"Estimado" Sr. Gallardón

Llevo un tiempo pensando en escribir sobre la polémica Ley de Protección de la Vida del Concebido, más conocida como la Reforma de la Ley del Aborto. Al tratarse de un asunto bastante sensible, he estado reprimiendo las ganas de desahogarme, pero después de la publicación de un Informe por parte del Ministerio de Justicia sobre las «bondades» de dicha reforma, no he podido contenerme por más tiempo. 

Embrión humano a los 21 días
de ser concebido. Vía: Flickr

Lo primero que me llama la atención es que la Ley parta del Ministerio de Justicia. En mi humilde opinión, no creo que sea competencia de este ministerio, sino del de Sanidad, como todo aquello que afecta a la maternidad. Pero claro, siempre impone más respeto y autoridad la Justicia que la Sanidad. 

En este documento se recoge que la restricción del aborto a las mujeres será positivo para España «por los beneficios económicos del incremento de la natalidad». Si lo que se busca es ese incremento de la natalidad, ¿no sería mejor incentivar más las bajas maternales, dar ayudas por nacimiento de hijo, aumentar los permisos maternal y paternal, crear más guarderías públicas, animar a las empresas a fomentar la conciliación familiar-laboral, …? De alguna manera hay que tratar de vender esta reforma y, en estos días todo lo que se haga en pro de la mejora económica parece que está justificado, o al menos, así lo creen ellos. Más adelante, en el mismo texto, se reconoce que «el impacto económico es difícilmente cuantificable». Teoría desmontada en el propio informe. 
Por ahora, tampoco permite el aborto aunque la vida del feto sea inviable o exista la posibilidad de que el bebé fallezca al poco de nacer. Si ya es bastante duro saber que vas a perder a un bebé que puede que llevaras tiempo buscando, además debes llevarlo dentro de ti, sentirlo y notarlo durante los 9 meses siguientes, alargando así un final inevitable. Gracias por hacerlo todo más fácil.
El único margen que permite la Ley para poder interrumpir el embarazo es cuando exista un grave riesgo de daño psíquico para la madre. En este caso, este daño deberá ser acreditado por dos médicos distintos, de distintos centros sanitarios y que no sean los mismos que van a practicar la interrupción. Una vez pasados los exámenes médicos, la mujer deberá reflexionar durante siete días. A lo mejor el Ministerio de Sanidad se plantea recomendar, durante esa semana de meditación, la lectura del libro «Cásate y sé sumisa». Así, además de pensarte bien lo de abortar, a ver si se te quita de tu cabezota la estúpida idea esa de trabajar y te dedicas a estar en casa y a cuidar de tu marido, que es para lo que estás en este mundo.
Vía: Editorial NuevoInicio

Pero la parte que más me llama la atención es cuando afirma que «protege la libertad de decisión de la mujer». Debe referirse a la libertad de elegir el nombre de la futura criatura, porque quieras o no quieras, lo vas a tener. Libertad es la que creen que tienen ellos para imponer sus normas morales. Libertad es la que tienen para manipular los datos: otro objetivo principal del informe era reducir el número de abortos, porque la actual ley no lo había logrado. Sin embargo, a los tres días de la publicación, el Ministerio de Sanidad saca a la luz los datos del 2013, en los que se observa un claro descenso. ¿Casualidad que se publiquen tres días después? No nos engañemos, en política no existen las casualidades.
Realmente han querido ver un problema donde no lo había. La sociedad no demandaba una reforma de la ley vigente, no había polémica sobre el tema… Y además, en un asunto tan delicado, lo correcto sería buscar un consenso con el pueblo o, al menos con los partidos de la oposición, pero ni siquiera dentro del propio gobierno están todos de acuerdo con esta reforma.

