Si es que no aprendo

Y es que yo no se porque me meto en estos jaleos, si luego no soy capaz de hacer campañas intensivas para conseguir votos. Aunque para ser sincero esta vez tengo «excusa».



No sé si servirá de excusa, pero es que no hacían más que llegarme mensajes de «La Blogoteca» del diario 20 minutos, recordándome que todavía no me había inscrito en los premios 20blogs.

Todo esto es por que hace cuatro años, se me ocurrió apuntarme. No sé cuantos votos tuve al final, aunque tres me dijeron que me habían votado, así que supongo que se quedaría así.

La cuestión es que a pesar de que al principio los ignoraba, al final pensé, va me apunto y que dejen de enviarme mensajes. Y así lo hice, pero claro, ya que me he apuntado, que menos que decirlo por si alguno esta registrado en la web de 20 minutos y quiere darme un voto.

Que es imposible que gane, no lo hice en los premios madresfera que son menos, imaginad en estos. Pero bueno, yo lo dejo ahí a ver que pasa. Eso sí, si gano o soy finalista, os aseguro que me planto allí con falda, bueno con kilt y una camiseta friki o de papasblogueros que también estaría bien.

Así que ahí lo dejo, extraterrestre con falda, recogiendo un premio… ¿te gustaría verlo? pues dame un votito aquí. Y si no me votas, no te preocupes, porque como no me voy a enterar no te guardaré rencor.


Sigue leyendo ->

Si es que no aprendo

Y es que yo no se porque me meto en estos jaleos, si luego no soy capaz de hacer campañas intensivas para conseguir votos. Aunque para ser sincero esta vez tengo «excusa».



No sé si servirá de excusa, pero es que no hacían más que llegarme mensajes de «La Blogoteca» del diario 20 minutos, recordándome que todavía no me había inscrito en los premios 20blogs.

Todo esto es por que hace cuatro años, se me ocurrió apuntarme. No sé cuantos votos tuve al final, aunque tres me dijeron que me habían votado, así que supongo que se quedaría así.

La cuestión es que a pesar de que al principio los ignoraba, al final pensé, va me apunto y que dejen de enviarme mensajes. Y así lo hice, pero claro, ya que me he apuntado, que menos que decirlo por si alguno esta registrado en la web de 20 minutos y quiere darme un voto.

Que es imposible que gane, no lo hice en los premios madresfera que son menos, imaginad en estos. Pero bueno, yo lo dejo ahí a ver que pasa. Eso sí, si gano o soy finalista, os aseguro que me planto allí con falda, bueno con kilt y una camiseta friki o de papasblogueros que también estaría bien.

Así que ahí lo dejo, extraterrestre con falda, recogiendo un premio… ¿te gustaría verlo? pues dame un votito aquí. Y si no me votas, no te preocupes, porque como no me voy a enterar no te guardaré rencor.


Sigue leyendo ->

Esperando por las vacunas atrasadas del enano, como estará mosqueado mejor que tome la teti ahora porque no querrá después. Estos momentos madre/hijes con la teta de por medio son entrañables. #lactanciamaterna

Esperando por las vacunas atrasadas del enano, como estará mosqueado mejor que tome la teti ahora porque no querrá después. Estos momentos madre/hijes con la teta de por medio son entrañables. #lactanciamaterna via Instagram http://gipan.de/2mD9Vvi

Publicado Esperando por las vacunas atrasadas del enano, como estará mosqueado mejor que tome la teti ahora porque no querrá después. Estos momentos madre/hijes con la teta de por medio son entrañables. #lactanciamaterna inicialmente en Roderíc Papiblogger.

Sigue leyendo ->

La suma de petits instants…

És curiós com  quan parlem de la vida, tot es torna seriós, molt seriós. Trascendent, molt trascendent. Però si ara féssim memòria, els moments feliços que més ens venen el cap solen ser cosetes. Menudes. Puntuals. Instants. Petits instants. Una cosa (entre moltes d’altres) m’ha ensenyat el tenir fills i el fer de pare és […]

Sigue leyendo ->

No me sale.

 Hace unos días estábamos en una terraza con unos amigos tomando unas tapas, nosotros estábamos con el peque y somos los únicos amigos con un hijo. Estuvimos bebiendo, comiendo y charlando, lo típico vaya, el peque pasaba por las piernas y bra…

Sigue leyendo ->

Cómo aprovechar mejor el tiempo | Vídeo

Tanto si hablamos de trabajo, de ocio, o de proyectos personales, la verdad es que a todos nos pasa que muchas veces no aprovechamos el tiempo tanto como nos gustaría. Y la cuestión es que la gente que sabe gestionar bien  el tiempo no ha nacido así, esta gestión es algo que se aprende. Por eso …

El artículo Cómo aprovechar mejor el tiempo | Vídeo se publicó originalmente en Psicólogo Valencia, Alberto Soler · Consulta y psicoterapia Online.

