¿Seguridad infantil?

Cuando asistía a los cursos de preparación al parto de mi hija mayor, Pilar, la matrona que los impartía nos comentaba que todo lo que pudiéramos comprar para bebés era seguro, puesto que el mercado de los productos para ellos movía miles de millones al año, y ninguna empresa quiere jugársela a quedarse fuera de ese jugoso pastel.

¡Error!

Ya sabemos que los niños son de piel delicada, que tienden a llevarlo todo a la boca, los elásticos de la ropa les corta la circulación con facilidad, se pueden enredar con cualquier  cordón… Así que a pesar del optimismo de Pilar, miro un poco de reojo cada nueva compra, y por supuesto huyo como de la peste de los productos que venden en los bazares chinos, que ya sabemos que son de dudosa calidad.

Pero la sorpresa salta donde menos lo esperas.

Quería comprar una cadenita para sujetar el chupete y que este no se fuera al suelo a las primeras de cambio.  En una gran superficie cuyo nombre no diré, solo diré que empieza por Merca y acaba por dona, venden unas cadenitas con un broche mono, pero la cadena en si está hecha de eslabones de plástico que dan poca confianza. Así pues, idea descartada.

En otras superficies, a falta de marca propia, prosperan los productos de Tigex, que casi casi rivalizan en precio con los de marcas como Jane o Bebeconfort. De esta marca encontré una “cadenita” compuesta por un broche, con una tira de goma semi-rigida y el enganche para el chupete. Y para ser un trocito de plástico y goma, no era barato.

Lo compre y primera sorpresa. La tira de goma es tan rígida, que en ocasiones, al doblarse, tira del chupete, con lo que lo saca de la boca del bebé. Y para acabar con el alarde de buen diseño, si el chupete queda en su sitio, la cinta hace marcas en la piel del bebe si este se apoya sobre ella al dormirse, porque los cantos son finos y duros.

Así que de vuelta a la primera gran superficie, compre su cadenita y sustituí a la fallida de Tigex. Al sacarla de la caja me sorprendió que los eslabones son más resistentes de lo que parece a primera vista, y el broche se sujeta fácil y firmemente.

Al final, al cadena de Tigex se destinó a la hamaquita donde juega mi nena, por eso de que a los 7 meses su principal diversión es tirar las cosas al suelo, y por supuesto, gritar a pleno pulmón para que se las devolvamos. Vamos, que sujetamos a ella un sonajero o un mordedor para evitar tener que estarlo recogiendo y lavando continuamente.

Ayer, al llegar a casa, la cadenita estaba sobre la tele. La había puesto allí mi mujer tras un bocado de mi nena, que tiene solo dos dientes, pero bien afilados.

¿No ves el motivo? Te echo una mano

Si, la cadenita está rota de un mordisco. Y no es que mi niña sea un tiburón. Muerde como cualquier otra niña con dos dientes y siete meses.

¿Y si hubiera arrancado el trozo por completo y se lo hubiera tragado?

Así que Pilar. ¡NO! ¡Las marcas solo buscan minimizar costes! Si con ello pierden mercado… ¡es que los comerciales no saben vender!

Señores de Tigex, ¡nunca más!

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¿Seguridad infantil?

Cuando asistía a los cursos de preparación al parto de mi hija mayor, Pilar, la matrona que los impartía nos comentaba que todo lo que pudiéramos comprar para bebés era seguro, puesto que el mercado de los productos para ellos movía miles de millones al año, y ninguna empresa quiere jugársela a quedarse fuera de ese jugoso pastel.

¡Error!

Ya sabemos que los niños son de piel delicada, que tienden a llevarlo todo a la boca, los elásticos de la ropa les corta la circulación con facilidad, se pueden enredar con cualquier  cordón… Así que a pesar del optimismo de Pilar, miro un poco de reojo cada nueva compra, y por supuesto huyo como de la peste de los productos que venden en los bazares chinos, que ya sabemos que son de dudosa calidad.

Pero la sorpresa salta donde menos lo esperas.

Quería comprar una cadenita para sujetar el chupete y que este no se fuera al suelo a las primeras de cambio.  En una gran superficie cuyo nombre no diré, solo diré que empieza por Merca y acaba por dona, venden unas cadenitas con un broche mono, pero la cadena en si está hecha de eslabones de plástico que dan poca confianza. Así pues, idea descartada.

En otras superficies, a falta de marca propia, prosperan los productos de Tigex, que casi casi rivalizan en precio con los de marcas como Jane o Bebeconfort. De esta marca encontré una “cadenita” compuesta por un broche, con una tira de goma semi-rigida y el enganche para el chupete. Y para ser un trocito de plástico y goma, no era barato.

Lo compre y primera sorpresa. La tira de goma es tan rígida, que en ocasiones, al doblarse, tira del chupete, con lo que lo saca de la boca del bebé. Y para acabar con el alarde de buen diseño, si el chupete queda en su sitio, la cinta hace marcas en la piel del bebe si este se apoya sobre ella al dormirse, porque los cantos son finos y duros.

Así que de vuelta a la primera gran superficie, compre su cadenita y sustituí a la fallida de Tigex. Al sacarla de la caja me sorprendió que los eslabones son más resistentes de lo que parece a primera vista, y el broche se sujeta fácil y firmemente.

Al final, al cadena de Tigex se destinó a la hamaquita donde juega mi nena, por eso de que a los 7 meses su principal diversión es tirar las cosas al suelo, y por supuesto, gritar a pleno pulmón para que se las devolvamos. Vamos, que sujetamos a ella un sonajero o un mordedor para evitar tener que estarlo recogiendo y lavando continuamente.

Ayer, al llegar a casa, la cadenita estaba sobre la tele. La había puesto allí mi mujer tras un bocado de mi nena, que tiene solo dos dientes, pero bien afilados.

¿No ves el motivo? Te echo una mano

Si, la cadenita está rota de un mordisco. Y no es que mi niña sea un tiburón. Muerde como cualquier otra niña con dos dientes y siete meses.

¿Y si hubiera arrancado el trozo por completo y se lo hubiera tragado?

Así que Pilar. ¡NO! ¡Las marcas solo buscan minimizar costes! Si con ello pierden mercado… ¡es que los comerciales no saben vender!

Señores de Tigex, ¡nunca más!

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¿Qué nos compensa de ser papás?

Noches sin dormir, cambio de pestosos pañales, carreras a urgencias, esterilizar biberones a las 3 de la mañana, llantinas en la oreja… Ser padre es difícil y tiene bastantes inconvenientes. Si no lo has vivido por ti mismo, olvídate de la bucólica imagen de los telefilmes siesteros de los domingos. Pero entonces… ¿Por qué nos empeñamos en ser padres? ¿En que nos condensa?

Es cierto que cuando un bebé te sonríe, por triste o decaído que estés, tú también sonríes por dentro. Estamos programados genéticamente para ello. Ya sabes, eso de perpetuar la especie, protegiendo a nuestros ADNherederos. Eso compensa, cierto, pero no tanto.

También es verdad que cuando tu monstruito pide perdón por haber pisoteado casi sin intención a alguien en el bus o el Metro, te sientes orgulloso de lo bien que lo estas educando. Si compensa, pero no tanto.

Nunca nadie, o casi nadie, dice a los padres de un niño que es feo. Siempre se le dice que es guapo, mono o al menos “simpático”. Y como eso suele venir en la misma típica conversación  en la que te dicen que se parece mucho a ti, inconscientemente te aplicas a ti mismo el halago que le hacían a tu nena. Otra compensación, pero también insuficiente.

Un buen día, sin aviso previo, llega tu nena y te recita las vocales de corrido, sin venir a cuento, solo llega, te las suelta y se larga a la carrera mientras piensas: “Dios, que buen maestro soy”. Y eso compensa… pero poco.

¿Y entonces qué demonios es lo que nos compensa para ser padres? Pues la respuesta me vino sola a la cabeza la otra noche, mientras trataba de dormir a mi enanita.

Tranquilos, que ya os cuento.

Era la tercera o la cuarta vez que abandonaba la cena y la tele para acudir a la mini-cuna a volver a dormir a mi enanita insomne. Ya estaba un poco quemadillo, así que iba tratando de rebajar el enfado racionalizando, vamos, que iba gruñendo por lo bajinis algo parecido a “pero ¿que cojXXXs le pasa ahora?” y me estaba respondiendo a mí mismo con algo que había leído por la mañana y que venía a decir que aunque nosotros sepamos que en la cuna están seguros y a salvo, ellos solo saben que están solos.

El caso es que la cogí, y ella apoyo la cabeza en el interior de mi codo, me cogió un dedo con la mano y se durmió plácidamente. Y entonces me di cuenta de que no había llegado papá, si no Superman, Spiderman, Batman, Yo

Si, lo que nos compensa, es que todos hemos querido de niños ser algún superhéroe. De hecho sigo queriendo ser un superhéroe (Tio Gilito, para ser exactos) y durante un tiempo, eso es lo que somos para ellos. Su protector, su fuente de sabiduría, el que lo arregla todo, el que lo puede todo.