No estoy ni a favor ni en contra del aborto, nunca me he posicionado al repecto. Creo que es difícil mantener una postura firme hasta no verte en la situación y valorar las distintas posibilidades. Lo que sí tengo claro es que si algún día me encuentro ante esa complicada decisión, podré aconsejar y dar mi opinión, pero la última palabra correspondería a mi mujer, que es la que va a llevar a esa futura vida en su interior. Con esto quiero decir que si yo, como marido y futuro padre de la criatura no puedo obligar a ser madre a una mujer que no quiere serlo, mucho menos puede hacerlo usted, Sr. Gallardón.

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"Estimado" Sr. Gallardón

Llevo un tiempo pensando en escribir sobre la polémica Ley de Protección de la Vida del Concebido, más conocida como la Reforma de la Ley del Aborto. Al tratarse de un asunto bastante sensible, he estado reprimiendo las ganas de desahogarme, pero después de la publicación de un Informe por parte del Ministerio de Justicia sobre las «bondades» de dicha reforma, no he podido contenerme por más tiempo. 

Embrión humano a los 21 días
de ser concebido. Vía: Flickr

Lo primero que me llama la atención es que la Ley parta del Ministerio de Justicia. En mi humilde opinión, no creo que sea competencia de este ministerio, sino del de Sanidad, como todo aquello que afecta a la maternidad. Pero claro, siempre impone más respeto y autoridad la Justicia que la Sanidad. 

En este documento se recoge que la restricción del aborto a las mujeres será positivo para España «por los beneficios económicos del incremento de la natalidad». Si lo que se busca es ese incremento de la natalidad, ¿no sería mejor incentivar más las bajas maternales, dar ayudas por nacimiento de hijo, aumentar los permisos maternal y paternal, crear más guarderías públicas, animar a las empresas a fomentar la conciliación familiar-laboral, …? De alguna manera hay que tratar de vender esta reforma y, en estos días todo lo que se haga en pro de la mejora económica parece que está justificado, o al menos, así lo creen ellos. Más adelante, en el mismo texto, se reconoce que «el impacto económico es difícilmente cuantificable». Teoría desmontada en el propio informe. 
Por ahora, tampoco permite el aborto aunque la vida del feto sea inviable o exista la posibilidad de que el bebé fallezca al poco de nacer. Si ya es bastante duro saber que vas a perder a un bebé que puede que llevaras tiempo buscando, además debes llevarlo dentro de ti, sentirlo y notarlo durante los 9 meses siguientes, alargando así un final inevitable. Gracias por hacerlo todo más fácil.
El único margen que permite la Ley para poder interrumpir el embarazo es cuando exista un grave riesgo de daño psíquico para la madre. En este caso, este daño deberá ser acreditado por dos médicos distintos, de distintos centros sanitarios y que no sean los mismos que van a practicar la interrupción. Una vez pasados los exámenes médicos, la mujer deberá reflexionar durante siete días. A lo mejor el Ministerio de Sanidad se plantea recomendar, durante esa semana de meditación, la lectura del libro «Cásate y sé sumisa». Así, además de pensarte bien lo de abortar, a ver si se te quita de tu cabezota la estúpida idea esa de trabajar y te dedicas a estar en casa y a cuidar de tu marido, que es para lo que estás en este mundo.
Vía: Editorial NuevoInicio

Pero la parte que más me llama la atención es cuando afirma que «protege la libertad de decisión de la mujer». Debe referirse a la libertad de elegir el nombre de la futura criatura, porque quieras o no quieras, lo vas a tener. Libertad es la que creen que tienen ellos para imponer sus normas morales. Libertad es la que tienen para manipular los datos: otro objetivo principal del informe era reducir el número de abortos, porque la actual ley no lo había logrado. Sin embargo, a los tres días de la publicación, el Ministerio de Sanidad saca a la luz los datos del 2013, en los que se observa un claro descenso. ¿Casualidad que se publiquen tres días después? No nos engañemos, en política no existen las casualidades.
Realmente han querido ver un problema donde no lo había. La sociedad no demandaba una reforma de la ley vigente, no había polémica sobre el tema… Y además, en un asunto tan delicado, lo correcto sería buscar un consenso con el pueblo o, al menos con los partidos de la oposición, pero ni siquiera dentro del propio gobierno están todos de acuerdo con esta reforma.