Sigue leyendo ->

SOLO HOMBRES SOLOS FRENTE AL MAR

Más allá del drama excesivo y pretencioso que Manchester frente al mar termina siendo, lo cual hace que sus virtudes se diluyan con la ayuda inestimable de un metraje al que le sobra como mínimo media hora, lo que más interesante me ha resultado de esta película, solo aparentemente indie, es el retrato que nos ofrece de un hombre herido, que arrastra no solo el pasado trágico que vivió sino también una manera de entenderse a sí mismo que le impide pasar página. En el personaje de Lee Chandler, el solitario y huraño hombre que tiene que volver a su comunidad de origen tras la muerte de su hermano y que deberá hacerse cargo de su sobrino de 16 años, confluyen buena parte de los rasgos que han hecho y hacen de la masculinidad hegemónica un cárcel para los que habitan en ella. Lee es un hombre al que le cuesta expresar sus emociones, incluso articular palabras que generen diálogos, que carece de habilidades para generar empatía, que parece vivir más para dentro que hacia afuera. Un hombre que parece no digerir su debilidad, lo cual se convierte en su principal obstáculo para enfrentarse de una vez por todas a su propia historia y ser capaz de remontar el vuelo.
Esas incapacidades, que en parte compartimos todos los hombres que durante siglos hemos sido socializados para no asumir nuestra vulnerabilidad y para crecer convertidos en los héroes de la película, se nos muestran con rotundidad gracias a la interpretación de Casey Affleck,  cuyo rostro, a veces poco más expresivo que una roca, es como la pantalla en la que vemos desfilar el ejército de una virilidad que no parece no entender de inseguridades, flaquezas y lágrimas. La que siempre debe estar dispuesta para cumplir el papel que se exige de ella, la que ha de dar respuesta a las preguntas más complejas, la que nunca debe mostrar inseguridad ni titubeos. La que además, en el caso de Lee, carece de recursos emocionales que le permitan superar la culpa.
Es justo el reencuentro con su sobrino de 16 años, un chico que parece que solo es capaz de calmar sus penas y de responder a sus interrogantes follando con sus novias, y al que también cuesta ver mostrando emociones, ni siquiera cuando está viviendo la tragedia de la muerte del padre, el que provoca que se remuevan los lodos que durante un tiempo suponíamos en reposo. Ante esa encrucijada, en la que ya no le bastará con saber de instalaciones de fontanería y de la que no podrá escapar bebiendo cerveza, vemos cómo el hombre de paternidad «interrumpida» tiene que hacer un esfuerzo por salir de la jaula y no seguir huyendo del espejo. Y solo muy avanzada la película, al fin, vemos que se acerca al sobrino desorientado, y lo abraza. Lo que no nos queda claro es si la experiencia de los afectos y  las responsabilidades de cuidador harán que surja un nuevo Lee.
Esta historia es, por supuesto, y como suelen serlo la mayoría de las películas que se hacen, es una historia de hombres. Donde también nosotros somos los protagonistas absolutas, los héroes incluso en el dolor, los que dominamos todos los espacios y responsabilidades, pese a nuestra manifiesta incapacidad para gestionar los asuntos más emocionales. Ellas, en esta película, y como también suele ser habitual en los relatos triunfantes, son apenas personajes secundarios y muy estereotipados, apenas trazados con un par de líneas. Mujeres ausentes, mujeres que callan, mujeres que de las que apenas sabemos nada, como mucho que siguen aferrándose al amor para sobrevivir. Apenas sabemos nada del personaje que interpreta con su habitual maestría Michelle Williams, cuando se me antoja uno de los más interesantes del relato. La exmujer de Lee, que parece haber recuperado el timón de su vida, aunque en una prodigiosa escena descubramos que continúa siendo infeliz, apenas es un trazo, un boceto, un par de líneas que no salen de lo básico y de lo que se espera de una amante esposa y madre, sufridora por excelencia, siempre dispuesta a conciliar. Ahora bien, mucho más estereotipada, y condenada a la locura y la enfermedad (otro clásico del relato patriarcal), es la exmujer del hermano de Lee, de la que tampoco conocemos otras claves que aquellas que la sitúan casi en una caricatura de la mujer mala, la Eva bíblica, la bruja a la que por cierto intenta redimir un cristiano muy fundamentalista. Y, por cierto, una mala madre que es capaz de abandonar al hijo durante años y a la que tan poco vemos muy interesada por recuperarlo.
Manchester frente al mar es, pues, una película que bajo su apariencia de cine rompedor y propuesta alternativa al cine más comercial, bebe de las fuentes más clásicas del melodrama y nos ofrece un estupendo relato, eso sí, de todas las «discapacidades» que la masculinidad tradicional continúa hoy arrastrando. Tal vez por eso, aunque la Academia de Hollywood no sea consciente, Casey Affleck se haya llevado esta madrugada el Oscar al mejor actor. Gracias a un personaje que sin duda vale más que lo que él vale como actor.
Sigue leyendo ->