Eso y no otra cosa es lo que nos compensa, que para ellos no somos gorditos con entradas si no Star Swirl El Barbudo.

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¿Qué nos compensa de ser papás?

Noches sin dormir, cambio de pestosos pañales, carreras a urgencias, esterilizar biberones a las 3 de la mañana, llantinas en la oreja… Ser padre es difícil y tiene bastantes inconvenientes. Si no lo has vivido por ti mismo, olvídate de la bucólica imagen de los telefilmes siesteros de los domingos. Pero entonces… ¿Por qué nos empeñamos en ser padres? ¿En que nos condensa?

Es cierto que cuando un bebé te sonríe, por triste o decaído que estés, tú también sonríes por dentro. Estamos programados genéticamente para ello. Ya sabes, eso de perpetuar la especie, protegiendo a nuestros ADNherederos. Eso compensa, cierto, pero no tanto.

También es verdad que cuando tu monstruito pide perdón por haber pisoteado casi sin intención a alguien en el bus o el Metro, te sientes orgulloso de lo bien que lo estas educando. Si compensa, pero no tanto.

Nunca nadie, o casi nadie, dice a los padres de un niño que es feo. Siempre se le dice que es guapo, mono o al menos “simpático”. Y como eso suele venir en la misma típica conversación  en la que te dicen que se parece mucho a ti, inconscientemente te aplicas a ti mismo el halago que le hacían a tu nena. Otra compensación, pero también insuficiente.

Un buen día, sin aviso previo, llega tu nena y te recita las vocales de corrido, sin venir a cuento, solo llega, te las suelta y se larga a la carrera mientras piensas: “Dios, que buen maestro soy”. Y eso compensa… pero poco.

¿Y entonces qué demonios es lo que nos compensa para ser padres? Pues la respuesta me vino sola a la cabeza la otra noche, mientras trataba de dormir a mi enanita.

Tranquilos, que ya os cuento.

Era la tercera o la cuarta vez que abandonaba la cena y la tele para acudir a la mini-cuna a volver a dormir a mi enanita insomne. Ya estaba un poco quemadillo, así que iba tratando de rebajar el enfado racionalizando, vamos, que iba gruñendo por lo bajinis algo parecido a “pero ¿que cojXXXs le pasa ahora?” y me estaba respondiendo a mí mismo con algo que había leído por la mañana y que venía a decir que aunque nosotros sepamos que en la cuna están seguros y a salvo, ellos solo saben que están solos.

El caso es que la cogí, y ella apoyo la cabeza en el interior de mi codo, me cogió un dedo con la mano y se durmió plácidamente. Y entonces me di cuenta de que no había llegado papá, si no Superman, Spiderman, Batman, Yo

Si, lo que nos compensa, es que todos hemos querido de niños ser algún superhéroe. De hecho sigo queriendo ser un superhéroe (Tio Gilito, para ser exactos) y durante un tiempo, eso es lo que somos para ellos. Su protector, su fuente de sabiduría, el que lo arregla todo, el que lo puede todo.

Eso y no otra cosa es lo que nos compensa, que para ellos no somos gorditos con entradas si no Star Swirl El Barbudo.

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¡De excursión! ¡A urgencias!

Ya hacía tiempo que no me ocurría, pero anoche tuve que llevar a mi nena mayor a urgencias, porque llevaba tiempo con fiebre… ¡y al llegar no tenía fiebre!

Empiezo a pensar que mi coche es medicinal como el agua de Carabaña. Pasas toda la tarde pendiente de alguna afección, termómetro en mano. De pronto pasas la línea roja y desde el 061 te recomiendan que te pases por urgencias. Llegas allí y la niña no solo esta normal, sino que además esta súper contenta porque  ha salido a pasear por la noche. Y yo con cara de haba, explicando que lleva toda la tarde alicaída, con fiebre…

Pero contemos la historia completa, porque tú no estás en mi cabeza y seguro que no te estas enterando de nada.

El martes empezamos con la fiebre. Pero no una fiebre constante, si no raruna. A ratos tenía fiebre, otros ratos no. Le dabas el paracetamol y no bajaba la fiebre, luego bajaba sola… La noche fue movida, porque tan pronto media la temperatura y estaba en 37 grados, como la media y estaba en 38’5. Probaba con dos termómetros y la locura era total, porque las medidas unas veces coincidían y otras no.

Pasamos la noche con más pena que gloria, y mi niña hizo una de sus rarezas. Tener más fiebre por la mañana que por la noche. Así que mi mujer se la llevo a la pediatra y nos dijeron que no tenía síntomas de nada, que seguramente estaría incubando algo. Paracetamol y agua.

Por la tarde, mi mujer le tuvo que dar una ducha, porque pasamos de los 39 grados. Al acostarla, 37 clavados. ¡Bien! A la una de la mañana, pasaba un poquito de 37, pero con el calor que hace estos días, y abrazada a su pequeño pony como si le fuera en ello la vida, tampoco le di más importancia. Hasta que media hora después, la desperté para darle el paracetamol y ya pasaba de 38 grados.

La bonita teoría dice que en unos 40 minutos el paracetamol hace bajar la fiebre. Que bonitas teorías. Llamada al 061, me piden datos y más datos y me pasan con un pediatra que me recomienda llevarla a urgencias, porque en mi centro de salud no tienen pediatra de guardia.

Dos y media de la mañana, al coche y paseíto a urgencias. Yo con más sueño que la Bella Durmiente y mi enana atrás en su silla, contándome los dibus que había visto por la tarde, cantando canciones, diciéndome el color de cada semáforo (todos rojos, claro) y preguntando porque  entramos en ese túnel, a donde va ese coche…

Por fin en urgencias, yo contando que lleva dos días con fiebre y la !!@##@¡!  tiene 37 clavados. Le cuento a la pediatra de guardia que lleva dos días con fiebre y a su cara de asesina tengo que aclarar que por la mañana había ido a la pediatra y no le habían visto nada. Me preguntan como 15 veces por las vacunas, y yo jurando y perjurando que las tiene todas puestas y en orden.

Pasamos a la auscultación, y comienza el espectáculo. Mi enana aterrorizada en la camilla, no por la médica, ni el otoscopio ni el fonendo. Rígida como un palo y agarrada a mis manos como una lapa porque decía que se iba a caer de la camilla.

Y por fin tenemos diagnóstico. Placas en la garganta, aun incipientes. Adiós paracetamol adiós. Hola ibuprofeno, hola amoxicilina.

De regreso a casa, parada en una farmacia 24 horas. La peque dibujando y cantando la canción de La Princesa Sofia y yo pensando: “cloroformo, hoy no la duermo ni con cloroformo” Pero bueno, al final ha dormido sin demasiado esfuerzo.

En fin, creo que soy buen padre. Puedo cantar la canción de La Princesa Sofia mientras conduzco a las cuatro de la mañana buscando una farmacia 24h. ¡Qué demonios buen padre!  ¡Soy Superman! …. Bueno, vale, Supersomnoliento. Espero que no lo note mi jefa.

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¡De excursión! ¡A urgencias!

Ya hacía tiempo que no me ocurría, pero anoche tuve que llevar a mi nena mayor a urgencias, porque llevaba tiempo con fiebre… ¡y al llegar no tenía fiebre!

Empiezo a pensar que mi coche es medicinal como el agua de Carabaña. Pasas toda la tarde pendiente de alguna afección, termómetro en mano. De pronto pasas la línea roja y desde el 061 te recomiendan que te pases por urgencias. Llegas allí y la niña no solo esta normal, sino que además esta súper contenta porque  ha salido a pasear por la noche. Y yo con cara de haba, explicando que lleva toda la tarde alicaída, con fiebre…

Pero contemos la historia completa, porque tú no estás en mi cabeza y seguro que no te estas enterando de nada.

El martes empezamos con la fiebre. Pero no una fiebre constante, si no raruna. A ratos tenía fiebre, otros ratos no. Le dabas el paracetamol y no bajaba la fiebre, luego bajaba sola… La noche fue movida, porque tan pronto media la temperatura y estaba en 37 grados, como la media y estaba en 38’5. Probaba con dos termómetros y la locura era total, porque las medidas unas veces coincidían y otras no.

Pasamos la noche con más pena que gloria, y mi niña hizo una de sus rarezas. Tener más fiebre por la mañana que por la noche. Así que mi mujer se la llevo a la pediatra y nos dijeron que no tenía síntomas de nada, que seguramente estaría incubando algo. Paracetamol y agua.

