Apuntes contra el Estado (III). Especial: Líderes.
Bando policial
Algunas comparaciones pueden resultar odiosas cuando no ofensivas. Si la que sigue lo es, lo será en contra de mi intención.
La plataforma que pide el soterramiento de las vías del tren a su paso por Murcia lleva años luchando. Aunque desde el anuncio de la llegada del AVE, la pelea se ha endurecido. Todos los martes cortan las vías. La imagen del barrio partido en dos por el engendro de la alta velocidad los anima y los moviliza. Basta con ponerse un segundo en su situación para entenderlos.
Ayer volvieron a las vías y eso que era el día de LA fiesta de Murcia. O precisamente por ello. Para los que no lo sepan, ayer se celebró en Murcia el Bando de la Huerta, que consiste en salir a la calle, comer, emborracharse y cosas así. Algunos datos: 85 toneladas de basura recogidas, unas 550.000 personas por la ciudad, 97 atendidos por intoxicación etílica. Que no se entienda esto como una crítica a la fiesta. ¿Quién no se ha vestido alguna vez de huertano y ha terminado piripi perdido y con las esparteñas empapadas de los orines que recorren las calles? El caso es que era el día perfecto para que la dominación actuara, en este caso en forma de dualidad fascista delegado del gobierno – policía nacional.
Tres personas de la plataforma fueron detenidas. Y ya se sabe que la policía no detiene amablemente. La policía pega y la muñeca rota de una de las detenidas lo demuestra. Otro de los detenidos contó cómo le pegaron dentro de la furgona. El tercero ha dicho hoy en la radio que casi se desmaya por la presión de la llave con la que lo inmovilizaron. Claro que luego están los pobres policías lesionados. Pobres tipos, tantas horas de gimnasio, tanto entrenamiento demente y tanto equipo de protección para que luego unos vecinos sin su preparación ni experiencia les dejen heridos y fuera de combate. ¿Qué será de ellos el día en que el pueblo se organice? Esta mañana, el SUP, ese sindicato repugnante, se quejaba de las órdenes de sus superiores al tiempo que lamentaba las heridas de sus compañeros. Pero no es este el tema, al menos en este post.
Los llamamientos a acudir a comisaría vía facebook y SMS funcionaron y un puñado considerable de gente nos reunimos en las puertas de la comisaría en las que supuestamente estaban detenidos. Y supuestamente lo escribo porque durante mucho tiempo no hubo forma de saber dónde estaban, si en esa comisaría, si en la de la calle Ceballos, si en el hospital. Durante algunas horas no pudimos saber dónde estaban, es decir, estuvieron desaparecidos. Imaginad que son vuestra novia, vuestro hijo, vuestro marido.
Media una inmensa distancia entre lo que se acaba de relatar y los casos de las desapariciones permanentes tan queridos por las dictaduras. Pero lo que subyace en ambos casos es lo mismo: el Estado se cree dueño y señor de nuestros cuerpos, de nuestras vidas, de la angustia del detenido y de la del familiar que no sabe dónde está. Y lo demuestra sustrayendo a la persona de la realidad, encerrándola en el limbo de lo desconocido. Nadie sabe, nadie responde. La angustia queda suspendida en el tiempo y se hace eterna, tal y como el Estado se imagina su poder.
El Estado se limita a modular su forma de actuar, viste un ropaje u otro según se haga pasar por dictadura a secas o por dictadura parlamentaria pero no deja de ser lo que es. No olvidemos que nuestra democracia ya sabe lo que es torturar, asesinar e intentar que los cuerpos desaparezcan en cal viva.
Marx hoy. Tercera parte: Metamorfos
Marx hoy. Segunda parte: Dominación caníbal
«La enajenación del trabajador en su objeto se expresa, según las leyes económicas, de la siguiente forma: cuanto más produce el trabajador, tanto menos ha de consumir; cuanto más valores crea, tanto más sin valor, tanto más indigno es él; cuanto más elaborado su producto, tanto más deforme el trabajador; cuanto más civilizado su objeto, tanto más bárbaro el trabajador; cuanto más rico espiritualmente se hace el trabajo, tanto más desespiritualizado y ligado a la naturaleza queda el trabajador».