No estoy ni a favor ni en contra del aborto, nunca me he posicionado al repecto. Creo que es difícil mantener una postura firme hasta no verte en la situación y valorar las distintas posibilidades. Lo que sí tengo claro es que si algún día me encuentro ante esa complicada decisión, podré aconsejar y dar mi opinión, pero la última palabra correspondería a mi mujer, que es la que va a llevar a esa futura vida en su interior. Con esto quiero decir que si yo, como marido y futuro padre de la criatura no puedo obligar a ser madre a una mujer que no quiere serlo, mucho menos puede hacerlo usted, Sr. Gallardón.

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Teta + colecho = felices sueños

Todavía recuerdo cuando, poco antes de que «diéramos» a luz, todo el mundo me decía: «Se acabó lo bueno, ahora toca no dormir». Lamento comunicaros que, como en otras muchas cosas, estabais  equivocados. A día de hoy, las noches malas que hemos pasado, suman la friolera de dos. Y completamente justificadas. Le estaban saliendo los dientes y se le juntó con que cogió frío y tenía unas décimas de fiebre. ¡¡Cuántas veces nos entran ganas de llorar a los adultos por un simple dolor de muelas!! Imagínate un diente que se tiene que abrir camino rompiendo la encía, sumado al malestar de la fiebre. Pues eso, justificado. 
La receta para conseguir esto es bien sencilla: teta y colecho. 
Por suerte para nosotros, la enana se enganchó al pecho a los dos minutos de nacer y, después de un año, sigue siendo una auténtica «yonki» de la leche. Al principio, la metíamos en la cuna (una cuna de colecho, sin uno de los laterales, pegada y sujeta a nuestra cama), pero la primera vez que mi mujer la cogía a media noche para darle de mamar, se dormían las dos y amanecía todos las mañanas con nosotros. Al final, decidimos saltarnos ese paso y directamente la metíamos en nuestra cama. 
De nuevo comenzamos a escuchar críticas sobre esta práctica. «Tened cuidado, podéis aplastarla mientras dormís». Equivocados otra vez. La niña sigue viva y, no sólo no la hemos aplastado, sino que muchas veces es ella la que acaba durmiendo sobre nosotros. 
«Como se acostumbre ya no la sacáis de vuestra cama nunca». Hombre, yo creo que, como muy tarde, a eso de los 20 años ya tendrá ganas de dormir en su propia cama. Y si no, pues nada, yo tan feliz. A lo mejor tenemos que comprar una cama más grande, pero no hay mayor problema. 
«Es súper incómodo dormir con ellos con lo que se mueven». Sí, pero no. Es algo que no sé cómo explicarlo. Llamadme loco si queréis, pero cuando a media noche te despiertas con una rodilla incrustada en tu espalda, o durmiendo al borde de la cama, tu mujer en la otra punta, y ella completamente estirada ocupando todo el espacio que su pequeño cuerpo le permite, estás incómodo, sí, pero no sé por qué extraña razón, sientes cierto placer. Además, para compensar, te levantas una mañana y te la encuentras durmiendo encima de tu pecho. La única incomodidad que esto tiene, es el tener que cambiar la funda de la almohada que has llenado de babas.
«Ahora a madrugar todos los días». En eso habéis acertado de pleno, me toca madrugar para ir a currar. Y ahí se quedan las dos, tan a gusto en la cama. En este caso no sé si influirá el colecho y la lactancia o simplemente hemos tenido suerte, pero la niña es una auténtica manta. Para ella madrugar significa levantarse a las 10:00. Es otra cosa que no termino de entender: ¿por qué hay que acostar a los niños a las 8 de la tarde? Entiendo que si tienen que ir a la guardería y tienen que madrugar, los acostemos pronto para que puedan dormir las horas que necesiten. Pero si no van, yo prefiero disfrutar de ella todo lo que pueda. Entonces, ¿a qué hora hay que acostarlos? Es sencillo: cuando tengan sueño. Eso es algo que los adultos no hacemos, por culpa del trabajo y de las costumbres sociales. Siempre desayunamos, comemos y cenamos a la misma hora, en vez de comer cuando tenemos hambre y dormir cuando tenemos sueño. Ya tendrán tiempo nuestros enanos de empezar esas tediosas rutinas. Mientras tanto, que coman y duerman cuando les plazca.

