Y no me refiero a la peli de Clint Eastwood ni a la aberración canción de Rebeca, si no a lo que nos cuesta dormir al peque últimamente. No importa lo que haya dormido de siesta, lo que haya jugado, lo que haya corrido… Cuando acaba de cenar siempre quiere «ugar» un poco más.
Hasta ahora le dejábamos jugar un ratito y él solo, cuando se sentía cansado, pedía ir a dormir, pero no se que pasa este verano que ahora ya puede estar frotándose los ojos y medio durmiéndose que ahí sigue, al pie del cañón. Ni que fuera un soldado de guardia.
Lamamá no tiene problemas porque se lo lleva a la habitación, le enchufa la teta y se duerme. Pero claro, la pobre no quiere dormirlo todos los días porque ahí en la cama con el peque se está tan agustito que al final se duerme ella también y, claro, a veces también le apetece relajarse un poco viendo la tele o haciendo sus DIY esos que están tan de moda (y que vienen tan bien)
Yo reconozco que me hago el longuis, que a mi me gusta echar una partidita al ordenador por las noches (enganchadísimo al Football Manager que estoy) y si me pongo a dormir a JoanPetit me cuesta la vida… ¡que yo no tengo tetas!, bueno, sí que tengo, más chiquititas, pero no las quiere (creedme que lo he probado)
A veces le convenzo para subir en el carro y salir a pasear juntos al perro y, en estos casos, tengo un 50% de posibilidades de que se quede frito. Depende si hay cosas interesantes con las que entretenerse por el camino como el vuelo de una mosca o preguntar 80 veces si Nahual ya ha hecho pipi y caca.
Lo que es imposible es dormirle con cuentos. Le llevo a la cama diciéndole que le voy a leer un cuento y luego a dormir y él, a priori, parece dispuesto: «Siiiiii, papá, onter de la lluna» así que le leo el cuento de ¿A que sabe la luna? uno de sus favoritos. Cuando acabo y espero una escena como las de las películas en plan: «Venga hijo, ahora a dormir, te arropo y te doy un beso, que tengas felices sueños» y el nene se queda con sus ojitos cerrados plácidamente; la realidad me pega una ostia un golpe en los morros porque el peque se pone a saltar en la cama y dice «Ara onde iven os monstros» y se va corriendo a por su otro cuento favorito Donde viven los monstruos y cuando acabo ese, se va a por otro de sus cuentos favoritos, y luego otro, y otro, y otro….
Total que al final decido dejarle ir a jugar y ya se acostará cuando Lamamá se vaya a la cama, le de la teta y se quede frito. Total, es verano y no tiene que madrugar
Lamamá y yo discutimos a veces por esto pero, en el fondo, le estoy totalmente agradecido a ella y a sus tetas por el efecto somnífero que tienen en JoanPetit, yo solo no podría…
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