La vida padre

la vida padre #mesPADRE

#mesPADRE – La vida padre

Cuando tenía unos diez años llegué a decir en una de esas discusiones entre renacuajos en el patio del colegio que mi padre tenía un Fórmula 1. Y en mi casa ni había coche, la cuestión era lo de menos, pero había que quedar por encima. Y la barbaridad más disparatada y gorda ganaba.

Cuando tenía unos veinte años no era más que un niñato egoísta y machista, como todos, y la idea que competir y quedar por encima de todas y todos, incluso de mi padre, permanecía ahí. Aún no había aprendido nada, y seguía con las barbaridades. Con veinte años la idea de tener hijos no entraba ni en mis pesadillas, bastante tenía con serlo. Hasta que llegué a treintañero no empecé a ser realmente consciente de lo que iba todo esto. Supongo que parte de culpa la tiene la Maestra-Jedi. Rayando los cuarenta me convertí en padre, de mellizos.

Han pasado los años, y lo que antes no pasaba ni por mi imaginación ahora es mi día a día. Una vida llena de dudas, de intensidad, de preocupaciones, de responsabilidad, cansancio, tareas, culpabilidad, miedos, caos. Y de sorpresas, ilusiones, gozo, y diversión. ¿Esto era la vida padre? Recuerdo que era una expresión para definir al que lograba el éxito en la vida, y ya no tenía más preocupaciones ni ocupaciones. Nos la habían vendido como un objetivo a conseguir, una vida regalada, fácil y ociosa. Hoy me pregunto: ¿y la vida madre?

No estoy seguro de si la expresión vida padre se refiere a disfrutar de las comodidades de un párroco, pero para el caso… Sí imagino que en otros tiempos, la figura del progenitor se acerca más a esa idea, la del padre proveedor, defensor de la familia y dictador de justicia, ese que no tiene que ocuparse de la crianza, la intendencia y, sobre todo, los cuidados. Que alguno habría, sí, pero no se trata de eso, ya sabemos que #notallmen… No niego que aquellos padres se deslomaran en sus trabajos, y tuvieran una existencia de esfuerzo y sacrificios. Pero las que seguro que no tenían una vida padre eran las que se encargaban de la crianza, de la intendencia, y, sobretodo, de los cuidados.

La paternidad es una construcción, y los hombres como género nos hemos estado agarrando a la excusa biológica y la educación heredada del sistema para escurrir el bulto y tener nuestra propia versión de una vida padre durante generaciones. Ahora voy acercándome a los cincuenta, y mi idea de esa vida ideal ha variado mucho con los años. Ojalá pudiera, pudiéramos, disfrutar de algo más de descanso y desahogo, pero hoy no cambiaría muchos lujos por vivir la paternidad plenamente, y sin la carga de las culpas o los remordimientos por no ser un buen padre. Un buen hombre. Ser consciente, aprender, educarse y educar, compartir. Sentir la alegría de cuidar y acompañar a mis críos y a mi mujer. Cuidarlos y no sentirme mal, no sentir el sacrificio, aunque exista. Involucrarme, responsabilizarme. Mostrar, enseñar y aprender sentimientos. Y disfrutar de ellos. El tiempo de calidad no existe, es sólo una excusa más. Ninguno podemos ser la madre o el padre perfectos, pero sí podemos intentar ser mejores. Yo sigo aprendiendo.

Me voy acercando a los cincuenta. Y no cambio esa vida padre.

JM y sus padawan dándose la vida padre

¡Que la Fuerza os acompañe!

P.D.1: Hoy es 7 de marzo, el cumpleaños de mi padre. Este post de #mesPADRE también va dedicado a él. Muchas felicidades, Papá. Te quiero.

P.D.2: Mañana es 8-M.

JM

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