Por la tarde, mi mujer le tuvo que dar una ducha, porque pasamos de los 39 grados. Al acostarla, 37 clavados. ¡Bien! A la una de la mañana, pasaba un poquito de 37, pero con el calor que hace estos días, y abrazada a su pequeño pony como si le fuera en ello la vida, tampoco le di más importancia. Hasta que media hora después, la desperté para darle el paracetamol y ya pasaba de 38 grados.

La bonita teoría dice que en unos 40 minutos el paracetamol hace bajar la fiebre. Que bonitas teorías. Llamada al 061, me piden datos y más datos y me pasan con un pediatra que me recomienda llevarla a urgencias, porque en mi centro de salud no tienen pediatra de guardia.

Dos y media de la mañana, al coche y paseíto a urgencias. Yo con más sueño que la Bella Durmiente y mi enana atrás en su silla, contándome los dibus que había visto por la tarde, cantando canciones, diciéndome el color de cada semáforo (todos rojos, claro) y preguntando porque  entramos en ese túnel, a donde va ese coche…

Por fin en urgencias, yo contando que lleva dos días con fiebre y la !!@##@¡!  tiene 37 clavados. Le cuento a la pediatra de guardia que lleva dos días con fiebre y a su cara de asesina tengo que aclarar que por la mañana había ido a la pediatra y no le habían visto nada. Me preguntan como 15 veces por las vacunas, y yo jurando y perjurando que las tiene todas puestas y en orden.

Pasamos a la auscultación, y comienza el espectáculo. Mi enana aterrorizada en la camilla, no por la médica, ni el otoscopio ni el fonendo. Rígida como un palo y agarrada a mis manos como una lapa porque decía que se iba a caer de la camilla.

Y por fin tenemos diagnóstico. Placas en la garganta, aun incipientes. Adiós paracetamol adiós. Hola ibuprofeno, hola amoxicilina.

De regreso a casa, parada en una farmacia 24 horas. La peque dibujando y cantando la canción de La Princesa Sofia y yo pensando: “cloroformo, hoy no la duermo ni con cloroformo” Pero bueno, al final ha dormido sin demasiado esfuerzo.

En fin, creo que soy buen padre. Puedo cantar la canción de La Princesa Sofia mientras conduzco a las cuatro de la mañana buscando una farmacia 24h. ¡Qué demonios buen padre!  ¡Soy Superman! …. Bueno, vale, Supersomnoliento. Espero que no lo note mi jefa.

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¡A comer!


A pesar de lo que mucha gente cree, soy un impaciente, un “ansias”. Por eso, como buen padre, estoy deseando que mi niña echara su primera caquita, hiciera sus primeros ruiditos, y comiera sus primeros Aspitos pures.

Bueno, pues ha llegado el momento… y odio a mi pediatra. ¿Pues no se le ocurre otra cosa que decirnos que podemos empezar a darle para merendar papillas de fruta un lunes? ¡Que yo por la tarde trabajo! ¡Que me lo pierdo!  Y si te lo estas preguntando ¡no! No le puedo decir a mi mujer que empezamos el fin de semana, porque ella está tan impaciente como yo.
De hecho, como la hermanita se desayuna un zumo de naranja antes de la leche con galletas, ya nos habíamos adelantado y “mojado accidentalmente y sin intención” el chupete en zumito unos días antes. Ahora cuando nos ponemos a desayunar nos mira con impaciencia y empieza a chillar, como diciendo ¡Eh! ¡Que se os olvida mi zumo!
Lo cierto es que según cuenta mi mujer, que lo está disfrutando como una enana, le encanta la papilla, y eso que es la peor época para la naranja, por mucho que la mezcles con esa harina insípida que llaman papilla de cereales. Pero todo tiene su contrapartida. ¿Imaginas las consecuencias de mezclar la vacuna del rotavirus (para proteger de gastroenteritis  víricas) con los primeros zumos naranjosos?
He visto a algunos amigos sudar tinta china para dar de comer a sus angelitos, así que estoy contento y feliz de que mi pequeñaja apunte maneras, como papa.
Ya os iré contando que tal su primer Aspito. Porque no va a tardar, os juro que no va a tardar.
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¡A comer!


A pesar de lo que mucha gente cree, soy un impaciente, un “ansias”. Por eso, como buen padre, estoy deseando que mi niña echara su primera caquita, hiciera sus primeros ruiditos, y comiera sus primeros Aspitos pures.

Bueno, pues ha llegado el momento… y odio a mi pediatra. ¿Pues no se le ocurre otra cosa que decirnos que podemos empezar a darle para merendar papillas de fruta un lunes? ¡Que yo por la tarde trabajo! ¡Que me lo pierdo!  Y si te lo estas preguntando ¡no! No le puedo decir a mi mujer que empezamos el fin de semana, porque ella está tan impaciente como yo.
De hecho, como la hermanita se desayuna un zumo de naranja antes de la leche con galletas, ya nos habíamos adelantado y “mojado accidentalmente y sin intención” el chupete en zumito unos días antes. Ahora cuando nos ponemos a desayunar nos mira con impaciencia y empieza a chillar, como diciendo ¡Eh! ¡Que se os olvida mi zumo!
Lo cierto es que según cuenta mi mujer, que lo está disfrutando como una enana, le encanta la papilla, y eso que es la peor época para la naranja, por mucho que la mezcles con esa harina insípida que llaman papilla de cereales. Pero todo tiene su contrapartida. ¿Imaginas las consecuencias de mezclar la vacuna del rotavirus (para proteger de gastroenteritis  víricas) con los primeros zumos naranjosos?
He visto a algunos amigos sudar tinta china para dar de comer a sus angelitos, así que estoy contento y feliz de que mi pequeñaja apunte maneras, como papa.
Ya os iré contando que tal su primer Aspito. Porque no va a tardar, os juro que no va a tardar.
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¡A la ducha!


Mi reinita tiene solo tres añetes, pero está muy grande para su edad y ya no cabe en la bañerita para bebés. Además en casa no tenemos bañera, si no plato de ducha, así que toca cambio radical. Adiós al bañito con mucha espuma, hola a la ducha con muchas salpicaduras.

La verdad es que el cambio no ha sido nada traumático para mi niña, aunque se pierde la espuma, que le encantaba, pero ahora puede juguetear con la ducha y regar las paredes y si no eres rápido cerrando la mampara, también a papá.

El cambio ha sido traumático para nosotros, los papis, que salvo que nos pongamos el traje de neopreno, sabemos que terminaremos mojados. A la par que un poco acongojados por el hecho de que pueda resbalar y darse un buen costalazo. Si, vale. Los niños tienen un ángel de la guarda más mazado que Jason Statham en sus buenos tiempos, pero ¿y si le pilla despistado?

Y no se vayan todavía, aún hay más. El chorro de la ducha hace cosquillas, así que llegan los nervios y… ¡a ponerse de puntillas! Venga, si los nervios de papá no estaban a prueba, además hay que hacer el aclarado amenazando cual mafioso para que no se ponga de puntillas, cerrando parcialmente la mampara con la rodilla y sujetando un brazo “por si las moscas” con la mano libre.
Y hasta los chinos me odian. Fuimos a comprar una alfombra de esas de goma para que no hubiera resbalones y resulto que el diseñador debía estar de vacaciones o de cachondeo, porque los modelos que no eran enormes, eran feos incluso para los estándares del chino o parecían una cama de faquir de plástico. Por suerte, como dicen que soy un cabezota, a base de visitar chinos, conseguimos una alfombrilla más o menos mona, según lo que te gusten las mariquitas. Eso sí, asegúrate que las ventosas se han pegado bien, porque si no tienes una tabla de surf flexible dentro de la ducha, muy práctica para probar los reflejos del ángel de la guarda.
Y no se si os acordareis de esos asideros que se fijan por ventosas para agarrarte en el baño y que antes encontrabas hasta en las fruterias. Pues no los busques, ya no los encuentras por ninguna parte. La alternativa es hacer un par de agujeritos en la pared para sujetar el asidero, y escapar de casa para no volver antes de que mi mujer descubra que la pared “es más gruyere”.
Pero bueno, de momento, la experiencia va bien, no hemos tenido que llamar al 112, mi niña se lo pasa bien, ahorramos agua y tiempo y solo me queda aprender a sujetar la toalla en la cabeza sin que se caiga y secar el pelo sin que el secador se ponga al rojo vivo, el baño se transforme en sauna y el pelo… siga empapado. ¡Pero algún día lo lograré!
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¡A la ducha!


Mi reinita tiene solo tres añetes, pero está muy grande para su edad y ya no cabe en la bañerita para bebés. Además en casa no tenemos bañera, si no plato de ducha, así que toca cambio radical. Adiós al bañito con mucha espuma, hola a la ducha con muchas salpicaduras.

La verdad es que el cambio no ha sido nada traumático para mi niña, aunque se pierde la espuma, que le encantaba, pero ahora puede juguetear con la ducha y regar las paredes y si no eres rápido cerrando la mampara, también a papá.