Marx hoy. Primera parte: Mercancía humana
«En cambio otros autores -de los cuales emana un tufillo stalinista- el “humanismo” de Marx sería mercancía adulterada. Sostienen que Marx habría renegado muy pronto de sus “errores” juveniles y que las obras de su madurez “no necesitan ser comentadas en relación con su evolución anterior”. El Marx de los años mozos no “veía con claridad dentro de sí mismo”, su pensamiento era todavía “indeciso” y “anticientífico”. Es verdad que ya se llamaba Marx, pero apenas estaba “en el camino del marxismo”».
Sería interesantes conocer el tipo de guarnición con la que los intelectuales orgánicos se comieron frases como la que compara a la burocracia con «una casta para la cual el mantenimiento de su régimen se convierte en una cuestión primordial» o aquellas en las que, hablando del gobierno de Napoleón III, habla del poder ejecutivo «con su enorme organización burocrática y militar, con su artificiosa maquinaria estatal de múltiples capas […] terrible organismo parasitario que se enrosca como una membrana reticular alrededor del cuerpo de la sociedad» (en este caso francesa pero el gentilicio podía cambiarse por otros sin mayor problema). Estas frases están incluidas en El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, escrito en 1852, cuando Marx contaba 34 años y ya no era tan joven.
«Se comprende fácilmente que en la Economía Política, el proletariado, es decir, aquel que, desprovisto de capital y de rentas de la tierra, vive sólo de su trabajo, de un trabajo unilateral y abstracto, es considerado únicamente como obrero».
Apuntes contra el Estado (II)
Apuntes contra el Estado (I)
Estamos poniendo en marcha un grupo de pensamiento (o como se llame) para reflexionar sobre la dominación y las posibilidades de salida desde una perspectiva libertaria. Se trata, entre otras cosas, de cuestionar las alternativas que se ofrecen en la actualidad, que se pueden resumir en su totalidad en más de lo mismo. El tema con el que hemos empezado es el Estado. Comparto a continuación las notas que estoy tomando para aportarlas al debate. Como tales notan deben leerse, asumiendo que habrá ideas poco desarrolladas e incluso contradictorias. Lo que sigue está basado en la idea marxista-situacionista de que las armas de la crítica exigen primero la crítica de las armas y en una necesidad, muy subjetiva, de radicalizar (coherentemente) el discurso. Ahí van:
Cabezas huecas
(Título alternativo: Lo que tiene uno que escribir para poder subir una ilustración guapante.)
Hay una idea sobre la tecnología que Félix Rodrigo Mora enuncia de la siguiente manera: a mayor perfección del objeto técnico mayor degradación del sujeto que de él se sirve. No se trata de demonizar la tecnología porque según el razonamiento de Rodrigo Mora, la bondad o maldad de los ingenios depende del uso político que se haga de ellos, de su intencionalidad. Y según el adagio samurai, no es el arma sino el guerrero que la empuña. Sea como sea, la esencia de muchas expresiones concretas de la tecnología consiste en que el sujeto, al tiempo que se cosifica, debe transferir al objeto tecnológico buena parte de sus habilidades. Y eso nos lleva al meollo de esta entrada.
Las nuevas tecnologías, al igual que los dibujos animados o la Aritmética, también ofrece metáforas para continuar con el tema uno o dos párrafos más. La nube, sin ir más lejos. Dentro de poco, los discos duros de nuestros ordenadores estarán vacíos porque toda la información se depositará en grandes servidores, quedará flotando en la nube, es un decir, para que podamos acceder a ella cuando nos plazca. Lo mismo que pasará con las fotos o archivos de texto, sucede ya con las ideas, las opiniones e, incluso, los sentimientos. La Dominación elabora lo que debemos pensar, sentir, hacer y lo coloca en una nube que flota sobre nuestras cabezas huecas. De tal forma que cuando queremos saber qué opinar sobre este o aquel tema, escuchamos una tertulia radiofónica o leemos un periódico. Y cuando queremos saber cómo ser felices, vemos anuncios en la tele, para acertar con la bebida que nos hará especiales o la prenda de ropa que nos hará sobresalir de la masa. Dicho de otra manera:
Moda secreta
Esta mañana he estado como público en un juicio. El juicio se ha suspendido y la palabra público no es muy acertada. Éramos varias decenas de personas que estábamos allí para apoyar a dos compañeros y dos compañeras denunciadas por la policía nacional. Entended que de las cuestiones legales no diga nada: (1) no me entero mucho y (2) puedo meter la pata y decir algo inconveniente para los compañeros. Pero hay algo que debe ser señalado con urgencia. Esto es:
Entre los policías secretas y los antidisturbios de paisano se lleva el color camel.