La conclusión final que he sacado, después de este año, es que los consejos que nos dan están basados en las prácticas que usaban nuestras abuelas y nuestras madres y que se siguen practicando por costumbre, pero que carecen, la mayoría, de lógica. Con esto no quiero decir que no escuchemos recomendaciones de otros padres. Todo lo contrario, escucha a todo el mundo, siempre puedes sacar algo positivo de las experiencias de otra persona.

El consejo que le doy a todos los futuros padres: «No hagas caso de los consejos que te den, escúchalos, pero haz lo que el instinto te diga».

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Teta + colecho = felices sueños

Todavía recuerdo cuando, poco antes de que «diéramos» a luz, todo el mundo me decía: «Se acabó lo bueno, ahora toca no dormir». Lamento comunicaros que, como en otras muchas cosas, estabais  equivocados. A día de hoy, las noches malas que hemos pasado, suman la friolera de dos. Y completamente justificadas. Le estaban saliendo los dientes y se le juntó con que cogió frío y tenía unas décimas de fiebre. ¡¡Cuántas veces nos entran ganas de llorar a los adultos por un simple dolor de muelas!! Imagínate un diente que se tiene que abrir camino rompiendo la encía, sumado al malestar de la fiebre. Pues eso, justificado. 
La receta para conseguir esto es bien sencilla: teta y colecho. 
Por suerte para nosotros, la enana se enganchó al pecho a los dos minutos de nacer y, después de un año, sigue siendo una auténtica «yonki» de la leche. Al principio, la metíamos en la cuna (una cuna de colecho, sin uno de los laterales, pegada y sujeta a nuestra cama), pero la primera vez que mi mujer la cogía a media noche para darle de mamar, se dormían las dos y amanecía todos las mañanas con nosotros. Al final, decidimos saltarnos ese paso y directamente la metíamos en nuestra cama. 
De nuevo comenzamos a escuchar críticas sobre esta práctica. «Tened cuidado, podéis aplastarla mientras dormís». Equivocados otra vez. La niña sigue viva y, no sólo no la hemos aplastado, sino que muchas veces es ella la que acaba durmiendo sobre nosotros. 
«Como se acostumbre ya no la sacáis de vuestra cama nunca». Hombre, yo creo que, como muy tarde, a eso de los 20 años ya tendrá ganas de dormir en su propia cama. Y si no, pues nada, yo tan feliz. A lo mejor tenemos que comprar una cama más grande, pero no hay mayor problema. 
«Es súper incómodo dormir con ellos con lo que se mueven». Sí, pero no. Es algo que no sé cómo explicarlo. Llamadme loco si queréis, pero cuando a media noche te despiertas con una rodilla incrustada en tu espalda, o durmiendo al borde de la cama, tu mujer en la otra punta, y ella completamente estirada ocupando todo el espacio que su pequeño cuerpo le permite, estás incómodo, sí, pero no sé por qué extraña razón, sientes cierto placer. Además, para compensar, te levantas una mañana y te la encuentras durmiendo encima de tu pecho. La única incomodidad que esto tiene, es el tener que cambiar la funda de la almohada que has llenado de babas.
«Ahora a madrugar todos los días». En eso habéis acertado de pleno, me toca madrugar para ir a currar. Y ahí se quedan las dos, tan a gusto en la cama. En este caso no sé si influirá el colecho y la lactancia o simplemente hemos tenido suerte, pero la niña es una auténtica manta. Para ella madrugar significa levantarse a las 10:00. Es otra cosa que no termino de entender: ¿por qué hay que acostar a los niños a las 8 de la tarde? Entiendo que si tienen que ir a la guardería y tienen que madrugar, los acostemos pronto para que puedan dormir las horas que necesiten. Pero si no van, yo prefiero disfrutar de ella todo lo que pueda. Entonces, ¿a qué hora hay que acostarlos? Es sencillo: cuando tengan sueño. Eso es algo que los adultos no hacemos, por culpa del trabajo y de las costumbres sociales. Siempre desayunamos, comemos y cenamos a la misma hora, en vez de comer cuando tenemos hambre y dormir cuando tenemos sueño. Ya tendrán tiempo nuestros enanos de empezar esas tediosas rutinas. Mientras tanto, que coman y duerman cuando les plazca.