El cambio ha sido traumático para nosotros, los papis, que salvo que nos pongamos el traje de neopreno, sabemos que terminaremos mojados. A la par que un poco acongojados por el hecho de que pueda resbalar y darse un buen costalazo. Si, vale. Los niños tienen un ángel de la guarda más mazado que Jason Statham en sus buenos tiempos, pero ¿y si le pilla despistado?

Y no se vayan todavía, aún hay más. El chorro de la ducha hace cosquillas, así que llegan los nervios y… ¡a ponerse de puntillas! Venga, si los nervios de papá no estaban a prueba, además hay que hacer el aclarado amenazando cual mafioso para que no se ponga de puntillas, cerrando parcialmente la mampara con la rodilla y sujetando un brazo “por si las moscas” con la mano libre.
Y hasta los chinos me odian. Fuimos a comprar una alfombra de esas de goma para que no hubiera resbalones y resulto que el diseñador debía estar de vacaciones o de cachondeo, porque los modelos que no eran enormes, eran feos incluso para los estándares del chino o parecían una cama de faquir de plástico. Por suerte, como dicen que soy un cabezota, a base de visitar chinos, conseguimos una alfombrilla más o menos mona, según lo que te gusten las mariquitas. Eso sí, asegúrate que las ventosas se han pegado bien, porque si no tienes una tabla de surf flexible dentro de la ducha, muy práctica para probar los reflejos del ángel de la guarda.
Y no se si os acordareis de esos asideros que se fijan por ventosas para agarrarte en el baño y que antes encontrabas hasta en las fruterias. Pues no los busques, ya no los encuentras por ninguna parte. La alternativa es hacer un par de agujeritos en la pared para sujetar el asidero, y escapar de casa para no volver antes de que mi mujer descubra que la pared “es más gruyere”.
Pero bueno, de momento, la experiencia va bien, no hemos tenido que llamar al 112, mi niña se lo pasa bien, ahorramos agua y tiempo y solo me queda aprender a sujetar la toalla en la cabeza sin que se caiga y secar el pelo sin que el secador se ponga al rojo vivo, el baño se transforme en sauna y el pelo… siga empapado. ¡Pero algún día lo lograré!
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Adiós pañal, adiós


Hoy os voy a contar una hazaña de mi nena mayor que me tiene muy orgulloso. Nos hemos quitado definitivamente el pañal. Así, sin más. De día y de noche. Como una campeona.

Como ya sabéis, no teníamos prisas por quitar el pañal. Tratamos de ir a su ritmo y cuando estuvo preparada, planteamos como un juego, una aventura, el salir a la calle sin pañales. Al principio, fue un paseo corto, pero enseguida pudimos prescindir del pañal durante el día.
Luego vinieron complicaciones, porque entre la retirada del pañal, la llegada de hermanita y algo de estreñimiento, mi pequeña campeona empezó a aguantarse la caca hasta límites insospechados, y lo pasamos realmente mal.
Cuando la paciencia y la mandarina matutina nos devolvieron a la normalidad, empezamos a plantear la posibilidad de quitar los pañales nocturnos, y el primer paso fue cambiarlos por bragapañales para poder acudir al baño durante la noche. Pero lo cierto es que yo tenía cierta acojonosis por los problemas con la caca y decidí ser el más prudente de los prudentes, en contra de la opinión de mi mujer.
Como las siestas, aunque cortas ya las hacíamos sin pañal desde hace tiempo, empezamos a plantearle hacer lo mismo por la noche, planteándolo de nuevo como una aventura. La aventura sin pañales para dormir.
Hace una semana, la acostamos por primera vez sin bragapañal. Dejamos el orinal en la habitación y repuestos de ropa a mano por si la aventura no salía del todo bien. Aprovechando que me despertaba para las tomas nocturnas de “hermanita”, que todavía hace una o dos, me acerque a su habitación a tratar de ponerla en el orinal. Al principio prefería dormir, pero luego se puso en el orinal e hizo un “zumo de pis”.
Primera noche exitosa. ¡Fiesta! ¡Fiesta! ¡Vamos con la segunda! Y el resultado fue el mismo. No le apetecía mucho levantarse para hacer pis, pero una visita al orinal y nada de fugas nos hizo de nuevo estar súper contentos.
Pero las cosas que van bien pueden ir mejor. Las siguientes noches de esta semana no ha querido levantarse para ir al orinal y aun así no hemos tenido ni una gota de fuga. De hecho, esta noche, al verla tan dormida, no la he tratado de despertar.
Las cosas han ido tan bien, que hasta la princesa Luna de Equestria ha venido a felicitarla. Ahora en su habitación ya se puede correr el Grand National.
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Adiós pañal, adiós


Hoy os voy a contar una hazaña de mi nena mayor que me tiene muy orgulloso. Nos hemos quitado definitivamente el pañal. Así, sin más. De día y de noche. Como una campeona.

Como ya sabéis, no teníamos prisas por quitar el pañal. Tratamos de ir a su ritmo y cuando estuvo preparada, planteamos como un juego, una aventura, el salir a la calle sin pañales. Al principio, fue un paseo corto, pero enseguida pudimos prescindir del pañal durante el día.
Luego vinieron complicaciones, porque entre la retirada del pañal, la llegada de hermanita y algo de estreñimiento, mi pequeña campeona empezó a aguantarse la caca hasta límites insospechados, y lo pasamos realmente mal.
Cuando la paciencia y la mandarina matutina nos devolvieron a la normalidad, empezamos a plantear la posibilidad de quitar los pañales nocturnos, y el primer paso fue cambiarlos por bragapañales para poder acudir al baño durante la noche. Pero lo cierto es que yo tenía cierta acojonosis por los problemas con la caca y decidí ser el más prudente de los prudentes, en contra de la opinión de mi mujer.
Como las siestas, aunque cortas ya las hacíamos sin pañal desde hace tiempo, empezamos a plantearle hacer lo mismo por la noche, planteándolo de nuevo como una aventura. La aventura sin pañales para dormir.
Hace una semana, la acostamos por primera vez sin bragapañal. Dejamos el orinal en la habitación y repuestos de ropa a mano por si la aventura no salía del todo bien. Aprovechando que me despertaba para las tomas nocturnas de “hermanita”, que todavía hace una o dos, me acerque a su habitación a tratar de ponerla en el orinal. Al principio prefería dormir, pero luego se puso en el orinal e hizo un “zumo de pis”.
Primera noche exitosa. ¡Fiesta! ¡Fiesta! ¡Vamos con la segunda! Y el resultado fue el mismo. No le apetecía mucho levantarse para hacer pis, pero una visita al orinal y nada de fugas nos hizo de nuevo estar súper contentos.
Pero las cosas que van bien pueden ir mejor. Las siguientes noches de esta semana no ha querido levantarse para ir al orinal y aun así no hemos tenido ni una gota de fuga. De hecho, esta noche, al verla tan dormida, no la he tratado de despertar.
Las cosas han ido tan bien, que hasta la princesa Luna de Equestria ha venido a felicitarla. Ahora en su habitación ya se puede correr el Grand National.
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Anti vacunas


Decía Einstein: “Solo hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro” Y tristemente, en plena era de la información, en los albores de la inteligencia artificial, la estupidez humana lucha cada día por hacer buenas las palabras del genio.
En lo que llamamos el primer mundo, mientras unos se atiborran de alimentos milagros para el bienestar digestivo, otros se embadurnan en mil ungüentos para no envejecer, tomamos pastillas para poder dormir y bebidas energéticas para no dormir. Mientras unos donan el dinero que no tienen para vacunar “negritos” en Somalia, otros juegan con la vida de todos al no vacunar a sus hijos.