PD: Es posible que haya quien piense que algo así no justifica un post. No soy de esa opinión pero como querer contentar a todo el mundo es un defecto, diré algo más. Empezaré por dos cuestiones más de moda:
1. Las chaquetas color camel no se las han quitado ni cuando ha sido evidente que la calefacción estaba en marcha. Supongo que es la degeneración profesional: ellos se ponen lo que les toque ese día y ya no se lo quitan, pase lo que pase. Qué disciplinados son. Carne de orden.
2. ¿Un secreta que va de civil, se puede decir, en sentido estricto, que va de paisano? Visto lo visto, junto al camel de las chaquetas se llevan los vaqueros poligoneros de inditex.
Y ahora otro tema. Hay un pensamiento poco elaborado que da por hecho cosas como que un inmigrante no puede ser racista o que allá donde una mujer esté (política, empresas…) las cosas mejorarán. La prueba de que esto último no parece muy acertado la tenemos en el hecho de que una de las denunciantas iba peinada con una larga cola. Que una cuestión son las cuotas y su intento de introducir elementos de reparto equilibrado del poder y otra es que haya cosas sin arreglo, como la policía en sí misma.
La última. A los medios de comunicación les da mucha marcha últimamente decir que los parados no son simples números y poner rosto a la crisis. Ejercicios respetables si no fuera por el morbo que le ponen al asunto y los anuncios de coches de gran cilindrada que ponen después del enésimo testimonio dramático. Mientras que se intenta humanizar algunas estadísticas, más o menos bien, algunas cosas no pueden serlo de ninguna manera. Los compañeros acusados han sido llamados por su nombre y apellidos. Los policías acusadores con un número. Es a lo máximo que pueden aspirar mientras vistan uniforme y cumplan órdenes.
Curtis Garland
Recupero el fragmento de un post que escribí hace tiempo. Sirva como homenaje al gran Curtis Garland:
La noche de América agonizante. Varias veces he dicho ya en este blog que idolatro a Juan Gallardo, a.k.a. Curtis Garland, a.k.a. mil nombres más, todos anglosajones. Empecé a sentir admiración tras leer su biografía, publicada por Morsa, y ver ese listado final en el que se citaban solo algunas de sus ¡2000 novelas! Después lo conocí en Barcelona y quedé más admirado. Después leí «La noche de América agonizante» y me puse a sus pies. Después encontré dos libros suyos en una ferie del libro viejo y de ocasión y disfruté leyéndolos como disfruto de los tebeos y de esos libros dedicados al alto objetivo de entretener.
«La noche de América agonizante» es un libro de ciencia ficción y espionaje en el que hay cosas que podrían haber escrito Stan Lee, Alan Moore, Grant Morrison, Frank Miller, Bryan Talbot… Máquinas del tiempo, tiranos continentales, espías honrados, amigos fieles, cochesvoladores, armas increíbles… Hay una idea que me gusta mucho y que sugiere que toda la ficción está almacenada en una caverna, como la de Platón, y el escritor se limita a traerla de vez en cuando al mundo de los libros. Gallardo sabe manejarse en esa oscura caverna sin necesidad de luz ni mapas, la conoce como la palma de su mano.
Los autores de bolsilibros, esos libritos que inundaban los quioscos y se vendían como churros, debían escribir una novela a la semana. Eso, paradójicamente, les hacía libres de la obligación de escribir la mejor novela en cada novela. Se dejaban llevar por las urgencias y la imaginación volaba libre y certera.
