¿qué tal? rápido. Hoy la policía local ha pensado que necesitábamos de sus servicios para organizar la llegada y partida de coches, así que el consensuado descontrol diario se convierte en caos total y prisas. Solo ha faltado que lloviera. Vuelvo al coche, que he tenido que aparcar una calle más abajo. Pescadería, frutería, el pan… Hoy no desayuno hasta bien entrada la mañana, pero hasta que llego a casa voy al ritmo que me marcan canciones, rocanrol, y algún que otro anuncio de seguros intercalado en medio. Recojo los restos del zafarrancho mientras me caliento el café. Me siento por fin, con la mente en blanco, y enciendo la radio como el que no quiere la cosa…

WAN!

Cambios de ritmo, gritos y acordes distorsionados. Así arranco, como si soltara el embrague solo a medias, dando gas. Me apetece este ruido, ahora, aquí, con el café ya casi frío, y la pantalla llena de cosas a medio abrir, revisar y cerrar. Al menos hasta que encuentre medio segundo de sentido, y se sincronicen pestañas, notificaciones, avisos, clicks, clicks, clicks… Este descontrol no es consensuado, es personal, solo mío, pero es donde me encuentro cómodo, más a gusto. Uno de los sitios donde soy un poco más feliz (¿se dice así?).

TU!

El o la que reconozca aquí la canción original, tiene mi admiración. Yo, por mi parte, me quedo con esta versión. Pasa como con tantas cosas, el descontrol me permite zapatear a otro ritmo. Cambiar de sentido, darle la vuelta, leer del revés en cada espejo. Quizás es solo espejismo, o simplemente que no me encuentro sin mi otra parte, mi ancla, mi constante. Quizás este pequeño caos me droga, no es más que mi particular ‘botón del pánico’, algo que me quita de en medio mientras llega el cambio de turno. Estoy deseando que llegue la noche…

ZRI!

«Buenas noches!», dice Coque Malla. Yo estoy deseando que llegue. Y que me duren estas ganas de ruido y de zapatear. Hoy tres versiones –tenéis los enlaces a las originales también–, a otro ritmo, sembrando descontrol, batería y distorsión, el ruido que me arranca. Es encender la radio, como el que no quiere la cosa, y… ♫ laaa, la ra la la, la laaa, ♪♬ la ra la la, la láaaa ♫♪…

FOR!

Sigo improvisando. Deseando que llegue la noche, y aún me queda toda la tarde por delante en el trabajo. Benditos auriculares… Perdonad mis desvaríos y mi descontrol. La semana que viene, más. Sed libres.

¡Feliz #VDLN! ¡Y que la Fuerza os acompañe!
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Viernes dando la nota #201: Descontrol

Cortito y al pie. E improvisando. Salgo del colegio, saludando a las otras madres y padres, cada uno pensando ya en sus tareas después de haber dejado a buen recaudo allí a sus criaturas. Sonrisas, y algún que otro ¿qué tal? rápido. Hoy la policía local ha pensado que necesitábamos de sus servicios para organizar la llegada y partida de coches, así que el consensuado descontrol diario se

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Mochilas infantiles molonas de Busquets

Nunca he sido bueno para los estudios, ni me ha gustado ir al colegio, y aun ahora, aunque sigo estudiando, hay algo que siempre me ha apasionado, y es, estrenar mochila o llevar una mochila molona! Y no me refiero a estas mochilas comerciales tipicas sobre esa patinadora tan famosa o esos dibujos que estan […]

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Fabricando Robots con mi hijo

Estos días estoy participando como alumno en un interesantísimo curso de Domestika titulado Ilustración para no ilustradores e impartido por César Evangelista, alias Mr. Kone. En una de las clases prácticas estamos creando collages con imágenes bajadas de Internet. Para hacer mi práctica le he pedido ayuda a mi hijo Leo. Le he pedido que me […]

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Fabricando Robots con mi hijo

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El peligro de los juguetes inteligentes

Los juguetes inteligentes son aquellos capaces de generar interacción con nuestros hijos como intercambiar frases, reproducir algo que dicen o hasta «vomitar y hacer popó» (como algunos bebotes inteligentes). Sin embargo, su atractivo está sesgado por varias desventajas, pero la principal de ellas es que recopilan información de su propietario y son considerados por muchos gobiernos como una «potencial amenaza a la seguridad de los ciudadanos».