SOLO HOMBRES SOLOS FRENTE AL MAR

Más allá del drama excesivo y pretencioso que Manchester frente al mar termina siendo, lo cual hace que sus virtudes se diluyan con la ayuda inestimable de un metraje al que le sobra como mínimo media hora, lo que más interesante me ha resultado de esta película, solo aparentemente indie, es el retrato que nos ofrece de un hombre herido, que arrastra no solo el pasado trágico que vivió sino también una manera de entenderse a sí mismo que le impide pasar página. En el personaje de Lee Chandler, el solitario y huraño hombre que tiene que volver a su comunidad de origen tras la muerte de su hermano y que deberá hacerse cargo de su sobrino de 16 años, confluyen buena parte de los rasgos que han hecho y hacen de la masculinidad hegemónica un cárcel para los que habitan en ella. Lee es un hombre al que le cuesta expresar sus emociones, incluso articular palabras que generen diálogos, que carece de habilidades para generar empatía, que parece vivir más para dentro que hacia afuera. Un hombre que parece no digerir su debilidad, lo cual se convierte en su principal obstáculo para enfrentarse de una vez por todas a su propia historia y ser capaz de remontar el vuelo.
Esas incapacidades, que en parte compartimos todos los hombres que durante siglos hemos sido socializados para no asumir nuestra vulnerabilidad y para crecer convertidos en los héroes de la película, se nos muestran con rotundidad gracias a la interpretación de Casey Affleck,  cuyo rostro, a veces poco más expresivo que una roca, es como la pantalla en la que vemos desfilar el ejército de una virilidad que no parece no entender de inseguridades, flaquezas y lágrimas. La que siempre debe estar dispuesta para cumplir el papel que se exige de ella, la que ha de dar respuesta a las preguntas más complejas, la que nunca debe mostrar inseguridad ni titubeos. La que además, en el caso de Lee, carece de recursos emocionales que le permitan superar la culpa.
Es justo el reencuentro con su sobrino de 16 años, un chico que parece que solo es capaz de calmar sus penas y de responder a sus interrogantes follando con sus novias, y al que también cuesta ver mostrando emociones, ni siquiera cuando está viviendo la tragedia de la muerte del padre, el que provoca que se remuevan los lodos que durante un tiempo suponíamos en reposo. Ante esa encrucijada, en la que ya no le bastará con saber de instalaciones de fontanería y de la que no podrá escapar bebiendo cerveza, vemos cómo el hombre de paternidad «interrumpida» tiene que hacer un esfuerzo por salir de la jaula y no seguir huyendo del espejo. Y solo muy avanzada la película, al fin, vemos que se acerca al sobrino desorientado, y lo abraza. Lo que no nos queda claro es si la experiencia de los afectos y  las responsabilidades de cuidador harán que surja un nuevo Lee.
Esta historia es, por supuesto, y como suelen serlo la mayoría de las películas que se hacen, es una historia de hombres. Donde también nosotros somos los protagonistas absolutas, los héroes incluso en el dolor, los que dominamos todos los espacios y responsabilidades, pese a nuestra manifiesta incapacidad para gestionar los asuntos más emocionales. Ellas, en esta película, y como también suele ser habitual en los relatos triunfantes, son apenas personajes secundarios y muy estereotipados, apenas trazados con un par de líneas. Mujeres ausentes, mujeres que callan, mujeres que de las que apenas sabemos nada, como mucho que siguen aferrándose al amor para sobrevivir. Apenas sabemos nada del personaje que interpreta con su habitual maestría Michelle Williams, cuando se me antoja uno de los más interesantes del relato. La exmujer de Lee, que parece haber recuperado el timón de su vida, aunque en una prodigiosa escena descubramos que continúa siendo infeliz, apenas es un trazo, un boceto, un par de líneas que no salen de lo básico y de lo que se espera de una amante esposa y madre, sufridora por excelencia, siempre dispuesta a conciliar. Ahora bien, mucho más estereotipada, y condenada a la locura y la enfermedad (otro clásico del relato patriarcal), es la exmujer del hermano de Lee, de la que tampoco conocemos otras claves que aquellas que la sitúan casi en una caricatura de la mujer mala, la Eva bíblica, la bruja a la que por cierto intenta redimir un cristiano muy fundamentalista. Y, por cierto, una mala madre que es capaz de abandonar al hijo durante años y a la que tan poco vemos muy interesada por recuperarlo.
Manchester frente al mar es, pues, una película que bajo su apariencia de cine rompedor y propuesta alternativa al cine más comercial, bebe de las fuentes más clásicas del melodrama y nos ofrece un estupendo relato, eso sí, de todas las «discapacidades» que la masculinidad tradicional continúa hoy arrastrando. Tal vez por eso, aunque la Academia de Hollywood no sea consciente, Casey Affleck se haya llevado esta madrugada el Oscar al mejor actor. Gracias a un personaje que sin duda vale más que lo que él vale como actor.
Sigue leyendo ->

“No lo cojas tanto en brazos, que se acostumbra”

Los próximos Seminarios Online los hará Gemma Guillamón, asesora de porteo, así que he pensado en hacer algo así como el mes de la crianza en brazos (esto existe oficialmente, pero yo lo voy a celebrar en mi página… porque yo lo valgo). Para ello, entre ella y yo vamos a publicar varias entradas relacionadas […]

La entrada “No lo cojas tanto en brazos, que se acostumbra” aparece primero en Armando Bastida.

Sigue leyendo ->