Sobre todo esto, Javier Pérez Andújar escribe en el prólogo a «Yo, Curtis Garland»: Una de las diferencias más maravillosas que hay entre la literatura y la subliteratura, es que esta útlima sí que se compra para ser leída. Una novela de quiosco no se compra para quedar bien un día de Reyes, o para adornar una estantería o por dejarse influir por un prestigio publicitario, se compra con el modesto propósito de leerla y pasar el rato.
Sigue leyendo ->(Yo creo en) Bruce Lee
Muchos años después, en otro lugar y con otros protagonistas, he vuelto a asistir a una conversación que ya escuché y que, en su momento, puse por escrito:
Monitoras de comedor desalienándose
Cuestión de corbatas
A los 16 años se escapó de casa para no ingresar en el seminario, se escondió en un barco atracado en Vigo y acabó en Buenos Aires, tratando con grupos subersivos. Allí conoció a un tal Orsini, pero no el de las bombas sino el de las corbatas.
Orsini era un anarquista italiano, barbudo, gordo y jovial que puesto que tenía apellido de terrorífico, no le quedó más remedio que hacerse anarquista. Su padre era un burgués cualquiera empeñado en que su hijo fuera un hombre de provecho. Le puso una tienda de comestible y, en cierta ocasión, le hizo llegar un paquete de corbatas rojas, todas iguales, para que las vendiera y se ganara el jornal. Orsini las repartió entre sus amigos. La policía creyó que se trataba de algún tipo de contraseña entre ellos. Más de uno, anarquista o no, fue detenido e interrogado por llevar una elegante corbata roja.
Con Dadá, el dandismo dejó ser cosa de solitarios, y se convirtió en consigna de la banda (o movimiento supraindividual). Dadá pretendía acabar con todo y estaba dispuesto a rellenar su arsenal con lo que hiciera falta, ya fuera una letra, un fonema, una máscara o una corbata (Dadá es la conciencia del mundo y la conciencia del mundo recurre a cualquier forma para asestar sus golpes). Así lo dice Richard Huelsenbeck en su “Avant Dadá”: El dadaísta ha retirado su mirada de la lejanía y le importa poseer unos zapatos bien ajustados y un traje impecable.
Sin dejar de sonreír
Queremos reír, reír y hacer lo que nos manden los instintos.
(Graffiti en una ciudad alemana) |
(Canción de la película Annie, John Huston)
Hoy todo debe ser serio, la política en primer lugar, la vida cultural y universitaria en segundo lugar. La adustez ceremonial de los hombres públicos es constatable por doquier; la norma excluye el humor y su correlato: la risa estridente. Los políticos, los hombres de cultura, los intelectuales deben mostrar su consistencia dejando traslucir su seriedad fundante.
(«Espíritu de la pesadez, espíritu de la risa», Ángel Ganivet; citado por Quico Rivas en «Ciscarse de la risa» – Vacaciones en Polonia nº5)
¡ALFON LIBERTAD!
En Espinardo, los muros lo tienen claro. |
Asaltar los diccionarios
Que las palabras puedan tener efectos mágicos es algo que se puede discutir pero no negar de entrada. Un niño lo sabe bien, le basta con decir en cualquier momento HIJO DE PUTA, CABRÓN o, simplemente, MIERDA para que todo el mundo le preste atención, buena o mala pero atención al fin y al cabo. Los que ponen bombas confían en la metralla y el fuego pero no pueden evitar acompañarlas de un comunicado. La belleza y la conmoción de los comunicados de la Angry Brigade explotan más que las bombas que pusieron (*). Los que lanzan misiles también recurren a las palabras y se inventan sucias expresiones como «víctimas colaterales». Sus macabras manipulaciones nunca serán hermosas, alguna maldad será siempre horrible.
Dadá comprendió el poder de las palabras y, especialmente, su sumisión, de ellas, al Poder. Dadá era una fuerza anticivilizatoria que llegó a este mundo para acabar con todo, para ser amigo de todo látigo que azote al hombre sentado. Dadá dijo que era necesario oponerse al arte porque entendió que su engaño era una válvula de escape de seguridad moral. El arte como cómplice del sistema debía ser derruido, al igual que el propio sistema. Y las palabras eran parte esencial del arte.