La difteria lleva erradicada de España desde 1986, el país más cercano donde se dan casos, es Rusia, a más de siete mil kilómetros de distancia. La vacunación es gratuita y la posibilidad efectos secundarios de esta, fuera de unas décimas de fiebre durante unos días es diez veces menos que de morir en un accidente aéreo. Sin embargo, un niño de 6 años está entre la vida y la muerte porque sus padres decidieron que sabían más que médicos o epidemiólogos  y era preferible no vacunar al niño.
¿Y qué razón puede haber? ¿Por qué juegas con la vida de tu hijo y la de todos los niños que se acerquen a él? Porque si lo que se cuenta es cierto, el niño estuvo “de campamentos” durante el periodo en que podía infectar a otros niños y aun no tenía síntomas.
Una causa posible es la boantropía. Para entendernos, creerse un buey o una vaca. Y es que los primeros anti vacunas, nacieron junto con las vacunas y según los relatos de la época, decían que las personas vacunadas tendrían apetitos bovinos, mugirían y caminarían a cuatro patas embistiendo a la gente. Sí, hay niños que salen de la consulta del pediatra “de estampida”, algunos, más que llorar mugen cuando les pinchan, pero aun no conozco a ninguno que paste heno después de la triple vírica.
Otra posible causa, es el autismo. Y es que en 1998 Andrew Wakefield publica en Lancet un artículo que relaciona la administración de la triple vírica, con el desarrollo del autismo. Andrew acusa a las grandes farmacéuticas de encubrir esto para proteger su millonario negocio. Pero por más que investigadores independientes tratan de reproducir sus estudios, muchos de ellos para amillonarse demandando o chantajeando a las farmacéuticas, nadie lo logra. ¿La causa? Básicamente Andrew quería  desacreditar la triple vírica porque tenia intereses económicos en vacunas alternativas y directamente se inventó los resultados de sus pruebas clínicas
Pero la verdadera causa, es que Einstein tenía razón. Nuestra estupidez es tan infinita, que en zonas de California, la tasa de vacunación es inferior a la de Sudán del Sur. Nos gusta creer en los charlatanes, los milagros y los dioses., y solo cuando vemos las orejas al lobo, recurrimos a la ciencia, los médicos y la razón, y aun así lo hacemos renegando de ellos y acusándoles de ser la causa de nuestras desdichas.
Espero que ningún anti vacunas se acerque nunca a mis niñas. Me pongo un poquito violento cuando por negocio, estupidez o afán de protagonismo, las ponen en peligro. Como esos niños que han estado de campamento con el pobre chaval infectado de difteria, o los niños que han sufrido el sarampión por pasar unos días en Disneyworld con organizadores de measles party de los que venden “invitaciones” a 50€.
¡Asco de humanidad! ¡Salvo mis niñas!
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Anti vacunas


Decía Einstein: “Solo hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro” Y tristemente, en plena era de la información, en los albores de la inteligencia artificial, la estupidez humana lucha cada día por hacer buenas las palabras del genio.
En lo que llamamos el primer mundo, mientras unos se atiborran de alimentos milagros para el bienestar digestivo, otros se embadurnan en mil ungüentos para no envejecer, tomamos pastillas para poder dormir y bebidas energéticas para no dormir. Mientras unos donan el dinero que no tienen para vacunar “negritos” en Somalia, otros juegan con la vida de todos al no vacunar a sus hijos.

La difteria lleva erradicada de España desde 1986, el país más cercano donde se dan casos, es Rusia, a más de siete mil kilómetros de distancia. La vacunación es gratuita y la posibilidad efectos secundarios de esta, fuera de unas décimas de fiebre durante unos días es diez veces menos que de morir en un accidente aéreo. Sin embargo, un niño de 6 años está entre la vida y la muerte porque sus padres decidieron que sabían más que médicos o epidemiólogos  y era preferible no vacunar al niño.
¿Y qué razón puede haber? ¿Por qué juegas con la vida de tu hijo y la de todos los niños que se acerquen a él? Porque si lo que se cuenta es cierto, el niño estuvo “de campamentos” durante el periodo en que podía infectar a otros niños y aun no tenía síntomas.
Una causa posible es la boantropía. Para entendernos, creerse un buey o una vaca. Y es que los primeros anti vacunas, nacieron junto con las vacunas y según los relatos de la época, decían que las personas vacunadas tendrían apetitos bovinos, mugirían y caminarían a cuatro patas embistiendo a la gente. Sí, hay niños que salen de la consulta del pediatra “de estampida”, algunos, más que llorar mugen cuando les pinchan, pero aun no conozco a ninguno que paste heno después de la triple vírica.
Otra posible causa, es el autismo. Y es que en 1998 Andrew Wakefield publica en Lancet un artículo que relaciona la administración de la triple vírica, con el desarrollo del autismo. Andrew acusa a las grandes farmacéuticas de encubrir esto para proteger su millonario negocio. Pero por más que investigadores independientes tratan de reproducir sus estudios, muchos de ellos para amillonarse demandando o chantajeando a las farmacéuticas, nadie lo logra. ¿La causa? Básicamente Andrew quería  desacreditar la triple vírica porque tenia intereses económicos en vacunas alternativas y directamente se inventó los resultados de sus pruebas clínicas
Pero la verdadera causa, es que Einstein tenía razón. Nuestra estupidez es tan infinita, que en zonas de California, la tasa de vacunación es inferior a la de Sudán del Sur. Nos gusta creer en los charlatanes, los milagros y los dioses., y solo cuando vemos las orejas al lobo, recurrimos a la ciencia, los médicos y la razón, y aun así lo hacemos renegando de ellos y acusándoles de ser la causa de nuestras desdichas.
Espero que ningún anti vacunas se acerque nunca a mis niñas. Me pongo un poquito violento cuando por negocio, estupidez o afán de protagonismo, las ponen en peligro. Como esos niños que han estado de campamento con el pobre chaval infectado de difteria, o los niños que han sufrido el sarampión por pasar unos días en Disneyworld con organizadores de measles party de los que venden “invitaciones” a 50€.
¡Asco de humanidad! ¡Salvo mis niñas!
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Los dos grandes grupos de papás


Hay muchos tipos de padres, generalizar sería una tontería. Pero si podemos hablar de dos grandes grupos de padres, contrapuestos pero que tienen la peculiaridad de que casi todos los padres hemos pasado en algún momento por ellos.
Y digo bien, son grupos contrapuestos y casi todos los padres hemos formado parte de ambos. Porque todos hemos sido un poquito troll en algún momento, pero en general somos almas cándidas, padres sufridores.

Todo empieza cuando nos convertimos en un troll de manera involuntaria.
Tenemos que cambiar los primeros pañales y nos convertimos en troll’s creativos
Y entonces desaparece la parte de troll y queda nuestra creatividad al descubierto. Bueno, nuestra creatividad y nuestro frikismo.
Y en caso de los creativos con buenas manos, comienza la creación de “engendros”
En este punto, hemos salido del grupo de los padres troll’s, y entramos en el de las almas cándidas. Porque los niños son vengativos, MUY VENGATIVOS
Y cuanto más crecen…
¡¡Peor!!
Y da igual que se trate de un niño o una niña, aunque sus técnicas sean distintas, vas a sufrir sus maldades
Pero no siempre somos troll’s por el afán de serlo. En ocasiones tenemos que usar la creatividad maligna para solventar el problema de esos bebés que siempre tienen que estar en brazos.
De esos que siempre lloran cuando los montas en el coche
O los gateadores incansables
Y he dicho que no siempre somos troll’s por elección, aunque en ocasiones, sencillamente somos malignos. Seguro que más de uno terminará de leer este post y buscara esto…
Si alguien encuentra donde comprarlo, que avise. Gracias.
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Los dos grandes grupos de papás


Hay muchos tipos de padres, generalizar sería una tontería. Pero si podemos hablar de dos grandes grupos de padres, contrapuestos pero que tienen la peculiaridad de que casi todos los padres hemos pasado en algún momento por ellos.
Y digo bien, son grupos contrapuestos y casi todos los padres hemos formado parte de ambos. Porque todos hemos sido un poquito troll en algún momento, pero en general somos almas cándidas, padres sufridores.

Todo empieza cuando nos convertimos en un troll de manera involuntaria.
Tenemos que cambiar los primeros pañales y nos convertimos en troll’s creativos
Y entonces desaparece la parte de troll y queda nuestra creatividad al descubierto. Bueno, nuestra creatividad y nuestro frikismo.
Y en caso de los creativos con buenas manos, comienza la creación de “engendros”
En este punto, hemos salido del grupo de los padres troll’s, y entramos en el de las almas cándidas. Porque los niños son vengativos, MUY VENGATIVOS
Y cuanto más crecen…
¡¡Peor!!
Y da igual que se trate de un niño o una niña, aunque sus técnicas sean distintas, vas a sufrir sus maldades
Pero no siempre somos troll’s por el afán de serlo. En ocasiones tenemos que usar la creatividad maligna para solventar el problema de esos bebés que siempre tienen que estar en brazos.
De esos que siempre lloran cuando los montas en el coche
O los gateadores incansables
Y he dicho que no siempre somos troll’s por elección, aunque en ocasiones, sencillamente somos malignos. Seguro que más de uno terminará de leer este post y buscara esto…
Si alguien encuentra donde comprarlo, que avise. Gracias.
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El padre de cervecitas y el hijo de …


Este fin de semana acudimos al cumpleaños del nene de una amiga. Tiene la edad de mi nena mayor y nunca habíamos ido a un evento así, por lo que fuimos tanto para que los niños se lo pasaran bien como para ver cómo se organizan estas cosas, ahora que vamos a empezar el cole.