Incluso hace unas semanas ordenaron en Alemania que se destruya a la muñeca Mi amiga Cayla por la recolección ilegal de datos y quienes se negaran a hacerlo tendrían que pagar una multa de 25.000 euros. Seguir leyendo

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El peligro de los juguetes inteligentes

Los juguetes inteligentes son aquellos capaces de generar interacción con nuestros hijos como intercambiar frases, reproducir algo que dicen o hasta «vomitar y hacer popó» (como algunos bebotes inteligentes). Sin embargo, su atractivo está sesgado por varias desventajas, pero la principal de ellas es que recopilan información de su propietario y son considerados por muchos gobiernos como una «potencial amenaza a la seguridad de los ciudadanos».

Incluso hace unas semanas ordenaron en Alemania que se destruya a la muñeca Mi amiga Cayla por la recolección ilegal de datos y quienes se negaran a hacerlo tendrían que pagar una multa de 25.000 euros. Seguir leyendo

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¿ES LA HORA DEL FEMINISMO PARA EL PSOE?

S

Siempre he pensado que la tarea esencial del feminismo no ha sido ni es coser las prendas rotas o remendar las vestimentas deterioradas. Eso es más bien lo que les ha tocado  hacer a las mujeres en el reparto de funciones mediante el que el patriarcado ha consolidado el dominio masculino.  Es decir, mientras que nosotros luchábamos por la patria, ellas cosían las banderas. Las teóricas y activistas feministas, de las que continúo aprendiendo cada día, y que me obligan permanentemente a revisar mi posición privilegiada y los paradigmas que siempre me beneficiaron como varón, me han enseñado que el objetivo del feminismo es diseñar otro patrón y poner las bases de otro tipo de pacto. Es decir,  no asumir el traje masculino y ajustarlo para que le siente bien a ellas sino articular, desde la teoría y la praxis, un nuevo modelo de subjetividades y de relaciones entre ellas que haga posible de una vez por todas la equivalencia política de los géneros.

Ese ambicioso horizonte supone someter a un proceso crítico y a una posterior reconstrucción todas las estructuras de poder que durante siglos han condicionado el estatuto político de la mitad femenina. Un proceso que en este momento supone nada más y nada menos que combatir las profundas desigualdades que genera la perversa alianza entre neoliberalismo y patriarcado. Este debería ser, sin duda, el principal reto que asumiera una izquierda desnortada y que parece no tener muy claro que lo que daría sentido a su proyecto sería convertir en central lo que la política neoliberal insiste en mantener en la periferia. De ahí la necesidad de que el feminismo, que es sin duda la propuesta teórica y emancipadora más revolucionaria que podamos imaginar, se convierta en el eje principal de unas fuerzas políticas que andan a la deriva, entre otras cosas, porque han sido incapaces de asumir que el eje de la igualdad de género debe ser la palanca que haga saltar por los aires todos los aparatos de poder que continúan sosteniendo al depredador masculino. Un depredador que, no lo olvidemos, también siempre ha habitado en la izquierda y al que, por supuesto, también imitan muchas mujeres que entienden que la única manera de alcanzar y ejercer el poder es reproducir los patrones de conducta de sus colegas varones.

Por todo ello, pienso que, a diferencia de lo que una de las candidaturas a la secretaría del PSOE ha bautizado como “La hora de las mujeres”,  lo que el socialismo debería asumir de una vez por todas es que esta debería ser la hora del feminismo. Lo cual pasa por revisar no solo quién ocupa el poder sino también cómo lo ejerce y de acuerdo con qué prioridades. Ello no supone exigir a las mujeres un plus de méritos políticos y morales, ya que tienen el derecho fundamental a ser como mínimo igual de malas que nosotros, pero sí, cuando está en juego todo un proyecto político, exigir que las reglas del juego respondan a los objetivos que podríamos resumir en lo que Nancy Fraser llama “justicia de género”. Y eso implica no simplemente que haya una presencia paritaria de mujeres y hombres en el poder sino también, y sobre todo, que unas y otros dejen de usarlo de acuerdo con los parámetros masculinos y con la visión androcéntrica que acaba reduciendo a la igualdad a una cuestión de mera asimilación.  Lo contrario nos llevaría al absurdo de, por ejemplo, valorar positivamente los liderazgos de Marie Le Pen o Angela Merkel simplemente por el hecho de ser mujeres. No se trata, como diría Susan Sarandon, de votar solo con la vagina sino de confiar en quienes  luchan por subvertir un juego cuyo manual de instrucciones ya no nos sirve.  El reto, insisto, muy especialmente para la izquierda, no es solo que haya más mujeres ejerciendo el poder, sino que haya cada vez más mujeres capaces de situar  la agenda feminista como prioridad absoluta e innegociable.