Así, llevaron a cabo poemas fonéticos como los de Hugo Ball o poemas letristas como los de Raoul Hausmann.
Del primero:
Gadji beri bimba
plandridi lauli lonni cadori
gadjama bim beri glassala
Glandradi glassla tuffm i zimbrabim
blassa galassasa tuffm i zimbrabim
Del segundo:
KP´ ERI UM´ LP´ ERIOUM
NM´ PERIII pernoumum
bpretiberrerrebee onnooooooooooh gplanpouk
komnpout perikoul
rreeeeeEEEErreeeee A
oapderre mglpepadonou mt nou
tnoumt
Con estos poemas sonoros queremos renunciar al lenguaje devastado y vuelto imposible por el periodismo. Deberíamos retirarnos a la alquimia más profunda de la palabra e, incluso, abandonar la palabra, reservando así a la poesía su dominio más sagrado…
Mustapha Khayati, miembro de la Internacional Situacionista y, por tanto, descendiente directo de Dadá, escribió un artículo titulado «Las palabras cautivas, prefacio para un diccionario situacionista» en el que decía cosas como: Cuando el poder economiza el uso de sus armas, es al lenguaje a quien confía la responsabilidad de mantener el orden opresor o La crítica del lenguaje dominante, su desvío, va a convertirse en la práctica permanente de la teoría revolucionaria. También calificaba a nuestros adversarios como los amos del Diccionario.
Para los situacionistas, teoría y práctica eran lo mismo. Dadá reclamó la lucha por la vida cotidiana (¡¡¡DADÁ ESTÁ POR LA PROPIA VIDA DE CADA UNO!!!). Teniendo en cuenta todo esto, además de la máxima dadaísta de que cualquier puede ser dadaísta, propuse dedicar una sesión con el grupo de mujeres con el colaboro una vez a la semana a destruir el diccionario, nuestro pequeño acto de rebeldía cotidiana. Elegimos palabras al azar, palabras raras y jugamos a inventarnos su significado.
Algunos resultados:
Lampo: Interjección que se grita antes de abofetear a alguien. / Campo grande donde la gente va a descargar su furia.
Gnóstico: Persona diplomática y recta.
Rearme: Prenda de ropa interior que se pone el hombre en Nochebuena. / Enredadera gigante.
Azafate: Azafata pequeña.
(*) En los comunicados de la Angry Brigade, nuestra rabia está organizada, se podían leer cosas como: Hermanos y hermanas, ¿cuáles son vuestros deseos reales? ¿Estar sentado en la cafetería, con la mirada distante, vacía, aburrida, bebiendo un café que no sabe a nada… o quizás volarla o pegarle fuego. (Ninguna de sus bombas mataron a nadie: Atacamos la propiedad, no a la gente.)
Tres paseos psicogeográficos
(En el nº1 de «Internationale Situationiste», se incluye un artículo titulado «Definiciones». Ahí se puede leer lo que es la deriva y lo psicogeográfico:
Psicogeográfico. Relativo a la psicogeografía. Lo que manifiesta la acción directa del medio sobre la afectividad.
Deriva. Modo de comportamiento experimental ligado a las condiciones de la sociedad urbana: técnica de paso ininterrumpido a través de ambientes diversos.)
Primer paseo. Estábamos con mi hermana y mis dos sobris y nos fuimos a pasear por el centro de Murcia. Al acercarnos a la Avenida de la Libertad, donde está El Corte Inglés, uno de ellos, se nos empezó a encoger el estómago. Un paseo realizado una y mil veces nos sorprendía con un pellizco de miedo. Algunas sensaciones tienen mala fama y se ocultan pero lo que sentimos, entre otras cosas, fue miedo. Y es que recordamos lo que pasó el día de la última Huelga General y la carga de la policía contra unos pocos compañeros que se habían quedado charlando en la puerta de los malditos grandes almacenes. Por supuesto que había más sentimientos, como rabia, pero el miedo está ahí, lo aceptemos o no.