La fiesta la organizo nuestra amiga en el local de la comunidad de vecinos, toda una suerte contar con algo así. Nosotros los tendríamos que repartir en grupos en el baño, el balcón, la cocina…
Y comienza la fiesta. Llegamos con puntualidad británica… ¡y no había llegado ni Dios! Así que primera lección que nos dieron. Convoca la fiesta pronto, porque todo el mundo llegará tarde. ¡Y vaya si llegaron tarde! Algunos llegaron dos horitas tarde, cuando ya no había ni tarta. Menos mal que había chuches como para alimentar una legión de paraduendes.
Segunda lección. Da igual que la fiesta sea para niños de tres o cuatro años. Para los padres ¡cervezota! Y si les acercas una bandeja con patatas, gusanitos o cualquier otra chuche, no ayudaran a repartirlas entre los niños, vienen bien para acompañar la cervezota. ¡Los niños ya comerán algo… supongo!
Dos docenas de enanitos, con sus respectivos dos padres. Es de suponer que algún padre se encargará de que los pequeños tengan a su alcance chuches, no se tiren el zumo unos a otros, no utilicen las paredes como servilletas ni las cabezas de los más pequeños como cojines… Pues en total, contando con mi amiga, estaríamos tres o cuatro padres tratando de mantener el orden. Lección número tres… ¡alguien se encargará!
Llega la tarta y llegan las velas. ¿Crees que algún padre se preocupa por el fuego, los pelos, las servilletas…? Si, concretamente dos. Mi amiga y yo. El resto se reparten entre las cervezotas y las fotos. Bueno, y también mi mujer, que estaba buscando con la mirada el extintor. Por suerte, no hizo falta. Lección cuatro. Siempre hay un niño más rápido soplando las velas, y su padre no está cerca para pararle. Pero la verdad es que al final hay que dar las gracias. Yo pienso usar velas con led en lugar de fuego.
Llenas las tripas, chocolateados los hocicos, llega el momento de jugar. Todos al patio a correr unos tras otros, jugar con el balón, comer piedras…  Sí. Mi amiga capturó vivo a un espécimen de monstruo comepiedra en plena acción en el patio. 
Y si preguntas por el padre, adivina. ¡cervezota!
Pero bueno, los niños lo pasaron bien y los chinos de la zona vendieron más juguetes de lo habitual.
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El padre de cervecitas y el hijo de …


Este fin de semana acudimos al cumpleaños del nene de una amiga. Tiene la edad de mi nena mayor y nunca habíamos ido a un evento así, por lo que fuimos tanto para que los niños se lo pasaran bien como para ver cómo se organizan estas cosas, ahora que vamos a empezar el cole.

La fiesta la organizo nuestra amiga en el local de la comunidad de vecinos, toda una suerte contar con algo así. Nosotros los tendríamos que repartir en grupos en el baño, el balcón, la cocina…
Y comienza la fiesta. Llegamos con puntualidad británica… ¡y no había llegado ni Dios! Así que primera lección que nos dieron. Convoca la fiesta pronto, porque todo el mundo llegará tarde. ¡Y vaya si llegaron tarde! Algunos llegaron dos horitas tarde, cuando ya no había ni tarta. Menos mal que había chuches como para alimentar una legión de paraduendes.
Segunda lección. Da igual que la fiesta sea para niños de tres o cuatro años. Para los padres ¡cervezota! Y si les acercas una bandeja con patatas, gusanitos o cualquier otra chuche, no ayudaran a repartirlas entre los niños, vienen bien para acompañar la cervezota. ¡Los niños ya comerán algo… supongo!
Dos docenas de enanitos, con sus respectivos dos padres. Es de suponer que algún padre se encargará de que los pequeños tengan a su alcance chuches, no se tiren el zumo unos a otros, no utilicen las paredes como servilletas ni las cabezas de los más pequeños como cojines… Pues en total, contando con mi amiga, estaríamos tres o cuatro padres tratando de mantener el orden. Lección número tres… ¡alguien se encargará!
Llega la tarta y llegan las velas. ¿Crees que algún padre se preocupa por el fuego, los pelos, las servilletas…? Si, concretamente dos. Mi amiga y yo. El resto se reparten entre las cervezotas y las fotos. Bueno, y también mi mujer, que estaba buscando con la mirada el extintor. Por suerte, no hizo falta. Lección cuatro. Siempre hay un niño más rápido soplando las velas, y su padre no está cerca para pararle. Pero la verdad es que al final hay que dar las gracias. Yo pienso usar velas con led en lugar de fuego.
Llenas las tripas, chocolateados los hocicos, llega el momento de jugar. Todos al patio a correr unos tras otros, jugar con el balón, comer piedras…  Sí. Mi amiga capturó vivo a un espécimen de monstruo comepiedra en plena acción en el patio. 
Y si preguntas por el padre, adivina. ¡cervezota!
Pero bueno, los niños lo pasaron bien y los chinos de la zona vendieron más juguetes de lo habitual.
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La desesperante manera de no dormirse

Mi pequeña tiene una capacidad extraordinaria para la vigilia. Se supone que una bebe de cuatro meses de edad debería dormir unas quince horas diarias. Mayoritariamente durante la noche, pero con varias siestas durante el resto del día

¡JA!

Desde que nació, mi pequeña duerme bastante bien por la noche. Aunque le cuesta dormirse, una vez que ha cogido el sueño, normalmente solo se despierta una o dos veces para hacer la toma y luego vuelve a dormir con relativa facilidad. En muchas ocasiones directamente pegada al pecho y en otras tantas, acurrucada junto a su mamá en nuestra cama.

Pero, el día es otra cosa. Cuando nota que el sueño empieza a vencerla, comienza a lloriquear. Si tratas de distraerla, de jugar con ella, el efecto es peor, porque aumenta su cansancio y sus ganas de dormirse, pero también las ganas de atender a ese juego.

Así que toca intentar dormirla.

Con un poco de suerte, empezaras a acunarla en brazos y se relajara un poco. Tiene su técnica, porque tienes que sujetar el brazo que queda libre para que no se restriegue la cara y se arañe, al tiempo que tienes que mecerla lateralmente y dar botecitos para acunarla también verticalmente.

¿Pero sabes eso de la calma que precede a la tempestad? Pues cuando empieza a relajarse, cuando te empiezas a confiar, ella contraataca al sueño con una gran llantina. Y no es gradual, se abre el grifo  de golpe y parece que le esté arrancando las uñas con unos alicates. Llanto desesperado, el brazo que trata de arrancarse un ojo o una oreja, las piernas estirándose a toda velocidad y tratando de clavar la uña del dedo gordo del pie en cualquier sitio, preferentemente la otra pierna o los brazos de papá, el chupete que podría caber entero en la boca incluida la cadenita que lo sujeta, la espalda arqueada hacia atrás…

Llega el momento en que no sabes que hacer. En algunos casos le dejo que se mueva a su antojo procurando que ni se caiga ni se arañe, cosa difícil. En otras ocasiones trato de no dejarla tanta movilidad y apretarla contra el pecho, mientras sigo cantando mis elefantes. Imprescindible seguir meciéndola y paciencia.

Pasado el momento de furia, es posible que se tranquilice. Ya tenía sueño y el berrinche  cansa. Es posible que cierre un poco los ojos  y deje de agitarse…. ¡pero no bajes la guardia! ¡Sigue con los elefantes y el mecido o estás perdido! Con suerte, ahora si empezará a dormirse y aunque repita el intento de despertar, será menos intenso y más corto.

Pero si el momento de furia logra despertarla lo suficiente, si los elefantes se toman un respiro. Entonces ha ganado. Papa se pone nervioso, como humano imperfecto que es y eso lo nota ella, que ya de por si estaba nerviosa porque no se quería dormir e irritable por el sueño. Ya tienes llanto asegurado para rato.

Así que ya sabes, que no flaqueen los elefantes, y si tienes sueño, nada de café, un buen berrinche y a disfrutar la vida.

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La desesperante manera de no dormirse

Mi pequeña tiene una capacidad extraordinaria para la vigilia. Se supone que una bebe de cuatro meses de edad debería dormir unas quince horas diarias. Mayoritariamente durante la noche, pero con varias siestas durante el resto del día

¡JA!

Desde que nació, mi pequeña duerme bastante bien por la noche. Aunque le cuesta dormirse, una vez que ha cogido el sueño, normalmente solo se despierta una o dos veces para hacer la toma y luego vuelve a dormir con relativa facilidad. En muchas ocasiones directamente pegada al pecho y en otras tantas, acurrucada junto a su mamá en nuestra cama.

Pero, el día es otra cosa. Cuando nota que el sueño empieza a vencerla, comienza a lloriquear. Si tratas de distraerla, de jugar con ella, el efecto es peor, porque aumenta su cansancio y sus ganas de dormirse, pero también las ganas de atender a ese juego.

Así que toca intentar dormirla.

Con un poco de suerte, empezaras a acunarla en brazos y se relajara un poco. Tiene su técnica, porque tienes que sujetar el brazo que queda libre para que no se restriegue la cara y se arañe, al tiempo que tienes que mecerla lateralmente y dar botecitos para acunarla también verticalmente.