La conclusión final que he sacado, después de este año, es que los consejos que nos dan están basados en las prácticas que usaban nuestras abuelas y nuestras madres y que se siguen practicando por costumbre, pero que carecen, la mayoría, de lógica. Con esto no quiero decir que no escuchemos recomendaciones de otros padres. Todo lo contrario, escucha a todo el mundo, siempre puedes sacar algo positivo de las experiencias de otra persona.

El consejo que le doy a todos los futuros padres: «No hagas caso de los consejos que te den, escúchalos, pero haz lo que el instinto te diga».

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Por aquí, blogueando

Llevaba mucho tiempo pensando en escribir un blog, pero no me acababa de decidir sobre ningún tema. Son varios los que se me pasaron por la cabeza: actualidad, música, política, opinión, pero no terminaban de convencerme. Además de no ser experto en ninguno de ellos, sobre estas cuestiones hay blogs a patadas. Cuando la idea de hacerme blogger estaba apunto de abandonar mi cabeza, pensé en lo que más me gusta de este mundo: ¡mi niña! Tampoco soy ningún experto en paternidad, en la que me he estrenado hace exactamente un año (¡¡¡¡felicidades moquete!!!!), pero quiero compartir con vosotros mis experiencias sobre temas poco extendidos como la lactancia materna (viviendo ésta como mero observador, por razones obvias), el porteo, el colecho, en definitiva, la crianza con apego. Además de ser temas poco conocidos para muchos, la gran mayoría de información proviene de las madres y creo que es interesante conocer la opinión y las vivencias del otro lado.
Espero que os guste y que podamos recoger comentarios de muchos padres que compartimos este tipo de crianza, la crianza con apego. 

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Por aquí, blogueando

Llevaba mucho tiempo pensando en escribir un blog, pero no me acababa de decidir sobre ningún tema. Son varios los que se me pasaron por la cabeza: actualidad, música, política, opinión, pero no terminaban de convencerme. Además de no ser experto en ninguno de ellos, sobre estas cuestiones hay blogs a patadas. Cuando la idea de hacerme blogger estaba apunto de abandonar mi cabeza, pensé en lo que más me gusta de este mundo: ¡mi niña! Tampoco soy ningún experto en paternidad, en la que me he estrenado hace exactamente un año (¡¡¡¡felicidades moquete!!!!), pero quiero compartir con vosotros mis experiencias sobre temas poco extendidos como la lactancia materna (viviendo ésta como mero observador, por razones obvias), el porteo, el colecho, en definitiva, la crianza con apego. Además de ser temas poco conocidos para muchos, la gran mayoría de información proviene de las madres y creo que es interesante conocer la opinión y las vivencias del otro lado.
Espero que os guste y que podamos recoger comentarios de muchos padres que compartimos este tipo de crianza, la crianza con apego. 

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