En la Avenida de la Libertad hay un efecto psicogeográfico que ya viene siendo un clásico. Cuando la remodelaron, colocaron un par de zonas de juegos infantiles con un rollo muy pijo. Y la gente que va allí cumplen con el papel que se espera de ellos y van vestidos de pijos, se comportan como pijos, hablan como tales. La conciencia de clase nos brota a lo loco cuando estamos en esos parques. Y, en este caso, no es precisamente miedo lo que sentimos.
Segundo paseo. A mediados de diciembre, nos dimos un paseo por Albacete. En este caso practicamos la deriva. Pero no sucedió nada. La ciudad parecía muerta, no transmitía nada. Si hubiera pasado por allí Jack Hawksmoor, el personaje de The Authority que habla con las ciudades, se hubiera muerto de aburrimiento. Tal vez si nos hubiéramos decidido a seguir la ruta de belenes la cosa hubiera sido distinta.
Tercer paseo. Volvíamos de Historietas. Este dato no es banal. Primero porque Historietas mola, my favourite shop, y segundo porque acababa de comprar el último disco de Los Marañones, que también mola. Era el 21 de diciembre, supuesto fin del mundo. Estaba ya oscuro y, de repente, se fue la luz en buena parte de la ciudad. Caminar por la ciudad entre una oscuridad inesperada dispara los efectos psicogeográficos. Los comentarios que se oían eran todos en el mismo sentido: fin del mundo, fin del mundo. Mis sensaciones tuvieron que ser moduladas con cierta calma porque iba con los dos hijos y se agobiaron. Mientras mis hijos se apresuraban por llegar al coche y la gente se acordaba de los mayas, yo imaginaba tantas y tantas posibilidades que ofrece la ciudad a oscuras.
Paris by Night, Asger Jorn |
No trabajes nunca
¿Acaso no es cierto, por lo demás, que en la actualidad trabajar no supone tanto hacer alguna cosa como ser una cosa, y sobre todo estar disponible?
(Contribución a la guerra en curso, Tiqqun)
PD: Ya me gustaría a mí predicar con el ejemplo pero ser un proletario, en el sentido estricto del término, es lo que tiene.
Albert Camus Motherfucker
Según la cotraportada del libro editado por La Felguera titulado «Motherfuckers! (del verano del amor al amor armado)» (¡¡reedición YA!!) se puede leer que este grupo (que firmaba con varios nombres, entre ellos, Up Against The Wall Motherfuckers!, lo que la policía gritaba a las personas a las que paraban en mitad de la calle) era una banda callejera politizada, una tribu y un clan revolucionario, un oscuro grupo de afinidad convertido en una verdadera familia cuyo discurso giraba en torno a una constelación de ideas que incluían a Dadá, la anarquía y la autodefensa armada.
En el #1 de su revista «Black Mask» (nov. 1966), se reproducía una entrevista de Albert Camus para la publicación «Demain» (con fecha de 30 de octubre de 1957). En ella, Camus dice lo siguiente, digno de ser leído y releído:
Y la verdad, al menos yo la veo así, es que el artista se mueve a tientas en la oscuridad, como el hombre de la calle, incapaz de separarse de las desgracias del mundo y añorando febrilmente la soledad y el silencio; soñando con la justicia y siendo a la vez fuente de injusticia; arrastrado por un carro más grande que él y creyendo que lo conduce. En esta aventura fatigosa, el artista solo puede obtener ayuda de los otros y, al igual que los demás, encontrar apoyo en el placer, en el olvido, en la amistad y la admiración. Y también, al igual que los demás, encontrar apoyo en la esperanza. En mi caso siempre he encontrado la esperanza en la idea de la fecundidad. Como muchas otras personas, estoy cansado de la crítica, de la maledicencias, del rencor y, en resumen, del nihilismo. Es esencial condenar lo que debe condenarse, pero con rapidez y firmeza. Por otra parte también se debería elogiar lo que merece ser elogiado. Después de todo, por eso soy artista, porque incluso la obra que niega afirma algo y rinde homenaje a esta miserable y magnífica vida que es la nuestra.