Esa es, o debería ser, una de las grandes cuestiones que deberían estar planteándose en el seno de un PSOE que, sin embargo, parece más pendiente de los liderazgos personalistas y de la cultura de trincheras que del objetivo de ser en el siglo XXI el partido que más y mejor se comprometa con la igualdad de mujeres y hombres. Lo cual supone, insisto, plantarle cara al liberalismo salvaje, a las reglas patriarcales que siguen dominando lo público y a la falsa creencia de que la simple presencia de una mujer en el poder es capaz de darle la vuelta a un mundo hecho a imagen y semejanza de los varones y de quienes, con independencia de su sexo, son cómplices del sistema. Mucho me temo que si el partido no asume como principal bandera esta lucha continuará sumando argumentos para situarse en la irrelevancia.

Publicado en THE HUFFINGTON POST, (16 de mayo de 2017)I
http://www.huffingtonpost.es/octavio-salazar/es-la-hora-del-feminismo-para-el-psoe_a_22081089/?utm_hp_ref=es-homepage

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¿ES LA HORA DEL FEMINISMO PARA EL PSOE?

S

Siempre he pensado que la tarea esencial del feminismo no ha sido ni es coser las prendas rotas o remendar las vestimentas deterioradas. Eso es más bien lo que les ha tocado  hacer a las mujeres en el reparto de funciones mediante el que el patriarcado ha consolidado el dominio masculino.  Es decir, mientras que nosotros luchábamos por la patria, ellas cosían las banderas. Las teóricas y activistas feministas, de las que continúo aprendiendo cada día, y que me obligan permanentemente a revisar mi posición privilegiada y los paradigmas que siempre me beneficiaron como varón, me han enseñado que el objetivo del feminismo es diseñar otro patrón y poner las bases de otro tipo de pacto. Es decir,  no asumir el traje masculino y ajustarlo para que le siente bien a ellas sino articular, desde la teoría y la praxis, un nuevo modelo de subjetividades y de relaciones entre ellas que haga posible de una vez por todas la equivalencia política de los géneros.

Ese ambicioso horizonte supone someter a un proceso crítico y a una posterior reconstrucción todas las estructuras de poder que durante siglos han condicionado el estatuto político de la mitad femenina. Un proceso que en este momento supone nada más y nada menos que combatir las profundas desigualdades que genera la perversa alianza entre neoliberalismo y patriarcado. Este debería ser, sin duda, el principal reto que asumiera una izquierda desnortada y que parece no tener muy claro que lo que daría sentido a su proyecto sería convertir en central lo que la política neoliberal insiste en mantener en la periferia. De ahí la necesidad de que el feminismo, que es sin duda la propuesta teórica y emancipadora más revolucionaria que podamos imaginar, se convierta en el eje principal de unas fuerzas políticas que andan a la deriva, entre otras cosas, porque han sido incapaces de asumir que el eje de la igualdad de género debe ser la palanca que haga saltar por los aires todos los aparatos de poder que continúan sosteniendo al depredador masculino. Un depredador que, no lo olvidemos, también siempre ha habitado en la izquierda y al que, por supuesto, también imitan muchas mujeres que entienden que la única manera de alcanzar y ejercer el poder es reproducir los patrones de conducta de sus colegas varones.

Por todo ello, pienso que, a diferencia de lo que una de las candidaturas a la secretaría del PSOE ha bautizado como “La hora de las mujeres”,  lo que el socialismo debería asumir de una vez por todas es que esta debería ser la hora del feminismo. Lo cual pasa por revisar no solo quién ocupa el poder sino también cómo lo ejerce y de acuerdo con qué prioridades. Ello no supone exigir a las mujeres un plus de méritos políticos y morales, ya que tienen el derecho fundamental a ser como mínimo igual de malas que nosotros, pero sí, cuando está en juego todo un proyecto político, exigir que las reglas del juego respondan a los objetivos que podríamos resumir en lo que Nancy Fraser llama “justicia de género”. Y eso implica no simplemente que haya una presencia paritaria de mujeres y hombres en el poder sino también, y sobre todo, que unas y otros dejen de usarlo de acuerdo con los parámetros masculinos y con la visión androcéntrica que acaba reduciendo a la igualdad a una cuestión de mera asimilación.  Lo contrario nos llevaría al absurdo de, por ejemplo, valorar positivamente los liderazgos de Marie Le Pen o Angela Merkel simplemente por el hecho de ser mujeres. No se trata, como diría Susan Sarandon, de votar solo con la vagina sino de confiar en quienes  luchan por subvertir un juego cuyo manual de instrucciones ya no nos sirve.  El reto, insisto, muy especialmente para la izquierda, no es solo que haya más mujeres ejerciendo el poder, sino que haya cada vez más mujeres capaces de situar  la agenda feminista como prioridad absoluta e innegociable.