¿Pero sabes eso de la calma que precede a la tempestad? Pues cuando empieza a relajarse, cuando te empiezas a confiar, ella contraataca al sueño con una gran llantina. Y no es gradual, se abre el grifo  de golpe y parece que le esté arrancando las uñas con unos alicates. Llanto desesperado, el brazo que trata de arrancarse un ojo o una oreja, las piernas estirándose a toda velocidad y tratando de clavar la uña del dedo gordo del pie en cualquier sitio, preferentemente la otra pierna o los brazos de papá, el chupete que podría caber entero en la boca incluida la cadenita que lo sujeta, la espalda arqueada hacia atrás…

Llega el momento en que no sabes que hacer. En algunos casos le dejo que se mueva a su antojo procurando que ni se caiga ni se arañe, cosa difícil. En otras ocasiones trato de no dejarla tanta movilidad y apretarla contra el pecho, mientras sigo cantando mis elefantes. Imprescindible seguir meciéndola y paciencia.

Pasado el momento de furia, es posible que se tranquilice. Ya tenía sueño y el berrinche  cansa. Es posible que cierre un poco los ojos  y deje de agitarse…. ¡pero no bajes la guardia! ¡Sigue con los elefantes y el mecido o estás perdido! Con suerte, ahora si empezará a dormirse y aunque repita el intento de despertar, será menos intenso y más corto.

Pero si el momento de furia logra despertarla lo suficiente, si los elefantes se toman un respiro. Entonces ha ganado. Papa se pone nervioso, como humano imperfecto que es y eso lo nota ella, que ya de por si estaba nerviosa porque no se quería dormir e irritable por el sueño. Ya tienes llanto asegurado para rato.

Así que ya sabes, que no flaqueen los elefantes, y si tienes sueño, nada de café, un buen berrinche y a disfrutar la vida.

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Maldita sanidad pública

Bueno, en realidad, malditos los politicastros sinvergüenzas que no hacen más que recortar en lo más necesario, la salud de nuestros niños.

Resulta que llevo dos meses con la cita para la vacunación de los cuatro meses. He pedido un par de días en el trabajo para poder llevar a mi pequeña a vacunar junto con mi mujer y no dejarle a ella el marrón y… ¡dos días antes me llama la enfermera para indicarme que ella no estará ninguno de esos días y que hay que reprogramar la vacuna para el día que vuelvo al trabajo!

La verdad es que me sentó muy mal el cambio, pero la pobre enfermera no tiene la culpa de que los recortes dejen su puesto sin cubrir cuando ella no está por alguna causa, así que a fastidiarse tocan.

Afortunadamente, entre mi mujer y mi suegra pudieron encargarse de las niñas y llevar a la peque a que la vacunen. El problemilla casi sin importancia, es que si a la peque le da la algún tipo de reacción la vacuna, que puede pasar en los tres días siguientes, la que tiene que apañárselas sin ayuda es mi mujer.

Si no le da reacción, o la cosa no pasa de unas décimas de fiebre, mi mujer tendrá que estar todo el día con la peque en brazos, porque evidentemente, los tres lancetazos revuelven a cualquiera y más si ese cualquiera tiene cuatro meses. Lo siento cielo, toca hacer brazos (aún mas)

Y si la cosa pasa a mayores, toca coger a las niñas, pagar un taxi y salir corriendo. Lo cual no sería mucho problema si fuera solo la peque, pero es que como no vamos a dejar encerrada a su hermana en un armario, tocaría llevársela a urgencias, a ver si coge lo que no tiene.

Y yo que había cogido unos días de vacaciones para conseguir brazacos. Pero tranquilos señores políticos, que en las elecciones ya me acordare yo de ustedes y de los 80 euritos de la vacuna que no cubre el seguro y de la madre que no debió haberlos parido.

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Maldita sanidad pública

Bueno, en realidad, malditos los politicastros sinvergüenzas que no hacen más que recortar en lo más necesario, la salud de nuestros niños.

Resulta que llevo dos meses con la cita para la vacunación de los cuatro meses. He pedido un par de días en el trabajo para poder llevar a mi pequeña a vacunar junto con mi mujer y no dejarle a ella el marrón y… ¡dos días antes me llama la enfermera para indicarme que ella no estará ninguno de esos días y que hay que reprogramar la vacuna para el día que vuelvo al trabajo!

La verdad es que me sentó muy mal el cambio, pero la pobre enfermera no tiene la culpa de que los recortes dejen su puesto sin cubrir cuando ella no está por alguna causa, así que a fastidiarse tocan.

Afortunadamente, entre mi mujer y mi suegra pudieron encargarse de las niñas y llevar a la peque a que la vacunen. El problemilla casi sin importancia, es que si a la peque le da la algún tipo de reacción la vacuna, que puede pasar en los tres días siguientes, la que tiene que apañárselas sin ayuda es mi mujer.

Si no le da reacción, o la cosa no pasa de unas décimas de fiebre, mi mujer tendrá que estar todo el día con la peque en brazos, porque evidentemente, los tres lancetazos revuelven a cualquiera y más si ese cualquiera tiene cuatro meses. Lo siento cielo, toca hacer brazos (aún mas)

Y si la cosa pasa a mayores, toca coger a las niñas, pagar un taxi y salir corriendo. Lo cual no sería mucho problema si fuera solo la peque, pero es que como no vamos a dejar encerrada a su hermana en un armario, tocaría llevársela a urgencias, a ver si coge lo que no tiene.

Y yo que había cogido unos días de vacaciones para conseguir brazacos. Pero tranquilos señores políticos, que en las elecciones ya me acordare yo de ustedes y de los 80 euritos de la vacuna que no cubre el seguro y de la madre que no debió haberlos parido.

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Salidas con niños


Llega el buen tiempo y es el momento en que por fin podemos abandonar un poco la casa y realizar actividades con nuestras pequeñas. Lo que comúnmente se conoce como airearnos un poco, y al mismo tiempo, “desfogar” a las enanas, que llevan todo el invierno acumulando energía y sin poder gastarla.
Con una  niña de casi tres años, ya se pueden ir haciendo cositas, más si la niña es una “bendita” como la mía. Pero claro, cuando además tienes una pequeñaja de pocos meses…

La opción más socorrida, es ir al parque, jugar con los columpios… Pero esta es una actividad para los niños, no para los padres. El truco esta en cambiar el parque de toda la vida por algún parque “especial”. En este caso, por un parque de Torrejon de Ardoz que se llama “Parque Europa” y que además de ser grande y bonito y estar muy bien conservado tiene reproducciones a escala de los monumentos más emblemáticos de la vieja Europa, una zona infantil muy grande, una tirolina para los más osados, un lago “remable”…
En un momento puedes estar visitando “La torre Eiffel”
 Y con un pequeño paseo contemplar “El puente de Londres”
Y todo sin olvidar las grandes explanadas donde poder dejar trotar a los niños, zonas con columpios bastante grandes, chiringuitos donde pagar un botellín de agua a precio de oro e incluso una zona de paseo en pony, que lamentablemente estaba cerrada cuando nosotros fuimos.
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Salidas con niños


Llega el buen tiempo y es el momento en que por fin podemos abandonar un poco la casa y realizar actividades con nuestras pequeñas. Lo que comúnmente se conoce como airearnos un poco, y al mismo tiempo, “desfogar” a las enanas, que llevan todo el invierno acumulando energía y sin poder gastarla.
Con una  niña de casi tres años, ya se pueden ir haciendo cositas, más si la niña es una “bendita” como la mía. Pero claro, cuando además tienes una pequeñaja de pocos meses…

La opción más socorrida, es ir al parque, jugar con los columpios… Pero esta es una actividad para los niños, no para los padres. El truco esta en cambiar el parque de toda la vida por algún parque “especial”. En este caso, por un parque de Torrejon de Ardoz que se llama “Parque Europa” y que además de ser grande y bonito y estar muy bien conservado tiene reproducciones a escala de los monumentos más emblemáticos de la vieja Europa, una zona infantil muy grande, una tirolina para los más osados, un lago “remable”…
En un momento puedes estar visitando “La torre Eiffel”
 Y con un pequeño paseo contemplar “El puente de Londres”
Y todo sin olvidar las grandes explanadas donde poder dejar trotar a los niños, zonas con columpios bastante grandes, chiringuitos donde pagar un botellín de agua a precio de oro e incluso una zona de paseo en pony, que lamentablemente estaba cerrada cuando nosotros fuimos.
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Si pestañean se lo van a perder

Si eres aficionado a la Fórmula 1 en España, seguro que te suena la frasecita, relativa a lo rápido que ocurren las cosas allí. Pero te puedo asegurar que con mis hijas, los cambios son aún más rápidos.

Tres meses, y apenas sabe abrir los puños. Sentada en su hamaquita mira con poco interés a los peluches que cuelgan sobre su cabeza. Yo me empeño en balancearlos ante sus ojos sin éxito.