(Pero Dadá vino a este mundo para acabar con todo, así que no se puede usar su nombre en vano. Un tiempo después, en el #8 de «Black Mask» (oct-nov 1967), los Motherfuckers incluyeron un artículo titulado «Cultura y Revolución» en el que se podía leer esto: No, Sartre, no te salvarás por sentarte en el estrado juzgando a Occidente mientras tú mismo, como filósofo/novelista, eres Occidente. Hasta ahí, vale, Sartre se lo merecía. Pero el artículo sigue: Camus, nos das asco: tu muerte nos ha robado el placer de matarte nosotros mismos.
Junto al artículo pendiente sobre la Internacional Letrista, ya hay otro dedicado a los Motherfuckers! Cualquier día de estos… o no.)
Agradecidos
Esta semana ha sido muy bonica, básicamente por todas las personas que habéis compartido en facebook, twitter, correos y etcétera el enlace para descargarse la novela «Mal nacidos». Me gustaría daros las gracias, así, en bloque, pero de forma pública y notoria.
También me gustaría decir algo sobre la gratuidad, a raíz de algunos debates que han surgido sobre este asunto. Está claro que, en lo que se refiere a «Mal nacidos», la gratuidad formaba parte de, digamos, un rollo promocional. Es gratis cinco días, la gente llega a ella, se conoce, se pone en marcha el boca a oreja, empieza a vender miles de ejemplares y podemos, por fin, financiar la revolución. Esa era la idea, y no otra. Esto no quita para que a mí me guste lo gratis. Nunca pude pillar una camiseta que se hizo hace unos años que ponía «Dinero gratis» pero me gustaba el lema. Quiero creer que tengo cierto control sobre lo que soy y sobre lo que hago y que puedo tomar decisiones, y hacer cosas, que no tengan motivación económica, o no sólo. Es cierto que me gustaría ganarme la vida escribiendo, claro que sí, pero más cierto todavía es que me gustaría que la vida no hubiera que ganarla, que bastara con vivirla. No es una frase naïf, es un órdago a la grande.
Pero esto era un post de agardecimiento. El plural del título se debe a que me atrevo a hablar en mi nombre y en el de la novela. Estoy convencido de que después de pasarse seis años en el disco duro y hacer la peregrinación del desierto por concursos y editoriales está loca de alegría de descarga en descarga. Siempre he creído que la literatura es lasciva, quiere ser tocada, acariciada, leída, olida, restregarse de lector en lectora.
Si, después de todo esto, la novela os gusta, ya sería el colmo.
Mal nacidos
Imbuido como estoy del espíritu Punk o DADÁ, según se quiera, solo me salen lemas promocionales del tipo: Después de fracasar meticulosamente en papel, publico en Amazon para fracasar también en digital. Al menos, tiene su gracia.
Autopromocionarse no mola, incluso sin el prefijo. Oscar Wilde dijo algo así como que es malo de robar pero más malo es de promocionarse. Al mismo tiempo, el rollo ese del escritor que escribe para uno mismo y que pide a su muerte que quemen sus escritos (deseando que no lo hagan) es pura pose. ¿De qué vale escribir si no te leen?
Dicho todo lo cual, voy al asunto. Mi novela «Mal nacidos» está en Amazon y se puede conseguir gratis, ahí es nada, hasta el viernes de esta semana. Es verdad que podéis esperar a que pase la promoción y pagar el curioso precio de 2,97 pero lo gratis mola más. Eso es así.
El enlace para que os la pilléis, aquí.
«Mal nacidos», cronológicamente hablando, va antes de «Cuentos Pop» y «Diario de un amargado» y después de «El ataúd paciente» y «El amor agitado» (ensayo sobre el amor romántico permanentemente gratis en Scribd). Y, como es de rigor, ha hecho su recorrido de concursos y editoriales sin conseguir respuesta alguna. Tened en cuenta que no hay novela que se precie de la que no se cuenten cuántos editores la rechazaron. Como me da mucha pereza seguir con ese rollo, y en mi idilio con Morsa las novelas no tienen lugar, pues la puse en Amazon, así, sin mucha convicción, la verdad.
El argumento de la novela sale de un rumor que circula por algunos barrios excluidos. Este rumor dice que es habitual que algunos niños pequeños, guapos y sanos sean «retirados» de sus familias biológicas (alegando malos tratos, abandono, o lo que se tercie) para ser entregados en adopción a familias ricas que no pueden tener hijos. El rumor existe y lo escuché mucho trabajando de educador social. La primera versión incluía recortes de periódicos, documentos oficiales y alguna entrevista que reforzaban esa sospecha. Lo que pasa es que al publicarla de esta manera y no controlar el tema de los derechos, lo quité, dejando la narración tal cual.