Esa es, o debería ser, una de las grandes cuestiones que deberían estar planteándose en el seno de un PSOE que, sin embargo, parece más pendiente de los liderazgos personalistas y de la cultura de trincheras que del objetivo de ser en el siglo XXI el partido que más y mejor se comprometa con la igualdad de mujeres y hombres. Lo cual supone, insisto, plantarle cara al liberalismo salvaje, a las reglas patriarcales que siguen dominando lo público y a la falsa creencia de que la simple presencia de una mujer en el poder es capaz de darle la vuelta a un mundo hecho a imagen y semejanza de los varones y de quienes, con independencia de su sexo, son cómplices del sistema. Mucho me temo que si el partido no asume como principal bandera esta lucha continuará sumando argumentos para situarse en la irrelevancia.

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Jugando a restaurar

Una de las pocas cosas que hicimos durante las vacaciones de semana santa, además de desconectar del todo, fue restaurar una bicicleta G.A.C de más de 30 años, que había abandonada en un rincón.

Es una bicicleta con historia, ya que es la que usaron mamacangreja y sus dos hermanas para aprender a montar en bicicleta. Después, años y años de abandono, grasa seca, hojas, polen de ciprés, y tiempo, mucho tiempo.

En la imagen podéis ver un trozo ya limpio y detrás como estaba el resto de la bicicleta. Tampoco penséis que hemos hecho una restauración total al estilo «joyas sobre ruedas». No, hemos desmontado las piezas principales, le hemos dado una buena limpieza a toda la bicicleta. Aunque hemos puesto especial empeño en las ruedas, los radios, la cadena, etc.

No hemos pulido ni pintado la bicicleta, tampoco hemos cambiado los faros delanteros y traseros, aunque supongo que será difícil, si no imposible encontrar otros en buen estado sin gastarnos una pasta. Lo que sí hemos buscado y reemplazado son las cámaras y las cubiertas. No penséis, no todas las tiendas de bicicletas tienen ruedas para estas bicicletas. Pero por suerte, después de buscar por internet, encontré una tienda en Castellón que tenía, así que fuimos y nos hicimos con las nuevas y flamantes ruedas.

Después simplemente nos dedicamos a limpiar, limpiar y limpiar. Y una vez la bicicleta estaba limpia, engrasada y con las ruedas en perfectas condiciones era el momento de probarla. Mamacangreja la primera claro, se la veía emocionada, supongo que la abordarían muchos recuerdos con cada pedalada.

Ahora, ya tenemos la bicicleta con la que aprenderá cangrejito, que todavía no sabe y se nos resiste un poco, pero aprenderá y después seguro que no quiere bajar.

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Jugando a restaurar

Una de las pocas cosas que hicimos durante las vacaciones de semana santa, además de desconectar del todo, fue restaurar una bicicleta G.A.C de más de 30 años, que había abandonada en un rincón.

Es una bicicleta con historia, ya que es la que usaron mamacangreja y sus dos hermanas para aprender a montar en bicicleta. Después, años y años de abandono, grasa seca, hojas, polen de ciprés, y tiempo, mucho tiempo.

En la imagen podéis ver un trozo ya limpio y detrás como estaba el resto de la bicicleta. Tampoco penséis que hemos hecho una restauración total al estilo «joyas sobre ruedas». No, hemos desmontado las piezas principales, le hemos dado una buena limpieza a toda la bicicleta. Aunque hemos puesto especial empeño en las ruedas, los radios, la cadena, etc.

No hemos pulido ni pintado la bicicleta, tampoco hemos cambiado los faros delanteros y traseros, aunque supongo que será difícil, si no imposible encontrar otros en buen estado sin gastarnos una pasta. Lo que sí hemos buscado y reemplazado son las cámaras y las cubiertas. No penséis, no todas las tiendas de bicicletas tienen ruedas para estas bicicletas. Pero por suerte, después de buscar por internet, encontré una tienda en Castellón que tenía, así que fuimos y nos hicimos con las nuevas y flamantes ruedas.

Después simplemente nos dedicamos a limpiar, limpiar y limpiar. Y una vez la bicicleta estaba limpia, engrasada y con las ruedas en perfectas condiciones era el momento de probarla. Mamacangreja la primera claro, se la veía emocionada, supongo que la abordarían muchos recuerdos con cada pedalada.

Ahora, ya tenemos la bicicleta con la que aprenderá cangrejito, que todavía no sabe y se nos resiste un poco, pero aprenderá y después seguro que no quiere bajar.

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