No pasa ni una semana y me la encuentro palmoteándolos mientras les dedica toda clase de gorjeos.

Sólo unos días más tarde le compramos el típico sonajero con forma de animal y diferentes texturas y colores. Lo colgamos junto a los animalitos que cuelgan sobre su hamaca y no deja de mirarlo con interés.

Al día siguiente, en medio de un concierto de gorgoritos y grititos, esas manitas que hace unos días sólo eran puñitos sujetan con fuerza las patas del sonajero y se la llevan con decisión a la boca.

Si siendo tan pequeña veo esos progresos en tan poco tiempo ¿Qué puedo esperar en un par de años?

Pues la respuesta está a su lado y es su hermana, que ha venido corriendo a cantarle una nana porque “hermanita” estaba lloriqueando.

Que rápido pasa el tiempo, y cuantas cosas ocurren sin que nos demos cuenta hasta que lo las vemos con algún punto de contraste.

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Si pestañean se lo van a perder

Si eres aficionado a la Fórmula 1 en España, seguro que te suena la frasecita, relativa a lo rápido que ocurren las cosas allí. Pero te puedo asegurar que con mis hijas, los cambios son aún más rápidos.

Tres meses, y apenas sabe abrir los puños. Sentada en su hamaquita mira con poco interés a los peluches que cuelgan sobre su cabeza. Yo me empeño en balancearlos ante sus ojos sin éxito.

No pasa ni una semana y me la encuentro palmoteándolos mientras les dedica toda clase de gorjeos.

Sólo unos días más tarde le compramos el típico sonajero con forma de animal y diferentes texturas y colores. Lo colgamos junto a los animalitos que cuelgan sobre su hamaca y no deja de mirarlo con interés.

Al día siguiente, en medio de un concierto de gorgoritos y grititos, esas manitas que hace unos días sólo eran puñitos sujetan con fuerza las patas del sonajero y se la llevan con decisión a la boca.

Si siendo tan pequeña veo esos progresos en tan poco tiempo ¿Qué puedo esperar en un par de años?

Pues la respuesta está a su lado y es su hermana, que ha venido corriendo a cantarle una nana porque “hermanita” estaba lloriqueando.

Que rápido pasa el tiempo, y cuantas cosas ocurren sin que nos demos cuenta hasta que lo las vemos con algún punto de contraste.

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59 elefantes y una araña

Mi pequeña duerme bastante bien por las noches. Si, lo sé. Soy un afortunado.  El problema es que durante el día debería hacer varias siestas y no las hace, con lo cual llega a estar muy cansada y se pone nerviosa, con lo que no se puede dormir. La pescadilla que se muerde la cola.

El problema se agrava porque coge el gran berrinche y no se calma por más que la acunes. Como yo trabajo pero mi mujer no, ella lo padece todo el día y cuando llego a casa, le doy el relevo acunante para que ella pueda despejarse un poco. Lo poco que una madre puede despejarse cuando oye llorar a su niña.

Y aquí estoy yo con la pequeña en brazos, acunándola de pie, porque si me siento grita más. La parte buena es que hago jogging dando saltitos en el sitio y balanceándome como un tentetieso.¡Falta me hace! La parte mala, es que no se nanas para cantar.

Vamos a ver, conozco las nanas, tengo un cd con unas diez nanas que ya suena a vinilo viejo de tantas veces como lo usamos con mi niña mayor. Pero soy incapaz de cantarlas. Y ya si me pides que además lo haga con cierto ritmo o con cierta entonación… ¡No! ¡El canto no es lo mío!

¿Y qué canto? Porque se supone que hay que cantar algo y además con cierto ritmo para calmarla. He probado a tararear con cierto éxito la Marcha Imperial de la Guerra de las Galaxias, pero solo se me unos acordes…Y me sueno repetitivo a mi mismo.

¿La solución? Aquella vieja canción infantil que dice…

Un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña, como veía que no se caía, fueron a llamar a otro elefante. Dos elefantes se balanceaban sobre

La verdad es que es la peor nana que a nadie le hayan cantado en la historia, pero entre eso y el trotecillo cochinero sobre el sitio consigo calmar los llantos, y con un poco de suerte, dormir a mi pequeñaja. Solo espero que mi mujer no me grabe un día a escondidas y termine siendo un video viral en Youtube. “Cantamal en directo”

… 59 elefantes se balanceaban sobre la tela de una araaaaaaaaña…

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59 elefantes y una araña

Mi pequeña duerme bastante bien por las noches. Si, lo sé. Soy un afortunado.  El problema es que durante el día debería hacer varias siestas y no las hace, con lo cual llega a estar muy cansada y se pone nerviosa, con lo que no se puede dormir. La pescadilla que se muerde la cola.

El problema se agrava porque coge el gran berrinche y no se calma por más que la acunes. Como yo trabajo pero mi mujer no, ella lo padece todo el día y cuando llego a casa, le doy el relevo acunante para que ella pueda despejarse un poco. Lo poco que una madre puede despejarse cuando oye llorar a su niña.

Y aquí estoy yo con la pequeña en brazos, acunándola de pie, porque si me siento grita más. La parte buena es que hago jogging dando saltitos en el sitio y balanceándome como un tentetieso.¡Falta me hace! La parte mala, es que no se nanas para cantar.

Vamos a ver, conozco las nanas, tengo un cd con unas diez nanas que ya suena a vinilo viejo de tantas veces como lo usamos con mi niña mayor. Pero soy incapaz de cantarlas. Y ya si me pides que además lo haga con cierto ritmo o con cierta entonación… ¡No! ¡El canto no es lo mío!

¿Y qué canto? Porque se supone que hay que cantar algo y además con cierto ritmo para calmarla. He probado a tararear con cierto éxito la Marcha Imperial de la Guerra de las Galaxias, pero solo se me unos acordes…Y me sueno repetitivo a mi mismo.

¿La solución? Aquella vieja canción infantil que dice…

Un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña, como veía que no se caía, fueron a llamar a otro elefante. Dos elefantes se balanceaban sobre

La verdad es que es la peor nana que a nadie le hayan cantado en la historia, pero entre eso y el trotecillo cochinero sobre el sitio consigo calmar los llantos, y con un poco de suerte, dormir a mi pequeñaja. Solo espero que mi mujer no me grabe un día a escondidas y termine siendo un video viral en Youtube. “Cantamal en directo”

… 59 elefantes se balanceaban sobre la tela de una araaaaaaaaña…

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El video que calma el llanto de los bebés

No hay nada más estresante que el llanto incontrolable de un bebé. Cualquier padre o madre que haya acunado a su pequeño tratando de calmarlo mientras que llora incontrolablemente daría un brazo por una solución que le hiciera dejar de llorar.

Pues ve enviándome tu brazo por correo certificado, porque te voy a dar una solución rápida y sencilla que funciona para la inmensa mayoría de bebés.

Es un video que se hizo bastante  popular allá por el 2012 cuando mi nena mayor lloraba inconsolable siendo bebé. Lo probé en alguna ocasión y funciono. No lo había vuelto a necesitar, pero un mes de constipados de mi pequeña con sus consiguientes llantos incontrolables me lo ha devuelto a la memoria y lo comparto con todo el que me lea.

El video está disponible en YouTube en muchos formatos. Se trata de un anuncio de caramelos de una empresa de chucherías japonesa. Contra todo pronóstico, a pesar de ser un video japonés, los comentarios que le acompañan son mayormente en español. Y es que los papis españoles somos así de agradecidos.

Pero no os entretengo más. Buscad en YouTube “Cafca” o usad el video embebido aquí mismo.

De nada

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El video que calma el llanto de los bebés

No hay nada más estresante que el llanto incontrolable de un bebé. Cualquier padre o madre que haya acunado a su pequeño tratando de calmarlo mientras que llora incontrolablemente daría un brazo por una solución que le hiciera dejar de llorar.

Pues ve enviándome tu brazo por correo certificado, porque te voy a dar una solución rápida y sencilla que funciona para la inmensa mayoría de bebés.

Es un video que se hizo bastante  popular allá por el 2012 cuando mi nena mayor lloraba inconsolable siendo bebé. Lo probé en alguna ocasión y funciono. No lo había vuelto a necesitar, pero un mes de constipados de mi pequeña con sus consiguientes llantos incontrolables me lo ha devuelto a la memoria y lo comparto con todo el que me lea.

El video está disponible en YouTube en muchos formatos. Se trata de un anuncio de caramelos de una empresa de chucherías japonesa. Contra todo pronóstico, a pesar de ser un video japonés, los comentarios que le acompañan son mayormente en español. Y es que los papis españoles somos así de agradecidos.

Pero no os entretengo más. Buscad en YouTube “Cafca” o usad el video embebido aquí mismo.

De nada

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