Resumir mis novelas me resulta muy difícil. En la descripción que había que poner en Amazon escribí lo siguiente:
Archipiélago, un barrio en el que todas las calles tienen nombres de islas, podría estar en cualquier ciudad. Construido con la idea de ser una zona en la que las clases medias descansaran felizmente tras una larga jornada de trabajo, es ahora un rincón de exclusión en el que encontrar a personajes como Manuel, asesino a sueldo yonqui y nihilista, o Mercedes, una educadora social en plena crisis de confianza.
Las cosas ya marchan bastante mal cuando Carmen es arrestada y un viejo rumor vuelve a recorrer el barrio. Los niños guapos y sanos de algunas familias pobres son retirados por los servicios sociales para entregárselos a familias ricas que no pueden tener hijos. Eso es lo que quieren hacer con los hijos de Carmen. Pero Mercedes no está por la labor de consentirlo, con o sin la ayuda de Manuel.
Y para acabar, voy a darme un gusto de autor. En las presentaciones de «Diario de un amargado» me cansé de decir que todo era mentira y que yo no era el protagonista. Ahora voy a decir una cosa que ya dijo Ray Bradbury: yo soy todos los personajes.
PD: ¿Os acordáis de una de esas manifestaciones por la familia en las que participaba el PP cuando era oposición en la que Rajoy dijo eso de «Volved a vuestras casas y contad lo que habéis visto aquí»? Pues eso, id a vuestros facebooks y twitters y contad lo que habéis leído aquí. Sed mis virus promocionales, ¿qué os cuesta?
PD: La ilustración es de José María Casanovas, que ya ilustró «Cuentos pop» y que en la gloriosa época de la revista 2000AD dibujó algunas historietas del Juez Dredd.
Los dos caminos (dedicado a Carlos Gorairis)
Una guardería en una rambla
Hace ya algún tiempo, ¿dos años?, una lectora de este blog se sorprendió al descubrir que Espinardo, el sitio en el que yo decía vivir, era real. Es tan real que tenemos una escuela infantil a medio construir en mitad de una rambla.
Unos camaradas artistas llevan meses removiendo el asunto. Y este sábado vuelven a la carga:
Tienen un blog molón y cuentan con la ayuda inestimable de El Estafador (ver el número 141).
El dinosaurio
Los jueves, participo en una tertulia literaria. Hay dos datos que me parecen relevantes: todas son mujeres, menos yo (a veces) y muchas no saben leer. No saber leer no implica necesariamente no poder disfrutar de algunos textos literarios ni aprovecharlos para mantener conversaciones muy interesantes.
Hace unas semanas, estuvimos hablando alrededor del cuento de Monterroso:
Al principio, hubo cierto empeño en descifrar qué quiso decir el escritor con eso de despertar y el dinosaurio. Luego nos deshicimos de esa necesidad y fuimos sacando nuestras propias conclusiones. Por ejemplo, el dinosaurio podía ser algo terrible, algo que cuando abres los ojos por la mañana recuerdas que sigue allí y se te viene el mundo abajo. También podía ser justo lo contrario, aquello que permanece y te consuela de tanta amargura suelta como hay por ahí. A mí, la lectura que más me gustó fue la que hizo una compañera para la que el dinosaurio es esa fuerza interior que cada mañana te permite seguir adelante a pesar de los pesares. La vida será una mierda pero yo puedo continuar. En ese sentido, el dinosaurio se transforma en una especie de talismán, algo parecido al Mojo al que le cantaba Muddy Waters (aunque Waters le diera un uso muy concreto a su dinosaurio).
Luego nos entretuvimos haciendo unos collages a propósito del cuento (ver fotos del post). No sin antes dedicarle un tiempo a las terribles peleas entre Raoul Hausmann y Max Ernst sobre cuál de los dos inventó el collage y el fotomontaje. Ah, ya no se hacen peleas como las dadaístas.